La mirada de Aome fue directamente a los ojos dorados de Inuyasha, ella estaba aliviada al verlo bien, vivito y coleando. Pero debía ser fuerte; sin embargo, no lo era simplemente aprovechó y abrazó a ese chico mientras sollozaba en silencio escondida en su pecho.

—Creí que... creí que habrías muerto — musitó la joven soltando sus lágrimas.

—Ya te dije he salido de peores este fue un simple bache — mencionó el chico —, me gusta tu aroma... es como el limón.

—Veo que eres un hanyō como yo. — ella siguió llorando en su hombro —me gusta tu cabello y tus ojos dorados.

—Oigan... — Toga llamó —vine a saludar a tu padre.

—Sí, adelante señor Taisho — Aome le indicó para que entrara.

La tensión que los dos chicos sentían se disipó cuando los adultos comenzaron a reír por todas sus ocurrencias en años anteriores, Naomi trajo refrescos junto a Sayuri mientras los dos hanyōs con orejas estaban sentados en el borde de la ventana observando la inmensidad de la ciudad de Tokio.

—Entonces — Aome miró al chico —¿No te pasó nada grave?

—El hospital del amigo de mi padre, creo que él se llama Jinenji, tampoco da la cara, dieron el parte a mis amigos de que fue un infarto — Inuyasha sonrió levemente —lamento haberte preocupado, Kagome. He estado pensando eso de ser prometidos y la verdad es que no me lo creería si no lo fuéramos, mira a nuestros padres.

—Es verdad los dos se llevan bien — dijo la joven moviendo sus orejas —me sentí abrumada al no saber nada de ti.

—Te comprendo, Kagome — mencionó el muchacho —necesito mejorar mis habilidades. Sí, puede que no haya peligros pero nunca se sabe con este tema de los Youkai y los hanyōs y demás.

—Hablando de eso, deja hablo con papá para ver cómo lo hacemos — Aome se metió a la casa.

Tras un rato de espera Aome regresó al lado del joven hanyō que la visitaba entre el silencio de los dos chicos que era muy tranquila a diferencia de la tensión que ella sentía con Miroku, el ambiente con él era más pacífico.

—Inuyasha — Taisho llamó a su hijo —ve a casa y haz una maleta, saldremos a carretera mañana temprano.

(...)

En uno de los bastantes cafés de Tokio estaba una chica de cabello negro atendiendo a un hombre que rondaba los veititantos años de edad, aquel sujeto destacaba al ser albino y tener ojos dorados. Aquella chica siempre sonreía mientras de fondo el Erhu de un instrumentista sonaba en el escenario pequeño de aquel lugar.

—Rin — llamó una de las camareras —parece ser que ese señor sólo te agrada tu compañía.

—Es normal — Rin sonrió ampliamente —, el señor Sesshomaru es alguien de pocas palabras. No como su hermano menor, el joven Inuyasha.

Al lugar llegó una motocicleta negra conducida por un joven moreno, de cabello largo, fornido y de unos brillantes ojos azules. Él cruzó la puerta del establecimiento encontrándose con Sesshomaru en la misma mesa que compartían, desde lejos Rin preparaba los pedidos para los dos comensales de peculiar apariencia quienes parecían dedicarse miradas asesinas.

—Creería yo que son miembros de la Yakuza — murmuró uno de los clientes.

—¿Que haces aquí, Koga? — preguntó Sesshomaru.

—Vine buscando pistas — mencionó el tal Koga —¿Y tú qué haces aquí? Esa chica llamada Rin tiene quince años y tú veinte— le habló en voz baja.

—Lo sé — el albino miró hacia afuera —¿Que sabes de Inuyasha y su novia?

—¿Kikyo? — el pelinegro ladeó la cabeza

Sesshomaru pensó "imbécil" mientras llevaba una mano a su frente mientras trataba de contener la vergüenza de tener que compartir la mesa con Koga, era rudo y hábil para otras cosas pero como observador era pésimo.

—No — el hombre miró al joven —Kagome Higurashi, otra chica hanyō.

—¿Ella? No sé...

—Ella está yendo a la misma escuela que Rin — mencionó el peliblanco —pero veo que contigo no se puede hablar.

—Por esa actitud tan prepotente no puedes tener novia — Koga lo encaró.

—Eso me da igual — el albino pagó su café y se marchó de allí.

Antes de salir del café miró una última vez a Rin de soslayo, ella se sonrojó al ver cómo esos ojos de oro y fríos la miraban cuando caminaba a la salida del edificio donde se encontraba. Aunque esa chica llamada Rin tuviera quince años se notaba algo mayor para su edad, era más alta que la media y hablaba con mayor propiedad aunque nadie sabe lo que carga en su equipaje. Unos sueños y esperanzas y otros un pasado complicado.

A la noche ella regresó a su departamento, se quitó los zapatos y entró a este, no era muy grande y contaba con todo lo que ella necesitaba. En el suelo había un gatito de color blanco el cual aguardaba luego otro gato pero de color negro apareció de la nada tumbando una botella plástica de agua. Un rato después llegó una muchacha junto a una señora a la casa, esa chica tenía su cabello atado en dos trenzas que colgaban en su cabeza.

(...)

Entre tanto Sesshomaru se encontraba sentado en un parque alimentando algunas palomas mientras recordaba el rostro de esa chica llamada Rin, el silencio del hombre mantenía en vilo a los que transitaban por esa zona.

Entre la multitud transeúnte, Sesshomaru alcanzo a ver a una familia disfrutando con su familia le fue imposible no recordar cuando él llevaba su hermano Inuyasha a pasear en el parque o ir a jugar videojuegos en los centros de maquinitas recreativas.

El silencio de él mantuvo su mirada tranquila aunque por dentro estaba sonriendo pensando en su hermano y también en Rin, de pronto su olfato sintió algo en el ambiente y luego miró hacia atrás encontrándose una extraña esencia que venía desde un tejado. Con sus hábiles ojos logró descubrir a su padre estando allí sentado con Inuyasha a su lado.

"¿Acaso podré volver a pelear contigo en esta época, Inuyasha?" Sesshomaru se dijo a sí mismo "colmillo explosivo y yo esperamos ansiosos por ver tus poderes nuevamente"