Cambio de cuerpos Parte 2

Luis/King caminaba por las calles, cuando tomó unas gafas de sol color rojo, y posó con ellas, luciendo lo más "cool" posible.

—Mira ese pequeño bebé —lo arrulló una voz femenina— Es muy adorable.

—¡Detente ahí!

Luis/King se dio la vuelta para toparse con...

—Un guardia del emperador —susurró para sí mismo, notando cierto símbolo triangular dorado en el atuendo.

—Creíste que podías salirte con la tuya, ¿verdad?

—Espere, ¿de qué está hablando? —le preguntó Luis/King, bajándose un poco las gafas.

Para su sorpresa, el guardia se llevó las manos a las mejillas sobre su máscara y, mirándolo con ternura, dijo:

—Has violado la ley de la ternura~ —Le tendió una paleta morada—. Y tu castigo será comerte este rico dulce~

Luis/King tomó dicha golosina.

—Muchas gracias, señor guardia —le agradeció, fingiendo una voz tierna. Luego, cuando un perro lavanda de varias cabezas (que acompañaba al guardia) se le acercó a olfatear su golosina, agregó en un susurro—: Consigue la tuya, pulgoso, multicéfalo.

Y tras alejarse, los arrullos comenzaron nuevamente a lloverle por montones:

—Aw, qué lindo angelito.

—¿No es tierno?.

—Podría comérmelo, Ji Ji.

—Encantador.

«Ser King parece fácil», pensó Luis/King, disfrutando de su paleta, «Seguro ganaré esta tonta apuesta»

De pronto, alguien se atravesó en su camino, obligándolo a detenerse.

—¿Uh?

Tenía ante él a un par de ancianas; una tenía el pelo puntiagudo de color gris pardusco, ojos azules gastados, piel pálida, orejas puntiagudas, un lunar junto a la barbilla y llevaba una camiseta sin mangas con cuello de color rosa intenso encima de una camiseta de manga larga a rayas de color rosa pastel/azul, unos pendientes de corazón, y un delantal amarillo con la palabra "café", mientras que la otra, también tenía la piel pálida y orejas puntiagudas, pero con mejillas regordetas caídas, una verruga en la mejilla derecha. Vestía el mismo uniforme que su amiga, solo que con una redecilla en la cabeza por la que se asomaba un mechón de su castaño cabello, y unos anteojos azules con bordes rosas.

—¡Oh, Dottie! Mira este pequeño pastelito perdido.

La anciana delgada le tendió los brazos a Luis/King, y lo levantó mientras este protestaba:

—¡Ey, no estoy perdido, viejas rarófilas!

—Pobre bebé.

Lo recostó por su brazo izquierdo.

—¿Necesitas que te preparemos una comida deliciosa?

—No, no necesito que nadie…

La anciana le rascó la barriga con el índice diestro.

—Oh, ¿caricias en la barriga? —Luis/King comenzó a relajarse—. ¿Saben algo? Tal vez sí estoy perdido. Llévenme lejos, señoras.

Se marcharon por un callejón, y Luis/King sintió que algo olía mal…

Llegaron a una cafetería que era un lugar repleto de pequeñas criaturas demonio que entretenían a los clientes que los alimentaba y mimaba a cambio.

—Bienvenido a nuestro café gatito —le dijo la anciana delgada al entrar—. Este es nuestro pequeño refugio para angelitos como tú.

Luis/King no pudo evitar fijarse en una criaturita demonio parecida físicamente a él, que usaba un vestidito de lunares rosa, una blusa blanca de manga corta con una fresa estampada, y un sombrero rosa/verde, sacándose una selfi con una demonesa araña en un sofá.

—¿Esa es Queen?

—Verás, algo tan preciado como tú debe ser muy cuidado ¡Boop! —La anciana le picó la nariz, para después pasar por la mesa donde unos clientes jugaban con Queen y lo que parecía ser un gatito demonio, al que dieron de comer unos cupcakes—. Solo tendrás que preocuparte por cuantas caricias en la barriga quieres o cuantos deliciosos ñam ñams vas a comer.

Puso a Luis/King en una cuna, y Dottie le entregó a este un cupcake.

—Bueno, mi alarma de raros está sonando, pero no puedo negarme a un ñam ñam.

—Este es un lugar seguro. Un lugar limpio del mundo exterior —señaló con el pulgar zurdo hacia un cartel en forma de cabeza de gato índigo que decía "No se permiten Meow-dolescentes"—. Y de esos adolescentes que lo ensucian. Duerme una linda siesta, mi querido y bienvenido a tu nuevo hogar.

Las ancianas se alejaron, y Luis/King pareció sospechar, pero luego se comió el cupcake, diciendo:

—Ser adorable es lo mejor —Tragó, bostezó y, tras agarrar una almohada, se acostó en la cuna—. Hora de dormir.

De pronto, una sombra se cernió sobre él cuando escuchó un...

—Ñaaaa.

Abrió los ojos y se asomó por el borde de la cuna, solo para encontrarse con Queen.

—¡Mi Rey!

La "reina de los demonios" saltó a la cuna para abrazarlo dulcemente.

—Me da tanto gusto ver... ¡ÑAA!

Luis/King la empujó contra el piso.

—Veo que sigues enojado por...

—Bebé demonio —interrumpió la cantarina voz de cierta anciana a la apenada "reina de los demonios", desde el otro lado de una puerta, cuyo letrero decía "solo empleados"—. Tengo una sorpresa para tí.

—¡Abandonemos este lugar! —Queen volvió a saltar a la cuna, y agarró a Luis/King del collar—. ¡El peligro está cerca! Espera... —Pareció notar algo al mirarlo a los ojos—. Tú no eres King.

La puerta se abrió, y Queen salió corriendo cuando las ancianas regresaron.

—¡Ñaaaaaa!

—Un obsequio para nuestro nuevo demonio más lindo.

La anciana delgada le tendió un pequeño disfraz de abeja, y Luis/King entrecerró los ojos.

—Bien, me iré —Salió de la cuna, y caminó hacia la puerta—. No voy a permitir que unas ancianas raras me disfracen.

—Dottie, por favor, ayuda a nuestro angelito a vestirse.

La anciana delgada chasqueó los dedos hacia su compañera, quién dejó escapar un chillido, mostrando sus puntiagudos dientes, saltó por un par de muebles y aterrizó frente a Luis/King, impidiéndole el paso hacia la puerta.

—Oh, no, cariño —La anciana delgada le sonrió, maliciosamente—. No sobrevivirás allí afuera, sin nosotras.

—Señoras, retrocedan —les advirtió Luis/King—. No dudaré en faltarle al respeto a mis mayores —Apretó los puños, y fue entonces cuando recordó que en el cuerpo de King no podía activar su poder anti-mágico—. Maldita sea. No soy el "avatar del mal" en este momento.

La anciana delgada embozó una sonrisa espeluznante.

—No, bebé —Comenzó a acercársele extendiendo la zurda—. Eres demasiado adorable.

—¡Hoy no, abuela! —dijo Luis/King, corriendo por debajo de las piernas de la anciana delgada..

—¡No!

Dottie chilló, y Luis/King entró al cuarto de empleados, bloqueando la puerta con una sillita mecedora.

—¡Déjanos pasar ahora! —exigió la anciana delgada, entre golpes—. ¡Aún no es el momento para que estés allí!

—¡Dejen de tratarme como bebé! —protestó Luis/King.

Trás mirar dentro de la habitación, sus ojos se abrieron como platos. Ubicados en un trío de estantes y sentados en sillitas mecedoras, unos pequeños demonios en diferentes tipos de disfraces babeaban con los ojos que parecían sin vida.

—Estas vacaciones se tornaron realmente peligrosas.

—Deliciosos Ñam Ñams —murmuró babeante una criaturita demonio azul, mientras Luis/King agitaba su diestra frente a este.

—Ñaa, no te molestes, mi re... Digo, Luis.

Luis/King se sobresaltó y volteó hacia Queen, quién salió de las sombras, cerca de un trapeador.

—¿Cómo supiste que yo no era tu noviecito? —le preguntó.

—El verdadero King y yo tenemos una conexión... —respondió Queen en tono soñador, con las patas en el pecho—. Que no la sentí contigo —agregó con una risita.

—Claro —dijo Luis/King, inexpresivo—. ¿Y qué les pasó a todos aquí?

Queen se puso seria.

—Sus mentes ya no funcionan. Fueron mimados tanto tiempo que olvidaron como vivir solos. Sus cerebros se convirtieron en papilla.

Luis/King miró sus patas.

—Wow, pensé que me gustaba que me cuidaran, pero me siento tan pequeño e indefenso como una especie de bebé. Pero eso no nos pasará... ¿Verdad?

Queen arrojó su sombrero al suelo, y se arrancó el vestido enérgicamente.

—¡Jamás!

De pronto, las ancianas lograron entrar (gracias a que la delgada usó a la robusta como ariete), y ambas le gruñeron a Luis/King.

—Vete, luego te alcanzo ¡Ñaaaaaaaa!

Queen corrió hacia la anciana delgada y se abalanzó sobre su rostro, dándole la oportunidad a Luis/King de correr hacia un agujero luminoso por el que se arrastró...

—¡Oh!

Solo para terminar golpeándose por el cristal de la ventana de exposición, y aterrizando sobre una camita rosa.

—¿Eh?

Miró como un demonio verde de cuerpo redondo, con varios ojos y tentáculos (que era el pintor) se alejaba flotando, tras acabar de escribir "Mira a nuestro nuevo bebé" en la ventana.

—Oooh.

Luis/King giró la cabeza, y observó horrorizado como las ancianas lo miraban con malicia.

—¡Asombroso! Ahora todos podrán ver a nuestro mejor bebé...

La anciana delgada levantó el disfraz de abeja.

—Para siempre.

Resignado, Luis/King resopló, y en acento dominicano, dijo:

—E´to me pasó po agallú.