A las afueras de Yokimura dónde se alzaba imponente un templo Sintoista de varios siglos de antigüedad un sello de papel comenzaba a ser arrastrado por la lluvia fuerte e incesante de aquel lugar.

Cuando el pergamino voló hacia otro lugar una inmensa criatura emergió desde el suelo, tenía forma de ciempiés, con torso y rostro humano. Volvió bajo tierra y se fue directo hacia las montañas dónde se encontraban los chicos hanyou.

Dentro de la cabaña ya al amanecer Inuyasha y Aome se encontraban haciendo determinadas labores como limpiar ese lugar, o preparar el desayuno en caso de la chica. Aunque aún su pierna dolía podía mantenerse más tiempo de pie y eso a Inuyasha le causaba tranquilidad.

—Creo que esta vez me quedó mejor el desayuno — dijo Aome contenta —Inuyasha.

El chico movió sus orejas para oír de dónde venía la voz de su compañera y justamente esta vez su olfato le hizo darse cuenta que efectivamente ese aroma tan rico venía desde la cocina. Inuyasha recibió agradecido con los alimentos que la chica había preparado con esmero.

—Gracias por la comida — el chico sonrió levemente.

Él probó la comida que consistía en sopa de miso, un tazón de arroz y pescado asado; sus ojos se abrieron grande al momento de sentir el agradable sabor en su boca del arroz y el pescado pero la sopa estaba algo más salada de lo que le gustaría pero no era demasiado.

—Wow, Aome cocinas delicioso — Inuyasha le sonrió ampliamente —gracias por la comida.

—No es para tanto — dijo la chica quitándose mérito —la comida de anoche me quedó horrible.

—¡Bah! tonterías, arriba ese ánimo, Aome. Todos cometemos errores — el chico sonrió alegre.

Esa sonrisa que esbozaba el chico hacía sentir seguro a cualquiera que estuviera en su círculo, inmediatamente la imagen de aquella joven que era idéntica a ella vino a su mente sobreponiéndose en la figura de Inuyasha. Aome estaba perpleja, pero bastante más relajada al ver que sí tenía alguien con quién contar; ella soltó una sonrisa orgullosa que la hacía ver bastante arrogante.

De pronto la mansión se movió como si hubiera habido un sismo, pronto Inuyasha se tiró al piso olfateando algo debajo de la tierra que no le agradaba. Era una mezcla entre olor a incienso y carne podrida; los movimientos de tierra aumentaron dramáticamente hasta volverse un terremoto y del suelo emergió, rompiendo hasta el techo una criatura con forma de ciempiés con torso humano femenino aquella criatura que salió de aquel santuario.

—¡Entrégame! ¡entrégame la perla de Shikon! — chilló esa bestia.

—Dijo perla de Shikon — Aome quedó atónita.

—A un lado — Inuyasha empujó a la chica y el insecto gigante golpeó al chico.

—Inuyasha — gritó la hanyō.

Inuyasha dió varios giros hasta chocar contra una pared rompiéndola y cayéndosele encima. La criatura se rio de forma escandalosa sin darse cuenta a tiempo que su contrincante que ahora es Aome empezaba a tronar sus nudillos uno a uno mientras sus uñas ahora se volvían afiladas garras, la chica miró al inmenso insecto con una sonrisa de oreja a oreja mientras la ira la consumía de a poco.

—Gusano — pronunció la chica sin tapujos tronando sus nudillos —, ¡odio los insectos y mucho más a una cosa fea cómo tú!

La chica se lanzó con todo contra aquella criatura y usando sus garras y el peso de su chaleco logró cortarle tres de los seis brazos a esa bestia. Cuando Aome aterrizó en el suelo miró de reojo la piedra donde estaban las espadas y ahora sólo había una, la espada de hoja negra y detalles rojos.

—¿Ya estás extrañando a tu novio? Pero qué patética eres — se mofó aquella criatura.

—Nadie me llama patética, gusano

Nuevamente Aome usó sus garras para desgarrar parte de la bestia pero esta fue más rápida y la atrapó de su pierna lastimada con su boca, furiosa en un intento en vano de zafarse cayó al suelo perdiendo el conocimiento.

Inuyasha se movió debajo de los escombros mientras sentía algo en su mano izquierda, luego se los quitó de encima para darse cuenta que estaba allí el colmillo de acero entre sus dedos, enfundado, formando una barrera a su alrededor.

—¡Aome! — gritó el chico al notar que no estaba.

Miró a su alrededor encontrándose con un arco y varias flechas, sujetó el Colmillo de Acero en su cintura y se colgó el arco con el carcaj en su espalda. Rápidamente salió de la cabaña colina abajo siguiendo el olor a sangre que desprendía Aome, finalmente la encontró; a la orilla de una carretera de tierra aquella criatura en forma de ciempiés se abalanzaba contra su amiga fue allí que él se armó de valor y tomó una flecha, la puso en su arco y disparó hacia aquella criatura.

—¡Es ese resplandor! — gritó el chico cuando vio un brillo plateado.

La flecha adquirió un tono violeta pálido sorprendiendo a Inuyasha, cuando pasó silbando al lado del monstruo la hizo retroceder y mirar hacia el joven de cabello blanco.

—¡Oye! — exclamó el chico —¡Nunca te perdonaré lo que hiciste! ¡Te odio!

"¿Quien es ese niño? Fue capaz de soportar la caída de una pared sobre él y es capaz de usar flechas sagradas sin ser afectado por ellas" pensó la mujer ciempiés.

—¡Aunque te disculpes no te perdonaré! — gritó el chico soltando la segunda flecha.

Esta vez la flecha sí dió en el blanco purificando de cabo a rabo aquella criatura que desapareció sin dejar más rastro que una extraña esfera de color blanco en el suelo. Aome se puso de pie tras recuperar la consciencia; vio a Inuyasha armado con el colmillo de acero que estaba en su cintura, un arco y un carcaj con una sola flecha y alguna extraña fuerza hizo que se sintiera más segura a su lado, quería tomarle una foto pero no usaba celular.

—¿Estás bien? — él le preguntó —¿Te duele algo? ¿Estás sangrando?

—Otros días más de reposo — murmuró la chica —gracias — él la levantó.

—Iremos con nuestros padres — Inuyasha sonrió —. Estoy feliz que no te haya pasado nada malo.

—Lo siento — musitó la chica escondiendo su rostro —te volví a poner en peligro.

Inuyasha le sonrió aliviado a una chica que estaba estresada por ese intenso momento en aquel bosque; aquel gesto, simple pero hermoso hizo que el turbulento corazón de Aome se calmara por un instante mientras regresaban al pueblo.

Una mirada seria de parte de Hiroyuki a Inuyasha hizo temer lo peor a Aome pero al ver a su retoño estar bien aunque con una herida en el abdomen siendo tratada por Zero se mantuvo en silencio sin decir una sola palabra.

Cuando Inuyasha se acercó aquella esfera blanquecina repentinamente su ojo derecho brillo en un tono dorado intenso, como si fuera una reacción a esto o lo que haya sido; Kirinmaru estaba serio apoyado en el marco de la puerta, si esa aparición significaba un nuevo conflicto estaba más que listo para enfrentar lo que venga.

—¿Qué fue lo que pasó allá? — Hiroyuki habló seriamente.

—Bueno una bestia apareció en la mansión y...

Durante los siguientes minutos Inuyasha relató lo sucedido rato antes en la montaña donde estaban los dos hanyōs. Además mostró a todos los allí presentes una esfera de color blanco brillante casi como el color de la plata, algo le hacía sentir como si fuera algo importante.

—Luego esto apareció en el suelo — él mostró la esfera a Kirinmaru —parece ser que algo reacciona en mi ojo derecho cuando la acerco.

—No creo que sean esas cosas — Zero terminó de vendar a Aome —bueno tengo una teoría y es que posiblemente sean perlas arcoíris.

—¿Cómo me saco la del ojo? — Inuyasha preguntó.

—Haz que se atraiga con la plateada — aconsejó Kirinmaru.

Inuyasha hizo lo que le dijo el hombre y una esfera dorada salió de su ojo derecho cayendo sobre la palma de la mano, el muchacho miró de soslayo a Hiroyuki Higurashi como si estuviera éste guardando un secreto a voces.

—¿Para qué sirven? — cuestionó el muchacho.

—Para lo mismo que un auto sin motor — Kirinmaru se mofó —recuerdo que los cuatro hace cuatrocientos años nos peleamos por estas cosas dizque elevaban los poderes Youkai.

—¡Sí! Es verdad... nos tomaron del pelo — el Higurashi se rio.

—Pero algo me pareció curioso — el hanyō se sentó en el sillón —¿por qué fui capaz de lanzar una flecha y esta se volvió morada?

—Podría ser que fue una flecha sagrada — Hiroyuki habló con calma

El padre de Aome miró al muchacho que tenía una expresión de confusión en la cara, era distinto a lo que había visto pues normalmente los demonios más débiles eran rápidamente purificados por ese tipo de energía pero que uno lograra manifestarla y, aún más, infundirla en un objeto daba fe de la capacidad de Inuyasha.

—Debe haber una respuesta para esto — dijo Inuyasha poniéndose de pie.

—Lo que sabemos es que este lugar es peligroso para ustedes dos — Hiroyuki mencionó —, vi que mejoraste rápidamente tus habilidades Aome pero no fuiste capaz de sacar esa espada que dejé en la roca.

—Colmillo de acero protegió a Inuyasha y él me protegió — Aome se levantó de la cama —me doy por bien servida. Aunque no entiendo por qué la espada no quiso salir de allí cuando estaba en riesgo.

—Al parecer eso se debió a que la espada no sintió conexión contigo — Inuyasha dijo con calma —, ¿cuántas espadas tiene, señor Higurashi?

—Tengo tres espadas y quise dejarle la más poderosa a mi hija pero no sé qué pasó — el hombre se enserió.

Más raro Hiroyuki dejó sus tres poderosas armas sobre el suelo, entre ellas estaba la de hoja negra con detalles rojizos, una con un dragón en su base y una katana sencilla cuya empuñadura era de un vibrante rojo carmesí.

—¿Estás olvidando algo? — Zero preguntó confundida.

—Cierto — Hiroyuki se quedó completamente perplejo.

Zero puso dos trajes que se notaban, en apariencia, viejos y que calcaba el estilo de ropa del periodo Sengoku. Cuando Aome tocó el traje de color rojo y de inmediato vio más visiones de tiempos antiguos ella pensó que a Inuyasha le podría quedar mejor ese traje rojo que a ella. Entonces se lo lanzó al albino, él quedó intrigado por la acción de la joven y justamente él sin duda conocía esa clase de ropa.

—¿Es tela de ratas de fuego? — Inuyasha cuestionó.

—¿Quién te lo dijo? — preguntó Toga ladeando su cabeza.

—¡Oh! Bueno, lo intuí por el cuento de la princesa Kaguya — él se rio en voz baja —¿Y ese otro?

—Seda de esmeralda — respondió Zero —, es más común en trajes femeninos con un tono verde. Perfecto para la querida Kagome.

—¡Oh, no! Claro que no — exclamó la chica negándose rotundamente —¡El verde no me va! Además con mi cabello tornándose más rojizo... pensaría que me vería muy navideña.

Todos soltaron una carcajada y Aome estaba con ganas de golpear al primer incauto que la hiciera enfadar, entonces Zero durante los siguientes cuatro días estuvo confeccionando un nuevo traje para Aome durante esos cuatro días Inuyasha era entrenado por su padre para poder dominar a colmillo de acero y aunque le costaba ya podía hacer lo más básico.

—Bien, ahora concéntrate y olfatea el lugar al que debes cortar — Toga se alejó del bosque —cuando dos torrentes de energía demoniaca choquen entre sí ahí es cuando tú deberás cortarlas. Ensaya.

—¡Ay, es más fácil decirlo que hacerlo! — exclamó el menor.

El chico suspiró profundamente y se concentró, de pronto cientos... no, miles de monstruos que atacaban la aldea en noche de luna nueva salieron de entre los árboles. Fue allí que Inuyasha olió aquel torrente que si papá decía, colmillo de acero retumbó y el chico hizo caso cuando cortó aquella abertura provocando que una poderosa ráfaga de energía demoniaca saliera disparada y desintegre todos esos Youkai de bajo rango.

—Lo hice — Inuyasha sonrió incrédulo.

—Eso es apenas la punta del iceberg — Toga le sonrió —, colmillo de acero tiene más habilidades de las que tú puedes imaginar. Por ejemplo.

Colmillo de acero parecía tomar consciencia propia al momento de tornarse de aspecto similar al diamante, Inuyasha se quedó atónito por la apariencia de su espada; posteriormente el arma adquirió una forma con escamas de dragón y por último se volvió completamente negra como el mismísimo cosmos en su máximo esplendor en la inmensidad del vacío.

—¡Wow! — exclamó Inuyasha observando la espada —, aparte de ser gigantesca es... en serio, en serio, en serio... poderosa.

—Tenemos dos semanas para que la logres dominar — mencionó Toga —, si no tuvieras un guía a lo sumo tardarías unos dos años en dominarla. Eso sí, también necesitarás pulir tus habilidades espirituales. Debo decir que eres posiblemente más fuerte que Ryukotsusei.

—¿Ryo... qué? — cuestionó el muchacho guardando a Colmillo de Acero.

—Espíritu dragón, fue una bestia muy antigua que me dio muchos problemas — explicó el hombre —logré sobrevivir. El resto son cosas distintas que no vienen al caso.

—Para que logres dominar tus poderes espirituales te haré una prueba — Toga habló con calma —, como verás este pueblo está rodeado de montañas y bosques. En esas montañas existen cuevas naturalmente, entonces tú irás allí a esas cuevas para que fortalezas tu sentido del olfato y deberás purificar a un peligroso espíritu que ahí se encuentra.

—¿Y Kagome? — preguntó el chico preocupado por su amiga.

—Ella sigue esperando su traje — respondió Taisho —ahora ella está entrenando con Hiroyuki.

El silencio de Inuyasha delataba su intriga por cómo estaría su amiga aunque por dentro estaba segura de que estaba bien, un rato más tarde el joven emprendió su viaje siguiendo aquella bestia que se encontraba en alguna cueva dentro de la espesura montañosa de aquella región central de Japón. Claro que sentía miedo porque hasta apenas hace tres meses era humano y ahora era un hanyō que recientemente había roto su sello.

—Esto... — tragó saliva —es un poco peligroso pero tengo que darlo todo.

Se adentró en la profunda caverna armado únicamente con la linterna de su celular para poder ver su andar, fue en ese momento que sus sensibles orejas y potente olfato comenzaron a indicarle el camino. Parecía usar la ecolocalización y el olfato a falta de su visión, guardó la linterna y se dejó guiar por sus demás sentidos; de pronto en una pequeña abertura de la caverna encontró luz y detrás de él una enorme cabeza de gato se aproximaba.

Inuyasha dio media vuelta al sentir un olor extraño acercándose a él y gritó del susto al ver a esa criatura.

—Largo — esa voz sonó distorsionada, rasposa y grave.

—¿Q-qué eres tú? — Inuyasha preguntó sujetando a colmillo de acero.

—¡Soy el guardian de este lugar y tú no eres bienvenido! — exclamó.

Inuyasha sacó el colmillo de acero y se preparó para lo peor, estaba espantado no por el gato si no porque no sabía lo que le esperaba; cuando sujetó firmemente su katana gigante y esperó a que sus energías demoníacas chocaran fue grande su sorpresa cuando su espada se encogió.

—¿Qué? — Inuyasha dijo estupefacto —ya entiendo... Eres tan débil que ni siquiera puedo usar el viento cortante.

El muchacho enfadado golpeó a la cabeza de gato que se transformó en un pequeño felino con cara humana, no daba miedo más bien era tierno para el inu-hanyō.

—¿Cómo descubriste mi truco?

—Chaparro del demonio — Inuyasha le dió varios coscorrones —¡Me metiste un buen susto! — exclamó el chico.

—¡Auch eso dolió! — el gatito chilló, tenía muchísimos chichones en la cabeza —espera, esa apariencia y esos ojos... no me digas que tú eres el hijo de Inu no Taisho.

—¿Inu no Taisho? — preguntó el hanyō sentándose en una piedra —no conozco ese nombre.

—Creo que lo conoces por Toga Taisho — dijo el gatito —. Bueno le debía un favor y ese era que te ayudaría con tus poderes espirituales. O eso fue lo que me dijo anoche.

—Ya entiendo — murmuró el chico —¿Cómo te llamas?

—Oye pensé que serías más agresivo porque según él tú solías ir a clases de karate — dijo el gatito —qué malos modales, me llamo Sora.

—¿Sora? — el chico sonrió levemente y lo abrazó fuertemente —¡Siempre quise un gatito!

Sora se quejó pero lentamente se sintió bien en el calor que desprendía ese chico, de alguna manera le hacía recordar a alguien que había de conocer en el pasado; el gatito se mantuvo tranquilo mientras hablaba con emoción de lo que hacía allí que era asustar a aquellos incautos que se atrevían a botar basura en el bosque o los campistas que no recogían sus cosas.

—¿Haces eso? — Inuyasha sonrió emocionado —imagino que te diviertes, eh gato travieso.

—Sí, esa gente no respeta el medioambiente y saben perfectamente que deben cuidarlo, no tienen más a dónde ir — Sora sonrió —hay una diferencia entre los gatos y los bakenenkos como yo es nuestros sentidos y que nosotros podemos volvernos en figuras humanoides. Eso lo he aprendido.

—Claro he visto que los gatos cazan de noche — mencionó el muchacho —bien quiero que me enseñes lo que sabes, Sora.

El bakeneko sonrió ampliamente mientras sus ojitos verdes brillaban de emoción, debajo de unas piedras sacó un juego de pergaminos, unas cartas del tarot para empezar el entrenamiento. No había nada de tensión, el ambiente era tranquilo e incluso Inuyasha estaba disfrutando aprender junto a su nuevo amigo gato.

—Toma — Sora le entregó unos ofuda —son pergaminos ofuda, pon uno en la entrada de la cueva para crear una barrera.

Inuyasha los tomó y sorprendido el pequeño bakeneko se sorprendió notablemente al ver cómo el hanyō entendía lo que debía hacer, colocó un ofuda sobre una de las paredes de la entrada de la caverna y luego uno más al otro lado sin siquiera ser lastimado por la energía espiritual a pesar de qué él fuera mitad demonio.

Sora entrecerró los ojos, una de sus habilidades era mirar el alma de las personas y descifrar su silueta de la misma; quiso ver de quién se trataba. Grande fue su sorpresa al ver que la silueta y forma del alma de Inuyasha era la de una chica, rostro tranquilo, atuendos de sacerdotisa y una cálida sonrisa.

"Un momento... ¿esa sacerdotisa es la del cuento de la perla de Shikon? ¿Él tendrá su alma?" Sora quedó sorprendido.

—Oye... — Inuyasha lo llamó —ya puse la barrera pero parece que no sirve.

—¿Seguro? — el bakeneko ladeó su cabeza.

Pronto una criatura en forma de ciempiés no tan grande como la que atacó en la mansión intentó entrar a la caverna, Inuyasha desenfundó a colmillo de acero pero antes de que pudiera hacer cualquier movimiento el monstruo había quedado purificado por la barrera.

—Vas mejorando — el gatito sonrió feliz —¡Vamos señor Inuyasha! Le enseñaré más cosas pero creo que debe ser mañana. Hoy es luna nueva.

—¿Luna nueva? — el peliblanco lo miró.

—Sí en este tiempo es cuando los hanyōs de la aldea se esconden para no ser atacados — Sora explicó mientras se subía al hombro del chico —resulta que es muy común que haya conflictos entre criaturas de tierras cercanas, son en su mayoría monstruos ambiciosos como los hermanos relámpago.

—Lo tendré en cuenta — Inuyasha le sonrió levemente —debemos ir por Kagome.

Rápidamente Inuyasha comenzó a correr rápidamente de vuelta al pueblo mientras en el occidente el sol se ocultaba permitiéndose ver unos hermosos tonos rojizos y anaranjados en el cielo. Sora se agarró del cabello del hanyō para no salir disparado por la asombrosa velocidad; repentinamente el bakenenko se soltó del cabello de Inuyasha y se transformó en esa cabeza de gato la cual embistió al hanyō provocando que cayera sobre Sora.

—Ya está por anochecer, joven Inuyasha — Sora voló con él sobre su cabeza.

—Llévame al hotel donde está Kagome — pidió el muchacho.

Un rato después finalmente llegaron al lugar donde estaba Aome... para su sorpresa ella ya tenía su traje especial, era bastante parecido a un uniforme escolar de color negro finamente bordado con costuras escarlatas con una falda más larga casi hasta la pantorrilla; unas sandalias de madera llamadas geta y una estola de rojo escarlata estaba delicadamente colocado sobre su hombro derecho.

—Wow... estás. Muy hermosa — musitó Inuyasha.

—Gracias — ella se sonrojó fuertemente —¿y ese gatito? ¡está chiquito!

—Me llamo Sora — saludó el bakeneko —y usted debe ser la señorita Kagome. Y ese traje debió ser obra de la señorita Zero, cada día se supera a sí misma.

—Así es — murmuró la Hanyō —no sentí que vendrías.

—Es luna nueva y creería yo que.

—Sí, nos volvemos humanos — ella asintió algo molesta —es una noche cada mes en la que nos volvemos humanos. Odio sentirme débil.

—No tienes que preocuparte de nada — Inuyasha le guiñó el ojo —yo te voy a cuidar, después de todo nuestras familias nos quieren casar.

Las mejillas de Aome se sonrojaron notablemente volviéndose su cara más roja que un tomate maduro, Inuyasha sí que era un desvergonzado cuando estaban los dos solos pero eso era lo que más agradaba a la chica mitad demonio. Sin embargo en su interior la joven se sentía frustrada pues estaba en una aldea llena de demonios y esa noche ella era humana, simplemente volteó bruscamente su rostro y regresó a su cuarto de hotel sin decir una sola palabra.

Dejó al abrigo de la fría calle a Inuyasha y Sora confundidos por su forma de actuar tan extraña que era ya irreconocible para el mismo chico, el hanyō miró a su amigo felino de soslayo tratando de encontrar las respuestas.

—¿Qué le pasó? — indagó Inuyasha confundido —parece bipolar.

—No sé pero estoy seguro de lo que contaste no sea verdad — Sora mencionó serio.

—¿Qué insinúas? — preguntó el albino arqueando una ceja.

—Bueno normalmente una persona pueda tener rasgos de alguno de sus padres — explicó el felino —eso ya debería saberlo, sin embargo por más que trato de verle parecido con su familia. Especialmente con el señor Higurashi... ellos dos no se parecen en nada más que el físico.

—Suena intrigante — murmuró el muchacho —quiero hacerte una pregunta. Ella y yo hemos tenido visiones del pasado y parece ser de un tiempo remoto, casi diría que es el periodo Sengoku.

—Periodo Sengoku... escuché hace tiempo un famoso cuento de hadas acerca de una perla mágica que cumplía deseos — mencionó Sora con una sonrisa.

—Va, cuéntamelo todo yo voy a llamar a mis amigos para que vengan. No quiero que se pierdan en el camino.

La mirada del bakenenko estaba centrada en las expresiones faciales de Inuyasha quien estaba demasiado tranquilo para ser una noche humana en su caso, de todos los hanyōs que Sora había conocido en décadas desde incluso finales del siglo XIX jamás había visto a uno tan tranquilo por su situación.

"No cabe duda, él tiene el alma de la sacerdotisa del cuento de la perla de Shikon, y su amiga tiene la del hombre mitad bestia de ese mismo cuento" pensó Sora con mucha sorpresa.