El gran aquelarre Parte 6
Luz salió corriendo por la salida del auditorio, jadeando y moviendo la cabeza de un lado a otro en busca del joven Clawthorne. Lo encontró fumando apoyado contra la pared de una oscura esquina cerca de los baños. Parecía tranquilo; la pipa en forma de abominable con toques de metal dorado se acercaba a sus labios con un movimiento lento y deliberado.
—Satan.
La joven Noceda caminó hacia él y aguantó como pudo el humo que despedía por la boca.
—Lo siento.
Satan la miró con una sonrisa calmada.
—Está bien, nena.
—No quise avergonzarte.
Satan hizo una pausa para volver a aspirar de su pipa. Luego, colocó la mano libre sobre el hombro diestro de la chica noceda, y le dijo:
—Luz, tú no tienes que disculparte por nada. La única culpable ha sido ella en esta ocasión. Fue su idea hacer trampa, y cuando me di cuenta, intenté detenerla, pero se puso caradura.
Como Satan exhalaba humo al hablar, Luz tuvo que retroceder un poco.
—Cof cof, no lo entiendo, Cof Cof —dijo tosiendo. Luego, tras cubrirse toda la cabeza (a excepción de los ojos) con la capucha, agregó—: Oye, ¿tu mamá sabe que fumas?
Satan rió, despreocupado.
—Tal vez sí, tal vez no... ¿que importa? Puedo ser malvado, pero no soy un tramposo.
—Sigo sin entender —le informó Luz, confundida.
Satan inhaló la pipa, y respondió:
—Ni Luis, ni tú me avergonzaron más de lo que mi necia madre ha hecho hoy. Aquel duelo fue un fiasco. No hubo ganadores, ni perdedores.
Acto seguido, Satan dibujó un círculo mágico en el aire con su pipa y, tras llevárselo nuevamente a la boca, tomó la diestra de Luz y la pasó a través de dicha figura, haciendo que ambas manos brillasen brevemente.
—El juramento se disolvió.
Luz se miró la palma, y preocupada, preguntó:
—¿Funcionó? ¿Luis y yo no seremos tus juguetes?
Pero Satan no respondió, solo se quedó mirándola en silencio.
Luz lo miró, incómoda.
—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?
—No eres una bruja —le dijo Satan en tono lúgubre.
Luz bajó la mirada, apenada.
—Lo sé.
Y para sorpresa del joven Clawthorne, la chica Noceda se arrodilló frente a él. Luego, sacó una libreta del bolsillo izquierdo (junto con un lapiz), la colocó en el suelo, y tras dibujar tal glifo, lo presionó con el índice diestro, creando así un pequeño orbe luminoso que sostuvo entre sus manos.
—Pero estoy entrenando duro para serlo —agregó, mientras Satan se acuclillaba frente a ella.
.
.
.
En cuanto logró bloquear los ataques de Eda con un giro de su bastón mágico, Lilith concentró las llamas azules que este despidió en la palma izquierda, arrojándolas en forma de ráfaga.
Girando sobre sí misma, La dama búho dibujó un círculo de hechizo en el suelo y creó un enorme pilar en forma de (básicamente) Hooty que no solo bloqueó el ataque de su hermana mayor, sino que también se dirigió hacia esta con la intención de agredirla.
Usando un hechizo de teletrasportación, Lilith lo esquivó y el Pilar-Hooty se estrelló contra el muro de las gradas, haciendo que el público (especialmente Gus, Willow, Amity (quién gritó: ¡Cuidado!) y su aquelarre de princesas mágicas) huyera despavorido por algunas rocas llameantes que lanzó este.
Eda dibujó círculos mágicos por el Pilar-Hooty con el índice de ambas manos, generando pequeñas versiones de este para atacar sin éxito a Lilith, ya que esta los esquivaba fácilmente con la teletransportación mágica.
Tras concentrar una buena cantidad de energía en su bastón, Lilith se lo arrojó a su hermana menor, destruyendo todos los Mini-Pilar-Hootys de paso.
Con una gran sonrisa en el rostro, Eda giró el bastón y creó una burbuja a su alrededor, defendiéndose así de su hermana mayor, quién se lanzó al ataque unos segundos después que su propio instrumento mágico, provocando qué dicho medio de defensa se agrietara.
De pronto, al taliamigo de la dama búho le brillaron los ojos y cobró vida. Luego, voló hacia Lilith (atravesando un agujero de la burbuja protectora que su dueña había abierto) y la golpeó en la cara con su cabeza, antes de jalarla de las greñas con sus patas.
—¡Ow, ow, ow, ow!
—Di buenas noches, hermana —dijo Eda, girando su bastón, para después golpearlo contra cierto pilar de madera.
El taliamigo salió volando cuando un nuevo Pilar-Hooty gigante emergió del viejo, y se tragó a la bruja mayor.
Pensando que todo había acabado, Eda embozó una satisfactoria sonrisa, mientras el pequeño búho regresaba a su lugar en el bastón.
De pronto, la dama búho notó un agujero llameante en el pilar de madera, y antes de que se diera cuenta, Lilith apareció detrás de ella.
—Ya fue suficiente.
Eda giró con un jadeo y, sin tiempo para reaccionar, la golpeó con un hechizo, lanzádola contra la pared, agujereandola.
Lilith giró su bastón dispuesta a acabarla en su palma siniestra, pero...
Al parecer, la dama búho tenía un as bajo la manga; se llevó discretamente la zurda a la espalda y dibujó un circulo mágico mientras se enderezaba.
.
Espera Lily, no hagas una tontería.
El estar maldita, para Eda es una porquería.
.
Deteniendo su acción, Lilith se dio la vuelta y vio sorprendida a una mujer que se parecía tanto a ella como a Eda, con los pies descalzos y un cubo de madera en la cabeza. Vestía unos jeans cortos marrones y una blusa de manga larga blanca adornada con una gema rectangular verde en la zona del pecho. Allí estaba su "hermanita bebé" mirándola apenada con sus verdosos ojos mientras cantaba.
.
Ven mira, está empeorando, fíjate bien en su rostro.
.
Con el índice diestro y el ceño fruncido, la otra bruja menor señaló hacia Eda, quién (ayudada por su bastón mágico) se levantó cuidadosamente del suelo para acercarse a sus hermanas.
.
No sabemos cuánto tiempo le está quedando.
.
Cuando la tercera hermana terminó su número musical, Lilith sonrió con una lágrima resbalando por su mejilla derecha.
—No has cambiado nada, Dulcita.
Val D' Nora soltó una alegre carcajada por el comentario de su primera hermana mayor.
—Tú tampoco, Pulguita. Veo que aún te tiñes el cabello —Miró a su segunda hermana mayor—. Eres muy elegante a diferencia de la Brujita.
Eda fingió molestia.
—¿De qué lado estás, mocosa?
Limpiándose las lágrimas con el antebrazo diestro, Lilith confesó:
—Debo admitir que estoy sorprendida de vernos a las tres ahora.
Val D' Nora se puso a bailar alegremente, dando saltitos, giros y moviendo los brazos, mientras canturreaba:
—El mejor de los días… Sí, sí sí… Con las hermanas reunidas... Sí, sí, sí...
—Por probablemente una última vez —dijo Eda, sonriendo debilmente.
—Señoras, yo...
Con la mirada baja, Lilith estuvo a punto de decir algo más, pero Val D' Nora le cubrió toda la cabeza con su propia cubeta, vociferando:
—¡Las Tres Angustias Para Siempre!
—¡Fue divertido, pero llamémosle un empate! —gritaba Eda corriendo hacia la salida, mientras Val D' Nora (con el corto cabello rubio expuesto y las manos en su plano vientre) reía a carcajadas, antes de "poof" desaparecer junto con el elemento de limpieza de la cabeza de su hermana mayor, revelando que todo el tiempo fue una ilusión.
Lilith parecía fuera de sí, por lo que bramó:
—¡HACES QUE SEA TAN DIFICIL QUERER AYUDARTE, EDALYN!
.
.
.
Satan observó inexpresivo el orbe luminoso, mientras inhalaba su pipa con elegancia.
—Eso no es nada —dijo, escupiendo humo por la boca—. Hasta un niño hace un hechizo de luz —Se puso de pie, y al ver como la triste chica Noceda hacía desaparecer el orbe, apretándolo con sus palmas, agregó—: Pero admito que nunca vi a nadie hacerlo de esa forma.
—No está en mi naturaleza, como en tu caso —Tras guardarse los útiles nuevamente en el bolsillo izquierdo; Luz se puso de pie y miró al chico Clawthorne, sonriéndole un poco—. Así que tuve que improvisar.
Repentinamente, Satan le devolvió la sonrisa.
—Esfuérzate —le dijo en un tono amigable.
Luz alzó una ceja, sorprendida por su aparente cambio de actitud.
—¿Disculpa?
Satan amplió su sonrisa, cerrando los ojos para decir:
—Sigue aprendiendo magia. Los humanos no tienen habilidades mágicas. Pero eso no va a detenerte.
—¿Crees que algún día seré una verdadera bruja? —le preguntó Luz sin pensar. Luego, mentalmente, agregó sorprendida; «Wow, debo estar loca por preguntarle eso a un villano»
Encogiéndose de hombros, Satan respondió:
—No lo sé ¿Quién es una verdadera bruja? ¿Mi madre? Según ella eso significa estar en un aquelarre. Mira a mis tías Eda y Val D' Nora… —Hizo una pausa para inhalar de su pipa nuevamente—. Nunca estuvieron en uno y son las mejores de todas. Debes ser tu propia bruja.
Ante el consejo, Luz volvió a sonreír.
—Mi propia bruja.
—Creo que e´to se vuelve custom.
La chica Noceda volteó al reconocer la voz de su hermano mellizo, y teniendo un mal presentimiento al observarlo aproximarse, intentó detenerlo.
—¡E´top, Brody! ¡Recuerda to´a la vaina con tus lungs!
Pero Luis la apartó y encaró a Satan.
—¿De qué va´s ahora? —le espetó.
En lugar de responder, Satan embozó una despreocupada sonrisa y exhaló humo por la nariz, provocándole a Luis una ligera tos que pronto se convirtió en algo más grave, ya que este se agarró el pecho con ambas manos y empezó a respirar con dificultad.
—¡Villana Lucy!
Alarmada, Luz se acercó rápidamente a su hermano mellizo, le puso un inhalador (que sacó de su bolsillo diestro) en la boca y lo presionó con el pulgar diestro, mientras Satan, sádicamente divertido, decía:
—Puedes estar tranquilo, guapo. Ya no hay juramento de que preocuparse. Nos vemos.
Y riendo malignamente, el joven Clawthorne desapareció en un as de luz roja.
—Eso... Inhala... Despacio... —le susurró Luz a su hermano mellizo, tras presionar el inhalador por segunda vez. Luego, tras acabar el uso, lo guardó nuevamente en el mismo bolsillo y agregó—: ¿Mejor?
Luis suspiró aliviado, sonrió y, tras bajarle la capucha, le dio un beso en la mejilla derecha a su consanguínea, haciéndola reír un poco.
—Tomaré eso como un sí.
De pronto, Eda apareció cargando una gran bolsa de tela amarilla con las palabras "Amo la convención" grabadas en esta.
—Debemos irnos —anunció.
—¿Cómo te libraste de Lilith? —le preguntó Luz curiosa.
—Digamos que se las vio negras en balde-nora —respondió Eda, resoplando ante su broma—. Vámonos antes de que ella se dé cuenta de que la até junto a sus zapatos.
En ese momento, Lilith dejó escapar otro grito de enojo.
—¡SATAN! ¡MAMÁ ESTÁ EN EL SUELO!
—Y esa es nuestra señal —La dama búho los guio hacia la salida.
—Eda —comenzó a decir Luz en un tono que denotaba algo de pena—. Acerca de tu sobrino…
—Hay algo podrido en él —la interrumpió Luis con seriedad.
Eda desvió la mirada, y con una leve amargura en la voz, dijo:
—Lo sé. Pero todo es culpa de Lilith. Esa mujer es una pésima madre.
Luz ensanchó los ojos, sorprendida.
—¿Qué? ¿Una pésima madre? Eso explica muchas cosas.
—Incluso su despreciable acto de fumar, me imagino —agregó Luis, frunciendo el ceño.
Eda miró a los mellizos, y estos se asustaron al notar como unas lágrimas empezaban a bajarle por los parpados.
—Las hojas secas de mandrágora lo distraen del dolor de todas sus heridas —explicó con la voz quebrada—. Pero desvanece su esperanza de vida poco a poco.
Luis intentó cambiar de tema.
—¿Qué hay en la bolsa?
La respuesta vino segundos después cuando King y Queen asomaron sus cabecitas por dicho objeto hueco. Ambos estaban muy débiles y usaban potes de helado (Uno de Abomi-moras y otro de tarta de limo) vacíos de sombrero.
—¡Majestades! —exclamó Luz preocupada—. ¿Pero qué les pasó?
—Queríamos ver quién tomaba más helados —balbuceó King—. Y fue un empate.
—Amo el helado... Amo a mi rey... —susurró Queen medio dormida.
King rió débilmente.
—La mejor cita de mi vida —y soltó un gran eructo.
.
.
.
—¿Qué aprendiste hoy, mi estrella de la mañana?
Dentro de su camerino, Lilith estaba sentada en una silla hecha de tela verde y huesos, con las piernas cruzadas, observando a su hijo, quién semi-desnudo y arrodillado frente a ella, se azotaba la espalda con un látigo de triple cadena, mientras repetía:
—Ya no huiré de mami... Ya no huiré de mami... Ya no huiré de mami... Ya no huiré de mami... Ya no huiré de mami... Ya no huiré de mami... Ya no huiré de mami... Ya no huiré de mami...
Lilith frunció levemente el ceño.
—Perfecto. Y cuando termines, me vendría bien un masaje en los pies y algo de té con bollos.
De repente, lo que parecía ser un espejo compacto (ubicado sobre un mueble de madera) se abrió y una demonio de proporciones infantiles, piel roja, ojo izquierdo con esclerótica amarilla e iris rojo parduzco, orejas puntiagudas, garras marrón oscuro de tres dedos similares a los de un pájaro, un peculiar "cabello" (que consistía en un par de manos; una con dedos que ocultaban su otro derecho y otra detrás de su cabeza formando en puño) y vestida con una túnica blanca sobre un conjunto negro y un velo de cuello alto que cubría las regiones inferiores de su rostro, apareció en este.
—Lilith.
La mujer se sobresaltó y miró alrededor.
—¡Madame Kikimora! —exclamó, levantándose rapidamente para acercarse al mueble-comunicador y agregar—: ¿Qué se le ofrece?
—Veo que dejaste que la dama búho te haga enojar —señaló la demonio del espejo con las manos juntas—. Solo recuerda lo que el emperador Belos te ha prometido.
Lilith apartó brevemente la mirada, e inclinándose con los ojos cerrados y la palma diestra en el pecho, dijo:
—La capturaré, madame. —Se inclinó con los ojos cerrados y la palma diestra en el pecho—. Tiene mi palabra.
Kikimora sonrió, aparentemente debido a cierta prenda.
—Muy bien.
Una vez cortada la transmisión, Lilith miró su reflejo.
—Tus días están contados, Edalyn.
«Igual que los nuestros, madre», pensó Satan, tras un último azote en su ahora marcada y rojiza espalda.
