Sensatez y resentimientos Parte 2

En algún sector de la convención, Eda lanzó un libro verde a un lado.

—Aburrido.

Movió algunos libros que estaban en la parte superior de una estantería, y uno de ellos se desplomó sobre la cabeza de una joven bruja de cabello rubio.

—Aburrido.

Tomó un libro cuya cubierta era rosa y lo contempló.

—Aburrido

Sin embargo, pronto se dio cuenta de algo peculiar en el espejo de la cubierta que rezaba "el espejo mágico" y jadeó por su propio reflejo.

—¡Otra arruga! ¡La maldición se acelera!

—Ey, disculpe.

Se sobresaltó al escuchar una voz masculina que le resultaba familiar y, en un gesto involuntario, dejó caer el libro que sostenía. Rápidamente, se ocultó detrás de un cartel con la inscripción "Leer o... morir", deslizándolo a un lado para poder ver a su sobrino parado frente a un puesto.

—Querubín —susurró con una sonrisa tierna que hacía brillar sus ojos.

—¿Tiene el artículo del que la señorita Lilith y usted hablaron? —le preguntó Satan a un demonio de aspecto bestial, cuyas patillas marrones oscuras acentuaban su aspecto... ¿Felino/Roedor?

—Oh, sí, jovencito.

Deslizó su mano izquierda hacia el cajón oculto bajo el mostrador, extrajo un pergamino y se lo entregó al joven brujo.

—Justo aquí.

—Lilith —gruño Eda, cuando la bruja en cuestión apareció detrás de su retoño.

Satan le ofreció una sonrisa amable mientras le tendía el pergamino.

—Servido, querida madre.

Lilith tomó el pergamino entre sus manos, lo desplegó con cuidado y, al posar su mirada sobre él, se iluminó instantáneamente en un resplandor celeste.

—Esto es excelente —señaló con una sonrisa—. Un mapa hacia la flor de la eterna juventud. Creo que el emperador estará complacido.

—Madre, ¿no deberíamos buscar a la tía Eda para unirla al aquelarre? —le recordó su primogénito—. ¿Recuerdas el plan?

Lilith respondió con una mueca de burla ante la pregunta.

—La maldición la ha dejado frágil, Corvato. Estará aquí cuando regresemos.

Eda gruñó al escuchar eso.

—Esto es primordial. Es para el emperador después de todo.

Satan giró los ojos.

—Sí, todo para el emperador.

Con los ojos entrecerrados, Lilith sujetó con firmeza el mentón de su hijo con su mano izquierda, hundiendo ligeramente sus uñas en sus mejillas.

—¿Fue sarcasmo lo que salió de tu inmadura boca? —le preguntó en un susurro cargado de frialdad y amenaza.

—Mis más sinceras disculpas, madre —respondió Satan con dificultad.

Lilith lo liberó, solo para después tomarlo firmemente de la muñeca derecha y arrastrarlo.

—Camina.

Eda se asomó por detrás de una mesa, dirigiendo su mirada hacia la madre y su hijo que se alejaban. Con una voz impregnada de repugnancia, desaprobación y tristeza, susurró:

—¿Como es posible que seas su madre?

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[Escena retrospectiva I]

En la casa búho, el aire estaba cargado de tensión y ansiedad. Lilith estaba acostada en el gran nido de la habitación de Eda, sudando profusamente y aferrando las sábanas raídas que cubrían su improvisada cama de paja. Sus ojos reflejaban dolor, y su frente estaba empapada de sudor mientras luchaba contra las contracciones que sacudían su cuerpo.

¡Maldita sea! ¡Sal ya, pequeño bastardo! —gritó Lilith, con la voz cargada de angustia—. ¡Parásito inútil desobediente!

Val D' Nora se arrodilló junto a ella, tratando de mantener la calma en medio de la tormenta emocional.

Debes tranquilizarte, Pulguita. La bendición está llegando, y tu ira solo aumentará el dolor. Respira profundamente, inhala y exhala.

Eda se encontraba arrodillada junto al lado derecho de Lilith, sujetándole la mano y apenas conteniendo una risa traviesa.

Y pensar que eras la más serena y educada de las dos.

Lilith la fulminó con la mirada.

Haz otro chiste como ese, y nuestra alianza se acabó.

¡Ya casi está aquí! —exclamó Val D' Nora entusiasmada—. ¡Veo su cabecita!

Lilith apretó los dientes con fuerza mientras otra oleada de dolor se apoderaba de su cuerpo. Gritó de nuevo, pero esta vez con determinación.

¡Siente la fuerza de la vida fluyendo a través de ti, hermana mayor!

Lilith apretó los párpados con fuerza, esforzándose por seguir las palabras reconfortantes de Val D' Nora. Respiró profundamente y exhaló lentamente, buscando la serenidad en medio del dolor. A pesar de la persistencia de las contracciones, esta vez las enfrentó con una determinación inquebrantable.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, el llanto del recién nacido llenó la tranquila casa búho, y una oleada de alivio indescriptible se apoderó de Lilith. Val D' Nora sostuvo al bebé por un rato, antes de colocarlo cuidadosamente en los brazos de su madre. Lilith lo miró con lo que pareció ser... ¿resentimiento?

¿Te das cuenta de lo que me hiciste? —le susurró.

[Fin de la escena retrospectiva]

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[Escena retrospectiva II]

Las hermanas Clawthorne se presentaron en la mansión Blight, mientras Val D' Nora no podía contener sus lágrimas.

Eres una persona podrida —le reprochó a su hermana mayor.

Por última vez, Val D' Nora, te repito que estaré presente en su vida de forma regular para entrenarlo en preparación para su futuro ingreso al aquelarre del emperador —respondió Lilith con fastidio.

Eda sacudió la cabeza en señal de negación.

Pobre alma en desgracia.

Lilith pulsó el timbre y, al abrirse la puerta principal, se encontraron con una somnolienta Odalia Blight. Vestía un largo camisón de color lavanda y tenía el cabello enredado en ruleros rosados.

¡Dali!

¡Peso Pluma!

La bruja del cubo en la cabeza y la del camisón se abrazaron con fuerza, dando pequeños saltitos de alegría mientras reían. Estaban verdaderamente emocionadas de verse después de mucho tiempo.

¡Ey, ey, actúen como adultas! —las regañó Lilith.

Peso Pluma —comentó Val D' Nora divertida—. No me llamaban así desde la escuela.

Las tres angustias en mi puerta después de tantos años —señaló Odalia con una mezcla de entusiasmo y curiosidad—. ¿Y qué les trae a mi no tan humilde morada en mi hora de dormir?

Tengo un regalo para ti —le informó Lilith.

¿Un regalo?

Odalia mostró cierto interés.

¿Qué es?

Solo esto —respondió Lilith, abriendo la bolsa que llevaba colgada en el hombro derecho para mostrar a su bebé. El niño tenía la naricita sonrosada, orejas puntiagudas y un único mechón de cabello marrón que se destacaba en su cabeza.

Aaaw, es un bebito~ —dijo Odalia, con una mezcla de ternura y sorpresa en su voz.

Pero no es cualquier bebito, ¿cierto, Lily? —intervino Eda.

Es tan lindo~

Odalia acarició suavemente la mejilla del bebé con su mano derecha.

¿Quién es? ¿Dónde lo conseguiste?

Es mi hijo —respondió Lilith seria—. Mis obligaciones en el aquelarre del emperador me dejan poco tiempo para ser madre. Además, se lo de Edric y Emira.

Odalia amplió su mirada con asombro.

¿Cómo...?

Meditó durante un breve espacio antes de soltar una risa amorosa.

Alador, tierno buchón.

No quieres que Amity se sienta excluida por ser hija única, ¿verdad? Tómalo. Sálvala de esa soledad.

Odalia sostuvo al bebé en sus brazos, observando sus pequeñas y frágiles características.

¿Dónde está su padre?

Una pequeña sonrisa socarrona se formó en el rostro de Lilith.

Tal vez muerto, si hay suerte.

Odalia miró al recién nacido con una mezcla de amor y pena.

¿Cómo se llama?

Satan.

Odalia arqueó una ceja.

¿Que eso no significa "adversario"?

Un nombre apropiado para el hijo de un hombre que me abandonó cuando más lo necesitaba —respondió Lilith fríamente.

[Fin de la escena retrospectiva II]

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[Escena retrospectiva III]

¡SLAP!

La palma derecha de Lilith se estrelló contra la mejilla de su único hijo, creando un impacto que resonó en el aire como un estallido de tormenta. El sonido cortante, como un rayo que rasga el cielo, reverberó en el amplio y nevado lugar de entrenamiento, donde el eco de la afrenta parecía tener vida propia, retumbando en cada rincón como un eco fantasmal.

Amity quedó atónita en el momento en que Lilith invocó su bastón mágico con una elegancia siniestra que envolvía el ambiente.

¿Qué haces, tía Lily? —inquirió Amity, sus palabras temblorosas y su rostro reflejando una mezcla de asombro y temor.

¿Llamas a eso un hechizo de fuego?

En un movimiento rápido y despiadado, Lilith golpeó el hombro izquierdo de Satan con su bastón. La madera se estrelló contra la carne con un sonido seco y penetrante, como el látigo del viento en una noche de tormenta.

¡No estás esforzándote lo suficiente!

Volvió a golpearlo con el bastón, esta vez en la región craneal.

¡Mocoso!

¡Detente!

En un vano esfuerzo por contener a la enfurecida mujer, Amity agarró su antebrazo derecho.

Continuas decepcionandome.

Lilith le dirigió a su hijo una mirada tan fría que hizo que la chica pelirrosada se estremeciera y la soltara casi de inmediato.

¿Que tanto te cuesta entender que el aquelarre del emperador no acepta a los fracasados?

Lo siento, madre —se disculpó Satan con la cabeza baja y los ojos cerrados.

¿Por qué tengo un hijo TAN INSENSATO?

Amity quedó horrorizada al presenciar cómo el tercer golpe con el bastón impactaba directamente en la sien izquierda de su hermano adoptivo. Un jadeo escapó de sus labios al ver cómo la sangre comenzaba a brotar de la herida.

Quiero otras seis horas de practica. No permitiré que me averguences o que me causes pena como lo hicieron tus infructuosas tías y el cretino de tu padre. No vas a descanzar hasta que te salga bien.

Una gota de su sangre cayó sobre la nieve, y Satan alzó la mirada hacia su madre, esbozando una tierna sonrisa.

De acuerdo, madre. Para que te pongas buena otra vez, para que estés felíz, pondré más empeño en perfeccionar ese hechizo.

Desde su escondite tras unas rocas, Eda y Val D' Nora observaron y escucharon todo lo que sucedió.

Pero... snif... si nunca había visto hacerlo mejor al querubín —sollozó la bruja menor.

Eda rasguñó la superficie de la roca con su mano izquierda, dejando huellas visibles.

Parece que no soy la única maldita —susurró con una mirada cargada de veneno.

[Fin de la escena retrospectiva III]

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Eda emergió de su escondite y se aproximó al vendedor, apoyándose en el mostrador.

—Ey tú, ¿que le vendiste a mi desquiciada hermana?

—Oh, es el mapa hacia la flor de la eterna juventud —respondió el vendedor—. Una extraña flor que solo crece una vez cada milenio. Como su nombre lo dice, le brinda juventud eterna a quien la tenga.

—Interesante —sonrió Eda, frotándose la barbilla con su mano derecha—. Entonces Lilith quiere tener este poder para el emperador, ¿eh? Bien, se sorprenderá cuando llegue primero y lo obtenga para mí. ¡JA! Eso le demostrará quién es frágil.

El vendedor ofreció una sonrisa y acarició su mejilla derecha con el dedo índice de la mano izquierda

—Sí, bueno, ya lo veremos, ¿cierto?

Abrió una vez más el cajón debajo del mostrador, donde guardaba varios pergaminos, extrajo uno y se lo entregó a la bruja.

—No puedes ir sin un mapa, por supuesto.

Eda tomó el pergamino y lo desplegó, una sonrisa iluminó su rostro mientras la luz fluía desde el objeto que sostenía, bañándola en un resplandor celeste.

—Y, si no te importa mi pregunta, ¿es usual que la señorita Lilith sea tan estricta con su hijo? —quizo saber el vendedor con un gesto apesadumbrado.

Eda apartó la vista del mapa y lo miró con una expresión grave.

—¿Estricta? ¡Es un monstruo!