Cuando empezó a llover aparecieron Hiroyuki y Toga para ver cómo se encontraban sus hijos, grata sorpresa se llevaron cuando vieron que ese sujeto quien ambos conocían bien ayudó a sus muchachos. Aun así se acercaron a él tratando de mostrar hostilidad hacia él, Inuyasha y Aome se alejaron lentamente de ese lugar esperando y rogando al cielo que no tuvieran una batalla esos tres hombres que eran youkais.

—¿Sabes que acercarse a dos jóvenes indefensos está mal visto? — le preguntó Taisho.

—Si le llegas a poner un dedo encima a mi hija te juro que vas a pagarla muy caro — Hiroyuki acortó el espacio para observarlo molesto y lo agarró del cuello de su camisa —¡más te vale no haberte propasado con mi hija, Kirinmaru!

—¿Así saludan a su amigo Kirin? — él de cabello rizado sonrió de medio lado —no me imaginé ver a sus cachorros tan pronto.

—Lo sé — dijo Hiroyuki con tensa calma —ahora como nos invitaste a comer, vamos. Pero tú pagas.

—Qué carácter, eres igual de gruñón que Toga — el mencionado le metió un coscorrón —¡oye!

Caminaron bajo la lluvia hasta llegar a un pequeño café con música en vivo, cuando ese tal Kirin abrió la puerta todos los asistentes al lugar quedaron pasmados al ver la entrada de aquel imponente hombre al lugar.

—¡Ey! Sean civilizados, tenemos visitas — exclamó Kirin.

La música siguió sonando y el restaurante estaba lleno de referencias a lugares de América del Norte, Central y del Sur; desde un letrero de la ruta 66 hasta un sombrero aguadeño pasando por una ruana hasta un sombrero de gaúcho. Una foto del desierto de Atacama donde aparecía Kirin hasta una fotografía de un Jeep Willys en la que Toga Taisho se había subido.

—Les diré la verdad yo creo que a unos muchachos les encantará conocer a los cachorros de Toga y Hiroyuki — habló Kirin entrando al lugar.

El grupo se acercó a una mesa donde estaban otros Yokais, una mujer de tez pálida y de larga cabellera amarrada en una coleta baja blanca vestida con un kimono negro de flores; a su lado otra mujer de tez blanca sin ser muy pálida, cabellera larga blanca atada en dos coletas, ojos dorados cuyas ropas eran más occidentales en tonos morados.

Y finalmente un pequeño zorrito sentado en el hombro de la de coletas de cabello anaranjado, kimono azul con naranja y una frondosa cosa

—¿Ella no es la madre de Sesshomaru? — Inuyasha preguntó confundido.

—Vaya, es bueno ver al hijo menor de Toga — mencionó la de ojos dorados —¿Un hanyō? No es sorpresa, es porque Toga de enamoró de una humana.

—Oiga no entiendo, señora...

—Irasue — la madre de Sesshomaru le sonrió —querido hanyō.

—No entiendo por qué papá tuvo dos hijos y aun así sigue con mi madre — mencionó el chico.

—Podríamos decir que fue como una aventurilla de jóvenes — mencionó Irasue con una sonrisa —, además como la señorita que ves aquí a mi lado cuyo nombre es Zero quiso quedarse con Toga hace muchos años.

—¿Qué diablos te pasa? Te recuerdo que una humana casada se quería robar a mi hermanito Kirinmaru — Zero se rio.

—¿Y qué hiciste? — preguntó Aome.

—Le robé a su marido

Todos soltaron una carcajada menos Inuyasha que parecía algo incómodo, mientras que Aome estaba tranquila al lado del resto de youkais aun cuando ella fuera un hanyō. En ese momento Kirinmaru y Toga notaron la extraña actitud del joven hanyō que salía del restaurante, el de cabellera rizada y escamas en su parte derecha del rostro observó a sus dos amigos, Taisho y Higurashi asintieron al mismo tiempo.

Kirinmaru siguió a Inuyasha por las calles hasta encontrarlo en la cancha donde se había divertido con Aome.

—¿Qué te ocurre, chico?

—Es que no sé... me siento fuera de lugar aquí — mencionó el hanyō.

—Era eso... ya entiendo — Kirinmaru lo miró de reojo —¿extrañas tu casa, tu madre, tus amigos?

—No es eso — murmuró el albino —es sólo que me siento como... como un monstruo entre humanos pero esta vez es al revés, me siento más como un humano que como un hanyō.

—Entiendo — el youkai de cabello rizado se sentó junto a él —imagino que es porque siempre has vivido rodeado de humanos. Créeme es difícil aceptar el cambio, pero no es malo. Mira a la cachorra de Hiroyuki, se mueve como pez en el agua.

—Desearía haber venido aquí hace tiempo y adaptarme a esta forma — Inuyasha dijo en voz baja.

—Me gustaría saber si en tu casa está colmillo de acero — habló el hombre con curiosidad —es que según Taisho él había dejado su espada en manos de tu madre.

—Sí, allá está — contestó el muchacho —, de hecho siempre me ha gustado más el Kyudo... es decir tiro con arco.

Kirinmaru sonrió al verle más animado al hablar de su deporte favorito que no era el ciclismo, Inuyasha mantuvo su sonrisa que recordaba a alguien más, era tranquila como un manantial.

—¿Eres bueno? — cuestionó el youkai.

—¿Bromeas? Soy el mejor — dijo el chico muy emocionado.

Kirinmaru se levantó y se marchó hacia el cobertizo de esa cancha y de él sacó un arco con un carcaj lleno de flechas, también traía unas botellas de plástico vacías para luego colocarlas en el barranco donde al frente de la entrada. Inuyasha recibió de parte del hombre el arco con las flechas.

—Muéstrame — exigió Kirin —¡Ahora!

Inuyasha sonrió tomando el arco y una flecha, y a más de cincuenta metros logró impactar el proyectil en el plástico del recipiente que cayó al suelo. Siguió disparando flechas demostrando su gran puntería, el muchacho seguía disparando hasta acabar sus flechas; la última de edad flechas estrelló contra manzana colgando en un árbol.

—Te lo reconozco — Kirin sonrió ampliamente —eres muy habilidoso en la arquería. Bueno, creo que me recuerdas a alguien pero no sé a quién.

—¿Qué? Nah, no te creo — él respondió recogiendo las flechas —, es coincidencia.

—No sé — mencionó el youkai — pero en serio tú me recuerdas a alguien en esa posición cómo disparas el arco, no sé... algo me dice que te conozco de alguna parte.

—No creo talvez sea porque... sea famoso — el chico se rio nervioso —he estado en torneos nacionales e internacionales, es todo.

—De acuerdo — el hombre mantuvo la calma.

Durante un rato más Inuyasha se quedó en silencio observando el paisaje de la montaña, durante ese trance en el que estuvo el joven hanyō se le vino a la mente la imagen de Kagome, pero era distinta a la que conocía, era una mujer vestida con ropas de otros tiempos, llevaba un arco y un carcaj lleno de flechas.

(...)

Mientras estaba en el hotel Hiroyuki estaba confeccionando un traje junto a Zero para Kagome la que estaba dormida en el cuarto de hotel, la hanyō estaba inquieta como si estuviera preocupada por algo en su mente. Aunque las visiones fuera cada vez más claras ahora ella empezaba a ver desde la perspectiva aquel hombre mitad demonio, ahora mismo ella veía en primera persona una gigante espada en su mano derecha.

De pronto ella despertó agitada con sus instintos de supervivencia al límite, tronó sus nudillos pero al momento de ver a Zero y a su padre allí tan tranquilos tomando un café mientras la mujer Youkai tejía a mano un extraño traje idéntico a los que se usaba en ese entonces, en el periodo Sengoku.

—¿Te sientes bien? — preguntó Hiroyuki observando a su hija.

—¿Señorita Zero? ¿está todo bien? — la chica preguntó confundida.

—Bueno hija aquí comienza la parte final de tu entrenamiento — mencionó el Youkai —, mi amigo Kirin te entrenará.

—Está bien pero necesito hablar con Inuyasha — la joven se levantó de la cama enérgica.

—¿En serio? Pero creo que él está dando un recorrido — Zero ladeó la cabeza confundida.

—¡Ket! ¿Que no entiende? Necesito hablar con él ahora — Aome saltó por la ventana.

Hiroyuki sacó una sonrisa pero por dentro él sabía que el sello de su alma aún no se rompía por completo, en apariencia estaba risueño y muy tranquilo mas el caso es que realmente estaba preocupado por su hija.

—Tranquilo, está en la edad de la rebeldía — mencionó Zero terminando de cocer —está listo... ¿Hiroyuki?

"Esa chica... estoy segura que la he visto antes" pensó la mujer.

El youkai pelirrojo se había transformado en un gigantesco perro de pelaje negro con ojos rojos, una luna menguante —como contraparte de la creciente de Sesshomaru— y voló por el cielo persiguiendo por todo el pueblo en busca de su hija.

"Aome... tu alma pertenece a alguien más pero a la vez es tan tuya como tu vida" pensó el poderoso youkai "fue decisión de a quien pertenecía esa alma de reencarnar en ti"