Sensatez y resentimientos Parte 3
De regreso en la Casa Búho, Luz colocó un extenso tablero de corcho en la pared de la habitación que compartía con su hermano.
—Ahora escribamos algunas ideas que queramos ver en esta historia.
—¿Ese verso nuetro, tú lo tiene en la chola? —le preguntó Luis en acento dominicano.
—Lo tengo tatuao aquí, mi pana —asintió Luz mientras tocaba su sien con el dedo índice de la mano derecha—. No se me va ni con soplón.
A continuación, los hermanos Noceda pronunciaron al unísono:
—Cada idea es una buena idea.
Después de tomar algunas tarjetas en blanco, se acomodaron en el suelo y comenzaron a registrar sus ideas. Con una chincheta, Luis aseguró la palabra "Lógica" en el tablero.
—¿Tú ta' bu' cando algo má' que eso, o qué? —le preguntó Luz.
Luis tomó una tarjeta adicional y plasmó la palabra "realismo" y Luz tarareó suavemente mientras reflexionaba.
—Romance, magia, desengaño con lágrimas brillantes.
Ella fijó algunas de sus ideas en el tablero.
—Y los personajes principales son...
Tomó un mazo de tarjetas y extrajo una de ellas. En el dibujo de la tarjeta, se veía a sí misma vestida de bruja. Mientras la sostenía en su mano izquierda, comenzó a canturrear suavemente, como si se uniera a un coro mágico.
—¡Luzura!
Después de fijarla en el tablero, extrajo otra tarjeta que representaba a su hermano luciendo un atuendo elegante.
—Y su brody, con pinta de mo' elito pero con su gruñoncito...
Lo fijó en el tablero justo al lado de la otra con su personaje.
—Lugo.
—Eso ta má vito que cachaza de güila con palo —señaló Luis indiferente.
Luz arqueó una ceja.
—¿Pero qué vaina tiene el cliché?
—Dale pa' bajo —murmuró Luis, evitando una discusión.
Luz extrajo una nueva carta del mazo, la cual mostraba la imagen de una criatura con imponentes cuernos.
—Y el antagonista príncipal es Belcebú, el ex-esposo de la reina Willmeter.
Colocó la tarjeta con firmeza sobre el tablero.
—Con este original reparto estelar la victoria será nuestra.
Luis puso una máquina de escribir de color verde en forma de lagarto o cocodrilo sobre la mesa.
—Ahora la parte fácil.
Mientras Luis analizaba un esquema de tres actos en el tablero de corcho, Luz colocó un dibujo de "Luzura" y "Lugo" en medio de una explosión. Ambos hermanos chocaron las palmas entre sí. Luego, Luz escribió un argumento de cuatro pasos en una pizarra que decía: "Paso 1: Encontrar a la reina, Paso 2: Poner en peligro a la reina, Paso 3: Rescatar a la reina, Paso 4: Terminar el libro". Luis asintió con la cabeza, y su hermana lo abrazó. Finalmente, Luis le dio instrucciones a su hermana mientras observaban un círculo con números en la pizarra que indicaba la "Estructura de la historia". Luego, Luz dibujó una cara en el círculo con un crayón rosa, lo que provocó la desaprobación de Luis.
Un rato después, se podían ver papeles esparcidos por doquier y un colorido pasacalles que ondeaba con la inscripción "El Despertar de Luzura", al mismo tiempo que Luz martilleaba las teclas de su máquina de escribir y Luis leía una de las páginas de la obra.
—«Incitado por Luzura, el anti-brujo se acercó a la reina Willmeter, que yacía muerta en su trono, y con un suspiro, se inclinó hacia ella, depositando un beso en sus labios con gran ternura, devolviéndole la vida»
Miró a su hermana con un sutil gesto de incomodidad y desagrado en su rostro.
—Sí, esto definitivamente se siente muy irreal.
Luz alzó la mirada con un toque de inquietud en su rostro.
—Entiendo tu punto. Pero en tu versión, Lugo solo le da de beber el elixir de la vida directamente desde la botella.
Luis adoptó una postura seria y firme.
—Muy bien, ahora tengo una interesante pregunta que hacerte... ¿Por qué exactamente le diste un interés amoroso a mi personaje?
Luz le dedicó una tenue sonrisa.
—Muchos aman los tropos de parejas. Así que pensé que un poco de tensión romántica mejoraría la escena.
—En la vida hay más que romance, Lucinda —le dijo Luis con un tono serio.
Luz frunció el ceño.
—¿Por qué siempre te atreves a insultar al romance en mi presencia, Luciano? —lo reprochó.
Pero antes de que el joven Noceda pudiera protestar, la voz de Eda resonó desde abajo.
—¡Corchito, sala de estár!
—Ahora regreso.
Luis se dirigió hacia la puerta, y Luz lo observaba atentamente.
—Después resolveremos esto.
—A seguír escribiendo —murmuró Luz para sí misma, antes de regresar a su tarea.
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Eda fijaba su mirada en el reluciente mapa, cuando la voz del joven Noceda la sacó de su ensimismamiento.
—¿Que pasa, bruja?
—Me iré durante algunos días a un lugar secreto, a hacer cosas secretas —le informó mientras guardaba el mapa en su espeso cabello gris—. Quedas a cargo —agregó, mientras se dirigía hacia la puerta.
Luis asintió.
—De acuerdo.
Eda se envolvió en su capucha.
—Recuerda soltar a los pequeños depravados de su encierro a medianoche.
—Seguro.
—Y si Luz me pregunta, dile exactamente lo mismo que te he dicho a ti —concluyó Eda antes de retirarse, con la puerta cerrándose tras de ella.
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—Bueno, parece que solo seremos tú y yo por un tiempo, Nu...
Regresando a la habitación, Luis se topó con una desagradable (al menos para él) sorpresa. En la pared de la habitación, había nuevas ilustraciones que representaban diversas escenas. Había una en la que se podía ver a Belcebú estrechando la mano de Luzura, tal vez en un gesto de redención. Otra mostraba a Luzura con una burbuja de diálogo, diciéndole a Lugo: "Disculpa, hermano, ¿pero podrías dejar de actuar como un tonto? Es por esto que peleamos. Si la amas, dícelo". Además, había una imagen de Lugo y la reina Willmeter compartiendo un tierno beso, enmarcados dentro de un amplio corazón. Para empeorar las cosas, algunas de las ideas de Luis estaban descartadas en un basurero.
—Hermano, buenas noticias —lo saludó Luz alegre—. Por cierto, ¿que quería Eda?
Para evitar un estallido emocional, Luis tomó una profunda bocanada de aire, y caminó hacia su hermana melliza.
—Simplemente me puso a cargo mientras ella está viaje.
Luz lo miró con una expresión de sorpresa en su rostro.
—¿Se fue de viaje? ¿A donde?
—A donde c& $ el conde —le respondió Luis de manera despectiva
—Oye, tronco, relaja la lengua, ¿qué tú andas hablando ahí? —lo regañó Luz con acento dominicano.
Luis la escrutó con los ojos entrecerrados y señaló el tablero de corcho con su dedo índice izquierdo.
—¿Qué tú 'tás maquinando?
—Solo hice algunas modificaciones —respondió Luz con una sencilla sonrisa.
—¿Belcebú se redime?
Incapaz de contenerse su molestia por más tiempo, los ojos de Luis se enrojecieron intensamente y su voz se elevó.
—¡PERO SI DEBÍA MORIR!
Luz se asustó un poco, pero se mantuvo firme.
—Sí, lo sé, pero...
Luis la interrumpió con un gruñido abrupto.
—¿¡Y Lugo se le declara a la reina Willmeter!?
Intentando aliviar la tensión en la atmósfera, Luz comentó con humor:
—Muy inesperado, ¿no?
Del cansancio, Luis se pellizcó el puente de la nariz con la mano derecha, tratando de calmarse.
—Ahora sí llega' te al queso, Si' ter. Si de esa manera tú quier' cogé la vi' toria, entonces la pelaera la vas a tener que largar tú solita.
—Pero...
Luz intentó razonar con él, pero su hermano mellizo no se lo permitió.
—¡Suficiente! No quiero escucharte. Tomaré una ducha fría.
Y así, el chico Noceda dio media vuelta, caminó hacia la puerta y, de paso, arrancó bruscamente el dibujo de Lugo y la reina Willmeter del tablero para llevárselo a la boca, masticándolo antes de dar un portazo.
—Te dije que iba a molestarse —le reprochó la maquina de escribir.
—Yo solo quería...
Luz suspiró.
—No importa.
A continuación, Luz Noceda se incorporó de su silla, tomó su bolso amarillo y lo colgó sobre su hombro derecho.
—¿Que piensas hacer ahora? —le preguntó la maquina de escribir.
—Hasta que las cosas entre Luis y yo se tranquilicen, saldré a dar un paseo —respondió Luz—. Y me llevaré esto para tener algo ligero que leer —agregó mientras tomaba la copia terminada de su escrito que estaba sobre otra mesa y la guardaba en su bolso.
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En huesosburgo...
—El Pub de Grimgrub —leyó Luz en voz alta el letrero de lo que parecía ser una especie de bar o taberna—. ¡Genial!
A continuación, la chica Noceda entró en el establecimiento y...
—¡Ey, almas nobles! —anunció, levantando la primera copia de su escrito al aire que sacó de su bolso—. ¿Quién de ustedes quiere leer conmigo esta obra maestra literaria? ¿Alguien de cultura?
Al principio, la gente que ocupaba las mesas y taburetes alzó la vista de sus bebidas y murmullos para fijar sus ojos en la joven humana. Pero pronto, como si fueran las olas del mar hirviente en retirada, volvieron a sumergirse en sus conversaciones y tragos.
Sin embargo, desde la barra, una figura femenina destacaba entre la multitud, agitó su mano izquierda en el aire para llamar la atención de la chica Noceda.
—¡Yujuu, por aquí!
—¿Amity?
Luz arqueó una ceja con curiosidad mientras se aproximaba a la joven bruja de cabello púrpura. Con elegancia, colocó la copia de su escrito sobre la barra y ocupó el asiento a su lado.
—Hola, amigui —la saludó Amity con una sonrisa amigable.
—¿No estabas enferma del estómago o algo así? —le cuestionó Luz.
—Sí, lo estoy —admitió Amity, soltando un pequeño eructo con las manos sobre el vientre—. Pero mi primo me proporcionó un brebaje que me ayudó a sentirme un poco mejor. Y acerca de tu...
—Ehem.
Una figura inesperada irrumpió, atrayendo de inmediato la atención de la joven humana y la bruja de cabello púrpura. Era una joven bruja que compartía una sorprendente semejanza física con Luz, aunque presentaba notables diferencias, como unos ojos lavanda, cabello corto de un tono ciruela, orejas puntiagudas, y un uniforme que recordaba al de Hexside, aunque en un tono de gris. Las mayas de un marrón claro revelaban su afiliación al aquelarre de construcción.
—Disculpa, copia barata de mí, pero creo que estás en mi asiento — le dijo secamente a su doble humano.
—Luciano, ¿a quién crees que engañas con ese disfraz? —bromeó Luz.
—¿Por qué no vas a buscar un charco de lodo? —le contestó su doble bruja de forma grosera.
—¡Lusine, por favor! —la regañó Amity.
Luz miró a la jóven bruja de cabello púrpura con una ceja arqueada y una sonrisa ladeada.
—¿Conoces a este bombón de ciruela, Manoplas?
De repente, Amity mostró signos de nerviosismo. Un fino sudor surcó su frente y un tímido rubor coloreó sus mejillas. En un gesto rápido, acomodó el cuello de su uniforme de Hexside con la mano izquierda y comenzó a hablar con ciertas dudas:
—Aah... sí... ella... ella es...
Lusine aparentemente perdió la calma.
—Soy su ASOMBROSA novia.
—Mmm.
Por esa información, Luz le dirigió su típica sonrisa de "nutria con un lado oscuro" a Amity.
—¿Y aún así tuviste el cinismo de decirles a tus padres que YO era tu novia?
Lusine fijó sus ojos en Amity, mostrando claramente su desconfianza.
—¿Puedes explicar eso, mi diosa con cabello de algodón de azucar?
Amity tragó saliva y forzó una sonrisa nerviosa, sintiendo cómo el sudor le empapaba aún más que antes.
—Bu-bueno... yo... eh...
Un sonido gaseoso resonó en el interior de la joven bruja de cabello morado, haciendo que sus ojos se abrieran ampliamente y agarrara su vientre con ambas manos antes de salir corriendo hacia el baño.
—¡Voy a soltar a los krakens!
Lusine negó con la cabeza antes de ocupar el lugar de la joven bruja que es (o fue) su novia.
—Mesonero, cuatro tarros de jugo de frutas fermentado sin popotes ni sombrillitas, por favor —pidió con un tono que pretendía ser firme pero que dejaba entrever su vulnerabilidad.
El camarero deslizó velozmente la orden de la joven bruja por la barra. Con anticipación, Lusine tomó el primer tarro, sus labios rozando el borde del vaso mientras lo bebía con voracidad. Cada sorbo parecía proporcionar un alivio instantáneo a su espíritu, como si el elixir mágico tuviera el poder de disipar sus preocupaciones.
—Un consejito gratis, Lusine —le dijo Luz mirándola con una expresión comprensiva—. Amity no es material para novia, porque su enfoque es más flexible. Por lo tanto, lo más sensato es que te alejes de ella lo antes posible.
Después de acabar el primer tarro, Lusine observó a la joven Noceda con las mejillas sonrojadas y una mirada perdida.
—Te shalió... hic... en versho... —dijo con algo de dificultad al arrastrar las palabras.
Luz la miró con pena, como sintiendo que su doble se hundía en la tristeza y la bebida.
—Oh, no, ya estas ebría.
Luego, sus ojos se estrecharon con desaprobación al ver cómo Lusine empezaba a beber un segundo tarro.
—Villana Lucy, eres prácticamente mi doble exacto, pero tu personalidad es identica a la de mi hermano. Especialmente ahora que estás siendo la "reina del drama" por culpa de una bella adolescente.
La bruja concluyó su segunda bebida y dirigió su atención hacia la primera copia del escrito de la chica Noceda, que reposaba en medio de ambas sobre la barra.
—¿Qué esh esho?
—¿Esto?
Con orgullo, Luz tomó y sostuvo la copia del escrito en sus manos.
—Es el borrador de una historia que escribí, se llama "El Despertar de Luzura".
Miró a Lusine con una expresión de incertidumbre mientras esta llevaba su tercera bebida a la boca.
—Te ofrecería leerlo conmigo, pero dado tu estado... bueno...
Sosteniendo el tarro a escasos centímetros de sus labios, Lucine giró la cabeza para mirarla con una expresión burlona.
—Inclusho eshtando shobria, preferiría sher ensherrada en en el conformatorio... hic... o pretrificada, antesh que leer esha bashura... hic... La literatura sholo perpetúa sueñohs inútilehs y fantashíash vacíahs.
Luz se sintió ofendida, aunque optó por guardar silencio. Sus ojos se clavaron en la joven bruja, quien acababa de dar el último sorbo a su penúltimo tarro antes de volver a dirigir su mirada hacia ella.
—Las pershonash... hic... que she shumergen en eshosh mundosh ficticiosh... hic... shon como niñosh ashushtadosh... hic... temeroshosh de enfrentar la cruda verdad de la exishtencia.
Cuando la joven bruja se disponía a tomar su cuarto y último tarro, Luz rápidamente lo apartó de ella.
—Basta, suficiente, ya bebiste demasiado —la regañó.
La joven Noceda quedó sorprendida al ver que Lusine soltó una carcajada y la abrazó, rodeando su hombro con su brazo derecho.
—Peeero... hic... como te encuentro patética, te diré que quishash a eshe lagarto elegante de allá... hic...
Apuntó con su dedo índice izquierdo hacia un demonio bípedo que semejaba a un lagarto. Este ser estaba sentado en una mesa, su piel lucía un tono verdoso, sus ojos eran azules y sus dientes, pequeños, sobresalían de su boca. El demonio llevaba unas pequeñas gafas redondas que reposaban en la punta de su nariz, vestía una larga chaqueta roja con ribetes amarillos y coronaba su cabeza con un sombrero azul. Completando su atuendo, calzaba unas botas marrones. Era el mismo que estaba con Jon De Plume en la feria de libros.
—...le intereshe tu porquería... hic... el esh uno de eshos... hic... ¿como she diceee?... hic... Editoresh...
—Ok, gracias por tu tiempo —expresó Luz mientras se bajaba del taburete—. Fue casi un placer conocerte y adios Lusine.
La joven Noceda se aproximó y se plantó frente al demonio lagarto, aguardando pacientemente a que este concluyera de sorber su bebida. Cuando finalmente lo hizo, le dijo:
—Disculpe.
Le extendió el borrador de su escrito.
—Escuché de una persona de toda confianza que a usted le interesaría leer conmigo esta historia.
El demonio largato lo tomó entre sus manos, desplegando un tercer ojo que resplandecía en el centro de su frente. Con una rapidez vertiginosa, se sumergió en la lectura, pasando las páginas a una velocidad asombrosa, mientras sus ojos brillaban intensamente en un tono amarillo brillante.
—¿Tu esribiste esto?
—Sí, lo hice —afirmó Luz sonriendo—. Con un poquito de ayuda, claro.
—Déjame darte un jugo de frutas —le ofreció el demonio lagarto, devolviéndole la sonrisa e invitándola a sentarse a su lado con un gesto amable.
—¡Oh, me encanta el jugo!
Luz se sentó en la mesa junto a él.
—Pero no fermentado.
El demonio lagarto hizo un gesto rápido con los dedos de su mano izquierda, y en un abrir y cerrar de ojos, una mecera abominable apareció trayendo consigo una bandeja repleta de bebidas variadas. Con un aire sofisticado, le entregó a la joven Noceda un tarro adornado con una sombrillita y un popote.
—Soy Piniet, de la editorial Piniet —se presentó—. ¿Y tu nombre es...?
—Luz Noceda, lo que puede interpretarse como la luz que no cede —respondió Luz tras sorber su bebida.
—Me encantó tu historia. Es mucho mejor que las presentadas para la competencia. Quiero comprarla, y publicarla para que todos la vean. Te haré tan famosa como... aquel próximo video viral.
Con un gesto de su mano izquierda, señaló la barra donde tenía lugar una pelea de parejas, la cual estaba siendo registrada por algunos jóvenes clientes con sus pergaminos mágicos.
—¿POR QUÉ, AMITY? ¿POR QUÉ LO HISHISTE? —exclamaba Lusine, visiblemente ebria y furiosa—. ¡TE DI UNA OPORTUNIDAD PORQUE PENSHÉ QUE ERASH DIFERENTE!
—Lusine, por favor, las cosas no fueron así —intentó explicar la jóven bruja de cabello rozado.
Unas lágrimas se deslizaron de los ojos de la joven bruja que se asemejaba a Luz.
—Quishás Matt y Bria tenían rashón... los eshtudiantesh de Glandush y Hexshide jamásh deben juntarshe... ¡ESHTO SHE TERMINÓ!
Inmediatamente después de pronunciar esas palabras, Lusine se precipitó a través de las puertas, dejando a Amity con el corazón posiblemente roto. Esta, por su parte, corrió tras la jóven bruja de cabello color ciruela, con lágrimas en los ojos y la angustia en su voz, rogando:
—Ciruelita, vuelve.
—Ouch, eso hasta a mi me dolió —comentó Luz con pena.
Piniet extrajo un pergamino de su extensa chaqueta, revelando que se trataba de un contrato.
—Todo lo que tienes que hacer es firmar aquí.
Entregó el contrato a Luz, quien se encargó de examinarlo minuciosamente, incluso las cláusulas más pequeñas, utilizando una lupa que extrajo de su bolsillo derecho.
—Ok, parece que todo está en orden —dijo sonriendo, guardando la lupa y sacando un bolígrafo—. No dice nada sobre entregar mi alma inmortal ni algo por el estilo —Firmó el documento y, acto seguido, sintió una repentina urgencia y, un tanto apresurada, agregó: ¡Ahora, si me disculpa, la naturaleza me llama!
Se apresuró en dirección a los baños.
—¡Condenado jugo!
Piniet tomó el pergamino con su mano derecha, y este emanó un brillante resplandor rosa antes de volver a ser cuidadosamente guardado en su chaqueta.
—Preparece para ser famosa, señorita Noceda —susurró para sí mismo con un tono siniestro.
