Una aventura, muchos engaños Parte 1
En un aula de Hexside y usando una corona de juguete que decía "Presidente", Gus celebraba una reunión de la asociación de investigación humana.
—Contemplen las maravillas del reino humano.
Señaló unos objetos sobre una mesa con la palma siniestra que incluían: un cortaúñas (rallador), un cojín sonoro (una bolsa de papas fritas con un celular como pinza), un cuenco de comida (un sombrero paraguas con hojas secas, carrete de hilo, palomitas de maíz y papas fritas), un ¿arma? (cubo rubix), y...
—Este pequeño amigo es uno de los objetos más preciados —Levantó un clip rojo—. Ayuda a compilar la sabiduría impresa, quitarse la suciedad de las uñas, y mi favorito… Imita los sonidos del océano humano.
Ejecutó el pequeño objeto con su índice diestro, antes de suspirar felizmente.
—Ahh, el reino humano es tan hermoso.
Luego, caminó hacia la pizarra.
—Estoy en lo cierto al decir que el clip es una clara evidencia del ingenio humano
Y finalmente, volteó hacia los miembros, quienes se veían aburridos.
—¿Alguna pregunta?
Cristo levantó la palma diestra.
—Yo tengo una, Augustus.
Gus amplió levemente su sonrisa.
—Soy todo oídos, Chico de los milagros.
—¿Esto es lo que el presidente de la asociación de investigación humana piensa mostrarnos como "objetos humanos"? —preguntó incrédulo, señalando todos los objetos de la mesa.
Gus levantó una ceja cuando el joven peli-largo se levantó de su asiento.
—Porque en mi humilde morada...
Se acercó, y apartó bruscamente las cosas de la mesa, asustando a Gus, quién las atajó.
—Tenemos objetos reales.
Descargó sus propias cosas, que consistían en un teléfono móvil (una piedra con números pegados), cráneo humano (un huevo con el dibujo de una calavera), y un calzado deportivo (hecho de hojas, ramas y lodo), de su mochila sobre la mesa.
Los miembros jadearon.
—Muy reales —dijo una brujita castaña del aquelarre de construcción—. ¡Yo quiero tocarlos!
—Adelante —los animó Cristo, mientras Gus colocaban los objetos humanos frente a la pizarra—. En mi club, no tenemos reglas tontas —agregó, señalando hacia la lista de reglas pegada a la pizarra.
Gus jadeó, bruscamente.
—Shh.
Acarició la lista de reglas.
—No quiso decir eso.
Miró a Cristo con reproche, y les arrebató los falsos objetos humanos a los miembros.
—¡Ey!
—¿Qué?
—¡Mmm!
—Bueno, este no es... ¡TU CLUB! —Gus azotó el falso calzado deportivo por la mesa, todavía mirando al peli-largo con reproche, antes de cruzarse de brazos—. Por suerte.
—Exacto.
Cristo miró a los miembros con una sonrisa confianza.
—¿Quién quiere que yo sea presidente?
—Mmm —gimió la demonesa ojo del aquelarre de pociones.
—¡Cristo presidente! —apoyó la brujita del aquelarre de construcción.
—Soy un votante indeciso —admitió el demonio cabra cíclope, cruzándose de brazos—. ¡Quiero tocar todos los objetos!
—Yo lo haré primero —protestó la brujita del aquelarre de construcción.
Gus agarró el "celular", y lo revisó.
—¡Estos son falsos!
Los miembros jadearon, y Cristo se estremeció.
—¿Qué?
—N-No puedes probar eso —tartamudeó Cristo, antes de respirar hondo y acomodar su cabello—. Tratas de distraer a estos especialistas en humanos —Señaló hacia los miembros—. Tienes miedo de ser expulsado. Es tu palabra contra la mía.
Los miembros se miraron entre ellos.
—Mmmm
—Ya no sé en que creer
—¡Se rompió mi confianza en Gus!
Gus retrocedió nerviosamente, y luego miró hacia atrás para ver las imágenes de los hermanos Noceda en lo que parecía ser un pedazo de periódico, en cuyo título decía "Humanos vistos en las islas hirvientes"
«El avatar del mal me mataría», pensó asustado viendo la imagen de Luis, pero se calmó al ver la de Luz, agregando en voz alta, y mirando sobre su hombro zurdo a los miembros—: ¿Qué pasaría si traigo una experta?
—Sí, claro —dijo Cristo, incrédulo—. ¿Quién podría saber más sobre humanos que nosotros?
—¿Qué les parece una humana real? —les preguntó Gus.
Los miembros se miraron entre ellos, nuevamente.
—¿Por qué lo ocultó?
—Pruebas no palabras, amigo.
—Sí, ajá —Cristo se cruzó de brazos—. Nunca trajiste a tu amiga aquí. ¿Por qué?
—Bueno, ella está ocupada, tiene un empleo.
Gus se encogió de hombros.
—Pero la traeré mañana. Te mostraré que tengo razón.
—Oh, seguro, Augustus —se burló Cristo—. Seguro lo harás.
.
.
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En la casa búho...
—Gus —le decía Luz al brujito de color, sosteniendo una caja, arrodillada sobre la alfombra de la sala, mientras Eda y Luis (quien estaba sentado en el living del lado derecho de King y Queen, quienes se apachurraban en silencio) revisaban algunos trastos de otras cajas—. Me encantaría ir a la escuela contigo, pero no puedo hacerlo —Señaló a Luis con el pulgar diestro—. Lucho me prohibió ir a Hexside.
—Nada de peros, Lucinda —intervino Luis con seriedad—. Te hice un favor. No hay nada para ti en ese tarro de bichos —Miró a Gus inexpresivo—. Sin ofender, Augustus.
El brujito embozó una forzada sonrisa, y dijo:
—Está bien. Tus insultos ya no me ofenden… Mucho.
Luz dejó bruscamente la caja en el suelo, se levantó, y miró a su hermano mellizo con el ceño fruncido.
—Bueno, me encantaría ir algún día —Se cruzó de brazos—. ¡Es mejor que soportar la tortura moral en el aquelarre del odioso!
Luis le sonrió con ironía.
—Oh, te crees inteligente, ¿eh?
Emocionados, los "reyes" dejaron de apachurrarse, para ver el conflicto entre hermanos
—¡Ñaaaaa!
—¡Pelea, pelea, pelea!
—¡Silencio, Cubones! —los regañó Eda, sosteniendo una taza azul.
Con los ojos entrecerrados y dejando la caja a un lado del living, Luis se puso de pie, y encaró a su hermana melliza.
—Primero, odioso, mi trasero, y segundo, solo trato de protegerte.
—¡No me importa tu protección, Luciano! ¡Yo quiero aprender magia! —Luz hizo un gesto hacia Gus—. ¡Y eso enseñan en Hexside!
Con las pupilas rojas, Luis hizo un amague con la diestra, como dispuesto a abofetear a su hermana melliza, pero...
—¡Corchito!
Eda lo agarró de la muñeca diestra, tras acercársele por detrás.
—Por favor —Lo miró suplicante—. No hagas algo de lo que puedas arrepentirte.
Luis respiró hondo.
—Con permiso.
Se dirigió hacia la puerta, y la abrió.
—Necesito tomar aire fresco.
Y salió, cerrando la puerta con un golpe.
—Oh, miren lo que pasó —dijo King con simpatía.
—Ñaa, ¿hacemos que se enoje aún más, mi rey? —le sugirió Queen divertida.
King le dio una lamida, haciéndola reír.
—Me leíste la mente, mi reinita.
Corrieron hacia la puerta, seguidos de Eda.
—¡Ustedes no harán nada de eso!
Una vez a solas con el brujito de color, Luz suspiró exasperada, antes de sentarse en el living, apoyada sobre sus codos.
—Luz... ahora que Luis no está aquí, tú...
Gus dudó.
—Podrías aprovechar este "incidente" para emanciparte.
Luz lo miró sorprendida.
—¿Quieres decir que lo desobedezca?
—Si eso es lo que deseas. Y sin pensar en las consecuencias
Luz desvió la mirada.
—No lo sé, Gus...
—La incertidumbre es el primer paso hacia la autodeterminación —dijo Gus, sabiamente—. El valor llega después.
Luz sacudió la cabeza, como si quisiera aclararse.
—¿Qué debería hacer?
—¿Qué quieres hacer, Luz?
—Yo... ¡Quiero visitar hexside!
De pronto, Luz lo agarró de cuello, sacudiéndolo contenta.
—¡Sí, sí, sí! ¡Claro que estaré allí mañana! —Se paró en el sofá, y se puso a saltar, haciendo gestos—. ¡Gus, será genial! Iré a ver la escuela y salvaré al presidente,
—¡Genial! Te veré mañana.
Tras salir por la puerta, Gus vitoreó;
—¡Sí! ¡Lo hiciste!
Hizo su "danza de la victoria".
—¡Gus Lo hiciste! ¡Gus, eres listo, el mejor!
—Lindos movimientos, amigo.
Miró por encima de su hombro izquierdo, y se asustó al ver a Hooty.
—¡Ah! Siempre olvido que estás ahí
—Yo también lo hago.
Hooty inclinó un poco la cabeza, sonriéndole.
—Boop.
Gus no hizo otra cosa que volver a sonreír.
—Esto va a funcionar después de todo.
