La intrusa Parte 4
Una vez equipados con guantes de látex, almohadas (en el tronco, adelante y atrás), palos de hockey, benditas (en las mejillas) y... ¿Peluches? (King con su conejo Francois y Queen con la oruga "Príncipe Jr"), el cuarteto estaba listo para enfrentar (por exagerado que suene, según Luis) cualquier peligro o desafío.
—¿Listos? —preguntó Luis.
—Lista/Listo/Ñañaa —respondieron la chica Noceda y los "reyes de los demonios" al unísono.
Luz usó la linterna de su teléfono para guiar en la oscuridad. El cuarteto subió la crujiente escalera y caminó por el pasillo hasta llegar al dormitorio de Eda, cuya puerta se abrió sola. Todos se miraron inquietos y, una vez dentro de dicho lugar, vieron un gran desorden, junto con una ventana rota, por la que se asomó un ruidoso destello.
—No puede ser —dijo Luis serio.
—¡Eda! —exclamó Luz presa del pánico.
—¡Ella fue Jarjachada!/¡Ñañaa! —agregaron el "rey y la reina de los demonios" al unísono, mientras la chica Noceda corría hacia el nido, tirando su palo de hockey aún lado, seguida de su hermano mellizo.
—¿Eda? —Luz agarró una almohada morada con marcas de rasguños y la examinó—. No.
Luis frunció el ceño.
—Rasguños.
Luz volteó hacia los "reyes de los demonios" y suplicó:
—King, tú eres el experto en demonios. Ayúdanos.
—Iré por mi libro de demonios —El "rey de los demonios" tomó a su "reina" de la pata diestra y la llevó corriendo fuera de la habitación—. Vamos, mujer.
—Ñaaaa.
Luis caminó hacia la ventana rota, la examinó con los ojos entrecerrados y algo le pareció extraño por alguna razón...
—Será que... —murmuró para sí mismo, dirigiéndose nuevamente hacia el nido que su hermana melliza parecía estar ordenando un poco.
Mientras King y Queen corrían por un pasillo, una gran sombra sobrevoló sus cabezas.
Un rato después, los "reyes" regresaron al cuarto de Eda, sosteniendo un par de libros.
—Esperen, ¿primera o segunda edi...? —empezó a preguntar King, quién fue interrumpido por una alarmada Queen que soltó un fuerte jadeo, dejando caer el libro verde de sus patitas.
—¡Ñañaa!
—¿Qué sucede, mi reinita?
Tras levantar la vista y encontrar el dormitorio vacío, sin señales de los hermanos Noceda, King dejó caer el libro morado (que se detuvo en la página del Jarjacha) en estado de shock.
—¡El Jarjacha los atrapó!
De pronto, algo pasó zumbando junto a ellos y, una vez que lo escucharon, fueron tras este.
—¡Bestia cobarde! ¡Devuelve a los hermanovios ahora mismo!
King y Queen subieron corriendo las escaleras y, tras llegar hasta un armario (que estaba semi abierto antes de cerrarse solo), jadearon al ver el zapato izquierdo de la chica Noceda tirado frente a su puerta.
—Luz/Ñaa —gimieron al unísono.
King agarró el calzado y, decidido, entró al armario seguido de su "reina". Una vez dentro... Recorrió con la mirada los cachivaches, hasta que sus ojos se detuvieron en una cortina de ropas con... ¿Pezuñas?
—Ya no podrás escapar —Retiró la cortina, solo para encontrarse con lo que parecía ser un pequeño carnero de lana blanca con toques de marrón, rostro semejante al de un tierno niño humano de piel pálida y mejillas sonrosadas, con un par de grandes orejas caídas, cuernitos enroscados gris oscuro, pequeños colmillos que sobresalían de su boca y pezuñas grises. Llevaba puesto un gran listón rosa alrededor de su cuello—. ¿Jarjacha?
La criaturita abrió los ojos, y miró a la parejita de "reyes" con ojitos tiernos.
—Ohm... Eres mucho más bajo en persona —le dijo King molesto, poniendo los brazos en jarra.
Queen, por su parte, lo contempló embobada. Le pareció una criatura muy adorable.
—Cariño~
—Excelente palabra la que aprendiste —King la miró dulcemente, para luego, poner una cara de pocos amigos y apuntarle amenazadoramente con el zapato blanco que sostenía en su pata diestra—. Pero no me gusta como lo aprendiste —Volvió a mirar a al demonio ovino—. Y volviendo con nuestro lanudo amigo...
—Jar Jar, Lo siento, lo siento —se disculpó el Jarjacha asustado—. Necesitaba un lugar donde refugiarme de las lluvias.
—¿Por qué derribaste nuestra puerta y te llevaste a los hermanovios? —lo acusó King, señalando hacia la puerta del closet y luego a Queen con ambas patas.—. Sin mencionar que le lavaste el cerebro a mi reina. Eso no es cool —Apuntó el dedo acusador diestro hacia el demonio ovino—. Jarjacha malo.
—Jar Jar, yo... No hice nada de eso. Acabo de entrar por una ventana —explicó el Jarjacha, confundiendo a King.
—¿Eh? Entonces que...
De pronto, la pregunta del "rey de los demonios" se vio interrumpida cuando una gran mano con garras que vino desde una grieta del techo se llevó al Jarjacha quién, asustado, exclamó:
—¡Jar jar! ¡Qué sorpresa!
—Cariño —susurró Queen con unas pequeñas lágrimas en los ojos.
Acto seguido, los "reyes" escucharon un fuerte golpe y voltearon hacia la puerta del armario. Esta se abrió lentamente, revelando al ser que definitivamente no era un Jarjacha, que les gruñó y rugió, haciéndolos estremecer.
—Oh no —King se puso delante de su "reina" cuando la criatura avanzó lentamente hacia ellos—. Detrás de mí, mujer —Miró a la bestia con falso coraje—. Atrás... Hey... Oye, soy el rey de los demonios... ¿Ok?, y como tal te obligo a que vomites a mis amigos.
El terrorífico ser lanzó un zarpazo hacia la pareja de "reyes", estos pudieron esquivarlo al agacharse. Tras hacer lo mismo con un manotazo, King y Queen corrieron hacia el pasillo. La bestia los siguió...
Los "reyes" se deslizaron hasta detenerse en el tercer pasillo. Luis apareció por la puerta del dormitorio de Eda y los jaló del brazo. Luz la cerró y el tétrico ser se alejó pisoteando entre gruñidos. Levantaron la mirada, y vieron a los mellizos; Luz apoyada contra la puerta de espaldas con el pie izquierdo descalzo, y Luis parado sosteniéndolos en sus brazos.
—¿Luis? ¿Luz?
—Majestades —Luz se acercó a abrazar a los reyes cuando Luis los bajó—. Me alegra que estén bien.
—¿A dónde fueron? —les preguntó King.
—Fuimos a ver a Eda y se había ido —explicó Luz entre gestos—. Luego ustedes se habían ido, y tropecé y perdí un zapato —Se frotó la nuca, para después tomar su calzado de las patas del "rey de los demonios"—. Genial lo encontraron.
—Yo... —iba a decir King, pero fue interrumpido.
—Oye, principito —Tras sentarse en el piso; Luz levantó su pie descalzo hacia Luis y movió provocativamente los dedos de este junto con su calzado (solo que este a modo péndulo) en su palma zurda—. Tu cenicienta espera.
—Sucios puercos —dijo King asqueado, para deleite de Queen.
—¿Qué es eso? —Ignorando la broma de su hermana melliza, Luis agarró un doblado papelito que había estado pegado al pie de esta, y lo leyó tras desdoblarlo—. "Un elixir por día mantiene la maldición dormida" —Ensanchó los ojos súbitamente, al igual que King y Queen—. Ay, mamá.
Luz parpadeó confundida, mientras volvía a ponerse el zapato.
—¿Maldición? ¿Qué? ¿A qué te refieres?
—Pregúntale a el —respondió Luis indignado, apuntando hacia King con el índice diestro.
—Me equivoqué. Ese no es el Jarjacha, esa criatura es...
De repente, la puerta fue atravesada por una mano con garras, seguido de su dueño que le sonrió al asustado cuarteto.
Un gran monstruo parecido a un búho, con ojos de color negro, orejas largas y puntiagudas, cabello gris que incuso sobresalía de sus orejas, pelaje verde azulado oscuro, dos alas de color gris oscuro y pies negros que se asemejan a los de un pájaro...
—¿¡Eda!? —exclamó Luz en estado de shock.
Rugiendo y dispuesta a atacar, la bestia búho levantó las garras. Luz profirió un grito y, tras cubrirse mientras los "reyes" se abrazaban entre sí, dejó caer su móvil murciélago que Luis atrapó por reflejo.
—¡Para atrás demonio!
Eda se cubrió los ojos y chillo de dolor cuando Luis presionó fuertemente el teléfono con el pulgar diestro, activando el flash de la cámara que le impactó en la cara.
Aprovechando que la bestia se frotaba los ojos, Luis le pasó el agrietado celular a su hermana melliza (quien lo guardó en su bolsillo diestro), recogió a los "reyes" y los puso bajo sus brazos (a King en el izquierdo y a Queen en el derecho), para después echarse a correr.
—¡Todo el mundo fuera de la piscina! —dijo Luz, yendo tras su hermano mellizo tras levantarse del suelo.
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El cuarteto estaba escondido detrás de un pequeño muro cuando la monstruosa Eda asomó la cabeza entre las macetas con plantas, miró alrededor y olfateó el aire, tratando de encontrarlos.
A causa del vello auricular derecho de la bestia que flotó justo sobre su cara, Luz estuvo a punto de estornudar, pero Luis logro evitarlo al pellizcarle la nariz con la zurda, y una vez contenida su explosión de aire, ella agarró una lata/maceta cercana y la tiró a un lado.
Eda rugió y corrió hacia el sonido que produjo dicho objeto al golpearse contra el suelo.
—Oh, chicos. ¿Vieron sus ojos? —dijo Luz, poniéndose en pie con la ayuda de su hermano mellizo—. Estaban como... BLAAAH! —Estiró los parpados al tiempo que sacó la lengua. Luego, miró a King, quién parecía sentirse culpable—. ¿Qué pasó con ella?
—¿No lo entiendes, Lucinda? —dijo Luis. Sacó la botellita de elixir de su bolsillo canguro y miró a su hermana melliza con severidad—. Este elixir no le da poderes a Eda —Señaló la dirección por donde se había ido la bestia búho con el índice zurdo—. Evita que ella se convierta en esa cosa.
—Se convirtió en una pesadilla, y todo es mi culpa —King se sentó, bajó la cabeza y abrazó sus rodillas, mientras Queen (a su izquierda) trataba de consolarlo dándole leves palmadas en la espalda y Luz (a su derecha) se arrodillaba frente a él—. Lo siento mucho, chicos. Yo... solo quería que les interese los demonios tanto como la magia y las islas hirvientes. No tengo muchos amigos, y nunca nadie me prestó atención.
Luz frunció el ceño con desaprobación.
—Uh... —Apuntó a la "reina de los demonios" con el índice diestro—. ¿Y qué hay de Queen?
King levantó bruscamente la mirada hacia los mellizos Noceda.
—¡Es mi reina! —les informó con obvia hostilidad—. ¡Tiene que prestarme atención, lo quiera o no!
Hizo una pausa para calmarse. Queen se arrodilló a su lado y lo abrazó por el cuello.
—Pensé que si les enseñaba, finalmente habría quienes se interesen en criaturas como yo.
—Bueno, terminemos la lección —le dijo Luz sonriendo, mientras le tendía el bolígrafo luminoso.
King se sorprendió.
—¿Eh?
—Eda se convirtió en alguna especie de demonio, y debemos salvarla.
Decidiendo ser bueno con el "rey de los demonios", Luis también le sonrió y, guardando nuevamente el elixir en su bolsillo canguro, agregó:
—¿Y quién sabe tanto de demonios como el mejor maestro del mundo?
—Cariño —dijo Queen, tras darle una cariñosa lamida a su "rey", haciéndolo reír.
—¿Eh?
Luz se quedó pasmada por lo que acababa de oír.
—Pero yo toy juquiaa o la chiquitica e´ta acaba de...
—¿Hablar? —terminó King la frase por ella, al tiempo que agarraba el bolígrafo—. Sí, está aprendiendo.
Luz miró a Queen con ternura.
—Aw, estoy segura de qué...
—Cierra ese hocico, nutria —le dijo Luis, tapándole la boca con la diestra, antes de mirar a King, y agregar—: Ya puede comenzar con la clase, maestro.
Queen arrancó unas hojas de una planta cercana, las colocó en el suelo, y King se puso a dibujar el rostro de Eda sobre la más grande, mientras explicaba:
—Veamos, ella era más grande, cubierta de plumas y enormes ojos negros —Miró a los hermanos Noceda—. Los demonios con ojos negros suelen ser sensibles a la Luz —Se fijó en el móvil de Luz que sobresalía de su bolsillo izquierdo—. ¡Eso es! ¡Luz! Usa tu maravilloso rectángulo de humanos.
—No puedo —Luz sacó dicho objeto, y le mostró la pantalla rota —. Mi cámara se rompió —Miró con reproche a su hermano mellizo—. Gracias a Luciano.
Luis cerró los ojos avergonzado.
—Lo siento, Nutria.
—Ñaña —dijo Queen, señalando al chico Noceda con su índice diestro.
—Sí, ¿qué hay del tuyo, Luis? —le dijo King.
Luis sacó el móvil de su bolsillo canguro, y mostró que estaba completamente apagado.
—Se quedó sin energía esta mañana.
—Entonces... ¿Qué opinas de ese hechizo de Luz? —señaló King.
Luz suspiró
—Ya me vieron, no puedo dibujar círculos en el aire —dijo entre gestos, antes de mirar su teléfono—. No soy como Eda.
Acto seguido, la chica Noceda abrió nuevamente el video y lo reprodujo.
—Círculo de hechizos es realmente... —Tan pronto como este se pausó por una falla, la cámara actuó, pero hubo algo allí que los mellizos no notaron antes...
Luz jadeó.
—¿Viste eso, hermano?
—Sí, hay un patrón en el círculo de hechizos —señaló Luis, tras inclinarse para mirar más de cerca la pantalla.
—¿Qué? ¿Dónde?/¿Ñañaa? —dijeron King y Queen al unísono, mirando sobre el hombro diestro de la chica Noceda.
Luz arrancó una hoja de la planta más cercana, y la colocó sobre su móvil, antes de tomar el bolígrafo que King se pasó.
—Es algo así —Calcó el símbolo, y lo presionó con la punta del objeto, haciéndolo brillar—. Esto.
De pronto, todos quedaron pasmados (sobre todo la chica Noceda, quién soltó un jadeo) cuando la hoja se convirtió en un orbe de Luz.
—Es hermoso —dijo Luis, sonriéndole orgulloso a su hermana melliza—. Bien hecho, Nutria.
Luz sostuvo el orbe en sus manos con asombro.
—No lo creo... —Se tapó la boca con las palmas—. Hice magia... —Luego, se puso de pie, levantando felizmente los puños—. Hice magia... HICE MA...
Pero su celebración fue interrumpida cuando Luis le metió un calcetín blanco con dibujos de patitos (que sacó de su bolsillo canguro) en la boca.
—Cállate —la regañó en voz baja—. Molestarás a la "vecina".
Luz lo fulminó con la mirada y le escupió la prenda en la cara, poco antes de oír el rugido de la bestía búho que hizo que todos volvieran a escorderse trás el muro con macetas de plantas.
—No podremos detener nada con algo tan pequeño —susurró King (quién estaba abrazado a su "reina"), mirando el orbe de Luz que flotaba frente a la chica Noceda—. ¿Qué hacemos ahora?
Con el orbe nuevamente entre sus palmas y sonriendo confiada, Luz miró a su consanguíneo.
—Supongo que te adelantaste de nuevo, ¿no, hermano?
—Algo así —respondió Luis con modestia—. Creo que sé como recuperar a Eda.
Luz se volvió hacia los "reyes", y les preguntó:
—¿Y ustedes nos ayudarán, amantes de pupas?
—Por favor, llámenos majestades —respondió King disgustado—. Y sí, lo haremos.
—Cariño —agregó dulcemente Queen.
Una vez mudada la esfera brillante a la zurda, Luz extendió la diestra hacia su hermano mellizo.
—Chócalas, brody —le pidió en acento dominicano.
—Si´ terna.
Luis acercó su mano zurda para unirla con la diestra de su hermana melliza en un apretón, pero esta hizo un amague, reemplazándola con la esfera de luz, que se desvaneció al toque contrario, antes de sonreír triunfante.
—¡Ja! Caíte, pariente.
Luis resopló por haberse permitido engañar.
—Pe´o que trablazo.
—¿Hay algo que quieras compartir conmigo, Luchito? —lo interrogó Luz a continuación, cruzándose de brazos y adoptando una expresión de curiosidad.
Luis suspiró cerrando los ojos.
—Ok, ¿hace cuanto lo sabes?
—Desde la vez de Adegast. Ningún simple humano escaparía de una prisión mágica así de fácil.
—¡Hey!, ustedes dos —les llamó la atención King con impaciencia—. ¿Qué trasero de ogro ocurre ahora?
Luz apuntó hacia su hermano mellizo con el pulgar diestro.
—Lucho puede destruír la magia.
—¿¡Qué!?/¿¡Ñañaa!? —exclamaron los "reyes" al unísono.
—Luz...
Luis intentó explicarse, pero su hermana melliza lo calló poniéndole el índice diestro en los labios.
—Shhh Shhh Shhh... Después hablaremos de esto —Entrecerró los ojos y, con acento dominicano, agregó—: Y e´pero que te ponga cloro y no me monte culebra.
Luis asintió, y con el dedo de su hermana, finalmente apartado de su boca, empezó a decir:
—Muy bien tropa, esto es lo que haremos...
