No me acordaba que Inuyasha y Kagome tenían una cita XD


Desde los incidentes de Yokimura, Aome se había dedicado a investigar todo acerca de las reencarnaciones y vidas pasadas, entró a un foro en internet hallando un diálogo realmente perturbador; dentro del foro se hablaba de personas que habían tenido pesadillas en sitios distintos a los que habían nacido, en épocas distantes e incluso con personas que jamás habían conocido.

Ella siguió deslizando la pantalla del móvil hallando un dibujo realmente detallado de un usuario llamado "Hakudoshi556". El sólo nombre de usuario no le daba demasiadas pistas pero conforme iba avanzando en los comentarios las cosas se ponían más misteriosas y perturbadoras.

"Recuerdo que yo manejaba aves durante una pesadilla y que quemaba gente con fuego" dijo una tal Cindy Texeira quien tenía una bandera argentina en su nickname.

"¿Alguien sabe qué es la perla de Shikon? Siempre he soñado con eso durante los últimos años en los que yo era un sapo feo y verde" decía otro usuario con el nombre de Zeta666.

Aome soltó su teléfono y se llevó las manos a la cabeza tratando de apaciguar todas sus emociones, entonces tomó su violín nuevo, salió de su casa y se fue hacia un pequeño café y empezó a tocarlo con delicadeza pasando sus dedos con garras por el diapasón. Esa melodía le recordaba a alguien, una bella joven dama de kimono púrpura que cantaba durante su embarazo de gemelas.

Allí estaba Rin, aquella chica a la que le pasó por un lado corriendo y ni cuenta se dió, y Sesshomaru que estaba como de costumbre allí luego de haber regañado a Inuyasha por sus bajas calificaciones. Rin dejó caer una taza y sintió un mareo al oír esa melodía.

—Rin — Sesshomaru se acercó a la chica —. ¿Te encuentras bien?

—Señor Sesshomaru — la joven sonrió tranquila —sí. Estoy bien, sólo se me bajó el azúcar.

Higurashi no quiso estar más allí y salió del café con rumbo desconocido, Sesshomaru se puso de pie y ayudó a Rin a sentarse antes de ir tras Aome; el youkai de cabellera plateada persiguió a Aome por todas las calles percibiendo su delicado aroma a limón. La hanyō se metió en un parque en el cual ella solía acudir cuando las cosas no salían del todo bien. Bajo los árboles de cerezo en flor se sentó ella con su libreta a escribir sus ideas, pensamientos y palabras que quisieran salir de ella.

—Niña — habló una voz grave y bastante peculiar —. Algo en esa melodía que tocaste en el café de Rin hizo que casi se desmayara — añadió frunciendo el ceño.

"¿Qué significa esto? Inuyasha tiene el olor de aquella mujer que cruzó el pozo y tú tienes el olor del Inuyasha de esa época" Sesshomaru observó bien a Kagome ocultando su estupefacción.

—Es sólo una melodía que compuse no tiene nada de malo — masculló la chica sin mirarlo.

En el interior Aome no quería haberle gritado a Sesshomaru pero le salió tan natural como su, ya famoso, "Ket". El youkai se sentó en la banca y miró a las familias que por allí pasaban entre ellas había una familia con dos gemelos bastante distintos el uno del otro; Sesshomaru ignoró la presencia de Aome quien permanecía ensimismada en su teléfono averiguando todo sobre las vidas pasadas.

—Hmpf... tienes talento para la composición — reconoció el youkai.

Luego Sesshomaru acomodó su corbata de color gris y se levantó de la silla dejando a la Higurashi sola en su mundo. En cierta medida él podía sentir como aquella melodía que en violín tocaba Aome sería capaz de desbloquear los recuerdos de Rin, siguió caminando hasta perderse entre la multitud.

(...)

Sayuri se encontraba en una clase de criminalística junto a Joakim, ambos asistían a la misma universidad, en especial la primogénita Higurashi que regresó de Galicia estaba especialmente interesada en la forma de investigaciones criminales. Joakim, que había nacido en los Balcanes de madre japonesa y padre bosnio, algunas cosas se le dificultaban pero siempre salía adelante.

Al salir de la clase, Sayuri y Joakim pasaron juntos al lado de un periódico en el piso, con las noticias de otro asesinato en Tokio; los dos chicos levantaron el papel y leyeron la noticia de la que se trataba.

—El modus operandi ha cambiado — Joakim habló con suspicacia —. Pero fíjate en los detalles.

—¿Qué detalles? — preguntó Sayuri.

—En esta foto se ve mal el cadáver y de hecho tengo acceso a la morgue, querida — sonrió el de orejas —. Todo por pertenecer a Hashira Corp.

—Solamente si entramos a la morgue podemos averiguar la forma en la que murió esa persona y también tener una idea más clara de quién está detrás de estos casos — mencionó la pelirroja.

Más tarde cuando el sol se ocultó tras el horizonte los dos amigos salieron de la universidad, a medida que ellos iban caminando por las calles de Tokio, Joakim observaba todo como transcurría en una paz estresante. Era pacífico a diferencia del lugar donde tuvo que pasar sus primeros diez años de edad, flashes de tanques de guerra destruyendo todo a su paso, la falta de comida en todo lugar y los continuos enfrentamientos armados entre facciones distintas le hacían temblar.

—Sayuri, eres afortunada — el muchacho sonrió —, tienes una familia que cuida de ti y siempre está contigo.

—¿Por qué dices esto, Joakim? — preguntó la pelirroja.

—Puede que sea por mi apariencia demasiado juvenil — él se sentó en un parque de la ciudad junto a su amiga —. Nací en los Balcanes, año 1985. Tenía seis años cuando comenzó esa guerra. Gracias a Dios no tuve nada de qué lamentar.

—Espera, naciste en 1981... tienes entonces treinta y ocho años — Sayuri se sonrojó —. Apenas supero los veintidós, y tú...

—Relájate. Es que sabes perfectamente que al ser hanyōs no envejecemos tan rápido y podemos vivir décadas y hasta milenios — afirmó el muchacho de orejas.

—Lamento incomodar pero ¿podrías explicarme cómo fueron las cosas en esa época?

Un silencio incómodo hizo que la menor se estuviera arrepintiendo de hacer esa pregunta tan profunda a su compañero, inmediatamente el extranjero puso su mano en el hombro de la joven hanyō y ella lo miró a los ojos.

—No te preocupes — Joakim sonrió —, era el contexto de la caída de la Unión Soviética, sabes el bloque capitalista y comunista. El asunto es que en los Balcanes estalló la guerra. Las bombas, pum, pum, pum — hizo movimientos con sus manos —, fácilmente puedes confundirlos con fuegos artificiales, los aviones las... caravanas de desplazados queriendo salir de alli... fue traumático. — se arremangó su abrigo dejando ver una cicatriz enorme en su brazo izquierdo —esto fue lo que me causaron las bombas en Sarajevo. Logramos escapar hacia Suecia en 1997. Si mamá no hubiera sido una Youkai, créeme que papá la habría golpeado hasta matarla ya que se sumió en el vicio del alcohol, al final ella terminó acabando con él en defensa propia.. Gracias a sus conocimientos en idiomas se hizo de un buen empleo en Estocolmo en la sucursal de Hashira Corp.

Sayuri Higurashi abrazó al hombre mientras sollozaba en sus hombros, estaba triste por el pasado de Joakim; por su parte aquel hanyō de pelo negro sintió el suave aroma a cerezas de la primogénita Higurashi. Inmediatamente después los dos se separaron, ambos sonrojados por lo íntima de la situación, de manera algo incomoda Joakim acomodó su abrigo rojo y se aclaró su garganta.

—¿Vamos por un café? — indagó él.

—Sí, vamos — ella sonrió.

(...)

Ya en el día domingo en uno de los cines de Tokio, Inuyasha aguardaba a Aome con paciencia. Él estaba vestido con una camiseta roja de manga larga, unos jeans oscuros algo desgastados y unos tenis blancos además de una gorra con el emblema de un equipo de la liga de béisbol de Japón.

Al voltear a otra dirección se encontró de frente con Aome, tenía un hermoso vestido amarillo con pequeñas flores azules; un sombrero de ala mediana de un color beige claro, su rostro estaba maquillado de forma discreta y sus pies calzaban unos zapatos cerrados acordes para sus atuendos.

—T-te ves hermosa — Inuyasha titubeó nervioso —. T-te invito a ver la película.

—Claro — ella se le aferró con el brazo izquierdo —. Me gusta tu aroma — sonrió levemente —, de hecho... Sango me llamó hace un rato y tuve que ponerme lo primero que encontré.

Inuyasha no comía cuento tan fácilmente, pero estaba tan nervioso y tan embelesado por la belleza de Aome que no pudo decir nada. Estando ya en la sala de cine donde proyectaban un estreno de una nueva película, pero parecía que a la hanyō le aburría porque estaba a punto de dormirse. Quería romper el hielo pero se le dificultaba aun así debía ser valiente y no retroceder.

"Vamos, Inuyasha, di algo" se dijo el albino.

—Oye — ella lo miró al oírlo —, ¿te aburre esta película?

—Ajá... — afirmó la joven —es aburrida — bostezó —, además no soy fanática del cine de superhéroes.

—Entiendo... es otro fracaso aquí

Aome se acomodó en el asiento y trató de seguir viendo la película que a Inuyasha le parecía algo entretenida, no le molestaba verlo feliz pero la cinta llegaba a ser tediosa. Finalmente ella se quedó dormida y la despertaron los gritos de los asistentes de la sala que no dejaban escuchar a nadie, al hanyō ya se le veía impaciente, frustrado se llevó a la chica y se fueron a otra sala menos concurrida.

En esa sala estaban estrenando una película menos popular la cual ambos pudieron disfrutar más a gusto, les gustaba mucho a los dos y al momento clímax de la misma los dos adolescentes vieron como los protagonistas se daban un beso bajo la lluvia. Los dos se sonrojaron notablemente y durante unos segundos se quedaron viendo los labios del otro, lentamente Inuyasha cortó la distancia y besó tiernamente a Aome en los labios.

—Yo... no debía — el albino se avergonzó —pero en serio te ves muy hermosa.

—Gra-gracias — musitó la joven pelinegra —, y-yo... es confuso... te quiero.

Eran dos jóvenes enamorados que no sabían mucho de la vida pero que sin duda querían ir más allá, ambos terminaron de ver la película y salieron del cinema a buscar un taxi que los llevara a casa. Básicamente no encontraron nada y les tocó caminar hacia sus respectivos hogares.

—Aome — llamó el chico antes de separarse —, gracias por acompañarme.

—Lo pasé bien contigo — sonrió la joven —, me gustaría... volverlo a repetir.

Así era, Inuyasha estaba feliz al saber que Aome la pasó bien, no le importó que todo el mundo lo viera saltó por encima de varios autos y corrió por los muros de los patios del vecindario donde el albino habitaba con su madre. Claro la casa estaba sola porque Izayoi estaba terminando su jornada de trabajo pero aun así él se sentó en su cama a ver el techo recordando la alegría de Aome.