*Saca la cabeza de detrás de la pared con una sonrisa avergonzada*

Hola~

Lamento la espera, de verdad, pero de verdad había cosas que escribir en este capítulo. Como ya se podrán imaginar, les digo… que no ha sido fácil para mi. Aparte de eso, entre que ha vuelto a haber cambios en mi vida privada que me han hecho reorganizarme por milésima vez en menos de un mes.

Aun así, no desistí. Me esforcé cada día desde el anterior en escribir esto. Como compensación, verán que es bastante más largo. ¿Creo? A mi me lo parece.

¿Qué esperar de este capítulo? Lo que dice el título y lo contrario a eso, también.

Quedan avisados de que hay indicios de escenas fuertes.

Sin más que decirles, espero que disfruten de la lectura.

Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.


Confesarse

Recordando el hecho que era el único pringado que le había tocado unirse al otro salón para poder participar en las clases de verano de su año, que estaba más amontonado debido a que nadie más de su aula iba mal en los estudios, Naruto resopló sin importarle que Iruka, llegara a acercarse para regañarle.

Tampoco es que a esa hora estuvieran haciendo nada, solo realizar los ejercicios de verano, que antes de que las vacaciones empezaran, la mayoría de profesores endosaron a todos sus alumnos. Razón número uno por la que nunca se sentiría capaz de ser profesor. Enseñar algo que ya sabes, año tras año, poner deberes, ir a casa para que, a final de cada trimestre, tuvieras que corregir centenares de exámenes. Si ya era aburrido estar aquí, era peor imaginarse trabajando de eso.

Tampoco es que tenga madera de profesor… – admitió a sí mismo mientras volteaba a mirar por la ventana con aburrimiento. – Y tampoco es como si yo tuviera más planes que este…

– ¡Sh! – dijo Iruka desde dos filas más allá de donde se encontraba él, sin poder evitar que el rubio volteara los ojos sin que tuviera que girar la cabeza.

Era verdad, después de la fiesta, nadie de sus amigos, incluido Sasuke, le había dirigido la palabra. Podría entender que, Kiba estuviera molesto con él por la escena en su casa y que el Uchiha estuviera claramente ofendido con él con respecto a su comportamiento, pero no le gustaba que le hicieran el vacío de esta manera. Parecería que Shikamaru, Chouji y compañía se habían sumado también.

Miró su reflejo por la ventana, sin asombrarse del aterrador aspecto que presentaba. Parche blanco encima del puente de la nariz, con una capa de gasas por debajo. Su piel morena se veía teñida de color azul morado debido al moretón que residía por la zona hasta la su ojo derecho. Sasuke le había roto la nariz. No le gustó tener que recordar el dolor que le hizo después de que la zona despertara de la anestesia tras recolocar los huesos de su nariz a su sitio, pero mucho menos la memoria borrosa de él empujando violentamente a Sakura lejos del chico que le gustaba.

¿Y ahora qué? El Uzumaki no hizo más que suspirar con desgana ante todo lo sucedido. Se arrepentía solo de haberle hecho eso a Sakura, más que cualquier otra cosa. Aun así, saber que Sasuke podía tener interés o mejor dicho, sentimientos, por ella… Era algo que no terminaba de entrarle a la cabeza, algo que le costaba creer y asimilar.

Iruka, viendo que Naruto no estaba cumpliendo nada en cuanto a su tarea, se le quedó observando con preocupación. Si es cierto que nunca había sido estudioso, o demasiado aplicado en la escuela en comparación a otros alumnos, pero sabía que no era estúpido ni de lejos. Por eso, en lo que sonaba la alarma de inicio del descanso, se dirigió hasta él, comprobando que, evidentemente, no había avanzado casi nada de su tarea. Ni una cuarta parte.

– No irás a ningún lado, Naruto, hasta que no termines la tarea de Asuma. Por lo que siéntate de nuevo y ponte a ello. – mandó Iruka, cruzando los brazos, en lo que observaba como el rubio parecía dispuesto a salir pitando de ahí, quedando bastante sorprendido de que este terminara por obedecer.

En silencio, el profesor se entretuvo de observar y resolver algunas dudas de las que parecían ser complicadas para su alumno, quedando con algo de tiempo libre que Naruto quería usar para ir a pedir algo en la cafetería. El Umino decidió acompañarle.

– Me extraña verte tan pensativo y callado, Naruto. ¿Ha pasado algo, verdad? – preguntó el moreno siguiendo al mencionado con tranquilidad, quien movió la boca con discrepancia a hablar sobre el tema. – Los amigos se pelean, Naruto. Lo importante es admitir los fallos, aceptarlos y perdonarlos, eso es algo que sabes bien.

– Me peleé con Sasuke en una fiesta y… – empezó Naruto mirando al frente, colocando las manos en sus bolsillos.

– ¿Por qué fue esta vez? – indagó Iruka haciendo una mueca como si eso no le sorprendiera a la vez que evitaba suspirar, tendría que haberlo sospechado ya de entrada.

– Le dije que hiciera algo, pero él se niega… Las cosas escalaron a peor desde ahí. – explicó él resumiendo lo sucedido, pero el profesor era listo.

– ¿Sabes que Kakashi me pone al corriente de todo, verdad? Al igual que el profesor Jiraiya, así que estoy al tanto de que tú y Kakashi tuvieron una interesante charla hace bastante. ¿Es sobre Sakura? – Iruka, comprobando como Naruto callaba, le quedaba claro que estaba en lo cierto. – No tengo consejos que darte sobre esto, pero tal vez hayas pasado algo por alto. Te recomiendo que lo hables con tu amigo, cuanto antes mejor.

– Eso intento, pero está ignorándome… – respondió ofuscado, asimilando las palabras de su profesor. Ya sabía que tenía que hacerlo, pero tampoco es que le apeteciera, recordando el motivo de la bronca en primer lugar. Quería salir de dudas y a la vez no, temiendo por lo que pudiera surgir después. – Siempre hace esto cuando se enfada conmigo en serio…

Cuando le doy supuestos motivos… – recapacitó mentalmente con cierta molestia, sintiendo grima de su comportamiento en la fiesta y las consecuencias que este generó.

– Qué extraño, el Naruto que conozco habría recitado un discurso proclamando que no se iba a rendir nunca ante nada ¿Quién eres tú y qué has hecho con él? – sacó de la nada el Umino frenando su andar frente a una vitrina de fotos de alumnos de hace años y trofeos. Naruto paró a su lado, incapaz de poder responder a ese comentario. No estaba de humor.

– Mira, Naruto. Tus padres están ahí. – comentó el moreno colocando su dedo índice contra el cristal de la vitrina para señalar un marco de fotos. – ¿Sabías que tu padre fue el tutor de Kakashi? Lo creas o no, su pérdida le afectó mucho. Eres la viva imagen de él, pero debo admitir que tu sonrisa, personalmente, se parece más a la de tu madre. Kushina.

– Ella era una mujer con espíritu, y con mucho carácter… Como todo el mundo, supo rectificar sus errores. Fuése lo que fuera, ambos siempre terminaban por hacer lo correcto. Seguro que tarde o temprano, tú también lo harás. – habló Iruka con parsimonia, invitando que el Uzumaki se acercara al cristal para mirar fijamente a sus padres. – Es algo que todos debemos aprender a hacer…

– Ahora, Naruto… si te traje aquí, fue también porque me sorprende bastante que a estas alturas no tengas en mente nada previsto para tu futuro. Cumples los dieciocho en octubre, serás ya un adulto ¿Tienes planes? ¿En cuál universidad vas a ir, qué quieres estudiar? ¿Tus metas? Como antiguo tutor tuyo que fui, me preocupa que dejes de lado tus estudios, a sabiendas de qué, con los apellidos de tus padres… Lo tendrías fácil en cualquier ámbito. ¿Es algo en lo que pensar también, no crees?... – habló el Umino pasándole una hoja doblada que parecía ser un folleto informativo, cuando Naruto lo abrió, leyó que se trataba de una beca de estudios para los estudiantes del instituto Gakuen. – Lee esto y medítalo.

– Venga, vamos… Tienes que almorzar, invito yo. – terminó Iruka colocando una mano encima del hombro del Uzumaki, empezando a guiarlo hacia la cafetería. Logrando sacar, aunque fuera, una leve sonrisa por parte del rubio, quien agradeció la ayuda y atención que se le dio en silencio.


Kakashi se sentó en su escritorio situado junto a los demás, dentro de la sala de profesores, estaba todo el personal de ahí, hasta las empleadas de la cafetería, además de la junta de padres del instituto. Reconocería a Hiashi Hyuga desde millas, era clavado a su difunto hermano y a su sobrino.

Todos estaban preocupados, el rumor de la recaída en términos de salud de Hiruzen era algo que solo conocían pocos en la sala. Uno de ellos Asuma, quien se lo confió a él y a Kurenai, pocos más.

Según el anciano, lo mejor era guardar esto entre personas leales y de fiar para evitar alterar el flujo del campus en cuanto a personal. No era noticia nueva que Sarutobi quisiera comunicar él mismo, su versión de los hechos, su decisión o lo que necesitase decir, frente a todas las personas que se encontraban ahí. Era algo que siempre hacía durante los grandes cambios.

Por otro lado, el único que parecía estar de un humor estupendo era Danzou Shimura, hablando con el patriarca Hyuga, padre de dos de sus alumnos, Hinata y Neji Hyuga. El padre de su alumna no se encontraba con buen aspecto y se entendía perfectamente, teniendo su hija mayor ingresada a la UCI del hospital tras sufrir un severo accidente de tráfico. El Shimura parecía no haberse dado cuenta de que el hombre no estaba para la labor de escuchar sus ideales.

La mera idea de que ese sujeto llegara a ser director, como la gran mayoría sabía que quería lograr, le horripilaba. Que lo fuera sería dar un paso hacia atrás, leyendo los proyectos que tenía en mente para "mejorar" el campus. Dejaría de ser visto como tal. Sí, él también estaba preocupado porque no sabía que tenía previsto el director y con el entusiasmo enervante de ese sujeto, algo tenía mala pinta.

– ¿Se sabe algo más? – preguntó Kurenai dejando sus libros y unos cuantos cuadernos encima de su mesa de trabajo, ejercicios de inglés para los alumnos que estaban yendo a clases de verano para evitar reprobar. Acababa de llegar de clase.

Su marido le negó con la cabeza. Lo que le hizo suspirar nerviosa, tanto misterio la dejaba como los demás. Es decir, estresada.

Dentro del despacho del director, Hiruzen sorbió un poco de su té con serenidad, esperando que Tsunade terminara de leer los términos que él le proponía. Shizune se encontraba mirando algo en su tablet.

– ¿Danzou está de acuerdo? – preguntó la Senju levantando sus ojos avellana del dosier, escéptica.

– No lo sabe, igual que los demás. – confesó Sarutobi sin poder evitar soltar una risita divertida al haber ocultado, el motivo del regreso de su exalumna, como él quería. – No me mires con esa cara, Tsuna. Es por el bien del campus, por el bien de la mayoría.

– ¿Qué pasará si no acepto? ¿Esa sanguijuela será el nuevo director? Debes estar de broma, abuelete… – dijo Tsunade dejando el dosier encima de la mesa frente a ella.

– Es probable, así que… ¿Qué vas a hacer? – cuestionó el director, tomando ese apodo por parte de la rubia con cariño, dejando la taza encima del plato en la mesa y enseguida recostarse de vuelta contra el respaldo del sofá. Sin decirle que evidentemente no iba a dejarle el cargo de ninguna manera a Danzou, si ella no aceptaba. Tenía una corazonada y desde luego, alternativas.

– Sabes jugar bien tus cartas, ¿De verdad estás enfermo? – indagó la rubia cruzándose de brazos, eso era algo que el hombre, frente a ella, no le había informado. Hecho que le habría gustado saber.

– No, pero soy un anciano cansado. Ya he trabajado más años de la cuenta y quiero pasar los que me quedan con mi familia. – comentó el hombre tras suspirar tranquilamente, acariciando su prominente barba que caía de su mentón. – No creas que no entiendo que esto es una imposición para ti, Tsunade. Estoy al corriente de que tienes tus investigaciones que resultan ser un gran avance para la medicina, que tienes tu trabajo, pero estamos hablando de tus raíces. Si este lugar debe cambiar, tiene que estar en manos que tengan la visión que yo y los mis antecesores, hemos querido imponer aquí.

– Te considero como la más capaz de mis alumnos, como para que aparte de seguir con todo lo que tienes en mente conseguir y a la vez, sobrellevar la carga directiva de este instituto. Os ofrecería empleo a ti y desde luego a usted Sta. Kato. – terminó Hiruzen mirando a esta última que no esperaba que se le involucrara en la conversación.

Tsunade y Shizune se miraron mutuamente llegando a un acuerdo telepáticamente.

– ¿Y bien? – preguntó Sarutobi mirando expectante a ambas mujeres, quienes voltearon a verle con seriedad.

Las puertas del despacho se abrieron, acaparando la atención de todo el personal, etc. que estaban hablando entre sí. Sarutobi tosió para hacer que empezara a reinar el silencio, lo cual enseguida consiguió sin mucho esfuerzo. Todos los rostros estaban puestos en él, suspiró con tranquilidad.

– Gracias a todos por asistir. Lamento haberles llamado de impromptu, pero realmente deseo hacerles un comunicado urgente y por ello, requería la presencia de todo el personal y de la junta antes de anunciarlo a los alumnos al comienzo del siguiente semestre. – comenzó Sarutobi colocando ambas manos encima de su bastón, irguiéndose, en lo que Tsunade y Shizune se colocaban tras él después de salir del despacho.

– Deseo hacerles saber que, a partir de esta semana, van a haber nuevos cambios. El más importante y notorio, es que dejo el puesto de director de este centro. – anunció él sorprendiendo a la gran mayoría, salvo los que ya lo sospechaban. Danzou cerró los ojos y sonrió con gratitud permaneciendo en silencio. – No se preocupen, que ya hay suplencia para mi cargo.

– ¿Por qué anunciarlo de esta manera, Hiruzen? – preguntó un miembro de la junta de padres, que no era ni más ni menos que el padre de Shikamaru, quien no estaba del todo conforme de que tal cambio no fuera comentado con antelación.

– Entiendo perfectamente esa reacción Sr. Nara, pero si no lo comuniqué es porque carecía de necesidad. Es un cambio que ya se ha hecho, el ministerio está al corriente y lo aprueba, así que no hay problema. – respondió el anciano mirando hacia el pelinegro con tranquilidad, sonriendo para apaciguar cualquier molestia que hubiera podido generar su forma de gestionar este asunto.

– ¿Quién es el nuevo director, Sarutobi? Debemos suponer que es alguien que ya se conozca el centro… – habló Hiashi hablando tras alzar la mano levemente para llamar la atención.

– Desde luego, cuento que gracias a ellas todo irá perfecto. – anunció el mencionado haciendo que después de estas palabras las miradas cayeran en las mujeres detrás de él. – Permítanme presentarles a la nueva directora, Tsunade Senju y la nueva jefa de estudios, Shizune Kato.

Ambas mujeres se inclinaron levemente como introducción ante sus nuevos compañeros de trabajo, escuchando algunos aplausos con gratitud. Tsunade, cambió a una expresión sería para devolver la mirada de resentimiento por parte de Danzou.

– ¿No crees que hubiera sido plausible, discutirlo conmigo antes, Sarutobi? – habló Danzou obviamente ofendido ante el nefasto e inesperado cambio del cargo directivo. Dejando la habitación en silencio.

– ¿Plausible para qué? Cabe recordar que esta institución les pertenece a los Senju desde hace más de dos generaciones. – respondió el director con claridad, sin sorprenderse de la actitud de su supuesto subordinado.

– Aquí, hace años que las cosas funcionan de otra manera… – reiteró Danzou aferrado a su desagrado con la decisión tomada. – ¿Qué opina RRHH?

– Fueron ellos quienes me recomendaron hacer esto… – esa respuesta logró callar al Shimura, quien levantó la cabeza, al quedarse sin opciones. – Visto que hay gente disconforme, ¿Alguien más que esté en desacuerdo? ¿Sr. Hyuga, por ejemplo?

– Si el ministerio y recursos humanos lo cree conveniente, la junta no tiene nada de lo que oponerse. – respondió el hombre de ojos grises, sin ver la mirada de recelo que se ganó por parte de Danzou, esperaba lo contrario, por su parte, su apoyo, como muchas otras veces.

– ¿Profesorado, consejería, limpieza? – intentó de nuevo Hiruzen, nadie habló ni pidió hablar. – Entonces todos de acuerdo, gracias por la atención y colaboración, finalizo aquí la reunión. No hay nada más que decir.

Kakashi suspiró con tranquilidad ante el resultado de la misma, satisfecho con lo sucedido, regresó a su asiento y sacó su novela de vuelta. ¿Tsunade Senju, eh? Claramente, Sarutobi había pensado en la manera de agarrar desprevenido al Shimura, el hombre se lo merecía, por actuar por la espalda en la ausencia del mismo. Mirando por última vez al director, que entraba de vuelta a su despacho, seguido de Danzou, decidiendo recobrar su atención en la lectura.

El Shimura cerró la puerta con prisa, aprovechando que el personal se encontraba distraído para hablar con la futura directora y jefa de estudios, optó por hablar a solas con su superior.

– ¿Necesitas algo, Danzou? Tengo otra junta dentro de poco. – comunicó el anciano sentándose en la silla frente a su escritorio.

– ¿Por qué no se hizo el cambio antes? En las reuniones previas al inicio de curso escolar, se habló de lo que iba a suceder tras tu jubilación y… ¿Haces esto ahora? – habló Shimura con molestia, retractándose al ver que el director le miraba fríamente.

– ¿No tienes otro trabajo al que dedicarle tu atención, subdirector Shimura? No sé por qué tanta queja, por ahora, sigues manteniendo tu puesto. Lamento decirte que el motivo es personal, que la decisión ya está tomada. No hay vuelta de cambio. – dictaminó Sarutobi, sin tapujos, en lo que encendía su pipa para empezar a tragar humo tan campante, recostándose en su lujosa silla, logrando que el pelinegro arrugara la frente.

– Cierra la puerta al salir. – mandó el anciano señalando tras el subdirector, quien no pudo hacer nada más que obedecer en silencio.

Tras salir del despacho, el pelinegro se topó con la Senju a solas, no pudo evitar mirarla con algo de desdén de arriba a abajo.

– Enhorabuena, Sra. Senju. Es un, placer. – habló con fluidez Danzou, intentando no sonar demasiado condescendiente ni molesto con lo sucedido. Tsunade le miró con seriedad, bajando la mirada hasta la mano que el hombre le ofrecía.

– Será mejor que cambie la forma en la que me se dirige. Hiruzen podrá ser un amante del orden y la paz, pero no tengo el coeficiente intelectual que tengo, para saber en dónde hay gente que no me considera bienvenida o en su caso, capacitada para el puesto. – habló la rubia con seriedad y dureza, ignorando el gesto de Danzou, quien terminó por bajar la mano lentamente, sin mostrar incomodidad. – No intentes que nos llevemos bien, Shimura. Solo aumentas la reluctancia que tengo de tolerarte como subordinado, a sabiendas de tus antiguos pasatiempos a espaldas de Sarutobi. Si deseas mantener tu trabajo, te sugiero que te abstengas de repetirlos o te despediré a la mínima acción que hagas sin mi conocimiento o aprobación.

Habiendo dejado las cosas claras, Tsunade dejó que su bolso se deslizara de su antebrazo para agarrarlo con su mano y pasando por el lado de Danzou, dio por terminada su primera conversación entrando al despacho de Hiruzen de vuelta, dejando al subdirector callado en medio de la sala.

Kakashi fingió no haber escuchado esa corta conversación entre esos dos en lo que pasaba una página de su novela tranquilamente. Al parecer, la nueva directora estaba al corriente de las meteduras de pata del subdirector, lo que le confirmaba que, al ser la heredera del centro, sabría de los ciertos hechos que ocurrían dentro del mismo para su gestión.

El sonido de una notificación proveniente de su teléfono lo alertó. Apartando la novela de su rostro, el Hatake tomó el aparato de su mesa de trabajo para toparse con un corto mensaje de Kizashi.

Tenemos que hablar. – Ese corto mensaje le hizo suspirar con cansancio. No le apetecía nada hablar con el Fuji, la verdad. ¿Con cuál cuento le vendría ahora?. Apoyándose al respaldo de su silla, dejó que el libro tapara su rostro y se cruzó de brazos pensativo.

Cuando no hay noticias es una buena señal, lo que significa que lo más probable es que haya pasado algo… – meditó el peli plateado a conciencia de que pocas cosas podían deberse a que Kizashi accediera a ser el primero en entablar conversación, siempre llamaba dentro de su horario laboral, no le enviaba ningún mensaje ni le llamaba a su teléfono personal. Eso implicaba que había tomado el papel con su número en el entierro a regañadientes tras su sutil amenaza de acatar ciertas responsabilidades.

– Vete a dar clase, Kakashi. – habló Hiruzen pasando por su lado tranquilamente con la pipa en sus labios y manos detrás de su espalda, seguido por Tsunade y Shizune. Las acompañaba hasta la salida.

– Uhuh… – respondió tan campante el profesor.

– Ahora, ya vas quince minutos tarde debido a la junta. No quiero verte aquí plantado como un espantapájaros cuando vuelva. – añadió Sarutobi con una sonrisa conocedora avanzando hasta la puerta de la sala con ambas mujeres.

Empezaba a pensar que no tener noticias de Sakura no era buena señal, sobre todo con el padre de la misma, iniciando charla de esa forma. A estas alturas ya no sabía qué pensar, la muchacha podía salirle con cualquier novedad de la nada sin comentarle nada.


Itachi estaba solo en el área de escritorios de la comisaría, sentado frente al suyo, golpeando el extremo de uno de los pendrives que cierta pelirrosa le había facilitado. El otro, estaba conectado en su conector USB de su torre de ordenador.

La Haruno no le había mentido, cuando dijo que lo que se encontraría ahí dentro sería de todo, debió suponer que sería a nivel grotesco y grave. Tener que ver ciertos vídeos y demás, le había causado una mala pasada. Le hubiera gustado una advertencia, pero no le iba a recriminar eso a la muchacha. A fin de cuentas, ese par de capullos habían logrado que él les repudiara con toda su alma, por lo que le hicieron a su hermano.

Mirando un vídeo en el que Sakura era apretada contra el suelo, se fijó como Dosu parecía estar filmando o sacando fotos. La dedicación de ella en conseguir evidencias sin dar sospecha era admirable, aunque la calidad de algún que otro vídeo fuera de poca calidad. ¿Usó ella otro teléfono para conseguir todo esto o algo por el estilo? ¿Qué más sabría?

Pulsando la tecla de la flecha en dirección a la derecha de su teclado, llegó a una fotografía en la que se veía claramente a Kinuta vender contenido sospechoso dentro de una diminuta bolsa de plástico a otro estudiante.

Una sonrisa apareció en su rostro, al descubrir como la siguiente imagen era otra foto en la que se veía claramente la faz de ambos chicos. – Increíble, la pequeña Haruno es… Ella sabe lo que hace.

Ante esa posible oportunidad otorgada por esas dos fotos, el Uchiha decidió no desaprovecharla. Cerrando la carpeta y quitando el pendrive correctamente, cerró el ordenador y se levantó de su lugar de trabajo mientras tomaba su teléfono de su escritorio, desenchufando el cargador de la corriente a la vez.

Escuchó a alguien abrir la puerta y encender la luz de la sala, Deidara. Este entró bostezando con una taza de té en la mano, acababa de despertarse de su "siesta" en la sala de descanso, donde seguramente debían estar también los demás que les tocaba currar.

– Aairsh… Hola, Itachi. – saludó el rubio bostezando, ruidosamente y característicamente, a diferencia del resto. – El sofá de la sala está libre, por si quieres ir a pegarte un sueñecito antes de que sea la hora para que el siguiente turno nos releve. Más le vale a Sasori no llegar tarde otra vez…

– ¿Está Zetsu arriba? – preguntó él empezando a guardar sus pertenencias, quedaban veinte minutos para que su turno de noche terminara, Deidara se giró para dejar el objeto caliente en sus manos encima de su mesa.

– Como siempre… ¿Por qué? Por cierto, ¿Para cuándo tu despedida de…? – respondió el Bakuhatsu girando de vuelta hacia atrás, descubriendo que el Uchiha ya no estaba. ¿Le habría dejado hablando solo? Subiendo media melena en un moño mal hecho detrás de su cabeza, suspiró con cansancio, acostumbrado al comportamiento del pelinegro. De tal palo tal astilla, parecía que todos los Uchihas, aunque solo conociera a tres, eran iguales.– Soltero… En fin.

– Hola, pelo-barbie… – saludó Hidan, entrando junto a Sasori y compañía a la sala, quien les miró reprobatoriamente ante ese apodo. – ¿Mucho trabajo o le dejasteis toda la faena al guaperas de Itachi? Ahora que lo veo, ¿No debería estar ahí?

– ¿Qué tanto le echaste de menos? ¿Hidan? Te recuerdo que está a puntito de casarse… – se burló Sasori caminando altanero hacia su mesa.

– Hoy estamos traviesos, ¿eh? – respondió el oficial con una sonrisa socarrona, se lo iban a pasar bien.

Itachi llamó a la puerta del despacho de Zetsu por tercera vez, hasta que el muchacho con cabello corto tintado de verde le abrió la puerta medio dormido.

– Estoy ocupado, Uchiha. – habló el hacker con actitud borde, sacando simplemente la cabeza por la puerta en lo que miraba al hermano mayor de Sasuke.

– Que yo recuerde regar las plantas de tu despacho es algo de lo que las empleadas de limpieza pueden hacer por su cuenta… – contestó Itachi con firmeza, Zetsu le miró con una mueca. – Necesito un favor, y es urgente. Algo de lo que Obito no debe enterarse ¿Entiendes?

Zetsu miró al pelinegro alzando una ceja escéptico, torciendo hacia arriba una de sus comisuras con cierta curiosidad.

– ¿Si lo hago me repercutirá en algo, Uchiha? Te debo un par, pero si debo meterme en problemas para regresarte el favorcito, no me conviene…

Itachi sacó del bolsillo trasero de su pantalón, el teléfono de Dosu ya reparado y se lo mostró a Zetsu, que lo miró en silencio.

– Cuanto menos preguntes, si de verdad no quieres involucrarte, mejor… Solo necesito información de todos los contactos de este teléfono, mensajes. Todo lo que puedas darme de la persona a quien pertenece, con discreción. Haces eso, y estamos en paz… – explicó el Uchiha con una mirada impasible, observando como su colega tomaba el móvil con curiosidad haciendo una mueca. – Eres libre de causarle problemas al tipo, si te parece bien… , pero eso ya lo decides tú.

– ¿Quién te ha tocado las narices, Uchiha? – bromeó sonriendo con travesura mirando al pelinegro. – ¿Se puede saber qué mierda estás viendo, Shin? Pírate, es algo confidencial.

El muchacho de media melena pintada de color grisácea, la cual se encontraba sujeta en una diminuta y corta coleta en la nuca, apartó en silencio la mirada y siguió caminando sin decir nada. Zetsu suspiró con cansancio y de mala gana ante la presencia de ese inútil, que al igual que otros nuevos reclutas, parecían ser un par enclenque con placa.

– Y después me llaman raro a mí… – pensó el Shokubutsu con molestia, al tipo ese se lo tenías que pedir todo, carecía de iniciativa. ¿En qué estaría pensando Obito y la academia para dejar graduar a ese niñato? – Cuando encuentre algo, te avisaré…

– No lo hagas aquí, Zetsu. – pidió el pelinegro siendo cauteloso, sin quererla jugar. – Es mejor prevenir para evitar contratiempos.

Zetsu asintió y ante esa respuesta, ambos se despidieron. El turno había finalizado, hora de volver a casa. El primero volvió a encerrarse en su despacho y el último se puso en marcha hasta su coche para volver a casa. Estaba cansado y se encontraba con hambre. Tendría que haberles hecho caso a sus compañeros y unírseles a cenar lo que se habían pedido de cena, ahora tendría que esperar a llegar a casa.

En la entrada de su edificio, descubrió a su prometida saliendo de un taxi en solitario, se la veía el doble de cansada de lo normal. Le había avisado que hacer una salida despedida de soltera en plena noche con su embarazo, ya avanzando a la mitad del tercer trimestre, no era lo ideal, pero cuando le puso sus ojitos de cachorrito, la dejó a su aire. Bajando la ventana de su lado, pasó por el lado de la morena y silbó, sonriendo coquetamente mientras alzaba una ceja. Cuando Izumi volteó su rostro para verle, se puso colorada y tímida, no tardó en subirse al asiento del copiloto a pesar de estar justo en frente de su hogar. Quería subir junto a él hasta el apartamento.

– ¿Te lo pasaste bien? – preguntó el Uchiha observando de reojo a su chica bostezar y asentir a la vez con una mano tapando su boca de una forma adorable.

– Misae se ha lucido con la fiesta, de verdad… Se ha tomado el rol de primera dama de honor muy en serio. Sobre todo en la parte de los strippers. – Itachi pasó la punta de su lengua por uno de sus colmillos, intentando aparentar que ese detalle no le había mosqueado un poco, conocía demasiado a Izumi como para afirmar que le estaba provocando a propósito, con éxito. Estaba claro cuando soltó una leve risita. – Aiiish, cielo… No te preocupes, fue más para el resto de chicas que para mí en verdad. ¿Por qué debería maravillarme con esos tipos cuando tengo el hombre más divino para que me haga un striptease solo para mí?

– Hn. – murmuró el pelinegro, divirtiendo todavía más a Izumi. Ya se las cobraría en otro momento. – ¿Qué traes en esa bolsa?

– Gran parte de la comida que sobró para la fiesta, no quise desaprovechar todo ese manjar, la verdad… Tan rico. – comentó ella un tanto risueña, salivando un poco ante la deliciosa comida servida en su despedida de soltera. – No sufras, los compartiré contigo…

Colocando la mano encima de la de Itachi en la palanca de cambio de marcha, le acarició la mano con dulzura, rozando con la yema de sus dedos y sus uñas algo largas, la piel de su grande y masculina mano. Se atrevió a mirar el perfil del pelinegro, concentrado en ese instante en aparcar el coche debidamente, no pudo evitar volver a quedar ensimismada por todo lo que sentía por el hombre a su lado.

Apartando la mano de él cuando este quiso subir la palanca de freno de mano, se mordió suavemente el labio inferior soltando aire por la nariz en lo que Itachi se sacaba en cinturón de seguridad igual que ella, decidió frenar de la nada a su hombre agarrándole de la cara forzándole a que le mirara. No pudo evitar sonrojarse.

No tardó en unir sus labios con los de él hasta el punto de casi quedarse sin aire, para separarse. Observando como una leve marca de su labial había impregnado los de él.

– Deberíais saber, que todo ese ambiente en la fiesta, me ha dejado con ciertas ganas. Enormes ganas, mejor dicho, de acostarme contigo… Así que ahora, tú y yo lo haremos.

– ¿Ahora? – dijo Itachi resoplando de la risa, encantado de la personalidad de su mujer.

– Sip. – respondió ella a secas, deshaciendo la trenza que sujetaba su melena. El Uchiha no pudo evitar alzar las cejas y sonreír con travesura, expresión que le indicaba a Izumi que estaba a bordo del plan.

– ¿Aquí? – preguntó el pelinegro en tono divertido, siempre le apetecía seguir la corriente de la vena espontánea de su prometida.

– Uhuh… – contestó la morena con una leve sonrisa, pestañeando coquetamente.

No sabía qué aspecto tendría ahora mismo la verdad, llevaba horas con maquillaje y al pasar las horas sin ningún retoque, se podría decir que no se vería como le hubiera gustado, a pesar de que Itachi ya la hubiera visto miles de veces sin maquillaje. Habían pasado bastantes semanas desde su última vez y no quería creer que se trataba porque ya no la encontraba atractiva estando embarazada.

– La verdad, cielo… es que me has estado dejando en ascuas desde hace tiempo. Podré estar gestando a nuestro hijo… Pero tu prometida necesita cierta dosis de amor a diario. – viendo como Itachi estaba por hablar, apretando los mofletes de él entre sí, lo acallo. – Sh, calla y bésame.

Fue entonces que el Uchiha, tras una risa al encontrar gracioso el comportamiento impaciente de su mujer, cumplió con el mandato devolviéndole el beso con ansias, hasta que tuvieron que separarse para instalarse en los asientos traseros del coche para tener más espacio con prisas, divirtiéndose a lo largo del acto.


Sasuke dejó que Sakura acomodara mejor su cabeza encima de su hombro, a la vez que él la abrazaba contra él todavía dormida mientras él revisaba los mensajes en su teléfono. Cómo no, había unos cuantos de Naruto, que le pedían hablar, los cuales todavía no se había molestado en abrir, no estaban ni en visto. Los borraba de su historial de notificaciones.

Lo sucedido con Naruto seguía siendo demasiado reciente y lo peor de todo, era recordar la imagen en la que el rubio empujaba a la pelirrosa, otras imágenes en las que Naruto cruzaba el límite físico con toda libertad del mundo con ella, aparecían en su mente.

¿Había sido así con ella mientras él no estaba? Sin querer queriendo, el recuerdo de sus interacciones con Zaku y Dosu referente a Sakura, también regresaban. Naruto no sería tremendo idiota como para llegar tan lejos… ¿O sí? No sabía si seguir confiando en su mejor amigo después de la última vez que habló con él. De eso ya había pasado más de una semana. ¿Hablar con él de qué?. No es que temiera decir de su noviazgo con la Haruno, pero viendo los recientes acontecimientos, su reacción en la fiesta ante la suposición de sus sentimientos hacia ella y negación a ceder a no acercársele… Temía por lo que eso pudiera desencadenar. Se lo diría, pero a solas, sin ella ahí presente.

– ¿Qué haces con el móvil? – murmuró Sakura prácticamente en un susurro volviendo a cerrar los ojos para evitar que la luz le llegara a su vista, el cielo estaba ya esclareciendo pero no demasiado.

– Estaba revisando los mensajes. – respondió él acariciando la parte descubierta de su espalda con su mano, optando por dejar el aparato encima de la mesita de noche.

– ¿Qué hora es? – cuestionó la Haruno moviendo los labios medio dormida, notando algo de saliva por una de las comisuras de sus labios, pero no le hizo demasiado caso. Se sentía demasiado a gusto, acostada parcialmente encima del pelinegro, relajada ante su olor corporal, empezando a sentir como este empezaba a relajarse también soltando un suspiro cansado. No obtuvo respuesta a su pregunta, decidió no repetirla, tampoco es que fuera demasiado importante.

De repente cierto recuerdo se le vino a la mente, solo que la distrajo la mano de Sasuke cuando esta subió su parte de arriba del pijama para meterla y empezar a acariciar su zona lumbar, logrando erizarle la piel ante el primer roce de dedos, aunque eso, en vez de relajarla, tenía un efecto contrario en ella. Levantando la cabeza para mirarle, pudo ver como él no se daba cuenta de que la estaba encendiendo de cierta forma, sino que se encontraba con la cabeza acostada, con los ojos cerrados.

Alzó su mirada hasta su cuello, maravillándose de sus hermosas facciones varoniles de su mentón y demás, que lograban causar estragos mentales en ella, hasta el punto de querer fusionar su cara con cualquier cosa al no poder resistirse al encanto.

– Sasuke… – dijo ella manteniendo su mirada en él mentiras se incorporaba un poco aunque sin apartarse.

– ¿Hn? – contestó el Uchiha frenando sus caricias, abriendo los ojos para mirarla, sintiendo como la pelirrosa empezaba a acariciar sus abdominales por encima de su camiseta, haciendo círculos con los dedos de la mano que antes descansaba a su alrededor.

– ¿Recuerdas lo que te dije saliendo de la biblioteca el último día de clases? – varios segundos pasaron hasta que Sasuke finalmente pareció entender lo que quería decir, mirándola algo más despierto, ante eso soltó una corta risa debido a su reacción. – Me apetece bastante, ¿sabes?

Con ayuda de sus manos y piernas se enfiló un poco más para quedar encima de él y así rápidamente plantar un beso corto en los labios del Uchiha que fue correspondido, acariciando su cabello con ambas manos. Las manos de Sasuke subieron por sus muslos hasta quedar en sus nalgas, adentrando sus dedos por debajo de sus shorts afelpados de color blanco.

Mordiéndose los labios ante las traviesas caricias del pelinegro, la pelirrosa se acomodó su larga melena para después volver a unir sus labios en un demandante e intenso beso que avivó la llama del ambiente para ambos. Sasuke, sin poder dejar las manos quietas, subió el extremo inferior de los shorts que Sakura llevaba, logrando sacarle un jadeo cuando, con su mano libre, empezó a rozar su vulva con dos de sus dedos.

Empezó otra cadena de besos, Sakura incorporó un poco su pelvis gimiendo tras sentir los dedos de su chico, acariciar su entrada con un poco más de soltura a pesar de la posición en la que estaban, dejando que él tomara las riendas del beso jugando con su lengua.

De la nada, Sasuke hizo que el cuerpo de la Haruno rodara hacia un lado para poder quedar él arriba, gesto que no le pareció importar a la misma, ya que simplemente volvió a ser besada con ímpetu. Librándose de la sábana que los cubría, Sasuke se apartó y empezó a quitarse la camisa ante la sugerente y traviesa mirada de su novia, quien paseaba su vista por su trabajado torso, tirando la prenda hacia la cesta de la ropa sucia para enseguida subir el extremo de la camisa que llevaba la Haruno para dejar sus pechos al descubierto. Plantando en medio de estos un beso, el Uchiha seguidamente se precipitó a acariciarlos y amasarlos con cariño.

– … ¿No te parecen pequeños? – preguntó Sakura acariciando la cabeza de Sasuke, mirando como este besaba la zona con cuidado. – ¡Ah!...

– Tonterías. – respondió el Uchiha acostándose mejor encima de su novia para empezar a lamer uno de sus pezones provocativamente. – Son divinos así tal cual…

Asombrada aunque no menos satisfecha, Sakura no dijo nada más, mordiéndose el labio inferior al sentir como el chico encima de ella se entretenía jugando con sus pechos, tumbando la cabeza hacia un lado cuando Sasuke cambió al otro pezón para lamerlo un poco y enseguida meterlo en su boca para chupar mientras apretaba el otro entre sus dedos como si nada.

– Se siente genial…, Sasuke. – suspiró la ojiverde dejando caer sus manos al lado de su cabeza para que el pelinegro siguiera con la labor. Gimiendo con lujuria cada vez que succionaba cualquier zona con libertad.

Lejos de estar satisfecho, separando la boca del pezón de su chica, Sasuke se acostó un poco de lado a la vez que empezaba a bajar la mano de vuelta hasta la entrepierna de la pelirrosa, metiendo la mano por debajo de la parte de abajo de su pijama volviendo a acariciar la misma zona de antes, sintiendo lo húmeda que estaba en comparación a antes.

– Ah… ¡Ahmn!, ¡Sasuke! Por favor… – suplicó Sakura cuando el pelinegro acariciaba la zona con delicadeza a la vez que chupaba de nuevo el otro pezón con fuerza, abriendo y doblando las piernas para darle más acceso, invitación que Sasuke aprovechó para comenzar a rozar con dos dedos dentro de los labios de la vulva.

Cuando liberó su pecho, fue el momento en el que el Uchiha aprovechó para poner esos mismos dedos dentro de su cavidad.

– ¡Ah!, ¡Mhn! … – musitó Sakura cerrando los ojos, gozando de las sensaciones que le provocaba con sus dedos ahí abajo, empezaba a ver lo que a ella le gustaba debajo de las sábanas, sintiendo su entrepierna cada vez más empapada.

Sasuke, en cambio, parecía concentrado en el cuerpo de la pelirrosa de nuevo, plantando besos candentes por el abdomen, bajando cada vez más. Apartó sus dedos lentamente, descansando sus manos en los muslos de Sakura en una caricia, mirando como ella insatisfecha parecía querer empezar a tocarse ella sola cuando el placer fue interrumpido.

Verla darse placer así misma, era una visión que se le quedaría grabada en su mente de por vida.

En silencio, el moreno tomó el extremo inferior de los shorts de Sakura y comenzó a tirar para abajo con algo de ayuda, terminando por dejar que estos cayeran donde fuera lejos de él. Subiendo sus perfectos muslos con cariño, dejando la entrepierna de la ojiverde totalmente expuesta, el Uchiha volvió a sentir la necesidad de continuar lo que no pudo ser en la biblioteca.

– ¡S-sasuke! Ah, Ahh~ – gimió la Haruno al sentir por primera vez la lengua caliente del pelinegro, lamer su entrepierna, colocando la mano en la melena negra, bajando su vista para encontrarse al susodicho mirándola con la mirada cegada de placer sin tardar en dar otro lametón que la hizo empezar a temblar.

Eso era nuevo, nunca le habían hecho algo así hasta la fecha y lo que provocaba el mero roce constante de la lengua de su novio por ahí abajo era fascinante. Quería más. Una cosa era imaginarlo, otra era experimentarlo.

Tuvo que apretar las sábanas con sus manos al sentir como él subía la lengua hasta rozar su clítoris lentamente, para quedarse ahí y jugar con él.

– Su piel, toda ella está ardiendo… – pensó Sasuke sin detenerse, si no lo contrario, al sentir como que la Haruno parecía disfrutarlo, cerró los ojos y se concentró en la labor, sintiendo su entrepierna, despertarse cada vez más escuchando los gemidos de su novia.

– oh, ¡Dios mío!, mhhmhhh… – Jadeó Sakura volviendo a dejar que una de sus manos se metiera entre la cabellera despeinada del Uchiha cuando le escuchó empezar a succionar con interés, para acariciarlo con amor. – Se siente fantástico… A este ritmo voy a…

Sin poder evitarlo, sintió como su cuerpo empezó a temblar a la vez que empezaba a hiperventilar, apartando de vuelta la mano que mantenía en la cabeza de su novio para empujarlo para atrás por su hombro suavemente. Fue entonces que, en un último jadeo, gimió algo alto, sintiendo como sus partes eyaculaban, mojando las sábanas.

La mirada amatista de Sasuke la miraba con interés, haciéndola sacar su lado tímido, que no salía desde hace bastante. Sin embargo, esa timidez fue opacada deprisa por una de lujuria, cuando su vista bajó al notorio bulto en la entrepierna, que no pasaba desapercibido, de Sasuke, quien se encontraba de cuatro patas encima del colchón, de ella.

Incorporándose de su postura, Sakura se animó a plantar un ansioso aunque corto beso en los labios de Sasuke con ganas. Tuvo que incorporarse de rodillas momentáneamente cuando decidió acompañar al moreno con la labor de deshacerse de sus pantalones de pijama. Dejándole sentado encima de la cama con la prenda colgando del borde de la misma, caminó en cuatro hasta enfilarse encima de esos trabajados muslos cubiertos de una tenue capa de vello corporal, acariciando el prominente erecto miembro del pelinegro. Guio la punta hasta su entrada y no tardó en deslizarse hacia abajo, gimiendo en el acto, escuchando como soltaba un bufido de placer al sentir la unión de sus cuerpos y sin pensarlo dos veces, empezar a mover su pelvis contra la de Sasuke.

Suspirando placenteramente con los ojos entrecerrados, la Haruno subió las manos y las juntó detrás del cuello del Uchiha, el cual habiendo apoyado las suyas contra la cama, algo inclinado hacia atrás, moviendo un poco la entrepierna también soltaba cada dos por tres algún gemido ante cada roce de sus partes.

Incrementando la velocidad de su vaivén de cadera, Sakura se mordió el labio inferior al ver como la vista de Sasuke se colocaba en su boca, lo que le hizo invitarse a empezar otra tanda de besos que solo eran interrumpidos por algún que otro jadeo por parte de ambos.

Sasuke volvió a poner su espalda recta para así rodear con sus brazos, la espalda de la Haruno, acariciándola para animarla a no frenar sus movimientos, intensificando el beso que ella empezó, inclinando su cabeza hacia un lado en el que ella no pudo evitar gemir de todas.

– Túmbate, ¡Ahnm~!... hmm~ – pidió Sakura a pesar de estar directamente empujando el torso de Sasuke hacia atrás. Cuando la espalda de este tocó el colchón, quedando a la inversa, con los pies aplastando sus almohadas, se acomodó mejor y comenzó a moverse de nuevo apoyando sus manos en las abdominales del pelinegro, creando un ritmo acelerado que parecía gustarles a los dos.

– ¡Hnm! – pronunció el Uchiha jadeante, agarrando a la pelirrosa de la cintura momentáneamente, en lo que subía sus manos hasta la delantera de la misma, para apretarla con ellas, dejándose guiar por lo que sus pensamientos le suplicaban, cejados de placer notando como pronto iba a venirse, cuando de la nada, su novia empezó a frenar su vaivén escuchándola gemir de nuevo hasta que sintió como su entrepierna era empapada por el squirt de la Haruno gozando del orgasmo sin dejar de moverse del todo, prolongando la sensación.

– Oh, joder… , mierda ¡Ah! ¡Sakura! – gimió el pelinegro cuando la susodicha volvió a acelerar las embestidas de su cadera contra la de él, entrelazando sus manos con las de él contra el colchón, sacándole una sonrisa traviesa mientras se inclinaba hacia adelante para besarlo una vez más, hasta que por fin no aguantó más y terminó liberando todo su semen dentro de ella.

Respirando con la boca abierta, la pelirrosa dejó caer todo el peso de su cuerpo encima del pelinegro, intentando recobrar el aliento junto al chico debajo de ella. Cerró los ojos cuando notó a Sasuke apartar una de sus manos para acariciar su espalda con la yema de sus dedos, hasta que por fin levantó la cabeza para unir sus labios una vez más, rodando hacia un costado, quedando en la postura inicial.

A la ojiverde se le escapó una risa cuando vio como Sasuke parecía no haber tenido suficiente, volviendo a intentar ponerse encima de ella.

Mientras tanto, afuera de la habitación, tanto Itachi como Izumi se habían quedado sin palabras ante lo que lograron escuchar proveniente de la habitación de Sasuke, quienes recién acababan de llegar a casa. Sin saber qué decir ni cómo reaccionar, tras escuchar cómo la pareja dentro del cuarto parecía seguir a lo suyo, la Sairenji terminó por tomar de la mano de su novio y llevarlo hasta su habitación, al pobre parecía que sus pupilas habían desaparecido, manteniendo una expresión extraña y tiesa en su cara.


Hinata cerró los ojos con aburrimiento para disimular que la conversación que la mujer intentaba mantener con ella y Toneri, le importaba bien poco, aprovechando la acción para voltear su vista hacia la ventana, opacada parcialmente por todos los ramos que abundaban en su cuarto de hospital de zona VIP.

No había venido nadie desde que despertó. Solo su hermana casi cada día, Neji, quien acompañaba a la primera. Su padre, contadas veces, seguramente por temas de trabajo. Los demás, tal vez ni se hubieran enterado de lo de su accidente, aunque si fuera lo contrario, quién sabe si habría cambiado nada… Con lo de la fiesta. Toda esa parafernalia de ramos de diferentes tamaños, eran obra de los trabajadores y empresas afiliados a su padre. Es decir, de gente que ni siquiera había visto ni quería conocer. Lo desternillante es que no había variedad de tipo, todas eran rosas. Parecía la habitación, el intro de una telenovela, el olor la estaba agotando, pero a su padre le gustó el detalle, por lo que ahí se quedarían, muy a su pesar.

¿No podría venir una enfermera y sedarme para eliminar la tortura que es aguantar a estos dos? Par de insufribles… – pensó la Hyuga con molestia sin siquiera escuchar la conversación que Kaguya y Toneri mantenían entre sí. Estaba ya suficientemente entretenida, tolerando el dolor de todo su cuerpo debido al accidente, además de lo sucedido en la fiesta como para abalanzarse en temas benéficos que solo servían para fabricar facetas falsas frente al público, lo sabía bien.

Fue en eso que entró Neji junto a Hanabi a la habitación, momento perfecto para que Kaguya entendiera que ella y Toneri debían despedirse. Algo que la hizo suspirar internamente de alivio.

– Buenas tardes, Srta. Hinata. Vendremos mañana. – dijo Kaguya con una sonrisa. La Hyuga solo asintió con la misma expresión, aunque por dentro fuera falsa. Sin mirar a Toneri ni una vez, algo de lo que el albino se dio cuenta, volvió a apartar la mirada tras su corto e insípido –Adiós– hacia ambos. Toneri pareció mosquearse por esa actitud, pero no se atrevió a decir nada delante de la Otsutsuki que la acompañaba.

– Toma. – dijo Neji dejando un ramo de rosas encima de la mesa auxiliar, no demasiado cerca de ella, evitando que ella lo viera más de cerca. – De las chicas, Tenten me lo ha dado.

– ¿Por qué no subió con vosotros? – quiso saber ella mirando a su primo con curiosidad, Neji la miró fijamente y tras cruzar los brazos, permaneció callado unos cuantos segundos.

– Ya tenía otros planes. – comentó el Hyuga con burla, personalmente le parecía divertido ver con qué facilidad, ella esperaba que, a pesar de su paripé y numerito tóxico en la fiesta de Kiba, todo fuera como siempre. No era un borrón y cuenta nueva. Tenten podría implicarse un tanto más que el resto, pero de no ser porque él le hubiera contado lo que le sucedió a Hinata, dudaba que su padre y o Hanabi se hubieran puesto en contacto, para decirles lo más pronto posible a los demás. Hanabi apenas interactuaba con las chicas, con su ocupado horario de extracurriculares, además de no ser de la misma edad, y Hiashi, él estaba siempre metido en asuntos de trabajo, salvo cuando era realmente necesario.

Hinata observó detenidamente el obsequio que le había traído su primo, evidentemente… El detalle parecía haber sido hecho personalmente en la floristería de la madre de Ino. No pudo evitar sentirse agradecida y feliz por el ramo, en comparación al resto.

¿Me habrán escrito algo vía mensaje? – dijo mentalmente la pelinegra, desgraciadamente su teléfono se había roto durante el accidente, ¿Cómo podría saberlo?.

– Hanabi, te recuerdo que en veinte minutos debes partir a tus clases de equitación. – le recordó el Hyuga a su prima menor, quien asintió en silencio. – Ahora vuelvo, debo hacer una llamada.

La visita de su hermana pasó rápido, ya que enseguida tuvo que despedirse para ponerse en camino a sus quehaceres veraniegos. Se equivocó al pensar que Neji también se había marchado, al verle ingresar de nuevo a su cuarto con una bolsa que parecía contener algo para picar para él.

Se sentó en una de las butacas, frente a la mesa auxiliar que contenía el ramo, para libremente tomar la tarjeta sujetada entre varias flores de diferentes clases y leerla en silencio.

– Mejórate pronto, de Sakura. – pronunció seguidamente haciendo que Hinata volteara la cabeza rápidamente, cerrando los ojos y realizando una mueca de dolor ante el brusco movimiento. – Tiene buen gusto a la hora de elegir, no crees… A diferencia de los otros, es un ramo trabajado.

– ¿No dijiste que fue Tenten quien te lo dio? – preguntó Hinata con suavidad, aunque con cierto grado de exasperación. Evidentemente, no le había gustado saber de quién provenía.

– Sí, pero cómo iba a saber yo si ella lo compró o de dónde viene, eso no me incumbe… – respondió tajante el moreno tirando el papel encima de la mesa como si nada. Los ojos grises de la Hyuga reflejaban desagrado hacia el objeto tras saber quién era quien se lo había dado.

– Tíralo. – ordenó Hinata con molestia. Neji alzó una ceja ante ese comportamiento, pero después cerró los ojos.

– Hazlo tú, te rompiste una pierna y un brazo, tienes un par. No estoy aquí para ser tu esclavo ni sirviente. – vaciló Neji, ganándose una mirada ofuscada por parte de Hinata, que le hizo sonreír.

– Realmente eres de lo peor, Hinata. Te recuerdo que, lo que te dijo en casa de Kiba fue la verdad y te lo ganaste. – añadió él en lo que escuchaba a la pelinegra, suspirar con hastío, viendo como pulsaba el botón del timbre para llamar a una enfermera y así echarle de su habitación. – Me pregunto cómo reaccionará tu padre cuando le diga lo que intentabas hacerle a Sakura aquel día…

La habitación quedó en silencio justo después de que Neji terminara de soltar de golpe esas palabras. Hinata no hizo más que apretar con firmeza el borde de su sábana azul de su cama.

– ¿Pensabas que nadie se iba a dar cuenta? – cuestionó Neji controlando su enfado sin apartar la mirada de su prima. – Sí, Hinata. A fin de cuentas, tu padre me pidió que cuidara de ti y que no hicieras nada que no deberías… Lo que indica que confía más en mí, que en su propia hija.

– Lo que sea que crees que viste en el paso de peatones, fueron imaginaciones tuyas. – contestó Hinata deliberadamente, confundiendo a Neji. – No sé de lo que me hablas…

Este último alzó una ceja escéptico, observando como Hinata intentaba parecer convincente. Con curiosidad sobre el tema de conversación, espero que ella intentara elaborar alguna otra excusa. Pareció funcionar porque dicha expresión pareció molestarla.

– Ni la toqué, quise apartarla por un segundo. Ella estaba en frente de mí y es más, es culpa de ella que esté aquí ahora mismo… ¡De no haberse apartado de dónde estaba, la que estaría aquí no sería yo! – manifestó Hinata, arrepintiéndose segundos después de lo que acababa de admitir.

– ¿De qué estás hablando? Estoy reclamando tu actitud en cuanto a lo que le dijiste a Sakura en la fiesta, en como la trataste. – dijo Neji, algo contrariado ante esas excusas ¿A qué se refería? No tenía un buen presentimiento. Esa sensación empeoró al ver la faceta que su prima siempre hacía cuando se la acorralaba haciendo algo indebido. – ¿Qué quieres decir con esto, Hinata?

– Nada, no quise decir nada. Lárgate, Neji. Quiero descansar. – ordenó otra vez Hinata intentando mantener las apariencias. Lo que aumentó las sospechas que tenía su primo en cuanto a lo dicho, este no pudo evitar molestarse.

– Te lo dije ya antes, ¿Recuerdas? – soltó Neji tomando el ramo de la mesa auxiliar y tirándolo al regazo de la pelinegra junto a la tarjeta que iba a juego con el papel que sujetaba las flores. – Yo también sé mentir.

Viendo las flores más de cerca, Hinata comprobó que lo que había jurado ver como el logotipo de la floristería Yamanaka, no era nada más ni nada menos que una con uno similar de otra casa afiliada con la empresa Otsutsuki. Lo que implicaba que esas flores no venían de las chicas, ni de Sakura.

Abrió la tarjeta donde comprobó que las flores habían sido enviadas por Toneri. Neji seguramente habría parado el repartidor con quien sabe qué fin.

– Mereces quedarte sola, Hinata. – admitió bruscamente Neji mirando a la pelinegra con desprecio ante ese comportamiento. No daba creces en lo que creía haber escuchado, esperaba que no fuera ni se tratara de lo que pensaba. – Ya no pienso cuidarte las espaldas, arréglatelas tú sola.

Los ojos de Hinata temblaban, al igual que sus labios, ante semejantes palabras.

– Antes de irme, prefiero decirte que las cartas que escribió Uzumaki pensando que provenían de Sakura, esas que perdiste a pesar de resguardarlas con tu vida… – comentó el castaño con honestidad a pesar de estar serio. No mostraba arrepentimiento, era una forma de dar justicia para Sakura. – Las quemé. Oh, y antes de que lo olvide… Me sorprende que no hayas aprendido de tus errores. ¿Cómo crees que reaccionaría Uzumaki si le contara lo que le dijiste a Sakura en la fiesta y eso último que acabas de insinuar? Es algo interesante en lo que reflexionar en lo que pasas el resto de verano en solitario ¿No crees? Aunque en realidad, no es como si lo que hizo él durante la fiesta fuera más tolerable… Haríais buena pareja, ambos igual de perdedores.

Hinata no hizo más que apretar aún más su agarre de la sábana, a la vez que apretaba más los labios con decepción y amargura por lo ocurrido, molesta con los insultos hacia Naruto injustificadamente. Aunque esta vez, se sentía incapaz de llorar. No se le formaban lágrimas.

– Supongo que nos veremos por casa cuando salgas del hospital, dentro de quien sabe cuantas semanas… Estarás en buenas manos bajo la atención de Toneri y compañía. – terminó el Hyuga para finalmente deslizar la puerta y marcharse de la habitación, dejando a su prima con una expresión afligida. – No parecen quitarte el ojo de encima…

Cerrando la puerta, finalmente, desde dentro de la habitación, el sonido de algo chocar contra la puerta no tardó en sonar. Si sus sospechas eran ciertas, aunque no tuviera intenciones de volver a entrar para ver si todo estaba bien, era que el ramo de Toneri se había vuelto proyectil.

Avisando vía mensaje al chófer que lo esperara afuera en la entrada del hospital, Neji suspiró con presión ante el recuerdo de que el Uchiha le hubiera dicho sus cuatro palabras en cuanto a la pelirrosa, evitando responderle la pregunta que se le hizo.

Buena jugada, Uchiha… – reflexionó con cierto grado de diversión el moreno en lo que bajaba por el ascensor sin nadie más dentro. – Esto duele más de lo que me había imaginado… Mierda.

– Esto…. No fue un simple encaprichamiento… – añadió Neji soportando esa sensación desagradable. – Joder…


Ya entrada la tarde, Sasuke yacía sentado en la silla frente a su escritorio realizando algunos cuantos ejercicios de los deberes de verano que le faltaba poco para terminar. Hacía horas que Sakura se había ido, tenía planes con la Yamakahana o como se llamase la rubia que hacía llamarse su mejor amiga y las demás.

Hizo una mueca al recordar la expresión de superioridad que le dedicó la chica en lo que abrazaba a su novia como queriendo decirle –Está conmigo ahora, ajo y agua–. Ya la imaginaba con un par de cuernos de demonio. Lo peor de todo es que les había cortado el rollo. Ahora que podían estar a solas durante días, ¿seguían interrumpiéndoles? Esto era el colmo.

Lo menos gracioso de todo, fue darse cuenta de que se le había pasado la hora y que no se acordó de que Itachi iba a volver pronto en la mañana. No contaba con que regresaría junto a Izumi. Encontrarse con la sonrisa de burla por parte de su hermano en la cocina al salir de su cuarto, seguramente sin haber podido descansar nada desde su llegada tomando un café, fue suficiente como para saber que evidentemente habían escuchado de más innecesariamente.

"– ¿Se divirtieron, hermanito? – saludó el mayor moviendo circularmente su taza para mezclar el contenido sin ayuda de su cuchara. En ese instante, Sasuke agradeció que su novia hubiera permanecido en su habitación en vez de salir junto a él.

Hn… – musitó disimulando su fastidio sobre su situación actual, sabiendo que de forma u otra, tarde o temprano iban a empezar las burlas.

Ignorando esa sonrisa burlona que era casi idéntica a la de Shisui, más de alguna vez, caminó hasta la cafetera de la cocina y se sirvió una taza él mismo, a pesar de que sus orejas denotaban un notorio sonrojo.

¿Algo que desees comentarme, Sasuke? – propuso el de la coleta sin borrar su expresión en absoluto, aunque dignandose a ocultarla con la taza frente a su boca. – No hace falta que me digas quién estaba contigo, nos lo has dejado claro…

Itachi no hizo más que ensanchar su expresión, apoyado en la encimera de la isla de la cocina, cuando su hermano menor suspiró y volteó a mirarle con molestia.

Sakura es mi novia… – explicó el menor con cierto grado de timidez, mirando a su hermano con molestia por atreverse a molestarlo como pasatiempo.

Vale, vale… Tranquilo ¿Eh? No tengo intenciones de robártela, solo preguntaba. – aclaró con burla al ver la seriedad de Sasuke que no dejaba de ser nerviosismo y bochorno, verle así era casi igual de entretenido que verle ensimismado y encantado con la Haruno sin que se diera cuenta.

No es como si tuvieras la oportunidad, hermano mayor. – respondió con seguridad, arrogante, lo que le hizo abrir la boca de sorpresa ante esa respuesta mirando como Sasuke le sonreía altanero. Dejándolo como un anciano.

¿Me estás llamando viejo, querido otouto? ¿O feo? – musitó con falsa molestia Itachi ante ese atrevimiento por parte del mencionado.

Si la gente te ve como un genio, serás capaz de descubrirlo por tu cuenta… Me voy a la cama. – informó Sasuke con una sonrisa de suficiencia tras dar el último sorbo de café, el cual se lo tomó bien caliente a pesar del calor, le estaba regresando el favor después de constantes burlas junto a Shisui y a veces hasta con sus amigos del trabajo. – No te preocupes, intentaremos no hacer demasiado ruido.

Itachi no hizo más que agrandar su cara de indignación ante esa prepotencia por parte de su hermano, a pesar de encontrarlo en parte gracioso. "

Suspirando con aburrimiento, soltó el lápiz de su mano y giró la silla para levantarse con pesadez.

Es hora de afrontarlo… – reflexionó el Uchiha observando las nubes que tapaban el sol del cielo, estaba parcialmente nublado, pero seguía haciendo demasiada calor.

Kage levantó la cabeza de entre sus patas todavía recostada en su cama a la esquina de la habitación, curiosa por lo que su amo hacía. No tardó en incorporarse y dirigirse hacia el pelinegro, quien no dudó en acariciar su cabeza con cariño, ganando varios lametones en su mano.

Sacó su teléfono, para descubrir otro mensaje de Naruto, el cual miró con frialdad más que indiferencia. Su comportamiento no era nada nuevo, como siempre.

Quiero hablar, Bastardo. Deja de ignorarme y da la cara. – decía el mensaje, el único que le había mandado recientemente. A esta hora el idiota de su mejor amigo estaría en su último periodo de clases de verano en el instituto, quedar con él vendría de paso.

No soy yo el que tiene que dar la cara, imbécil. Te espero en la cancha de baloncesto de detrás del campus. – zanjó el pelinegro con decisión, dejando la pantalla negra de su móvil tras verificar que el mensaje hubiera sido enviado correctamente y lo guardó en el bolsillo de su pantalón deportivo. Le apetecía meter algunas canastas.

Hora y cuarto había pasado desde que llegó al lugar que le comentó al rubio, tiempo que pasó jugando a baloncesto en solitario. Botando la pelota de mano a mano contra el suelo, saltó y la encestó en la canasta de una, acercándose lentamente hacia la pelota que botaba hacia un lado para volver a hacerla chocar contra el suelo con una mano, guiándola hacia él.

Se había dado cuenta de que ya no se encontraba solo, había visto la notoria cabellera rubia de Naruto aparecer por el rabillo del ojo. Haciendo la pelota girar encima de su dedo índice con maestría, guardó silencio a la espera de que fuera el Uzumaki el que iniciara la conversación, pero nada.

– No vine aquí a verte permanecer callado, Naruto. Aun así, te sugiero que seas prudente con la manera en la que decidas abrir la boca. – avisó el Uchiha parando los movimientos de la pelota, descansando la misma en el lateral de su cuerpo, entre su brazo y torso.

– En la fiesta de Kiba, te pedí… – empezó Naruto sin siquiera mirarle a los ojos, haciendo que Sasuke arrugara la frente. Había empezado mal.

– Que yo recuerde, amenazar y pedir no significan lo mismo… – interrumpió de mal humor Sasuke. Ese fue el momento en el que Naruto decidió mirarle finalmente a la cara. – Aunque la verdad, me da absolutamente igual. De todas maneras… ¿Qué te hace pensar que te haría caso?

– Te ama, imbécil. Si tienes novia, no quiero que juegues con ella. – respondió Naruto tajante, recordando los hechos de la fiesta de nuevo.

– ¿Qué te hace pensar que jugaría con ella? Se supone que me conoces… – dijo Sasuke sin demostrar que esas palabras le ofendían demasiado, más por el hecho de que quien las decía era Naruto. Su mejor amigo. Entendía el punto de vista del rubio, pero eso no cambiaba nada.

– Tú estás… – volvió a hablar el Uzumaki, pero rápidamente volvió a ser interrumpido. Un trueno sonó a lo lejos y una ventisca movió las hojas de los árboles que rodeaban la zona.

– ¿No te arrepientes, me equivoco? De lo contrario, lo primero que hubieras hecho no sería venir con excusas… – habló de vuelta con firmeza, convencido en sus palabras, recordando otros momentos en los que el rubio mostraba comportamientos similares. – ¿Debo recordarte que fuiste violento con ella? ¿De cómo la empujaste?... La imagen no desaparece de mi mente… ¿Qué harías tú conmigo si estuvieras en mi lugar? ¿Molerme a golpes? Quizás peor...

– Siéntete agradecido de que solo te rompiera la nariz, me costó lo suyo contenerme. – añadió el Uchiha tras resoplar de la risa, logrando incomodar a su supuesto mejor amigo, quien permanecía callado, escuchándole atentamente, avergonzado y sintiendo grima de sus propias acciones puntuales en esa escena en particular. Tomando aire decidió volver a hablar tras unos instantes en silencio mutuo, en lo que un grupo de chicos corrían juntos por la calle riendo por la calle. – No me duele haberte destrozado la cara, dobe… Ni tampoco de lo que te dije en la fiesta de Kiba, porque es la verdad.

– ¿Por qué iba a creerte, Sasuke? Me sales con esas de la nada, sabiendo que llevo desde hace tiempo colgado por ella. No pienso tolerar que… – dijo Naruto con enfado, sin dar brazo a torcer.

– Heh, por favor… – comentó el pelinegro negando la cabeza sin sorprenderse de la actitud del ojiazul.

– ¡Deja de interrumpirme! – se quejó Naruto bien alto arrugando la frente, gesto que imitó Sasuke sin remordimientos.

– La quiero, imbécil. Estoy enamorado de Sakura. – confesó el pelinegro acallando al Uzumaki, quien no pudo evitar quedarse anonadado sin saber qué decir, solo pudo atreverse a negar con la cabeza repetidas veces. – Tardé en darme cuenta, nada más.

– Estás bromeando, ¿no? Esta es la mayor estupidez que te he escuchado decirme, Sasuke. No me lo trago, no. No tiene sentido que de la nada, admitas esto… ¿Por qué ahora? ¿Por qué Sakura?... ¿Debo entonces entender, que has estado mintiéndome?.

– Que la envidia y los celos te priven de confiar en lo que se te dice, es tu maldito y jodido problema. No debo demostrarte nada. – respondió Sasuke cambiando el apoyo de una pierna a la otra sin modificar en absoluto su expresión sería la cual mantenía directa hacia el rubio.

"Sakura, hace pocos días me dijo… Que sigue enamorada de ti"

"Mantén las distancias con Sakura…

No quiero verte jugar con ella"

– Entonces… ¿Volvimos a lo de antes? Rivales. – asimiló Naruto tragando saliva con dificultad, molesto por la conversación. Deseaba no haberse presentado. – Esta vez, competimos por Sakura…

– Ella no es un trofeo, estúpido. Mucho menos sus sentimientos. – zanjó el Uchiha, cansado de tener que echar en cara esa clase de comentarios referente a la Haruno. Primero el Hyuga, con su "conquista" y ahora este con la carrera imaginaria de amor, que ya había perdido sin siquiera participar.

– No pienso echarme atrás, Sasuke… Ya me conoces. – finalizó el rubio convincente, girándose para ponerse en marcha hasta su bolsa tirada en el suelo encima del banco de la cancha, hartando en sobremanera al pelinegro.

– Me he estado acostando con ella… – Bien, esto sí, era algo de lo que se arrepentía de haber dicho premeditadamente. Pese a que el rubio estaba agotando su paciencia y ganas de mantener la conversación, eso no lo dejaba bien parado. Sobre todo porque le hacía ver como un hipócrita, aunque estuviera siendo honesto, liberándose de un peso en la espalda del cual no le carcomía la culpa. No estaba orgulloso, pero al fin lo había dicho, ya que necesitaba regresarle el honor a la pelirrosa de alguna manera, fuera este el peor método posible. Observó como Naruto se había quedado rígido como una piedra, de espaldas a él, en silencio. Quién sabe qué expresión tendría en ese instante. – Así que no, Naruto… No somos rivales. Nunca lo seremos en cuanto a Sakura. Quita esa absurda idea, de tu cabeza.

Del cielo empezaron a caer gotas de lluvia, cada vez más rápido, en lo que otros dos truenos seguidos sonaban esta vez más de cerca.

El pelinegro no se inmutó cuando Naruto se volteó de golpe para mirarle con una mirada indescifrable, que reflejaba un cúmulo de emociones apretadas dentro de una pequeña caja que parecía estar a punto de reventar. Sin darle oportunidad de musitar nada, con su pelota de baloncesto en el mismo sitio, avanzó a paso rápido al banquillo para recoger del suelo su bolsa y del banco, su sudadera algo empapada, la cual se vistió despreocupadamente para finalmente emprender marcha de vuelta a su casa, aunque se paró en seco tras unos cinco pasos.

– Oh, y… ¿Naruto? Vigila en cómo te diriges a mi novia o me olvidaré que eres mi mejor amigo. De verdad.

Habiendo dicho lo que quería, sin mirarlo, apenas girando levemente la cabeza hacia él, volvió a andar sin importarle lo que pudiera responderle a partir de ahí.

Naruto no le vio irse, se quedó ahí parado bajo la lluvia con la última noticia que el Uchiha acababa de darle. ¿Debía creer eso también? Seguía sin estar convencido de todo lo que este le acababa de decir. Sí, dijo lo de ser, volver a ser rivales, fue para ver hasta qué punto Sasuke podría seguir con la farsa teniendo, presuntamente, novia. Aun así, lo que acababa de escuchar… Sumando lo que había estado observando. ¿Quería decir que…?

No se atrevía a creerlo ni mucho menos a imaginárselo y se encargaría de que Sakura se diera cuenta de lo que Sasuke había dicho sobre ella, de la clase de persona que era.

Rechinando los dientes a la vez que apretaba los puños con fuerza, se olvidó completamente de que vino con intenciones de intentar pasar página con Sasuke con lo ocurrido de la fiesta, con la esperanza de que surgiera la oportunidad de que este le hiciera saber a la pelirrosa que se sentía mal por lo ocurrido. Tomó su mochila de malas formas, cerró la puerta de la cancha de mal humor con una patada y comenzó a marcharse con destino a su hogar.

– Ya sé que no somos rivales, imbécil… – dijo en voz baja el Uzumaki con enfado.


Kizashi suspiró con molestia sentado en una cafetería clandestina no muy lejos del centro, llevaba ya, Que… ¿Unos cincuenta minutos esperando? Más o menos. Debió dar por sentado que iba a llegar tarde, el hombre parecía darse su tiempo.

Chocando la cuchara contra el borde la taza de su café después de removerlo varias veces, el pelirrosado bufó exasperado y sacó de uno de sus bolsillos internos de su americana, un paquete de cigarrillos y su encendedor, tomar uno y prenderlo rápidamente, dejando que humo saliera de su nariz y boca.

La campanilla de ingreso, que yacía colgando encima de la puerta, sonó alertando que acababa de llegar un nuevo cliente. Levantando la vista, observó cómo finalmente el peli plateado se dignaba a hacer acto de presencia. Antes de que una camarera sutilmente sonrojada se acercara a atenderle, colocó su vista en él y acto seguido caminó hacia su mesa respondiendo adecuadamente a la empleada que le estaban esperando.

– Te tomaste tu tiempo en aparecer, Kakashi. – renegó el Fuji tirando algo de ceniza en el cenicero de la mesa, en lo que miraba con molestia como Kakashi arrastraba la silla y tomaba asiento frente a él en silencio.

– Lo sé, pero no me apetecía venir. – se excusó honestamente él cruzando los brazos, haciendo que Kizashi tuviera que pasar la punta de la lengua por debajo de sus dientes indignado. – Sabes que puedes llamar a tu hija si necesitas algo…

– Eso haría, de no ser, porque seguramente te encargaste de decirle que no me dirigiera la palabra… – afirmó Kizashi con desagrado ante la osadía del profesor de su hija. – No intentes tomarme el pelo Hatake, se ha pasado desde entonces, ignorándonos.

Kakashi solamente se le quedó mirando impasible en la misma postura, en lo que el hombre frente a él bajaba la mano con la que le apuntaba con el dedo de malas formas.

– Sí, lo admito. Le sugerí que no lo hiciera, después de que tu mujer intentara forzar la entrada en su casa. – confesó Kakashi libremente en lo que el padre de Sakura resoplaba un par de veces. – ¿Te preguntaste, por casualidad, cómo eso la hizo sentir? ¿Si se encuentra bien? Así que, ¿Qué es lo que quieres? Porque si se trata de la denuncia que os colocó la Sra. Akasuna, no pienso dejar que la metas en medio. Esto no tendría que haber pasado en primer lugar.

– ¿Dejar? ¿A mí? Kakashi… ¿Tienes idea de que estás hablando con su padre, no? ¿Quién crees que eres para privarme de verme con mi hija? – manifestó con enfado, apoyando ambas manos encima de la mesa, harto de esa actitud, la cual no le asombró para nada al profesor. – Si tengo que apartarte del camino de cualquier manera, no dudaré en hacerlo, que te quede claro. Puedo arruinarte la vida en un chasquido de dedos, logrando que entonces ni siquiera Sakura esté dispuesta a verte…

– Tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas. ¿No es así, Kizashi? – contestó Kakashi cerrando los ojos, teniendo el claro indicio de que el hombre, frente a él, tramaba algo. Igual que su mujer e hija. Cuando volvió a abrir los ojos, se atrevió a mirar con obvio enfado y desagrado hacia su acompañante. – Si tengo que denunciarte por abandonar a una menor en plena luz del día a las puertas de un supermercado, lo haré… Sobre todo y eso desampara lo mejor para Sakura, a quien considero como una hija, a diferencia de ti.

– ¿Cuántos años de cárcel son, cinco? ¿Siete, tal vez hasta diez? – dejó caer al profesor con cierto grado de superioridad. Kizashi no tuvo más remedio que cerrar la boca ante esa mención, una gran porción de ceniza de su cigarrillo cayó encima de la mesa, manchando el mantel.

Ambos adultos guardaron silencio a partir de ahí, hasta que Kakashi decidió que ya había perdido el tiempo lo suficiente con esta cháchara y se levantó de su asiento como si nada y empezó a dirigirse hacia la salida, sin darle tiempo a la camarera de preguntarle si quería tomar algo.

– Transferir a tu otra hija al instituto Gakuen es una pésima idea. Conociendo a Sakura como lo hago, no esconderá ante nadie, que tuviste una aventura con su madre y demás. Ya hay gente que lo sabe. – terminó el Hatake con parsimonia. – Ya sabes como es el mundo de la clase alta privilegiada.

– ¿Quién demonios te crees para decirme que debo hacer? – habló Kizashi con mal humor lo suficientemente alto para que él le escuchara, pero el mencionado no se molestó ni en mirarle ni prestarle demasiada atención. Fuera lo que fuera que ese tipo tuviera planeado, lo averiguaría. – ¡Esto no quedará así, Kizashi!


– ¡Quita esa cara de lombriz, frentona! Ya tienes tu refresco helado ¿Qué más quieres? – dijo Ino caminando al lado de la Haruno a quien miraba con reproche.

– Hemos pateado todo el centro comercial cinco veces… ¿Para que solo terminaras comprando cuatro bragas en oferta? – terminó por decir Sakura mirando la pequeña bolsa de cartón que sostenía la Yamanaka por la muñeca toda alegre, para enseguida dar otro sorbo más de su café descafeinado helado. Temari soltó una risita a la vez que Tenten sonreía con diversión.

Ino no hizo más que presionar sus labios entre sí y echarlos hacia fuera en una mueca graciosa.

– No es como si tú tampoco te hubieras tardado en decidir qué comprar, ¿Para qué es el vestido? – preguntó la rubia mirando la bolsa grande y rectangular que sujetaba Sakura. La prenda que había decidido era de gala y era cara, su expresión se le desfiguró un poco al ver el precio, a pesar del generoso descuento.

Las chicas alzaron la mirada para ver como Sakura se ruborizaba un poco, las demás se miraron mutuamente para responder con una mirada conocedora.

– Sasuke me pidió que sea su más uno en la boda de su hermano. – explicó Sakura a la vez que las demás recitaban un – Uuuh~ – insinuante a modo de provocación, lo que la ruborizó un poco más. En ese momento Ino aprovechó para comunicar que tanto

– ¿Ya tienes zapatos que van con él? – preguntó Temari recordando el color y forma del vestido de su amiga. Se lo había probado en la tienda. Como respuesta, la Haruno simplemente asintió sonriente.

Sasuke se lo había pedido dos días después del inicio de las vacaciones de verano, la forma en la que se lo insinuó estuvo entretenida. Tuvo la oportunidad de ver un poco de esa faceta tímida, tan adorable, aunque por provocarlo por ello le ganó pellizcos y leves tirones en sus mejillas.

– Así que… Sasuke y Sakura, juntos. Novios. – mencionó juguetona Tenten ocasionando que Ino y Temari soltaran otra risa.

– Cuéntenos, señorita, necesitamos información para estar al día. – añadió Temari, las demás asintieron con ganas, Sakura no se sorprendió de su curiosidad. No solía escatimarse en detalles.

– ¡Ya sé! ¡Vamos a tomar algo! – dijo Ino escandalosamente en lo que sujetaba a la Haruno por los hombros, el resto también se acercó.

– Pero si acabamos de salir de… – habló Sakura alzando levemente y mirando su envase de plástico con el refresco a medio beber, pero al parecer eso no les importaba a las demás y la arrastraron conjuntamente hacia una cafetería que les gustaba ir.

Sentándose alrededor de una mesa afuera del local, las chicas no tardaron en pedir algo de tomar. Una vez bajaron los menús, todas se inclinaron con expresiones de picardía expectantes hacia Sakura. La pobre solo pudo pestañear ante la impaciencia de las demás.

– ¿Qué quieren saber? – preguntó finalmente tras un suspiro de exasperación y consecutivamente sonreír, las había echado de menos a las tres.

– Todo, es decir… En las colonias no concretaste nada y ahora… ¿Nos sales con esto? Necesitamos respuestas. – empezó la Yamanaka toqueteando rítmicamente la mesa ansiosa.

– Es que en su momento, lo que cuando os dije que me acosté con él ese día de colonias, solamente fue en un momento esporádico en el que yo… – asumió Sakura rascándose con el dedo índice la mejilla. – Me lancé a él porque parecía que ambos lo queríamos, lo que pasó, pasó.

– ¿Cómo sabías que él lo quería? – preguntó Tenten, alzándose de hombros al ver la mirada de las demás en ella ante tal pregunta. – A ver, es que estamos hablando de Sasuke… Le conozco muy poco y francamente, el hombre… al lado de un árbol, pierde en expresividad.

– Haciendo el trabajo de historia, apenas prestaba atención a lo que le decía, pero me miraba… No tardé en entender que él me estaba hojeando distraídamente como si nada le detuviera. – Pero la verdad, esa no fue la única vez que la hice con él antes de salir juntos oficialmente…

– ¡¿Qué?! – Sakura tuvo que apartarse un poco ante el grito agudo por parte de Ino, quien estaba sentada a su lado. Las demás se rieron al ver al pobre camarero asustarse por él también.

– Empezamos a salir, literalmente, después del festival. Vosotros estabais en la hoguera con él hasta que yo le propuse venir a donde estaba yo, para estar a solas. – explicó la Haruno rememorando con cariño lo sucedido en la piscina del instituto.

– Uuuh~ Con razón tenía prisa por irse… – dijo la Sabaku alzando las cejas con burla varias veces, apoyando el codo encima de la mesa y descansar su mentón en la mano de la misma a la vez que sonreía.

– ¿Y qué te dijo? – indagó Ino temblando de la emoción aún más expectante.

Sakura escondió sus labios entre sí al momento de empezar a recordar las concisas palabras que le sirvieron como respuesta a su propuesta.

"A cada rato"

Era capaz de recordar el tono en las que dichas palabras fueran pronunciadas frente a ella, la forma en que la miraba fijamente sin ningún atisbo de frialdad, esa sola visión le provocaba mariposas en el estómago. No se dio cuenta de que se quedó embobada dentro de su propia ensoñación, dejando al resto mirándose entre sí con diversión.

– Eso es un secreto. – terminó la pelirrosa algo ruborizada, sonriente y con los ojos cerrados, bien feliz. Ino y Tenten hicieron un puchero ante esa respuesta.

Se pasaron un buen rato charlando, después de caminar de arriba abajo todo el centro comercial, querían ponerse al día. Tenten fue la que sacó el tema de lo del accidente de Hinata, hecho que Sakura no esperó. Gracias a dios que había sobrevivido y solo se había roto el brazo y la pierna derecha, aparte de dislocarse las cervicales. Aunque, por suerte, estaba mejorando. Le sorprendió bastante que hubiera sucedido cerca donde ella se encontró con el Uchiha al salir de la fiesta. Ojalá hubiera estado ahí para ella, a pesar de todo.

Sin darse cuenta, el tiempo pasó volando y por mala suerte empezó a llover, por lo que desde dentro del establecimiento, decidieron despedirse tras pagar la cuenta en partes. Tenten fue la primera en irse, teniendo la estación de metro cerca de la línea de metro que la dejaba cerca de su distrito, algo similar pasó con Temari, pero sin entrar en detalles parecía que había hecho planes con Shikamaru. Ino y Sakura anduvieron una al lado de la otra, cada una con su paraguas. Tenían que ir a la misma dirección para después separarse en direcciones opuestas, cada una en su barrio.

Llegaron en cierto lugar, el parque de skaters donde Zaku y sus camaradas intentaron hacerle pasar más que un mal rato a Ino, haciendo esta frenar en seco, viendo que había personas sentadas en el mismo lugar en donde se encontraban esos tipos. La rubia pareció incluso reconocer a dos de los tipos como los que estaban con el Abumi. Sakura se sorprendió un poco, pero no le hizo demasiado caso cuando la Yamanaka se pegó a ella demasiado cerca, con sus paraguas chocando a cada rato.

– ¿Estás bien? – preguntó la ojiverde viendo la expresión de shock de la rubia, quien apenas tragó saliva sin decir nada. Parecía incapaz de oírla. Por lo que continuó observándola con curiosidad.

Llegando fuera del parque, sin llamar la atención de ninguno de los skaters, el rostro de Ino empeoró cuando en la puerta, ambas chicas se toparon con Zaku apoyado en la esquina de la zona. Cuando este las vio, sonrió con burla. Sakura frenó su andar, reconocería esa fea y desagradable sonrisa a millas, con esa macabra expresión que parecía denotar atisbos de locura. El instinto de la Haruno se puso alerta, pero el Abumi parecía no importarle la mirada de absoluto desprecio que se le dedicaba, lo contrario. Las gozaba, las consideraba como si fueran de miedo. Algo parcialmente cierto en cuanto a la Yamanaka.

– Qué sorpresa, encontrarte aquí Haruno… A ti no tanto Ino, ¿Me echaste de menos? ¿No hay motorista guardaespaldas hoy? – el escalofrío recorrió el cuerpo de Ino de arriba abajo, que la dejó temblando peor todavía cuando Zaku soltó una risa de mofa característica. Cuando el chico quiso hacer un ademán de acercarse, Ino reculó un paso y Sakura se puso frente a ella como si su cuerpo se hubiera movido por su cuenta.

Un golpe fuerte resonó contra la puerta metálica detrás de Zaku, la cual parecía vigilar, por eso giró la cabeza. Chasqueando la lengua volvió a mirar a ambas, arrugando la frente con burla al verlas ahí paradas.

– Dudo que en este planeta, haya alguien que llegue a echarte de menos Abumi, ni siquiera tu padre… – contraatacó la pelirrosa con valentía borrándole la sonrisa al pelinegro, quien no pudo evitar que un tic en el ojo apareciera de la ira.

Empezando a acercarse sin previo aviso, haciendo retroceder a Ino, Zaku intentó agarrar de la camisa a Sakura, pero esta le empujó hacia atrás, quedó sorprendido.

– ¿Te clavo esto, Zaku? Dolerá, quedas avisado… – habló Sakura sacando de un llavero un objeto punzante, el bully parecía no saber que era una pequeña navaja. – Aléjate, y déjanos en paz… O terminarás en urgencias otra vez y esta vez, con Ino de testigo, se involucre la policía. ¿Debo recordarte quien es su padre?

Zaku inclinó la cabeza con enfado ante esa amenaza sutil, típica de la Haruno, que le sacaba de sus casillas. Algo que amaba y a la vez detestaba con todo su ser de ella. Insultando mentalmente a la ojiverde, se mantuvo callado.

Fue entonces que Zaku vio como de al lado de la reja del parque, una moto encendía las luces largas cegándolo y pronto se escuchó un motor rugir cerca de ellos. Cuando la luz dejó de ser fuerte, el acosador reconoció la moto y al motorista. No había duda de que ese tipo estaba relacionado con la pelirrosa.

Ino también reconoció la moto enseguida, relajándose un poco al instante. Era él… El que la salvó el otro día.

– Tu ángel de la guarda no tardará en quitarse de en medio, Haruno y entonces… Lo pagarás caro, te lo has buscado. – se despidió el pelinegro con sorna, mirando como Shisui movía el manillar de la moto, causando más ruido con su vehículo. – Saluda al pijo ese de mi parte.

Sakura no se relajó en absoluto, observando como el tipo regresaba a la puerta, la pateaba como si llamara alguien de adentro. Le abrió un tipo que ambas no conocían, que parecía ser unos años mayor que él, vistiendo ropa similar. Segundos después, el Abumi entró y no se le vio más.

Al ver que no volvía a salir de lo que parecía ser ese pequeño local, casi abandonado de la esquina, la Haruno finalmente empezó a relajarse, a pesar de también estar temblando un poco. Al corriente de lo que podría haber pasado. Lo que no entendía, era la reacción de Ino… ¿Debía suponer que Zaku había intentado algo? ¿Cuándo?

Volvió a ver al motorista junto a Ino, que parecía estar al tanto de sus movimientos. ¿Se conocían? No recordaba a nadie que condujera una moto. Empezó a caminar, con sospecha, hacia el hombre, pensando que tal vez se trataba de alguien que quería traerles problemas, seguida de Ino bien de cerca.

Paró en seco cuando reconoció a Shisui después de verle quitarse el casco a menos de diez metros de él, aún sentado en su moto. Este no tardó en sonreírle amablemente, invitándolas a acercarse.

– ¿Shisui? ¿Qué haces aquí? – saludó Sakura todavía un poco sorprendida de verle ahí por casualidad. Relajándose cada vez más.

– Cosas de trabajo, enana… Ah, yo te recuerdo. – contestó el Uchiha volteando a ver a la Yamanaka que se puso colorada al tener la atención del pelinegro en ella, en lo que Sakura torcía la boca ante ese apodo. – ¿Os conocéis?

Ino quería responder, pero vocalizó un sonido raro que no pudo reprimir, quedando abochornada, lo que la hizo decidir agachar la cabeza con timidez. Insultándose a sí misma mentalmente por tal ridiculez, sobre todo al ver por un milisegundo como el Uchiha se le quedaba viendo raro.

– Es mi mejor amiga, nos conocemos desde hace años… Se llama Ino. Es la hija de Inoichi Yamanaka. – habló Sakura en lo que Shisui curvaba la boca hacia abajo asintiendo, les había encontrado parecido a padre e hija.

– Encantado Yamanaka, mi nombre es Shisui Uchiha. – Ino volvió a abrir la boca, pero esta vez se quedó muda, logrando apenas asentir a la vez que Sakura le dedicaba una mirada rara ante ese comportamiento inusual. – Deberían volver a casa, chicas, con este tiempo y por la hora que es… ¿Te llevo a casa, chiqui?

Shisui tan solo sonrió cuando vio que a Sakura no le causaba gracia que le diera esos apodos, se tomaba las burlas de su estatura muy a pecho. A sus once años era más alta que Naruto, pero este y Sasuke no tardaron en pegar un estirón que parecía no parar, igual que los demás. Era la pequeña del grupo en altura y edad. No era justo.

– No es necesario, ¿No estabas trabajando? – quiso saber la pelirrosa, pero el Uchiha se alzó de hombros.

– Me viene de paso, debo ir a entregar a Izumi unos recados de todas formas. ¿Entonces, qué? ¿Te llevo? – dijo el pelinegro con una sonrisa amistosa.

Sakura miró a Ino, quien estaba completamente en silencio. La rubia, en comparación a ella, residía diez minutos más lejos que ella. No quería dejarla sola, menos con lo que acababa de pasar. Quisiera por lo menos que ella volviera a casa con seguridad y tranquilidad.

– ¿Llevarías a Ino a su casa por mí? El trayecto a mi casa no queda lejos, ya lo sabes… La de ella, sí. – Shisui miró a Ino, la verdad es que la joven quedó bastante aturdida el último día y en cierta manera se recriminó no haberse asegurado de si regresaba bien a casa, al ser una mera adolescente. Finalmente asintió.

– Si ella no tiene inconveniente, no hay problema, que me indique donde debo dejarla. – contestó él mirando a la ojiverde, quien rápidamente miró a su mejor amiga y le tocó el hombro.

– Ve con él, Ino. Ya hablaremos luego. – añadió Sakura, viendo como su mejor amiga no se sentía segura de dejarla ahí a solas. Esa zona era aterradora, dudaba que volviera a pisarla. Comprendiendo la mirada seria y tozudez de la Haruno, entendió que era lo mejor, era una causa perdida, insistir en acompañarla con este temporal. – Todo estará bien.

En silencio, Ino… Algo cohibida, se dejó ayudar por parte de Shisui a subir a la moto y a ponerse el casco de repuesto. Sonrojándose al verle de cerca cuando él le abrochó el cinturón que lo sujetaba en su cabeza del cuello, aunque rápidamente el intercambio de miradas fue cortado cuando Shisui bajó la visera de golpe.

No tardaron en ponerse en marcha hacia casa de Ino, saludando a Sakura fuera del parque al llegar a la carretera. Esta última no era estúpida, que Shisui estuviera aquí parecía no ser coincidencia, pero quién sabe… Sujetando todavía el objeto punzante en su mano entre sus dedos apretados en un puño, volvió a ponerse en marcha hasta su casa. Por suerte, no hubo más tropezones en el camino que faltaba.

Recorriendo las calles que faltaban para llegar a su calle, ocultó su rostro con el paraguas para evitar que la lluvia no le llegara a chocar de frente en toda la cara cuando tuvo que frenar su caminar al reconocer la figura de la persona parada frente a su edificio.


Karin abrió la puerta de la entrada de su residencia de alquiler para estudiantes con demasiada dificultad debido al dolor de su cuerpo, ya entrada la noche. Tenía frío y apenas había logrado recuperar las únicas gafas restantes que le quedaban, las cuales presentaban una de las patas algo flojas. La lluvia la había dejado empapada de arriba abajo de regreso a casa, algo que sorprendentemente no le molestó, sino todo lo contrario. Sintió alivio cuando el agua de la lluvia parecía aliviarla con su tacto frío, aunque pareciera raro.

Aguantando las lágrimas con un nudo en su gola, la Uzumaki intentó quitarse el zapato restante que permanecía en su pie. El otro lo daba por perdido. Caminó despacio por el pasillo de la entrada. El suelo de la madera antigua chirrió con cada paso y no se molestó en darse cuenta en cómo lo dejaba al caminar. Sintió sed, pero para ir a la cocina tendría que adentrarse en la sala. Frenando frente al arco que dividía pasillo y salón, Karin comprobó como Suigetsu y Juugo estaban entretenidos mirando un partido de fútbol.

Cuando el albino alzó la cabeza y se dio cuenta de su presencia, ella se volteó en el momento justo para evitar que le vieran el rostro. La primera lágrima salió y su boca tembló mientras desistió de la idea de ir a por agua para pronto empezar a caminar con destino a su habitación.

– Hoy vinieron Kin y Tayuya aquí, preguntaron por ti con un tema relacionado con Zaku… – comentó con pasividad, intentando disimular el tono de recriminación y molestia al hablar. Eso le ganó un leve empujón por parte de Juugo. – Parecían molestas, te buscaban para "hablar".

Apenas logrando ocultar un sollozo, cerró los ojos y volvió a ponerse en marcha en silencio cuando el Hozuki volvió a abrir la boca.

– Lo que me hace sospechar que es lo que has estado haciendo estos últimos días… – dejó caer Suigetsu como si nada, en lo que Juugo chasqueaba la lengua decepcionado. Habían quedado en hablarlo con ella, no en recriminarle nada. – ¿Tú nunca aprendes, verdad?

Tanto el Hozuki como Juugo no esperaron que la pelirroja permaneciera callada y decidiera ignorarles. Al estar casi a oscuras de no ser por la poca luz que aportaba la televisión, no se dieron cuenta del aspecto que presentaba. No les dio oportunidad a decir nada más, Karin no tardó en irse de ahí en menos de lo que canta un gallo.

El recuerdo de Zaku y quién sabe quién más le provocaba náuseas. Con prisa, temblando de miedo y frío, además de decepción y vergüenza, corrió hasta el baño que compartían todos los residentes. Cerrando la puerta detrás de ella y pasando el pestillo. Apoyada en la puerta, sin prender la luz, vio su aspecto demacrado y sucio. El dolor en su entrepierna volvió a hacerse presente, esta vez bastante más fuerte.

Se dejó deslizar por la puerta, empezando a llorar en silencio, tapando la boca con una de sus manos. La otra en su entrepierna. Al sacar la mano de ahí, lloró con más fuerza viendo restos de sangre. Recuerdos de esa desastrosa tarde iban y volvían. Eso la hizo levantarse, sintiendo asco de sí misma.

Aguantando sollozos más fuertes sin poder frenar que lágrimas arruinaran más su ya demacrado maquillaje al ver las marcas de dientes en sus brazos y cuerpo.

Bajo la ducha, ahora sentía que el agua ya no la aliviaba, esta no quitaba todas esas sensaciones y emociones hacia sí misma.


*Sonrisa forzada*

¿Y bien?... ¿Qué pueden decirme? ¿Les gustó?

Tengo ganas de leer vuestras opiniones y puede que hasta teorías. A ver qué me dicen, seguro serán interesantes.

Espero que todo les vaya bien esta semana,

¡Hasta la próxima!

XOXO