Yo fui un abominable adolescente Parte 4

Durante la clase de abominación 101, una chica de piel pálida, orejas puntiagudas, ojos de color dorado, uñas pintadas con esmalte negro y cabello corto color morado claro hasta la barbilla con mechones marrones a los costados que también usaba el mismo uniforme que todos sus compañeros, se encontraba parada frente al pizarrón, a la izquierda de su propia carretilla, dando palmas y haciendo bailar a su abominable de apariencia H.J.F (Humanoide, Juvenil y Femenina) que parecía tener el "cabello" largo recogido en una voluminosa trenza desde el caldero mientras le cantaba alegremente:

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Milenios.

Sola la bruja ha pasado y escuché.

Vive con mucho dolor.

dice:

Ando muy solita.

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El maestro (que era ser humanoide rechoncho, bajo, de ojos estrechos y rasgados, pelo verde hasta la barbilla con una gran calva en la parte superior de la cabeza, cejas que miraban hacia adentro y una pequeña barba del mismo color, orejas puntiagudas, una boca redonda en forma de pico, pómulos bien definidos, dos colmillos en la fila superior de sus dientes y dos garras que llevaba unos anteojos circulares tintados de naranja sin sien, camisa, pantalón negro con un abrigo violeta extra-grande con forro rojo, una pajarita plateada clara alrededor del cuello y que era cargado una abominación malva, de rostro triste y abatido) y los demás estudiantes (incluyendo a Willow y descartando a Satan, quién solo mantenía su expresión soberbia) rieron cuando la abominable empezó a serpentear los brazos y mover las caderas de un lado para otro.

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Y ahí, ya al fin.

Pronto conoció.

A un lindo humano de quién se enamoró.

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La peli-púrpura hizo una pausar para dar unos silbidos, antes de seguir cantando al ritmo de sus palmas.

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Va a explotar su corazón.

BUM BUM BUM BUM

Amar.

Ya no ando solita.

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La joven abominable agarró la tapa del caldero e hizo unos malavares con él antes de ponérsela de sombrero y seguír bailando.

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Dicen "Go Go Gi"

Los bebitos están aquí.

La leche de mami quieren pronto de una vez.

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La peli-púrpura hizo otra pausa, pero esta vez para chasquear la lengua unas tres veces.

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Lacta, lacta, vamos lacta ya.

Lacta, lacta, vamos lacta ya.

Lacta aquí, lacta allá, lacta aquí, lacta allá.

Ahora esta brujita es una gran y tierna mamá.

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Y una vez finalizado el espectáculo, todos aplaudieron (incluso Satan, aunque lo hizo sin mucho entusiasmo) y tanto la chica peli-púrpura como la "Abominena" hicieron una reverencia.

—No esperaba menos de ti, Amity —la felicitó el profesor complacido—. Aprobado.

Amity soltó una tierna risita.

—Muchas gracias, señor.

—Ya puedes volver a tu asiento.

—Emira, atrás, por fi~

La "Abominena" apenas había regresado al caldero cuando Amity dibujó un círculo de hechizos de color rosa con su índice diestro e invocó a un abominable de apariencia H.J.M (Humanoide, Juvenil y Masculina) de "cabello" corto desordenado que apareció detras de la carretilla.

—Edric, lleva a tu "hermana" al fondo del aula, por fi~

Y acto seguido, mientras el "Abominene" obedecía, la peli-púrpura regresó a su asiento justo al lado izquierdo de Satan, quién con una aparente sonrisa forzada, la felicitó:

—Excelente trabajo, Blight.

—Gracias Clawthorne —le agradeció dulcemente.

«¿Clawthorne?», pensó Luis levemente sorprendido desde el caldero.

El profesor se aclaró la garganta, mientras Satan miraba de reojo y con soberbia a Willow.

—Y el proximo en pasar es...

Satan levantó la diestra.

—Disculpe señor. Pero estoy listo para presentar mi abominable —Chasqueó los dedos pulgar e indicé de la misma mano—. Astaroth, Aparece.

Una vez que su abominable salió del caldero, adoptó una elegante pose y el profesor rio entre dientes.

—Siempre dejo lo mejor para el final, Satan. Deberás esperar tu turno. Que tal si pasa... —Juntó las manos, cerró los ojos e hizo que su propio abominable de unos pasos hacia la derecha, antes de girar hacia la chica regordeta y agregar—: Willow.

Willow se quedó boquiabierta, y luego, cerrando los ojos, se cubrió la cabeza con su capucha mientras oía los burlescos murmullos de algunos de sus compañeros (que consistían en Amity, una bruja peli-lavanda de ojos naranja con un par de enormes cuernos en los costados de su cabeza y una especie de joven demonio humanoide de piel crema parecido a un erizo o pez globo en la parte de la cabeza)que decían cosas como «¡La casi bruja!» «Sus fracasos son tan divertidos» «Espero que le vaya mejor esta vez»

Luis se asomó desde el caldero.

—No los escuches, Mimosa —la animó con seriedad—. Podemos hacerlo.

Willow sonrió, asintió y fue al frente de la clase.

—Abominable, aparece —ordenó alzando las palmas.

Entrando en personaje, Luis salió lentamente del caldero, llevándose consigo la tapa con la cabeza. Todos quedaron sin aliento por su apariencia y el hecho de que provenía de Willow.

—Imposible—susurró Satan incrédulo.

—Abominable, saluda —le ordenó Willow con una sonrisa segura, los ojos cerrados y apuntándole con el índice diestro.

Luis, quitándose la tapa cuál sombrero, se inclinó de una manera lenta y solemne delante de la clase, como si se tratase de una reverencia, antes de regresar dicho objeto nuevamente a su cabeza.

—Impresionante —admiró el profesor, antes de levantar el índice siniestro y, mirando a la chica regordeta, agregar—: Dime, ¿puede hablar?

Levemente nerviosa y con los puños semi-en alto, Willow miró al chico Noceda, y le ordenó:

—Abominable, habla.

Luis le devolvió la mirada, y la ternura del rostro de ella tuvo un inesperado efecto en sus palabras.

—Yo seré tu abominable... —empezó a decir entre una galante, pausada y ronca voz—. Pero tú... —Se inclinó con la palma izquierda apoyada a su pecho y la derecha extendida hacia la chica regordeta—. Eres mi Amor-binable.

Willow se quedó atónita por unos instantes, y luego, ruborizada, desvió levemente la mirada mientras una tímida sonrisa le asomaba a la boca.

Hubo un coro de chillidos entre las chicas y un "Awwwwww!" de parte del "demonio erizo".

—¡Qué dulce! —exclamó la bruja cornuda.

—Fiiiiiifiuuuuuu~ —silvó Amity, antes de agregar—: Brujita enamorada Willow~

«Genial», se lamentó Luis mentalmente con las mejillas ardiendo, «Esa lutrina descerebrada me contagió su "Luz-itis cursidea"»

La boca de Satan se abrió por la incredulidad cuando el profesor se echó a reír.

—¡Amor-binable! Buen juego de palabras ¡Máxima calificación!

Pintó una A+ en rojo sobre la frente de Luis, y todos los estudiantes (excepto Satan, quién se llevó la diestra a la barbilla mientras entrecerraba los ojos con sospecha) aplaudieron y vitorearon.

Willow y el chico Noceda se miraron a los ojos, sonriendo y aún con las mejillas coloradas.

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La campana sonó/gritó, tosiendo al final, y cuando Willow se dirigía a la siguiente clase, empujando su carretilla por el pasillo...

—Hiciste un gran trabajo hoy Willow —la detuvo con aquella información un orgulloso profesor desde la puerta—. Parece que eres la nueva mejor alumna.

Justo en ese momento, Satan acababa de salir del aula, seguido de cerca por Amity (quién también iba seguida de sus abominables Edric y Emira que cargaban sus cosas) cuando escuchó eso.

—¡No! —exclamó en voz baja, sin dar crédito a sus oídos.

Amity posó la diestra sobre su hombro izquierdo y, negando con la cabeza y los ojos cerrados, le dijo:

—Mala suerte, Estrella de la mañana.

Sópa gántia —le susurró Satan molesto, haciéndola reír entre dientes.

—Satan.

El diminuto profesor volteó a mirar al peli-negro/castaño y, señalando cierta insignia en el pecho de este con el índice diestro, le informó:

—Creo que todos sabemos quién merece usar la estrella dorada ahora.

—No podría estar más de acuerdo, señor —dijo Satan con un sospechoso buen humor, quitándose la estrella del pecho. Luego, avanzó con la elegancia de un noble caballero hacia la chica regordeta y, trás colocar dicha insignia en el lado izquierdo del pecho de esta, agregó con una perfectamente bien fingida cortesía—: Aquí tienes, Park —Sonrió con los ojos cerrados—. La mereces más que yo.

El profesor sonrió satisfecho y se retiró.

—¡Woooo!

Repentinamente, para la discreta consternación de Satan (quién seguía sonriendo, pero por dentro era otra cosa); una alegre peli-púrpura se abalanzó sobre Willow por detrás, la apretujó y le dio un gran beso en la mejilla izquierda, dejándola sorprendida por un instante.

—¡Felicitaciones, Willow! ¡En serio lo conseguiste esta vez!

—Gracias, Amity —le agradeció la chica regordeta, mirando de reojo, sonriendo y tocando la estrella dorada de su pecho con su mano diestra.

—Jamás dudé de ti —y tras darle una nalgada (sobresaltándola), la chica peli-púrpura dirigió la mirada hacia sus abominables—. Edric, Emira... Andando —agregó, chasqueando los dedos indicé y pulgar de la siniestra, antes de prender rumbo hacia la siguiente clase dando saltitos y tarareando alegremente con ojos cerrados y las manos en la espalda, seguida de dichas criaturas artificiales.

Cuando Amity desapareció al final del pasillo a la izquierda, Satan le dirigió una interrogativa y desagradable mirada a Willow.

Tin teleftaía forá pou se eída, to apechthés sou ítan éna cháos —le dijo con dureza. Su tono era bajo, pero hostil—. ¿Pós to ékanes?

Willow se ajustó los lentes con la diestra de forma nerviosa.

—Yo eh... —Sonrió juntando su puño de la misma palma con su siniestra—. Realmente seguí tu consejo, Satan.

Satan embozó una leve sonrisa maligna.

Eímai sígouros gi' aftó —le dijo en un bien fingido tono amigable, mientras se cruzaba de brazos—. Tha se parakolouthó, maïmoú psomí kai schedón mágissa —agregó, echándose a caminar—. Aftó to astéri eínai dikó mou.

Willow hizo un gesto de incomodidad cuando una chica esbelta, de piel rosada, tres ojos azul grisáceo, orejas puntiagudas, cabello violeta hasta la mitad de la espalda recogido en un moño y que vestía una túnica con capucha, botas de tacón de color gris oscuro con un top gris claro, mangas y mallas amarillas, abrazó por el cuello, besó en los labios y arrastró de la mano al chico peli-negro/castaño, desapareciendo ambos en la misma esquina por donde Amity lo hizo unos momentos atrás.

Luis se asomó ligeramente desde el caldero.

—Oye, ¿qué extraño idioma fue ese? —preguntó serio—. ¿Griego o algo así? ¿Qué fue lo que dijo?

Willow se tocó la mejilla con la zurda.

—El de los ángeles (eso creo). Lo habla cada vez que está molesto o sospecha algo. Oh oh, creo que Satan nos descubrirá.

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Eda abrió la puerta, golpeando la cara de Hooty contra la pared.

—¡Ow!

—¿Viste al corchito? —lo interrogó Eda con el ceño semi-fruncido.

—Escuché sus pies de ratón caminando cerca —El pájaro-gusano cerró los ojos, pensativo—. Pero tal vez fueron ratones. De todas maneras alguien comenzó a moverse en esa dirección —Y como no tenía manos, trató de señalar en tal dirección con los ojos y la cabeza mientras ululaba—. Uh uh uh uh uh uh.

Eda alzó una ceja y se inclinó hacia él.

—¿Intentas señalar o...?

—¡Mira la veleta! —la incitó Hooty con leve dureza.

La dama búho retrocedió, mirando hacia dicho objeto en el techo que apuntaba hacia el norte.

—Pero lo único en esa dirección es la... —Jadeó horrorizada, echándose a correr hacia tal dirección—. No... No, no no no no no no no no no.

La bruja llegó a Hexside, y cuando se asomó a una de las tantas ventanas, vio lo que parecía ser una clase de jardín de infantes.

—Muy bien chicos —ordenó la profesora, quién era una especie de demonio-araña café de cuatro ojos negros y cuatro brazos vestida de túnica gris, suéter blanco y botas—. Reciten sus runas.

Los niños obedecieron, diciendo:

—Krom, Zix, Elgrim, Zenomide...

—No —Eda miró hacia otro lado con molestia—. Obediencia ciega—agregó, antes de dirigirse hacia otra ventana.

—El sistema hechizométrico —decía el profesor, quién parecía ser una especie de "hombre-serpiente" de piel mostaza, colmillos y con un atuendo de temática árabe que sostenía una varita mágica de estrella amarilla en la zurda—. Vamos a memorizarlo.

Eda se llevó las manos a la cabeza con agonía.

—¡No! ¡Cuanto esfuerzo inútil!

Luego, la dama búho se fijó en Satan, quién estaba sentado a la derecha de la chica tríclope, escribiendo sobre un papel.

—No es demasiado tarde, pequeño Querubín —susurró con una sonrisa triste y maternal—. Resiste, pelea... —Cerró fuertemente los ojos y apretó los puños—. ¡Oh, Titán! Ese pobre niño no merece tal atroz destino —Miró hacia el cielo, y elevó la voz—. Por favor, ¡sálvalo, ten piedad de éeeeeeeeeeel!

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En la cafetería, el trío se encontraba al final de una larga mesa índigo; Luis en medio, con la mitad del cuerpo fuera del caldero y los brazos apoyados por el borde de este; sentada a la derecha, Willow con un cartón de sangre de manzana entre las manos; y sentado a la izquierda, Gus hurgando una bolsa de papel con la zurda mientras sostenía el borde con la diestra y miraba a dicho "abominene" con una sonrisa atónita.

—¿Me engañan mis oídos? ¿Tienes una hermana gemela llamada Luz? ¿Y también está aquí?

Luis lo miró como si fuera un insecto.

—Eso fue lo que dije —le gruñó.

—¡Dos humanos en las islas hirvien...!

El pobre Gus no pudo terminar su exclamación, ya que el chico Noceda le puso bruscamente el índice izquierdo sobre la boca.

—Más alto, pequeño Gusano —lo regañó en voz baja—. Hay un insecto afuera que no pudo escucharte.

—Lo siento.

Cuando Luis retiró su dedo, dejó un hilo de baba púrpura que lo dejó conectado al surco nasolabial del muchachito de color.

—Ups, baba de abominable —señaló Willow.

—Yo diría moco —agregó Luis asqueado, logrando despegarse.

A continuación, Gus sacó un sandwich de su bolsa del almuerzo.

—Hey, ¿los humanos comen mermelada? —preguntó sonriendo.

—Sí, y no —le respondió Luis, mirando asqueado el dulce bocadillo—. Desgraciadamente, algunos somos malditamente alérgicos a ella. Así que mantén esa bazofia lejos de mí, por favor.

Ante tal respuesta, Willow le dedicó una mirada reprobatoria, negando con la cabeza, mientras Gus mordía y masticaba su sandwich levemente alicaído.

—Veo que no eres muy diferente a Satan —se le escapó, antes de llevarse las manos a la boca. Luego, posiblemente arrepentida de haber comparado al chico Noceda con alguien tan desagradable, y ruborizada, agregó—: Lo siento, yo no quería...

Luis le sonrió comprensivo y, entre leves jadeos y gestos con la boca, le dijo:

—No... Tienes razón...

Willow y Gus lo miraron preocupados.

—¿Estás bien, Luis?

—Te ves un poco...

—Estoy bien —les aseguró, volviendo a entrar al caldero—. Solo algo sediento —Sacó la diestra afuera y, haciendo un gesto de petición, agregó—. Mimosa, ¿me das un poco de tu sangre de manzana, por favor?

—No lo sé —le respondió Willow, pasándole el cartón de dicha bebida—. Si Satan vio eso...

¡SWIP!

Se oyó un chillido como el de un ave, seguido de unas voces femeninas, y una de ellas pertenecía a Amity.

—Otra vez no.

—Acostúmbrate de una vez, Boscha Ji Ji.

—Lo vi —dijo Satan, tras aparecer de pie sobre la mesa en otro ¡SWIP! y un destello de luz roja—. Si mal no recuerdo... —Miró a Willow, y se inclinó hacia ella con una maligna sonrisa de triunfo—. Los abominables NO necesitan sustentos.

Willow tragó saliva viendo como el peli-negro/castaño se arrollaba frente al caldero y, ante la mirada de los demás estudiantes, comenzaba a gritar furioso:

¡XERO POU EISAI EKEI! ¡DEN BOREIS NA KRYPSEIS APO MOU! ¿TI EISAI? ¿POIOS EISAI? —Introdujo las manos dentro del caldero, tomó a Luis de la cabeza y comenzó a sacudirlo—. ¡THELO APANTISEIS!

—¡Satan Clawthorne!

Satan miró en dirección a donde sonó la voz, nervioso.

—¿Eh?

—Imaginé que estarías un poco celoso, pero esto... Esto es patético —lo regañó el profesor de abominaciones, quien se acercó caminando, cargado por su abominación.

—Pero, señor, yo... —señaló a Luis con los ojos—. Mírelo bien.

Con las contenidas ganas de darle una paliza al Peli-negro/castaño por todo lo que acababa de hacer, el chico Noceda se limitó a soltar un bramido, entrando en personaje.

—Ve a la oficina del director Bump... —le ordenó severamente el profesor, señalando hacia tal dirección con su índice diestro—. ¡Ahora!

Satan dejó caer a Luis en el caldero y, suspirando resignado, dijo:

—Sí, señor —Miró a Willow con ojos entrecerrados y, antes de bajar y alejarse de la mesa (seguido del profesor de abominaciones) agregó—: Tha ftáso sto káto méros aftoú.

Luis salió del caldero, y al notar las caras preocupadas de Willow y Gus que lo miraban, se limitó a decir con acento dominicano:

—Diablo, que maldita bachata.