Disclamair: La obra es de Inoue Takehiko. Yo solo escribo este fic.


En la noche los piques son ruidosos, se pueden oír hasta el tercer piso de la escuela. Los alumnos que limpiaban las aulas escuchaban los rebotes del gimnasio. "¿Qué hacen esos jóvenes jugando basquetbol tan tarde?" seguro se preguntaban. Ambos gimnasios estaban ocupados por los dos clubes de básquet.

—Sendoh-kun volvió a llegar tarde hoy —se rio Yamada.

—Todos los días llega tarde —continuó Aoi.

—Lo que pasa es que suele llegar unos diez minutos tarde. Hoy parece que llegó casi una hora tarde al entrenamiento. También parece que llegó tarde a clase —dijo Arai.

—Pareces seguir muy de cerca los horarios de ese chico —bromeó Shiro. Arai se ruborizó.

—Solo me entero porque me lo cuenta mi hermana.

—Me pregunto cómo aún no lo han expulsado del equipo —continuó Shiro.

—Porque es talentoso, su único defecto es que llega tarde a las prácticas —continuó Hyuga—. Me iré retirando, Aoi, sigue practicando con Higashi.

—Si, senpai.

Hyuga se despidió de la entrenadora y salió a las duchas. Las demás chicas se habían ido, Shiro estaba preparándose después de terminar de estirar, Aoi debía permanecer un rato más con Higashi y Arai quería hacerle compañía a su compañera de aula. Higashi, por su parte, hacía algunas prácticas de maniobras bajo la vigilancia de la entrenadora y su senpai. Aoi se impresionó, después de una semana, la pequeña kohai podía mantener más tiempo rebotando la pelota y también sabía cómo mantener el equilibrio.

—Listo, Higashi, ya puedes irte —dijo al fin.

Akira bajó los brazos y respiró entre cortado. Al fin, otro día llegaba a su fin y también era el final de su tercera semana en el equipo.

Okabe ya se estaba retirando e iba dejar la planilla en la sala de profesores, Aoi se despidió de las otras que permanecieron, Shiro hace rato estaba duchándose. Solo quedaban Arai y Higashi.

—Ya podemos irnos, Higashi-san.

—Ve tu primero, Arai-san. Me quedaré estirando.

Arai se terminó de cambiar rápido y cuando volvió al gimnasio, notó que no quedaba nadie. Asumió que Higashi estaba cambiándose, pero ella era de mudarse la ropa a un ritmo muy lento, por lo que fue a dar la vuelta al otro gimnasio.

Afuera del gimnasio masculino se distinguía a una considerable cantidad de chicas, ni ellas tenían ese público. Era un poco tarde, por lo que supuso que la cantidad cuando empezó el entrenamiento era mayor. Fue hacia una máquina expendedora dentro de los alrededores del colegio para comprarse algún jugo.

—¿Cuál podría elegir?

Se quedó un largo rato debatiéndose entre uno nuevo o uno que ya había probado. Alguien más se posicionó detrás de ella, esperando su turno. Pasó algo de tiempo que acabó con la paciencia de la otra persona.

—Oye, muero de sed, date prisa.

Arai respingó del susto, no esperaba alguien más allí. Ella se dio la vuelta y reconoció a un miembro del equipo masculino del equipo de básquetbol. Sus ojos eran intimidantes e hicieron a la chica temblar.

—Yo-yo, perdón, e-e-estoy aún pensando.

—¿Podrías elegir rápido?

No es que él quería sonar brusco, pero por su impaciencia resonó de esa forma. Arai asintió y eligió una fanta de uva cuyo sabor ya conocía y le gustaba. Mientras ponía el dinero, algunas monedas se le cayeron. El muchacho suspiró irritado, para Arai ese suspiro era un signo que le transmitía el mensaje "estás siendo molesta" y eso la hirió de alguna forma.

—Pe-perdón —volvió a disculparse. El chico no dijo nada.

Buscó las monedas, pero le faltaba una de 50 yenes. No podía mirarla a su alrededor y con ese chico apurándola detrás, la ponía tan nerviosa que se estaba tardando demasiado.

—¿Qué te pasa? —preguntó luego de observarla tanto tiempo en el suelo.

—No-no puedo en-encontrar —ni siquiera pudo terminar su oración por culpa de su tartamudeo.

"Que muchacho más desagradable", pensó y oyó otros pasos que se acercaban a ellos, ella pudo notar de lejos que se trataba de otro varón, para su desgracia. "Por favor, no más chicos", se quejó en su mente. Pero este joven se detuvo detrás del otro y sin que ella se percatara, hizo una mirada más comprensiva y pudo entender la situación.

—¿Necesitas ayuda? ¿Algo se te cayó?

—S-si, mi moneda de 50 yenes —la joven levantó la vista y enmudeció—, ¡Se-sendoh-kun! —trató de controlar el tono de su voz, pero le fue inevitable casi gritar.

El nombrado hizo una risa nerviosa, había escapado de las chicas del gimnasio para ser reconocido por otra más.

—Eh… si, vine a ver porque mi compañero se tardaba —señaló al otro estudiante, quien solo suspiró irritado y harto de la espera—. Veo que solo fue una falsa alarma ¿Cuánto necesitabas? ¿50 yenes? Lo pagaré yo.

—No, por favor Sendoh-kun, no es necesario.

—No es problema para mi, además, así será más rápido para todos. Está muy oscuro para seguir buscando una moneda pequeña.

De su bolsillo sacó 50 yenes y los introdujo, al poco tiempo la lata de fanta salió. Arai sintió más vergüenza que antes y sacó la bebida lo más pronto de la máquina.

—Muchas gracias, en cuanto pueda, te lo devolveré —se reverenció al joven de cabello extraño, pero él volvió a sonreír.

—No es necesario, son solo 50 yenes.

—Sendoh, tengo sed —los interrumpió el muchacho cual paciencia ya estaba llegando al agotamiento.

—Cierto, se me olvidó de eso. Bueno, nos vemos otro día, este…

—¡Arai! —se presentó la chica y se tapó la boca avergonzada por gritar—. Me llamo Arai Yuzuki. Fue un gusto Sendoh-kun y em… —dijo mirando al otro muchacho.

—Fukuda, Fukuda Kicchou —se presentó usando su mismo tono seco y brusco.

Arai se encogió de hombros y volvió a reverenciarse antes de irse corriendo hacia el vestuario femenino. "En verdad, que chico más desagradable ese Fukuda, a diferencia de Sendoh-kun".

En su camino, recordó a su hermana y se preguntó si ya había vuelto a casa, ella le había descripto a Sendoh como encantador y al chico Fukuda como raro y escalofriante luciendo un ceño fruncido permanente, tenía razón. A lo lejos avistó a Higashi marchando a la salida de la escuela, la chica decidió frenarla.

—Higashi-san ¡Aquí estás! Pensé que seguías cambiándote de ropa ¿No te duchaste?

—Es muy tarde, ya me ducharé en casa.

—Es raro que te hayas cambiado tan rápido, lo normal es que te tardes mucho tiempo haciéndolo.

Esa afirmación provocó escalofríos en Higashi y se llevó su mano a sus piernas.

—¿E-en serio lo crees? Yo pienso que me tomo mi turno, digo, mi tiempo y ya. No estoy nunca tan apurada, además, no quiero que se me caigan mis anteojos en algún descuido.

—¿Te pasa algo en las piernas?

—¿Qué? ¿Cómo? Digo ¿Qué-por qué lo dices?

—No has dejado de rascártelas desde hace rato ¿Te pasó algo? No me digas, debe ser por la poca circulación, a veces pasa, en especial cuando hace mucho que no haces ejercicio.

—Estoy bien, Arai. No tiene nada que ver mis piernas con que me cambia la ropa lento.

La respuesta de Higashi fue un poco extraña y Arai notó algo más que eso.

—Nunca dije que fuera por tus piernas que te cambiaras lento, pregunté si tenías mala circulación en las piernas.

Akira se detuvo en seco y los colores subieron a su cara, trató de ocultarla de su compañera.

—¿Ah, cierto? ¿Eso fue? Eh… —se quedó en silencio, sin saber que frase con sentido formular. Sin embargo, Arai pudo ver su rostro avergonzado y recordó algo que desde hace tiempo se venía preguntando.

—Higashi-san, desde hace tiempo noté y perdón si te ofendo o algo así, pero… incluso cuando hace calor usas esas medias y calzas más largas que las demás ¿Te ocurre algo en las piernas?

Higashi volvió a respingar y jadeó, tragó en seco y desvió la vista.

—No es de tu incumbencia —respondió rápido y aumentó el paso hacia la salida.

Arai se sintió mal por su compañera, supo que hizo una pregunta indebida, pero no fue con mala intención. La adolescente siguió a la otra a más velocidad hasta alcanzarla.

—¡Higashi-san! ¡Lo siento, no quería ofenderte! —la velocidad de la caminata de su compañera aumentó hasta tal punto que no podía llamarse más caminata, ni siquiera trote. Sin embargo, Arai también aumentó su ritmo y corrió tras ella, sin parar de gritarle—. No hice esa pregunta para qué reacciones así, solo quería conocerte más.

Los pasos de Higashi pararon y Arai pudo alcanzarla entre jadeos. Estaba acostumbrada a correr, no por nada era atleta, pero después de un duro entrenamiento estaba muy cansada para poner en práctica sus pulmones y músculos.

—Hi…ga..shi-san… pe…perdón. Yo… yo no quería… molestarte —dijo respirando con dificultad y apoyándose en sus rodillas.

A la luz de unas de las farolas, Higashi Akira se giró en dirección a su compañera. Arai vislumbró aquellas cejas arqueadas de la más baja del equipo de basquetbol; no solo expresaban lo incomoda que se sentía, sino también su temor y vergüenza por algo que no quería revelar.

—Está bien… si no quieres responderme, Higashi-san. Yo… yo lo…

—Son mis piernas.

—¿Eh?

—Mis piernas son gordas y feas. Me avergüenzan, por eso uso pantimedias y calzas largas, es más fácil para mi ocultarlas de esa forma, incluso cuando hace calor.

Hubo un silencio tenso entre ambas compañeras. Arai desvió su vista a las piernas de la otra chica. Desde su dirección y así cubiertas no se veían tan raras y gordas como ella las describía, pero era posible que más de cerca y descubiertas tuvieran una apariencia menos favorecedora.

Higashi murmuró algo que Arai no escuchó con atención, no supo si era para ella misma o para comunicarle algo.

—¿Eh? —preguntó alzando su mano a la oreja—, ¿Qué, Higashi-san?

—¿Por qué quieres conocerme más? —dijo esta vez más alto.

—¿Por qué? Es que pensé, ya que estamos en la misma clase y en el mismo club, pues… yo quería —la muchacha miró hacia sus pies y su tono de voz se volvió más tímido mientras más hablaba—. Quiero ser tu amiga.

Higashi volvió a permanecer en silencio, pero esta vez su rostro reflejaba una expresión de sorpresa que Arai no podía mirar con su cabeza agachada. Entonces, hizo una pequeña sonrisa.

—Sabes, Arai-san, si quieres puedes llamarme por mi nombre.

La aludida levantó su cabeza sorprendida y pudo divisar la sonrisa de Higashi.

—¿Eso significa que si quieres ser mi amiga?

—Me gustaría.

—Que bien ¿Puedo acompañarte, Higa- digo, Akira-san?

—Claro, hasta donde nuestros caminos se separen, puedes.

Arai hizo un aplauso que hizo sonar su llavero con forma de ovejita de su mochila y siguió con entusiasmo a su nueva amiga al lado suyo.

—Tu puedes llamarme también por mi nombre, Akira-san.

—Está bien, Yuzuki.

Las dos se sonrieron y Akira notó la pequeña ovejita de llavero que antes había pasado desapercibido.

—¿Es nueva esa pequeña?

—¿Eh? Ah, te refieres a Fancy. Si, ella es nueva. No te burles, Akira-san, pero me gustan mucho, muchísimo, las cosas bonitas y tiernas. Seguro ya lo has notado —como Higashi reveló un secreto suyo, Arai quiso hacer lo mismo.

—Si, lo noté desde hace tiempo, pero no me molestan.

—¿No? Qué bueno, porque a veces mi papá me regaña. Me dice cosas como "Yuzuki, ya estas grande para eso", pero no puedo evitarlo, es que me gustan tanto. Él se molestó mucho cuando compré este moño con el dinero que me gané limpiando el armario de la cocina —contó señalando su accesorio de la cabeza. Esta vez el moño era más grande y de un color fucsia que destacaba por su uniforme.

Mientras hablaban las amigas, Yuzuki pudo ver mejor las piernas de Akira. Seguían sin parecerles muy grandes y así lo comentó para animarla.

—Oye, Akira-san tus piernas no se ven mal desde aquí.

La susodicha frunció los labios y arqueó las cejas. Era un gesto que denotaba mucha timidez, en especial cuando se trataba de hablar sobre sus piernas.

—Es porque no las has visto descubiertas. Nunca pienso usar pantalones cortos o minifaldas sin al menos una malla o una pantimedia, y menos bañarme en un baño público.

—Ya veo —quiso cambiar de tema para no incomodar a su nueva amiga y recordó a su hermana gemela—. Estoy segura que mi hermana ya salió, me dijo que no la esperara.

—¿Tu hermana? ¿Te refieres a tu hermana gemela que está en el club de fotografía?

—¡Si! Ella misma ¿La conoces?

—Hace una semana me tomó una foto por sorpresa en el receso mientras almorzaba con Miko-chan. Dijo algo que en su club estaban haciendo un proyecto de fotografiar a los miembros de los dos clubes de básquet.

—Y no mentía, me contó que ella y los demás miembros les asignaron al azar los integrantes a quienes fotografiar. Tuvo la suerte de que le tocara Sendoh-kun —una sonrisa enorme apareció en su rostro y no pudo evitar suspirar mientras tocaba su mejilla que sentía caliente—. Me dijo que fue muy paciente con ella mientras lo fotografiaba. Yukari mintió diciendo que le tenía que tomar varias fotos por culpa de la iluminación, pero fue solo una mentira para tener varias de él.

—Sendoh-kun parece popular.

—¡Y con toda razón! Es tan encantador como lo describió, tuve la suerte de compartir algunas palabras con él.

Yuzuki le contó la experiencia que pasó mientras intentaba pagar su soda en la máquina expendedora y como perdió la moneda, pero de lo amable que fue Sendoh por pagárselo.

—Es maravilloso, en cambio, Fukuda es todo lo opuesto.

—¿Fukuda? ¿Quién es él?

—Otro miembro del club que Yukari tuvo la desgracia de tocarle también para fotografiarle. Así como tuve la dicha de hablar con Sendoh-kun, tuve la desdicha de encontrarme primero con él. Me miró de forma que me asustó y me sentía presionada a reaccionar rápido.

—Tal vez estás exagerando, Yuzuki.

—No lo creo. Él también fue como mi hermana lo describió; "un chico feo, con cabellos como algas y una mirada amenazadora", espero no tener que volver a estar a solas con él otra vez.

—Hablando de tu hermana, cuando me fotografió dijo que tú le dijiste que yo era la más baja del equipo femenino —la mirada que Akira le dedicó hizo que Yuzuki se estremeciera.

—Bueno, Yukari suele exagerar mis comentarios a veces, je, je —al ver que su expresión no cambiaba después de su risa nerviosa, Yuzuki trató de argumentar con lógica—. De-de todas formas, no es mentira eso, tu eres la más baja del equipo.

—Ya sé, pero no es algo que me gustaría que destaquen de mi o que me recuerden como "Higashi era la más baja del equipo".

—No suena tan mal, Higa- digo, Akira-san. Una vez vi a un chico muy bajo que era tan rápido como un rayo en un juego y fue genial —Yuzuki le sonrió y le dio un pequeño empujón a su amiga—. ¡Vamos Akira-san! ¡A ver quien llega primero a ese poste de luz!

Señaló un poste de luz en la otra cuadra y las dos corrieron riéndose. Akira no se sentía cansada, sintió una gran ola de emoción que le producía la combinación de adrenalina y serotonina, lo mismo fue para Yuzuki. Para sorpresa de ella, la más bajita llegó primero.

"Es posible que Akira-san puede llegar a ser la más rápida de nosotras".

En el gimnasio masculino, el capitán del equipo discutía algo con el entrenador, por lo que no notaron cuando Sendoh y Fukuda entraron al gimnasio con bebidas, fue una gran hazaña pasar la avalancha de chicas que gracias a la hora disminuyó.

—¿Es posible que tú seas el único que causó eso, Sendoh? —se burló Koshino señalando la puerta y las chicas ocultándose de Taoka y el capitán.

—¿Y por qué sería solo yo?

—No lo sé, tal vez porque ninguno aquí atrae a tantas chicas, ni siquiera Ikegami —señaló otro alumno al chico de segundo.

—Para tu información, recibí algunas cajas de chocolate el último San Valentín, Ueda.

—De todas formas, debes sentirte afortunado, Sendoh-san —dijo otro chico de primero haciendo un tiro.

—¿Afortunado? ¿De qué?

—Creo que Ogata quiere decir que está celoso de ti —bromeó Uozumi haciendo una leve sonrisa.

—¿Que escucho, Big Jun bromeando? ¿Cuándo empezaste a bromear, senpai? —dijo Uekusa.

—Desde que el entrenador está ocupado para vigilarnos.

Uozumi miró como en un lugar apartado Taoka discutía con el capitán. Respetaba mucho a su entrenador, pero llegaba a ser muy estresante tanta práctica de tiros y rebotes. Bromear con los compañeros de vez en cuando era muy sano.

—De todas formas, no sé porque estarías celoso, Ogata-san —dijo Sendoh sin dejar de sonreír y sin notar la expresión de molestia que su compañero reflejaba.

El llamado Ogata rodó los ojos e hizo otro tiro que encestó.

—Tú también bromeas mucho, Sendoh-san. Ya quisiera hacer tiros perfectos y que muchas chicas vinieran a verme y admirarme. Pero uno no está consciente de lo que tiene hasta que llega a perderlo. Puedes empezar siendo muy popular en una pecera pequeña como es la secundaria baja y que las cosas cambien cuando cambias de sector a algo más grande.

—¿Cómo lo sabes? ¿Acaso te pasó eso, Ogata? —preguntó desafiante Fukuda.

El llamado Ogata dirigió una mirada amenazadora a Fukuda, quien no dudó en responder igual. Solo llevaban unos meses de conocerse, pero él había llegado a estimar mucho a Sendoh. No era desafiante, ni subestimaba a sus contrincantes, desde su punto de vista, era muy noble y digno de respeto.

—Mis disculpas, Fukuda, tal vez tú tengas más experiencia en cuanto al tema de la popularidad que yo ¿Recibías chocolates a menudo en San Valentín?

Aquel comentario hizo fruncir el ceño más al adolescente si es que era posible. Fukuda apretó el puño, pensando en golpear algo o a alguien.

—Vamos, chicos. No discutamos —Sendoh interrumpió a tiempo, posando una mano en el hombro del chico con el cabello rizado. Su amabilidad ablandó a Fukuda pronto—. Si peleamos entre nosotros, nunca podremos vencer a nuestros rivales.

—Sendoh tiene razón —secundó Uozumi—. Solo cuando un equipo comparte un mismo objetivo es cuando logra concentrarse y trabajar unido.

La mayoría se impresionó de como el gran Jun hablaba y se paraba con su espalda recta frente al grupo. Ikegami sonrió y pensó que Uozumi debería asumir el puesto de capitán el próximo año.

—¡Oigan allí, no estamos en descanso! —gritó Taoka que ya había terminado de discutir con el capitán—, vuelvan a la práctica de tiros.

Todos gritaron un fuerte "si" y se concentraron en las canastas. Taoka estaba a punto de dar las instrucciones para la próxima actividad, pero intercambió antes unas últimas palabras con el capitán.

—Me alegra que no te vayas temprano esta vez.

—No, ya le dije a mi hermana que me quedaría hasta tarde, Taoka-sensei.

—Qué bueno, porque necesitamos todo tu potencial, Shiro. Tendremos un juego de práctica pronto y es mejor que estés en forma. Es bueno que Chiharu lo entienda.


Parece divertido jugar basquetbol. De pequeña papá me compró una pelota de básquet, me daba mucho miedo usarla porque era muy, pero muy pesada.