Una bruja mentirosa y un guardián Parte 2
Todo parecía tranquilo en el desconocido lugar, cuando apareció una extravagante puerta desdoblándose verticalmente de la nada, y de ella salió el búho del saco, todavía huyendo de su perseguidora.
—Detente adorable criatura saltari... ¿ah?
En seguida, Luz se dio cuenta que se encontraba dentro de lo que parecía ser una gran, sucia y poca iluminada carpa repleta de cachivaches que incluían; muebles, electrodomésticos, herramientas de jardín, útiles escolares, ropas viejas colgadas en las vigas y otras empaquetadas en cajas de cartón con etiquetas que decían "frágil" entre otras cosas. Pero antes de que pudiese volver a hablar, alguien la tomó del cuello y le aplicó un candado por detrás. Era Luis, quien seguía molesto y con ganas de darle una paliza.
—Ahora conocerás la receta secreta de…
Los mellizos Noceda no eran de pelearse mucho, y cuando lo hacían de tanto en tanto, su madre (o cualquier otra persona que se preocupe por ellos) se acercaba para calmarlos. Pero esta vez, la que actuó de intermediaria fue la sorpresa (aunque la de Luis fue breve) de encontrarse en un lugar diferente a lo que aparentaba por fuera de la casa en ruinas donde habían entrado hace unos momentos.
—Wow, pensé que tenía cosas raras —dijo Luz liberándose del agarre de su hermano antes de recorrer el lugar con la mirada. Luego, al ver un extraño objeto que tenía la cabeza de una muñeca, el cuerpo de un lagarto verde de peluche, un tenedor de plata en remplazo de la pata derecha, y una percha rosa a través de la cabeza de plástico, lo levanto del suelo, y agregó—: Pero esto…
—Esto te sorprende, ¿no? –terminó Luis la frase por ella.
—Al fin regresaste —dijo de repente una madura voz femenina.
— ¡Moah!
Del susto, Luz dejó caer el "juguete" que movió sus bracitos (cosa que Luis notó, dándole mala espina en secreto), y saltó a los brazos de su hermano, quien inmediatamente la bajó con cuidado.
—Compostura, por favor —le pidió indiferente.
Luego, el dúo se acercó sigilosamente hacia las solapas de la carpa por donde apenas entraba la luz del sol. Cuando las apartaron, vieron al emplumado ladrón de basura posado sobre una mesa con mantel verde, al tiempo que le entregaba su saco lleno de cachivaches a alguien de quien supusieron que era su dueño, o mejor dicho…
Dueña.
La misteriosa mujer era alta, esbelta, de tés marfil, ojos amarillo oro, labios granates con un colmillo dorado sobresaliendo del lado izquierdo de estos, cabello largo/grueso con dos tonos de gris, unas largas uñas anaranjadas y tenía una ovalada gema ámbar en el esternón. Llevaba un vestido granate sin mangas de dos tonos con un diseño de dobladillo rasgado, unas mallas grises oscuro, unas botas de tacón del mismo color que su vestido, un anillo esférico color ámbar en su dedo anular izquierdo, una pañoleta verde con lunares amarillos atada a la cabeza que cubría sus orejas, y lo que quizás era un bastón de madera en su mano izquierda.
—Bien, a ver que tenemos aquí.
Luz dejó escapar un jadeo al presenciar como el búho, después de sobrevolar la mesa para posarse sobre el bastón de su dueña, y que esta lo atornillase unas tres veces a la punta, se transformó en una estatuilla de madera.
— ¿Viste eso, hermano? –le preguntó sorprendida a su hermano en voz baja.
Indiferente, Luis se limitó a responder con un gruñido de afirmación mientras observaba como la mujer hurgaba dentro de la bolsa, sacando un IPhone negro que parecía estar en perfectas condiciones, antes de tirarlo como si nada, diciendo:
—Basura.
Después, extrajo un anillo de diamante que tuvo el mismo destino que el teléfono móvil.
—Basura.
«Sacrilegio», pensó Luis con sarcasmo cuando la mujer sacó un brilloso santo grial.
—Basura.
Finalmente, luego de arrojar el último objeto, la desconocida soltó un jadeo.
—Pero esto… —dijo sacando y poniéndose unas gafas droopy negras cuyos ojos falsos de pupilas azules se desprendieron quedando colgados de sus resortes—. Esto me hará rica –agregó con los puños al aire, antes de introducir nuevamente la diestra en la bolsa para esta vez sacar el objeto que había sido (metafóricamente) la manzana de la discordia para los mellizos—. Y esto…
Luis se volvió hacia Luz con ojos entrecerrados.
«Enciendan motores», bromeó mentalmente y sin humor, al fijarse en la expresión pasmada en la cara de su hermana.
—Puede ser para una fogata —concluyó la misteriosa mujer al tiempo que dirigía el libro hacia una vela encendida.
Al ver que su preciado libro de fantasía corría el riesgo de convertirse nada más que en cenizas, Luz jadeó horroriza y no dudó en salir corriendo para quitárselo de sus huesudas manos a la misteriosa mujer de un salto antes de regresar a la carpa donde lo esperaba su consternado hermano, quien secretamente se lamentaba por no haberla detenido.
—Disculpa, lo siento, es mío, gracias. ¡Rajemos Lucho!
—Todo por un estúpido libro —murmuró Luis echando patas a volar tras su hermana.
Al llegar al portal, este se cerró y dobló hacia arriba convirtiéndose en algo que se asemejaba a un maletín café de varios tonos de marrón con un gran ojo amarillo de pupila verticalmente rasgada en medio, impidiéndole a los jóvenes escapar hacia su dimensión natal.
Tal vez sintiéndose observados, voltearon para cruzar sus miradas con la de la misteriosa mujer quien sostenía una llave semejante al portal/maletín respecto al ojo y color en su mano siniestra.
—Ustedes no irán a ningún lado —les dijo a su hermana y él con voz amenazante al tiempo que se sacaba los lentes droopy.
Luz soltó un pequeño grito para después guardar el libro en su bolso, jalar a su hermano del brazo diestro y salir por debajo de la carpa.
Una vez afuera, los mellizos corrieron hacia un barranco donde, por culpa de Luz quien no veía por donde iba, y de no ser por Luis quien la frenó a tiempo, se hubiesen caído.
— ¡Casi nos vamos de trompa, Lucinda! —la reprochó.
Pero su hermana no pareció escucharlo. Se había quedado pasmada, observando la ciudad al estilo medieval rodeada de montañas, huesos y bosques que se encontraba más allá del barranco. Algunas casas que estaban construidas al lado de un acantilado y sobre unos… ¿brazos gigantes?, eran de madera y piedras, pero otras, extrañamente, parecían orgánicas al tener la arquitectura similar a un monstruo verde, y los edificios más notorios tenían un aspecto gótico.
Cuando una criatura que parecía ser alguna clase de dragón volador de color morado fue atrapada por una mano gigante en el aire; Luz sufrió un leve tic nervioso en la mandíbula, mientras que su hermano mellizo tan solo se llevó la mano izquierda al bolsillo canguro de su sudadera y sacó su teléfono móvil (modificado por el mismo hace un par de años).
Una vez activada la Súper Cámara Zoom de Rayos X, Luis la enfocó hacia la ciudad y, lo que vio parecía sacado de una pesadilla: un cono de helado que a primera vista parecía de vainilla y chocolate, sostenido por el encapuchado vendedor luego de que este lo sacase de su carrito con logo "Cono de ojo lacrimoso" y patas en vez de ruedas, comiéndose al comprador de tés morado oscuro, que tenía los ojos en el pecho, de un lengüetazo, y un gusarapo gigante de cara humana con sombrero besándose con lo que parecía ser una rara colibrí color rosa vieja luego que esta saliera de su boca, antes de separarse e irse por caminos opuestos, mientras un ave gigante color amarillo junto con una cabeza humanoide con piernas vestida con una cofia de monja de dos tonos grises pasaban frente a estos.
—Con que de aquí se inspiró el van Aken —se limitó a decir sarcásticamente.
—Oh, no no no no no ¿Qué está pasando? —decía Luz presa del pánico y retrocediendo como unos tres pasos hasta toparse con una pequeña criatura alada que la hizo soltar un grito.
Era un hada de tés lavanda, ojos azules, orejas puntiagudas y el cabello morado oscuro recogido en flor de loto. Vestía nada más que un vestido blanco.
—Oh, hola pequeña hada —la saludó la chica Noceda a continuación, sonriendo de alivio—. ¿Nos dirás a mi hermano y a mí que todo esto es un fantástico sueño compartido? —agregó señalando a Luis con el pulgar diestro cuando esté se acercó.
De pronto, el hada, aparentemente inofensiva, abrió la boca revelando unos monstruosos y amarillos dientes.
— ¡Denme sus pieles! –gritó, solo para terminar toda quemada y humeante en el suelo.
—Eso fue real para mí —dijo Luis con calma, una vez terminado de usar la funda TASER de su móvil.
Luz miró a su hermano atónita.
— ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?! –le preguntó, flexionando los antebrazos.
—Agente gubernamental en entrenamiento ¿o ya lo olvidaste? –le contestó Luis, haciendo malabares con el móvil antes de guardarlo nuevamente en el mismo lugar de donde lo sacó.
—Ah, cierto, cierto, cierto —afirmó Luz riendo nerviosa para después volver a entrar en pánico y, entre gestos, agregar—: ¿¡Pero donde estamos!? ¡¿Acaso morimos?! ¡¿Estamos en el lado oscuro?!
Antes de que la chica Noceda pudiera seguir hablando, sintió que una mano se posó sobre su hombro izquierdo, haciéndola estremecer… Era la misteriosa mujer.
—Ya quisieran —dijo en voz baja y amenazante.
Igual que con el hada come pieles, Luis intentó reaccionar contra la desconocida, pero esta le dedicó una mirada que decía: "¿En serio entrarás a la boca del lobo, niño?".
«Diablos, no vi venir eso», pensó resignado.
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De vuelta en la tienda de "Coleccionables Humanos", los mellizos se hallaban sentados uno al lado del otro en un taburete para piano de madera frente a la misteriosa mujer, quien los miraba interrogante cual oficial de policía, semi-agachada, con el antebrazo siniestro apoyado en el mostrador y el brazo diestro en jarra.
—Lo siento mucho, solo quería mi libro —se disculpó Luz suplicante, adoptando una posición fetal.
Luis, quien estaba a la derecha de su hermana preparando secretamente un plan de ataque, agregó:
—Si va a comernos, hágalo rápido.
— ¡Hazlo de una vez! —exclamó Luz, cubriéndose con el brazo derecho, mientras volteaba la cabeza del lado izquierdo con los ojos cerrados.
— ¿Comérmelos? ¿Por qué me comería…a unos potenciales clientes? —dijo la mujer misteriosa, cambiando su seriedad por alegría con las manos al aire como señalando toda su mercancía alrededor, y dejando a cada uno de los hermanos Noceda con una cara diferente; Luz de póker, y Luis de pocos amigos. Luego, sacó un calzado croc derecho color verde limón de debajo del mostrador, y agregó—: ¿Puedo ofrecerles un zapato humano con agujeros?
—Se llama Croc —le informó Luis indiferente, cruzándose de brazos.
Acto seguido, la desconocida sacó un cosmético masculino.
— ¿Una barra de caramelo verde? —continuó, girando la rueda de la parte inferior para que saliera del producto.
Luis hizo un gesto con la lengua.
—Desodorante de axilas —susurró asqueado.
Y para concluir, la misteriosa mujer sacó un televisor en miniatura, y lo acercó hacia los mellizos para que lo viesen de cerca.
— ¡Oh, oh! ¿Qué tal esta caja negra que solo refleja tristeza? —dijo para luego sonreír entre dientes.
Luis observó fastidiado su reflejo y el de su hermana en la oscura pantalla del aparato electrónico y, sarcásticamente, se limitó a decir:
—Tv portátil, y eso no es todo lo que hace.
Luz se echó a reír, y saltó del taburete.
—Dame, te mostraré. —le dijo a la desconocida tomando el televisor portátil de sus manos, antes de mirar a su hermano y agregar—: Pilas, por favor.
Luis, de mala gana, tomó un par de baterías de un plato con un letrerito que decía "Caramelos humanos! (?)", y se las puso al aparato.
—Aquí, y eran los últimos push pops que había —gruñó, cerrando la tapa.
Luz volvió a reír.
—Ya llegó don comedia, traigan la silla —dijo con humor mientras presionaba el botón triangular con su pulgar izquierdo—. Voilà.
Una vez encendida la tv portátil, y antes que la chica Noceda la colocase sobre el mostrador, se vio que transmitía un programa donde un hombre rubio con bigote, leotardo lavanda igual que sus tobilleras, zapatillas rojas con blanco y pequeñas pesas violeta en las manos, hacía unos aerobics al ritmo de una música electrónica, que llegó a los oídos de la gente más cercana.
Un vendedor, quien parecía un lagarto celeste de tres ojos, y que estaba por recibir el dinero de un cliente gremlin gris claro, preguntó:
—¿Que? ¿Qué es eso?
—Es un nido —dijo una criatura que a simple vista parecía una mezcla de perro salchicha, cerdo y comadreja de piel roja con cuatro ojos amarillos a quien un ciclope bigotón de piel rosa entregaba un gran huevo del mismo color de su piel, motas blancas y una criatura verde reptiliana por nacer—. Es tan atractivo.
Y en un abrir y cerrar de ojos, el puesto de la misteriosa mujer se vio repleto de clientes.
— ¡Pagaré cuarenta caracoles por la caja gritona! —ofreció el "lagarto tríclope", levantando la siniestra con un billete al aire.
El gremlin levantó la diestra con dos billetes
— ¡Yo te daré cien! —mejoró la oferta.
— ¿Puedo comerme a la personita que está dentro? —preguntó la "quimera roja", señalando la mini tv con el dedo índice derecho.
La desconocida se quedó viendo atónita a la multitud que se peleaba ofreciendo más y más dinero por la dicha "caja negra", antes de mirar de reojo a los mellizos y, sonriendo, preguntarles:
— ¿Cómo dijeron que se llamaban?
—Soy Luz, Luz Noceda, y él es mi hermano Luis —respondió amablemente Luz, antes de arrastrar a su hermano junto a ella por la muñeca siniestra.
—Hola —saludó Luis en tono frío.
—Bien niños, eso fue muy inteligente —dijo la desconocida a continuación, mientras iba agarrando el dinero de los clientes—. Para unos humanos.
Luz se quedó inexpresiva por un rato antes de, sonriendo con una ceja levantada, decir:
—Eso sonó extraño, dicho por otra humana.
—Luz, no creo que ella sea como nosotros —opinó Luis indiferente, metiéndose las manos en el bolsillo canguro de su sudadera.
—Oh, pequeña… Tu hermano es listo —dijo la mujer sonriendo con arrogancia al tiempo que se quitaba la pañoleta de la cabeza, revelando unas largas y puntiagudas orejas adornadas con unos esféricos pendientes naranja, antes de subir sobre el mostrador y, entre gestos y con voz fuerte, agregar—. Soy Eda, la dama búho. La bruja más poderosa de las islas hirvientes.
— ¿Una bruja? —dijeron los hermanos Noceda a la vez; Luz atónita, y Luis alzando una ceja.
—Soy una respetada, temida y…
—Arrestada —dijo una voz amenazante, interrumpiendo a la bruja mientras rompía la tv portátil de un fuerte puñetazo.
Se trataba de una corpulenta criatura humanoide uniformada de varios tonos grises, con guantes, una capucha ajustada, mini capa blanca con un broche triangular color crema y una máscara de pico que a través de los agujeros se podía ver que tenía la piel violeta oscuro y unos ojos de esclerótica negra en lugar de blanca con pupila celeste. Sin mencionar que llevaba una espada de doble filo al lado izquierdo de su cinturón de cuero café.
—¡Corran!
La multitud se dispersó corriendo en diferentes direcciones mientras Luz y Luis observaban toda la acción tirados en el suelo (la criatura los había empujado al llegar).
Eda bajó del mostrador saltando para atrás mientras el guardia, con voz autoritaria y mostrándole un cartel de se busca donde se veía a ella misma en compañía de una extraña criatura, le decía:
—Eda la dama búho, queda detenida por uso ilegal de magia, y delitos demoniacos.
— Wow, una bruja criminal —dijo Luz, ayudando a su hermano a levantarse, ya que este estaba ocupado revisando su teléfono móvil.
—Isabellix L´bizarre —añadió Luis con sarcasmo, provocando que su hermana soltase una risita.
—Por lo cual, la obligo a venir conmigo al conformatorio —continuó el guardia señalando a la bruja con el dedo acusador diestro, antes de tomarla del antebrazo siniestro.
Eda se liberó bruscamente del agarre de su captor y, molesta, dijo:
—Pueden dejar de perseguirme, muchachos —se cruzó de brazos—. Yo no hice nada malo.
—Y ustedes también vienen —dijo el guardia, levantando a los mellizos de las capuchas—. Por ayudar a una criminal.
— ¡¿Ah?! ¡¿Qué?! ¡Eso no es justo! —exclamó Luz asustada, adoptando una posición fetal en el aire.
Luis, quien había terminado de revisar su móvil, miró al captor con los ojos entrecerrados.
—Tiene cinco segundos para bajarnos o… —lo amenazó.
El guardia rió.
— ¿O que, pequeño delincuente?
—O esto.
Luis levantó su móvil con ambas manos y, presionando el botón virtual de la super cámara fotográfica con el pulgar diestro, disparó un potente destello blanco.
—¡Ah mis ojos!
También, el chico Noceda pensaba atacar con una fuerte patada, pero…
—Mi turno —dijo Eda, antes de sacar su bastón de debajo del mostrador, y golpear al temporalmente ciego guardia.
Acto seguido, la bruja saltó al mostrador, y golpeó la parte inferior de su bastón en él, haciendo flotar todas sus cosas en una visible aura amarilla.
Mientras tanto, Luis, luego de guardar el móvil, ayudó a su hermana a ponerse pie, recogió el libro favorito de esta del piso, le quitó el chicle (el mismo que había mascado y tirado al bote de basura en el mundo humano) que se había pegado a la cubierta posterior, y se lo entregó sano y salvo.
Luz le agradeció con un beso en la nariz.
—Mi héroe —le dijo dulcemente.
— Yiak! —exclamó asqueado—. Gérmenes de hermana —agregó sacando una botellita de spray transparente de su bolsillo canguro, antes de rociarse el contenido de desinfectante extra fuerte, y también rociar a su hermana de paso
—Cof cof eres un bebito Cof cof —lo reprochó Luz tosiendo.
—Me gusta tu coraje, niño —dijo Eda llamando la atención de los hermanos, quienes se quedaron viendo como ella hacía flotar todas sus pertenencias—. Ups, no puedo olvidar esto —agregó sacando la llave del portal, llamándolo a este al presionar el ojo, y guardándolo junto con todas las demás cosas dentro de lo que era el mantel verde del mostrador de su puesto, antes de colgarlo a su bastón y echarse a correr—. ¡Síganme, humanos!
—Esto es una locura, si Luis y yo morimos aquí, nuestra mamá va a matarnos —le dijo Luz a la bruja mientras corría a medio metro detrás de ella con su libro en la diestra.
A su izquierda, Luis, siendo una de las pocas veces que perdía los estribos, la reprochó:
—¿¡Podrías decir una c& $#/°s más grande que esa!?
Luz miró pasmada a su grosero hermano mellizo.
— ¡Lucho! ¿¡Con esa boca besas a mamá!?
— ¡Ja! No dejaré que los lastime —les aseguró Eda a los mellizos, evitando una posible discusión entre estos—. Unos humanos como ustedes me sirven mucho más vivos que muertos.
—Espera, ¿que se supone que…? —iba a preguntar Luz.
Pero la dama búho la interrumpió enganchándola del brazo izquierdo, y haciéndola saltar junto con ella al bastón mágico (cuya estatuilla cobró vida brillándole los ojos al tiempo que extendía sus alas), al mismo tiempo que Luis brincaba por su izquierda con las manos en garras cual depredador hacia su presa.
— ¡Woohoo!
—Vuela, vuela —añadió Luis, sujetándose fuerte de la cintura de Eda para no caer.
— ¡No te saldrás con la tuya dama búho! —gritó el guardia quién había estado persiguiendo al trío, deteniéndose entre una tienda de rocas benditas y otra de pinturas malditas—: Sí, está bien. Lo hiciste, te saliste con la tuya ¡Se salió con la suya, oyeron! Típico —agregó antes de retirarse con resignación.
