Notas: Feliz Año. Esta última semana tuve varias visitas y poco tiempo para escribir. Espero poder escribir otro capítulo esta semana.
PPP
Lydia Wickham se miraba en el espejo mientras terminaba de ajustarse su muy escotado vestido. Su figura era voluptuosa, y el vestido acentuaba su amplio pecho y caderas. Hacía casi tres meses que estaba viviendo en el establecimiento de Madame Dupree, y esa noche iba a ser su debut.
Durante el primer mes estuvo la mayoría de tiempo acostada para que sanaran todas sus heridas. Poco a poco fue recordando fragmentos de su vida, de sus padres, sus hermanas, Longbourn, y su historia de amor con Wickham. Después de reflexionar por varios días, Lydia llegó a la conclusión que Wickham la había abandonado o si no había muerto.
Madame Dupree la visitaba a diario a la hora de té, y solía hacerle varias preguntas sobre su pasado. Lydia recordó que sus tíos, los Gardiner, vivían en Londres, pero no recordaba su dirección. Le escribió la primera carta a su madre para contarles lo que había pasado y pedirle que le enviara dinero para volver a su casa. Madame Dupree le había dicho que debía irse de su establecimiento cuando estuviera mejor, ya que ya había gastado el dinero que el dueño del carruaje que la atropelló le había dado.
Pocos días después, Lydia se despertó con un fuerte dolor en el abdomen, y por varios días estuvo sangrando y sintiéndose muy mal. Por experiencia, Madame Dupree estaba convencida que Lydia había perdido un embarazo.
Quince días después de enviar la primera carta a Longbourn, sin tener respuesta, Lydia escribió una segunda carta..., que tampoco tuvo respuesta.
Desesperada, llegó a la conclusión que a su familia ya no le importaba y no iba a socorrerla. No tenía dinero ni posesiones.
Dos días atrás, Madame Dupree le había dejado claro que debía irse del establecimiento o sino tendría que trabajar para ganarse el sustento. La idea de estar sola en las calles de Londres, y sin dinero la aterraba, pero la idea de ser cortesana tampoco le agradaba.
En ese momento, Madame Dupree entró a la habitación con una bandeja que la apoyó en la pequeña mesita de noche. Miró a Lydia con detenimiento, le ajustó el vestido y dijo con una leve sonrisa, "Eres muy bonita y ese vestido acentúa muy bien tu silueta. Hay tres caballeros ricos que quieren conocerte. Saben que eres viuda y que hoy es tu debut. Si les gustas, los tres están interesados en tener una amante exclusiva."
Al ver que Lydia estaba muy nerviosa, Madame Dupree agregó, "Sé que estás muy nerviosa, y por ello te traje este té que va a ayudar a que te tranquilices." Mientras le servía el té agregó, "Conozco a los tres caballeros, y sé que ninguno de ellos va a hacerte daño y pueden darte una buena vida siempre y cuando los complazcas."
Lydia comenzó a llorar y balbuceó, "No quiero hacer esto… no quiero…"
"Ya te expliqué que tu otra opción es irte y tratar de sobrevivir sin mi protección. Los caballeros van a llegar en menos de media hora; es tú decisión."
Lydia asintió y en voz baja preguntó, "¿Al menos puedo verlos, sin que ellos me vean?"
"No, no es posible. Pero si más de uno de ellos tiene interés en ti, te permito que elijas al que más te guste." Madame Dupree suspiró, "Toma el té, y vuelvo a buscarte en una media hora."
Lydia asintió, y obedientemente se tomó el té que tenía una mezcla de hierbas con un poco de láudano.
Media hora más tarde, Madame Dupree vino a buscar a Lydia y la acompañó a un pequeño salón privada donde había cuatro caballeros, en lugar de tres. Tenían entre treinta y cincuenta años, y los cuatro eran casados.
Los caballeros miraron a Lydia con detenimiento, y le hicieron algunas preguntas. Los cuatro caballeros asintieron con la cabeza.
Unos diez minutos después, Madame Dupree acompañó a Lydia a su habitación y en voz muy baja le preguntó, "Voy ahora a negociar, ¿tienes preferencia por alguno de ellos?"
Lydia respiró hondo, solo uno de ellos le había parecido medianamente atractivo, y respondió, "El que me gustó más es el caballero de cabello rubio oscuro y ojos azules."
Madame Dupree asintió levemente, "Sir Walter." Luego de unos instantes agregó, "Es un buen hombre y viene muy poco al establecimiento. Tiene casi cuarenta años y dos hijas. Hace unos años su esposa tuvo un grave accidente y como consecuencia no camina, ni puede cumplir con sus deberes matrimoniales."
Lydia se recostó en la cama; estaba cada vez más mareada. Cerró los ojos y perdió la noción del tiempo. Cuando abrió los ojos vio que Madame Dupree y Sir Walter estaban en su habitación. Enseguida la Madame se excusó dejándolos solos.
Al notar que Lydia estaba nerviosa, Sir Walter se sentó en la cama al lado de ella, y conversaron por casi una hora antes de tener intimidad. Si bien Sir Walter no era un libertino, era un amante experimentado, y se dio cuenta claramente que Lydia no era una cortesana. Era la primera vez en sus doce años de casado que iba a tener un amante, y tenía la bendición de su esposa.
