Buenos días / Buenas tardes / Buenas noches a todos,
¿Qué tal? Espero que bien. Al menos espero que mejor que yo.
Entrando de lleno en el capítulo, debo decir que es la continuación de donde terminó el anterior. Justo donde quedó. Por lo que si les apetece leer el anterior para hacer un repaso, tal vez les encaje todo mejor, de como desencadena los hechos.
Personalmente, yo creo que este capítulo está más enfocado en Naruto que en otros personajes principales. Me costó escribirlo porque, todos sabemos que el Uzumaki en la serie original, salvo en momentos que es un tonto impertinente (Dentro de muchos rellenos) , tiene siempre las mejores intenciones. Estoy al corriente y repito, Naruto es un personale que refleja a alguien que todo el mundo debería tener como amigo. Por como es en general. Aquí, no obstante, tiene defectos. No poderes. Aquí comete errores, como el resto. Para mí, esta historia, creo que ya os lo dije antes, es una crítica a varias personas del fandom. No miro a nadie en concreto ni voy a decir nombres. Esto no es una historia que se dedica a hacer bashing a cualquier personaje, es una aventura para mí, escribir personajes de manera diferente a darles trama. A cambiar cosas que se han visto en otras historias, aquí. Le he dado la vuelta a la tortilla.
Esta es la razón principal y más que nada, mi motivación en escribir esta historia, fue para realzar que muchos fans de la serie, se olvidan de que Sakura tiene sentimientos. Defienden a otros personajes, pero opacan los de ella. Injustificadamente, eso es algo que me molesta en demasía y que me hace entender que no se han molestado en simpatizar con ella como con otros personajes que ni siquiera han pasado lo que ella sí. Que la odian peor, en vez de otros personajes que también son villanos aquí. (Y no, no me refiero a Hinata).
Sakura ha sido víctima de luz de gas por parte de Sai y eso la llevó a mentir a Naruto, con buenas intenciones, que a simple vista, además de ser algo inusuales podrían describirse como egoístas. ¿Realmente es así? A esas personas que se dedican a enviarme quejas en privado sobre estos asuntos, les animo a que lean el manga correctamente. Con la traducción oficial y les recuerdo, que esta historia, pese tener similitudes con hechos que suceden en lo original, es nada más que un fanfic. No quiero volver a tener que repetirme.
Aclaro que, no odio ningún personaje más que Danzou, Madara y pocos más. Si leen mis comentarios, verán que si profeso mi disgusto con otros, no significa que los odie. Eso es algo que he visto a varios anónimos confundir. Esto, es mi respuesta hacia ustedes. Dejen de imponer su opinión respecto a la de los demás. Por favor y sin más, aun así, les agradezco que se molesten en leer mi historia.
Tras decir esto, espero que disfruten de la lectura. Vayan a por algo de comer, una bebida y pónganse cómodos. Tienen un largo capítulo frente a ustedes.
De nuevo, debo darle las gracias a mi beta reader. No solo se encarga de corregir mis capítulos con paciencia y diligencia. Sus consejos, etc. Son de lo mejor. Seré una pesada, pero es que sin ella, el sendero de esta historia… sería más que un nudo demasiado enrevesado.
Nos vemos más abajo en las notas del final.
Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.
Traidores II
Esquivando el primer puñetazo del rubio con una maniobra de autodefensa con sus dos manos, sin poder evitar sorprenderse momentáneamente, Sasuke reculó unos pasos, decidiendo mantener algo de distancia prudencial.
– ¡¿Qué mierda quieres, inútil?! – exclamó Sasuke mirando con enfado a Naruto, atento a cualquier movimiento que este pudiera hacer a continuación.
– ¡Naruto, basta ya! – dijo la Haruno no muy lejos de ellos totalmente alarmada, pero fue ignorada.
Se vio obligado a soltar una mezcla de bufido y suspiro de exasperación cuando su amigo no hizo más que permanecer callado. Cuando este se giró observó que no tardaba en ponerse a las mismas. Segundos después ya estaba intentándolo de nuevo, solo que esta vez, apartó el puño al último instante para seguidamente aplacarlo contra el suelo. Aprovechando para quedar encima de él.
Sasuke recibió el primer puñetazo en la ceja Izquierda, el siguiente fue en la mandíbula aunque no pudo dar otro porque, alguien paró su brazo con suficiente fuerza. No vio que se trataba de Sakura.
Varios estudiantes no tardaron en acercarse una vez escucharon lo que sucedía, optando como mejor opción observar y no decir nada.
– ¡Chicos, haced algo! – dijo Ino escandalizada ante lo que estaba sucediendo. Shikamaru volteó a verla, sin poder evitar hiperventilar más que por fastidio, preocupación. No tardó en ver como gente se reparaba del escándalo.
– Ya... No pienso meterme ahí, Ino. – comunicó Kiba negando con la cabeza al notar la mirada en él. No quería tener nada que ver con el rubio, no hace mucho que este le mete en problemas por su impulsividad, justo como ahora, por lo que no dudó en animar en silencio al pelinegro.
– ¡SUÉLTAME! – gritó Naruto quitando con fuerza el agarre de la Haruno, que se quedó sorprendida, siendo echada para atrás con el impulso y la fuerza del rubio al liberar su brazo.
Antes de que el Nara pudiera dar el primer paso para acercarse a esos dos, el pelinegro ya se liberaba la mano que le apretaba contra el suelo y parando otro puño con su antebrazo por pura suerte y rápidamente agarraba su camiseta roja que llevaba debajo de su blusa desabrochada, teniendo la manera de liberarse al alcance.
– ¡PARAD LOS DOS! – chilló la pelirrosa exasperada, al ver como Sasuke se impulsaba con las piernas para hacer tumbar al Uzumaki contra el suelo, siendo él ahora el que le devolvía los golpes. – ¡SASUKE, POR FAVOR! ¡PARA!
A diferencia de Naruto, el mencionado sí pareció salir de si cuando su novia gritó su nombre. Por lo que antes de dar el siguiente golpe, soltó la camisa de Naruto de mala gana, con un ligero empujón que hizo que la cabeza del rubio chocara contra el suelo y finalmente se levantó de la postura en el suelo.
– ¡NARUTO, DIJE QUE BASTA! – volvió a gritar la Haruno al ver como el susodicho se levantaba con el afán de volver a golpear al Uchiha, quien volvió a esquivarlo para finalmente recibir un golpe en la zona del estómago que lo dobló al suelo, quitándole casi todo el aire de los pulmones.
Negando la cabeza con decepción, el pelinegro se quedó viendo con la mandíbula tensa, como Naruto tosía y escupía algo de saliva, dejando que algo de esta resbalara del labio hasta el suelo, manchando el suelo. Había restos de sangre debido a la herida de su boca.
Tocándose la ceja, Sasuke vio como este se daba cuenta de que él también estaba sangrando, lo que le hizo pasar su lengua por sus labios, sintiendo el superior arder. En esa zona tenía un pequeño corte. Estaba más que molesto. ¿Qué vena se le había hinchado para empezar esto?
– ¿Cuál es tu jodido problema, imbécil? ¿Te enfadas solo porque no me apeteció escuchar tus tonterías antes de clase? – soltó Sasuke volviendo a recular para apartarse del rubio intentando contenerse, viendo como este se sujetaba la barriga, con una pierna arrodillada en el suelo mientras chasqueaba los dientes, con un ojo cerrado. También presentaba el labio partido. – Te has pasado casi todo el jodido verano ignorándome y ¿Justo hoy te apetece hablar? Vete a la mierda.
A Naruto le costó levantarse, pero llegaron Shikamaru y Lee para echarle una mano, sujetándole de los brazos, aunque él se liberó de mala gana. Arrugó la frente con ira al contemplar cómo Sakura se colocaba frente al pelinegro, quien se encontraba de pie mirándolo bien instigado, como un toro miraría al torero dispuesto a embestirlo. Verla descansar ambas manos en el pecho del mismo haciendo que diera otros varios pasos hacia atrás, acaparando su mirada azabache, no hizo más que repugnarle. A lo lejos podía escuchar como ella le preguntaba mediante voz baja y suave, si estaba bien. ¿Y él qué? Le molestó más todavía ver como Sasuke asentía a pesar de presentar una expresión de enfado.
– ¡TE DIJE QUE TE ALEJARAS DE ELLA! – gritó el Uzumaki bien alto creando eco por toda la habitación, dejando a todos en silencio. Sasuke regresó su vista a él, pero Naruto se encontraba esperando a que la Haruno se volteara. – ¡Sakura, él está jugando contigo!
Ante esa afirmación Shikamaru y los demás, además de las chicas no pudieron evitar quedar confundidos y algo en shock. Ino solo pudo colocar un mano en su rostro, aunque esta después la mantuvo en un puño frente a sus labios, tenía cierta incertidumbre.
Escuchar estas palabras, fue demasiado para la Haruno, quien tras sujetar con cierta suavidad la chaqueta de Sasuke una vez Naruto acabó de hablar. No hizo más que levantar la cabeza para mirar hacia los ojos ónix del Uchiha, quien a simple vista el resto podría definir su estado de ánimo en modo ira, pero más allá de eso, la pelirrosa sabía que era más bien decepción, tristeza e incomodidad, que ocultaba detrás su intento de mueca impasible. Estaba haciendo los mismos gestos que cuando le preguntaba si todo andaba bien entre ellos dos, pero el pelinegro siempre se lo guardaba.
Ahora empezaba a entenderlo todo. El rubio se había encargado de hacerlo sentir mal con este tipo de comentarios y quién sabe que más, ya lo había visto este tipo de comportamiento antes, recientemente esa tarde que fue a casa de Neji, lo que implica que la charla que estaba casi segura que mantuvieron no fue del todo bien. Fue entonces que se volteó lentamente, dándole la espalda al Uchiha, aunque no se apartó ni un ápice.
Por primera vez en semanas, la mirada jade de Sakura no se movía de él, pero lejos de ser como se esperaba. Una de sorpresa o de tristeza, esta no reflejaba nada.
– ¿Cómo? – dijo simplemente ella, sin dar creces a lo que decía Naruto, no le quedó otra que pestañear un par de veces. Como si eso la ayudara a recapitular las palabras dichas, a pesar de haberle entendido a la perfección. – ¿Te importaría repetirlo?
La Haruno no pudo evitar entrecerrar los ojos al ver como Naruto permanecía en silencio ante su pregunta. No volteó a mirar a Sasuke cuando le escuchó suspirar. Fue entonces que se reparó de como él había empezado a andar hacia ella.
Kiba y el resto, se quedaron observando atentamente lo que estaba sucediendo. El primero empezaba a considerar, que de que esos dos empezaran a pelear, a lo mejor si que sería ideal intervenir, recordando como la Haruno lo había intentado. Tenten miró a su alrededor, comprobando que a unos pasos detrás de ella se encontraba Neji apoyado contra la pared del gimnasio justo al lado de la puerta. Este último, a su vez, miró de reojo como Shion también parecía estar atenta a lo que ocurría. Aparte de eso, desde a fuera sin que el resto le viera, frente a una ventana, Sai igualmente atendía la situación en silencio.
Sasuke intentó echarla para atrás, pero ella quitó el brazo rápidamente. Tal vez lo hizo con demasiado brusquedad, pero no podía evitar sentirse algo molesta con él también, algo que el Uzumaki vio, tomando esto como una minúscula esperanza. Sin terminar de llegar a donde ella, Sakura volvió a hablar, haciéndolo frenar momentáneamente.
– ¿Eres sordo, Naruto? Acabo de decirte que repitas lo que has dicho. – insistió la ojiverde sin cambiar de expresión, cruzándose de brazos, demostrando que estaba atenta a su respuesta. No hubo respuesta. – ¿Por qué te callas ahora?
– Sasuke está jugando contigo… – Volvió a asegurar el Uzumaki en lo que terminaba de acercarse a ellos. Sakura no pudo evitar bajar la mirada en lo que negaba con la cabeza ante esas palabras, no daba creces a lo que escuchaba.
– Lo lamento, Naruto… Recuérdame también que fue lo que dijiste antes de eso. – dijo ella mirando a la nada con los ojos algo húmedos, no tardó en sentir como el rubio colocaba las manos en sus hombros. Lo que la hizo tensarse. Al igual que Sasuke, quien no pudo evitar apretar los puños. – Por favor…
– Le dije a Sasuke que se alejara de ti. – contestó Naruto con claridad, mirando al Uchiha con enfado. Cuando regresó la mirada a Sakura, ella la estaba mirando a los ojos de nuevo.
– Le dijiste que se alejara de mí, porque está jugando conmigo… – musitó Sakura como si estuviera asimilando lo dicho una y otra vez. Se podía escuchar varios murmullos, había cada vez más gente entrando al gimnasio, ya que se podían escuchar las suelas de los zapatos chirriar contra el parquet. – ¿Jugando conmigo cómo, Naruto? ¿Acaso te olvidaste de lo que él te dijo o solamente te haces el idiota fingiendo?
– ¿Qué? – habló Naruto confundido ante esas preguntas, cuando de la nada su rostro fue girado violentamente gracias a una fuerte bofetada en toda la mejilla que resonó por toda la habitación y que le hizo trastabillar de pie, quedando todavía más confuso y a la vez, en shock. Al igual que el público, que la gran mayoría jadeó de sorpresa, aparte de eso también hubo algunos bufidos de mofa y risas.
– ¿Cómo te atreves a tratar así a Sasuke? – empezó Sakura sin poder evitar empujar al rubio frente a ella lejos de si, cosa que no le costó demasiado. El rubio parecía en trance. Por otro lado, Sasuke no se esperaba esto, por un momento pensó que la Haruno se había dejado vender por la tontería de Naruto. Shikamaru por primera vez sintió como el Uchiha se pudo llegar a sentir.– Cómo te atreves a continuar montando escenas que me dejan en evidencia… A dar por sentado, que mi novio está jugando conmigo, cuando esta nueva burrada no es nada más que algo de lo que te has convencido por tu cuenta por tus estúpidos celos, otra vez.
Ese "otra vez" sonó pausado entre cada palabra, recalcando el comportamiento del rubio con Sakura últimamente. Neji negó con la cabeza ante la tontería del rubio, manteniendo la postura, inclinando la cabeza para no perderse ni un segundo.
– No podrá decir que no se le avisó… – reflexionó el Hyuga de cabellera castaña, mirando con frialdad al Uzumaki. – Maldito idiota…
La expresión de Naruto fue un poema para los pocos que podían verla. ¿Había dicho "novio"? Poco a poco volvió a voltear la cabeza para mirarla, ignorando el dolor presente y persistente en su mejilla, la cual estaba enrojecida.
– Realmente fuiste a decirle esto, justo después de que yo te dijera que todavía lo amo. – se atrevió a demandarle asintiendo levemente con la cabeza como si en cierta manera se estuviera mentalizando de todas y cada una de las acciones de Naruto, volviendo a cortar el silencio incómodo. – Además de eso, ¿Realmente pensaste que él no me lo contaría? Lo primero que hice al regresar a casa con él después de salir de la fiesta en casa de Kiba, fue preguntarle lo ocurrido. ¿Creíste que me mentiría, después de yo verte amenazarle? ¿Acaso también olvidaste de lo que me hiciste a mí allí? ¿Te lo recuerdo?
Ese aserto no hizo más que más gente volviera a hablar entre si, la gente que había asistido a la fiesta del Inuzuka se dedicaba a poner al corriente a la que no.
Shion apartó la vista del Uzumaki para colocar su mirada tono violeta en su hermanastra, sin poder evitar apretar sus labios entre si con indignación. No pudo evitar juguetear con su labio superior, moviendo continuamente su pierna con impaciencia.
Naruto relajó las manos cuando la escuchó decir eso, es como si estuviera cayendo al vacío y bien hondo, pero aun así se sentía incapaz de apartar la mirada. Sakura cerró los ojos en lo que tomaba aire en silencio, con el fin de intentar relajarse, mordiéndose el labio inferior de la rabia. Le estaba costando en demasía.
– Y la pregunta más importante, ¿Qué demonios te hace pensar… que iba a creerte a ti por encima de él? – se dignó a decir la Haruno, sin poder evitar sentir amargura. – ¿...O peor, que iba a dejar que él se alejara de mí?
Ante la absurdidad de la situación, la Haruno no pudo evitar soltar una corta e irónica risa.
– El hecho de que seas tú el que maquine todo esto, de que seas capaz de hacerle todo esto a Sasuke, tu mejor amigo, ahora mismo, de pensar eso de él… y a la vez, hacerme esto a mí… Es… – se atrevió a asimilar la pelirrosa tragando saliva, soportando el dolor. Encontraba mil maneras de definir lo que sentía, pero a pesar de eso, viendo al rubio, se sentía incapaz.
– Sakura, escúchame… – solicitó Naruto con ansiedad, pero la susodicha negó con la cabeza cansada. – Este bastardo ¡Tiene novia! Él me lo…
– ¡Se refería a mí! ¡¿Acaso no lo ves?! – interrumpió la ojiverde con hastío, enfado, decepción y que sabe qué más en lo que colocaba una mano en su pecho con el fin de señalarse. Ya dejando de estar dispuesta a escuchar cualquier otra cosa que Naruto pudiera decir, le costaba creer que el rubio no hubiera caído en cuenta de ello, que se empeñara en afirmar lo contrario. – Yo soy la novia, Naruto.
Tras dichas estas palabras, para el rubio, fue sentir todos los golpes que Sasuke le había propinado, más cada palabra que no se había creído, en bucle. Una y otra vez, cada vez más rápido. Sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta de como en el cuello de Sakura había algo brillante, que pronto recordó que se trataba de un collar con el abanico Uchiha.
– ¿Cuántas debo repetírtelo para que lo comprendas? – dijo Sakura con frialdad. Estaba abochornada, decepcionada, sentía ahora mismo demasiada negatividad. – Quita la estúpida idea de que siento algo por ti, de tu cerebro. ¡Tú y yo, no tenemos nada especial! Todo aquello siempre ha sido aprecio. Amistad. A pesar de haber cometido ese estúpido error aquel día… ¡Sabías perfectamente que lo rectifiqué!
– Sakura… – dijo el Uzumaki, tomando la iniciativa de intentar agarrar la mano de Sakura quien apenas sentir sus intenciones, Sasuke le agarró del brazo con fuerza, lo que le hizo arrugar la frente y plantarle cara con algo de sorpresa, contemplando como el pelinegro le observaba con severidad, apretando fuerte su brazo, como si intentara evitar que decidiera volver a intentar tocarle la mano o cualquier otra cosa libremente. – Yo… Te amo.
La susodicha no hizo más que suspirar exasperada en lo que apartaba la mirada. Los demás escuchaban en silencio bien atentos su respuesta. En lo que Sasuke apretaba una última vez el agarre que mantenía en Naruto, la novia de este pestañeó con una mirada que reflejaba decepción para finalmente voltear ligeramente el rostro aunque no se molestó en alzar su cara para mirar a quien consideraba, a pesar de todo, alguien importante en su vida.
– Hazme un favor, Naruto. – habló la Haruno, alejando su mano de su intento de agarre a pesar de que el pelinegro lo hubiera impedido, sintiendo como la mirada de ambos chicos se colocaban de nuevo en ella. – Olvídame.
Naruto solo se dignó a negar levemente con la cabeza, incapaz de creer lo que se le decía. Como si no quisiera escuchar más, sintiendo su corazón latir desbocado.
– Ahora soy yo, la que te pide, que no vuelvas a acercárteme. – soltó Sakura tranquilamente con dureza, mirándole a los ojos cuando lo decía, aunque apartándola instantes después para finalmente empezar a alejarse de ahí.
Fue al instante de verla irse de allí tras decir esas últimas cuatro palabras, cuando Naruto sintió como eso le atravesara el pecho y le arrancara el corazón de cuajo y seguidamente, este fuera empotrado contra el suelo. No se atrevió a verla marcharse, a pesar de sentir como si esta se desprendiera de él físicamente.
– De verdad que tienes un morro que te lo pisas, imbécil de mierda. – recalcó Sasuke en lo que soltaba de mala gana el agarre del brazo de su supuesto mejor amigo, sin poder evitar empujarlo hacia atrás con algo de violencia, para volver a apartarlo de él. – No engañas a nadie, Naruto. Puedes ser despistado, torpe, muchas cosas, pero no un estúpido. No voy a creerme el cuento de que olvidaste lo más importante de nuestra última charla en la cancha de detrás del campus, ni tu ceguera. ¡No cuando yo te lo he hecho ver personalmente!
Shikamaru, Chouji, Kiba y compañía miraron al Uzumaki después de que el pelinegro pronunciara esas palabras prácticamente gritando.
– ¿Qué es todo este escándalo? – habló Tsunade haciendo que la mayoría de miradas cayera en ella. Shizune se encontraba a unos pasos detrás de ella junto a otros profesores.
Con una última mirada de desprecio hacia el rubio debido a su actuar, Sasuke no hizo más que chasquear los dientes, ignorando lo mucho que su herida del labio escocía. Evidentemente, podía entender que estuviera dolido, pero eso no quitaba nada. Él no habría hecho eso con él en tales circunstancias.
– ¿A dónde cree que va Sr. Uchiha? – indagó la Senju mirándolo reprobatoriamente al ver como el susodicho empezaba a marcharse de ahí. Este no volteó ni a verla. Pasando entre Shikamaru y Kiba, la pandilla no hizo más que seguirlo con la mirada, sintiéndose más de uno intimidado severamente ante el aspecto de sus ojos. Ante la aparición de la directora y Shizune junto a Iruka, Jiraiya y Kakashi, la gran mayoría de estudiantes se marcharon de ahí.
– Yo me encargaré. – habló el Hatake empezando a seguir hacia donde se había dirigido sin que nadie se lo pidiera, lo que provocó que Tsunade le siguiera con la mirada en silencio.
– Tsunade si me permites, me haré responsa… – dijo el Goketsu con seguridad y confianza, esperando obtener tarjeta verde para hacerse cargo.
– No. – cortó ella mirando con mal humor al profesor de lengua y literatura, a lo que Jiraiya simplemente suspiró. – Umino y tú no haréis nada. Regresen a sus puestos. Shizune haz venir a Ibiki y a Gai. Qué Koketsu y el otro como se llame, prosigan con la tarea de encerar el suelo.
– Ahora mismo, directora Tsunade. – aseguró la morena de cabello corto, retirándose de ahí caminando con algo de prisa.
– El resto, salvo Namikaze… , si tardan en irse, se quedarán después de clase hasta la hora de cierre. Vosotros escogéis. – dictaminó la Senju arrugando la frente con enfado mirando a los estudiantes que permanecían ahí. Su expresión y presencia no tardó en hacer efecto, sabiéndose de quién se trataba.
– El crío se apellida Uzumaki, Tsunade… – corrigió Jiraiya, siendo ignorado. A la susodicha le daba igual. Sabía que este era el único hijo de Minato y de Kushina. El parecido del muchacho con su padre era evidente, pero las expresiones eran de su madre, al igual que su manía en ser impulsivos hasta usualmente llegar a las manos. Constantemente.
– Creo recordar haberte dicho que vuelvas a tu trabajo, Jiraiya. Espero no tener que repetirlo o me harás perder la paciencia. – respondió ella colocando las manos en jarra por su cintura. El mencionado no hizo más que suspirar tras hacer una mueca, mientras Iruka miraba con preocupación a su alumno… Hasta que ambos no tuvieron más remedio que ponerse en dirección a la puerta que daba al pasillo de regreso al edificio principal.
Neji fue de los últimos que salió de la habitación, al igual que Shion, quien no podía evitar sentirse mal al ver que Naruto seguía en las mismas, terminando por ocasionar todo esto. A último momento decidió quedarse a esperar al rubio, justo a fuera de la puerta del recinto.
Shizune no tardó en regresar con ambos profesores, fue entonces que la rubia no se entretuvo en hablar con ellos y caminó directamente hacia Naruto.
– Desde que empecé a trabajar aquí… Sabía que terminaríamos por conocernos más temprano que tarde, de la misma manera que no me extraña, que haya ocurrido de esta manera… Conociendo de memoria, tu expediente académico. – comenzó Tsunade con seriedad, aunque sin alzar la voz. – Una expulsión de varios días acompañados por frecuentes castigos después de clase y eso solo es durante primer trimestre. En eso retiras a Kushina.
Naruto alzó sus ojos azules para posarlos en la directora, al escucharla hablar de su madre. Esta comprobó lo tenso que se encontraba, pero eso no era de su total incumbencia.
– Estás acostumbrado a limpiar de arriba abajo ventanas, suelos, baños, de todo… pero eso es algo que los estudiantes, a pesar de los empleados que trabajan de eso aquí, ya habéis aprendido desde primaria. Creo recordar. Por lo que eso es algo que aquí no harás más. – resumió Tsunade soltando aire por la nariz. – ¿Profesor Maito?
– ¿Sí? – dijo él parado al lado de Ibiki, el cual le miró momentáneamente para seguidamente volver su mirada de nuevo en la directora.
– Genma, será tu suplente durante el resto de clases de educación física de hoy. Estarás ocupado en otra cosa, con Morino. – explicó la rubia de ojos avellana tendiéndole a Shizune un disco y varios folios que parecían instrucciones en lo que seguidamente cambiaba de postura, volviendo a cruzar los brazos en lo que volvía a dirigirse al Uzumaki. Shizune ipso facto le tendió el material al profesor de gimnasia. – Viendo que te gusta empezar peleas, o cualquier tipo de problema... Haré uso del método de castigo, de tu padre Minato.
Naruto volvió a tensarse al escuchar el nombre de su padre, lo que le hizo apretar los puños, algo que no pasó desapercibido para la Senju, quien alzó las cejas aunque no le incomodó ni hizo que se echara para atrás.
– Nueve cursos Navette consecutivos. O como antiguos alumnos lo llaman, las 9 colas Kyubi.– dijo ella en lo que se giraba, dispuesta a regresar a su despacho para avanzar más faena. Sus tacones resonaban por toda la instancia. – Si no lo acabas, intentas librarte haciendo trampa o por cualquier estupidez, quedas expulsado definitivamente y ten en cuenta que Hiruzen ya no está para impedírmelo.
– Veamos con cuanta energía te quedas, muchacho… – pensó Tsunade inspirando aire con molestia.
Era curioso que los antiguos estudiantes hubieran escogido ese apodo para el castigo que imponía Minato a los estudiantes que causaban demasiado alboroto. Comenzabas corriendo poco a poco, e ibas aumentando el ritmo hasta quebrar tu resistencia como si se tratara de un interválico. Hacer esto consecutivamente durante tres horas, nueve tandas justas, te llevaba al límite, hasta que no podías más.
– ¿Para qué se me necesita, directora Senju? – indagó Ibiki acercándose a la misma, acompañándola hacia la puerta, seguida de Shizune.
– Quiero que te asegures de que cumpla con el castigo a rajatabla. – zanjó ella solo para él en un susurro cerca él, abriendo la puerta sin esfuerzo y sin ayuda, andando al frente de los demás profesores tan campante. El profesor de matemáticas no hizo más que pasar la lengua por debajo de sus dientes con fastidio, empezaba a arrepentirse haber dejado su trabajo como soldado.
Fue entonces que finalmente Naruto se quedó solo en la habitación, aunque solo momentáneamente.
Antes de que Shion pudiera acercarse, Sai se le avanzó, caminando hasta dónde estaba Naruto. El pelinegro vio como su amigo chasqueaba los dientes, comprobando como le temblaban hasta los puños.
– Sasuke y… Ella… – pensó con dificultad él sin poder evitar que la foto enmarcada que había en su habitación, donde salían ellos tres. En la ceremonia de apertura del primer ciclo de segundaria, su primer año de instituto.
"La quiero, imbécil. Estoy enamorado de Sakura. Tardé en darme cuenta, nada más."
"Vigila en cómo te diriges a mi novia o me olvidaré que eres mi mejor amigo. De verdad."
Vigila en cómo te diriges a mi novia…
A mi novia… Sakura…
Naruto no pudo evitar imaginarse a la Haruno de aquel día en la cafetería, devolviéndole la mirada con tristeza. La escasez de luz en sus ojos que nunca podría saber del todo si eran totalmente verdes o si de era cierto que tenía tonos azules como parecían. A los de él que locamente adoraba. Otra punzada en el pecho le hizo cerrar los ojos.
No escuchó a Sai pronunciar su nombre.
"Tú y yo sabemos, que no era verdad"
"Lo siento"
– Tch… – musitó Naruto con rabia, empezando a chirriar los dientes por inercia en lo que sentía que sus ojos empezaban a humedecerse, lo que le hizo ocultar su vista con su brazo con prisas. – Tschzj…
"Hazme un favor, Naruto"
"Ahora soy yo, la que te pide, que no vuelvas a acercárteme."
"Olvídame"
Sasuke pateó con cierto volumen de fuerza la máquina expendedora con el pie desde abajo para lo que se había pedido, cayera a la primera en la cesta dejando que él pudiera sacarla fácilmente.
– Ahórrate la charla, Kakashi. – musitó el pelinegro rudamente y con obvia ironía, volteando a mirar al profesor, el cual estaba de pie a unos pasos de él. – Nada que digas me quitara las ganas de patearle al culo al consentido de Naruto, pero no te preocupes… Me aguantaré.
– ¿Qué demonios ha ocurrido para que peleéis ahora? Os he avisado hoy mismo… – recalcó Kakashi con pesadez además de enfado.
– Le preguntas al tío equivocado. – respondió el Uchiha tajante mientras abría la lata de bebida energizante, mirando a su tutor con una ceja alzada. Le daba igual que se molestara con él y que tuviera que castigarle. – Estaba con Sakura, vino Naruto encabronado…
– Habla bien, Sasuke… – riñó Kakashi impaciente en lo que suspiraba y relajaba los hombros.
– Vino Naruto bien enojado, a menos de un paso él ya tenía el puño alzado para darme en toda la cara. – corrigió él en tono irónico volteando los ojos en lo que acercaba el refresco a su boca. – Como comprenderás, intenté no enfrentarme a él… Hasta que me cansé. Solo me defendí.
El Hatake siguió al pelinegro hacia las ventanas del pasillo donde se encontraban. Ahí el último se apoyó de espaldas contra la pared. Mirando el suelo distraídamente.
– En la fiesta en casa de Inuzuka, prácticamente, me amenazó que no me acercara a Sakura. – comentó Sasuke de la nada. Kakashi pestañeó asimilando esa información, escuchando en silencio. – No fue técnicamente una pelea lo que ocurrió ahí, pero le molestó ver que me negaba a ello. Pensaba que estaba jugando con ella… No se le pasó por la cabeza que ella me interesaba. Cuando la empujó violentamente…
Kakashi no pudo evitar tensar la mandíbula al escuchar esto último sobre Naruto, aunque su mascarilla ayudaba a hacerle parecer impasible.
– Mi cuerpo reaccionó por su cuenta. – añadió el Uchiha como si nada. El profesor pudo ver que no mostraba pizca de arrepentimiento sobre haber eso hecho, no lo culpaba. – Lo noqueé de un golpe.
Después de dar otro sorbo, el pelinegro se limpió la boca con las manos, siseando de dolor debido a la herida en su labio.
– Días después de estar ignorándole, hablamos y le dije lo que sentía por Sakura, fui lo necesariamente claro como para que entendiera lo que trataba de decirle. Que somos pareja… – razonó él jugando con el refresco con las palmas de sus manos.
– ¿Ocurrió algo hoy? – cuestionó Kakashi. Era innecesario hacerlo, conocía a esos tres lo suficiente como para saber que lo que se le contaba no era todo.
– No quise hablar con él antes de entrar. – contó Sasuke con pasividad en lo que negaba con la cabeza fastidiado.
– ¿Se puede saber por qué? – dijo el Hatake cruzándose de brazos en lo que tomaba aire.
– Sakura me lo ha contado todo. – contestó el Uchiha en lo que ni se molestaba a mirar a su profesor. – Lo del maltrato de su madre, el abandono de su padre, el acoso de ese par de… En fin. Repito, no me apetecía escucharle ni tampoco hablar.
– ¿Lo hizo, eh? – dijo Kakashi aventurándose a colocarse al lado del pelinegro imitando su postura contra la pared en lo que asimilaba esa noticia, aunque sin descruzar sus brazos. – Eso es bueno.
– Está enfadada conmigo. – reconoció Sasuke con el mismo tono de voz de antes. Ese detalle no le gustaba para nada. Estaba claro que había logrado molestarla por el simple hecho de pelearse con Naruto.
– No la culpes por ello, Sasuke… Os ha visto pelear desde la pre adolescencia, vuestra pelea más fuerte ha prevalecido en su mente desde entonces. – razonó Kakashi con tranquilidad. – Sakura suele perdonar, pero nunca olvida. Si me quieres hacer caso, habla con ella y discúlpate, solo que espera a que se calme… Da algo de miedo cuando se pone así.
– Hn. – musitó él en lo que no podía evitar levantar una comisura de su labio. Fue entonces que recordó algo que cambiaría el tema de conversación. – ¿Es verdad que preñaste a tu novia?
Kakashi no hizo más que quedarse estático ante esa pregunta. Era obvio constatar que la Haruno era quien se lo había dicho, no solo se había abierto en temas personales. La pequeña sonrisa burlona del Uchiha no pasó desapercibida, aunque esta pronto desapareció cuando el Hatake hizo uso de su novela para golpear su cabeza de la nada.
– Ve a la enfermería antes de que termine el descanso. – solicitó el profesor sin molestarse en responder a la pregunta, aunque tampoco es que hiciera falta.
– ¿No vas a castigarme? – preguntó el Uchiha mirando con molestia al Hatake acariciándose la zona del golpe.
– No. – respondió él con simpleza. – ¿Por qué? ¿Quieres que lo haga?
La expresión impasible y el silencio del pelinegro fue suficiente respuesta. Tanto que Kakashi ni se molestó en mirarlo.
– Si te preguntan diles que te puse un trabajo de filosofía para mañana y ya está. – zanjó él con tranquilidad en lo que abría su novela y predisponía a irse. Tenía que ocuparse de ciertos asuntos.
Tras regresar momentáneamente a la sala de profesores para recoger algo de debajo su mesa, Kakashi subió por las escaleras hasta llegar al rellano previo a la puerta de la azotea. Suspiró tranquilo cuando se encontró con la Haruno sentada en las escaleras. Lo que indicaba que se había encontrado con la puerta de la azotea cerrada con llave.
Sonrió cuando ella se quitó los auriculares para escucharle, desde dónde estaba parado se podía escuchar una canción que parecía ser de rock. Lo que le hizo sonreír, le gustaba ver que ella disfrutaba de ese género, algo en lo que también tenía en común con Sasuke, no solo con él.
– ¿Por qué has venido hasta aquí sabiendo que la azotea estaría cerrada? – indagó Kakashi apoyándose contra la barandilla de las escaleras mientras miraba a la pelirrosa. – Te vi leyendo el folio con los cambios y nuevas normas, así que ya sabes que ya no se puede ir.
Tsunade se había preocupado más de la cuenta al ver la poca seguridad que la azotea tenía para los estudiantes. La barandilla era demasiado baja, por lo que hasta que no se cambiara o se remodelara, cosa que sería pronto, no se podría acceder. Este detalle no había sido explicado en el boletín de normas.
– Tenía esperanzas de que Koketsu o Izumo se olvidaran y la dejaran abierta… – explicó la Haruno parando la música, volteando a ver al Hatake. – Soy el centro de atención hoy, si ya lo era por las fotos del foro… Ahora por culpa de Naruto, otra vez. Quería esconderme de todos.
– ¿De mí también? – cuestionó con diversión Kakashi haciendo que Sakura torciera la boca.
– Sí. Sabía que me buscarías para hablar sobre lo ocurrido. – comentó ella sinceramente con pocas ganas, dejando su teléfono en el regazo con sus piernas estiradas que no rozaban la pared recién pintada, cruzándose de brazos.
– Te dije que escondernos en el aseo de mujeres era mejor idea, pero no quisiste hacerme caso… – señaló su consciencia, haciéndola suspirar con molestia. – Tozuda.
– No pienso ir a hablar con Naruto, Kakashi. – afirmó la Haruno sin molestarse en voltear el rostro hacia el mencionado. – Estoy enfadada con él. Demasiado cansada de su comportamiento conmigo. De que actúe de un modo y me objetivice como el motivo, el detonante… ¡¿Tienes idea de lo ofensivo que es la gran mayoría de veces?!
– Está enamorado de ti, Sakura… – razonó el profesor con tranquilidad, aunque algo satisfecho al ver que su alumna preferida no decidía callarse.
– ¡¿Y qué?! – respondió la ojiverde alzando la voz, haciendo un gesto con ambos brazos, demostrando su exasperación y lo absurdo que era todo esto. – Por favor Kakashi, deja de justificarle y defenderle…
– No es verdad… – habló Kakashi sin poder evitar tensarse ante el tono de voz de la pelirrosa.
– ¡Si que lo hacéis! Tú, Iruka, Jiraiya y Sarutobi… Le habéis respaldado muchas veces. Más que a los demás, no vengas con ese cuento, Kakashi. Puede que seas el que menos, pero eso no resta nada. – respondió Sakura con seguridad en lo que decía, totalmente convencida. – Lo peor de todo no es solo tener que rechazarlo tantas veces. ¡Lo que me molesta, no es nada más que su actitud posesiva…!
El profesor no pudo evitar asentir levemente, pero se preocupó cuando le pareció ver que la pelirrosa se aguantaba las lágrimas.
– Lo que ha hecho hoy, solo ha conseguido que lo vea como lo hago con respecto a Zaku y Dosu… – soltó Sakura volteando la cabeza hacia el lado de la puerta. – Alguien que se cree con el derecho de ir diciendo por ahí de alguna forma que le pertenezco…
Tuvo que pestañear rápido para evitar que sus ganas de llorar aumentaran, no tuvo más remedio que ayudarse también tragando saliva.
– Se que Naruto podrá haber tenido una infancia muy solitaria, pero no es el único que lo ha pasado mal. – aseguró ella con tristeza, negando con la cabeza, no se refería a ella. – Pero eso no debe volvernos ciegos cuando él se equivoca, no ocurre lo mismo cuando Sasuke lo hace, al igual que conmigo… ¿Tienes idea de cuantas veces he tenido que ir al despacho de Hiruzen solo por estupideces?
Mirando la hora desde su móvil resguardado en el bolsillo de su pantalón, el Hatake decidió sentarse dejando escapar a propósito un sonoro suspiro.
– Tal vez tengas razón en ciertos puntos, Sakura. – habló él con tranquilidad mirando el cristal borroso de la ventana que evitaba que entrara demasiada luz. – Y te complacerá saber que la nueva directora le castigará como le corresponde… , pero él no tiene las mismas intenciones que ese par.
La Haruno no hizo más que negar con la cabeza cuando de pronto sonó la campana de fin del descanso. No tardó en doblar las piernas y levantarse al igual que Kakashi.
– No me pienso tragar eso ni una vez más, Kakashi… Todo viene de lo mismo. Nepotismo y machismo. – terminó Sakura mientras se acomodaba el uniforme de todas partes, eliminando algo de polvo de la falda. – No me veo capaz de volver a confiar en él. Me faltan las ganas.
Dichas palabras no hicieron más que conseguir que el profesor cerrara los ojos. Quién sabe si la pelirrosa entendía lo que significaba eso y pese no juzgarla, al igual que el Uzumaki y Sasuke… se precipitaba tomando decisiones. Aunque la Haruno siempre había sido más meticulosa.
– Toma. – dijo el Hatake con otro suspiro, ofreciéndole una bolsa, la cual la ojiverde no se había fijado que llevaba. Al tomarla se dio cuenta de que se trataba de compresas, tampones, calmantes para los retortijones, un par de barritas de chocolate y chucherías varias. – No me cuestiones y solo cógela, sé que estás en esos días del mes.
Se había percatado de que la Haruno se le había pasado comprar ciertos productos, por lo que para evitarle contratiempos, se le adelantó antes de ir a trabajar. Sin saber que en realidad le había salvado de manchar.
Tomando la bolsa, la pelirrosa musitó un –Gracias– en voz baja, siendo respondida por la palmada en la cabeza usual del Hatake con ella en lo que la veía abrir una de las chocolatinas, para enseguida empezar a bajar por las escaleras con el fin de ir de camino a su aula.
– ¿Sakura? – pronunció el profesor siguiéndola por detrás algunos pasos más atrás, haciendo que ella volteara la cabeza y frenara para escucharlo con atención. – Gracias a ti también.
– ¿Por qué? – respondió ella algo confundida tras masticar y tragar el alimento en su boca.
– Por contarme esto. – dijo Kakashi con una sonrisa leve sin frenar su andar, llegando a avanzarla por el lado, con el fin de regresar a su lugar en la sala de profesores. Se sentía feliz de que poco a poco, la Haruno se hubiera atrevido a hablar de lo que le molestaba, de abrirse. Hace menos de medio año esa posibilidad casi que ni existía.
Sakura fue las primeras personas en llegar al aula, caminando hasta su pupitre, ignoró a la única persona que se encontraba ya sentada en su asiento. Hinata. Esta si se dedicaba a observarla fijamente con su teléfono en la mano sana, con la pantalla abierta. Leyendo todo lo ocurrido.
– Estúpida… – susurró la pelinegra casi más para ella que para la Haruno, aunque no evitó que fuera escuchada.
Ya sentada en su asiento, no pudo evitar hacer una mueca sarcástica mientras guardaba la bolsa que le había dado el Hatake dentro de su mochila. ¿Se suponía que debía sorprenderse? ¿Qué debía sentirse mal por esos insultos?
– ¿Por qué no te levantas y te atreves a venir a decírmelo a la cara, Hinata? – dijo ella atrapándola infraganti, la Hyuga no hizo más que mirar hacia un lado con rabia. – Ah, es cierto… Que lo tuyo es ir por la espalda de los demás.
Decidiendo ignorarla, en vez de volver a tirarse dentro de la piscina llena de desprecio que le guardaba a la Haruno, volvió a mirar el foro del instituto. No se arrepentía de haber colgado esas fotos de ella con el Uchiha. No estaba ahí con Neji y los demás, evidentemente no fue invitada. Tampoco es que su padre la fuera a dejar ir con su estado de salud. Las fotos no las hizo ella, pero cabe mencionar que antes de estar en el foro, fueron esparcidas por los diferentes chats estudiantiles del instituto. A estas alturas, que importaba si se la tachaba como la rara que no deja de espiar a Uzumaki y demás. ¿Y qué si lo era?
– Por cierto, enhorabuena por el compromiso. – se atrevió a musitar Sakura volteando la cabeza a duras penas lo suficiente para mostrar su expresión de burla. – De verdad espero que seas feliz.
Disfrutó escuchando el golpe seco que la pelinegra hizo al dejar su teléfono encima de su pupitre. ¿Por qué la gente no ignoraba sus avisos, lo que decía? Si lo hacía era por algo… No pudo evitar soltar una risita cantarina que enervó a la Hyuga.
– Yo que tú borraría las fotos del foro. – sugirió la pelirrosa empezando a abrir el material para la siguiente asignatura, haciendo que la pelinegra alzara la vista hacia ella, intentando no aparentar sorpresa a pesar de estar su ex amiga de espaldas ¿Cómo lo supo? – Te delataste tu sola al tener la misma imagen de girasoles de perfil en todos lados. Si pensaste que tener esas imágenes en la web me haría algo, no puedes estar más equivocada… Más bien te perjudica a ti. Anko no tardará rastrear tu perfil fácilmente, al fin de cuentas después de lo de Ami, es normal que se tengan en cuenta casos de ciberbullying y uso de imágenes de otras personas sin el debido consentimiento, si dan información sobre las normas, es por algo.
– Es de lo más probable que ahora mismo la directora Senju se encuentre hablando con tu padre, por teléfono… – sugirió Sakura cruzando una pierna encima de la otra después de acomodarse en su asiento.
Los ojos grises de Hinata miraron con algo de temor el aparato encima de su mesa, como si esperase que la llamada entrante de su padre no tardara en verse por pantalla. Se sentía con la soga en el cuello.
– ¿Quién es la verdadera estúpida aquí? – canturreó la pelirrosa en lo que apoyaba el codo encima de la mesa y descansaba su bonito y maquillado rostro, encima de su mano. – A la próxima, Hinata… Haré como tú y no sabrás por donde te cae. No volveré a molestarme en avisarte.
Justo en ese momento, se abrió la puerta y fueron entrando varios compañeros de clase, entre ellas Shion. Lo que hizo que la Haruno desconectara parcialmente de la conversación para centrarse en leer el tema de la próxima clase, derivaciones. Viendo como Toneri estaba entrando a la habitación caminando hacia ellas, decidió voltear en la silla para encarar a Hinata con una sonrisa traviesa.
– No lo sé, tal vez me apetezca tener una interesante charla con él, sobre tus sentimientos por… – dijo altanera la pelirrosa señalando con la cabeza sutilmente hacia Toneri. La mirada histérica de la Hyuga en lo que ella se levantaba de golpe de su silla, a pesar de todavía llevar una férula en uno de sus brazos y otra en una pierna, le divirtió.
– Así que no lo sabe… – confirmó la pelirrosa alzando las cejas con mofa, sin sentirse intimidada en absoluto. La mirada de Hinata lo confirmaba además parecía como suplicar que no terminara la frase, se quedó observando el aspecto de la susodicha con impasibilidad. Usaba prácticamente el mismo look con la que Ino y ella la habían maquillado en las colonias, aunque ahora mismo no aplicado del todo correctamente, todos los días desde entonces. Uno hubiera pensado que haría totalmente lo contrario, que no usaría nada ni se dignase a copiar looks que ella, Ino y otras chicas, si es que no se imaginaba cosas raras. ¿De lo contrario, por qué usar diadema roja, usar deportivas de la misma marca que ella, etc.?
– A veces lo mejor es saber cuando callar y no hacer nada, ¿No crees, Hinata? – insinuó con ironía, volviendo a sonreír falsamente, captando la mirada de Toneri y otros estudiantes para finalmente girarse de vuelta, dejando a la prima de Neji respirando continuamente con nervios. – ¿Acaso se atreverá a ponerse a llorar?
– ¿Por casualidad no estará burlándose de mi prometida? – cuestionó Toneri en voz alta mirando con molestia a la Haruno, que solo soltó un bufido de burla mientras volvía a su postura de antes, haciendo que el Otsutsuki arrugara el entrecejo ante esa prepotencia. Varios voltearon la cabeza hacia él y no tardaron en colocar la vista a Sakura justo después.
– ¿Por qué mejor no te preocupas de que mi prima no se dedique a incordiar a Haruno, Toneri? – habló Neji sentado al borde de su pupitre al lado de Tenten, que también estaba atenta a lo que ocurría. – Me quitarías un peso de encima.
El Otsutsuki miró impasible a Neji durante unos breves instantes, para seguidamente regresar la vista a la pelirrosa, que no hacía más que ignorarle. Con una última mirada al primo de su novia, volteó y siguió andando hasta finalmente sentarse a su lugar correspondiente al lado de Hinata, quien no tuvo más remedio que imitarle, aunque en ningún momento volteó a verlo y ni se planteó agradecer su intento de defenderla.
Segundos después, Sasuke decidió hacer acto de presencia en el aula, creando silencio por toda el aula en lo que el resto le observaba caminar hasta su pupitre, tomando asiento en su silla tan campante. Algunas risas femeninas y susurros se pudieron escuchar, ya que encontraron el levemente magullado rostro algo seductor, pese tener un pequeño parche en el extremo de la ceja y otro en el labio.
El pelinegro comprobó como su novia, la cual apretaba los labios y mantenía una mirada de enfado, evitando voltear el rostro hacia él. ¿Era ese estúpido libro más interesante que él acaso? Tomando el teléfono del bolsillo de su sudadera, no tardó en empezar a escribir en lo que la clase terminaba de llenarse de gente.
– Lo siento. – envió él rápidamente, resguardando el teléfono entre sus manos, encima de su regazo.
El sonido de notificación de la pelirrosa sonó, por lo que ella rápidamente tomó su móvil escondido dentro del cajón de su pupitre para leer el mensaje atentamente.
Iba a responderle, hasta que por el rabillo vio como Naruto era el siguiente que ingresaba acompañado de Jiraiya e Ibiki. Las heridas de su rostro también habían sido atendidas. Apartando la mirada del rubio con incomodidad, giró el rostro hacia la ventana para no ver como se sentaba en su asiento, mirándola a ella. Además de a Sasuke.
Nadie quería estar en el lugar de ellos tres en ese instante. Ninguna chica quería en medio de la pelea de dos chicos, y cada chico, pese poder sentirse identificado por uno de ellos dos, tal vez con ambos de alguna manera… Razón número uno por lo que casi todos los presentes, sabiendo lo ocurrido, no podían evitar mirarlos. Aunque tanto el Uzumaki y el Uchiha, miraran más a Sakura que entre si.
– Empecemos con la clase. – dijo Ibiki aprovechando que todo el mundo callara después de ingresar, dejando tranquilo a Jiraiya, el cual con una mirada fija hacia ambos amigos, terminó por irse.
Jiraiya se sentó con una expresión cansada frente a su mesa de trabajo en la sala de profesores. Solo estaban Kakashi, Kurenai y Anko presentes. Los demás estaban impartiendo clases.
– Espero que hayas castigado al Uchiha como se debe, Kakashi… – comentó él girando la silla, apoyando el codo en el extremo de su mesa. – Con uno que esté a la par del que le ha tocado a Naruto.
– Curioso que digas eso después de escucharte intentar disuadir a la Senju de que aflojara el de Naruto. – respondió Kakashi tranquilamente, escribiéndole un mensaje a Itachi sobre lo ocurrido por obligación. – Sasuke no empezó la pelea y aunque eso no justifique sus actos, cabe constatar que a diferencia de Naruto, él no ha empezado ninguna pelea desde su readmisión.
– ¿Viste como le dejó la cara? – se quejó el Goketsu con cierto enfado, Kakashi solo alzó las cejas.
– Personalmente, Naruto se lo ha buscado por su cuenta. – dijo el Hatake sin darle mucha importancia a su opinión y la de los demás, sin molestar en mirar a Jiraiya, quien no podía creer lo que escuchaba, o a nadie en particular. – Soy su tutor por algo, Jiraiya. Eso significa, que yo si que me involucro en todos los problemas relacionados con mis alumnos. Por lo que puedes estar tranquilo.
Ambas mujeres en la sala se miraron entre si, al ver la leve y concisa discusión por parte de ambos profesores, que había dejado mal parado, en cierta manera al de lengua y literatura, indirectamente obviando su poca mañana a la hora de educar a su ahijado, de quien tenía la tutela hasta su mayoría de edad. ¿Sería el turno de ellos pelear? ¿Qué les pasaba a los hombres?
En el despacho de Tsunade, se encontraba ella sentada en su escritorio limándose las uñas en lo que volvía a leerse el historial académico de Naruto.
– ¿En qué demonios está pensando Hiruzen? – meditó la rubia en lo que observaba las notas de cada año del muchacho. – ¿Realmente quiere darle la beca a él?
Reconoció a Shizune a fuera de su despacho por la manera en como llamaba a la puerta, por lo que sin decir nada, la pelinegra entró como si nada con varias carpetas que dejó encima de la mesa para que las revisara.
– Está el padre de Abumi, que espera hablar con Danzou. – informó ella en lo que se predisponía a recoger la bandeja con la taza de té vacía.
– Eres la jefa de estudios, Shizune. Ya no eres mi asistente, que lo limpie la recepcionista. – dijo la Senju con una sonrisa algo divertida, haciendo a su colega sonreír, tenían una amistad de años. – Hazle pasar y ocúpate de entretener a esa sanguijuela en esa reunión con la junta de padres. Si ves que al salir hablan entre si, ya sabes qué hacer.
Más de cinco minutos después, Bekko se encontraba ingresando al despacho de Tsunade seguidamente de que la pelinegra le abriera la puerta.
– Encantada, Sr. Abumi. Danzou no me dijo que teníais una reunión prevista hoy. – saludó Tsunade ofreciéndole asiento al diputado, quien lo tomó en silencio algo confundido. – Tendrás que disculparlo, ha tenido que asistir a una reunión demasiado importante. ¿En qué puedo ayudarle? El padre de Dosu Kinuta ya ha hablado conmigo y me ha puesto al corriente de la situación… Le escucho.
Inspirando levemente en lo que se acomodaba en la butaca frente al escritorio de la directora, empezó por toser sin poder evitar estar algo nervioso. El bochorno que le hacía pasar su hijo no hizo más que hacerle ser objeto de miradas y demás que no hacían más que manchar su reputación. Sus subordinados no estaban complacidos y rezaba por que no le hicieran dimitir.
– Me interesaría disuadir la idea de que mi hijo sea expulsado de aquí. – elaboró el Abumi con seriedad, descansando cada brazo en los reposabrazos de su asiento. Tsunade no hizo más que alzar las cejas extrañada. ¿Acaso le había metido alguien esa idea en la cabeza? De ser así solo había una persona capaz…
– Con el debido respecto, lo que su hijo haga fuera de este centro no es asunto nuestro, Sr. Abumi. Su hijo podrá haber sido expulsado temporalmente varias veces, pero fuera de eso, no es el único estudiante que se comporta igual. Aunque definitivamente debería asistir más a clase, a pesar de Hiruzen ponerme al corriente... – respondió Tsunade con franqueza, haciendo ruido con las uñas de una mano contra la madera de su escritorio. Su antecesor le había dicho que con Zaku Abumi, era mejor dejarle a su aire porque era una persona prácticamente apenas tolerable sociológicamente. Ignoraba a los profesores, atacaba a otros compañeros y a veces personal docente, hacia vandalismo, etc. Todo un caso… Además, se le había insinuado que el padre había hecho donaciones, pero no constaba nada, y eso le daba mala espina. Era una situación enrevesadamente complicada.
– No se enseña nada a los estudiantes si se los expulsa, ¿Sabe? Esta es una institución reconocida como una de las mejores por el estado. Mírelo de la siguiente manera, si acaba por graduarse sin meterse en problemas severos, le será mucho más fácil encontrar un empleo en el futuro y para seguir con formación no obligatoria, necesitaría el título de educación secundaria superior. Por ahora, yo decido no rendirme con su hijo… ¿Eso era todo? – Las mentiras que tiene que decir la gente una, para dar la impresión de crédula a los demás. Aun así, tampoco lo podía echar con el inusualmente vacío expediente escolar del hijo de este hombre, algo que le sorprendía hasta al mismo Hiruzen. Estaba empezando a arrepentirse de hacerse cargo del instituto. Una de las pocas cosas buenas de aquí era que contaba con un laboratorio con suficiente material como para hacer sus investigaciones médicas. Tenía a sus dos trabajos, en el mismo sitio.
– Sí, gracias, Directora Senju. – se despidió el hombre, sin asombrar a la rubia, que observó al padre inclinarse antes de salir del despacho. Danzou todavía no había vuelto, pero todavía había las mil y una formas de que el Shimura se las empeñara para reunirse con el diputado. Cuando Bekko salió de la habitación, la Senju resopló.
– Estúpidos hombres… – renegó la directora con una mirada de molestia hacia la puerta, en dirección donde ese hombre acababa de salir. Esos dos le daban escalofríos.
Primero dos alumnos se pelean, después Jiraiya le daba la vara hasta el punto de agotar su paciencia, sin hacerle caso a lo que le decía y ahora esto… Más lo mucho que le aborrecía tener que soportar las manías de Danzou a la hora de hacer su trabajo, las cuales se dedicaba a callar…
La notificación de su teléfono que le informaba que había perdido otra apuesta, la desanimó todavía más.
Levantándose con el fin de acercarse a la puerta, salió de su despacho con el fin de ir hacia el laboratorio de nuevo.
– ¡Tsunade! Necesito hablar contigo… – dijo Jiraiya acompañándola fuera de la sala de profesores.
– Si es sobre tu crío, no quiero escuchar nada más. – repitió la Senju acomodándose la blusa que llevaba puesta, interrumpiendo al albino, que no hizo más que suspirar.
– ¿Nueve cursos Navette, Tsunade? ¿En serio? – respondió algo incrédulo Jiraiya mirándola con los brazos cruzados. – ¿Es que acaso quieres dejarlo incapaz de moverse? Deberías saber que tiene educación física esta tarde.
– Ese muchacho, necesita disciplina, Jiraiya. Que yo recuerde, no hiciste tanto escándalo cuando Danzou lo expulsó pocos días… Algo que ya sabes, que en este instituto, abre expedientes que se verán cuando intente entrar a la universidad. Míralo como quieras, pero os estoy haciendo un favor. – razonó Tsunade firmemente con cierto tono altanero mirando al profesor de literatura fijamente. – No sé qué verás tú como castigo, pero como sabrás, planeo mejorar todo este campus y cuando digo todo, significa de la a a la z. Limpiar ventanas, suelos es algo que cualquiera puede hacer y tu ahijado, si sigue en ese plan, será su trabajo para toda la vida.
– Básicamente, me estás diciendo que no lo he educado bien… – contestó el Goketsu con cierto enfado ante lo que acababa de escuchar.
– Estoy diciendo que no lo ha educado nadie, algo que no solo te culpa a ti. – afirmó Tsunade como si nada, era algo que no le había hecho falta ver por como Hiruzen hablaba del Uzumaki. – No le vendría nada mal, que alguien le enseñe de lo que está bien a lo que está mal, a entender que ciertas acciones tienen consecuencias. Todavía es un crío, Jiraiya. No tiene nuestra edad. Ese castigo, no es ni más ni menos que una lección para que aprenda que todo suele agotarse, como sus oportunidades en seguir estudiando en el segundo mejor instituto del estado.
– Sus padres… – intentó Jiraiya viéndose interrumpido casi al instante.
– Sus padres lo querrían así. – interfirió la Senju sin tapujos afilando la mirada hacia el Goketsu. – Se acabó el tema, ¿De acuerdo? A no ser que quieras que en vez de nueve sean doce.
Ante eso, el padrino de Naruto no hizo más que estirar la boca en una mueca. No le sorprendía esa actitud de ella.
– ¿Sigues siendo así de tajante y dura con tus pacientes? – comentó con cierta diversión Jiraiya en lo que alzaba las cejas.
– Mis pacientes no son tan cargantes como lo sois tú, el crío de Namizake y compañía… – aclaró ella como si nada dejando a su excompañero de clase, ahora colega de trabajo, con cara larga ante ese insulto.
A última forma se les informó a los dos únicos grupos de último año que tenían educación física ese día, que Genma les haría las clases a la misma hora. Algo que no les apetecía para nada a varios.
– ¡Escucho otra queja y les hago dar cuatro vueltas más! – dijo bien alta el entrenador con un pie encima de la punta de un cono naranja y con las manos sujetando una carpeta. Vestía un chándal blanco y rojo, con los pantalones subidos hasta la rodilla en una pierna. Los alumnos se encontraban corriendo por todo el gimnasio en círculos. Notó como del grupo A, faltaban dos alumnos.
– Uchiha, acércate un segundo. – dijo el profesor en lo que veía como el pelinegro obedecía en silencio trotando hasta él. – ¿Sabes dónde están Shimura y Uzumaki?
Sasuke volteó la cabeza para fijarse el cómo los demás corrían, no se había reparado en que esos dos no estaban como los demás.
– ¿Perdiste esto? – dijo Ibiki a sus espaldas sosteniendo por la gabardina a Naruto, quien tenía expresión de enfado y del jersey a Sai, el cual se mostraba serio, en un agarre bien firme. – Les vi con intenciones de hacer pellas.
– Vayan a cambiarse, muchachos. – dijo Genma suspirando, apretando el botón su bolígrafo para que sacara la punta y así marcar asistencia de esos dos.
– Andando. – musitó el Morino arrastrando a ambos sin soltar su agarre de ambos jóvenes en dirección a los vestuarios. Estos llevaban sus bolsas encima, por lo que no podrían no participar. Sasuke mantuvo la mirada seria hacia Naruto en lo que este pasaba frente a él, al igual que este.
– Trae tres pelotas, Uchiha. – dijo el entrenador sin voltear a mirar al susodicho, para seguidamente soplar en el silbato tres veces llamando la atención de los alumnos.
El primer ejercicio que realizaron fue a modo de calentamiento. Tres pelotas se dieron a tres personas al azar, si lanzabas la pelota y tocabas a alguien, debías sentarte al suelo. Si tocaban a la persona que te había hecho sentar, volvías a poder intentar vencer a los demás. Quién quedaba el último era el vencedor. La mayoría de chicos eran unos bestias. La cantidad de ellos que se tiraban la bola en su entrepierna, era asombrosa para las chicas. También había los que se aprovechaban de que muchas chicas se alejaban de la pelota sin intentar usarla para eliminar a nadie, a diferencia de Temari, Tenten o Sakura. Kiba, Chouji y Suigetsu habían tenido que huir de la última de manera que logró hacer reír a varios, hasta que Sasuke no la eliminó. Mientras que otros, como Naruto, Sai y Karin, eran de los que se dejaban golpear y decidían no participar más.
Cuando sonaron los dos pitidos de Genma, casi todo el mundo se levantó.
Después del ejercicio de tira y afloja, los alumnos fueron divididos por chicos y chicas.
– Quedan más de tres cuartos de hora, chicos… – informó el profesor en lo que otros alumnos bajaban las canastas laterales con manivelas, con dos pelotas de baloncesto en cada mano. – Cuatro equipos de cinco, el que gane el primer cuarto juega con el otro ganador, lo mismo con los que pierdan.
– ¡Diviértanse! – musitó el Shiranui lanzándole una pelota a Sasuke y la otra a Lee. Los chicos no tardaron en alejarse de ahí. – Ahora chicas, no se crean que se van a quedar ahí sentadas…
– Queremos ver el partido, profesor… – dijo una de chicas inclinando su cuerpo fuera del profesor para ver como se dividían los equipos de los chicos. Ante el pedido de la mayoría al adulto no le quedó de otra que terminar cediendo, aunque les dijo que las que quisieran, podían usar el material apartado de barras de gimnasia. De las cuales Sakura no dudó en hacer un primer uso junto a Temari e Ino, practicando su elasticidad en las piernas y cuerpo.
Sasuke decidió no jugar el primer partido, a pesar de elegir él su grupo de diez. El resto se dividió en cinco sin que tuviera que intervenir. Por inercia, no pudo evitar mirar hacia Naruto, el cual se encontraba jugando con otros estudiantes. Mientras el Shimura, se quedaba mirando el resto jugar justo como él. No fue hasta que pasó a ver a la Haruno, una vez escuchó su carcajada, encontrándose con una Ino con las piernas estiradas y brazos estirados por arriba de su cabeza en pose dramática. Se encontraban haciendo tonterías.
– ¡¿Qué demonios haces, Naruto?! – gritó Kiba recuperando la pelota después de que Juugo encestara otra canasta. El Uzumaki le había dejado fácil al otro equipo el robo de la pelota. – ¡Para qué juegas si vas a estar en ese plan!
– Relájate, Kiba… No es un partido al que tomar en serio ¿Vale? – recalcó Shino atento a quién tenía la pelota, su amigo bufó. – Vamos ganando gracias a Hozuki, de todas maneras.
El Inuzuka no hizo más que resoplar con fastidio para pronto volver a meter la cabeza en el partido, atento a los movimientos de su contrincante.
Así poco a poco fueron pasando los minutos, hasta que Genma hizo usa del silbato que anunciaba el fin del mini partido. El grupo de Neji había ganado, a diferencia del de Naruto. Los dos grupos restantes, habían quedado en empate.
– Sasuke, cámbiate por mí… – solicitó Chouji hiperventilando por falta de aire con el rostro rojo, con su camiseta bien sudada, colocando su mano al brazo del pelinegro. Este no dijo nada y solo caminó hacia adelante, sin asentir ni nada.
– ¿Quién contra quién, ahora? – cuestionó Suigetsu acercándose de vuelta después de dar un sorbo de su cantimplora.
– Tu equipo contra el de Sasuke. – respondió Juugo, sacando un –Ouh– por parte del albino, el cual encontraba esa idea interesante. ¿Cuánto hacía que no habían echado un partido ellos dos?
– Ne, Sasuke… Si gano, me pagas un Yogur helado. – aseguró el albino con seguridad. El pelinegro no hizo más que alzar las cejas momentáneamente ante esa orden.
– Perderás como siempre, Suigetsu. – señaló Juugo pasándole la pelota al susodicho, haciendo reír a varios.
– Ei, pon un poco más de fe en mí… Colega. – sugirió Suigetsu botando la pelota con ansias.
– ¿Interesado en una apuesta, bastardo? – dijo Naruto cortando el rollo, llamando la atención del Uchiha, quien le miró impasible. Viendo que contaba con su atención, decidió proseguir.
– No. – contestó Sasuke rudamente, ganándose la mirada de todos los chicos, y dejando a Naruto con las palabras en la boca. Mirando después a los de su equipo, empezó a girarse. Sabía que se le había ocurrido algún método de meter a la Haruno en esto.– Empecemos.
– ¿Temes perder contra mí? – picó el Uzumaki mirando severamente al pelinegro, viendo como él botaba la pelota tan campante.
– Lo único que pierdo contigo aquí es tiempo. Solo tengo que observarte jugar durante menos de dos minutos para saber lo malo que eres en baloncesto, hasta Amichiki hace mejores pivotes que tú… – declaró Sasuke hablándole mal al rubio, imitando su prepotencia, mirándolo con enfado. Naruto tensó los brazos, en lo que Chouji murmuraba correctamente su apellido para el pelinegro con una mueca, siendo ignorado. Una corta guerra de miradas comenzó. – Vamos.
Y así el cuarto de partido comenzó, a los dos minutos Sasuke ya había metido la primera canasta con un triple.
Sakura, sentada encima de la barra con las demás. Observaba atentamente el partido de Sasuke, este tenía mucha maestría para librarse de los intentos del Hozuki, era rápido en pasar la pelota a los de su equipo, aunque alguna que otra vez, el albino sí conseguía robarle la pelota de un manotazo cuando intentaba encestarla. Naruto, por otro lado, lo veía dar lo mejor de si. Lo más probable es que hubiera guardado energías, sabiendo que Suigetsu le daría la victoria a su equipo para consecutivamente jugar contra el del Uchiha. Todos le habían visto encestar un par de canastas. Las mismas chicas de antes volvieron a chillar al ver como el pelinegro hacía un mate en el cual Naruto había intentado robar la pelota de nuevo. Parecía como si el primero le estuviera mostrando un punto al rubio, lo que le hizo darle ánimos desde sus adentros.
Dejó que la pelota la cogiera el Uzumaki una vez esta cayó de vuelta al suelo y con una mirada retadora, reculó varios pasos para mantener las distancias con él.
– ¡Pásala, Naruto! – gritó Kiba con los brazos extendidos, intentando moverse detrás de otro jugador de detrás del equipo del pelinegro.
Viendo que Lee estaba más libre, le tiró la pelota a él, quien fue directo hacia la canasta, pero Shikamaru se le colocó en frente.
– ¡Tú puedes, Shikamaru! – gritó Temari, haciendo que sus amigas no pudieran enviar sonreír divertidas. A la Sabaku se le veía un tenue rubor en las mejillas.
Sakura no tardó en ver como Sasuke corría bien deprisa, logrando tomar la pelota que intentaba llegar a Suigetsu, cambiando de dirección para correr hasta su canasta. No le sorprendió toparse con Naruto dispuesto a darle guerra colocándose delante, por lo que rápidamente lanzó la pelota hacia atrás para que Shikamaru agarrara la pelota, despistando al rubio. La canasta no entró del todo en un comienzo, pero Sasuke saltó rematando la pelota a la primera, desempatando. El grupo de Naruto había perdido por dos puntos. Justo en el momento que Genma anunció el fin del cuarto con el silbato.
– Buen partido, chicos… Bien jugado. – dijo Genma descruzando los brazos. – Un pase genial Uchiha, muy a lo Jason Williams.
– Tch, ni que fuera la gran cosa… – susurró Naruto muy de manera imperceptible, en lo que todos empezaban a alejarse fuera de la pista.
– Hmp. – pronunció él secándose la frente y el mentón con una de sus muñequeras en su brazo.
– Vayan a las duchas. – terminó por decir el profesor estirando su espalda algo adolorida al estar en los treinta, hacia sus alumnos, volteando la cabeza para ver a cierto rubio hacer el ademán de seguir al resto hacia la puerta. – Usted no, Uzumaki.
Sin tener tiempo a rechistar, observó como Ibiki abría la puerta del lateral y junto a Maito Gai, quien cargaba un radiocasete y un par de conos pequeños. Una pelota evitó que se pusiera a maldecir mentalmente, que pegó un bote antes de llegar a él con bastante rapidez. Se la había pasado Sasuke.
Este le miró con seriedad por unos segundos más, dejando claro quién había perdido. Quien de los dos no tenía oportunidad. Ese discreto y mudo mensaje le hizo apretar con rabia el objeto en sus manos, el cual quería rebotar contra la pared de la habitación, cosa que hizo sin pensarlo nada más que una vez. Esta golpeó con fuerza la pared de ladrillo, haciendo que rebotara hasta prácticamente la otra punta de la habitación.
– ¡Eh, EH! ¡Ya basta! – riñó Genma alzando la voz claramente molesto para Naruto, que se encontraba como un león enjaulado no muy lejos de los profesores, observado parcialmente como el Uchiha era el último en alejarse, entrelazando las manos detrás de su cuello mientras bufaba con ansiedad, incapaz de tranquilizarse.
– Ahora vas y la recoges, Uzumaki. – ordenó el Morino con seriedad. El susodicho chasqueó la lengua, aunque obedeció en silencio. Apartando la vista de dónde la resguardaba segundos antes.
– En verdad, creo que la persona más ideal para lidiar con él así, es Kakashi… – pronunció Gai observado como Naruto se alejaba para recoger la bola sin prisa. – Nada me asegura que vaya a escucharme.
– ¿Estás feliz, Uchiha? – habló Sai dentro de las duchas al lado de Sasuke, que se encontraba pasándose la barra de jabón por su pecho.
Sasuke le miró impasible brevemente, para permanecer callado apretando el botón para que saliera agua de la alcachofa. Ante esa actitud, el Shimura no hizo más que negar con la cabeza.
– Dudo que te interese, pero casi le hacéis llorar… – añadió Sai sin apartar la vista del supuesto mejor amigo del suyo.
Este último volvió a ser ignorado, algo que solo potenció el recelo y desprecio que le tenía al Uchiha. Si había pasado esto, era por algo. Su opinión de él no cambiaba nada y es más, lo de hoy lo demostraba.
– ¿Te está molestando este, Sasuke? – cuestionó Suigetsu inclinando su torso hacia atrás para ver quién era la persona que se dirigía a su amigo, se encontraba a la ducha al lado del Uchiha, Sai a la del otro lado. No tardó en reconocer de quién se trataba.
– ¿Por eso estás del lado de Naruto? ¿Después de que Karin te usara como un pañuelo por tu parecido con Sasuke? – comentó Juugo mirándolo escéptico sin tener que mover más que su cabeza debido a su altura. Tras dichas esas palabras se pudieron escuchar algunas risas y bufidos de burla. Sai torció la boca con enfado.
Sasuke volvió a prender el agua para mojar su cabellera de nuevo, optando que la mejor solución era no llamar más la atención por hoy. Ya suficiente escándalo reinaba hoy por el instituto primero por las dichosas fotos, luego por la escena de cierto rubio.
Shikamaru y el resto decidieron no meterse para hablar por Sai ni por Sasuke, se encontraban hartos de las pataletas del Shimura con tonterías en cuanto el Uchiha.
– ¿Le cierro la boca? – preguntó el Hozuki envolviendo su toalla alrededor de su cintura para Sasuke. Quien simplemente le miró en silencio en lo que se echaba el cabello hacia atrás. Sin más negó con la cabeza con indiferencia en lo que él también se tapaba con una toalla y colocaba otra encima de sus hombros.
– La fea y tú no merecéis que él os considere como amigos… – pronunció Sai libremente, causando el silencio en la instancia, creando un ambiente incómodo. Solo se escuchaba el agua caer de las duchas que permanecían abiertas.
Sai se vio sorprendido cuando tu rostro y cuerpo se vio empotrado con violencia contra la pared embaldosada de dónde se encontraba. Sasuke tenía una mano encima de la cabeza del Shimura y con el otro brazo, empotrando el pálido torso del nieto de Danzou contra la pared embaldosada de la ducha frente a él, inmovilizando con fuerza su brazo derecho a su espalda, dejándolo inquieto y algo adolorido. Los que estaban cerca, se quedaron algo abrumados.
– ¿Recuerdas que te dije que me estabas agotando la paciencia? – siseó Sasuke molesto al escuchar el despectivo apodo y tono de voz dirigido hacia Sakura. Inspirando aire sin mover su agarre, vio como Sai intentaba mover su brazo. – Me importa una mierda que el lerdo de tu abuelo me castigue durante un mes, si la paliza que me apetece darte me quita el desgaste que el numerito de Naruto me ha dejado… Si tú, el inútil o cualquiera de aquí, se atreve a volver a faltarle el respeto a mi chica, desearéis no haber nacido. Me importa una mierda, quien sea…
El vestuario permaneció en silencio. Los chicos se encontraban mirando a Sai con severidad, además de con ciertas reservas y temor hacia Sasuke. Al igual que el resto de jóvenes, que no podían evitar permanecer en sus posturas. El ambiente estaba tenso.
– ¿Te quedó claro? – dijo el Uchiha empujando con más fuerza a Sai contra la pared, haciéndole suficiente daño a propósito para dar su punto. El primero no dijo nada y se quedó tan solo mirándole con sorpresa y odio. Ante ese silencio, parecía que el Uchiha menor no hizo más que aflojar el agarre de la cabeza para seguidamente hacer rebotar la cabeza con algo de fuerza contra la pared. – Pues recuérdalo.
Sasuke apartó su agarre lentamente y descalzo ante la atenta mirada del resto de chicos presentes, empezar a caminar despacio hasta fuera de las duchas seguido de Suigetsu y Juugo, que observaron con cuidado los siguientes movimientos del Shimura. Este último intentó aparentar estar tranquilo, a pesar de ser de notar como los demás le observaban como un escaparate de tienda. Se sentía más que humillado.
Neji avaluó el Uchiha en silencio. ¿Debía suponer que con él se habría controlado? ¿Habrían llegado a tanto de estar él más implicado con Haruno? Conocía el tipo de carácter que tenía Sasuke Uchiha. Alguien rudo, que le dan igual las apariencias, que observa y pese ser callado y según los que lo conocían más, un tanto reservado… no se abstenía de atacar a cualquiera de cualquier modo si le sacabas de sus casillas. Lo contrario a Naruto, a pesar de sus semejanzas. No pudo evitar soltar una sonrisa ladina con lo que le dijo en el supermercado hace más de un mes y más.
– No, no le culpo… – dijo el Hyuga observando como Sasuke se secaba el cabello con la toalla sentado en el banquillo para consecutivamente mirar de reojo como Sai salía de las duchas en silencio, ignorando a todos. – Probablemente, yo hubiera hecho igual…
Pensándolo bien, era probable que el Uchiha se hubiera contenido con Naruto durante la pelea, al igual que ahora con Sai. No había pasado por alto su humor de perros durante la mañana, fuera por lo del foro o por otra cosa… Había escuchado a más de un tío hablar creces sobre él y decir quién sabe cuál absurdidad para mantener los rumores frescos, que era fácil comprender su estado. Lo había vivido con lo ocurrido con Hinata, la gente se acercaba a preguntarle cada tontería…
– ¿Alguien sabe que fue de Naruto? – susurró Lee con curiosidad para el grupo.
Shikamaru suspiró con pereza sentado en el banquillo, también observando a Sasuke vestirse. Chouji negó al igual que Kiba.
– Seguramente estará cumpliendo con su castigo. – señaló el Nara abrochándose los cordones de sus deportivas.
En el vestuario de chicas, a pesar de no haber un ambiente para nada incómodo y alguna que otra había puesta algo de música. Sakura notó como más de una la miraban fijamente, algunas con curiosidad y ganas de charlar entre su grupo de amigas, otras no escondían sus expresiones de recelo.
– ¿Sasuke no te quita las manos de encima, eh? – indagó Ino sin pasar desapercibidos los chupetones en el cuello de su mejor amiga. Tras la ducha, el maquillaje ya no los tapaba.
– Es más bien al revés… – aclaró Sakura peinándose mirándose al espejo del vestuario, sacándole una sonrisa traviesa a la Yamanaka. No podía negar que la gran mayoría de veces, era ella la que buscaba al pelinegro. Era algo irremediable.
– ¿Tenéis planes esta tarde? Mis padres estarán en una boda y dormirán en un hotel… tengo la casa para mí sola. – habló Ino cerrando su neceser de maquillaje y metiéndolo en la bolsa.
– Yo me apunto, me apetece ver esa película que me comentabas, Nono. – dijo Tenten subiéndose los calcetines del uniforme.
– ¿Te importa si viene, Shikamaru?… Queríamos hacer algo, pero no concretamos el qué. – avisó Temari ya habiendo terminado de alistarse, esperando a las demás. Ino se alzó de hombros, Shikamaru y Chouji habían ido a su casa gran cantidad de veces.
– ¿Sakura? – habló la Yamanaka volteando la cabeza hacia la susodicha, encontrándosela colocando crema en sus labios.
– Tengo que hablar con Sasuke. – respondió la Haruno metiendo el labial dentro del bolsillo de la sudadera del Uchiha y seguidamente subirse las medias blancas con dos rayas negras que sobrepasaban sus rodillas a donde ella quería. – Otro día, cerdita. Nos vemos, mañana, chicas.
Las tres se despidieron de la pelirrosa antes de que saliera de los vestuarios hasta que una vez listas, tomaron sus cosas y empezaron a dirigirse hacia la puerta.
– Ino… – habló Hinata haciendo que voltearan a mirarla tras escucharla, las había estado esperando en el vestidor a pesar de no participar en la clase de E. F. Aunque no pudo decir más por qué la mencionada no hizo más que voltearle la cara de nuevo, abrir la puerta y salir junto a las demás. Antes de que ella pudiera preguntarles si podía irse con ellas.
– Hola. – dijo Shion a sus espaldas con una sonrisa, haciendo voltear deprisa a la Hyuga, a la cual había asustado sin querer. – ¿Te llamabas Hinata Hyuga, verdad? Mi nombre es Shion. Vamos a la misma clase. ¿Sabías que mi padre y el tuyo se conocen? Se llevan bien, por lo que deberíamos hacernos amigas… ¿No crees?
Shion pestañeó expectante viendo el rostro empanado y callado de la pelinegra, pasaron varios segundos en los que reinó un silencio incómodo que por poco hace que la Fuji tuviera que chasquear la lengua. ¿La chica se había vuelto una estatua de arcilla o algo, por casualidad? Fue después que se dio cuenta al mirar en su mano, como la pantalla de bloqueo de su teléfono, estaba una foto de Naruto.
– Madre mía, ¿Qué te ocurrió para que tengas que llevar esto? Pobre… ¿Estás bien? – habló Shion de la nada al ver la férula de su pierna y la de su brazo, haciendo que la pelinegra se ruborizara un poco de manera tímida.
– Yo… Sufrí un accidente hace semanas, ya estoy mejor... – respondió ella con timidez. Recordaba perfectamente quién ella era, la chica que conocía a Naruto desde antes de venir aquí. No era estúpida, sabía de sobra que le gustaba él y que desgraciadamente, él no se daba cuenta. Encima se llevaban bien, cosa que le molestaba bastante.
– Eso está bien. Me alegro. – respondió la rubia con una sonrisa con la que no impresionó a la Hyuga, pero esta se atrevió a musitar una sonrisa. – Menudo comienzo de semestre, no crees… ¿Sabes que eres la primera que se atreve a dirigirme la palabra, aparte de Naruto? Espero que nos podamos llevar bien, de verdad. Realmente quiero más de una amiga.
– Claro. – se dignó a decir Hinata, aunque por dentro sabía que, al igual que Ino y compañía, apenas podría tolerarla, teniendo ella sus propios motivos aparte.
– ¡¿De verdad?! ¡Genial! ¿Nos vamos juntas? – celebró Shion escandalosamente tomando el brazo de la pelinegra quien frenó de golpe.
– En … Realidad, tengo que hacer algo antes… – se excusó ella con rapidez, usando la mano con la férula para apartar las manos de Shion. – Pero, nos vemos mañana en clase.
– Vale… – respondió la Fuji con la misma sonrisa de antes que resaltaba sus pómulos. Sin decir nada más, se despidió con la mano y salió del cuarto antes que ella. Borrando la sonrisa justo después.
Sacando su teléfono, abriendo su historial de conversaciones vía mensajes, abrió la que mantenía con Naruto. No esperaba que accediera a darle su número tan fácilmente cuando se lo pidió en el festival cultural, él no le había ignorado ni aun con lo que la rubia amiga de Sakura soltó sobre su padre frente a todos. No podía negar que había caído enamorada por él al momento de verle. Era hermoso y aparte de eso, alegre. Colores vivos y cálidos. Era obvio que seguramente él estuviera más que triste en este mismo instante con lo ocurrido, no le había entusiasmado saber que él tenía profundos sentimientos por su hermana, y aun así no podía evitar empatizar con él. Al mismo tiempo, los sentimientos de ella, por él, eran claramente no correspondidos.
Observó de reojo como Hinata la avanzaba sin decirle nada por el pasillo, pero esta en vez de dirigirse hacia la salida torcía hacia las escaleras, subiendo por ellas lentamente debido a la férula. Claramente, tenía algo en mente y esta era relacionada con el Uzumaki. Ese pensamiento la hizo detenerse. Unos pitidos provenientes del gimnasio, se pudieron escuchar. El castigo del rubio acababa de comenzar.
– Ella no es mi rival… – asumió Shion mentalmente en lo que fruncía la boca, el recuerdo de Naruto declarándole su amor a Sakura apareció en su mente.
Sakura avanzaba a paso rápido por el pasillo, caminando entre los demás estudiantes. Tras cambiarse los zapatos, salió a fuera con prisas intentando encontrarse a Sasuke. No le vio, no pudo evitar suspirar con cansancio y fastidio.
Fue entonces que se dio cuenta de que Suigetsu y Juugo se encontraban caminando hacia la salida. El Uchiha no estaba con ellos. Tuvo que correr para alcanzarles.
– ¡Suigetsu! – dijo ella alzando la voz, haciendo que tanto Juugo y el mencionado voltearan a verla.
– Ah, Haruno… ¿Qué quieres? – contestó el albino alzando una ceja.
– ¿Sabéis si Sasuke se ha ido ya? – cuestionó ella reajustándose su mochila encima de su hombro en lo que recuperaba el aire.
– Fue de los primeros salir del vestuario, no le vimos fuera… Salió con prisas… – respondió Suigetsu con impasibilidad. – Y no me sorprende. Discutió con el paliducho ese de cabello corto que se enrolló con Karin…
– ¿Qué? – musitó la pelirrosa quedando algo sorprendida y enfadada.
– Defendiendo a Naruto, se le fue la lengua… – resumió Suigetsu torciendo la boca, alzando la vista. Daba la casualidad de que el Shimura se encontraba andando solo cerca de la salida con una expresión seria. Sakura se giró para verle, pero este ya estaba caminando en la otra punta, girando en dirección contrario de donde se dirigían ellos, seguramente, de camino a su casa. – Digamos que no le gustó como se refirió a ti. Te llamó fea.
Sakura se pasó la punta de la lengua por sus dientes incisivos al enterarse del "apodo" de Sai. Algo que este último ya hacía por inercia siempre que la llamaba, a pesar de saber que no le gustaba, era algo que muy a su pesar, estaba acostumbrada a él y a ignorarlo. Debió suponer que el muy bocazas tendría algo que decir al respecto con lo sucedido hoy.
Juugo y Suigetsu entonces se miraron entre si al ver la mueca de preocupación que hacía la novia de su amigo.
– Sasuke estaba de mal humor desde esta mañana, ¿Acaso ocurrió algo entre ustedes? Se rehusó a hablar con Naruto antes de ingresar… – dijo Juugo considerando los motivos además de lo ocurrido durante el descanso.
Ambos chicos se quedaron viendo como ella negaba con la cabeza. Cuando estuvo con ella, cuando él la encontró durante la hora del almuerzo, parecía estar como siempre.
– ¿Estaría así por…? – meditó la Haruno con disconformidad. No quería pensar eso, pero ¿Y si se trataba por algo relacionado con su charla? Si los chicos le dicen que estaba callado y con mal humor desde antes de clases… Si no habló con Naruto ahí y tampoco durante esos días ¿Qué debía pensar? ¿No creyó oportuno esperarla para hablar después de lo ocurrido? ¿Qué estaría rondando por su cabeza?
En ese mismo instante, se sintió observada por lo que volteando la cabeza ligeramente, observó como Shion salía del campus casi corriendo para acercarse al coche aparcado al lado de la acera frente a la entrada. No tardó en reconocer el coche de su padre.
Este último salió del asiento del conductor en lo que observaba como su hija mayor se acercaba a él. Su mirada verde no tardó en volcarse en ella, lo que le hizo arrugar la nariz disconforme. Shion tampoco tardó en mirarla, siendo la única en atreverse a despedirse con la mano sonriente. Observó como Kizashi alzaba las cejas complaciente…
– Aquí hay gato encerrado… – habló su conciencia con cierta molestia. – Vaya mierda…
– ¿Ah? – musitó Suigetsu, quedando igual de confundido que Juugo al escuchar a Sakura maldecir libremente. Sakura apartó la mirada de su padre y su hermanastra, sin dificultad. No quería quedarse ahí, para brindarle oportunidad al primero de intentar convencerla de quién sabe que de nuevo.
– ¡Sakura! – escuchó que decía Kizashi muy a su pesar, consiguiendo que ella dejara caer los hombros cansada.
– Chicos ¿Les apetece merendar? Invito yo… – sugirió Sakura libremente en lo que se dedicaba a ignorar al Fuji, quien ya se encontraba repitiendo su nombre a la vez que comenzaba a acercarse. Ambos amigos se miraron entre si, el Hozuki mostró un atisbo de sonrisa y ya estaba por responder hasta que vio a un hombre de cabello rosa engominado con una coleta hacia atrás.
– ¿Pero y ese señor…? – cuestionó el Hozuki viéndose sorprendido cuando la Haruno lo agarró del extremo de la manga corta de su blusa para arrastrarlo consigo durante varios pasos. Juugo la siguió sin más.
– ¡Sakura, espera! – la llamó nuevamente su padre, cosa que consiguió que Sakura arrugara la frente con enfado, manteniendo la vista al frente.
Kizashi no pudo evitar suspirar con molestia y frustración al ver la reluctancia de su hija. La incertidumbre de lo que el Hatake pudiera haberle dicho, lo dejaba con más estrés sumando el que ya tenía con la situación de su hijo. El tiempo se le acababa y la lista de espera de trasplante era larga. Tenía que encontrar la manera de hablar con ella.
– Déjala por hoy, papá… – comentó Shion acercándose donde él sujetando su mochila con ambas manos. – No ha tenido un buen día… ¿Creí que ella sabía que iba a comenzar el semestre aquí?
– ¿No se lo dijo? – asumió Kizashi sin poder evitar encontrar algo cómica la situación. Es decir, Kakashi le insiste en no matricular a Shion en el mismo lugar que Sakura, pero al mismo tiempo no se lo hace saber. – Esto tiene que ser algún invento de su parte…
Bien, tal vez podría usar eso en su contra… Sin él de frente metiendo la nariz donde no le llaman, Sakura sería mucho más accesible.
Casi a las siete de la tarde, fue cuando Naruto salió del vestuario todo agotado, después de haber sido sometido al peor castigo al que había sido sometido hasta la fecha. Sentía un peso en el corazón enorme, más que otras veces. Los recuerdos de lo sucedido en el descanso iban y volvían. No sabía qué hacer, que pensar… Nada.
¿Hablaría ella en serio? Le dijo alto y claro que no le quería cerca… Que era la novia de Sasuke. Esto era algo que le costaba tragar. No podía evitar sentirse traicionado, impotente y más ante las tajantes palabras de Sakura en donde ella lo ponía en la friendzone. Sentir que todo lo que viviste como algo especial con ella al final no contaba de la misma manera para ambos… Era más que doloroso.
¿Por qué Sasuke? ¿Por qué siempre ÉL? Si no hizo nada… Absolutamente nada. Él sí que estuvo ahí para la Haruno, para pasar los arduos momentos consecutivos de su partida… Respetando el hecho de que ella nada más le suplicara traerlo de vuelta, nada más para fallar y desencadenar una fuerte pelea, empeorando todo.
Se había hecho ilusiones ante su declaración en la estación, lo reconocía. A pesar de escuchar antes la de Hinata, durante un instante dudó con la de Sakura, pero lo supo al ponerla a prueba al responderle… Su disculpa fue… Dura para él, al comprender que seguía gustando del Uchiha… y aun así sentir cómo su corazón se aceleraba nada más tenerla cerca.
Luego las cartas… Estas le habían avivado la confianza, consiguieron que creyera que estas le daban posibilidades… para luego estas ser disueltas como un castillo de arena que se desmorona con una sola ola nada más esta llegar a la orilla.
Si tan solo no hubiera perdido su teléfono en el aeropuerto, las cosas tal vez… hubieran sido muy diferentes. Tal vez esto no hubiera terminado así…
Hasta este punto no sabía ni qué sentir… Solo veía, mentalmente como Sasuke, su mejor amigo, su hermano… Caminaba frente a él, solo que esta vez con una de sus manos entrelazadas con las de Sakura.
– Dios… – pensó el Uzumaki con los ojos húmedos. Dolía demasiado. Por todas partes.
Sintió su teléfono vibrar, era el chat grupal de su clase. No se sorprendía en ver como alguien había colgado videos sobre su pelea con Sasuke. Sintió grima al ver como él apartaba de vuelta a Sakura para poder seguir con su cometido… Aparte de esto, también estaba el de la cachetada que le propinó la pelirrosa. No quería verlos, pero la reproducción era automática… La persona que lo grabó al parecer no había logrado ocultar su bufido de burla.
– Naruto… – dijo alguien delante de él, haciendo que levantara sus ojos azules de la pantalla de su teléfono.
Ahí de pie, se encontraba Hinata Hyuga, con algo en las manos. Se la quedó viendo en silencio, sin expresión alguna, esperando a que ella se atreviera hablarle.
– Yo… Siento que… estés pasando por esto. – musitó la Hyuga, intentando mantener el valor para musitar esta frase frente a él, después de lo sucedido, aunque este no pudiera verle a los ojos, ya que apenas podía levantarla del suelo. – Lo siento… De verdad.
Naruto se la quedó mirando atentamente sin decir palabra alguna, para finalmente notar como esta sacaba una caja medicinal que parecía contener ungüento dentro, sintiendo su teléfono vibrar una y otra vez.
– Me he fijado que… esto… en tus heridas y cortes en… T-tu r-rostro y manos, así que… P-pensé que esta medicina que uso, te será útil… – habló finalmente la Hyuga tendiéndole con ambas manos la caja de medicina al rubio, no se daba cuenta de que apenas se dignaba a escuchar lo que decía.
"Me he estado acostando con ella…"
"Así que no, Naruto… No somos rivales."
"¡Se refería a mí! ¡¿Acaso no lo ves?!"
"Yo soy la novia, Naruto."
– Debí haber aprovechado esa ocasión… – pensó el Uzumaki en lo que recordaba ese momento en la estación, la declaración de la pelirrosa. Por más que fuera mentira. De todas maneras hubiera tenido la oportunidad de estar con ella y seguramente, ahora sería él quien estaría con ella, en vez de Sasuke. No era la primera vez que eso se le pasaba por la cabeza. – Ahora…
– Naruto… ¿E-estás bien? – preguntó Hinata lentamente, avanzando un paso más de dónde se encontraba.
El cielo cada vez se iba volviendo más anaranjado con el paso de los minutos. Fue entonces que se pudo escuchar, gracias a que había una ventana algo abierta del pasillo, un avión sobrevolar la zona.
Atreviéndose a dar otro paso más al ver la expresión afligida del Uzumaki, se atrevió a acercarle más la pomada con una expresión esperanzada. Tomó aire cuando el rubio alzó de vuelta la vista en ella, por lo que resguardó silencio, a pesar de verle él también no musitar palabras.
Mirando a la pelinegra ahora, era verse en un espejo. Ella le había mentido, afirmando quererle, fingiendo ser la Haruno por su propio beneficio, mientras que él… había sido un iluso con intentar convencerse de que todo era otra farsa que la separaba de la pelirrosa. Sabía que estaba siendo egoísta, pero no le importaba… Bajó la guardia, le pusieron la trampilla y cayó directo a la guillotina. Sintió como los ojos se le humedecían, por lo que no tardó en tensar la mandíbula. Volviendo a mirar la pomada que se le ofrecía, lo siguiente que hizo fue enfriar su mirada en lo que empezaba a andar.
Hinata alzó un poco las manos con el objeto encima de las mismas, pensando que el obsequio sería aceptado, pero estaba equivocada. Naruto pasó por su lado en silencio, relativamente cerca aunque no la rozó por nada del mundo. Ensanchando los ojos, no pudo evitar entristecerse al verse ignorada por la persona que más amaba. La persona que consideraba su sol…
– ¿Por qué? ¿Acaso todavía…? No… – dijo mentalmente la pelinegra con los ojos temblorosos, girándose lentamente para observar al rubio alejarse lentamente. – Naruto, y-yo solo… ¡NO ME IGNORES!
Decirle eso no sirvió de nada, porque al final Naruto ni se molestó en detenerse o mirar hacia atrás, dejándola como si pareciera que estuviera hablando sola con la boca curvada hacia abajo empezando a llorar moviendo los hombros.
"No vuelvas a hablar mal de Sakura, nunca más, porque no la conoces como yo."
"Y nunca te lo voy a perdonar."
"¿Por qué? ¿Por qué siempre era ella?"
La medicina en sus manos se le terminó cayendo al suelo en un leve sonido metálico, rodando hasta detrás de ella, pero en ese instante ella solo podía ocultar su rostro con las manos. Le empezaron a picar los ojos cuando el delineador y la máscara de pestañas empezaron a manchar sus mejillas, mientras apretaba los dientes con fuerza. No agarró a ver como Naruto giraba a la salida y se iba sin más.
Toneri se quedó observando la escena desde la esquina que daba las escaleras. Vio como la Hyuga se quedaba hasta tarde y quería asegurarse de que estaba bien, le había parecido raro lo ocurrido en clase con su primo y la pelirrosa esa, pero no se esperaba esto… ¿Ese rubio era la pareja de Hinata? ¿Por eso era tan fría con él? A su simple vista, el chico no se la merecía, viendo su trato con ella… ¿Debía pensar que esa pelirrosa era la nueva chica de ese tío? ¿Por eso Hinata estaba así? Eso tenía que terminar cuanto antes…
Tras cambiarle el pañal a Satoru, Sasuke volvió a instalarse en el salón, para pasar de largo de la pequeña mecedora que fue suya y de Itachi hace años, tomando asiento en el salón del amplio sofá de la reformada sala de estar de la casa de sus padres. Casi todo estaba cambiado.
Itachi le había dicho que el interior estaba hecho trizas debido al terremoto que saqueó muchas viviendas hace años. Por lo que tuvieron que arreglar y cambiar muchas cosas de como estaba antes. La distribución de la casa era la misma, pero varios aspectos eran diferentes a como la recordaba. Principalmente, porque a diferencia de sus padres, que eran muy minimalistas y tradicionales, Izumi se había encargado de darle calidez de diferentes formas mediante estilo romántico y hogareño. No sabía qué pensar. Sabía que Itachi le gustaba, porque él era feliz si su mujer lo era… Para él, esta casa ahora no era más que otra vivienda. Estaba en casa, pero no se sentía como tal y aun así, no era un detalle importante.
El exterior de la casa, era casi idéntico. Itachi lo quiso así. Mirando hacia la puerta corredera que daba al patio trasero, vio el cerezo totalmente verde que su madre tanto apreciaba.
Tocó el biberón con leche de Izumi que reposaba encima de la mesa frente al sofá, notando que se encontraba por fin en la temperatura ideal. Colocando un cojín debajo de su brazo sin demasiada dificultad, empezó a alimentar a su sobrino. Tenía tan solo dos semanas de vida y comía más que Shisui.
– Será mejor que no te vuelvas estúpido como él… – dijo en voz alta, escuchando como Satoru succionaba de la tetina correctamente, gimoteando mientras pestañeaba completamente relajado. – Los Uchihas de la rama principal somos maduros, inteligentes, y muy fuertes… Como tu padre y tu tío.
– Yo también te quiero, renacuajo… – musitó Shisui apareciendo desde la cocina con un paquete de galletas en una mano, sosteniendo una ya mordida con la otra, sin sorprender al susodicho. El casco de motorista de encima del mueble de la entrada le delataba. Al no ser recibido por su hermano ni su cuñada, supuso que la tarea de cuidar del pequeño caía sobre en tontaina de Shisui.
– ¿Dónde está Itachi? – musitó Sasuke mientras negaba con la cabeza. No se sorprendía de ver a su primo gorronear en su casa, de nuevo.
– A ido a comprar, esto era lo único que os quedaba en la despensa aparte de cuatro latas de fruta en almíbar. – comentó Shisui tan campante terminando de meter la galleta dentro de su boca de una.
– ¿E Izumi? – dijo el Uchiha mediano volteando la cabeza, retirando el biberón de la boca de Satoru en lo que Kage se subía al sofá.
– Revisión médica. – contestó el pelinegro de cabello corto con la boca llena, quitando los grumos de las comisuras de su boca. Shisui no pasó por alto las heridas del rostro de Sasuke. – ¿Qué te ha pasado en la cara?
– Nada. – respondió mordaz él tras una pequeña pausa. Shisui permaneció en silencio con una mirada inquisitiva. ¿Acaso habían sido Abumi y Kinuta? Empezaba a arrepentirse de no haber aprovechado la oportunidad de darle una lección más severa al primero ese día en el parque de patinaje.
– Supondrás que no te creo… ¿Verdad, pequeñajo? – pronunció el Uchiha mayor presente en la habitación terminando de tragar su el último bocado de su merienda. – ¿Con quién te diste de golpes?
Sasuke no respondió, ya había tenido bastante por hoy con el tema de Naruto, como para tener más de una charla sobre lo ocurrido. Se preocupó de hacer eructar a Satoru, quien lo hizo casi a la primera. Por suerte para él, sonaron unas llaves que indicaban que alguien estaba volviendo a casa. Lo que hizo que Shisui se encaminara hasta la entrada. Era Itachi, cargando más de tres bolsas a la vez en cada brazo.
– Hola, hermanito… – saludó el Uchiha de la coleta yendo directamente hacia la cocina. Como era usual, el saludo no fue devuelto. Ya que este se encontraba recolocándole el chupete a Satoru, el cual ahora se encontraba siendo alzado por debajo de sus brazos para que su tío pudiera doblar una pierna y así, acostarlo encima de su pecho, dejando que este empezara a quedarse dormido. Kage entonces, queriendo caricias y atención, se acercó lentamente olfateando a su amo, hasta llegar a donde se encontraba el nuevo integrante de la familia. Nunca había estado tan cerca del pequeño antes. Sasuke se quedó observando la reacción del can, sonriendo sutilmente al verla lamer la manita del recién nacido, moviendo la cola feliz simultáneamente. Esa acción se ganó las caricias de su amo, gesto que regresó lamiendo el rostro del último para finalmente acostarse entre sus piernas. Sin apartar la cabeza de las dos personas frente a él.
Shisui volvió al salón, tomando asiento justo al lado de los miembros más pequeños de su familia, volteó la cabeza para mirar a la persona que le había robado el título de padrino con algo de recelo.
– ¿Me dejas sostenerlo? – pidió el mayor mirando acusatoriamente a su primo.
– No. – respondió Sasuke sin dudarlo, rápidamente colocando ambas manos en la espalda de su sobrino, para evitar que se lo quitaran de donde se encontraba.
– ¿Qué pasa si te desmayas, eh? – provocó Shisui con atrevimiento en modo broma, haciendo que el menor de ellos dos le mirara con una mueca de enfado algo cómica, que evidentemente entretuvo al cazarrecompensas. – Mucho me temo que esta anécdota te la voy a recordar por el resto de mi vida…
– ¿Y si le cuento a Izumi que fuiste tú el que se comió el pudín de chocolate del frigorífico? Ese que quería darle a sus padres hace una semana. – respondió Sasuke tan campante, haciendo que Shisui sudara frío, al recordar lo molesta que se puso la morena al ver que el postre que tanto le había costado cocinar había desaparecido de la nada. Si temía por su vida cuando estaba en estado, ahora no era demasiado diferente. Algo que a Itachi le causaba bastante gracia, salvo cuando el marrón le caía a él.
Itachi mientras tanto negaba con la cabeza mientras escuchaba la discusión desde la cocina en lo que se dedicaba a guardar la compra, también había puesto en marcha la tetera y se estaba calentando algo de café. Fue el único que escuchó como la puerta de entrada se abría sin hacer demasiado escándalo a diferencia de los demás, indicando que Izumi acababa de volver a casa.
– Al menos yo no dejo que un chucho se acerque a un bebé de pocas semanas… – añadió Shisui, ahora era él quien miraba acusatoriamente a Sasuke. Kage apenas levantó el hocico de la pierna de su amo con curiosidad, mirando a ambos adultos discutir en silencio totalmente tranquila.
– Kage es mucho más limpia de lo que tú serás jamás, ni te lavaste las manos tras terminar de zambullirte el paquete de galletas que la madre de Izumi le obsequió de parte de su abuela en Kumatori… – dejó caer Sasuke mirando a su primo de reojo en tono de suficiencia, en lo que su mascota giraba la cabeza al reconocer su nombre.
– ¿Que tú qué? – dijo casualmente Izumi detrás del sofá, observándoles con una expresión impasible. Shisui fue el único de los dos que se encogió de hombros. Sasuke apenas volteó la cabeza al repararse de la presencia de la madre de su sobrino.
– Eeei, Izumi… Ya estás en casa, ¡Yay! – celebró Shisui sin poder evitar mostrar una sonrisa que se notaba a lo lejos que era forzada. Cuando la susodicha afiló más la mirada, no pudo evitar soltar una carcajada incómoda. – Te ves muy guapa hoy…
Esos cumplidos no resultaban ser efectivos en absoluto a diferencia de otras veces.
Fue entonces que Itachi volvió a hacer acto de presencia al salón, cargando una taza en cada mano, ofreciéndole una a su mujer. Quien apartó la vista del primo de su futuro marido y cuñado para sonreírle al segundo con amor.
– Toma. – dijo Itachi dejando que la Sairenji tomara el objeto con ambas manos, señalando con la cabeza a su mejor amigo. – Podrás patearle el trasero después…
– Meh, lo haré otro día, cuando menos se lo espere… Necesito ir a sacarme leche. – dijo como si nada Izumi, en lo que Sasuke hacia una mueca ante semejante palabras. ¿Qué necesidad había de que él se enterase? ¿Qué sería lo siguiente? ¿Verla usar la máquina con la camisa desabrochada? No pudo evitar que un escalofrío se le viniera por todo el cuerpo. No había nada malo, ni lo encontraba asqueroso, en absoluto. Entendía que era natural… Pero de la misma manera que no le apetecía escuchar los revolcones que la parejita feliz se echaba en su antiguo domicilio, esto era casi igual. Sin decir nada, observó como Izumi rodeaba el sofá, dejaba la taza casi llena encima de la mesa y se acercaba a donde él para coger a Satoru en brazos, el cual estaba despierto aunque completamente relajado.
– Hola mi pequeño… Vámonos a la habitación, lejos de ese glotón tontorrón, ahí estaremos mejor ¿A qué sí? – escucharon los tres hombres que decía Izumi en voz dulce, mientras esta se alejaba del cuarto para dirigirse al pasillo y subir por las escaleras, se pudo escuchar a Satoru chupar el chupete mientras gimoteaba en sus brazos.
Cuando quedaron solos, Shisui volteó a ver a Sasuke. Quienes le conocían, sabían que bajo esa mirada que parecía ser imperturbable, se escondía una expresión de burla. No pudo evitar echar la mandíbula inferior más adelante mostrando sus dientes con enfado, cuando parecía que el menor levantaba una de sus comisuras.
– Oh, será posible… ¿Quién se cree que es? – un tirón en la oreja le hizo volver en si, haciendo que abriera la boca, pero en vez de hacerle gritar no hizo más que jadear.
– ¿No te dije qué no tocaras esas galletas antes de irme? – riñó él único padre dentro de la estancia, observando como su mejor amigo se retorcía del dolor.
– Ya, tío suelta… – pidió Shisui siseando de dolor, su pedido fue cumplido unos segundos después. – Ya sabes que mis orejas son sensibles…
– Sensibles por tener que escuchar tus propias estupideces a diario… – comentó Sasuke en voz baja, lo suficiente como para que ambos adultos le escucharan. El bufido de risa que soltó Itachi hizo que Shisui volteara su rostro hacia él, sintiéndose algo traicionado.
– Niñato amargado… – murmuró él adulto haciendo suspirar al mediano de ellos tres, parecía ser el más maduro de ahí.
– Shisui, Obito me ha llamado… Decía que o ibas a firmar los documentos que te faltan o que te olvides de recibir la recompensa de tu última asignación. – informó Itachi dándole un golpe en la espalda algo fuerte.
En lo que Sasuke se acomodaba en el sofá, Kage tomó la oportunidad para acercarse más a él y así felizmente, empezar a recibir caricias más de cerca. Con algo parecido a un gruñido, Shisui torció la boca para finalmente inspirar aire volviendo a poner su típica sonrisa en su cara como si nada.
– Si me quieres fuera solo dilo, tío… – dijo Shisui girando la cabeza momentáneamente mientras decía esas palabras, fingiendo estar algo ofendido. – Primero, le das el lugar de padrino al renacuajo y ahora esto. No se me quiere en esta casa… Me siento, ay… Traicionado por mi mejor amigo, mi propia familia…
– También dijo que de no ir rápido, le daba tu paga a Kakuzu… – informó Itachi alzando las cejas sin estar nada sorprendido de la actitud de su mejor amigo. Esa noticia hizo que este último se colocara una mano en el pecho indignado. – Sabes que no dudará en hacerlo y que el Jiongu adora los fajos de billetes, que su pasatiempo es contarlos.
– Los Uchihas sois crueles… – soltó seguidamente el cazarrecompensas.
– ¿Sabes que tú también eres uno verdad? – recalcó Sasuke sin dejar de acariciar la cabeza y el lomo del animal encima de él. Un silencio se instaló en la habitación, en lo que parecía que Shisui procesaba lo que acababa de decir y escuchar, la sonrisa no tardó en borrársele.
– Me voy. – musitó este último ampliando sus fosas nasales en una expresión graciosa en tono dramático ante la miradas que indicaban que ya estaban acostumbrados de sus ocurrencias de su primo, observando como se alejaba hacia el marco que separaba el salón del pasillo que llevaba a la entrada. – ¡A dónde se me quiere!
– ¿Traerás mañana los informes? – pidió Itachi como si nada.
– Antes del mediodía los tendrás. – contestó él con la misma sonrisa de antes y finalmente despedirse con la mano.
Poco después de que ambos hermanos escucharon a Shisui marcharse, el mayor de ambos tomó asiento al lado de Sasuke, acaparando la atención del Husky con ellos. El can no tardó en levantarse de su postura para acercarse a él y lamerle el rostro.
– ¿Te gusta cómo quedó la casa? – dijo Itachi dejando que su cabeza sobrepasara el respaldo del sofá debido a su altura, girando la cabeza hacia Sasuke, quien tardó en responder.
– Está bien. – respondió el último simplemente, intentando no sonar demasiado tajante. Conocía las intenciones de su hermano a rajatabla.
Viendo que Sasuke permanecía callado, optó por no vacilar más con preguntas innecesarias para entrar al tema que él quería y entró directamente a la charla que precisaba tener con él.
– Kakashi ha hablado conmigo, Sasuke… Así que sé lo ocurrido, no te esfuerces en ocultarlo. ¿Te importaría explicarme lo que ha pasado? A no ser que prefieras que llame a Jiraiya para sonsacarle todo… – habló el mayor con tranquilidad, sin dejar de acariciar a Kage que se había instalado entre ambos.
– El dobe ha vuelto a causar una escena de celos. – comunicó Sasuke con molestia, no le apetecía demasiado hablar del tema.
– ¿Ha sido él quien te ha hecho esto? – cuestionó Itachi haciendo referencia a las heridas en el rostro del Uchiha menor, quien apartó el rostro. No obtuvo respuesta por lo que asumió que sí, cosa que no le gustó en absoluto. Estaba al tanto de muchas de las peleas en las que ellos dos estaban involucradas, además de las que habían tenido de por sí entre ellos. Si no había escuchado mal, no era la primera vez. – ¿Fue por Sakura?
– Lo hice tarde, pero al final se lo dije… Poco después de empezar las vacaciones. – explicó Sasuke suspirando nasalmente sin poder evitar volver a tensar la mandíbula debido a su enfado. – Al parecer no me escuchó en absoluto.
No le hizo falta comprender a Itachi que se refería sobre su noviazgo con la pelirrosa. Solo se limitó en asentir levemente.
– Se negaba a creer en lo que yo siento por Sakura y a su vez, se confiaba de que yo solo me dedico a jugar con ella, por lo que siente por mí. – añadió el menor sin poder evitar apretar el puño que apoyaba encima de su rodilla.
Muy a su pesar, a Sasuke no le pudieron evitar entrar ciertos pensamientos al estar hablando del tema. – Si esto hubiera pasado varios meses antes de nosotros regresar, pudiera haberle creído totalmente… – La habilidad del Uzumaki en hacer creer a los demás sobre lo que puede llegar a hacer y no solo eso, sino en convencer a los demás sobre su opinión… se podía comparar a veces como un don, pero en resumidas cuentas, lo que muchos le otorgan el título de "El que nunca se rinde" como un cumplido, en otros ojos no podía dejar de verse como un terco obstinado que dejaba ver su apatía, algo que pocos se imaginaban que pudiera tener. ¿Dónde quedaba el "Eres mi mejor amigo" ahora? No podía evitar sentirse traicionado también. ¿Era él el egoísta?
– Siento que le hice daño, pero en cierta manera… – admitió Sasuke con cierta dificultad, pensando bien en como expresarse. – Yo también me siento traicionado… Él… es como si hablara sin conocerme y aun así… Lo ocurrido hoy, me ha hecho recordar cosas de las que me arrepiento… Cosas que le dije a Sakura, momentos en los que sé que fui…
– Más que un capullo… – asimiló el Uchiha menor mientras recordaba cierto momento en la enfermería, en el que queriendo estar solo, incapaz de decirle a la Haruno más de una vez que se marchara, apartó de un manotazo la manzana que le ofrecía con cariño, conociendo perfectamente que él, esa mañana no había almorzado. Otro recuerdo también se le aparecía, uno que después de que Sakura le contara la verdad sobre su vida personal, le pesaba todavía más. Ese día en el que se fue, en el que tajantemente cortó los lazos con ella bruscamente. – Tengo muchos remordimientos.
– ¿Sabes? – dijo Itachi mirando hacia el techo en tono reflexivo, haciendo que su hermano simplemente colocara la vista en las piernas de su hermano. – La noche en la que hui de casa, por culpa de Madara… Antes de ser llevado a prisión. Lloré más de lo que lloré por la muerte de nuestros padres, porque me di cuenta de que te fallé. Te abandoné. El recuerdo de ese momento es… El motivo principal por el que decidí luchar contra Madara junto a Shisui. En esa época, Obito tampoco estaba de mi parte, al igual que tú. Ese no es el único desasosiego que tengo referente a ti… Una parte de mí, se culpa casi a diario de no haber sido el hermano que te merecías, del tiempo perdido en el cual no estuve cuidándote como papá me pidió en caso de ocurrirles algo.
– Así que, supongo que nos parecemos más de lo que creemos… Entiendo como te sientes, no solo te abandoné a ti. También le rompí el corazón a Izumi. – añadió Itachi en voz tenue, reflexivo. – Simplemente, atesora esas oportunidades, Sasuke… Nadie puede decirte que no te la mereces. Afortunadamente, mucho me temo que te conseguiste a una chica luchadora… Que sobrepasaría los límites por ti.
El mayor de ambos hermanos, no pudo evitar que una sonrisa orgullosa apareciera en su mente al recordar a la pelirrosa. No eran cercanos y aun así, había ayudado a su familia. Había salvado a su hermano de su secuestro, no solo a Naruto, les ayudó en su rescate a pesar de lo que eso significaba para ella. ¿Cómo olvidar el hecho de que ayudó a dar a luz a su mujer? De no ser por ella, quién sabe lo que habría podido ocurrir, era algo que no quería ni imaginarse muy a su pesar. Había más motivos por los que ya la consideraba parte de la familia, el principal… El amor puro que parecía profesar por su hermano. Era merecedora de llevar el collar de su madre.
Su sonrisa se ensanchó al ver el sonrojo en las mejillas del pelinegro a su lado. Más de una vez, se había ruborizado ante la mención de Sakura. Era entretenido ver esas reacciones que ya no podía esconder bajo ninguna fachada con él.
– Me enorgullece ver que permaneciste leal a tus sentimientos, Sasuke… – comentó Itachi sin apartar la mirada de su hermano, el cual se encontraba dolido con un nudo en la garganta. – El amor es pura suerte, pero ambos sabemos que para los Uchiha es lo que nos mantiene en pie. Así que no debería saberte mal haber sido el afortunado de poder estar a su lado. Es algo que Naruto deberá asimilar de alguna forma u otra, ya hiciste tu parte estúpido hermanito…
Cuando Sasuke finalmente volteó el rostro, se vio sorprendido con un gesto que hacía años que no recibía. Itachi acababa de colocar dedo índice y corazón en medio de su frente para empujarla levemente. Aportando esa calidez fraternal que ayudaba a sanar antiguas heridas como si se tratara de Kintsugi. Por un instante, se sintió como si tuviera cuatro años de nuevo.
Sasuke se tensó cuando sintió la mano de Itachi alborotarle su melena todavía más.
– Dame un abrazico, Sasuke… – dijo su hermano de la nada empezando a rodearle con los brazos para atraerlo hacia él, algo que hizo que Sasuke no pudiera evitar sorprenderse de nuevo e intentar librarse.
– Suelta… – reprochó el pelinegro de cabello corto mientras empujaba con las manos el rostro y el torso de Itachi, algo difícil porque ambos tenían fuerza. Kage tuvo que quitarse del medio, quedándose mirando a sus amos jugar en el sofá moviendo la cola.
– Venga, solo uno… Soy tu hermano, de pequeño me abrazabas cada día, ¿Qué te pasa? – insistió Itachi sin dejar de insistir consiguiendo rodear con los brazos a Sasuke por el cuello contra él, disfrutando al ver como el último se retorcía. – Sh, acepta mi cariño fraternal… Estoy intentando hacer lo que mamá haría.
– ¡No! – dijo Sasuke volviendo a empujar el rostro de Itachi lejos de él, esta vez consiguiéndolo después de que Itachi le plantara un beso en la mejilla, que le puso los pelos de punta, en lo que el primero le sonreía con burla, observando como se limpiaba el rostro y movía los hombros incómodo. Su labor como hermano mayor había sido completada por hoy.
Rin se encontraba leyendo unos informes de su trabajo a la vez que se daba un baño de espuma disfrutando de un poco de música de fondo, cuando le pareció escuchar un ruido, aunque pronto lo ignoró pensando que eran imaginaciones suyas.
Pasaron más de cinco minutos hasta que la Nohara notó que el agua estaba ya quedando demasiado fría, se incorporó con cuidado para finalmente empezar a empapar de nuevo su cuerpo con agua para quitar el exceso de espuma. Salió del baño contiguo a la habitación de la casa de Kakashi enrollada con un albornoz y una toalla en su melena. Nada la había preparado por el embarazo. Una cosa era estudiarlo en la universidad, otra muy diferente era experimentar los malditos cambios hormonales que la dejaban cansada y con las emociones revueltas. ¿Lo peor? Es que se encontraba echando de menos a Kakashi… No solo por su presencia, también por sus ciertas necesidades. Estaba claro que este solo venía a casa para sacar a pasear a sus perros, algo que ella consideraba que podía hacer perfectamente y hacer alguna que otra tarea del hogar.
Empezó a esparcir algo de crema por sus muslos y piernas, colocando un pie encima del colchón de la cama de matrimonio que ella misma se había ensimismado en llenar de almohadas extra, eliminando el estilo simplón y aburrido del profesor. Durante la labor, no pudo evitar que varios recuerdos candentes se le vinieran a la mente. ¿Quién diría que este último tuviera un agrado por los tobillos y los pies? Aparte de sus muslos. Pasarse ahora mismo loción corporal le hacía sentir su ausencia más que nunca.
– Te olvidaste de poner crema en… – comentó Kakashi parado frente a la puerta de la habitación, consiguiendo asustar a Rin, quien le lanzó el envase de crema de manera violenta debido al susto, creando un desperdicio en el suelo.
– ¡Será posible, Kakashi! – dijo la morena hiperventilando mientras colocaba una mano en su rostro y la otra en su cintura. – No te mataría llamar a la puerta…
– Perdón. – se disculpó él como si nada, bien distraído mirando la piel expuesta de la Nohara sin poder hacer nada para evitarlo. – Vine a decirte que vuelvo a casa.
Esa noticia le cayó como un rayo a Rin, que se quedó callada momentáneamente. ¿Y ahora qué?
– Esta bien, ya he estado mirando apartamentos en alquiler. Mañana me tendrás fuera. – comentó ella suspirando en lo que le daba la espalda, las ganas de llorar no tardaron en manifestarse. – Malditas hormonas…
Al Hatake no le sorprendió ver como Rin asumía apresuradamente lo que no, era una facultad típica de ella. Cosa que muchas veces llevaba a malentendidos, lo que le hacía suspirar. Recordando lo que Sakura le había dicho, no pudo evitar armarse de ánimos para volver a hablar.
– No me refería a eso, Rin. No te estoy echando. – aclaró él ciertamente incómodo. En cierta manera no la culpaba de pensar así tras su discusión. – Ni mucho menos quiero que te vayas.
Rin, sorprendida, se volteó poco a poco para escuchar atentamente lo que Kakashi le estaba diciendo, parecía no haber terminado de hablar. Le vio sentarse a los pies de la cama, por lo que no dudó en ella hacer lo mismo, aunque justo donde estaba mirándole la espalda.
– Ya sabes que con mi padre en un principio todo iba bien, hasta que ocurrió esos imprevistos que causó su despido y rechazo, además de no poder salvar a sus compañeros de escuadrón… Siempre me han dicho que me parezco demasiado a él. Me confundían con él, a menudo, cuando era policía. Hay una razón por la que congenio bien con Sakura y es por qué hemos vivido situaciones algo similares… por no decir idénticas. – explicó el Hatake con pesar, sin informar que no solo en eso se parecía su padre con Kizashi, sino también Mebuki, por su suicidio. – No debí dejar que el miedo hablara por mí…
– Kakashi… Tú y tu padre, habéis vivido cosas muy diferentes… Te estás quedando solo con lo que recuerdas más, sus peores momentos. Tú mismo lo acabas de decir, sabes que eso fue por la depresión… Estaba enfermo, pero no estás solo y no eres el único que tiene miedos. – respondió Rin acercándose poco a poco para sentarse a su lado. Ambos quedaron en silencio hasta que tras un par de minutos, en los que de por medio Rin apoyó la cabeza en el hombro del Hatake, hasta que por fin esta se dignó a volver a hablar, viendo como su pareja permanecía pensativo.
– No quiero que pienses que no quiero formar parte de la vida de mi hijo. – afirmó Kakashi tras un corto rato en silencio.
Cerrando los ojos con tranquilidad y felicidad, Rin simplemente abrió la boca para pronunciar lo que necesitaba decirle. – Te eché de menos.
No pudo evitar sonreír cuando Kakashi volteó la cabeza para finalmente observarla. Sin pensarlo dos veces, tomó la mascarilla blanca y azul que tapaba la parte interior de su rostro hacia ella con el fin de dejar que esta colisionara hacia arriba de golpe, tapándole los ojos. Dejando a la vista sus apetecibles labios que eran acompañados con una peca en la parte de abajo de un lateral. Se consideraba privilegiada de ser de las pocas, si no la única que le había visto así sin que a él le importara, sin tardar en unir sus labios con los de él. Consiguiendo relajarlo al instante, hasta que finalmente Rin tuvo que apartarse al percibir cierto olor a comida en la ropa de Kakashi, sin poder frenar una arcada.
– Demonios, lo siento… Es el olor del ramen. No puedo con él estos días. – musitó la Nohara con una mano tapando su boca. Kakashi no pudo evitar sonreír en lo que se quitaba la máscara.
– Puse a cocinar arroz, se te pondrá bien a la hora de la cena… – dijo Kakashi yendo hacia la cesta de la ropa sucia en lo que empezaba a desabrocharse la blusa ante la traviesa mirada de la castaña, la cual no se molestó en apartar la mirada de la espalda del peli plateado. – Aunque tardará más de media hora en estar listo.
– Ya… – respondió Rin en lo que se quitaba la toalla de su cabello para desenredarlo con las manos y seguidamente levantarse para ir al improvisado tocador después de recoger el envase de crema en el suelo. Tomando un peine y empezar a pasarlo por su melena todavía húmeda.
En el otro lado de la cama, Kakashi tras tirar la prenda sucia donde correspondía se distrajo viendo el pequeño tatuaje del colibrí que su novia presentaba en un lateral de la espalda media, hasta que sus ojos no tardaron en bajar hasta sus piernas y terminar en sus pies, decorados con una pulsera en el tobillo y con una pedicura de color vino. Ni se había dado cuenta de que se había acercado lentamente.
Pasó el dedo índice de su mano derecha por donde se encontraba el tatuaje. Rin solo volteó la cabeza para mirar como él terminaba de ponerse detrás de ella. Nada más se volvieron a besar brevemente, para escuchar como uno de los perros gimoteaba y rascaba la puerta, la castaña no pudo evitar sonreír.
– Tus ocho hijos de cuatro patas te echaron tanto de menos y querrán que los saques de paseo. – asumió ella mirando hacia la puerta al igual que Kakashi. – Supongo que tendré que esperar un poco más para volver a tenerte para mí sola…
– ¿Qué quieres decir que Hinata no está? – cuestionó Hiashi con enfado, tirando la tablet encima de la mesa del comedor como si nada. Esta por suerte no se rompió, ya que el golpe no fue con demasiada fuerza. Acababa de leer el mensaje de la jefa de estudios que le pedía ir mañana a hablar con la directora Senju por lo que parecía ser ciberbullying. Evidentemente, estaba enfadado. ¿Su hija, una abusona? No estaba sorprendido, pero sí decepcionado.
– Llamamos a la clínica de rehabilitación, nos dijeron que no se presentó a su sesión de gimnasia. – informó una de las asistentas del hogar claramente intimidada. – Tampoco se encuentra por ningún lugar de la casa o distrito Hyuga.
De pronto la puerta de la sala se abrió dejando ver a un Neji, seguido de una Hanabi bastante cansada. Ambos venían de sus extracurriculares.
– ¿No saliste con Hinata al terminar las clases, Neji? – indagó con molestia el patriarca, más que decepcionado de la actitud de su hija mayor.
– Se levantó tarde esta mañana, por lo que decidí irme con Hanabi por la mañana. A la hora de salir me fui rápido hasta la academia de pre-examinación. La última vez que la vi fue en la hora de gimnasia, nada más. – se excusó el Hyuga acercándose a la mesa sin apartar la vista de su tío. – Tal vez esté con Toneri. Están uno al lado del otro en casi cada clase, se les vio juntos en la cafetería.
El padre de ambas herederas no hizo más que suspirar molesto en lo que se levantaba de la silla con pesadez. Volteando a mirar de nuevo a la misma asistenta de antes, que se inclinó esperando una nueva orden, guardó silencio.
– Llamen al domicilio Otsutsuki y pregunten si mi hija está ahí. – mandó Hiashi en lo que la empleada asentía cordialmente y se predisponía a marcharse a cumplir con sus obligaciones. El primero seguidamente volteó el rostro para ver a su hija menor. – Más te vale no cometer los errores que tu hermana se empeña en repetir, hija. Ve a cumplir con tus actividades.
– Sí, padre… – contestó ella saliendo de la sala y caminando hacia la puerta detrás de Hiashi, pudiendo escuchar como este decía. –Solo me faltaría tener otra decepción como hija– Que la dejó desilusionada. Podría entender que su hermana se hubiera cansado de tantas reglas de su padre y de ser así, tener un momento de diversión con sus amigas, pero ella sabía perfectamente que su padre era así con ambas. Que de las dos, a quien tenía más controlada y ocupada era Hanabi, por las grandes expectativas que se le pedían desde pequeña, al mostrar tanto talento.
Empezaba a creer que era cada vez menos justo. Cabe recalcar que ella no tenía amigas, cosa que Hinata sí. No es porque ella no quisiera, es porque sus compañeros de clase la tomaban como la favorita de todos los profesores, la empollona billonaria, la rara con la que nadie se involucraba ni si pudieran debido a sus tantas extracurriculares. No conocía ni los apellidos de sus compañeros de clase.
Reconocía que si su padre era duro con ella con su educación, lo era con su hermana de muchas otras maneras. Según descubrió mediante una conversación entre empleados del hogar, Hinata estuvo yendo al psicólogo desde muy pequeña, pero ninguna terapia funcionó hasta que de la nada dejó de necesitarlo. La presión a la que se le sometía debido a las constantes riñas y quejas, tenía que ser cansado. ¿Era ella la única que empatizaba como hermana? Seguramente… Desde las pocas veces que jugaban juntas hace años, su relación se fue enfriando. Así lo sentía a pesar de verse y saludarse al menos una vez al día, si había suerte.
Con Neji, era otra historia. Como ella a su edad, él había asistido a las mismas clases extras que él tras la escuela y más de una vez habían coincidido. No estaba de más, decir que le conocía más a él a diferencia de sus padres, de su hermana.
– Debí haber accedido a que me inscribieran en ese internado del extranjero. – pensó Hanabi en lo que abría su habitación y directamente caminaba hasta su escritorio. ¿Tendría ella que aguantar su propio compromiso a conveniencia algún día?
De vuelta en la sala, la empleada regresó para negar con la cabeza, insinuando que no se encontraba ahí. El golpe seco en la mesa producido por la mano de Hiashi, la sobresaltó levemente.
– Díganle a Ko que venga aquí de inmediato. – zanjó Hiashi con severidad, indicando con la mano a que su sobrino siguiera los pasos de su segunda hija. – ¿No te dije que estuvieras pendiente de mi hija, Neji?
El susodicho se quedó parado ahí quieto sin atreverse a hablar. Sabía que tarde o temprano tendría que tener esa conversación con su tío. Más que una conversación era un sermón.
– Vuestra directora me ha citado a hablar con ella, se ve que tu prima ahora se dedica a cotillear y faltarle el respeto a otros estudiantes en internet. Así que explícame, por qué esto no fue evitado… Confío en ti, para que seas capaz de lidiar con eso. – habló Hiashi con severidad mientras una de las sirvientas le tendía de nuevo la tablet de la mesa sin pedir la orden, cuando tendió la mano hacia atrás, para finalmente tenderle el aparato a Neji. Quien al desbloquearla, vio que se trataba de un correo electrónico con la firma de Shizune. En este se encontraba un enlace que reconoció como la página web del instituto, no tardó en ser dirigido al foro, donde se veían las fotos del Uchiha y Sakura en la playa.
Enfriando la mirada al descubrir esto, no hizo más que devolverle la tablet a Hiashi en silencio.
– No sabía que esto fue obra de ella, pero evidentemente lo hizo para molestar a cierta compañera de aula. No es la primera vez y no siente remordimientos al hacerlo. – respondió él con seguridad, estaba altamente convencido que pese no maquinarlo demasiado bien, lo había hecho para hacer enfadar a la pelirrosa de alguna manera. Sin pensar en las consecuencias de nuevo. – Si no lo evité fue porque ella actuó por la espalda, no estaba en Shimoda conmigo porque no estuvo invitada ni pudo venir. Esas fotos no las hizo ella.
Tras una leve pausa, Neji volvió a hablar.
– Hinata tiene mi edad, creo que si ella es capaz de hacer eso más de una vez, a pesar de que yo intente detenerla, es lo suficientemente mayor como para afrontar las consecuencias de sus actos sin que alguien esté respaldándola. – finalizo el castaño intentando aparentar no estar tenso frente al patriarca de su clan. Este básicamente alzó la cabeza un poco al escuchar sus palabras.
En cierta manera, Hiashi se encontraba orgulloso de que su sobrino fuera valiente a la hora de hablar con él. Le había enseñado bien.
– ¿Harto de estar responsabilizándote de tu familia, Neji? – dijo su tío con cierto tono de sospecha.
– Solamente de responsabilizarme de sus acciones, nada más. – explicó Neji mirando hacia abajo apretando los dedos contra las palmas de sus manos. – Considero que, con Otsutsuki en nuestro mismo curso, ese ya no es mi deber.
Justo en ese momento, la puerta de entrada se deslizó. Cuando las empleadas jadearon con relajación de que se trataba de su hija.
– Bien. – zanjo Hiashi con un atisbo de sonrisa orgullosa, satisfecho con lo que el castaño frente a él había decidido. – Puedes retirarte, Neji.
Este no tardó en cumplir lo que su tío le decía, en lo que escuchaba como su prima abría la puerta del salón.
En la sala se instaló un silencio incómodo. Padre e hija se observaban mutuamente, el primero con su expresión fría y seria de siempre que hizo que la última tuviera que disimular cuando tragó saliva. En ese momento llegó Ko a la sala, por lo que seguidamente volvió a tenderle la tablet a la empleada en silencio, la cual tomó en silencio esperando sus siguientes órdenes.
– Díganle a Yoshio, que empiece con lo que le pedí hace diez minutos. – pronunció él sin voltear a mirar a su empleada, quien tras una inclinación, se retiró de la sala rápidamente.
Hiashi valoró el aspecto de su hija, callada, con el rostro manchado de maquillaje mal retirado, aferrada a su mochila. Recordó las veces en que la vio llorando por el nacimiento de Hanabi. Cuando la menor nació, se comportaba igual. Motivo porque en los primeros años, aparte de otras razones, se las separaba. No era de la misma manera con Neji, ellos dos habían crecido juntos. No iba a ignorar que con su arduo y vicio al trabajo, que su sobrino conocía más a sus hijas que él, pero eso no borraba que no reconociera patrones de su comportamiento.
Para sorpresa de Hinata, su padre volvió la cabeza hacia Ko, quien mantuvo la vista hacia el patriarca con las manos tras la espalda en silencio.
– A partir de ahora, Ko. Mi hija tiene absolutamente cero permiso de usar su teléfono o el fijo en casa hasta que yo diga lo contrario. – empezó él, Hinata abrió los ojos apretando la bolsa contra su pecho con fuerza, viendo como su padre le indicaba con una seña que se ocupara de quitársela. Cosa que Ko consiguió sin mucho esfuerzo mediante un corto forcejeo. – Tiene prohibido, ver la televisión, usar cualquier tablet u ordenador, etc.
– Padre… – musitó Hinata con expresión afligida.
– Se le retirarán las tarjetas de crédito u débito… – añadió Hiashi arrugando la frente considerando una falta de respeto su osadía en interrumpirle. – Y lo más importante, al terminar las clases, a no ser que yo diga lo contrario, regresará a casa. Que se olvide de salir con amigas o compañeros de clase, sin mi aprobación. Si se salta alguna de estas normas y no se me hace saber, si lo haces tú también… Tú y tu familia perderéis los privilegios de nuestro apellido.
– ¡TE ODIO! ¡TE ODIO DEMASIADO, PADRE! – gritó Hinata sobresaltando a casi todos los presentes de la sala, Hiashi permaneció impasible, aunque por dentro esas palabras si que le habían dolido. – ¡ERES MUY INJUSTO CONMIGO! ¡NO ERES ASÍ CON HANABI, NEJI Y NADIE MÁS!
Hinata sabía que eso sucedía por culpa de Sakura. En su mente no podía evitar maldecirla más de una vez. Se encontraba temblando de ira. La estaba incordiando todavía más. Era tan horrible y odiosa.
– A tu cuarto. – finalizó su padre con tranquilidad para rápidamente volver a mirar al que ahora sería el supervisor de su hija. Tras girarse para darle la espalda a ambos, caminó hacia una de las asistentas. – Tráiganle la cena a su habitación. Quiero que la cena con los Sakai surja sin problema alguno.
Molesta y decepcionada al no verse escuchada, Hinata se volteó de golpe después de recuperar la bolsa de Ko, quien ya había dejado ciertas pertenencias suyas en la mesa de la habitación, para empezar caminar con prisa hacia la puerta por donde había ingresado al salón para salir de ahí dando un sonoro portazo, para caminar hasta su habitación. Parando en seco al encontrarse a su hermana menor parada en el pasillo que daba a sus habitaciones.
– ¿Realmente piensas que solo es así contigo? – cuestionó la menor intentando no mostrarse vulnerable ante su hermana.
Hinata apretó sus labios entre si ante lo que Hanabi acababa de decirle. Hanabi simplemente musitó un bufido de sorna, estaba más que decepcionada. Primera vez que lo hacía con ella. Sin decir nada más, Hanabi optó por bajar el crop de equitación con rapidez, tensando a la mayor, haciendo mención de las veces en la que solo se castigaba a Hanabi después de meterse en problemas siendo muy pequeña y del método. Acto seguido la amazona simplemente siguió con su camino pasando de la única persona presente en la zona, en silencio, sin volver a mirar a la pelinegra.
Antes de llegar a la puerta de su cuarto, esta se abrió y de dentro salió un hombre al que reconoció como el asistente personal de la casa de su padre, Yoshio. El cual se llevó con él sus aparatos electrónicos. Seguidos de él, dos empleados más que tenían pinta de ser de mantenimiento o jardinería salieron cargando el monitor de su televisión conjuntamente.
Después de ingresar a la misma, notó dentro del cuarto había una asistenta quitando el polvo de los estantes que había en la pared.
– ¡Fuera! – ordenó Hinata sin más señalando a la puerta, sobresaltando a la empleada que tímidamente se marchó enseguida algo asustada, sin dejar que la misma cerrara la puerta, dando otro portazo.
Caminó hasta su tocador, donde se vio el reflejo que presentaba. Para finalmente volver a llorar generosamente mientras empezaba a retirarse el maquillaje de su rostro con violencia, mientras recordaba ese momento en la cafetería.
"Sakura… Yo te… "
Un sollozo apareció cuando revivió el momento en el que Naruto, tomaba de la mano a Sakura para intentar declararse. Algo que hoy mismo había vuelto a ver desde su teléfono, a través de los mensajes del chat grupal. Sin poder aguantarlo más, se tapó el rostro con sus manos.
Todo es su culpa… Tenía que recibir su merecido…
Hola de nuevo, preciosos. ¿Qué tal les pareció?
Confieso que, este capítulo iba a tomar cierto rumbo, de manera apresurada que… Creo que a más de uno le hubiera podido disgustar. De no ser por las constantes revisiones, muchos habríais podido repudiar a cierto personaje más de la cuenta, cosa que no era mi intención. Por lo que menos mal… Aclaro que me refiero a Naruto.
Que levanten la mano, las personas que han tenido su corazón roto por la persona que aman. *Levanta la mano*
Me gustaría que, aunque cueste, simpaticen o empaticen con el Uzumaki. Está siendo egoísta, sí. Más que eso. Hace las cosas de la manera que sabe, cosa que no justifico, pero está sintiendo mucho dolor ahora mismo. A pesar de no solo él. A fin de cuentas, es algo que yo he vivido. A mí me han roto el corazón y esa no fue la última vez, pero eso es agua pasada, y eso no trata de mí.
Trabajar con un Naruto así, ha implicado mucha reflexión e investigación. ¿Reaccionaría de esa manera o de otra? Puede que esté en lo cierto o no, pero esta es mi oferta que les doy. Mi modo de verlo en estas circunstancias. A su vez, lo mismo con Sakura, Sasuke y demás personajes. A pesar de esto, me gustaría conocer sus teorías y reflexiones sobre el rubio. Si es que tienen alguna.
Pasando de Naruto a Sasuke, no pude no escribir sus sentimientos aquí tampoco y en su momento creo que no lo habría hecho como era necesario. ¿Qué pueden decirme sobre él? Estoy hablando de sus acciones a lo largo del capítulo.
¿Creen que Sakura actuó bien? ¿Se precipitó en decirle eso a Naruto, al final? ¿Sí - No?
¿Qué podrían decirme de Hinata? Este capítulo vuelve a estar más presente, tiene más protagonismo. Me interesaría ver más allá de si les gusta su actuar aquí o no, más bien el porqué. ¿Por qué creen que es así?
Lo más importante. ¿Qué creen que pasará a partir de ahora?
Un beso enorme, espero que hayan disfrutado de la lectura.
Les veo en el siguiente capítulo.
¡Hasta luego!
