Disclamair: Pueden saber eso si leen en el reverso de un tomo de Slam Dunk.
En las mañanas todo es tan calmado, pero si te encuentras en la cancha de básquet callejera que se ubica en camino a la escuela Ryonan, tal vez esa calma desaparezca.
—¡Muy bien Akira-chan! —la vitoreó Sendoh a su compañera de entrenamiento secreto cuando lo engañó con una finta.
Ese día era lunes, de vuelta el inicio de otra semana y Higashi Akira estaba más entusiasmada que otras veces. Llevaba un mes en el entrenamiento y mejoró más de lo que esperaba. Gracias a su tocayo y sus prácticas secretas, su forma de maniobrar la pelota era excepcional.
—¿Cómo vas con lo de marcar?
La chica se puso nerviosa, todavía no borraba de la memoria lo incomoda que le ponía marcar, pero gracias a Yuzuki pudo aprender. Como ambas no tenían mucha diferencia de altura (y Yuzuki era una chica), no fue muy difícil, pero no iba ser el caso de practicar marcar con Akira-kun.
—Estuve practicando en mi casa y con una amiga de casi mi altura. Creo que lo hago bien, pero me quiero preparar más que bien. Creo que tendremos un partido de práctica, pero no estoy segura cuando será.
Sendoh recordó que también su equipo tendría un partido de práctica, pero a diferencia de su amiga, no estaba nervioso. Él era muy bueno en los lanzamientos, eso le hizo recordar algo.
—¿Akira-chan te enseñaron tiros libres?
—No.
—Podríamos concentrarnos en eso hoy ¿O quieres que practiquemos marcar?
Higashi se ruborizó y negó con la cabeza.
—S-si, digo, no, quiero decir; me gustaría practicar tiros libres.
El muchacho se rio, le causaba gracia cuando la joven inexperta se ruborizaba, pero seguía sin darse cuenta que él era la razón de por qué no quería practicar el marcado juntos.
—Bien, bien. Pásame la pelota, quiero que observes con atención.
Higashi obedeció. Sendoh sabía que ella era el tipo de persona que aprendía mejor mirando, así que en la posición correcta, hizo un tiro que entró en el aro.
Ella prestó atención con detalle a las rodillas del muchacho, siempre flexionaba, también a que su codo izquierdo estaba cerrado, mientras el derecho abierto.
—¿Quieres intentar, Akira-chan?
—Claro.
Akira-chan agarró el balón y se puso en posición, a punto de tirar cuando Sendoh la detuvo.
—Espera, Akira-chan, debes relajar más las rodillas y estirar el cuello.
El otro Akira tomó el cuello de la chica y lo elevó.
—También cierra más el codo.
Cuanto más la tocaba, más ella se ponía nerviosa, pero no quería ser grosera, así que permaneció sumisa y obediente a sus indicaciones. Ahora que lo miraba más de cerca, el chico no era nada feo, estaba segura que en su preparatoria debía tener más seguidoras que ese tal Sendoh.
—Listo, tira.
Ella tiró y la pelota chocó contra el aro. Aunque no entró, era un resultado satisfactorio.
—Nada mal, Akira-chan. La próxima vez flexiona más las rodillas.
Ella repitió y repitió, a veces encestaba y a veces no, pero por cada vez que lograba hacer que la pelota entrara en el aro, gritaba su interior. Tal vez en pocos meses se volvería tan buena como sus senpais.
—¿Cuánto tiempo deberé hacer esto, Akira-kun? —no quería sonar impaciente, pero ya se estaba cansando.
—Depende de lo que…
—Tu entrenador te diga —completó la chica, ya sabía cómo terminaba esa frase.
El chico se rio.
—Así es, Akira-chan. Sin embargo, porque aprendas a encestar ahora, eso no te garantizará que tengas éxito en todos tus tiros libres. Para perfeccionar un tiro libre no basta con entrenar un poco cada día. A veces se necesita uno matarse hasta lograrlo.
Aquella frase desmotivó un poco a Higashi. El rostro brillante de la muchacha se oscureció y la pelota rodó por el suelo hasta sus pies. Ese lindo sueño de alcanzar a sus senpais, e incluso a Yuzuki, volvía a verse lejano.
—¿Qué pasa, Akira-chan?
—No, nada —respondió en un tono seco.
Sendoh notó el semblante melancólico que su cara reflejó de repente, supo que no había dicho algo bueno y era también importante la motivación en el básquet para ganar.
—Sabes, Akira-chan, no hay nada que alguien no pueda lograr al menos que practique y ponga su corazón en aquello que tanto ama.
Akira tomó la pelota y volteó a su tocayo, quien estaba de pie, sin dejar de sonreír.
—¿Es porque te gusta tanto el básquet que eres bueno en ello, Akira-kun?
El chico se sorprendió por la pregunta y su sonrisa se borró, adoptó una pose de pensamiento tratando de recordar en qué momento se dio cuenta que era muy bueno jugando.
—Siendo sincero, no estoy muy seguro. A mi me gusta practicar lo justo en el basquetbol. No me duermo en mis laureles, por más que haya ganado muchos campeonatos y tampoco sobresfuerzo mi cuerpo hasta límites que no alcanzo. Solo me gusta practicar lo que tengo que practicar, así soy yo.
Para Higashi, esa era la primera vez que Akira era sincero con ella. Siempre sintió una rara distancia de su parte, como si hubiera algo de él que no quisiera revelar, ahora que lo recordaba, ni siquiera sabía su apellido.
—¿Desde cuando eres tan bueno?
—Desde que soy pequeño, siempre me gustó.
—¿Hubo un detonante, tu padre tal vez?
Sendoh no sabía cómo responder, solía ser alguien muy reservado, pero después de todo este mes, pensó que no estaría mal dar a conocer un poco más de su vida a su amiga.
—No sabría cómo explicarlo. Una vez lo vi en televisión y pensé que se veía genial como esas personas tan altas saltaban hacia el aro. Como siempre fui el más alto de mi clase quise probarlo también y me gustó y resultó que era muy bueno en ello, así que no importaba desde que punto lo viera, era muy placentero. Sin embargo, si alguien me diera a elegir entre ir a una buena pesca con mi abuelo o practicar básquet con mi entrenador, elegiría la pesca.
La chica se rio entre dientes cubriendo su boca, detalle que no pasó por alto a Sendoh. HIgashi Akira era una chica tan reservada como él y verla reír así le resultaba adorable, como si quisiera cubrir su risa.
—¿Y si fuera entre pescar solo y jugar un partido con tus seres queridos?
Otra pregunta que no esperó, Sendoh se quedó en silencio mirando a la nada ¿Qué haría en una situación así? Nunca se lo imaginó y como nunca lo vivió, no sabría qué decir.
—Pues… nunca me pasó eso, así que estoy a salvo por ahora de responder a esa pregunta. Concéntrate en tirar el balón —dijo volviendo a sonreír mientras señalaba el aro.
Higashi se percató de que la sonrisa de su amigo estaba un poco forzada ¿Será que lo estaba incomodando? Que chico más extraño.
—Eres enigmático, Akira-kun —ella comentó sonriendo.
—Concéntrate en encestar— Sendoh volvió a señalar el aro y aunque sonreía, su tono parecía un poco más autoritario.
Mientras Higashi se mantuvo haciendo tiros en lo que quedó de su entrenamiento matutino, Sendoh se ocupó de practicar maniobras con su balón, ninguno de los dos hablaba y parecía que tampoco querían mucho hablarse.
Después del estiramiento, ambos comieron de los bentos que Higashi traía. Ella devoraba con placer su vianda, mientras que su compañero miraba en silencio el rico almuerzo. Se veía apetitoso a simple vista, pero él no sentía la necesidad de comer. Hizo un leve movimiento con su cabeza hacia su tocaya.
—Akira-chan ¿A ti te gusta entrenar?
En un movimiento torpe, la chica detuvo su engullimiento y le dedicó una mirada desentendida. Tragó rápido y respondió.
—¿Qué? Claro que me gusta, ahora mismo me está gustando mucho, e incluso más que antes.
—¿Por qué crees que te gusta entrenar?
—La verdad, no sé. Nunca fui tan aficionada a algún deporte antes, excepto el atletismo. Tal vez sea por aquello que dicen que cuando haces ejercicio se liberan unas sustancias en tu cerebro que te pone feliz y de buen humor.
La sonrisa de él se tornó extraña desde la perspectiva de ella.
—Entonces mejorarás mucho en el basquetbol, cuando uno es feliz en lo que hace, las cosas van mejor de lo que se esperan.
Aquel comentario provocó que Akira casi se atragante con su comida ¿A qué se debía esa perorata? ¿Por qué Akira-kun de pronto se había puesto emocional?
—Gra-gracias… creo —la chica con el rostro sonrojado volvió a comer, pero esta vez más lento.
—Pero si te interesaba más el atletismo ¿Por qué no elegiste eso en vez de básquet?
Una vez más, casi se vuelve a atragantar con su comida cuando escuchó esa pregunta inesperada.
—Bueno, la verdad no sé —respondió en un tono que hacía sonar su voz un poco más alta de lo normal.
Era obvio que mentía. Se sintió asqueada consigo misma, su compañero le dijo la verdad, fue sincero con ella al respecto de la razón por la que jugaba basquetbol y ella solo podía mentir. Recordó un anime que vio hace poco en televisión sobre una chica que mentía sobre su pasado. Ella era huérfana y asistía a un colegio de chicas ricas, para impresionarlas se creó toda una vida ficticia y al final del capítulo ella firma una carta que le envía a su tutor como "Judy, la mentirosa".
"Soy Akira, la mentirosa" pensó y se preguntó por qué no le podía decir a Akira-kun la verdad de sus piernas, mientras que a Yuzuki se lo confesó. Tal vez porque Yuzuki fuera chica las cosas cambiaban desde su punto de vista.
—¿No lo sabes o no lo recuerdas?
—No lo sé y no creo poder recordarlo.
Sus palabras sirvieron para provocar una carcajada en su interlocutor. Aún no estaba lista para decirle la verdad, tal vez cuando se hagan más cercanos las cosas cambien, pero por ahora... las cosas eran así.
—Akira-kun, casi ni comiste — ella comentó ese detalle que notó hace poco para cambiar de tema.
—Es que no tenía mucha hambre, pero lo poco que comí me gustó mucho Akira-chan. Tu hermano es un genio en la cocina.
Ella sonrió pero esa mañana la sintió muy rara, era como si hubiera algo que debía percatarse, pero no sabía qué. Sendoh también sentía lo mismo, había algo raro en el aire. Pero dejando eso a un lado, estaba feliz de hablar con ella, era diferente a interactuar con las demás chicas, quienes parecían raras y embobadas cuando le hablaban. Hablar con Akira-chan era divertido y cómodo, incluso si el ambiente se tornaba extraño, nadie podría convencerlo de lo contrario.
—Ya es tarde —lo sacó de sus pensamientos su tocaya mirando su reloj—. Dentro de casi nada empezará mi clase. Debo ir a cambiarme, así puedo entrar temprano.
Por alguna razón, esa mañana, Sendoh se sintió con ganas de ser altruista. Por lo que se paró de su asiento y siguiendo su rictus le propuso:
—¿Podría acompañarte a clases?
La mente de Higashi se quedó en blanco. No esperaba algo así de su compañero. Es decir, llevaban un mes de conocerse y recién ese día se ofrecía acompañarle, ese Akira era un chico muy raro.
—¿Estás seguro? Podrías llegar tarde a tu escuela.
—No hay problema, queda muy cerca de aquí, está en esa dirección —señaló por el camino que conducía a Ryonan.
—La mía también está en ese camino —Higashi sonrió y sintió sus ojos brillar, no entendía porque la embargaba una gran emoción compartir más tiempo con él —. Me parece bien que vayamos juntos. Espérame que debo ir a cambiarme.
Ella fue hacia un baño público que tenía las canchas callejeras y él la siguió, de paso también fue a cambiarse al baño de hombres.
Higashi se sacó la ropa lo más rápido posible, no solo por la hora, también porque estaba impaciente de caminar al lado de Akira-kun. Además, podría conocer su escuela, su ubicación e ir a saludarlo después de su práctica. Abrochar su camisa, arreglar su moño del cuello y cambiar su peinado era lo menos complicado, pero el tema de sus pantimedias fue diferente.
Sendoh no tuvo problemas en cambiarse, se abrochó la camisa y chaqueta de su gakuran rápido. También fue un cambio rápido sus pantalones y zapatos, como era de llegar tarde a todos lados, solía vestirse con rapidez para las prácticas. En cuanto estuvo listo salió pero no encontró a su compañera, asumió que debía seguir cambiándose. Se acercó a tocar la puerta del baño femenino.
—¿Akira-chan, estás ahí? —escuchó un pequeño golpe que lo alarmó—. ¿Estás bien?
Luego de algunos quejidos y murmullos incomprensibles, pudo distinguir su voz con claridad.
—Si, Akira-kun. Espérame un rato, tengo un pequeño problema, ya salgo.
"Napoleón tenía razón cuando dijo 'vístanme lento que estoy apurado'." Pensó la chica.
Mientras se cambiaba, Akira intentó ponerse las medias rápido, pero no pudo amontonar la pierna de la pantimedia y la tarea se hizo complicada, por lo que se las sacó otra vez y volvió a amontonar ambos pares de piernas de medias al mismo tiempo, pero la prenda estaba un poco torcida, así que no tuvo otra opción que volver a sacársela y ponérsela. En el tercer intento pudo amontonar en la posición exacta y con delicadeza las piernas, pero una de sus uñas se enganchó en la tela en el momento que deslizaba a través de su pierna y eso provocó que resbalara con el piso y perdiera sus anteojos. Era la última vez que se ponía las medias estando de pie.
Higashi se puso nerviosa, era casi la hora y Akira la esperaba afuera, temía que él pudiera estar molesto o impaciente por lo tarde que se estaba haciendo.
Sendoh esperaba relajado con su mochila en mano y reposando su espalda en la pared de alambre mirando en dirección al baño femenino. No le molestaba que su tocaya se tomara su tiempo, no estaba apurado por llegar temprano. Bostezó y relajó sus hombros. Sonrió pensando lo tranquilo que era el día y lo mucho que disfrutaría tomar una siesta. No se percató que algunos alumnos del Ryonan pasaban cerca.
—¡Sendoh! —escuchó el grito de un compañero suyo y reconoció a Koshino.
—Buenos días, Koshino.
—¿Qué buenos días? Dentro de nada serán "buenas tardes" si no te apuras.
Koshino estaba preocupado, si Sendoh acumulaba demasiadas tardanzas podría afectar a su permanencia en el club de basquetbol y eso Taoka no lo perdonaría fácilmente.
—Perdón, no me percaté que se estaba haciendo tarde.
—Ahora que ya lo sabes ¡Vámonos! —exclamó después de entrar a la cancha y arrastrarlo afuera.
—Espera, Koshino. Estoy esperando a alguien, a una amiga.
—Llegaremos tarde si no vienes ahora.
—Pero… ella…
—Si es una chica lo más seguro es que te perdonará por dejarla plantada ¡Ahora vámonos!
Sendoh no pudo hablar más, su compañero lo arrastró fuera de la cancha y por el camino sin prestar atención a sus protestas. El joven de cabello en punta se disculpó en su cabeza con su tocaya, planeaba darle algo el viernes como disculpa por haberla dejado plantada. Hubiese sido bueno siquiera dejarle una carta.
Los baños de la cancha estuvieron largo rato en silencio, el único ruido provenía de los alumnos que pasaban cerca de allí y charlaban. Entonces, de pronto:
—¡Akira-kun! ¡Ya estoy! —gritó Higashi agitada mientras abría en un golpe con su pierna la puerta del baño. Al poco tiempo se apoyó en sus rodillas tratando de calmar su respiración.
Cuando su respiración se sosegó, levantó su cabeza y observó a su alrededor, no había rastro de su amigo.
—¿Akira-kun? ¿Estás por ahí? ¡Hola!
Buscó por la cancha, en la entrada, tocó la puerta del baño masculino, pero nada. Observó en su reloj que era un poco tarde, por lo que tenía que ponerse en marcha en ese instante si no quería llegar más retrasada de lo que ya iba. Unas chicas del Ryonan pasaron cerca de la cancha y se acercó a ellas.
—Disculpen —las detuvo—, ¿Han visto por aquí a un joven de quince años, muy alto, uniformado y con el cabello en punta? ¿Más o menos así? —Higashi levantó su cabello como su tocayo lo tenía. Las chicas negaron.
—No, no lo hemos visto.
La joven se sintió culpable. Lo más seguro es que Akira-kun se marchó hace tiempo, cansado de esperarla.
—Muchas gracias por su ayuda, debo irme.
Después de hacer una reverencia, Higashi salió corriendo y dejó a las muchachas atrás, quienes se dieron una mirada atónita.
—¿Es mi imaginación o esa chica describió a Sendoh-kun? —se preguntó una a la otra.
—No, no es posible. Sendoh-kun no es la clase de chicos que se juntaría a escondidas con una chica.
—¿Estás segura?
—Al menos me da esa impresión. Deberíamos apurarnos o vamos a llegar tarde.
Higashi llegó a un tiempo justo. Lo bueno era que seguía siendo una de las más rápidas de su clase, incluso aunque pasó tiempo de que corría. El entrenamiento le había hecho bien. Durante la clase su atención fue muy limitada, no dejaba de pensar lo mucho que hizo esperar al pobre chico, no lo culpaba por haberse ido ante, si tan solo le hubiera dejado una nota.
Cuando tocó la campana para la hora del almuerzo, Higashi encontró en su mochila el bento que su querido amigo no pudo terminar y la revista que le prestó. Sonrió y se llevó ambos al patio, donde podía comer a la sombra de un árbol en compañía de Miko y una buena lectura.
—¿Akira-san, te encuentras bien? —preguntó Yuzuki.
—Si, Yuzuki. Adoro la hora del almuerzo.
—Es que te vi un poco distraída.
—Fue por algo de esta mañana pero estaré bien ¿Quieres acompañarme a mi y a Miko-chan a comer en el patio?
—¿Miko-chan?
—Es una vieja amiga mia, te caerá bien ¿Entonces, vamos? —preguntó señalando con su cabeza la puerta.
Yuzuki aceptó más que gustosa, las dos se dirigieron al patio abierto y la amiga más alta notó la revista que llevaba contra su brazo Akira.
—Oye, Akira-san ¿Y esa revista?
—Me la prestó un amigo que práctica básquet conmigo. Es muy útil y me ha enseñado muchas cosas.
Por otro lado, Sendoh Akira también estaba muy distraído y cansado esa mañana. No dejaba de pensar que regalo darle a Akira-chan para disculparse por dejarla plantada y no importaba que dijera Koshino, estaba seguro que ella no lo perdonaría de la misma manera que haría otra chica. El chico bostezó, se lamentó en que ni siquiera tuvo tiempo de echar una siesta. Cuando sonó la campana se levantó con intenciones de dormir en algún lado más que para comer.
—¡Oye, Sendoh! —lo llamó alguien desde la puerta de su aula. El chico lo reconoció como un viejo compañero suyo de la secundaria baja con quien también asistía al club de básquet.
—Buenos días, Yamaoka-kun —saludó con su habitual sonrisa.
—Buenos días a ti también. Dime, tal vez no te acuerdas pero ¿No te presté una revista de basquetbol hace tiempo?
El muchacho puso una pose pensativa, no podía recordarlo.
—Creo que si, pero no me acuerdo.
—Fue el año pasado o creo que el anterior. No importa eso, fue unos días antes del partido que tuvimos contra… ¡Rayos, no me acuerdo! Como sea ¿Lo recuerdas?
—Eh… con esa información no puedo confirmar sobre lo que me estás hablando.
—Era una revista de básquet para principiantes.
Entonces fue como un rayo que pegó en su cabeza.
—¡Ah, esa revista! —su sonrisa se curveó un poco y tragó en seco—. Creo que se la presté a una amiga —murmuró avergonzado rascando su nuca y sus ojos desviados a ningún punto específico.
—¡¿Qué hiciste qué?!
A Miko no le molestó la presencia de Arai Yuzuki, no le molestó que comieran en un lugar que no era muy habitual de ellas, tampoco le hubiese molestado que su amiga estuviera durmiendo. Lo que le irritaba era que Aki-chan no despegaba sus ojos de esa maldita revista.
—Aki-chan ¿No leíste esa revista como unas… doscientas veces?
Su amiga acercaba una rica salchicha pulpo a su boca con sus palillos sin dejar de leer. Ni siquiera notó cuando el alimento se le cayó y terminó en su regazo. Yuzuki se rio.
—¿Es así siempre, Miko-san?
—Solo desde que juega basquetbol. Aki-chan, tu salchicha-pulpo está en tu falda, no en tu boca.
—¿Qué? —Akira miró sus palillos vacíos y luego vio la salchicha en su regazo. La agarró y se la comió con los dedos.
—Hoy estás muy extraña, Aki-chan.
—Es cierto, desde que empezaron las clases estás así —Yuzuki podía dar fe de ello porque compartían el mismo salón.
Higashi dejó la revista abajo y su semblante adquirió un tono melancólico.
—Perdón chicas, quiero distraerme y pensar en otra cosa. Hoy hice pasar un mal rato a mi amigo.
—¿Qué amigo? ¿Te refieres al chico con el que juegas básquet en las mañanas? —supuso Miko y su amiga asintió.
—¿De quién hablan? —preguntó Yuzuki.
—Todas las mañanas Aki-chan entrena con un chico en las canchas que están cerca de aquí.
—No son todas las mañanas, Miko-chan. Solo los lunes y los viernes.
—Eso explica porque esos días te ves más cansada —se percató Yuzuki.
—Si, es por eso. Me gusta mantenerlo en secreto. De todas formas, hoy él se ofreció en acompañarme a la escuela, pero me tardé mucho cambiándome y cuando salí del baño ya no estaba. Supongo que él no quería llegar tarde así que se fue antes. El lunes me disculparé por mi tardanza.
—¡Que descortés! —exclamó Miko indignada—. Él debería disculparse contigo en todo caso ¿Al menos dejó una nota o algo así?
—Pues no, pero…
—Es la más pura descortesía ¿No, Yuzu-chan?
Mientras las tres chicas discutían sobre el asunto, Yamaoka no dejaba de reprochar a Sendoh por haber prestado su revista.
—No puedo creer que la prestaste. Al menos me hubieras pedido permiso antes.
—En mi defensa, me la prestaste hace tanto tiempo que no me acordaba que era tuya. De todas formas ¿Para que la quieres? Si hace tiempo dejaste de jugar básquet.
—Estaba pensando en volver y para eso quería repasar nociones básicas.
—¿Estás consciente que el entrenamiento masculino inició haces más de un mes?
—Y mientras buscaba por mi casa —Yamaoka ignoró lo dicho por su compañero y siguió con su relato—, mi hermano me hizo recordar que te la presté.
—Perdón, se lo presté a una amiga con la que entreno en las mañanas. No la veré hasta el viernes, luego le pediré que me la devuelva.
—¿Una amiga? ¿Estás aprovechando tu popularidad y ya te hiciste una novia secreta?
—No tengo esas intenciones con ella, ni ella conmigo.
—O eso es lo que crees.
Antes de que pudieran salir al patio, Sendoh se dio la vuelta, tenía sed de tanta charla.
—Ya vuelvo, iré a comprar un refresco.
—Pero recuerda, Sendoh ¡Pídele que me devuelva la revista! —le gritó mientras lo veía correr por el pasillo hacia su aula en el primer piso. Algunos alumnos voltearon a verle en su dirección.
Aunque Sendoh Akira no era un chico de preocuparse en exceso, aquel grito lo sobresaltó y avergonzó un poco. A veces desearía no ser el centro de atención.
Yamaoka siguió refunfuñando, pensando en lo despistado que ese chico era, incluso una vez lo llamó Yamagashi porque no recordaba su apellido ¿Qué podía esperar de un chico así? No podía creer que fuera tan buen basquetbolista. Mientras caminaba por el patio, se fijó en un grupo de chicas sentadas en el pasto hablando mientras comían sus almuerzos. Le llamó la atención la más alta, le pareció bonita. Se acercó para verla mejor, pero se detuvo cuando vio como tomaba una revista que otra de ellas tenía en sus manos. Él se paralizó.
—Él me prestó esta revista para que mejore y siempre me da consejos muy buenos. Además es muy paciente conmigo —defendió Higashi a su amigo.
—Es muy buena, yo coleccioné algunos números hace un tiempo. Me sorprende volver a verla —dijo Yuzuki echando un vistazo.
—Son geniales ¿A qué si? Además, hoy Akira-kun me enseñó a lanzar.
—¿Akira-kun? —preguntó Yuzuki mientras le pasaba la revista a Miko.
—Así se llama él.
—Se llama como tú, Aki-chan —Miko dio un vistazo, pero no le interesó la revista y se la devolvió a su amiga.
—Lo sé, por eso nos llamamos "Akira-kun" y "Akira-chan".
—Que curioso, también se llama como Sendoh-kun ¿Será que todos los Akiras son buenos basquetbolistas? —opinó entre risas la más alta de ellas, pero Higashi sintió un poco de interés por aquella revelación.
—Disculpa, pero ¿Puedo verla? —preguntó un chico desconocido.
Las tres voltearon hacia el adolescente. Higashi se dio cuenta que hablaba de la revista y se la pasó.
—Claro, aquí tienes.
Mientras él miraba los artículos, reconoció un pequeño garabato viejo que su hermano hizo hace tiempo en una de las hojas. No cabía la menor duda.
—Esta es mi revista —dijo el joven.
—¿Qué? ¿Disculpe? ¿Qué quiere decir? —preguntó Higashi.
—Lo que dije. Me presento, me llamo Yamaoka Hiroki —al ver la incomodidad que estaba causando, decidió presentarse con una reverencia—. Y esta revista me pertenece.
—No es cierto, es de Akira-kun. Él me la prestó ¿Podría devolvérmela?
—Qué raro, él nunca dijo que se la prestó a alguien de la escuela.
—¿De qué hablas? ¿Podrías devolverme la revista, Yamaoka-san? Es de mi amigo, él fue quien me la prestó.
—¿Qué está pasando aquí, Yamoka-kun?
—Akira-kun, dile que tú me prestaste esta revista —Higashi volteó y reclamó a su amigo, sin darse cuenta del contexto a su alrededor. Antes de decirle algo al tal Yamaoka, cayó en la cuenta con quien hablaba y volteó rápidamente al recién llegado. Su expresión no podía reflejar más desconcierto—. ¿Akira-kun?
Allí estaba su amigo, con bebida en mano y el uniforme de Ryonan ¿Era él? ¿Akira-kun? ¿Qué hacía allí?
—¿Akira-chan?
Allí estaba ella, con el uniforme femenino, el mismo obento que le prestó por la mañana en su regazo, sus anteojos pulidos y su cabello suelto. Su rostro estaba tan atónito como el de ella.
Hubo unos segundos de silencio, incluso entre Miko, Yuzuki y Yamoka, hasta que ambos exclamaron al mismo tiempo:
—¡¿También estás en Ryonan?!
—Dile Sendoh que es mi revista, la que yo te presté —interpeló Yamaoka a su compañero.
—¿Sendoh? ¿Sendoh Akira? —preguntó la otra Akira.
Cuando pensaba que no podía tener más sorpresas ahora se enteraba de esto.
En mi familia, por culpa de Los Simpson, tenemos un dicho que reza "encontrarás el amor en el día de la bandera". Hoy fue el día de la bandera en mi país.
