La intrusa Parte 2

Los residentes de huesosburgo corrían para refugiarse de la lluvia. Algunos poco afortunados se quemaban en el proceso.

—¡Ow! ¡Ow! ¡Ow! ¡Ow! —Willow logró salvar las plantas que estaban en el pequeño balcón de su habitación entre quejidos, antes de saltar y cerrar la cortina con los dientes—. ¡Ang!

—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —La ex-prisionera de las conspiraciones corrió a refugiarse en una ratonera y, al echar a un ratón de tres ojos (dos pequeños en la cara y uno grande en la espalda) de esta, le siseó—. Gggggddh

Sentada de piernas cruzadas y con la capucha de gato puesta, Luz les ponía unas bendas al "rey y la reina de los demonios", tras desinfectar sus heridas con algo de Clorhexidina (que le prestó Luis), mientras cantaba (una canción que acababa de inventar) al estilo campirano:

.

Hay una tormenta hirviente, creo que es en mi trasero.

Porque el que fue mi novio, con otra fue al extrangero.

Con mis lagrimas que caen, como peras de un gran arbol.

La tormenta mi trasero está quemando.

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—Oye, nutria —Luis, parado del lado izquierdo de la puerta con las manos en su bolsillo canguro, embozó una pequeña sonrisa, miró a Eda (que estaba en medio de la lluvia hirviente con una especie de campo de energía mágico amarillo sobre su cabeza que la protegía de ella y su bastón mágico flotando a su derecha, moviendo las manos en semi-círculo formando una esfera de luz blanca) y luego a su hermana melliza—. ¿Sabes como le dices a una bruja que ha estado mucho tiempo bajo la lluvia hirviente?

—Me rindo, Lucho —le dijo Luz alzando una ceja con una sonrisa ladina, tras terminar de vendar el antebrazo derecho de King (en donde había recibido un zarpazo de parte Queen)—. ¿Cómo le dices?

—Estás que ardes.

Las dos mujeres se echaron a reír.

—Te pasas, hermano —dijo Luz entre risas—. Te pasas.

—Ok, eso fue muy gracioso, corchito —agregó Eda dejando de reír para poner una cara de falsa molestia—. Pero me ofende muchísimo.

King miró a su "reina" y esta le devolvió la mirada.

—Mira, somos amantes de pupas —le dijo, mostrándole su bracito vendado.

Por una milésima de segundo, Queen levantó su vendada piernita izquierda (en donde King la había mordido), y tras bajarla, le dio una cariñosa lamida a su "rey" en el lado derecho del cráneo.

—Ñaaa~

—Oh, mis reyes —Al verlos tomarse de las patas, Luz se llevó las manos a las mejillas y, soltando un leve chillido, se dejó caer de costado hacia la reconciliada pareja, mirándolos con ojos brillosos—. Son tan dulces.

—Lluvia hirviente en las islas hirvientes —dijo Luis analíticamente—. Esto, más que un clima, es una plaga.

—Así es, corchito —afirmó Eda, mirándolo sobre su hombro zurdo—. Y no es la única —Comenzó a citar haciendo gestos con sus manos—. También tenemos tronados —Volteó hacia los mellizos y los "reyes" por completo—. Rocanizos —Embozó una extraña sonrisa—. Ascoiris.

—Es como un arcoíris, pero cuando lo miras te da náuseas —explicó King y Queen se estremeció.

Luz se cerró más la capucha, mientras Luis se limitó a hacer un pequeño gesto de asco.

—Ya, ya Queenie, tranquila —King consoló a su "reina" tras darle una lamida en la parte izquierda del cráneo, para después volverse hacia Luz y susurrarle con una pequeña expresión siniestra—: Su último pretendiente vio uno y... Bueno, ya te imaginarás lo que le pasó.

—Que bueno que ya digerí la cena —dijo Luis con indiferencia.

—Así que hasta que no pare la lluvia hirviente nadie podrá salir de la casa —les advirtió Eda.

—Y si la lluvia no los atrapa —King sacó un libro morado (con una serpiente verde y una estrella detrás de esta en la tapa) de su boina, abriéndolo en las páginas donde se veía al demonio llama/alpaca—. El Jarjacha lo hará. Deambula bajo la lluvia devorando turistas hervidos.

Queen adoptó una expresión coqueta al mirar al demonio del libro.

—Ñañañaaa~

—¿Qué fue lo que dijo este caramelito de miel? —preguntó Luz con dulzura.

King soltó una risita maléfica.

—Dijo que también adora la carne al vapor —Resopló con un gesto de cansancio—. Y que el Jarjacha le sigue pareciendo guapo.

—Bueno, de todas maneras este campo de fuerza debería proteger la casa de la lluvia hirviente —Eda miró a King con burla—. Y de los demonios inventados.

—Hoot date prisa con ese campo de fuerza, esa lluvia se está acercando a mi preciosa pintura —se quejó Hooty molesto.

—Sí, sí, ya lo tengo.

Eda agarró su bastón con la zurda, lo hizo girar y conjuró una burbuja gigante amarilla que envolvió la casa búho, cambiando de tamaño para convertirse en una barrera con la forma perfecta para esta.

—Wow, algún día me gustaría ser tan cool como Eda —Luz se bajó la capucha, viendo a Eda acercarse, cerrar los ojos y mover la patilla derecha de su cabello con una mano—. Mágica, atrevida y sorprendentemente inteligente para su edad. Ey, ¿Por qué te dicen la dama búho?

—Porque soy muy sabia —afirmó orgullosamente la bruja entre gestos, ganándose una pequeña burla de parte de Luis.

—Sé que nos ayudaste con todo el asunto de las bolas pegajosas, pero...—Rio un poco—. ¿Sabia? No lo creo, vieja decrépita.

Eda le hizo un gesto con la diestra.

—No sabes lo que dices, corchito.

—Porque escupe huesos de rata —señaló Hooty.

—Creo que es porque se distrae con objetos brillantes —dijo King con las manos en las caderas.

—Ñaa —agregó Queen.

King soltó una carcajada.

—Esa estuvo buena, Queenie.

—No lo hago —negó Eda.

King sacó el bolígrafo luminoso de su boina y se lo entregó a Queen, diciendo:

—Ten, haz los honores, reina mía.

—Ñañaa.

Queen tomó el bolígrafo, apretó el botón con el pulgar diestro y este brilló.

—Brilla y reluce, brilla y encanta —Eda quedó fascinada con dicho objeto luminoso, se abalanzó sobre el, pero Queen lo apartó, y se estrelló contra el suelo luego de decir—: Debo llevarlo a mi nido.

—¿Tienes un nido? —le preguntó Luz emocionada, acercándose y arrodillándose frente a ella—. Yo quiero un nido —agregó tras ayudarla a ponerse de pie junto con su hermano mellizo que se acercó poco después—. ¡Fiesta en el nido!

—Ni creas que jugaremos a las tórtolas de nuevo, Lucinda —le advirtió Luis con severidad.

Luz lo miró pestañeando de manera juguetona.

—¿Fue tan malo, hermanito?

Luis se ruborizó.

—De lo peor.

—Uf, hacer ese campo de fuerza fue agotador —gimió Eda con una palma zurda en su cadera y la otra en su frente. Luego, miró a Luis con ojos entrecerrados y, con una voz ligeramente amenazante, agregó—: Y sobre lo de "vieja decrépita", corchito... —Embozó una pequeña sonrisa sádica, tomó al chico Noceda del cuello de la sudadera y lo acercó hacia ella para susurrarle al oído—: Fáltame al respeto una vez más y te mostraré el significado de mil años de dolor en solo veinte minutos. Conozco varios hechizos de tortura, ¿eh?

Acto seguido, la dama búho abrió la puerta y entró cansada a su residencia.

—¿Jugaron a las tórtolas? —les preguntó King a los mellizos, mirándolos con una mezcla de malicia y burla—. ¿Y dónde armaron su nido de amor? ¿En un árbol o un arbusto?

Luis le puso toda la boina sobre su rostro en respuesta.

—¡Aaahay! ¡Oscuridad!

—Jijijijiji

Una vez terminado de reír, Queen ayudó a su "rey" con la boina y con el libro que se había caído al suelo.

—Esto es perfecto —se entusiasmó Luz—. Estaremos encerrados en la casa toda la noche y Eda no tendrá excusas para enseñarme un hechizo.

Luis embozó una media sonrisa y entró a la casa siguiendo a su hermana melliza.

—Y yo podré seguir leyendo.

—Pero... ¿No quieren terminar nuestra lección? —les preguntó King con tristeza—. Los dejaré rascar la barriguita de un demonio. La mía.

Queen lo miró con reproche.

—¡ÑAÑAA!

—Ah, sí. Y si quieren, también la de ella.

—Ooh... Ah... lo siento altezas, pero... —les dijo Luz en tono de disculpa, antes de encogerse de hombros—. Magia.

—E islas hirvientes para mí —agregó Luis, alejándose junto con su hermana melliza.

King les dio una mirada inexpresiva mientras una gota de lluvia hirviente desinflaba su boina, provocando unas carcajadas en Queen.

—Jiiijijijijijiji.

—Eres una chica muy mala —le dijo King—. Tu rey te ama por eso —agregó, tras darle una lamida.

Eda se colocó detrás del cambiador, dejó caer su bastón mágico y se puso mágicamente el pijama tras chasquear sus dedos. Luego, se ajustó la falda con la diestra, chasqueó la lengua y se recostó en el sofá con un suspiro de satisfacción... Hasta que una sombra se cernió sobre ella.

—¡Ah! —exclamó al abrir los ojos y ver que se trataba de Luz.

—Oh, Eda ¿Te dije lo increíble que luce tu colmillo hoy? —la alagó esta.

—Sea lo que sea... No —le dijo la bruja inexpresiva.

Luz se alejó un poco y, mirándose las uñas de la palma diestra, dijo:

—Y tu cabello está asombroso.

—No te enseñaré nada mágico —adivinó correctamente Eda, antes de taparse con una manta—. Tengo sueño —Cerró los ojos en una posición fetal—. Soy un pequeño búho dormido.

—Por favor, Eda, por favor... —le rogó Luz entre gestos—. ¿Cómo haré para conseguir mi bastón de bruja si no sé ningún hechizo?

Eda se cubrió con la manta.

—No, sueño.

—Psst.

Luz miró a su hermano mellizo, quién le lanzó algo (que ella consiguió atrapar con la diestra) desde el cofre azul grisaceo donde había estado sentado leyendo un libro en cuya tapa se leía "XXXX" todo el tiempo.

De pronto, los ojos de Eda se abrieron como platos bajo la manta y...

—¡Algo brillante! —exclamó tras escuchar unos cliqueos.

—Oh... ¿Esto? —le preguntó Luz inocentemente.

Eda saltó al apoyabrazos del sofá.

—Uuh...

Luz sostuvo el bolígrafo luminoso arriba, abajo y luego lo movió frente a la dama búho, quien intentó agarrarlo, pero...

—Nop —Luz apartó dicho objeto de ella, haciéndola caer de cara—. Enséñame un hechizo y te daré la cosa brillante.

—Respeto tu ingenio, pero... También te odio por eso —le dejó claro Eda desde el suelo con la zurda en pistola.

Luz miró a su hermano con una amplia sonrisa.

—Te debo unos ricos dulces por esto, Luchito.

—Soy diabético, Lucinda —bromeó Luis sin gracia.

Tras oírse el estruendoso sonido de un rayo cayendo, Eda se paró frente a Luz, (quién ya se encontraba sentada en la alfombra) sosteniendo su bastón mágico en la diestra.

—Si quieres un bastón de bruja como el mío... No me hagas repetirlo... de nuevo... —Se hubiera quedado dormida en aquel momento de no ser por Luis que la despertó con un fuerte "¡ARRIBA!"—. Gracias, corchito... —Aclaró su garganta—. Los bastones de bruja tienen poder incorporado.

Luz le tendió las manos moviéndolas.

—Dámelo.

Eda le dedicó una mirada de cansancio.

—Pero antes de obtener uno, la bruja necesita saber como realizar hechizos por si sola —Tiró su bastón, y dio media vuelta levantando el índice derecho—. Bien, esta noche te enseñaré como crear... Luz.

Acto seguido, la dama búho dibujó un círculo mágico que se convirtió en un orbe de Luz que dejó asombrada a la chica Noceda cuando flotó y reventó frente a su rostro.

King, quién estaba recostado boca abajo en la alfombra, entre algunos papeles tirados, mientras Queen le daba un masaje en la espalda, dijo molesto:

—¿Quién necesita otra aburrida lección de hechizos si puedes aprender las divertidas maneras que tiene de matarte un demonio? —Levantó la imagen de un demonio mordiendo la cabeza de lo que parecía ser un humano con la zurda. Sin embargo, parecía el dibujo de un niño de primaria—. Mira cuantos dientes... ¡Mordisco!

—¡Ñañaa! —agregó Queen.

—¿Te di permiso de hablar, mujer? —la reprochó King con el ceño fruncido.

Luz miró a los "reyes" por encima de su hombro derecho.

—Callense debo concentrarme.

King pareció decepcionado por su respuesta y Queen lo miró con simpatía, empezando a masajearle los hombros.

—Los humanos piensan que la magia surge de la nada, pero es ridículo —continuó explicando Eda—. Todo surge de algo —Sonrió tras inclinarse y picar la nariz de Luz con su índice diestro—. Déjame preguntarte ¿De dónde crees que viene la magia?

—Ahm... —Luz juntó las manos con los ojos brillosos—. ¿Del corazón?

—No todo aquí es como en los libros de Azura, nutria —le recordó Luis, sin despegar la vista del libro que seguía leyendo.

Luz lo miró y se encogió de hombros.

—Una chica puede soñar, ¿no?

—De hecho ella tiene razón, corchito —afirmó Eda.

Luz jadeó de alegría, y Luis levantó la mirada, ligeramente desconcertado.

—¿En serio? —dijeron al unísono.

—Muy en serio —Eda se hurgó el cabello con la zurda, sacando lo que parecía ser un pergamino que desenrolló frente a los mellizos con ambas palmas, mostrándoles el diagrama de un corazón con una gran y verde cosa adherida a él—. Proviene de un saco de bilis mágico unido al corazón de una bruja.

—Es el tumor cardiaco más grande que he visto en mi vida —dijo Luis inexpresivo, antes de volver a su lectura.

—Boah... ¡Qué asco! —exclamó Luz con los puños levantados, para después sonreír y agregar—: ¿Puedo quedármelo?

—No —negó Eda volviendo a guardar el pergamino en su frondoso cabello—. Bien, todo depende del círculo de hechizos —Luego, levantó el índice diestro, dibujando un círculo más grande, formando un gran orbe que explotó en otros más pequeños—. Cuanto más grande el círculo, más poderoso es el hechizo.

—¿Pero como yo, la pequeña búho Luz... —empezó a preguntar Luz bajando la mirada y jugando con sus dedos índice, chocándolos entre sí, para después fruncir levemente el ceño al mirar a la dama búho—. Podría hacer magia si no tengo un saco de bilis mágico?

Eda se detuvo para pensar, y luego embozó una pequeña sonrisa oscura.

—¿Sabes? Existe otra forma.

—¿Cuál? —preguntó Luz con mucho entusiasmo—. ¡Dime, dime, dime, dime, dime! —agregó, agitándose inquieta.

Eda se mostró deliberadamente arrogante.

—Soy una gran bruja de negocios, como ya sabes ¿Qué te parecería hacer un pacto?

Luis, quién había estado concentrado en su lectura, despegó la vista del libro y miró cauteloso a su hermana melliza.

—¿Queee clase de pacto? —preguntó Luz, alzando una ceja.

—Uno que no podrás rechazar —Eda le extendió la palma izquierda en vertical—. Puedo darte la habilidad de hacer magia —Señaló hacia la redonda gema de su anillo con el índice diestro—. Lo único que tienes que hacer es derramar una gotita de tu sangre aquí.

Luz tragó saliva.

—¿Gotita de mi sangre? ¿Tienes alguna referencia?

—Que bueno que lo mencionas.

Eda sacó una foto de su cabello grisáceo y se la pasó a Luz, quién la agarró y miró fijamente.

Una joven de cabello corto amarillo, ojos color verde oliva y una cubeta de madera sobre su cabeza, sonreía radiantemente a la cámara, mientras rodeaba los hombros de sus dos semejantes. A su derecha, una joven Eda de largo cabello naranja, sacando la lengua con los ojos fuertemente cerrados y haciendo el símbolo de cuernos con la mano derecha, rodeaba su cintura con la otra, mientras que a su izquierda, una pelirroja de cabello largo y grandes gafas redondas, solo se limitaba a mirarla de reojo con una ceja levantada y embozando una media sonrisa. Las tres llevaban el uniforme de Hexside (pero a diferencia de Eda y la pelirroja cuatro ojos, cuyos mangas largas y leggins eran de color amarillo, los de la rubia de la cubeta eran rojos) y estaban de pie frente a dicha institución mágica.

—¿Ves a la chica del medio? Es mi hermana menor, Val D' Nora (Val para abreviar). Nació con la bolsa de bilis rota. Por supuesto que debido a eso, no podía realizar ni los hechizos más simples. Era una "remedo de bruja", antes de aceptar mi pacto.

«Oh, Eda... A tu propia hermana... ¿Cómo pudiste?», pensó sorprendida, antes de susurrar de forma audible—. Un pacto oscuro... ¡Un pacto oscuro!

Eda le dedicó una sonrisa ligeramente perversa.

—Oh, conoces el pacto.

—Lo hizo el hermano gemelo de Azura en el libro uno —explicó Luz con seriedad, tras cerrar los ojos.

—¿Y sabes lo que pasa cuando lo haces? —le preguntó Eda en un tono tétricamente dulce.

—Tienes lo que quieres a un precio muy alto. —Luz abrió los ojos con una expresión facial que denotaba una leve tristeza—. Zugo obtuvo sus geniales poderes anti-mágicos, pero se condenó a pasar la eternidad en el abismo tras su muerte a cambio.

La dama búho entrecerró los ojos.

—Entonces, ¿no estás interesada?

Luz negó con la cabeza.

—Nop.

—Bien hecho, niña —la felicitó Eda con orgullo—. Solo un tonto haría un pacto con una bruja o un demonio.

Luz sacudió la cabeza con una incredulidad levemente irritada.

—¿La historia de tu hermana era cierta?

—En parte. Val sí estaba defectuosa, pero su problema de magia no lo solucionó mediante un trato conmigo (o con cualquier otra bruja o demonio), sino mediante una cubeta de madera.

—¿La misma que usa de sombrero aquí? —preguntó Luz, tras mirar la fotografía de nuevo.

Eda asintió.

—Bingo Bango.

—Supongo que fue algo equivalente a un bastón mágico para ella, ¿no? —opinó Luis.

Eda lo miró con una sonrisa que parecía coqueta.

—Por eso eres mi alumno estrella, corchito —le dijo guiñándole un ojo.

—Eda, sobre esta chica pelirroja de las gafas...

Ni bien comenzó a preguntar, Eda la interrumpió, arrebatándole la fotografía de las manos y, en un tono que denotaba algo de hostilidad, diciéndole:

—Es mi otra hermana, la mayor. Y NO hablamos de ella en esta casa —Guardó dicho objeto nuevamente en su frondoso cabello, antes de abrir la boca con un largo y profundo bostezo—. Bueno, se acabó la clase —Caminó hacia el sofá tambaleándose un poco—. Si me disculpan, necesito mi sueño de belleza.

—¿Es todo? ¡No! —exclamó Luz—. Necesito verte hacer el círculo de vuelta.

—Ya déjala en paz, Lucinda —la regañó Luis, despegado la vista de su libro—. ¿No ves que está cansada?

Luz lo miró suplicante.

—Pero debo averiguar otra forma de hacer magia, hermano. —Miró a Eda del mismo modo—. Por favor, Eda —Sacó su celular y, mostrándoselo a la bruja, agregó—: Te grabaré con mi teléfono esta vez.

Luis negó con la cabeza.

—No tienes remedio.

Luz activó la cámara grabadora de su móvil y presionó el botón grabar, enfocándola primero hacia los pies de la agotada bruja, y luego al rostro de esta.

—Sonríe, te estoy grabando. Un hechizo más no te matará.

Eda gimió ante su insistencia, palmeándose y arrastrando el parpado derecho hacia abajo.

—Oh, bueno... Verás él... —Dibujó el círculo mágico, pero esta vez se veía ondulado y nada recto como los dos últimos anteriores—. Círculo de hechizos es realmente clave porque... Aaaooh no.

Finalmente, tras ganarle el sueño, Eda cayó de cara contra el suelo.

—Y... está fuera —bromeó Luis sin gracia.

—Bueno, parece que otro hechizo mató a Eda —dijo King con indiferencia, y Luz gritó de horror.

—¿Ñañaa? —preguntó Queen, relamiéndose.

—No, reina mía —le contestó King—. Su carne es muy dura.