Bueno, otro capítulo más. Estoy intentando darle el tiempo a la historia, es posible que parezca que va demasiado lento, pero hay que sentar algunas bases y procuro dar un poco de contexto.
Lo malo es que de una escena o fase me la imagino de mil maneras y cuando la escribo me viene el aluvión de ideas, no es malo pero a veces creo que mezclo demasiado. Pero bueno, como todo, de la práctica se aprende.
Podéis comentar en inglés si os gusta o si hay alguna recomendación crítica.
CAPÍTULO 02 – El gran día
Dos chicas estaban haciendo poses frente al espejo de cuerpo entero de la habitación mientras revisaban cada milímetro de su cuerpo para que todo estuviera en su sitio.
Taconazos – Listos
Pantalón – Perfecto
Culo – En su sitio
Manicura – Divina, casi una obra de arte
Tetas – Estratégicamente colocadas
Parte superior "formal" – No está mal
Maquillaje – Impoluto
Pelo – De anuncio de champú
Habían decidido ponerse ambas pantalón, si había que pelear, era obligatorio, aparte de las uñas, y la posibilidad de recogerse el pelo. Llevaban en el bolso zapatos cómodos y otra camiseta de recambio. Ya estaban listas.
Su estilismo había sido meditado previamente, colores binarios, combinando el blanco y el negro, sin estampados para cumplir el protocolo de vestimenta, sabían que formal significaba soso y tapado. Aunque no serían ellas sin darle su toque. Bromearon incluso porque el atuendo de monja encajaba perfectamente en la descripción que había hecho Himeko Momokino.
Iban vestidas a juego, si Harumi iba con una camisa holgada blanca y pantalón negro, Yuzu llevaba una camisa holgada negra y pantalón blanco. Sus diferencias radicaban en la parte a destacar de cada una.
Harumi tenía pliegues en la zona delantera dejando un generoso escote llegando hasta más abajo del pecho, éste lo tenía cubierto con de sujetador negro sin tirantes, las mangas eran holgadas y tenían una apertura en la parte superior sólo fijado por unos pequeños aros dorados en el hombro, un poco más arriba del codo y las muñecas, esta zona con tela. El pantalón de tela ajustado terminaba a la altura de los tobillos. Llevaba unos flamantes zapatos rojos a juego con su pintalabios, rojo intenso. La cinta del bolso rojo era una cadena dorada. En cuanto al maquillaje, no era especialmente cargado, sí había puesto énfasis en la zona de los ojos marcando la forma. A ella siempre le había gustado llevar su pelo lacio suelto y su peinado característico. No lo iba a cambiar ahora cono lo bien que le quedaba.
Yuzu, por su parte, se había puesto una camisa negra sin mangas sujeta al cuello dejando sus hombros y espalda al descubierto. La zona delantera de la camisa tenía cierta holgura, la llevaba metida en el pantalón blanco tipo vaquero ceñido hasta los tobillos y atada con un nudo en la parte de atrás. Sus zapatos de tacón eran negros, e iban a juego con su bolso negro con la cinta metálica. Para su maquillaje había optado por algo sencillo, pintalabios de tono rosado y en los ojos se había aplicado una sombra de ojos efecto ahumado y con el eyeliner había definido la forma de los mismos enfocándose dibujarlos para destacarlos y sobre todo para que parecieran más grandes. Se había recogido el pelo en un moño dejando varios mechones sueltos, dos a cada lado y otro por la espalda manteniendo el flequillo. Fácil de deshacer si te presenta la ocasión.
Cada una se había enfocado en resaltar sus virtudes, Harumi aprovechando su gran escote y belleza y Yuzu su parte trasera, su belleza y sus ojos. En ambos casos se apreciaba sus envidiables figuras.
Cogieron dos chaquetas negras y ya estaban totalmente listas. Yuzu cogió las llaves de Ryu, su coche rojo, y se dispusieron a ir al sitio indicado de la reunión.
UNOS DÍAS ANTES DE LA REUNIÓN, EN UNA CAFETERÍA….
- Himeko, perdona que no te haya llamado antes, pero al final entre unas cosas y otras se me fue el santo al cielo. Quería agradecerte que organizaras la reunión. – Le comentaba Mei a su amiga mientras dejaba su taza de té en la mesa.
- No es nada. Se me ocurrió la idea ya que alguien necesitaba una excusa para quedar con cierta persona que no es precisamente santo de mi devoción. – Le respondía una chica que iba vestida con un vestido de volantes. – No te hacía tan cobarde, Meimei.
- Sabes que no es tan sencillo, no dispongo de toda la libertad de la que me gustaría, y temo que hacer las cosas a mi manera pueda ser demasiado brusco para ella. – reconocía Mei.
- Entiendo, y entiendo que quieras volver a verla, pero…
- Lo sé, pero tengo un plan. Llevo planeando esto desde hace tiempo. – explicaba la pelinegra a su amiga de la infancia.
- Espero que sepas lo que haces y sabes que, mientras te haga feliz, te ayudaré en todo lo que pueda. – Himeko la miró a los ojos mientras ponía su mano sobre la de su amiga.
- Por ahora me vale con lo que has organizado. Primero quiero contactar con ella y poder hablar.
- ¿Y si ella se niega? Es posible que YA no quiera tus explicaciones. – Himeko intentaba ser realista, aunque no fuera lo que su amiga quería oír.
- Me escuchará, tenemos una conversación pendiente. Confía en mí, sabes de sobra que puedo ser muy persuasiva. – Le comentaba mientras la miraba con semblante serio.
- Exigente más bien, se te da bien dar órdenes. Pero en este caso no sé si es lo más recomendable. No es un socio comercial, ni un cliente, ni un subordinado. – Intentaba hacer entrar en razón a su amiga Mei. – Es Yuzu Aihara, con quien no has tenido contacto en estos siete años. No sé si sabe siquiera tu situación actual. – Ahora su tono había cambiado, estaba preocupada.
- …
Mei suspiró, en parte tenía razón, ya había valorado varias opciones y se había planteado el peor de los casos. Pero estaba segura de algo, quería volver a intentarlo, quería recuperarla. Sabía que, si Yuzu hubiese tenido la posibilidad, lo habría intentado por todos los medios, habría luchado por su relación. Tenía muy claros sus sentimientos, no la había olvidado. Aún recordaba todo lo vivido y por las noches su mente le jugaba malas pasadas en sus sueños, todo lo que no había tenido, lo había soñado. Quería tener la oportunidad de estar con ella, de ser feliz con ella, de amarla y ser veliz, sin duda quería intentarlo. Si bien era consciente que después de tantos años las cosas podrían haber cambiado, tenía confianza en sí misma y sus posibilidades. Vale, tenía que reconocer que se había preparado, había estudiado el campo de batalla y sus posibles enemigos. Y tenía que ser realista, su parte racional se lo recordaba siempre. Que ella sintiera eso no quiere decir que Yuzu siguiera bebiendo los vientos por ella.
- Benditas redes sociales y bendita Yuzu por subir tanta información a sus redes sociales. – se dijo a sí misma.
Conocía su aspecto actual, que había mejorado con el tiempo en su humilde opinión, aunque, al igual que su madre, aparentaba menos edad. No había cambiado su estado, no hay rastro de parejas, y las caras con las que aparecía en las fotos eran en su mayoría conocidas, su grupo de amigas aún más amplio que antes. Debía admitir que las que no reconocía eran guapas, pero no eran nada conque Mei no pudiera lidiar.
¿De dónde le venía tanta confianza tan repentinamente? Ella nunca había sido buena en cuanto a sentimientos se trataba. Era reflexiva y le costa expresarlos con palabras. Tenía que controlar sus actos y muestras de amor, puesto que a veces eran contraproducentes, pero así era ella.
- Quiero intentarlo, quiero ir por el camino por el que jamás pensé que podría andar. Siempre he tenido que hacer y comportarme como me habían dicho y educado. Ahora puedo y tengo la libertad de tomar mis propias decisiones. - Indicaba con determinación. - Quiero estar con ella, tenerla cerca. Con ella mi mundo se cubría de color, todo cobraba sentido, hasta las pequeñas cosas. Yo la…. – No fue capaz terminar la frase, aunque no tenía dudas de sus sentimientos. En su mente esas palabras siempre salían sin dificultad, pero expresarlo con palabras le resultaba casi imposible.
- Meimei. No quiero ser pájaro de mal agüero, pero antes deberías plantearte hablar con ella sin mayores pretensiones. Volver a conectar y restablecer tu relación con ella, aunque sólo sea como amiga o hermana.
Himeko intentaba ser la voz de la razón. Sabía que la pelinegra estaba decidida, pero tenía que ser realista y hacer que tuviera siempre los pies en la tierra, no quería que saliera herida.
– Y, si por casualidad esa llama aún sigue viva, podrías plantearte tener una relación con ella. Ha pasado demasiado tiempo, las personas y su situación cambian.
- …. – Suspiró la chica de ojos morados. – Sé que tienes razón, pero mi intención es esa. – Intentó dibujar una pequeña sonrisa, sabía que ahora que estaba decidida no podía flaquear. – Ser su hermana o amiga, para mí no es suficiente.
- Te ayudaré en todo lo que esté en mi mano. – Dijo resignada. – Cuéntame ese plan maestro tuyo a ver qué podemos hacer. – Sorbió de su taza, cuando su amiga estaba decidida no había manera humana de hacerla cambiar de opinión. Si eso la haría feliz, quién era ella para oponerse. Como su mejor amiga, sería su apoyo incondicional.
- Bien, primero…
PRESENTE
Mei recordaba la conversación son su amiga de la infancia mientras se preparaba para la reunión, no se iba a vestir ni maquillar de manera extraordinaria. De hecho, iba a ir con su típico traje de trabajo: falda, blusa blanca y chaqueta a juego. Iba con el tiempo justo para ducharse y vestirse, pero tenía claro Iba a ir tal cual era ella, sin florituras, como siempre se había presentado ante cualquier situación.
Con el paso del tiempo se había dado cuenta de algo mientras examinaba a las personas con las que interactuaba, la consideraban guapa, una belleza como algunas personas le habían comentado y natural. Y en parte, reconocía, lo usaba en su favor, pese a que su carácter frío, dominante y tosco acabara haciendo de las suyas, su físico siempre había sido un gran hándicap. Igualmente estaba convencida de que con Yuzu, aunque hubiera cambiado para peor, que no era el caso, no habría importado.
Igualmente, el paso de los años la habían tratado bien, tenía las curvas donde tenía que tenerlas, había madurado muy bien, según le habían comentado, ella nunca le había dado importancia. Avisó a su chófer para que prepara el coche, era hora de poner en marcha la operación llamada "La gran operación de reconquista de Yuzu y ser felices para siempre". Le daba vergüenza reconocer que aún usaba la libreta que había preparado su exnovia para tener las citas perfectas con ella. Y le daba más aún por poner un nombre tan infantil a algo que podría cambiar el rumbo de su vida. Pero hasta esta faceta infantil, que muy pocas veces se manifestaba, formaba parte de ella.
Sonó su móvil, le informaron que su vehículo ya estaba listo. Cogió su bolso, su determinación, suspiró y salió por la puerta sintiendo cómo su corazón latía con fuerza de forma acelerada.
El lugar elegido era elegante, faltaría más. Himeko se había encargado de reservar un lugar de aspecto tradicional. Sabía que iban principalmente a beber, la gran mayoría necesitaba salir de su rutina, de ahí el no permitir que acudieran sus respectivas parejas/marido, pero el sitio debería ser lo suficientemente amplio y discreto, teniendo en cuenta que asistirían mujeres de familias de ricas, de renombre y poderosas. La posibilidad de un escándalo por cualquier motivo no era una opción.
Ella debía comenzar a ejecutar "La gran operación de reconquista de Yuzu y ser felices para siempre" con el plan B. Que consistía básicamente en retener a Yuzu Aihara para que Mei tuviera una primera oportunidad de hablar con ella en la puerta. Por cierto, el plan A ya estaba en ejecución. Esperó mientras tomaba nota de las asistentes que iban llegando mientras revisaba su indumentaria y les advertía de que venían a disfrutar para que se lo pasaran bien y que no permitiría ningún mal comportamiento.
- Esto me trae buenos recuerdos. – Dijo en voz baja sólo audible para ella.
Siempre le gustó estar junto a su amiga, la presidenta del Consejo Estudiantil, mentiría si dijera que no le gustaba ser su sombra y mano derecha. Siempre albergó sentimientos hacia ella, pero con el paso del tiempo se convirtieron en auténtico amor platónico hacia una amiga o más bien una hermana.
- Ah, ahí están.
Había visto al par, iban bastante discretas y elegantes, para ser ellas. No se esperaba para nada que aparecieran como alguien de su edad, casi podría decir que parecían un par de ejecutivas. Para ser gyarus no iban nada mal, reconocía.
Se acercó a ellas, si quería poner en marcha su plan debía ser ella misma quien las recibiera.
- ¿Nombre? – Les preguntó mientras les daba el alto antes de entrar.
- Vicepresi, la pregunta ofende. – Le respondió Harumi.
- ¿Nombre? – Les volvió a inquirir.
Era absurdo, sabía de sobra quiénes eran, pero sin Mei aún presente debía hacer todo lo posible por ganar tiempo.
- Aihara Mei y Mitsuko Taniguchi. – Le respondió Yuzu en tono serio, mientras hacía todo lo posible por aguantar la risa, Harumi por su parte no lo había conseguido y se estaba riendo a carcajadas. - ¿Podemos pasar?
En silencio, la chica de rizos las miró de arriba abajo, su pregunta había sido absurda, pero su respuesta lo era aún más.
- Yuzu Aihara, nunca dejarás de sorprenderme. – Comentó la chica bajita mientras las apuntaba como asistentes.
- Sabes que si no lo hiciera tu vida sería muy aburrida. Creo que cumplimos con todos los parámetros recomendados. No había indicaciones en cuanto a color de pelo o complementos. Así que supusimos que eran de libre elección.
- Vicepresi, hemos venido en son de paz, sólo queremos pasar un buen rato. Si no nos ibas a dejar pasar nos podrías haber avisado y nos habríamos ahorrado el venir. Ya teníamos planes. – Harumi comentó en un tono aburrido. No sabía por qué a todas les tomaba nota y las dejaba pasar y a ellas las paraba sin motivo aparente.
- Tengo que comprobar quiénes asisten y quiénes no, que cumplen con lo indicado en cuanto a la etiqueta y explicarles las normas de comportamiento…
Ahora Himakeo comenzaba a enrollarse como las persianas explicando cosas que acaban careciendo de sentido, no era ni mucho menos necesario un control tan estricto, eran adultas. Pero tenía que ganar tiempo con lo primero que se le ocurriese. Levantó la vista a la calle y vio que Mei justo acababa de salir de su coche, lo supo porque todas comenzaron a comentarlo y a emocionarse, era toda una estrella.
Mientras la pelinegra se acercaba, Himeko le hizo un gesto imperceptible para las demás, indicando que tenía al par de gyarus controladas y que se acercara lo antes posible; puesto que mantener la conversación de besugos más absurda de su vida le resultaba casi imposible. Mei las vio, notó cómo su corazón se aceleraba, cada vez estaba más nerviosa, aunque no era momento para echarse atrás. Se acercó la mano al pecho, donde tenía el anillo y lo apretó con fuerza, esto siempre le daba coraje y ánimos para continuar. Intentó ir lo más rápido posible al darse cuenta de que su amiga no podría retenerlas mucho tiempo más, pero no pudo. Sus excompañeras la interceptaban y paraban para saludarla y comentarle cosas banales, como lo típico de lo bien que le habían sentado los años, aparte de hacerle la pelota.
Himeko vio la problemática en la que se encontraba su amiga, se imaginaba que el plan B acabaría así. Sus excompañeras estaban emocionadas y daban saltos de alegría por volver a ver a Mei y todas querían su ratito de atención. Ambas suspiraron. Cuando quiso girar la cabeza para continuar con la conversación con el dúo dinámico, que ya no sabía qué les estaba diciendo, se dio cuenta de que habían desaparecido, las había perdido de vista. Aprovecharon que les había quitado la vista de encima unos segundos para entrar. Suspiró. Plan B – Un desastre.
Mei, tras hablar con algunas chicas, pudo acercase a la entrada. No quería ser borde y se había esforzado por ser educada, pero habían acabado con gran parte de su paciencia.
- Lo siento, Meimei. No he conseguido retenerlas. – Le dijo resignada.
- Tranquila. Suponía que podría pasar algo así. – Le respondió la chica de ojos morados. – Menos mal que el Plan A está en ejecución. – Le comentó bajando la voz. – No esperaba que todas, literalmente todas, quisieran saludarme a la vez.
- Sí, por ahora habrá que centrarnos en nuestras tareas, yo continuaré registrando la asistencia y tú aprovecha para darte un baño de masas y saludar a todas las que queden para que luego no interfieran.
Qué duro era ser la estrella de la promoción de su curso. Nunca entendería esa admiración por ella. Para las demás era perfecta, una diosa, y cualquier apelativo que sugiriera admiración. Yuzu era la única que la trataba como alguien normal, como una persona sin más, a quien no tenía miedo de enfrentar cuando se equivocaba, cuidar cuando ni ella misma se percataba que se encontraba mal o apoyar en sus momentos más bajos.
Yuzu y Harumi ya estaban dentro, curioseando el lugar. Dejaron sus chaquetas en la zona de guardarropa. Se dieron cuenta de que los sitios estaban reservados y tenían ya una disposición en cuanto a asientos. Parecía un banquete de boda, pensaron. Tenían que buscar dónde tendrían que sentarse.
- Seguro que nos ha puesto en el rincón más oscuro del lugar para que no las molestemos. – Comentó Harumi un poco cabreada.
- Bah, siendo Himeko es capaz de ponernos al lado del baño o la cocina como venganza. – Yuzu comentó din darle mayor importancia. Sabía que estaban a su merced. A no ser…
Por fin vieron sus nombres y se quedaron anonadadas, en su lenguaje, estaban flipándolo en colores. Las habían colocado en una mesa bien situada y justo enfrente de ELLAS. Se sentían como dos ladrones delante de la comisaría. Salvo que ellas no eran delincuentes, simplemente espíritus libres, sin mayor maldad.
- Casi que prefiero el sitio oscuro o cerca de los baños, Yuzuchi. – A la chica de pelo liso castaño empezada a darle malas vibraciones esa disposición.
- Lo habrá hecho para atarnos en corto. Aquí sentadas nos aburriremos y tendremos que estar tiesas como ellas poniendo buena cara. Aunque no me disgusta estar en la misma mesa que Mei, así podría hablar con ella, pero… - sabía que lo que tenía que hablar no era un tema para hacerlo delante de tanta gente, necesitaba intimidad. – Si la tengo justo delante no sé si podré…
- Sí, es demasiado heavy hasta para ti. Vas a pasar de no verla a tenerla durante unas horas justo delante. A no ser…
- A no ser… - Repitió Yuzu.
Se miraron mutuamente, habían tenido la misma idea. Cogieron sus papeles y buscaron un sitio más estratégico que les permitiera ver a sus "archienemigas", pero a la vez no estar tan cerca. Cambiaron los papeles con chicas de otra mesa justo en la otra parte de la sala, convenciéndolas de que les estaban haciendo al favor de su vida al ponerlas en la misma mesa que las antiguas presidentas y vicepresidentas del consejo estudiantil.
- Misión cumplida. - dijeron ambas al unísono mientras chocaban la mano cuando se sentaron.
Por su parte, Mei al fin pudo entrar acompañada de Himeko. Dejaron sus chaquetas y se encaminaron a su sitio. Cuando llegaron, se dieron cuenta de que el Plan A había fracasado estrepitosamente. Delante de ellas había dos chicas que nada tenían que ver que ver con Yuzu y Harumi.
- Espero que tengas mejores ideas. – comentó la chica bajita de pelo rizado en voz baja sonriendo mientras se acercaba y la cogía del brazo para que nadie más la escuchara.
- Para mi desgracia, esta parte era una pieza fundamental. Aunque aún tengo algún que otro as bajo la manga. – Le indicó Mei mientras mantenía su semblante serio.
Se habían escaqueado, no quería pensar mal, pero le daba la sensación de que Yuzu la estaba evitando. Y eso que el ponerlas cerca era precisamente para poder iniciar una conversación con naturalidad. Quizás era demasiado directo, o quizás era que simplemente no quería verla.
- No, nada de pensamientos negativos. Tengo que confirmarlo. – Se dijo a sí misma.
Cuando se sentaron, saludaron a sus nuevas compañeras de mesa; la reunión prometía ser larga y poco productiva.
Continuará…
