Hola a todos lectores,
Disculpen de verdad la tardanza. Sé que ha pasado algo más de tiempo desde la última actualización a diferencia de los otros demás capítulos recientes. Ha habido motivos graves personales y en fin, me ha costado encontrar la motivación en escribir por más que lo intentara.
Prefiero no detallar nada y dejarles sin más con la lectura esta vez. Es algo más largo, ya saben, lo usual. Lo curioso es que no sabía, dónde terminarlo, aparte de como empezarlo. Así que ya saben, aprovechen que es viernes, cuando quieran, póngase cómodos junto algo para picotear, les veo más abajo en las notas finales.
Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.
Perdón, pero es la verdad
Quedaba media hora para que el descanso finalizara cuando hubo el sonido de un mensaje entrante por todos los megáfonos conectados a través del campus. Estos dejaron escapar una nota por parte de la recepcionista que pedía que Sakura e Hinata se presentaran a la sala de profesores.
Ambas alumnas, se encontraban en su aula. La última sentada comiendo su bento acompañada, como no por su prometido, mientras que la pelirrosa se encontraba sentada con el resto de sus amigas esta vez sentadas juntas alrededor del pupitre de Tenten.
– ¿De qué va eso? – preguntó Ino extrañada mirando hacia su mejor amiga, el resto también miró a la pelirrosa con curiosidad.
Sakura simplemente se limpió con una servilleta con tranquilidad, después de terminar de sorber el resto de contenido en su envase de refresco, el cual posicionó de vuelta a la mesa y seguidamente apartar la mano que sujetaba Temari, quien se encontraba admirando su nueva manicura acrílica semipermanente de forma almendrada y corta, con colores distintos. Sus tres amigas entonces voltearon a mirar hacia dónde se encontraba Hinata, la cual ya se encontraba levantándose ante la atenta mirada de Toneri, quien no tardó en mirar de reojo hacia la mesa de la pelirrosa.
– ¿Acaso volvió a hacerte algo? – insistió la Yamanaka mientras ella y las demás regresaban la vista hacia la Hyuga. Cuando la pelinegra las miró, Tenten y Temari apartaron la vista, pero Ino la escrutaba con la mirada, con severidad. Lo que la hizo apartar la mirada.
– Luego os lo cuento. – aseguró Sakura mientras se levantaba y acomodaba su falda de uniforme, para enseguida caminar hasta su pupitre con el fin de tomar su bolsa.
Ignoró a Naruto, quien parecía estar mirándola en lo que se acercaba a su puesto, se encontraba desayunando con Shion. Lo que le resultó extraño, normalmente iba a la cafetería. Si no con Sasuke o Sai, el cual se encontraba sentado en su silla, acompañado del resto, pero estos no estaban. Tomando su bolsa del gancho del lateral, sacó su estuche de maquillaje para finalmente reajustar su labial rojo totalmente relajada con rapidez.
Cerrando el pequeño espejo después de retocarse el labial, vio como cierta pelinegra acababa de salir del aula. Sería mejor que la dejara ir delante de ella, al despacho, dónde en cierto modo era algo que no quería ir. Ya había tenido bastante…
Fue entonces que por casualidad bajó la vista hacia las tres personas situadas más cerca de ella. Encontrándose con la mirada de Naruto mientras este se empezaba a incorporar. Apartando la mirada hacia Shion momentáneamente y finalmente hacia Sai, no hizo más que tomar aire sutilmente. Se encontraban almorzando haciendo uso de su pupitre.
– Asegúrate de limpiar mi mesa como se debe. – dijo ella tajantemente hacia Naruto, quien se detuvo al instante. – Y no vuelvas a tocar mis cosas.
– De la misma manera que tú limpias la de Neji y compañía, fe… – empezó Sai con seguridad, a punto de usar su apodo usual con ella, aunque frenando al recodar lo sucedido en el vestidor. Sakura rozó con la punta de su lengua su colmillo con algo de mofa ante la impertinencia y altanería del nieto de Danzou.
– No te preocupes, Sai… – contestó Sakura volteando el rostro para encarar al Shimura, el cual apartó la vista de ella. – Mi novio no está en el aula, habla libremente. Te escucho.
Sai no hizo más que permanecer en silencio, manteniendo una expresión de molestia frente a la pelirrosa, que no hizo más que alzar una ceja. Naruto enseguida volvió a sentarse a la silla.
– ¿No? ¿Nada? Por un momento pensé que tenías algo que crees que es relevante por decirme. – apoyando una mano encima de una de las mesas donde se encontraban terminó obligando que la mirada negra de Sai regresara a la de ella. – Te recuerdo que Naruto es capaz de hablar por su cuenta.
– Sakura, escucha… Solamente… – intentó decir Shion siendo interrumpida de la nada.
– No, escúchame tú a mí. – habló la Haruno con dureza, sobresaltando a Shion. – No quiero escucharte decir por ahí que soy tu hermana, ni que somos familia.
– Shion no te ha hecho nada para que la trates de esta forma, Sakura… – respondió Naruto mirándola fijamente, pero Sakura simplemente chasqueó con la lengua con fastidio. Lo estaba haciendo de nuevo.
– ¿Qué vas a saber tú? – reiteró la Haruno con altanería volviendo a retirar la mano de donde la mantenía apoyada, acallando al rubio bruscamente. – Lo mismo se podría decir de Sasuke, pero con él haces caso omiso ¿Verdad?
Al recordar la pelea con Sasuke, el Uzumaki no hizo más que tensar la mandíbula, corroborando las palabras de la pelirrosa.
– Panda de hipócritas… – maldijo la Haruno en voz alta solo para ellos mientras se alejaba de camino a la puerta mientras negaba con la cabeza sutilmente. Naruto fue el único de los tres que la miró irse. Cuando Sakura desapareció de la zona, sintiendo sus ojos a punto de humedecerse mientras volteaba a ver la mesa de Sasuke. La cual estaba vacía.
– Naruto… – intentó Sai viendo la expresión que hacía su amigo.
– Cállate. – respondió el Uzumaki con fastidio, queriendo evitar el tema a toda costa. Por otro lado, Shion se dedicó a jugar con la comida de su fiambrera con sus palillos, sin poder evitar mirar disimuladamente la reacción del rubio. Antes de que pudiera decir algo, este se levantó de su silla para caminar hasta la puerta también, lo que no pudo evitar molestarse muy en el fondo.
Llegó a la sala de profesores con una expresión demasiado seria, inclinándose educadamente como saludo a los profesores que se encontraban ahí, topándose de lleno con Jiraiya, quien la miró de arriba abajo. A este no pasó desapercibido el minúsculo gesto que la pelirrosa hizo con su cara al verle. La joven había interactuado con él mucho menos comparado con Naruto y el Uchiha, la gran mayoría de estas eran de profesor a alumna o viceversa. Por lo que no la conocía tanto como su novio, solo por lo que este y su ahijado le comentaban de ella, pero con él… Sentía que no llegaría a haber más que tolerancia hacia él, por su parte.
No podía culpar que muchos de los chicos de su edad, cayeran rendidos ante la encantadora personalidad que la Haruno tiene. De entre ellos Naruto y su mejor amigo. En eso, no podía evitar compararla con Tsunade. Astucia, fuerza bruta y belleza. Ambas imparables, ambiciosas e igual de populares.
Antes de que pudiera pronunciar un saludo, ella ya se había apartado para volver a andar en dirección al despacho de Tsunade. Algo que lo hizo inspirar en silencio, pero no le dijo nada.
Sakura llamó a la puerta y tras escuchar una voz femenina que le indicaba que podía entrar, ingresó a la habitación para encontrarse con nada más y nada menos que Hinata, su padre y el suyo, algo que la tensó al momento de verlo.
– ¿Qué demonios hace aquí? – dijo la Haruno mentalmente con enfado mientras observaba con fastidio hacia su padre. Este se encontraba vestido con traje de color azul marino con una corbata verde oscuro con estampado geométrico. No iba afeitado, pero notó como recientemente se había cortado su media melena rosada.
– Tome asiento, Srta. Haruno. – dijo educadamente Tsunade ojeándola desde su silla detrás de su escritorio.
– Ven, hija… Siéntate. – incitó Kizashi mientras le señalaba la butaca al lado de él, donde se encontraba de pie.
Tomando aire sin disimular en absoluto, caminó hasta la butaca y se sentó cruzándose de piernas y brazos en silencio. Se tensó cuando sintió la mano de su padre colocarse encima de su hombro y dar un ligero apretón, gesto que ocasionó que ella misma respondiera el mismo apartando el agarre con un movimiento del cuerpo brusco, que no pasó desapercibido ni por Tsunade ni por Hiashi.
Hinata, a diferencia de su padre, se encontraba de pie. Con la cabeza cabizbaja, su larga y lisa melena negra ocultaba de nuevo su expresión de tristeza, desprecio y molestia. Sentía la mirada de la pelirrosa en ella, cosa que le hizo apretar los labios entre si, moviendo los dedos de su mano derecha constantemente, reflejando su nerviosismo.
Cuando Sakura recolocó la mirada en la Senju, esta tomó su mirada como el momento de empezar la reunión.
– Bien. – empezó Tsunade ojeando el documento encima de su mesa de trabajo después de apartar su mano que apoyaba su cabeza, incorporándose para hablar cómodamente. – Como el Sr. Haruno no está al corriente de lo ocurrido, resumiré lo sucedido para proceder después con lo que sea la mejor opción.
– Empezamos mal… – reflexionó Sakura volteando los ojos mientras movía el dedo índice de arriba abajo contra la piel de su brazo.
– Sr. Haruno, ayer su hija presentó una queja a un profesor por ciberbullying. Se investigó y no tardamos en descubrir la persona que colgó esas fotos sin consentimiento en la página web del instituto con comentarios hirientes, junto a otros estudiantes. – informó la rubia mirando hacia el Fuji directamente el cual permaneció impasible, asimilando toda esa información. – Encontramos rápidamente la autora del post, por eso la hice venir junto a su hija a mi despacho.
– Quiero asegurarle que, las demás personas que comentaron en ese post de manera negativa hacia su hija y su pareja, han recibido un notificado mío hacia sus padres de lo ocurrido. – añadió Tsunade con tranquilidad girando el rostro para mirar hacia Hiashi, el cual se mostraba sentado recto con sus manos entrelazadas, mostrándose aparentemente atento a todo lo que se decía. – Sr. Hyuga, en esta escuela, nos tomamos muy en serio todo lo que viene a ser acoso.
– Por favor… – murmuró la Haruno por lo bajo acaparando la atención de todos. Ese discurso se parecía demasiado a los de Sarutobi. Fue entonces que su mirada verde chocó con la avellana de Tsunade. La habitación permaneció en silencio debido a su interrupción.
– Sakura… – avisó Kizashi, algo que la susodicha ignoró haciendo una mueca con la boca y alzando las cejas.
– Si yo no me hubiera molestado en explicar lo ocurrido, esta "ocurrencia" no habría salido a la luz, eso es algo que no solo Hinata, aquí presente, sabe. ¿Verdad? – respondió Sakura tranquilamente pestañeando mientras regresaba la mirada hacia la Senju, que inspiró lentamente mientras arrugaba la frente.
Volviendo a voltear la cabeza para mirar con una sonrisa forzada llena de discrepancia hacia la que una vez consideró una amiga cercana de hace años. Comprobó como esta se mantenía en la misma postura, era evidente para ella que estaba nerviosa. Sintiendo un sabor amargo en su boca que la hacía replantearse gran parte de cosas, como lo que estaba pasando ahora mismo, decidió darle tiempo a responder, para ver si hablaba por sí misma, lo que no ocurrió.
– Deja que la directora hable, Sakura… – mandó Kizashi en un tono más severo que molestó a la pelirrosa. – Discúlpate.
– No. – respondió ella secamente sin dignarse a voltear a ver a la persona que se hacía llamar su padre. Kizashi no hizo más que hacer una expresión de exasperación. – No pienso hacerlo, cuando no soy culpable de nada. Especialmente al prever dónde llegará a ir esta conversación y como acabará todo esto… No tenía que llamar a nuestros padres para que se presentaran solo para escuchar que ella, tendrá una suspensión de varios días y nada más.
Ante esas palabras Tsunade no pudo evitar musitar una leve sonrisa ladina al observar la astucia de la pelirrosa frente a ella. No iba mal encaminada.
– Para su información, Srta. Haruno… Es nuestra obligación notificar a los padres en casos así, su opinión aquí en cuanto a la decisión tomada, mucho me temo es algo irrelevante. – declaró Tsunade como si nada, ganándose una mirada fría por parte de la susodicha, la rubia enseguida notó como era estudiada por esos flamantes ojos verdes. – Cómo estaba por decir, como comprenderá Sr. Hyuga, por norma no me queda más remedio que suspender a su hija durante quince días.
– ¿Podrían reducirse los días si mi hija se disculpa? Va muy detrás en muchas asignaturas, perderse clases no es algo que le convenga en absoluto. – propuso Hiashi mirando hacia la directora que alzó las cejas, muy para la vergüenza de su hija. – Les puedo asegurar que esto no se repetirá.
– Sí, claro… Hinata solo piensa en una cosa, si hizo cosas por la espalda antes, buscará la manera de hacerlo de nuevo. – meditó Sakura poniendo los ojos en blanco y negando con la cabeza. – Esto es ridículo.
– Hinata… – habló Hiashi severamente acaparando la atención de su hija que alzó la cabeza rápidamente para seguidamente tragar saliva u seguidamente inclinarse hacia la Senju.
– Lo lamento. Mis sinceras disculpas. – dijo la pelinegra en voz baja, Sakura no hizo más que apretar las manos en sus brazos para seguidamente cambiar de postura con enfado.
– ¿Saben? – musitó la Haruno con fastidio observando como la Hyuga se incorporaba lentamente y evitaba mirarla de nuevo. – Me parece extremadamente ridículo, que se la obligue a disculparse hacia la persona equivocada.
Sakura no se inmutó cuando Hiashi la miró severamente. ¿Acababa de llamarle ridículo en toda la cara? Podría decirse que sí, pero lo hecho estaba hecho.
– Creo que es mejor dejar el tema como resuelto. – dijo Kizashi interrumpiendo a Sakura quien arrugó la frente, este quería dar soporte hacia quien consideraba un colega suyo de hace años, aunque estos últimos años no se relacionaran demasiado, algo que Sakura sabía de antemano.
– No me interrumpas cuando hablo. – respondió la Haruno tajante, volteando a mirar finalmente hacia su padre desde la silla con una mirada afilada y fría, para enseguida voltear a ver a Tsunade. – ¿De qué servirán unas disculpas falsas si ni siquiera saben todo lo que me ha hecho? ¿En serio debo recordarles que la víctima soy yo?
Acaparando la atención de todos los presentes, Hinata es la única que permanecía mirando al frente. Estaba igual o más tensa que antes ante lo que acababa de escuchar. Intuyendo lo que tendría que hacer, no pudo evitar sentir las irremediables ganas de golpear a la pelirrosa a su lado.
– Lo del foro, no me molestó en absoluto. Si se la suspende por ello, me da igual. Que sepas, Hinata, que esto no fue más para sacar a la luz tu tendencia en aprovecharte, burlarte de mí y provocarme solo porque el chico que amas, no corresponde a tus sentimientos. – soltó la pelirrosa con una sonrisa llena de astucia, logrando que Hinata la volteara a ver con espanto y traición. Se alarmó al escuchar como por detrás de ella, su padre se acomodaba en su asiento, interesado en lo recién dicho.– Creo que a quien debes disculparte por todo lo que has hecho a conciencia, soy yo. ¿No crees?
– Lo siento, pero tú lo hiciste primero… – reflexionó Sakura mirando como los ojos de Hinata parecían humedecerse. No estaba orgullosa, evidentemente. Pese su mentira ese día en la estación aun estando al corriente de los sentimientos de Naruto, por un milisegundo… una de las disculpas que le soltó a Naruto iban dirigidas más para la Hyuga que para el Uzumaki. Sin olvidar de que ese día en el vertedero, las suyas, pese saber la verdad, eran totalmente sinceras.
Tsunade observó a ambas alumnas atentamente, Hinata Hyuga, primero a la supuesta heredera de la empresa Hyuga. Una chica reservada y callada, obediente y hasta lo ocurrido, con un expediente estudiantil impoluto que indicaba ser una buena estudiante normal. Por otro lado, Sakura Haruno. Hiruzen le había advertido de la joven. Es de las que tiene mucho por decir, con principios, estándares acompañados por una mente propia fuerte, brillante y supuestamente, incapaz de ser quebrada. Más allá de astucia y un coeficiente intelectual que resaltaba a la vista, cabía resaltar su carácter. Su tutor no se equivocaba cuando decía que en ciertos aspectos se retiraba a ella.
– Estoy de acuerdo. Esas disculpas deben ser para la persona a quien su hija ha causado problemas, Sr. Hyuga. – añadió la Senju haciendo que Sakura volteara a verla, junto al padre de la misma y Hiashi, el cual volvió a mirar a su hija.
– Hinata. – avisó el patriarca Hyuga con tono frío, haciendo tensar a su hija mayor, la cual permaneció en silencio.
Los labios de la pelinegra temblaban los labios. Sus ojos grises miraban el perfecto rostro la pelirrosa, la mirada de esta era fría. No engañaba nadie detrás de esa fachada impasible, de lo contrario no habría dicho eso delante de su padre, lo había hecho para… para…
– Hacerme daño… – pensó Hinata. Por un momento, recordó los momentos divertidos que pasaron con sus amigas juntas, a la vez que los motivos que la habían llegado a empezar a actuar así. Ese día en la estación. Todos, hasta el mismo universo parecían estar conspirando contra ella.
– Hinata, discúlpate. Ahora. – impuso su padre de nuevo, esta vez alzando el tono de voz ligeramente. Sabía que lo mejor no era hacerle repetir esas palabras una tercera vez. En la sala, solo se escuchaba el paso de la aguja del reloj que estaba encima del armario lleno de archivos detrás del par de sofás al lateral de la sala.
Tragando saliva en lo que volvía a apretar las uñas dentro de la carne de su mano sana, temblando ligeramente de rabia. Inspiró aire para seguidamente cerrar los ojos para repetir la acción.
– Perdón. – dijo finalmente la pelinegra a regañadientes. Después de algunos segundos, volvió a incorporarse, topándose con la expresión impasible y aparentemente tranquila de la pelirrosa. Esta vez, incapaz de dar por sentado lo que podría estar pensando. ¿La estaría vacilando? Se sentía entra la espada y la pared. No podía evitar sentir el desprecio hacia ella crecer. Ella lo dijo. Se lo dijo a su padre, quien pese no involucrarse demasiado en este tema de lo sucedido con las cartas, ya que Neji no fue muy concluso a la hora de chivarle al mismo con los detalles, sabía que no era buena idea que este supiera que tenía los ojos por alguien. Alguien que él no consideraría propio para el bien de su linaje.
Por su lado, la Haruno ojeó de arriba a abajo a su compañera de aula. Se sintió bien escucharla musitar esa palabra, aun sabiendo perfectamente que esa disculpa no era verdadera. La conocía lo suficiente.
Mirando hacia Hiashi, le vio como en su misma postura recta no se apartaba de su hija. La vigilaba como una águila observa el paisaje en pleno vuelo. No podía evitar compadecerse por la Hyuga. Si ella no aguantaba el control, temperamento y abuso de su madre más la indiferencia de su padre, el cual ahora parecía intentar solventarlo todo de la nada, como si nada… No quería imaginarse cómo lidiaría los asuntos en casa en cuanto a Hinata. Ese pensamiento la dejó con un nudo en el estómago.
– Es un poco curioso que pueda empatizar con ella después de todo… – reflexionó Sakura, quedándose en silencio momentáneamente, sin responder a las "disculpas" de Hinata. ¿Tenía que ella disculparse también? Sentía que debía hacerlo, pero a fin de cuentas, como ya estaba acostumbrada a decirse a si misma… – Las mujeres deben ser fuertes para sobrevivir. Aceptaré mis errores, remordimientos, hasta mi propio egoísmo… si por ello tengo que defenderme.
¿Debía aceptar sus disculpas? ¿Hacer como si nada? No se sentía capaz, no quería hacerlo… No lo haría. No después de tanto… Ni con la gente que no lo merece.
– Eso también le incluye a él… – añadió mentalmente la pelirrosa volteando la cabeza disimuladamente para observar a su padre y el de Hinata hablar con la nueva directora.
– Dicho esto, como ya se sabe, repito que su hija debe ser suspendida durante dos semanas. Esto no es una expulsión. Los profesores le asignarán el material de sus asignaturas para que no se quede atrás de los demás estudiantes de su año. – declaró Tsunade entrelazando sus manos encima de su mesa mirando primero a Hinata y después a su padre, quien empezó a levantarse de su asiento. – Como su expediente hasta la fecha ha permanecido impecable, este castigo cuenta como el primer y último aviso. ¿Queda claro, Srta. Hyuga?
– Heh… Lo sabía. – asumió Sakura volviendo a acomodarse en la butaca mientras escuchaba la conversación en silencio. Fue entonces que se escuchó la campana de fin del descanso. – Este colegio sigue siendo igual con o sin estar bajo Hiruzen.
Sakura miró de rabillo como los dos Hyugas presentes en la sala empezaban a dirigirse hacia la salida, tras una formal inclinación.
– ¿Sr. Hyuga, puedo hablar un segundo con usted? – propuso Kizashi en lo que seguía al susodicho fuera del despacho.
Sakura se levantó lentamente ante la atenta mirada de Tsunade. Era la única presente restante en su despacho y al parecer contaba con la atención de la rubia.
– Vaya a clase, Srta. Haruno… – ordenó Tsunade con tranquilidad mientras observaba como la Haruno empezaba a dirigirse hacia la puerta, sin ver como esta alzaba las cejas, ante esa orden.
– ¿Acaso me expulsaría por no ir? – respondió la pelirrosa con sorna mientras ladeaba la cabeza hacia un lado encontrando la situación ridícula, la directora no hizo más que arrugar la frente de nuevo, ante lo que escuchaba. – Debo suponer que sí, solo por no tener un apellido relevante o no formar parte de una familia adinerada ¿Me equivoco?
Cuando Sakura finalmente se volteó miró con seriedad a la nueva directora del instituto, la cual claramente mostraba evidencias de que esa acusación la había más que molestado, para finalmente pestañear y cambiar su expresión rápidamente a una sonrisa agradable.
– Que tenga un buen día, directora Senju. – se despidió la ojiverde educadamente, sin inclinarse ni nada para volver a abrir la puerta y salir del despacho cerrando la puerta tras ella. Dejando a la mencionada pensativa, aparte de molesta. La Haruno no estaba completamente equivocada.
Recostándose en su silla, la rubia giró el asiento fácilmente para encarar a todos las fotos enmarcadas de todos y cada uno de los directores de este campus. La suya acababa de ser colgada junto al resto. La única mujer de cuatro hombres, hasta la fecha.
Había prometido cambios, pero lo que acababa de hacer era seguir el patrón de solucionar problemas así tal cual le recomendó Hiruzen. Era igual que con…
Abrió el tercer cajón del lateral de su escritorio para ver la carpeta de informes que Hiruzen le había encomendado. La beca y el informe académico del Uzumaki. No pudo evitar chasquear la lengua mientras volvía a mirar los retratos de sus predecesores, algunos de los cuales eran de su sangre.
Al salir de la sala de profesores, Sakura no esperaba encontrarse a su padre esperándola en el pasillo. Hinata y su padre no estaban por ningún lado, por lo que evidentemente quería hablar con ella.
– Mucho para nuestra desgracia… – dijo ella mentalmente mientras avanzaba por el pasillo.
– No te molestes en entrometerte en mis asuntos. – dictaminó la pelirrosa ojeando al ojiverde pasando de largo, queriendo dirigirse hacia las escaleras para regresar a su aula. – No me apetece verte hacer este paripé, así que ahórratelo.
Se vio sorprendida cuando su padre la retuvo y la volteó rápidamente hacia él mediante un agarre de brazo que la tensó. Tuvo que controlarse para no reaccionar agresivamente.
– Soy tu padre, Sakura. – se quejó el pelirrosado mirando a su hija con cierto enojo sin soltar su agarre.
– ¿Crees que solo por venir a una reunión con la directora una vez me hará verte como lo que nunca has sido? – vaciló Sakura con libertad mientras lograba zafarse del amarre en su segundo intento con brusquedad. Mirando a Kizashi de la misma manera, haciendo que Kizashi suspirada exasperado mientras ella soltaba un bufido de burla. – Deja de ser un pesado y vuelve con los de tu salsa, con tu mujer, por ejemplo…
Tuvo que colocar la mano en su mejilla cuando su padre la abofeteó con fuerza, con la cabeza girando hacia un lado, el dolor del golpe le hizo recordar en fila muchos de los golpes de su madre y entre otros, se distrajo durante varios instantes, lo suficiente para hacer reaccionar a Kizashi de lo que acababa de hacer.
– Perdón… Sak… – intentó el Fuji queriendo acercar su mano de vuelta hacia su hija, hasta que finalmente la apartó volviendo a mostrar una expresión de enojo. – No, ¿Crees que es normal que me hables de esta manera? ¿Y qué hay del Sr. Hyuga? Muestra un mínimo de respeto en vez de avergonzarme.
El corto flequillo abierto logró ocultar su mirada, que iba cogiendo un brillo repleto de ira. Aun sin moverse de la postura tras la cachetada, la pelirrosa no hizo más que cerrar su boca, la cual se quedó algo semiabierta tras el golpe. Volviendo a tomar aire, Sakura retiró su mano para girar el rostro rápidamente para mirar al hombre frente a ella.
– ¿Cómo te atreves a golpearme? – siseó con ira la Haruno sin apartar la vista de los ojos de Kizashi. El cual al ver como esta hablaba quiso volver a interrumpirla. – Qué te quede bien claro… No te considero mi padre, ni lo haré nunca más. ¡Perdiste ese título HACE AÑOS!... Cuando decidiste mentirme, abandonarme y dejarme con Mebuki.
– A sabiendas de la persona que ella era, de la horrible madre que era conmigo… – añadió su conciencia con odio. Podía sentir su corazón galopar demasiado deprisa ante lo sucedido, los flashes de su madre gritándole y golpeándola, golpeando la puerta del baño cuando ella se escondía ahí iban y venían. Sentía sus ojos humedecerse y sus labios temblar.
– Ni se te ocurra intentar tocarme. – ordenó la Haruno tensándose al ver como su padre volvía a alzar su mano hacia ella, no para pegarla, sino con intenciones de colocar su mano en ella, su brazo seguramente. Fue entonces que Kizashi se dio cuenta de las consecuencias de su acto más recién. No pudo evitar tragar saliva con nerviosismo, sin poder evitar pensar que lo que acababa de suceder alejaba la posibilidad de acercarse de buena manera a la única persona capaz de salvar a Sakumo. Cuando la vio recular para y empezar a alejarse con una última mirada de desprecio, fue cuando empezó a hablar.
– ¡Sakura, escúchame! – dijo Kizashi volviendo a frenar por el brazo a su hija bruscamente volteándola hacia él. – De verdad, ¡Te pido perdón, no volverá a pasar!
– Siempre que te veo, me acuerdo de las más de seis horas dónde estuve esperándote en esa parada de autobús al lado de ese supermercado… ¿Y aun así esperas mi respeto? Eso se gana, no se regala. – reclamó Sakura volviendo a librarse del agarre sin poder disimular el nudo en la garganta al hablar, su tono de voz era flojo y agudo. – Es gracioso que me vengas con esas, después de los comentarios de tu mujer hacia mí y lo que esta se atrevió a hacer… Hazme el favor y dile, que si esperaba recuperar algo de valor de Mebuki en mi casa, mis abuelos se deshicieron de todo lo que ella no tuvo tiempo de malvender antes de su muerte, durante mi mudanza. Al igual que de mí, cómo tú.
Kizashi la observó marcharse y subir las escaleras en silencio con nerviosismo, recordando vagamente las acciones de esa tarde. Volviendo a alzar la vista, no tardó en ver que su otra hija ya no se encontraba presente, por lo que se predispuso a caminar hasta la salida del edificio sin mirar atrás. Recriminando la actitud de su hija en lo que se dirigía hasta su coche.
– Soy su padre. Le guste o no, siempre lo seré. – pensó para si mismo en lo que abría su coche desde no muy lejos con el botón de la llave. En el aparcamiento, se fijó que el coche de Kakashi no estaba por ningún lado. Cuando ingresó en el asiento del conductor, recordó las palabras que el Hatake le dijo libremente, lo que le hizo apretar las manos en el volante con fastidio. – Necesito buscar la manera de apartarlo de mi camino… No tengo demasiado tiempo.
Limpiando una lágrima rebelde que acaba de salir de su ojo izquierdo, la pelirrosa inspiró con dificultad ante la tristeza. En lo que finalmente llegó a su planta, sintió unas irremediables ganas de patear algo que tuvo que ocultar apretando la mano con la que se sujetaba en la barandilla de las escaleras en un puño.
– Recuerda… – dijo la voz de su consciencia con tranquilidad. – Tienes que mantenerte fuerte para seguir adelante. No lloraremos por su culpa.
Llamando a la puerta de su aula, la voz de Asuma la invitó a entrar, cosa que hizo rápidamente en silencio, volviendo a acaparar las miradas de todos en lo que volvía a su asiento. Una vez cerca, se dio cuenta de que este estaba más cerca de la mesa del Uzumaki a su derecha, quien la miraba con curiosidad. Percatándose del enrojecimiento de su mejilla. Antes de mover nada, notó como alguien la miraba. El prometido de Hinata, esta última ya no estaba. Seguramente se habría marchado con prisa, no la culparía por ello.
Sin hacer demasiado ruido, la pelirrosa recolocó su mesa dónde debía estar y se sentó para prestar atención a lo que Asuma decía. No tardó en preparar la mesa para seguir con la lección como el resto de sus compañeros.
Notó a Sasuke concentrado tomando apuntes, pero este no se daba cuenta de las miradas que le dedicaba, de la misma manera que ella no prestaba atención a la del Uzumaki a su lado.
El Uchiha había parecido distante desde lo sucedido ayer, no hablaron desde entonces y reconocía que a lo mejor debía darle su espacio. Se había disculpado, cosa que agradecía, pero le hubiera gustado recibir más que un mensaje de su parte o que la llamara. Notó como una bola de papel chocó contra su cabeza justo después de que Asuma pasara entre ellos dos, esta cayó encima de su regazo. Naruto se la había lanzado.
Volteando a mirarlo con molestia, él gesticuló con la boca lo que pudo entender como "Léelo".
– Quiero hablar contigo, esperaré en las escaleras que dan la azotea después de clases – leyó mentalmente ella con rapidez.
– Menuda sorpresa… – pensó Sakura leyendo lo escrito con la mala caligrafía del rubio. Volteando a mirarlo fijamente, observó como este esperaba una respuesta, una que no se molestó en escribir.
Naruto observó como la Haruno colocaba el papel debajo de su libro para intentar proseguir con la clase, por lo que lo tomó como un golpe de suerte. Conociendo como muchas otras veces, Sakura reaccionaría de otra manera en caso de no querer hablar con él. Rompiendo otro pedazo de papel, se puso a escribir algo más, para seguidamente esta vez doblar la nota y rápidamente inclinarse hacia un lado para dejar el papel encima del pupitre de ella, quien se le quedó viendo con enfado y fastidio. Esa interacción acaparó la atención de Sasuke.
Sasuke observó como Sakura tomaba la nota y la leía en silencio con una expresión tranquila. Sus ojos chocaron con los de Naruto, quien le dedicaba una mirada retadora que él no pudo evitar imitar aunque rápidamente cortó cuando apartó la vista para mirar a su novia leer la nota que le había pasado Naruto.
– Ven sola. – leyó la ojiverde. Pestañeando varias veces, no hizo más que lamerse levemente el labio inferior.
Ambos jóvenes miraron atentos como la pelirrosa simplemente suspiraba dejando la nota del lado de donde la había tomado para volver a prestar atención a clase, quedándose con en la incertidumbre. Sasuke sin saber a qué venía todo eso y por su parte, Naruto contaba con que podría hablar con ella.
– ¿Podría decirme Naruto Uzumaki qué es lo que acabo de decir? – dijo Asuma parando entre dos pupitres frente al rubio, apoyando una mano contra una de ellos expectante mirando para nada sorprendido la actitud en clase del mismo. En ese momento, Sakura aprovechó para apoyar el codo derecho encima de la mesa para volver la vista en el contenido del libro de historia.
El profesor se había percatado fácilmente en como el Uzumaki apenas había escrito nada en su cuaderno por lo que cuando le vio escribiendo en el mismo al igual que el resto, no pudo evitar prestar cierta atención. No se llevó ninguna sorpresa al ver como este se dedicaba a distraer a otros estudiantes.
Miró como el rubio se quedaba en silencio, siendo objeto de la mirada de la mayoría de alumnos.
– De pie, fuera de clase. No volverás a entrar hasta que esta acabe. – riñó Asuma con seriedad. Observando como el susodicho obedecía con lentitud, caminando con los brazos detrás de la cabeza pasivamente. Otra acción que no era nueva en él.
Ese castigo no le importó demasiado al Uzumaki, él había logrado lo que quería, ahora solo quedaba esperar, daba igual si era de pie o si en detención. Mirando de nuevo a la Haruno antes de cerrar la puerta, la cual estaba concentrada en la lección para seguidamente volver a chocar miradas con el Uchiha, se aseguró que haría que las cosas volvieran estar bien. Como todo debía ser.
Se quedó mirando por la ventana del pasillo, observado a medida que pasaban los minutos, el cielo se iba volviendo más oscuro hasta que finalmente empezó a llover.
Terminando el cuarto y final shiai contra su compañero de extracurricular, sin quitarse el casco de su uniforme, Sasuke y su contrincante bajaron sin que sus rodillas tocaran el suelo para finalizar el combate que él acababa de ganar.
Le había costado concentrarse en cada combate y entrenamiento, por lo sucedido en clase de historia, por más raro que fuera. Con lo sucedido ayer con Naruto, para que en medio de una clase él se dignara a dejarle notitas a la pelirrosa no le gustó. Mucho menos no saber qué podía haber en ellas, aunque podía hacerse alguna idea.
Por otro lado, el Uzumaki se había dignado a presentarse para ver su entrenamiento. Su mirada no se apartaba de él, cosa que en cierta manera, evidentemente conseguía distraerlo. Naruto iba sobre la marcha por lo que no podía saber con seguridad que es lo que estaba haciendo ahí como si nada después de lo de ayer. Se tendría que aguantar las ganas si quería volver a hablar con él, no le apetecía nada. Aunque muy a sus adentros, conociéndole como lo hacía, de querer hablar las cosas, lo habría intentado con él, pero nada.
Quitándose su casco con cierto agotamiento y sacudiendo la cabeza para librarse del sudor de su cabeza y cabello, evitó mirar a quien se hacía llamar a su mejor amigo, de la misma manera que ignoraba los chillidos de las chicas que se denominaban como animadoras suyas.
– ¿Alguna vez has perdido un combate, Sasukito? – vaciló Suigetsu tendiéndole su botella amigablemente sentado al borde de la zona de combate para finalmente levantarse. El entrenamiento había finalizado.
– Hmp. – musitó el pelinegro tomando su toalla para pasársela por la cara con fastidio. Sí que había perdido combates, contra su padre, hermano y Orochimaru. Esta última lo entrenó en Hokkaido, lo raro es que no hubiera decidido tomar el rol de entrenadora en lugar de Genma, el cual parecía atorado con todos los clubes deportivos que había en el campus. A diferencia de Gai, según Lee, este debía cuidar el estado de sus dos rodillas y piernas tras una lesión grave no hace mucho. No se quejaba, los entrenamientos a pesar de no ser tan intensos como los de la actual profesora de ciencias, Genma se esforzaba en sacar el potencial de todos los de su equipo y no se quejaba de que se le usara para que el resto mejoraran su técnica en cada combate.
– Eso es algo que me gustaría ver algún día, para que lo sepas. Pero bueno… ¿Tienes planes esta tarde o el finde? ¿Algo planeado con la lindura de tu amorcito "Miss piernas"? ¡Auch! – dijo Suigetsu acariciando la cima de su cabeza bufando de la risa ante los celos de Sasuke. – Es alguien agradable, Haruno. Ayer nos invitó a Juugo y a mí a merendar.
Eso acaparó la atención del pelinegro que giró su rostro para mirar al albino que se alzó de hombros.
– Aunque fue un poco raro y de improviso, había un hombre que la buscaba y prácticamente nos arrastró con ella lejos. – añadió Suigetsu dando un sorbo de su botella por la pajita.
– ¿Un hombre? – cuestionó el Uchiha mientras él y el Hozuki se adentraban en los vestuarios masculinos. Por suerte, el club de artes marciales había sido trasladado al mismo sitio donde se practicaba la extracurricular de gimnasia. Por lo que los vestuarios estaban menos concurridos.
– Sip. Tenía barba e iba trajeado, estaba acompañado de esa nueva alumna rubia que va a tu clase. – comentó el Hozuki abriendo su taquilla al igual que Sasuke, ya con la camisa fuera.
– Su padre… Solo le faltaba eso. – pensó el pelinegro quitándose todo su uniforme de kendo para vestirse de nuevo sus pantalones de uniforme y camisa, sin colocarse la blusa y solo vistiéndose otra de sus sudaderas con capucha. Entrenaría un poco más en el gimnasio improvisado que había en el garaje de su casa.
– Escuché que la Hyuga fue quien colgó esas fotos tuyas con ella en el foro, por si no lo sabías. Los cotillas no tardaron en adivinar quién fue… – eso frenó a Sasuke, el cual se encontraba abrochándose los cordones de sus deportivas. – Está todo en el chat global de los de nuestro año, también están varios vídeos de la pelea con Naruto, más unos cuantos remixes de los que no pude evitar reírme… ¿Ya te vas? ¡Ei, Sasuke!
No obtuvo respuesta, el susodicho ya había salido del vestuario con sus cosas rápidamente, dejando a su colega estupefacto aunque para nada extrañado de esa actitud.
Saliendo con prisas de la zona de los vestuarios internos, no tardó en llegar a la planta principal que daba a la entrada del edificio, saliendo de ahí mirando su teléfono comprobando como Sakura dejaba de estar en línea en su lista de contactos en lo que llegaba al parking de bicis para irse con la suya. Solo que esta no estaba como la encontró. El candado estaba cortado, el manillar roto, el asiento desaparecido al igual que la rueda trasera.
– ¿Qué demonios? – pensó el pelinegro con enfado mirando con fastidio el estado de su medio de transporte.
Suigetsu no podía haber sido estando con él durante el entrenamiento asumió él mentalmente mientras tomaba lo que quedaba de la bici por el manillar desviado y roto, por lo que conociendo el patrón con el que muchas otras veces se había encontrado con su antigua bici hecha trizas, fue por culpa de…
– Naruto… – recitó con enfado para si mientras soltaba lo que quedaba de su bicicleta.
Karin apartó la vista del monitor cuando la doctora le mostró el ser que estaba creciendo en su vientre, haciendo una mueca de asco, hecho que no pasó desapercibido por la doctora. Quien no hizo más que retirar el monitor de la vista de la Uzumaki a la vez que apartaba el transductor de su bajo vientre.
– Estás de ocho semanas, aproximadamente. – comunicó la doctora con impasibilidad mientras apagaba el ecógrafo y se retiraba los guantes, tirándolos dentro del cubo de basura cerca de ella. – Ya puedes cambiarte.
Mientras la pelirroja volvía a colocarse toda su ropa, tapando las marcas de las mordidas que todavía resaltaban en su torso con prisas tras mirar su reflejo en el espejo. Salió del mini baño dentro de la consulta para enseguida volver a sentarse en las sillas frente al escritorio de la doctora, la cual estaba concentrada escribiendo algo en su ordenador.
– Un embarazo adolescente es algo preocupante, Srta. Uzumaki. Hay muchos riesgos. Entre ellos eclampsia, varias infecciones y enfermedades vaginales, por no hablar de lo que se le somete al embrión, el bebé corre el riesgo de nacer prematuro sin cuidado constante, sobre todo si sigue descuidando su cuerpo de esta forma. Puedo ver perfectamente que estás demasiado delgada para considerarte como una mujer embarazada sana. Este embarazo no va por… – comunicó la doctora libremente mirando algo escéptica al encontrarse con una muchacha con uniforme estudiantil de secundaria en estado.
– Quiero abortar. – interrumpió la Uzumaki con nerviosismo, moviendo su pie arriba abajo sin poder evitar sentirse incómoda. – Lo más pronto posible.
La doctora no hizo más que alzar las cejas ante ese comportamiento, aparte de esa irresponsabilidad ante una madre tan joven. Lo que no le hizo más que suspirar.
– Me temo que eso es algo complicado. – informó la doctora apartando las manos del teclado de su ordenador para observar fijamente a la pelirroja. – En esta clínica, en casos así debería acompañarte un adulto, pero en tu informe se me comunica que tienes dieciocho años.
– Mi madre murió hace años y no conozco a mi padre. – explicó Karin rápidamente mirando brevemente a la doctora para enseguida volver a mirar sus manos ocupadas en rascar y arrancar la piel muerta de alrededor de sus uñas.
– En este centro médico no se realizan abortos, solo puedo ayudarte a que el embarazo salga bien. Tienes muchas otras opciones. – incitó la doctora entrelazando ambas manos encima del escritorio a la vez que se acercaba con la silla un poco más.
– No, quiero abortar. No quiero tenerlo. – reafirmó Karin con dificultad ante la incomodidad que estaba sintiendo en ese instante. Nunca había pensado que se vería aquí, ni que le pasaría lo que le había ocurrido.
– Esta muchacha no sabe en el lío que se ha metido… – reflexionó la doctora evaluando la irresponsabilidad de la pelirroja frente a ella.
– Entonces mucho me temo que no puedo ayudarle, Srta. Uzumaki. – comentó la doctora fríamente en modo de despedida, terminando la consulta, dejando a Karin algo estupefacta. ¿No iba a orientarla? ¿A ayudarla ni recomendarle algún que otro doctor especialista?
Enfadada y decepcionada, además de ofendida, la joven no hizo más que bufar con molestia para rápidamente levantarse y abandonar la consulta con rapidez.
– Srta. Uzumaki, ¿Desea pedir cita? – dijo la asistente en recepción acaparando la vista de algunas mujeres esperando en la sala espera de la clínica. Una de ellas era Izumi, que esperaba, con Satoru en brazos, que llegara su turno. Tenía cita con el pediatra para que revisaran y vacunaran a su hijo. La futura Uchiha evidentemente reconoció a la muchacha como la amiga de Sasuke, la prima de Naruto. No pudo evitar sorprenderse en encontrársela ahí, pese a que la misma no se hubiera reparado de su presencia en la sala.
– ¿Por qué estaba ahí? – se cuestionó Izumi extrañada mirando hacia dónde la amiga de su cuñado se había ido.
– ¡No pienso volver en esta clínica de pacotilla nunca más! – respondió la pelirroja ignorando a todos los presentes y saliendo por la puerta escandalosamente, dejando no solo a la recepcionista sino también al resto de presentes escandalizados de esa actitud.
Caminando por la calle, la Uzumaki se aguantaba las ganas de llorar en lo que se predisponía a regresar a su casa. – ¿Y ahora qué?
Sakura observó desde la puerta que daba al gimnasio, como Naruto se levantaba de las gradas, cuando escuchó que el entrenador Genma finalizaba el entrenamiento de Kendo. Habría ido a ver como le iba a su novio, pero con el Uzumaki ahí, sabía que eso significaría que probablemente tendría que ver como este intentaba acercársele.
Agradeció mentalmente como Asuma se encargó de separarlo de su lado aunque fuera por el poco rato restante de la clase de historia. Durante el resto de clases, no recibió ninguna nota más, cosa que la calmó un poco. Se había percatado también de la curiosidad de su novio, quien evidentemente había visto como el rubio le pasaba las notas y ella las leía sin decirle nada. Aun así, consideró correcto no avivar la llama de la recién pelea de estos dos por algo de lo que se podía volver a encargar ella sola.
Escuchando como el entrenador de Kendo empezaba a decir las últimas palabras alentadoras a cada uno de los presentes en el entrenamiento, trotó con algo de prisa, a pesar de haber un techo que la resguardaba de la lluvia y se adentró al edificio principal para resguardarse en el aula que de estar en uso, le pertenecería al club de shogi.
Silenció su teléfono, viendo que sus amigas empezaban a formar planes entre ellas durante el fin de semana, miró por la ventana como Naruto caminaba tan campante por el pasillo.
Sintió su teléfono vibrar en su mano, vio rápidamente que se trataba de Ino. Descolgando la llamada en lo que miraba como el Uzumaki subía por las escaleras, seguramente donde decía la nota, apartó la mirada de la ventana y finalmente salió de la habitación.
– ¿Sí? – dijo Sakura mientras pasaba una mano por su rostro para volver a apartar el flequillo del mismo, dejándolo detrás de su oreja, a la vez que se retiraba la pinza que sujetaba su cabello detrás de su cabeza, haciendo que este cayera como cascada por su espalda.
– ¡Sakuraaa! ¡SAKURAA! ¡VAMOS AL KARAOKE! – la Haruno no pudo evitar sonreír con diversión al escuchar tanto a Temari y a Tenten ser igual de escandalosas que ella durante la llamada. ¿Cómo decirles que no?, pero antes tenía que hacer algo.
– Ahora vengo, chicas. – se despidió ella rápidamente antes de que alguna pudiera decirles algo mientras colgaba la llamada.
Su teléfono raramente dejaba de vibrar desde las imágenes de ella y Sasuke salieran a la luz en el chat global de los de su año. Mensajes de chicas que le insultaban por privado, no habían hecho más que incrementar por culpa de lo del foro. Obra de Hinata. ¿Esto formaba parte de su plan? Lo dudaba… , pero a estas alturas no volvería a subestimar a la Hyuga.
Soltó un bufido de mofa al releer el mensaje reciente de su hermanastra pidiendo que la persona que había colgado las imágenes se disculpara con ella. Eso había ocasionado que los integrantes del grupo empezaran a investigar la identidad de la autora del post, Hinata no tardó en ser descubierta. Al final resultaba que no tenía que hacer nada al respecto, y aun así eso la hacía sospechar de las intenciones de Shion. Intuía que esta quería inmiscuirse en sus asuntos al igual que su padre, aunque…
No había pasado desapercibido el interés de la rubia por Naruto, les había visto juntos en el festival cuando ella bailó a su lado en la hoguera junto a los demás. Entre Sasuke y él, en lo que tiempo atrás se denominaría su lugar.
Fue entonces que subió por las escaleras para regresar a su clase para recoger su bolsa y demás pertenencias. Parando en seco cuando vio a Shion en lo que parecía estar sentada leyendo el libro historia que ella había dejado encima de su pupitre. Estaba de espaldas, por lo que la Fuji no se percató de su presencia.
La Fuji quedó sorprendida cuando el objeto fue arrebatado de sus manos, su expresión cambió cuando vio que se trataba de la pelirrosa.
– Cuando dije que no quiero que se toquen mis cosas, también te lo decía a ti, Shion. – señaló la Haruno sin mirar a la susodicha que no se movió ni un ápice de donde estaba, mientras ella se dedicaba a guardar todo dentro de su mochila. ¿Se habría atrevido a hurgar en sus demás pertenencias?
– Lo lamento, me falta todavía material de clase. – mintió ella intentando responder con una sonrisa tímida que no sorprendió a la pelirrosa.
– ¿Seguro que no buscabas esto? – respondió Sakura sacando del cajón de su pupitre la nota arrugada de Naruto, balanceándola por un extremo a la altura de su rostro comprobando como la expresión de su hermanastra se quebraba momentáneamente, para pronto volver a sonreír. Pudiendo leer claramente lo que había escrito en el papel. – No soy estúpida, querida. Ni mucho menos lenta.
– Sakura, no se de lo que me hablas. Como te decía… – reafirmó Shion intentando sonar lo más convincente posible. Sakura no hizo más que voltear los ojos.
– Por favor… Ahórrate las excusas, no tienes que esforzarte en aparentar ser de la manera que se que no quieres ser conmigo. Toma. – respondió Sakura tajantemente mientras plantaba la nota encima de su pupitre con cierto grado de fuerza que tensó a la rubia. La mirada violeta de la última cayó en la misma más por voluntad que por inercia. – Es fácil constatar, que a estas alturas, el profesor Kakashi o la misma jefa de estudios ya te hayan dicho que el material que no tienes, se obtiene en la biblioteca. Es lo común con alumnos nuevos. La próxima vez, intenta con otra mentira más ingeniosa, aunque no me sorprende, siendo hija de Kizashi y Ume Fuji.
La habitación se quedó en un silencio incómodo. Sakura miraba impasible como la chica frente a ella se exasperaba.
– Cómo te atreves… – musitó Shion cambiando a una expresión de recelo y altanería ante las palabras de la Haruno, la cual solo se inclinó hacia atrás colocando las manos en los bolsillos de la sudadera de Sasuke. Quedando con la espalda recta, denominando confianza.
– Podría decirte lo mismo, "hermana". – habló la Haruno haciendo la seña de las comillas con una mano.
Sakura atrapó el brazo de Shion cuando esta estaba a punto de propinarle una bofetada, tomándola desprevenida cuando la acercó a ella firmemente.
– La única mentirosa fue la guarra y arrastrada de tu madre. – contestó Shion mirando fijamente a la pelirrosa que no hizo más que reírse en su cara. Sacándola de quicio. – ¿Te molestó que te dijera que te pareces a ella? Pues que sepas que es la pura verdad…
– ¿Y eso te molesta? Tus padres están juntos, tienes una familia feliz, a diferencia de mí… A fin de cuentas, Mebuki está muerta y vivo sola. – aclaró la pelirrosa mientras bajaba la mano de la Fuji con fuerza y fastidio, haciendo que ella soltara un quejido de dolor. – Dudo que Kizashi se haya dignado a contarte siquiera la mitad de como era ella en realidad, pero ya que hablamos de similitudes…
– Dice el dicho "de tal palo, tal astilla"... Como si no te hubiera atrapado hurgando en mis cosas de la misma forma que tu madre intentó traspasar en mi casa por la fuerza. ¿Así que dime, por esto te inscribió Kizashi en este instituto? ¿Para recordarme como era mi madre, es eso? – indagó Sakura en el mismo tono de burla ante la absurda conversación que estaba manteniendo en ese instante.
El silencio de Shion no sorprendió para nada a Sakura, quien no hizo más que sacar su teléfono y tocar algo en su pantalla táctil ante la primera. Segundos después, la Haruno no hizo más que suspirar con cansancio en lo que sonaba un trueno.
– No hace falta que me digas el motivo, Utsukushi hana… Tarde o temprano lo descubriré, así que a mi modo de verlo… – dijo Sakura refiriéndose a Shion con el apodo que le decía su padre a la rubia "Mi bella flor", mirándola de arriba a abajo para seguidamente voltear la cabeza para señalar la hoja que permanecía en su pupitre. – En vez de fingir preocuparte y querer acercarte a mí, podrías dedicar tu tiempo a lo que te gusta ¿No crees?
Shion no pudo evitar apretar los labios entre si, claramente incómoda, sin molestarse en afirmar o negar lo que buscaba o que hacía ahí.
– De todas maneras, no iba a hacer lo que él quiere. – recalcó la Haruno inclinando la cabeza hacia una lado mientras volvía a apartar un mechón de su rostro a la vez que colocaba su mochila en su hombro. Con "él" se refería a Naruto y lo que este le imponía en ese papel.
En silencio y ante la atenta mirada de su hermanastra, la Fuji no hizo más que volver a mirar el escrito de la hoja y finalmente encarar una última vez a su hermanastra con una mirada sería llena de disconformidad ante lo ocurrido. Había evidenciado su interés por el Uzumaki hacia quien consideraba su rival de la manera más ridícula posible. Sin atreverse a decir nada más, se giró y caminó hasta su mesa, donde se encontraba su bolsa ya preparada encima de la misma, con el fin de ir a encontrar a Naruto dónde este esperaría a la Haruno.
– No te preocupes, me ocuparé de que Naruto se olvide de ti fácilmen… – se atrevió a decir con seguridad y altanería, quedándose muda al ver que una vez se giraba, ya no había nadie en la sala. Lo que le hizo hacer una mueca de sorpresa y disconformidad torciendo la boca semiabierta. Tampoco pudo evitar soltar otro bufido de exasperación.
La Haruno, una vez llegó a la planta baja y se cambió de zapatos, no hizo más que romper la nota en trizas y tirarla dentro de la papelera situada al lado de la puerta sin importarle que algunos pedazos cayeran a fuera, seguidamente abrió su paraguas para acto seguido ponerse en marcha para irse del campus con tranquilidad.
Fue entonces que se percató de nuevo del coche de su padre aparcado en la entrada, era prácticamente el único presente en la zona, por lo que subiéndose la capucha de la sudadera para ocultar su cabello, se ocultó en su paraguas para pasar desapercibida, cosa que consiguió.
Shion no le había negado el hecho de que había un motivo tras su matriculación en Konoha Gakuen, si es cierto que tampoco lo había afirmado, pero no había nada más que ver la actitud de esa familia.
– Se equivocan si creen que pueden tomarnos el pelo… – habló su consciencia con recelo en lo que se alejaba de ahí.
Habiendo pensado eso, no hizo más que soltar otro suspiro en lo que Sasuke hacía acto de presencia en su mente. ¿Pensaba seguir así por mucho rato? Echaba de menos esos escuetos mensajes por su parte a cada mensaje que le enviaba. Sus ingeniosas provocaciones verbales ante algo gracioso para ambos que lograban hacerla reír por más raro que sonara… Su mirada, si Ino no se lo hubiera dicho, no habría puesto atención a las miradas que él le dedicaba más de las que ya atrapaba. Su olor corporal, se quedaba corta con la aroma de la sudadera suya que la envolvía. ¿Estaría acaso molesto con ella por algo? ¿De ser así, por qué?
Bufando con exasperación, no lo pensó dos veces y pateó la lata vacía que había frente a sus pies con molestia.
Naruto suspiró intranquilo mientras se apoyaba contra la pared blanca de la escalera que daba a la azotea. Había intentado abrir la puerta para que el olor a cerrado y a humedad saliera de la zona, pero esta estaba cerrada bajo llave. Por más que lloviera, que corriera un poco el aire, no sería mala idea… Aunque eso era lo de menos.
– Llegará en cualquier momento… ¿Qué puedo decirle para empezar la conversación? ¿Para que me escuche y me entienda? – meditó inquieto mientras se apoyaba sentado en los escalones contra la pared blanca, moviendo una pierna totalmente nervioso. Quería hablar, pero no sabía por dónde empezar, ni mucho menos como. – ¿Por qué demonios no lo premedité antes?
Pasando ambas manos por su despeinada cabellera rubia, descuidadamente ocasionó que su bandana alrededor de su frente se aflojara hacia arriba. Notaba como la palma de sus manos sudaban, por lo que se quedó jugando con la prenda de su madre impaciente al momento de que la Haruno hiciera acto de presencia.
Parecía que la lluvia iba a más, escuchaba como el agua golpeaba el techo y bajaba por las tuberías externas hasta lo que deduciría como el suelo. De no parar de llover, terminaría llegando empapado a casa, a no ser… Que terminara por no tener que ir.
La notificación de que acababa de recibir un mensaje lo distrajo y tras volver a sacar el teléfono, comprobó que se trataba de Sasuke.
– ¿Dónde mierdas estás? – leyó que decía el Uchiha, dejándolo confundido, aunque no pudo evitar soltar una sonrisa burlona ante esa pregunta. ¿Sospecharía él que estaría con Sakura? Ahora podría decirse que le llevaba algo de ventaja, que iba por delante de él.
– Ocupado con Sakura ¿Por? – provocó él mediante un mensaje el cual escribió rápidamente, no pudo evitar gozar ver como el pelinegro tardaba en escribir su respuesta, salía y volvía a estar en línea constantemente. – ¿Ha pasado algo para que no estés de camino a casa con tu ultra supermega bici de niño rico? Tengo mejores cosas que hacer ahora, déjame tranquilo.
No pudo evitar llenarse de orgullo al ver como parecía que Sasuke se rendía, en lo que ensanchaba su sonrisa ladina mientras volvía a bloquear su teléfono y a guardarlo en su bolsillo sin molestarse en leer los posibles mensajes que pudiera el primero dirigirle.
Fue entonces cuando por fin, se escuchó el eco de unos pasos subir por las escaleras. Lo que le hizo relajar su postura y hombros, escuchando de vuelta su corazón latir deprisa ante lo inminente a la vez que los pasos se acercaban. Se despegó con una sonrisa esperanzada de la pared y se incorporó cuando oyó como Sakura se acercaba, solo le faltaba llegar al rellano donde se encontraba él. Fue entonces que escuchó el tono de llamada entrante de su teléfono, el cual también vibraba desde dentro de su bolsillo. Volvió a sacarlo y no se sorprendió al ver que se trataba de Sasuke.
– A joderse y aguantarse… – canturreó mentalmente mientras colgaba la llamada sin responder. Aparte de eso, también ignoró como el chat global empezaba a llenarse de mensajes.
– ¡Sak…! – saludó Naruto en lo que volteaba la cabeza para recibir a la pelirrosa, solo que no se trataba de ella, sino de Shion. La sonrisa pronto se le borró del rostro. – ¿Qué? ¿Shion, qué haces aquí? Si tienes algo que decirme debes hacerlo más tarde, estoy esperando a…
– ¿A Sakura? Sí, lo sé… – respondió la Fuji con tranquilidad y cierto recelo que no logró disfrazar. Después de una corta pausa se dignó a alzar su mirada para ver fijamente el rostro del Uzumaki, quien le prestaba atención, aparentemente confundido. – Ella no va a venir.
– ¿Qué? ¿Qué dices? ¡¿A qué te refieres?! ¡¿Pasó algo?! – indagó el rubio empezando a molestarse y alterarse, pensando que tal vez por eso Sasuke le llamaba. ¿Y si le había ocurrido algo a la Haruno?
– No pasó nada, Naruto. – contestó Shion incómoda mirando brevemente al suelo, alternando la vista del mismo y de vuelta al rubio. – Simplemente no quiso venir.
Al momento de escuchar esas palabras, Naruto no hizo más que arrugar la frente, haciendo una expresión de confusión. Claramente, no era el resultado que esperaba, lo que quería.
– ¿Y por qué debería creerte? Pudo haber tenido una emergencia y por eso se habrá tenido que marchar. – la excusó el Uzumaki con molestia, tomando agresivamente su bolsa apoyada contra la barandilla en el suelo de un escalón y por lo pronto empezar a bajar por las escaleras con intención de marcharse.
– Ella me dijo que no haría lo que tú quieres. – añadió Shion logrando que Naruto frenara en seco. – Además de soltar otras cosas desagradables hacia mí, justo antes de irse.
Poniendo una cara triste frente a Naruto, se acercó a él con lentitud mientras se mordía el labio inferior, de no estar fingiendo parecería que literalmente estaría por empezar a llorar inminentemente. – Ha sido muy cruel, pero realmente me sabe peor ver como te trata. No te lo mereces. Lo siento, de verdad… Puedo ver lo muy dolido que estás.
Ella tenía razón, estaba dolido. Daba por sentado que Sakura por lo menos se dignara a escucharle, que lo intentaría. Estaba empezando a ver que no quedaban atisbos de la chica que creía conocer y a pesar de todo… La añoraba. La amaba sin igual. Quería esos momentos con ella, en los cuales ella por fin se atrevía a reír de alguna de sus ocurrencias o cualquier tontería, ratos que pasaban juntos con los demás o simplemente… ¿Simplemente, qué?
¿Cómo olvidar como ayer mismamente, la pelirrosa se encargó de decirle que para ella él solo había sido un amigo? Admitía que le costaba admitir esto, que se negaba a ello. Para él, Sakura es el amor de su vida. ¿Cómo podía hacérselo ver?... Fue entonces que la revelación se le hizo presente en su cabeza.
Tenía que conseguir que ella le viera como él a ella, tenía que conquistarla, lograr al fin que se enamorara de él verdaderamente. Luchar por ella. Intentarlo sin cesar.
– Mi padre siempre me lleva a una panadería dónde sirven las mejores meriendas ¿Te apetecería venir? – propuso Shion como si nada, reflejando timidez, disfrazando ese comportamiento como método para animar a Naruto. – Pero tendríamos que ir en coche, aunque dudo que a mi padre le…
– Nos vemos, Shion. – se despidió decididamente el Uzumaki pasando por su lado a paso rápido, sorprendiéndola. Esta no hizo más que voltearle a ver, aunque este ya se encontraba en el rellano del tercer piso. Sin darle tiempo a que ella le pidiera que la esperara. ¿La había escuchado siquiera?
La Fuji no tuvo más remedio que tensar la mandíbula a la vez que apretaba el asa de su mochila con fuerza de nuevo. ¿Acaso Naruto era ciego? ¿Por qué no se fijaba en ella? Esto tenía que ser una broma…
– Por dios, Sasuke… ¿Acaso no sabes que existen paraguas o qué? – dijo Itachi sorprendido al ver a su hermano menor llegar empapado de pies a cabeza con lo que parecía ser un humor de perros. Evidentemente, su saludo previo antes de su recriminación, no fue devuelto. Sasuke caminó descalzo hasta las escaleras con el fin de llegar a su habitación. – ¿Cómo es que llegas tan tarde?
El mayor de los dos se quedó de cuadros cuando solo oyó la puerta de la habitación de su hermano abrir y cerrarse. Obvio, había pasado algo de nuevo. Lo que le hizo suspirar.
– ¿Llegó Sasuke? – indagó Izumi meciendo a Satoru en brazos con curiosidad, llegando desde el salón. Su prometido solo dijo un monosílabo asintiendo con la cabeza extrañado.
Tirando la mochila dentro de la habitación, caminó hasta el baño y allí comenzó a desvestirse. Llevaba desde los calcetines, hasta los extremos de sus pantalones de uniforme mojados, al no llevar paraguas, todo él estaba mojado y ¿Lo peor? Era que al tener que trajinar lo que quedaba de su bicicleta queriendo arreglarla, en lo que la tormenta dejaba charcos los cuales tuvo que pasar por encima al ir caminando, para su mala suerte hubo algún que otro coche que decidió darle una ducha.
Obvio que estaba de mal humor, su novia está enfadada con él, según Kakashi, tenía que darle espacio, pero dentro de ese espacio… Naruto, se dedica a enviarle notitas en medio de la clase, le destroza la bicicleta y bromea sobre ello para el colmo, ser prepotente diciéndole que se encuentra con Sakura en ese mismo instante a quien sabe dónde.
Dudaba, sí… No podía evitar hacerlo. Aunque Sakura ahora se hubiese vuelto más protectora consigo misma, algo que aceptaba, conocía esa faceta simpatizadora con capacidades de perdonar. Sentía que lo había hecho con él, pero qué la detenía no hacer o mismo con Naruto… ¿Después de lo de ayer? Volvía a sentir esa incertidumbre, incapaz de prever las acciones de Naruto y estaba harto. Estaba sobrepasando los límites, pero sentía que si le decía algo, podría molestarla.
– Estúpido… – se insultó a si mismo mentalmente mientras tiraba de malas formas la blusa de su uniforme dentro de la cesta de ropa sucia. – Estúpido Naruto, estúpido Kakashi… Nunca más seguiré uno de sus consejos.
Un fuerte estornudo de su parte asustó tanto a Izumi como a Itachi y mientras encendía el agua de la ducha para que esta saliera caliente, terminó de desvestirse y rápidamente se metió bajo el agua caliente para quitarse el frío. Veinte minutos después salió del cuarto de baño ya cambiado con ropa cómoda.
No tardó en tumbarse en la cama con su teléfono en su mano. Sin importar que su cabello todavía húmedo manchara su funda de almohada, desbloqueó su teléfono. Mirando por Instagram, se incorporó de golpe al ver las fotos en las que salía Sakura con sus amigas. Estaban en lo que parecía ser una sala de karaoke, en una de ellas salía ella y Yamanaka cantando y lo que parecía ser bailando. Lo que le relajó, aunque no eliminó las ansias de saber si había hablado con Naruto o no. ¿Acaso este le mintió?
No pudo evitar sonreír al verla sonreír haciendo poses con sus amigas en el álbum de fotos del post, en las que ella salía haciendo caras o sonriendo. Como siempre, todas esas fotos las copiaba y las guardaba en su teléfono.
Su corazón no pudo evitar latir más deprisa al leer lo que decía el mensaje que la Haruno acababa de enviarle. Abriendo rápidamente el chat, no pudo evitar sonrojarse severamente ni tampoco emocionarse en silencio.
– Ahora mismo, me encuentro extrañándote de más. – decía el mensaje para enseguida dejar de estar en línea. Antes de que él pudiera responder.
Quería preguntarle varias cosas, la primera, era sobre lo de Naruto obviamente… , pero algo le decía que ella no estaba bien. Fue entonces que recordó la conversación que tuvo antes con Suigetsu.
– Su padre… – susurró para si mismo con preocupación, pero a su vez… también se le vino a la mente lo que escuchó que decía una de sus amigas, lo mucho que se cerraba con temas personales.
Si es cierto que con él había hecho todo lo contrario, pero no le extrañaría que Sakura siguiera siendo perseverante en no abrirse en según que asunto. Como por ejemplo lo de la nota de hoy de Naruto… Bufando exasperado mientras se despeinaba su cabello húmedo con fastidio.
El fin de semana pasó volando, en el que se la pasó solo en casa. Con Itachi e Izumi fuera al pueblo de la abuela de ella para que conociera a su bisnieto, se entretuvo haciendo los deberes, tareas del hogar y finalmente arreglar su bicicleta antigua con la que ir al instituto. Naruto cruzó la línea y mucho temía que volvería a hacerlo. Así que no lo iba a tolerar más.
Mirando la hora en la pantalla de su móvil, el pelinegro seguidamente guardó el aparato en su mochila y acomodó esta en su espalda para finalmente subirse a la misma ya fuera del portal de su casa. Escuchó el lloriqueo de Kage justo en el portal, sacando su hocico entre los barrotes metálicos sentada frente la misma, mirándole con ojos de cachorrito.
– Luego nos vemos, Kage. – se despidió él dándole una última caricia por debajo el hocico, dejando que el animal le lamiera la mano con amor.
Subiendo el freno de la bici, no tardó en ponerse en marcha, iba con tiempo, pero aun así decidió tomar un atajo bajando por las escaleras encima de la misma bici como si nada, alzando su cuerpo del asiento. En menos que canta un gallo, ya se encontraba frente a su instituto. No había nadie salvo unos cuantos estudiantes en el instituto, seguramente los delegados encargados de ordenar cada clase. Fue por eso, que esta vez aparcó la bicicleta suya al lado en medio de otras dos. Esta vez poniendo no solo un candado entre el metal que la sujetaba y la primera rueda, sino que también inmovilizó a las dos entre sí, para que no se pudieran romper, con un candado más resistente metalizado. Comprobando la labor, el Uchiha finalmente se limpió de las manos la poca suciedad que terminó en las mismas al tocarlo, para seguidamente dirigirse hacia la entrada.
Al ir pasando los minutos, antes de ser las ocho de la mañana, iba apareciendo más gente. Lo que no esperaba era que el Inuzuka, Lee, Nara, el Akimichi sumando Juugo y Suigetsu, decidieran juntarse con él. Algo que no le importó, ni mucho menos cuando también aparecieron la Novia de Shikamaru e Ino. Faltando la morena que también era amiga de ella y Sakura.
Fue entonces que Naruto hizo acto de presencia junto con Sai, quienes no se quedaron muy lejos de donde estaban ellos, pero se notaba que estaban separados del grupo. Para variar, sentía la mirada de esos dos en él. Tal vez, venir tan pronto no fue tan buena idea. El grupo que le rodeaba podían llegar a ser demasiado escandalosos. Estaba acostumbrado, pero a veces llegaba a pensar que se encontraba en un gallinero.
Dedicándole una mirada furiosa a Naruto, incomodándole en cierta manera a pesar de esta ser devuelta, su expresión cambió al darse cuenta de que Sakura fue la siguiente en hacer acto de presencia, acompañada de Tenten, hablando animadamente con ella.
La Haruno le devolvió la mirada al Uzumaki con una expresión de indiferencia en lo que pasaba frente a él, sin decirle nada, yendo directa hacia su grupo. Tenten se fue hacia las demás y antes de que alguien pudiera saludar a la pelirrosa, esta se acercó a Sasuke para tomarlo con ambas manos por la cremallera suelta de su sudadera, lo acercó a ella, se alzó de puntillas y le plantó un beso delante de todos.
Sasuke se sorprendió al igual que los demás, pero no cortó el beso. Naruto tenía la cara tensa ante el panorama, hasta que finalmente no le quedó otra que apartar la vista con recelo. Gesto que no pasó desapercibido por Kiba, Shikamaru ni Sai. A diferencia de Suigetsu que se encontraba silbando a modo de burla. Por otro lado, otros estudiantes también se encontraban mirándolos algo estupefactos, sin poder evitar susurrar entre si ante semejante escena.
Cuando Sakura finalmente separó sus labios de él, soltó un suspiro de alivio y satisfacción ignorando a los demás para finalmente sonreírle. Sin esperar a que él dijera nada, la Haruno entrelazó sus dedos con los de él y no tardó en empezar a caminar en dirección a la entrada del edificio, arrastrándolo con ella ante la atenta mirada de varios curiosos, entre ellos su grupo de amistades.
La gente les miraba atentamente, pero cuando Sasuke sintió como la Haruno apretaba el agarre de sus manos suavemente, observó como esta le sonreía con confianza, lo que lo dejó momentáneamente confundido.
– ¿Dónde…? – preguntó simplemente el pelinegro algo sonrojado observando como Sakura se cambiaba los zapatos.
– Necesito hablar contigo antes de clase. – dijo Sakura simplemente alzando la pierna hacia atrás para acomodarse la otra deportiva que usaba como calzado de interior.
No muy lejos de ahí, se encontraba Zaku observando la escena con enfado mientras terminaba de fumarse el cigarrillo que había encendido no hace mucho. De la nada, alguien le sujetó del brazo y le quitó este de entre sus dedos.
Se quedó observando como el lameculos del asistente de su padre con fastidio, el cual ni recordaba su nombre, pisaba el cigarro para apagarlo. Ese gesto agravó su estado de ánimo.
– Ve adentro. – ordenó Nobu con severidad, en lo que lo tomaba por la solapa de su chaqueta y lo empujaba dentro del campus.
– ¡No me toques, manda huevos…! ¿Por qué no mejor vas a limpiarle los mocos a mi padre, eh? – insultó el pelinegro librándose del agarre de malas formas, aunque Nobu rápidamente lo agarró de la blusa de manera amenazante.
– Siéntete agradecido, de que me encargara de deshacerme de las partes de esa bici que robaste y que pensabas vender. ¿Tan tonto eres que no eres capaz de ver que hay agentes de paisano vigilándote después del escándalo de las drogas? – indicó el asistente mientras soltaba el adolescente como si nada. – Último aviso que te doy, ingrato inútil.
Sin despedirse o decir nada más, Nobu se giró, caminó hasta el coche de la empresa de su jefe se subió en los asientos traseros y finalmente el vehículo se marchó. Fue así que tras esa escena, el Abumi se dio cuenta de que la gran mayoría de estudiantes que le rodeaban habían presenciado la escena.
– ¡¿QUÉ MIERDA MIRAN?! – chilló amenazante el abusón abrumando a más de uno, a pesar de que este ni se acercó a estos, por suerte para ellos. Pateando unos cubos de reciclaje de la entrada antes de entrar, no hizo más que hacer un escándalo y mancharse los pantalones con restos de refrescos enlatados. – Joder…
– No decías… – intentó decir Sasuke mientras se dejaba besar repetidas veces por su novia dentro de un almacén de pupitres, sillas y otro material antiguo. – ¿que querías hablar conmigo?
El pelinegro volvió a cerrar los ojos cuando la pelirrosa lo tomó del rostro para volver a unir sus bocas en un beso intenso, sin poder evitar caer rendido al efecto que tenía Sakura con él. Deshacer su coraza de hielo como si nada.
Viendo que el beso iba subiendo de tono y que cierta parte de su anatomía que poseía cierto libre albedrío propio que no podía controlar demasiado. No le quedó de otra que separarse de ella, a pesar de que la pelirrosa se esforzó un poco para que el beso durara algo más.
– Debemos parar… – la cara de fastidio de Sakura no pudo evitar causarle cierta gracia al Uchiha aunque ella apenas notó la sonrisa. Ante esas palabras, su novia no hizo más que voltearse y darle la espalda de brazos cruzados. – No es que no quiera…
La pelirrosa no hizo más que rodar los ojos mientras soplaba con fastidio. Confundiendo a Sasuke, el cual se rascó detrás de la cabeza. – Sakura… Mírame.
– Hmp. – pronunció ella alzando el rostro molesta, haciendo que quien volteara los ojos ahora fuera Sasuke. Colocando su mano derecha encima del hombro izquierdo de su novia, no tuvo que hacer demasiado esfuerzo para voltearla, además también le colocó su otra mano en su otro brazo.
– ¿Por qué?… – dijo Sakura torciendo la boca algo incómoda. Eso confundió todavía más al pelinegro, quien en un inicio pensó que se refería a lo de ahora.
– Tú puedes disimularlo Sakura, pero si no parábamos aquí yo no me atrevería a ir a clase con un bulto entre… – explicó Sasuke de manera sarcástica implicando lo que probablemente pasaría si no frenaban esa calentura, pero a lo pronto fue interrumpido. De todas formas, la susodicha ganó un ligero sonrojo que duró poco ante esas directas palabras.
– Me refiero… – interrumpió la Haruno manteniendo la postura, aunque cambiando de una mueca de molestia a una expresión triste mientras apartaba la mirada de su novio. – ¿Por qué me ignoraste desde tu pelea con Naruto y durante todo el fin de semana?
Que Sasuke se mantuviera en silencio, no le gustó. Le sintió mal, por lo que no hizo más que suspirar.
– Ni un mensaje, ni una llamada, Sasuke… Llevo desde entonces, severamente preocupada. – recriminó la Haruno algo exasperada. – ¿Estás enfadado conmigo, he hecho algo? Me gustaría saberlo… El jueves, solamente te disculpaste, después de educación física te fuiste y desde entonces, nada. Me enteré por pura casualidad de tu pelea con Sai y que además, ya estabas de mal humor desde la mañana… y no quiero pensar que eso se deba por lo que te dije en…
– Lo siento. – concedió Sasuke, disculpándose y a su vez cortando a Sakura. – Kakashi simplemente me aconsejó que te dejara espacio estos días, pero que me disculpara.
Los ojos verdes de Sakura volvieron a alzarse para mirar como el pelinegro se explicaba, sus palabras, aun así… No lograron aliviar su duda principal.
– No estoy enfadado, Sakura. – añadió el Uchiha suspirando mentiras cerraba los ojos momentáneamente pensando la manera en como expresarse. – Contigo no.
– ¿Pero?... – habló la pelirrosa conociendo perfectamente a Sasuke y que eso no era todo. Algo que le hizo soltar una sonrisa ladina al joven.
– Vi que en clase de historia, Naruto te pasó una nota. – respondió el pelinegro mirando fijamente a los ojos de Sakura, quien permaneció en silencio escuchándolo atentamente. – También sé más o menos lo que él te pidió. Él me lo dijo cuando le increpé vía mensaje por haber destrozado mi bici el viernes.
– ¿Él te dijo qué? ¡¿Hizo qué?! – exclamó la Haruno alzando la voz un poco consternada por lo que hizo Naruto. – Sasuke, Naruto me pidió que me encontrara con él a solas en las escaleras de la azotea, pero no fui.
– Lo sé. – dijo simplemente Sasuke. Ahorrándose el detalle de decirle que estuvo mirando por bastante rato las fotos que colgó la tarde del viernes con sus amigas. Entreteniéndose mirándola bailar y hacer tonterías con las demás, disfrutando de escucharla reír. Tampoco es que ella supiera que le seguía en redes sociales desde hace ya tiempo. Era un poco vergonzoso a su manera de verlo. La cara de Naruto al verla esta mañana en la entrada le quitó esa vacilación de la cabeza. – Siendo sincero, al principio si que pensé que podrías haber ido, me quedé con esa duda y no quería molestarte… No quise que pensaras que, me molesta… que pudieras volver a ser amiga de Naruto o de otros chicos…
– Sasuke… – comenzó la pelirrosa suspirando acercándose poco a poco al pelinegro frente a ella. – No tienes que aparentar que aceptas o que toleras ese comportamiento de Naruto conmigo, que hagas eso, en cierta manera me hace sentir mal.
– No me lo ocultes. – pidió ella colocando ambas manos en el rostro de Sasuke, para acariciar cariñosamente ambas mejillas con sus pulgares brevemente, seguidamente bajarlas y descansar estas en sus hombros.
– Para ser justa, no puedo permanecer enfadada contigo. Yo también pude haberte llamado y no lo hice. Te entiendo, Sasuke. Yo también tenía la cabeza llena de dudas y por otras cosas. – aseguró Sakura mientras finalmente apoyaba su frente contra su pecho, relajándose al poder volver a sentir su fragancia y demás. Había echado de menos todo de él, a pesar de que solo pasaran pocos días. – Pero te puedo asegurar que no tengo intenciones de embarcarme en una conversación ni verme a escondidas con Naruto.
– Cuando se comporta así, afortunadamente es algo predecible… – reflexionó la Haruno en cuanto al Uzumaki. Sabía perfectamente que hoy estaría al asecho de nuevo tras darle plantón el viernes, como si nada. – Mucho me temo que no estoy de humor para ello.
– ¿Algo sobre tu padre, verdad? – indagó él ya dando por sentada la respuesta, Sakura relajó la mirada ante esa pregunta. Simplemente asintió.
Muy para desgracia de los dos, el timbre de inicio de clases sonó, hecho que hizo que la ojiverde volviera a hacer el mismo berrinche del principio. Apretando los labios entre sí más fuerte al ver como el pelinegro empezaba a voltearse para caminar hasta la puerta, Sakura le detuvo de la mano y le hizo girarse, fácilmente pudo hacer que él quedara igual o más cerca de ella que ante antes. No se detuvo ahí y terminó por plantarle otro beso más, presionando su boca contra la de él, y seguidamente cortarlo con un par de picos bruscos.
Al separarse, finalmente le soltó y se apartó de él, mirándole de manera coqueta con una sonrisa traviesa en lo que le avanzaba hasta la puerta, siendo ella la primera en salir de ahí, dejando al pobre Sasuke con una de sus manos en sus labios, sonrojado y para que negarlo, cachondo.
– Lo hizo a propósito… – se dijo para si mismo mientras cerraba los ojos con una sonrisa confiada en lo que al mismo tiempo soltaba un suspiro. Estaba un poco más tranquilo, por lo que serenándose y cambiando de postura, saló también de la habitación, ignorando a un grupo de chicas que le miraban con curiosidad, pero no les dio importancia. Se fue directamente a su aula.
– No vas a hacerme cambiar de opinión, frente. – reiteró Ino apoyando su cabeza encima de su mano mientras comía la comida de su bandeja en la mesa de la cafetería dónde estaban ambas. – Ibiki es un sádico que disfruta torturando a sus alumnos con sus problemas matemáticos. Solo que tú tienes una adorable empollona. El hecho de que le defiendas me hace pensar en que tu mente esconde ciertas cosas que podrían asustar a más de uno.
– Gracias. – dijo simplemente la Haruno con una sonrisa burlona mientras la rubia le hacía una mueca como si imitara sus palabras.
– No era un cumplido. – aclaró la Yamanaka inclinando la cabeza con una mueca de falsa indignación algo cómica.
– Aun así, lo tomaré como tal. – insistió Sakura para después sacarle levemente la lengua a modo de broma, cosa que les hizo soltar un bufido de risa a ambas.
– ¡Hola, hola…! ¡Caracola! ¿A que no os importa? – dijo Kiba sentándose al lado de Ino tan campante. Notando como la Yamanaka le miraba, el moreno no hizo más que soplar moviendo levemente su corto flequillo casi inexistente. – A ver, Ino… Muéstrame esa sonrisa tan linda que tienes, anda… ¿Seguro que así ligarás más?
Ante ese comentario que ni la Haruno ni su mejor amiga se tomaron en serio, Ino simplemente apartó el rostro del agarre que el Inuzuka mantenía en una de las mejillas de esta, para finalmente recibir un pisotón de su parte que le hizo soltar un quejido.
– Si no ligo es porque en este instituto, los tíos decentes ya están cogidos… – explicó la rubia con altanería.
– Ay, gracias por ese halago… – contestó Kiba exasperando a Ino.
– No te incluía a ti en ese grupo, pero si te hace feliz creerlo, allá tú… – respondió Ino volteando los ojos. En eso aparecieron Suigetsu, Juugo y Sasuke en la cafetería. – Después del festival cultural salieron muchas parejas, estas incrementaron durante las vacaciones… Supongo que las que están solteras como yo, deben aceptar la realidad que los últimos peces de este estanque son borrones. A este paso me graduaré y no habré salido con nadie.
– ¿Buscando novio, rubia? – saludó Suigetsu seductoramente sentándose a su otro lado mientras Sasuke tomaba asiento al lado de Sakura, dejando su bocadillo encima de la mesa en silencio.
– Sí. – respondió Ino con confianza, ganándose el interés del Hozuki que se lo tomó como una invitación. – Pero no vas a ser tú. No eres mi tipo. Especialmente sabiendo que le tiras los tejos a todo lo que se mueve.
– ¿Isquius mi? – dijo el albino colocando una mano en su pecho falsamente indignado mientras se inclinaba hacia atrás, pronunciando mal en inglés lo que quería decir. – Yo soy un encanto de hombre. ¿A que sí, Haruno?
Cuando las cabezas de Suigetsu, Kiba e Ino se colocaron en la mencionada esta no hizo más que mirarles en silencio, manteniendo la cuchara en su boca mientras se terminaba el postre de su bandeja. – Uhm… Ya.
– ¡¿Cómo que "Uhm… Ya"?! – exclamó el Hozuki con la boca semiabierta sin poder evitar que la pelirrosa sonriera burlonamente sin quitarse el cubierto de su boca. – Y se ríe…
– Déjala tranquila, Suigetsu. – habló Sasuke ligeramente fastidiado, el primero no hizo más que llevar las comisuras de su boca hacia abajo, implicando que no estaba sorprendido de que el Uchiha le dijera eso.
– Ya sabes que no puedo hacer eso, Sasukin… – agregó Suigetsu tranquilamente mientras la mirada impasible del mencionado, a pesar de ese horrible apodo. – Ella me regaló comida.
– Te pediste el combo de postres caro. – le reprochó Juugo para nada extrañado de la conducta de su amigo.
– En mi defensa… – empezó el Hozuki levantando el dedo índice, quedándose pensativo buscando la manera de explicarse, tardando un poco en el proceso. – Perdí contra este en clase de educación física, necesitaba un premio de consolación, además de algo para recuperar la energía. Me hizo correr más que una carrera de atletismo.
Sasuke no hizo más que tomar aire silenciosamente ante las tonterías del albino, por poco más y pone los ojos en blanco.
– Y aun así te convenciste de que ibas a ganarle… – añadió Juugo como si nada, ganándose una mirada de reproche por parte del Hozuki.
– Que yo recuerde, tú también merendaste gratis esa tarde y bien a gustito… – le recordó su amigo mirando al grandullón que se encogió de hombros algo tímido. – Simplemente, soy leal si se me da de comer porque bueno, lo necesito para vivir.
– ¿Te hicieron gastar mucho dinero? – le susurró Sasuke a la Haruno quien observaba la conducta de sus amigos atentamente.
– No demasiado, fuimos a un antiguo sitio en el que trabajé hace tiempo. Los dueños son conocidos de mis abuelos. Casi la mitad de lo que comimos fue cortesía de la casa. – explicó serenamente la Haruno dejando que el pelinegro a su lado picoteara el resto de pollo que ella no había tocado de su bandeja.
– ¡Ei! ¿Cómo osas reprocharme sobre la comida que me da viendo como sueles comerte siempre partes de su almuerzo? – se quejó Suigetsu mirando hacia Sasuke. La mirada de este lo acalló al instante, aunque rápidamente no pudo evitar soltar otra sonrisa burlona. – Ah, ya veo… Estás cel…
– Cierra el pico. – mandó el pelinegro algo tajante después de tragar. La diferencia era evidente. Él no gorroneaba, simplemente comía lo que ella no se terminaba. En comparación a otros.
– Holis. – saludó Tenten como si nada. Sentándose entre Juugo y Sakura. Pronto se les unieron Lee, Neji, Shikamaru y Chouji. – Sakura, ¿Me dejarías tus apuntes de historia, porfis? Yo desistí cuando Asuma entró de lleno en el tema del restablecimiento de la corte imperial.
Sakura simplemente asintió manteniéndose callada, arrastrando más su silla hacia Sasuke como si nada, mientras miraba su móvil distraídamente.
Las mesas habían cambiado. Ahora eran largos rectángulos que llenaban prácticamente toda la sala. Había menos espacio entre mesa y mesa, pero más estudiantes podían comer a dentro que antes. De cara a la entrada del otoño e invierno. Las antiguas mesas habían sido trasladadas al piso de arriba.
La pelirrosa se sobresaltó disimuladamente cuando sintió la mano caliente de Sasuke encima de su muslo, dando en el mismo un ligero apretón en la zona, que la hizo ruborizarse un poco. Aunque el pelinegro mantuviera la mano quieta ahí, que moviera el pulgar por su piel la dejaba algo nerviosa. Así que, tomando aire intentando enmascarar su excitación para rápidamente soltarlo, bajó su mano libre para colocar esta encima de la suya. Impidiendo que la quitara o que la moviera. El Uchiha a pesar de ese gesto, no frenó las caricias con su dedo.
– Cada semana este instituto parece ser un sitio distinto ¿Qué había de malo con las mesas redondas? – se quejó Chouji intentando ponerse cómodo en su silla. Las cuales eran más incómodas que las antiguas. Tanto él como Juugo tenían dificultades para caber en ellas.
– Pues yo creo que son una pasada. La nueva directora, Tsunade Senju está haciendo un gran trabajo renovando todo. – comentó Tenten animada. – Creo que tenemos suerte de presenciar estos cambios aunque este sea nuestro último año. ¡Me encanta! Ha incluso renovado el aula del comité de estudiantes.
– ¿Tsunade Senju? ¿Así se llama la nueva jefa? – dijo Kiba, haciendo que la Ama le lanzara una galleta salada, tomando ese comentario como una falta de respeto. – ¿Que hay con vuestra manía de tirarme comida? ¿Acaso soy un perro y que lo recojo con la lengua?
– Todos en tu familia sois compinches de canes, no nos extrañaría que en realidad lo fueras, respeta a la nueva directora… – riñó Tenten con burla, haciendo que Kiba se alterara casi de la misma manera que Chouji se pone cuando critican su peso. El castaño no hizo más que lanzarle de vuelta la galleta de vuelta que le dio en toda la cara, de alimentos pasaron a servilletas, haciendo un escándalo, hasta que la castaña incorporándose se golpeó la rodilla contra el borde la mesa, haciendo trastabillar a la misma, haciendo que se derramara algo de zumo y comida por la superficie de la mesa, causando algunas risas entre el grupo ante el numerito de ese par.
– Te lo mereces. – añadió el Inuzuka mirando altanero a Tenten, viendo como esta se apoyaba encima del hombro de Neji quejándose de dolor a la vez que reía, sujetándose la rodilla. El Hyuga se encontraba con una sonrisa burlona hacia ella.
– ¿Cómo no podéis haber oído hablar de Tsunade Senju? Es una famosa doctora, cirujana que ha hecho y colaborado en numerosas investigaciones, que ha ayudado a muchas fundaciones… Es conocida por todo el continente asiático, puede que hasta por todo el mundo. Es mi ídolo. – proclamó Tenten mientras seguía acariciándose la rodilla. – ¡Así que es obvio constatar que los cambios que hace son para mejor!
– Ah… – respondió Kiba ante esa información que él consideraba irrelevante.
– ¿Así que finalmente el viejales de Sarutobi se ha jubilado? Ya tocaba… – habló Shikamaru con su típico tono pasivo, en lo que Lee y Chouji asentían. Suigetsu y Juugo, al no enterarse de nada meramente escuchaban la conversación comiendo. – Aunque siendo honesto, no se que bien puede hacer una mujer sin experiencia en el sistema educativo.
– Ahí viene la vena misógina de Shikamaru, hacía tiempo que no se le veía el pelo… – contempló Sakura torciendo la boca sin mostrarse sorprendida en absoluto. ¿Qué tenía que ver su experiencia laboral con el género?
Negando con la cabeza después de que Tenten e Ino se levantaran proponiéndole si quería ir con ella al baño, no desaprovechó la oportunidad de pasar sus uñas por la piel suave de la mano de su novio. Fue entonces que poco después, escuchó como la mesa se quedó en silencio, notando como Sasuke se tensaba a su lado mediante la mano que mantenía en su muslo. Levantando la vista notó como Naruto había tomado asiento a su lado, Sai sentándose donde antes estaba Ino.
– ¿Habláis de Tsunade? Me han contado cosas sobre ella. – informó Naruto tan campante, la pelirrosa a su lado no hizo más que negar con la cabeza con hastío mirando hacia arriba intentando encontrar la paciencia necesaria para lidiar con ese comportamiento del rubio.
¿Pero debía echarle? ¿Decirle que se marchara? A fin de cuentas había gente aquí que seguía considerándolo su amigo.
– Jiraiya me dijo que fue la mejor estudiante de su año, quien terminó por obtener la beca universitaria. – afirmó el Uzumaki mientras el resto se dedicaba a escucharle, Sakura observó como al hablar él habría una lata de refresco, manchándose las manos y como si nada, secándose con la ropa a pesar de contar con servilletas en su bandeja. – Si queréis saber mi opinión, yo creo que ella no pinta nada aquí. Hiruzen no debió haberse ido. Podía haber durado hasta que acabara el año, de veras.
– ¿Seguro que no hablas así de ella porque te fastidió que se te castigara tras tu cabreo del otro día? – dejó caer Neji altanero a su lado, sin inmutarse cuando Naruto le miró con fastidio.
– Esa, es una manera de provocarle… – dijo la voz de la conciencia de la pelirrosa, quien no pudo evitar pensar de la misma manera que el Hyuga. Sintiendo la mano de Sasuke tensa en su muslo, no hizo más que levantarla para tomarlo de la mano directamente.
– ¿Quién te ha pedido que hables o des tu opinión, pelo fregona? – insultó Naruto descaradamente, enfadando a Neji, aunque este no hizo nada. Ante ese comentario, Sakura ya tuvo más que suficiente. Notando como Sasuke tenía también sus cosas por decirle al rubio a su lado.
– Antes que nada, Shikamaru… ¿Qué tiene que ver la experiencia laboral con que la nueva directora sea una mujer? Eso, literalmente, carece de sentido. Tsunade Senju es la nieta del fundador y primer director de este campus. Si está aquí, es porque todo esto… – señaló Sakura moviendo el dedo en círculos, generalizando todo su alrededor refiriéndose a cada hectárea del instituto. – Le pertenece. Los Senju, tal y como ha dicho Tenten, también son dueños de diversos centros sanitarios y no solo dentro de nuestro país. La próxima vez, cállate antes de infravalorar a las mujeres… La gran mayoría de veces no sabes ni de lo que hablas.
Esas palabras tan cortantes, Shikamaru no pudo evitar incomodarse. No pudo evitar toser mientras se rascaba la nuca.
– Y Naruto… – añadió la Haruno volteándose ligeramente acaparando la atención del susodicho rápidamente con atención. – Insultas a Neji por decir su opinión, pero… Heh ¿Quién de aquí te ha pedido la tuya?
Dicho esto, la pelirrosa alzó las cejas expectante ante la posible respuesta que Naruto se atreviera a darle. Cosa no tardó en llegar.
– Hiruzen es la mejor opción como director. – afirmó Naruto con cierto nerviosismo observando como la chica frente a él le miraba con escepticismo. – En eso no hay discusión, Sakura.
– ¿Acaso has conocido otro director además de Sarutobi y Tsunade? – contestó Sakura retadoramente, increpando al rubio que no apartaba la mirada de ella. – Dices que Hiruzen es la mejor opción, pero… ¿Se ha molestado Hiruzen en frenar a cierto profesor de que deje de insinuarse a alumnas de último año o en impedir que recomiende leer esas novelas basura que él escribe y cataloga como "románticas", que no son más que porno escrito por un mujeriego pervertido? ¿En expulsar definitivamente a tipos como Dosu o Zaku? – recalcó la Haruno con la total libertad del mundo.
Naruto no hizo más que tragar saliva. Mientras la Haruno hablaba, notó como Sasuke y ella parecían estar con las manos tomadas debajo de la mesa.
– A mi modo de verlo, aunque dudo que te interese viendo como te pones cuando hay opiniones que difieren de la tuya, no deberías molestarte con la directora Tsunade. – razonó simplificadamente la ojiverde mientras volvía a voltear su cuerpo para que su torso volviera a quedar mirando al frente, salvo su cabeza. – Estuve en su despacho el viernes, presenciando la suspensión de Hinata. Puede que me equivoque, pero ella actúa y sigue los mismos nefastos patrones que Sarutobi a la hora de tomar decisiones.
– Hiruzen, se habría molestado en escucharme y… – añadió el Uzumaki de manera insistente, callando cuando Sakura no hizo más que rodar los ojos. – Él escucha a todos.
– ¿A sí? – indagó Sakura con algo de mofa, Sasuke le dio un apretón a su mano, seguramente para que se calmara y lo dejara estar, pero lo ignoró.
– ¡Sí! – afirmó convencido el rubio con tono firme.
– Qué extraño, las veces que yo fui a quejarme por ciertas cosas que me pasaban… Él me decía que tenía la edad suficiente para solucionar el problema por mi cuenta, las pocas veces que no estaba ocupado fumando, claro. – informó la Haruno tranquilamente alzándose de hombros con una sonrisa falsa. – Incluso a veces me castigaba injustamente por ello. ¿Dices que escucha a todos? Si eso es verdad, bravo por ser igualito a él en ese sentido…
Naruto tardó en entender ese comentario a diferencia de los demás. Mirando brevemente hacia Sasuke, quien le veía con frialdad, dijo lo primero que se le vino a la cabeza.
– Si hubieras aparecido ayer habrías podido ver que puedo hacer más que escuchar… – insinuó él descaradamente dejando a todos con su propia interpretación a esas palabras. Ese fue el momento en el cual Sasuke se levantó de la silla, con enfado. Naruto simplemente se dedicó a devolverle la mirada severamente.
Hasta ese punto los que estaban en la mesa con ellos podían ver que la conversación se iba al garete.
– ¿Y quién eres tú para darme órdenes? – habló Sakura incorporándose junto a Sasuke, queriendo evitar que este dijera o hiciera algo. Tal vez esto era lo que el rubio querría, aunque quién sabe.
– Sakura, yo no… – dijo el Uzumaki con inquietud, volviendo a tragar saliva.
– ¿Por eso rompiste mi bici? ¿Por que ella no hizo lo que pedías? – interrumpió Sasuke tomando de la mano a la Haruno libremente delante de los presentes, mientras ella terminaba de levantarse de la silla, del lado de Naruto.
– ¿Tu bici? ¿Pero qué dices, idiota? ¿De qué hablas? – contestó Naruto con prepotencia con confusión, mirando extrañado al pelinegro, que afiló más su mirada en él, pero sin decir nada más, empezó a andar una vez la pelirrosa tomó con su mano libre su bandeja de la mesa, llevándola consigo.
Naruto se quedó mirándolos irse en silencio. Hasta que escuchó alguien hablar a su izquierda.
– Uzumaki, no eres más que un patético y triste chaval… – dijo Neji tan campante, tomando la iniciativa de eliminar el silencio incómodo.
– ¿Qué? – cuestionó Naruto molesto volteándose, haciendo que el primo de Hinata soplara con molestia.
– Sé que me has escuchado perfectamente, no inventes. – reiteró Neji impasible mientras se levantaba. – Eres más quejica que un crío de dos años.
– Neji… – se atrevió a decir Sai antes que Shikamaru, siendo silenciado rápidamente.
– Cállate, Shimura. – manifestó el castaño con enfado, logrando su cometido al instante.
– Todos los de aquí sabemos por qué vino precisamente aquí, dónde estaba ella, porque no se va a rendir. – al decir esas palabras, Naruto se sintió acorralado. Los demás le miraban atentamente sin decir nada, lo que Neji se sintió obligado a finalmente desahogarse.
– Tío, te le declaraste, te rechazó alto y claro, es la novia de otro. Un hombre maduro de verdad, movería los dedos para pasar página. En cambio, tú te paseas por aquí como la víctima para darnos pena, cosa que me da puro asco. – añadió el moreno alzando la voz en cada palabra sin dudar en acercarse poco a poco para quedar cada vez más cerca del rubio, el cual se mostraba tenso aparte de incómodo. – Déjame decirte que de no saber las consecuencias de una pelea dentro de este campus, ¡Empotraría tu feo rostro contra esta puta mesa ahora mismo!
El fuerte golpe que dio Neji contra la mesa, hizo que las bandejas restantes de la mesa se movieran un poco por el impulso. El Hyuga comprobó como Naruto sí se encontraba intimidado, le había visto tensarse e intentar apartarse cuando puño chocó contra la zona de la mesa frente a él.
Justo después, el moreno no hizo más que tomar su bandeja tirar el resto de comida en la basura, dejando con un golpe fuerte y de malas formas, la bandeja sucia con las demás para finalmente marcharse de la cafetería. Acaparando las miradas de algunos curiosos que no sabían qué pudo haber ocurrido.
Acto seguido, Shikamaru, Kiba y compañía se levantaron también, sorprendiendo a Naruto, que esperaba que no se fueran.
– Yo no le destrocé la bici a Sasuke… – avisó Naruto con rapidez, intentando que ninguno se fuera. Sai parecía ser el único dispuesto a quedarse.
– ¿Puedes demostrarlo? – cuestionó Suigetsu mientras daba otro sorbo en la pajita de su botella de refresco. Una vez vio que Juugo también se levantaba, él hizo lo mismo. Al final, el Uzumaki se quedó solo con la mesa junto con Sai.
El resto de la semana pasó volando y sin darse cuenta, era viernes de nuevo. La campana de fin de clases acababa de sonar, por lo que pronto los pasillos empezaron a llenarse de estudiantes dispuestos a volver a disfrutar del fin de semana otra vez.
– ¿Escuchasteis lo que dijo Miyo? – cuestionó Ino con ansias de cotillear. Sakura negó con la cabeza, mientras Tenten y Temari volteaban a mirarla. – Al parecer se encontró un test de embarazo que daba positivo en los baños femeninos de nuestra planta.
– ¡¿Qué?! – dijo Tenten escandalizada.
– ¿En serio? – preguntó Temari horrorizada por esa información. Sakura simplemente alzó las cejas. Estaba sorprendida, pero no a la altura que las demás.
– Realmente espero que después de tocar eso se haya lavado las manos. – comentó la Haruno despreocupada, haciendo a Ino soltar una corta risa, en lo que empezaban a bajar por las escaleras.
– ¿Podemos no hablar de eso, chicas? Es traumatizante, ¿Os imagináis que sea alguien de nuestro año o incluso más joven? – comentó la Sabaku haciendo una mueca de espanto, se le había erizado el vello de los brazos.
– Pero tal vez sea de alguna profesora. Kurenai, por ejemplo. ¿Anko? – propuso Tenten mostrando interés muy para la desgracia de Temari, que solo bufó.
– Oye, pues es probable… – añadió Ino asintiendo en lo que decía la Ama, quien simplemente inclinó la cabeza contemplando las posibilidades.
– ¿Realmente pensáis que una mujer de su edad iría a un cuarto de baño de adolescentes para comprobar si está embarazada? Con lo concurridos que suelen estar, mucho me temo que no es de alguna profesora… – contribuyó la Haruno gesticulando con las manos mientras hablaba. – Además, el profesorado cuenta con su propio baño de personal en el que los alumnos no tienen acceso. Aparte de eso, esos tests de embarazo pueden fallar.
– Nunca deberemos preocuparnos, chicas. La frentona, es un boletín informativo andante. ¿Por qué tan alterada, Temari? – bromeó la Yamanaka ganándose un codazo que la hizo sonreír, ese apenas la movió de dónde estaba.
Temari simplemente bufó e ingresó en los baños del primer piso, las demás le siguieron, esperando a que tres chicas salieran después. Temari se apoyó contra la puerta.
– Por favor, dinos que no eres tú… – pidió Ino casi a punto de volverse pálida.
– ¡No! – dijo Temari bien alto, calmando a sus amigas rápidamente. – Solo que cuando lo hago con Shikamaru no lo hacemos con protección, estos temas me ponen nerviosa, ¿Sabéis? Ambos seguimos siendo novatos.
Fue entonces que tanto Tenten, Ino y Temari voltearon a mirar a Sakura, quien se sorprendió para rápidamente extrañarse.
– Oh, venga… Sakura, de las de aquí eres la que más experiencia parece tener. – exclamó Ino de tal manera que la Haruno estuvo a punto de tirarle su mochila por alzar la voz. Aunque tras ver la cara de inquietud y ansiedad que tenía su amiga, no hizo más que suspirar.
– ¿Qué quieres saber? – indagó ella suspirando de nuevo.
– No es lo que necesito saber, es lo que debería comprar. ¿Tú y Sasuke no usáis condones o algo? – preguntó la rubia, Sakura entonces no hizo más que rascarse la mejilla, buscando la manera de explicarse.
– Yo tengo un DIU. Por lo que no, Sasuke y yo no usamos condón, aunque eso no significa que con los otros tíos con los que los hice antes de estar con él, tampoco. – explicó Sakura pacientemente. – Shikamaru debería comprar los de su talla, pero para estar segura, deberías tener tú también. Aparte de eso, tomar la píldora, que te la debe recetar un ginecólogo.
– No sé, me da vergüenza ir a comprarlos… – dijo Temari masajeándose las sientes. Saber eso del test de embarazo, aunque no le perjudicara a ella, si la había trastornado un poco.
– Dile a Shikamaru que los compre él, a fin de cuentas, él es quien corre el riesgo de embarazarte. Aun así, pide cita a un ginecólogo, Temari. Teniendo la píldora. Es mitad y mitad en lo que colaboráis como pareja para que no os pase. De esta manera, si tu un día te olvidas de la píldora, pero usáis condón, o al revés, lo más probable es que no ocurra nada. Eso sí, que los condones sean de los buenos y lo más importante, que sean cómodos y os gusten a ambos. Háblalo con él. – propuso la pelirrosa mirando como Temari dejaba de morderse la uña del pulgar con nerviosismo.
– ¿Cuál va mejor? – indagó Temari de nuevo, observando como la Haruno pestañeaba.
– Todos, si se usan correctamente. – respondió ella como si nada. Fue entonces que la rubia de dos coletas no hizo más que relajar los hombros.
– Supongo que me espera una charla algo incómoda con Shikamaru, este fin de semana. ¿Cómo se supone que debo decirle que use condón? – se quejó Temari apartándose de la puerta cabizbaja.
– Siempre podéis ir a comprarlos juntos y mirar el que os vaya bien. Las midas salen en la caja y el mismo envoltorio. – explicó Sakura como si nada. – Dudo mucho que a estas alturas Shikamaru no sepa lo que le mide.
Cuando Ino vio a Temari abrir la boca, no pudo evitar alzar las manos para frenar las intenciones de la que sospechaba que sería la siguiente pregunta de la Sabaku para la Haruno.
– Pero, ei, ei ¡Ei!… ¡Oye! – dijo Ino con una cara de asco. – Realmente no me apetece escuchar ni saber como la tiene tu novio, Temari.
– Fuiste tú la que dijiste que Sakura es una enciclopedia andante, Nono. – respondió Temari de la misma manera que la Yamanaka, con un sonrojo en sus mejillas.
– Te recuerdo que tanto Shikamaru y Chouji son como hermanos o primos dentro de mi familia, así que ahórrate esos detalles. – habló como si nada la rubia mientras se cruzaba de brazos. Sakura no pudo evitar asentir mentalmente, sabía que sí se le comentaba, teniendo memoria eidética no lo olvidaría nunca. – La que está preocupada eres tú, yo al paso que voy mejor me voy a un convento y me hago monja.
– No creo haya ninguno donde acepten cerdas pervertidas como tú. – musitó con mofa la peli rosa, sonriendo burlonamente hacia la Yamanaka.
– ¡Te he oído, frentona! – comentó con rintintín su mejor amiga dedicándole una mueca, para seguidamente abrazar a la Ama abiertamente. – Aish, Tenten… Solo tú me comprendes.
– Ya nos tocará, Nono… Algún día. – calmó ella abrazándola de vuelta mientras caminaban de nuevo por el pasillo, saliendo de los baños.
– Por cierto, todavía no nos has contado lo de Hinata. ¿Es verdad lo que dice la gente en el chat? – indagó de nuevo Ino volteando la cabeza para mirar hacia su mejor amiga. – ¿Qué fue ella quien colgó las fotos del en el foro?
Sakura únicamente se limitó a asentir con la cabeza en silencio. Este era un tema el cual, a pesar de no considerar cerrado todavía, ya le aburría. Se iba una por un corto tiempo y llegaba una en rubia que para el colmo era su hermanastra.
– Eso me hace querer golpearla, en serio. – se sinceró la Yamanaka, observando como la Haruno terminaba de acomodarse los zapatos.
– No vale la pena, Ino. Yo misma me encargo de ponerla en su sitio, pero aprecio el hecho de que me lo digas para hacerme sentir bien. Aunque de todas maneras, he decidido no odiarla. – comentó Sakura con sinceridad mientras, seguida por la rubia, empezaban a ponerse en dirección a fuera del edificio, despidiéndose de las demás con la mano al igual que Ino mirando como las dos se dirigían hacia afuera. – A pesar de que lo que hizo lo ha complicado todo, todo esto ha ocurrido por mi culpa.
– No. Eso no. – cortó Ino tajantemente acaparando la atención de su amiga. – Hinata en ese entonces, me dijo que tuvo el valor de declarársele a Naruto. Antes de que lo hicieras tú. ¿Qué estuvo mal lo que hiciste? Puede, pero a tu manera… No querías que se marchara, porque temías que alguno de ellos dos terminara peor de lo que llegaron a hacerse el uno al otro, en esa pelea tan fuerte que tuvieron años atrás. Hinata te escuchó mentirle, pero eso tampoco hubiera impedido que de forma u otra, ella no hubiera hecho mismamente lo de las cartas, usando tu nombre. Al fin y al cabo ella supo su paradero todo ese tiempo y no te lo dijo. Cuando tú pensabas en el bienestar de Naruto y Sasuke, Hinata solo pensaba en el del rubiales y sus sentimientos por él. Ahí hay una enorme diferencia, así que no quiero volver a escucharte culpabilizarte por eso o te golpearé yo misma.
Justo entonces, Sasuke hizo acto de presencia arrastrando su bicicleta desde el manillar de la misma hacia donde estaban.
– Te quiero, cerda. – declaró Sakura, haciendo que el pelinegro se las quedara mirando raro. Alzando una ceja mientras hacía una mueca viendo como su novia abrazaba a la rubia y esta le correspondía.
– Hmp. – pronunció Sasuke chocando miradas con la Yamanaka, empezando una guerra entre ambos.
– Chitón, Uchiha. Estamos teniendo un momento. – mandó Ino con chulería, haciendo que el rostro de Sasuke pasara a una expresión impasible.
– Siempre podéis tener uno de esos cuando yo no esté en frente o ya sabes, cuando no tengas que venir a mi casa para hacer un trabajo de ciencias junto a mí y mi novia. – comentó el Uchiha con aburrimiento.
– Yo no se como aguantas a este don moñas gruñón. – murmuró la Yamanaka literalmente en frente de la persona a quien apodaba en lo que se separaba de la pelirrosa, como si no le importara. Lo que provocó que al pelinegro se le hinchara una vena en la frente. – No te preocupes, Uchiha. Iré primero a mi casa a cambiarme. Sakura me mandará tu dirección y me traerá mi padre más tarde. ¡Hasta luego!
Mientras Sakura observaba a su amiga dirigirse hacia la puerta de la entrada, su novio se montó en su bici, captando entonces la atención de la primera.
– ¿Seguro que quieres saltarte el entrenamiento de Kendo? – volvió a preguntar la Haruno volteando a mirar al chico a su lado, quien no le respondió.
– Dame tu bolsa. – pidió el pelinegro mirando hacia ella, quien dejó que él la sujetara y se colocara el objeto por la zona del pecho como si nada, para enseguida volver a mirarla. – Venga, sube.
Con un ligero rubor, siendo la primera vez que era la acompañante en una bicicleta, esta vez por su novio, se sentó con las piernas de un mismo lado. Apoyando las mismas en la pieza saliente de la rueda trasera. No era tan incómodo como pensaba.
Se sujetó de la blusa de Sasuke cuando este empezó a ponerse en marcha, asustándola un poco aunque esta enseguida soltó una carcajada cuando el primero le preguntó si estaba bien. En el corto trayecto de donde estaban hasta la puerta de entrada, la pareja más de una mirada atrapó, quienes no pudieron evitar hablar entre si de nuevo, pero ninguno de ellos dos le dio importancia.
Cuando giraron saliendo por entre la reja de la entrada queriendo ir por el trayecto más rápido, Sasuke fue el único que vio la espalda de Naruto caminar por la acera, aunque no se detuvo, si no lo contrario, pedaleó con prisas. El Uzumaki paró cuando les vio irse juntos, por lo que molesto, empezó a caminar decididamente a paso rápido para seguirles. Sabía dónde irían.
Veinte minutos después, Naruto llegó a su destino. La anciana Chiyo, quien se encontraba tendiendo sábanas en la azotea, gritó al rubio desde el borde antes de que entrara, pero este no le escuchó y cuando al fin logró reventar el pomo de la puerta, se adentró al edificio ante la furibunda mirada de la mujer. El rubio subió rápidamente por las escaleras hasta la planta que buscaba y una vez ahí no tardó en presentarse delante de la entrada del hogar de Sakura.
– ¡SAKURA POR FAVOR! ¡TAN SOLO ESCÚCHAME! – gritó Naruto tocando la puerta del apartamento donde vivía la susodicha escandalosamente. – ¡YO REALMENTE DESEO QUE ESCUCHES, QUE ENTIENDAS LO MUCHO QUE TE AMO! ¡¿ESTÁ SASUKE CONTIGO?! ¡SÉ QUE LO ESTÁ!
– ¡El imbécil de Sasuke no sabrá hacerte feliz! – gritó pateando la puerta del antiguo apartamento dónde residían los Uchiha. – ¡Eres mi persona favorita, Sakura! ¡El amor de mi vida! ¡Por favor! ¡ESCÚCHAME! ¡DAME UNA OPORTUNIDAD! ¡TE LO DARÉ TODO!
Los nuevos vecinos de Sakura, la mujer que residía adentro se encontraba llamando a la policía. Mientras que el resto de los del rellano, de los que se encontraban en casa, no hacían más que observar la escena por la mirilla.
– ¡ERES UN TRAIDOR DE MIERDA, SASUKE! – chilló nuevamente al no obtener respuesta por ninguna de las dos partes volviendo a patear con ira y frustración la puerta dónde supuestamente vivían los Uchiha. – ¡SAL A DARME LA CARA! ¡NUESTRA CONVERSACIÓN NO ACABÓ! ¡Nuestra amistad no puede terminar así! ¡No puedes hacerme esto! ¡LA AMO, BASTARDO! ¡ERES MI MEJOR AMIGO! ¡NO PUEDES HACERME ESTO!
Fue entonces que la expresión de Naruto se quebró, para enseguida empezar a sollozar mientras lágrimas brotaban de sus ojos. Mientras volvía a llamar a la puerta de la residencia de Sakura. El escándalo duró hasta que llegó la patrulla.
Agrediendo de un puñetazo al primer agente que se le acercó, el rubio terminó siendo esposado contra la pared del rellano, metido en un coche de patrulla y llevado a comisaría dónde se le metió en una celda vacía. Ante la atenta mirada perpleja de Shisui desde el office, quien tuvo que sacudir la cabeza un par de veces para estar seguro de que no se confundía.
Cuando estaba a punto de caminar hasta la celda, en la que Naruto se encontraba, Obito se plantó delante de él y le frenó poniendo una mano en su pecho sin decirle nada. Una vez ambos Uchihas volvieron dentro del Office, el capitán cerró la puerta, para tener privacidad.
– ¿Ese era Naruto? – preguntó Shisui extrañado, empezando a preocuparse por si le había pasado algo a Sasuke. Ese instinto le preocupaba.
– Sí. – respondió simplemente el mayor de ambos cruzándose de brazos. – Está aquí por causar una escena frente a la antigua casa donde vivía Sasuke. Dónde vive Haruno.
– ¿Qué? – dijo el menor de ellos sin poder evitar preocuparse. – ¿Están ellos dos bien? ¿Lo saben?
– Según Chiyo, vio a Haruno llegar con Sasuke. Este último esperó fuera hasta que ella salió con una bolsa y su perro para irse. Poco después llegó Naruto. – explicó Obito mirando hacia la puerta cerrada, a pesar de no haber nadie más que ellos dos en la sala.
– Pero… ¿Por qué está detenido? – se expresó Shisui sin entender la situación.
– De primeras, solo se le iba a echar del edificio por la fuerza, pero teniendo en cuenta que reventó el pomo del portal, dejó marcas en las puertas y lo peor, agredió a Deidara… Aquí estamos. Costó lo suyo detenerlo, pero entre Sasori e Hidan finalmente terminó todo. – resumió el capitán con tranquilidad para finalmente suspirar en lo que regresaba la mirada a su pariente con circunstancia. – Como te conozco lo suficiente para saber que irás corriendo a explicarle a Itachi lo sucedido, dile… Que de momento no se lo cuente al renacuajo ni a Haruno. Tengo que llamar al tutor de él e informar a Kakashi, lo último es lo que menos me apetece. Es un poco, demasiado protector con ella.
– No le gustará escuchar lo que tengo que contarle… – asumió el pelinegro en lo que se iba a la puerta y la abría. – No le dirijas la palabra cuando salgas ¿Estamos? Vete a casa, Shisui. No tengo trabajo para ti, ahora mismo.
– ¿Seguro? – dijo Shisui mientras le observaba con una diminuta sonrisa, entendiendo las órdenes de su jefe. – ¿Ningún estafador o algo?
– Ahora que lo dices, si que hay dos cosas que podrías buscar, aunque no importa el orden… – comentó Obito volviendo a girarse para mirarle moviendo el dedo índice de la mano hacia él con la mano que no sujetaba el pomo de la puerta, ganándose la curiosidad del cazarrecompensas. – Una novia y un hobby.
Dejando a Shisui con la palabra en la boca, Obito fue el primero en salir de la estancia después de darle una palmada en el brazo, con una mueca circunstancial ante esa jugada por parte de su jefe.
Saliendo de la zona de descanso, pasó por delante de las celdas, siendo visto por Naruto, quien se le quedó viendo con curiosidad, como si esperaba que este se acercara, pero no lo hizo. El rubio se quedó mirando como el primo de Sasuke se dirigía a las escaleras y bajaba las mismas sin decirle hola o adiós.
Llegando a la planta baja, miró raro a Deidara cuando vio a este mantener contra su mejilla un paquete de hielo para saciar el golpe propinado por el supuesto mejor amigo de Naruto.
– ¿Qué tal, tío? – saludó Shisui queriendo saber como su colega se encontraba.
– He estado mejor, solo fue un puñetazo. Sasori es quien está de mal humor. Su abuela le ha contado que no es la primera vez que ese crío hace eso en el edificio. Ya sabes que desde que hubo esa mujer que intentó allanamiento de morada en ese mismo apartamento, abuela y nieto están cada vez más hartos… – comentó el rubio mientras se giraba en su silla detrás de su escritorio para mirar hacia Shisui. – ¿Acaso la persona que vive ahí está maldita o algo?
– No, solo una chica que no la tiene fácil. – contestó él recordando todo lo que le había explicado Itachi hasta ahora, más lo que él sabía por su cuenta.
– Eso lo pude adivinar, cuando llegamos ahí, ese crío estaba chillando una serenata como si se tratara de una ridícula telenovela, pero tratando su alrededor como si estuviera en un ring de lucha libre. Supongo que le rompieron el corazón por primera vez. – habló el experto en explosivos como si nada, como si todos hubieran pasado por aquello.
– Técnicamente, no… – reflexionó Shisui mientras echaba una ojeada a su alrededor, viendo como Sasori ingresaba a la sala.
– El chaval me resultaba familiar, creo que le conozco de algo… – añadió Deidara pasivamente mientras volvía a girar para mirar a su ordenador.
– Eso es porque se trata del mejor amigo del primo de este. – interrumpió Sasori tirando varios informes encima de su mesa con fastidio. – Uzumaki Naruto.
Despidiéndose asintiendo con la cabeza, el Uchiha se largó tomando su casco, llaves, guantes y demás del escritorio de Itachi y se marchó de ahí mientras sacaba su teléfono del bolsillo trasero de su pantalón.
– Es un barrio muy tranquilo… – comentó Sakura mientras dejaba que Shiro olfateara los alrededores de la calle desolada con entusiasmo moviendo la cola.
– Es el antiguo distrito restringido de mi familia. – respondió el pelinegro, seguido de cerca por la pelirrosa, ambos se acercaron más cerca de la entrada principal que daba a un enorme jardín tradicional japonés, casi invisible debido al alto muro que rodeaba la casa y la poca visibilidad que tenía ciertas partes el portal.
Un tirón de la correa de Shiro la sorprendió cuando este pareció emocionarse ladrando, los ladridos de otro perro se podían escuchar desde el otro lado de la puerta. Cuando de pronto, vio como Kage apenas lograba mostrar su cabeza por el diminuto espacio que la dejaba ver el exterior, moviéndose y lloriqueando emocionada, chocando hocicos con Shiro, el cual ladraba de la misma manera. Al parecer ambos perros se habían echado de menos. La idea de Sasuke de traer al último con ellos para pasar todo el fin de semana en su casa, había sido buena. Aunque no sabía como este reaccionaría con Satoru.
– Espera, ¿Me estás diciendo que de toda esta calle, solo vivís ustedes cuatro? – cuestionó Sakura observando como Sasuke metía la llave dentro de la cerradura a la primera y abría la puerta.
– Hn. Nos gusta la privacidad y la tranquilidad. – respondió el Uchiha invitando a su novia a entrar antes que él para seguidamente tomar su bicicleta de nuevo.
– ¿Tu tío Obito y Shisui no viven por aquí? – indagó la pelirrosa guiando a Shiro dentro del jardín mientras el pelinegro cerraba la puerta con llave y aparcaba el vehículo contra el muro.
– Viven en el centro, cerca de su trabajo. – informó el Uchiha pasivamente para rápidamente ser casi placado contra el suelo por Shiro, que se encontraba emocionado, de no ser porque se echó un poco para atrás para poder acariciarlo con libertad mientras su dueña le quitaba la correa.
– ¡Kage! – musitó la Haruno con adoración emocionada con una sonrisa encantada al ver al Husky acercarse a ella, acuclillándose frente a la misma mientras le acariciaba la cabeza dejando que le lamiera toda la cara. – Hola, preciosa… Si, yo también te eché de menos. Toma.
Kage aceptó con gusto la galleta perruna que le ofreció la pelirrosa, dejando que esta la acariciara la cabeza y detrás de las orejas.
– Vamos adentro, se está nublando el cielo. – pidió Sasuke con una leve sonrisa tomando de la mano de Sakura por inercia para ayudarla a incorporarse y enseguida empezar a guiarla hacia la puerta principal de la casa, con ambos canes siguiéndolos de cerca.
– ¿Seguro que a tu hermano y a Izumi no les importará que me quedé todo el fin de semana? – indagó por última vez Sakura haciendo suspirar al pelinegro.
– Que si, molesta… – contestó el pelinegro abriendo la puerta como si nada, se lo había preguntado ya varias veces. – ¿Por qué estás nerviosa? No es la primera vez que les ves…
– Acaban de ser padres, no quiero incomodar… – contestó ella mirándolo fijamente pasando por debajo del umbral, ingresando en la vivienda.
Sin que ella lo supiera, el Uchiha menor había perdido la cuenta de cuantas veces su hermano mayor, Izumi y a veces hasta Shisui le habían preguntado si tardarían en volver a ver a la Haruno.
– Bienvenido a casa, Sasuke… ¡Ouf! – saludó Itachi llegando al recibidor, siendo recibido por Shiro con efusividad. – ¡Ei, amigo! ¿Cómo has estado, eh?
Shiro no tardó en ladrar como respuesta mientras se dejaba acariciar por el mayor de los hermanos Uchiha, el can enseguida se puso a olfatear la casa.
– Bienvenida tú también, Sakura… Mi estúpido hermanito tardó lo suyo en invitarte, quién sabe por qué. – Saludó cálidamente Itachi acercándose cruzado de brazos hacia ambos jóvenes.
– Gracias por invitarme. – respondió ella con agradecimiento junto a una simpática sonrisa.
– Vendrá otra compañera de clase, Itachi. Tenemos que hacer un trabajo en grupo. Estaremos en nuestra habitación. – avisó el menor bien dispuesto a llevar a su novia directa a su habitación con prisas. Su hermano alzó las cejas al escucharle pronunciar "nuestra" en vez de "mi".
– Bah, espera un poco, no seas impaciente para estar a solas… Acabas de llegar, además ¿No crees que Sakura merece conocer a tu querido sobrino? – se burló como si nada Itachi mientras tomaba el hombro de su hermano con diversión, ganándose una mirada de fastidio por parte de este, aunque enseguida suspiró comprensivo.
– Es adorable, tan chiquito… – pensó la Haruno tomando asiento en el sofá con cuidado frente al moisés que sostenía a Satoru completamente dormido. Ni los ladridos de Shiro habían logrado despertarlo.
– Es idéntico a Sasuke de bebé. – comentó Itachi con libertad, ganándose otra sonrisa, esta vez radiante por parte de Sakura. – Aunque duerme más que él por las noches.
Ambos hermanos observaron con cuidado como Shiro se acercaba lentamente hacia donde estaba su dueña después de subirse al sofá. Olfateando el mueble hasta llegar donde la pelirrosa, hasta acercar la cabeza por donde estaba la de su ama. Ladeando la cabeza, al escuchar un gorgojeo de Satoru medio dormido, recién terminada su siesta, acercó su hocico para olfatear todo ese diminuto cuerpo con lentitud ante la atenta mirada de Sakura.
Satoru miró con sus pequeños ojos negros a Sakura, tomando su dedo incide y apretándolo en sus manitas suaves, que no pudo evitar enternecerla. Fue entonces que Shiro acercó su fría nariz de vuelta al bebé que lo asombró, pero cuando este soltó una de sus manos y la colocó encima del corto pelaje del morro del Akita, este no pudo evitar comenzar a mover la cola. Finalmente lamiendo su mano. Eliminando la preocupación de Sakura, quien dejó que su mascota se tumbara frente al moisés y descansar su cabeza encima del infante, completamente enamorado. Kage, tampoco apartaba vista de él.
El sonido de su teléfono distrajo a Itachi, por lo que se marchó de la sala para responder, mientras Sasuke se acercaba a su novia y se sentaba a su lado.
– ¿Puedes cogerlo, sabes? – invitó el pelinegro tranquilamente haciendo que Sakura volteara a mirarle.
– ¿Puedo? – cuestionó ansiosa como una niña pequeña a quien invitaban a subir al carrusel por primera vez.
Sin tener que asentir ni nada, Sakura tomó esa invitación rápidamente, tomando a Satoru en sus brazos y acomodándolo en ellos naturalmente.
– ¿Cómo puedes ser tan guapo, hm? – habló dulcemente la Haruno al infante que la miraba con sus curiosos y bonitos ojos típicos de los Uchiha.
– Hn. Cómo no va a serlo, es un Uchiha. – dijo como si nada Sasuke, haciendo que ella no pudiera evitar una risa ante ese comentario. Ella no se daba cuenta de que el primero se había acomodado en el respaldo del sofá mirando atentamente como su novia se entretenía meciendo dulcemente a Satoru, improvisando una melodía agradable mientras este último volvía a tomarle el dedo índice. Esta escena querría recordarla para siempre, hasta puede que revivirla en un futuro, no demasiado lejano.
– Seguro vas a romper el corazón de muchas niñas… – comentó la Haruno prácticamente enamorada de la criatura en sus brazos. Esta desprendía un agradable olor que lograba calmarla. – Deberías quitármelo de los brazos, Sasuke… O no lo voy a soltar nunca. Además, debo avisar a Ino. ¿Sasuke, me oyes?
– Hn. – pronunció él disimulando no haberse distraído, tomando a su sobrino en brazos de su novia como si le hubiera leído la mente. Mientras ella se levantaba del sofá para tomar su móvil de su bolsa, para enseguida regresar a su lado.
Sasuke entonces vio como Itachi pasaba a un semblante serio mientras escuchaba la persona con la que hablaba en silencio para seguidamente colgar. Fue entonces que el menor escuchó la puerta del garaje abrirse mientras su hermano volvía a la sala.
– ¿Izumi tomó el coche? – dijo Sasuke mirando a su hermano.
– Sí, pero quien ha venido es Shisui. – respondió el mayor como si nada, sin dar ni explicar el motivo. Para Sasuke, tampoco es que le hiciera falta, casi las 24/7 las pasaba aquí de todas formas. – Deberías entrar tu bici al garaje, Sasuke. Ha empezado a llover.
Jiraiya prendió la televisión distraídamente en lo que mordía un donut completamente relajado, después de otra semana más de trabajo. No se sorprendió en que Naruto no estuviera en casa todavía, tal vez estuviera con alguno de sus amigos.
El sonido de llamada entrante proviniendo de su teléfono que se encontraba encima de la mesa del comedor le hizo suspirar con hastío. Levantándose haciendo un gruñido masculino para a continuación tronar su cansada espalda, contestó a la llamada. Era Itachi. ¿Debía suponer que Naruto estaba en su casa? ¿Habían Sasuke y este hecho las paces?
– ¿Diga? – respondió el profesor con tranquilidad rascándose las lumbares, dejando su merienda encima de la mesa despreocupadamente.
– Hola, Jiraiya. – saludó el Uchiha desde la otra línea. – ¿Se encuentra Naruto contigo?
– No, ¿No está? Sasuke tampoco ¿Por? – cuestionó el albino con curiosidad, escuchó como la otra línea permanecía en silencio por varios instantes, parecía como si la llamada se hubiera cortado de no ser porque escuchó como desde la misma un mueble parecía moverse.
– Mi hermano está en casa, no necesito saber donde se encuentra Naruto, en realidad. Si te llamo a ti no es contraproducente porque de todas formas, entenderás rápidamente el motivo y, por otro lado, me interesa que lo que te digo ahora se lo comentes a Naruto cuando lo tengas delante. – comenzó a decir Itachi sentándose en el taburete frente la isla de la cocina. – Creo plausible que también lo sepas tú. Lo de la semana pasada, que no vuelva a suceder y que después de lo de hoy, tu ahijado no se acerque a mi casa además de que está oficialmente des invitado a mi boda. Izumi y yo no lo queremos ahí ni como tu acompañante. Puedes asistir solo si te apetece, ten un buen fin de semana.
Antes de que Jiraiya tuviera tiempo de rebatir o contestar ante ese tono prepotente típico de los Uchiha, al parecer, la llamada finalizó, dejándolo él mirando la pantalla de su teléfono con confusión.
– ¿Ahora que demonios ha pasado? – pronunció mentalmente mientras volvía a dejar su teléfono encima de la mesa para seguidamente dar otra mordida de su merienda. Recién comenzó a darse la vuelta, pensando en lo que Itachi le había dicho, otra llamada entrante acaparó su atención. Esta vez el número era desconocido, proveniente de un fijo.
– ¿Sí? – contestó el Goketsu tras suspirar intranquilo.
– Buenas tardes, ¿Estoy hablando con el Sr. Jiraiya Goketsu? – dijo una voz femenina que le hizo alzar las cejas. ¿Se trataba de una chica a quien le había dado su teléfono? Respondiendo que sí, entonces la mujer volvió a hablar. – El Capitán Uchiha, de la comisaría núm. #### Necesita hablar con usted, por favor, no cuelgue y permanezca a la espera.
El profesor tuvo que apartar el aparato de su oreja ante una estridente música que lo dejó medio sordo momentáneamente.
– ¿He escuchado correctamente? – pensó Jiraiya confundido, habría pasado algo grave de nuevo. ¿Estaría Naruto bien? O… – Qué habrás hecho ahora Naruto…
– ¿Hola? – escuchó que hablaba una voz masculina desde la otra línea. – ¿Jiraiya Goketsu? Debo informarle que su ahijado, se encuentra detenido en comisaría. Necesitaría que se presentara aquí para informarle de lo sucedido.
– ¿Qué demonios? – meditó alarmado sin poder creer lo que escuchaba mientras se tapaba la cara con una mano con exasperación. – ¿Puedo saber la razón?
Desde la otra línea escuchó como otra persona, otro hombre, le decía que se lo dijera. Obito se inclinó en la silla de su despacho. Kakashi se encontraba de pie de brazos cruzados frente a él. Atento a lo que se decía en la conversación.
– Traspaso en vivienda, intento de allanamiento de morada, por agresión a un agente policial, entre otros cargos. – anunció Obito con calma jugando con la punta de un lápiz encima de su escritorio.
– Enseguida voy. – finalizó el Goketsu cortando la llamada con prisas.
Fue entonces que Kakashi, con una última mirada seria, se volteó dispuesto a irse del despacho del Uchiha.
– No le digas nada al chico, Kakashi. – pidió Obito en vez de ordenárselo directamente, a pesar de no ser su jefe como antes. – No estando así de enfadado, recuerda que también se trata de tu alumno.
– No te preocupes, no iré a hablar con él ni con Jiraiya. Solo quería escuchar cómo reaccionaba este último ante la noticia, para pensar en lo que puede suceder a partir de aquí. ¿Se ha llamado a Sakura? – el Hatake vio como el jefe de policía negó con la cabeza desde el reflejo del ventanal de su despacho.
– De momento solo lo sabéis, tú, Itachi y ahora Jiraiya. – informó el pelinegro girando la silla para encarar esta enfrente de su escritorio.
– No llames a su padre, Obito. – avisó Kakashi con un tono amenazante sin molestarse en alzar la voz. – ¿De acuerdo? Ya sabes por qué.
– Te puedes meter en problemas solo por eso, Kakashi. – habló Obito con tranquilidad, golpeando con el dedo índice la mesa a la vez que miraba como su ex colega, antes policía junto a él, miembro del mismo escuadrón, abrir la puerta del despacho. – Ella no es tu hija.
– Sí que lo es. – terminó Kakashi en el mismo tono de voz que antes, esta vez mirando al pelinegro fijamente a los ojos. – Le diré a Rin que le mandas saludos, se enfadará cuando sepa que sigues bebiendo "Monster".
El capitán no hizo más que resoplar cuando su amigo salió de su oficina sin más, mirando de reojo las dos latas vacías de susodicha bebida energética repleta de azúcar y cafeína. Una tercera sin acabar permanecía en el otro lado de la mesa.
– Si, que se parece a su padre, pero en el buen sentido… – dijo en voz alta recordando las historias del difunto comisario Sakumo Hatake. Leal hasta la muerte.
Dos plantas más abajo, se encontraba Naruto tumbado en el banquillo de la celda de la comisaría. Arrugó la frente cuando sintió que una mosca se colocaba en la punta de su nariz por lo que movió la cabeza para que esta se apartara.
Sus tripas sonaron pidiendo comida, haciéndole recordar que no había comido nada desde el almuerzo. Incorporándose lentamente en el asiento. Fue entonces que notó como las luces de la planta se apagaban, alarmándole.
– ¿Tendré que pasar aquí toda la noche? – reflexionó temeroso el rubio, sin poder evitar mover los pies.
No pudo evitar asustarse cuando solo las luces de las celdas se encendieron. Aunque no gritó. Calmándose cuando vio venir a quien parecía ser un policía. No tardó en reconocerlo, era Obito. El tío lejano de Sasuke. Uno de los agentes que le rescató con la ayuda de Shisui e Itachi de su secuestro junto a Sasuke. Llevaba una bolsa con él, no tardó en oler comida.
¿Hamburguesa? A esta hora se le apetecería cualquier cosa. Sus tripas volvieron a sonar mientras miraba como Obito dejaba la bolsa encima de la mesa al lado de las máquinas expendedora con el fin de arrastrarla con él fácilmente cerca de las celdas además de una silla para él. El olor a comida se hizo cada vez más cercando, la boca empezaba a hacerse le agua.
Sintió gratitud cuando vio que dentro de la bolsa sacaba lo que parecían dos menús de comida rápida. ¿Finalmente le iban a darle de comer? A fuera parecía que ya se había puesto el sol.
– Hola. – saludó Obito con tranquilidad tomando asiento mientras desenvolvía una Hamburguesa delante del Uzumaki, quien no hizo más que levantarse. El pelinegro no le dijo nada y tan solo se dedicó a dar la primera mordida a esa apetitosa hamburguesa que parecía ser de ternera. – Supongo que te acuerdas de quién soy, ¿Verdad?
Naruto solo se limitó a asentir, escuchándole hablar con la boca llena. Mirando como el Uchiha tomaba una patata y la mojaba en un diminuto paquete de salsa.
– Debo decir que no me esperaba tener que mantenerte aquí, Kakashi tampoco. – informó Obito masticando otro pedazo de su cena. – Tampoco Itachi.
Esas palabras consiguieron que el Uzumaki apartara la vista de la comida y mirara al capitán, quien estaba entretenido con el festín frente a él.
– Debo decirte que la noticia no les gustó a ninguno. – añadió Obito con parsimonia inspirando después de tragar. Naruto se aferró más fuerte en los barrotes. – En especial tu tutor, que tendrá que pagar una multa de aproximadamente unos novecientos mil yenes, aunque eso se enterará más tarde cuando llegue. Digamos que la buena noticia es que no pasarás la noche aquí, de milagro.
Ante ese detalle de la multa, Naruto no hizo más que recordar su conducta frente al edificio dónde vivía Sakura. ¿Le habría escuchado?
– De ser por mí, te pasarías todo el fin de semana aquí. Pero por fortuna, aquí ni Itachi ni Shisui pueden opinar al respecto. – dijo Obito tan campante. – A fin de cuentas, amenazaste, golpeaste y heriste a Sasuke ¿Me equivoco? Oh, es verdad… Que estás aquí por otros motivos, pero es curioso… Que haya sucedido justo, dónde vivía él hasta hace nada, así que, como comprenderás, no me queda más remedio que suponer tus intenciones antes de ser detenido. ¿Entiendes dónde quiero llegar?
El Uzumaki se mantuvo en silencio, apartando decepcionado la mirada. No podía negar que de haberse encontrado con Sasuke ahí, con ella, seguramente no se habría controlado.
– Esto sería más rápido y fácil si respondieras cuando se te habla. – incriminó el Uchiha mayor, el rubio solo se mordió el labio claramente incómodo. – Me tomaré eso como un sí.
Tomando la bandeja que había usado para cenar, tiró lo sucio en la papelera más cercana para enseguida regresar a la mesa, colocar el resto de la comida encima de ella y pararla frente a Naruto en total silencio, pero antes de que él pudiera recoger de la misma la Hamburguesa, Obito fue más rápido alejándola de él de nuevo.
– Oh, perdona ¿Tienes hambre? ¿Pensaste que esto te pertenecía? ¿Qué era para ti? – habló el pelinegro con cierto tono divertido, alzando una ceja, manteniendo la bandeja alejada del alcance del rubio.
– Si esto es una broma, un castigo o chantaje, no tiene gracia… – habló Naruto por primera vez desde que llegó a comisaría. Estaba cansado, harto.
– No es ninguna de ellas, en realidad. ¿Cuánto llevas ahí, unas cuatro horas? Hay niños en otros países que no llegan a comer o beber por semanas. – argumentó el jefe de policía como si nada, volviendo a dejar la bandeja encima de la mesa tan campante ante la mirada seria de Naruto.
– Estás siendo egoísta. – respondió el Uzumaki con seriedad, ante la mirada impasible de Obito.
– ¿Oh, de verdad? ¿Cómo así? – cuestionó el pelinegro expectante, fingiendo interés.
– ¡Tú ya comiste! – contestó rápidamente exasperado el rubio.
– ¿Acaso dije que iba a compartir la comida contigo? Solo la tuviste por delante unos cuantos segundos, pero ¿Te di permiso para que la tomaras? – explicó Obito serenamente cruzándose de brazos mirando hacia la comida que se iba enfriando. – ¿Dónde dice, que eso te pertenece? ¿Cómo puedes saber que esta comida, no es para otra persona igual o más hambrienta que tú y que se la merece mucho más? Y aunque estas últimas preguntas te parezcan una tontería… ¿Acaso esa hamburguesa quiere que te la comas tú? ¿Quién eres tú para decidir?
– Estamos hablando de comida. – asumió el rubio mirando la bandeja fijamente, era lo único que le importaba ahora.
– ¿Lo estamos? – increpó el capitán con severidad mientras tomaba ante la enojada expresión del Uzumaki, la otra hamburguesa la desenvolvía del papel y le pegaba un enorme mordisco para enseguida empezar a masticar. – Imaginémonos que esta hamburguesa, es la chica que te gusta por un momento. ¿Haruno, a que sí?
El recuerdo de Sakura sentada en la bici de Sasuke y marchándose con él además del de la semana anterior cuando lo besó frente a él, seguido por muchos más consiguieron que sus labios temblaran, al igual que el agarre de sus dedos en los barrotes.
– ¿Hace cuanto que la quieres? – indagó el Uchiha después de tragar.
– Desde el comienzo del último año de primaria. – contestó Naruto honestamente, el hombre delante de él solo se limitó a asentir.
– Ocho años, puede que más… Es un largo tiempo, lo admito. – comprendió Obito, él empatizaba con lo que el Uzumaki sentía. Dicho eso pegó otro mordisco, muy para la molestia del rubio. – Pero volviendo al tema…
Obito dejó la mordisqueada hamburguesa encima de la bandeja de nuevo y la volvió a acercar a Naruto, esta vez sin las patatas ni nada. – Digamos que esta hamburguesa, ha estado frente a ti ocho años cada año más apetitosa. La deseaste por mucho tiempo, la querías con todo tu ser y a pesar de todo, estás en una jaula, justo como ahora sin poder alcanzarla y alguien más se la come. ¿Esa hamburguesa sigue siendo tuya?
El rostro de Sasuke se hizo presente en la mente del rubio, lo que le hizo chirriar los dientes ante todo lo discutido con el estos días.
– ¡SE SUPONÍA QUE SÍ! – gritó Naruto con los ojos llorosos, dolido.
– ¿Por qué? – cuestionó el Uchiha agarrando desprevenido a Naruto de nuevo, lo que lo enfureció todavía más.
– ¡TENÍA, QUE, SER, ASÍ! ¡MIERDA, JODER! – chilló Naruto dejando escapar la primera lágrima de rabia ante esa impotencia. – ¡Si él no estuviera aquí o con ella! ¡Sí él no me hubiera ocultado todo…!
– ¿Habría sido distinto? – interrumpió Obito severamente sin sorprenderse – ¿Qué te hace estar seguro? Debo entonces suponer que solo das por hecho tu opinión antes de la de los demás, incluso la de ella. ¿Seguro que el egoísta aquí no eres tú, Uzumaki? – Esa insinuación solo hizo sollozar al rubio, quien mantenía la cabeza gacha entre los dos brazos, rectos, todavía sujetándose contra la barrera metalizada de la celda.
"No todo, va sobre ti… Naruto"
"No todo va sobre ti, Naruto"
Obito entonces guardó la comida en silencio, dejando que el Uzumaki se desahogara, justo para ese momento escuchar como la puerta de entrada hacía sonar la campana de ingreso. Jiraiya había llegado. Sacando las llaves de su bolsillo abrió la celda.
– Sal, Uzumaki. – ordenó el pelinegro seriamente mientras esperaba a que este cumpliera. Cosa que hizo, sin dejar de llorar.
Cuando Naruto finalmente salió de ahí, Obito cerró la reja con fuerza. Esa experiencia la iba a recordar siempre.
– Una cosa más antes de que te vayas, niño. – habló de nuevo el Uchiha con firmeza, frenando al Uzumaki al instante. – Recuerda estas dos últimas cosas. En el mundo, aquellos que rompen las reglas son considerados escoria, pero los que abandonan a un amigo son peor que la escoria y por último, ni se te ocurra volver a hacer eso de hoy o personalmente me encargaré de enviarte a un correccional. Vamos, tu padrino te espera.
Sasuke soltó otro bufido al ver como la cabeza rubia de Yamanaka estaba tumbada encima de las piernas de Sakura, la cual se encontraba tecleando rápidamente en el portátil suyo todo lo que se encontraba en su libreta de apuntes.
– Hmp. – pronunció Sasuke en lo que terminaba la última derivación de la tarea de Ibiki. Cerrando el cuaderno, aprovechó para levantarse y caminar hasta su escritorio, para dejar el material de esa asignatura encima. Dedicándole una mirada de aburrimiento a Ino cuando pasó por encima de sus piernas y volvía a tomar asiento.
– ¿Es que siempre haces esa cara, Uchiha? – musitó la rubia incorporándose del suelo enmoquetado de su habitación.
– Hn. – se dignó a decir él como si nada, cosa que no sorprendió a Ino, en lo que Shiro se levantaba de la cama de la habitación para caminar hasta él, pidiendo atención.
– ¡Eso, Shiro, muérdele! – animó ella al can mirando como este trotaba hasta él con la finalidad de sentarse en su regazo a pesar de su tamaño y rápidamente lamerle el rostro, dejando que el pelinegro le acariciara el vientre. Shiro no hizo más que sacar la lengua feliz. El brillo acusado de la mirada ónix del Uchiha mientras palmeaba el vientre del akita, la hizo torcer la boca. – ¿Por qué no le gruñe?
– Quién sabe, desde que le Shiro le vio por primera vez, congeniaron. – comentó Sakura levantando la cabeza de la pantalla, sonriendo hacia su mascota y novio. El primero seguía comportándose como un cachorro, creyendo que cabía en el regazo de cualquiera.
– Eso no es justo, cuando yo conocí a Shiro él sí me gruñía. Ni siquiera sé cómo, dónde ni por qué lo adoptaste. – se quejó la Yamanaka, recordando lo mucho más pequeño que era en comparación a ahora. – ¿Recuerdas que casi muerde a Kiba?
– Era un perro abandonado que llevaba días encadenado en el descampado abandonado cerca de mi antigua casa. Le tiraba algo de comer siempre que pasaba por delante para ir y volver del instituto, no me acercaba porque gruñía a todo el mundo. – explicó la Haruno, dejando que el can se acercara a ella. Ella solo tuvo que alzar su mano para que el akita colocara la cabeza debajo dejando que su mano resbalara por la misma, queriendo ahora la atención de ella. – Un día, Dosu y Zaku se encontraban esperándome ahí, pasando el tiempo maltratándole. Me dieron una paliza.
Las expresiones de Ino y Sasuke lo decían todo, pero a ella le apetecía continuar. Nadie le había preguntado como es que de la nada se había hecho con un perro, hasta ahora y debía confesar que no se había sentido capaz de compartir ese momento con nadie hasta ahora.
– Cuando pensé que se habían ido, antes de pensar en irme, le liberé… – añadió la pelirrosa sin dejar de acariciar y mirar a su leal mascota, sentado a su lado. – Sin esperármelo, esos dos cabrones iban a estar dispuestos a darme otra tanda de golpes, pero esa vez… Fue la primera vez que me defendí, aun sabiendo que eso terminaría mal, quedé sorprendida cuando Shiro a pesar de no ser tan grande como ahora, les atacó. Siendo sincera fue todo un espectáculo grotesco, temía que yo fuera la siguiente. Entonces, vi como Zaku se levantaba para volver a agredirle con una barra metálica, sin darme cuenta, mi cuerpo ya había reaccionado por su cuenta y logrado tumbar de una a ese hijo de perra con un pedazo de madera.
Los ojos de Sasuke temblaban de ira al imaginarse toda esa escena, eso solo avivan las ganas que tenía de darles una lección a ese par de imbéciles por lo que le habían hecho. Por otro lado, su mejor amiga se encontraba con cara de espanto ante toda esa información, enterarse de eso ahora… ¿Qué más no le había dicho?
– Digamos que es por eso que Zaku se peina de esa manera, de lo contrario se le verían los puntos de la cicatriz de su cabeza. De la misma manera que Dosu nunca asiste en educación física, la cicatriz de los arañados y mordeduras de Shiro, parecen seguir en su muslo. La herida seguramente no sanó bien. – recordó con cierto gusto la pelirrosa, decidiendo empezar a acariciar a su mascota con las dos manos por su enorme cabeza. – Ese día, Shiro me siguió a casa, a pesar de no confiar en mí plenamente, al igual que yo, pero todo fue cambiando para mejor.
Recordando la vez en la que Shiro agredió a su madre borracha casi de la misma manera, logrando que esta pasara menos tiempo en casa desde ese entonces, logró que definitivamente ella decidiera adoptarlo. En cierta manera, la había salvado. Kakashi no solo la ayudó a entrenarlo, también empezó a entrenarla a ella.
– Fue básicamente así. – acabó de explicar ella, dejando de acariciar a Shiro quien bostezó mostrando su blanca dentadura bien cuidada, y seguidamente restregar su cabeza contra el brazo de su dueña, queriendo más caricias. – Voy un momento al baño, mirad lo que he avanzado del trabajo…
Quedando solos en la habitación del pelinegro, Ino y Sasuke permanecieron en silencio. La primera saliendo de sí, recordó algo y giró la cabeza para observar la mirada terrorífica y helada del Uchiha, pero aun así creyó conveniente contarlo.
– Sasuke… – llamó la Yamanaka apenas captando la atención del susodicho. – Shikamaru y los demás me comentaron lo de tu bici. Sé que debí decírtelo antes, pero por miedo al Abumi… En fin… No fue Naruto. Fue Zaku. No le vi hacerlo, pero si que lo pillé haciéndolo otras veces. Quería decírtelo hoy, qué mejor momento que ahora. Desearía tener el aguante, la osadía y demás de la frentona.
– Gracias por decírmelo. – dijo Sasuke en un tono grave que incomodó a Ino. Al escuchar el sonido de la cadena del retrete y del agua del lavabo salir, ambos jóvenes pusieron las mejores caras posibles, para que justo después Sakura saliera del baño.
– Chicos, Izumi está terminando de servir la merienda abajo. – dijo Itachi llamando a la puerta, aunque quedándose fuera de la misma. Llamando la atención de los tres.
Ino fue la primera que salió de la habitación, seguida por Itachi. Sakura observó como Sasuke se levantaba del suelo, alejándose de la mesa auxiliar en medio de la habitación. No dudó en acercarse con prisas para rodearlo por la cintura con los brazos, calmándolo enseguida. El pelinegro cerró los ojos apreciando como su novia se apegaba a él, apretando el agarre de su abrazo. Sonriendo levemente, decidiendo aparcar lo recién contado sobre esos dos, la tomó de la mano para acompañarla abajo.
– Huele un poco a chamusquina. – comentó la pelirrosa mientras seguía por detrás al pelinegro mientras ambos bajaban por las escaleras.
– Es lo habitual en esta casa. – respondió el Uchiha con ironía y sarcasmo caminando directamente a la cocina. No tardaron en escuchar un par de risas masculinas.
– ¡No tiene gracia, Shisui! – se quejó Izumi mientras le golpeaba con un trapo por el brazo continuamente mientras Itachi intentaba sacar la galleta pegada a la bandeja de horno con una espátula sin aval sin poder evitar soltar su propia carcajada.
Sasuke les miró impasible en lo que Sakura miraba lo desordenada que estaba la cocina. Esta también estaba repleta de humo, proveniente del horno. Por lo que ella rápidamente encendió el extractor de la habitación para que se llevara el aire, viendo los botones visibles en el mismo aparato.
– ¡Ah, Sakura! – saludó Izumi reparándose de su presencia, lanzándole el trapo a Shisui, dándole en toda la cara mientras este seguía riendo. – ¡Me alegra verte! ¡Perdona el desastre e ignora a ese par! ¿Viste a Satoru?
La Haruno inclinó la cabeza con curiosidad para ver la plata con las galletas calcinadas, pero la morena no hizo más que ponerse delante avergonzada, con una sonrisa. Finalmente, la tomó de los hombros y la arrastró hacia el salón, dónde se encontraba Ino, mirando a Satoru, con Kage vigilando que todo estuviera bien desde el sofá.
– ¿Quién es tu amiga? – preguntó Izumi, sin repararse de que Shisui salía de la cocina, picoteando algo crujiente, junto a Sasuke. Itachi se encontraba limpiando todo.
– Su nombre es Oni Mayakana – bromeó el hermano menor de Itachi, ganándose una mirada de enfado por parte de Ino. Sabiendo perfectamente que Oni significaba demonio. Izumi claramente se la quedó viendo raro con la cabeza ladeada, Sakura simplemente cerró los ojos con una ligera sonrisa.
– Se llama Ino Yamanaka, es mi mejor amiga. – presentó Sakura mirando hacia Ino, quien se inclinó como saludo, como respuesta recibiendo una agradable sonrisa por parte de la madre de Satoru.
– Renacuajo, esa no es manera de tratar a una chica. – contestó Shisui masticando mientras despeinaba la melena de Sasuke a propósito, el cual le dio un codazo en todo el pecho haciéndole toser.
– Veo que nos volvemos a encontrar. – saludó Shisui mirando a Ino, la cual se puso colorada, bajando la cabeza con timidez. – ¿Cómo va todo, hm?
– Bien. – dijo la rubia sintiendo mariposas en su barriga, jugando con los dedos de sus dos manos con un semblante tímido.
– Hola, enana ¿Qué tal, estás? Finalmente, decidiste pasarte por aquí, me alegro… – habló Shisui dando unas cuantas palmadas en la cabeza de la Haruno como si se tratara de un perro.
– ¿No deberías estar en otro sitio? – se quejó Sasuke sin molestarse en mirar a su primo en lo que tomaba asiento en el sofá. Haciendo que la pelirrosa tomara la invitación de sentarse a su lado.
– ¿En dónde? – cuestionó el mayor de los dos alzando las cejas.
– En tu propia casa, por ejemplo. – respondió tajante Sasuke, disimuladamente pasando el brazo por encima del respaldo del lado dónde se encontraba su novia sentada. Dichas estas palabras, Shisui no hizo más que sonreír con atrevimiento y finalmente sacando algo del bolsillo trasero de su pantalón.
– Ei, Sakura… Tengo un regalo para ti. – dijo de la nada el pelinegro mientras se acercaba a la mencionada poco a poco, para finalmente tenderle un papel doblado.
Sakura lo desdobló poco a poco, encontrándose con una copia de una imagen de lo que parecía ser de Sasuke de pequeño vestido con un disfraz de pato color amarillo, al lado de su figura en la imagen estaba escrito "Cuak" en letras grandes. Cuando Sasuke lo vio, se tensó avergonzado, tomando el papel.
– ¡SHISUI, ESTÁS MUERTO! – gritó Sasuke corriendo tras él en lo que el mayor ya huía.
Queridos lectores,
¿Qué les pareció el capítulo? Yo personalmente, creo que tuvo momentos interesantes.
¿Mi momento favorito? La conversación entre Sakura y Shion, aunque no supera ni de lejos, el corto y pequeño momento en el que Kakashi hace acto de presencia aquí, ni el leve momento entre el pequeño Satoru y Shiro ¿Cuál les gustó más a ustedes?
¿Qué creen que ocurre ahora con Hinata? Ha habido opiniones diversas, algunas me divirtieron bastante, seguramente por la forma en la que os imaginé escribiéndolas, pero en fin… Se podría decir que hoy, se hizo justicia, pero quién sabe a dónde reparará eso en un futuro.
En cuanto a Naruto, puede que más de uno les asombre volver a ver esta faceta de él, pero debo recordarles que él muchas veces ha sido impulsivo y cuando explota en la serie original, se comporta literalmente como la bestia que lleva dentro, perdiendo el control. Eso no es ser fuerte, eso es lo anterior. Descontrol. Naruto tiene que aprender lecciones aquí, aunque no solo él.
Me interesa saber sus opiniones, así que si quieren, dejen algún comentario.
Un fuerte abrazo, espero que les haya gustado y que hayan disfrutado de la lectura.
Nos vemos en el siguiente.
XOXO
