-¡LANZAS DE DIAMANTES!- el ataque fue directo a la bestia mientras el animal iba destruyendo lo que encontraba en su camino, las pocas casas que habían podido reconstruir estaban siendo completamente carbonizadas por el veneno que brotaba de su boca. Sin embargo, al igual como sus anteriores ataques las lanzas parecían atravesar un cuerpo hecho de ¿Neblina?

No había forma física, no había energía demoniaca y nada que pudiera arremeter mientras ese animal iba atacando con una fuerza descomunal. Emi lo había dicho, quería que jugaran con él y no sabían cómo hacerlo.

— Oye hibrido, mi paciencia se agota. No permití que tomaras tu espada y que todos ustedes se movieran para hacerme bostezar. —Dijo la niña mientras estaba sentada observando el espectáculo cuando el hibrido fue gruñéndole por la frustración del momento.

Miroku veía que cada esfuerzo era inútil, sus pergaminos se estaban agotando y no había logrado encontrar la solución. Jaken y ah-un estaban agotados, la única opción era esquivar o esconderse hasta idear un plan pero ¿Qué clase de plan?

Necesitaban recuperar sus fuerzas y sus energías, no lograban hacerle ni un rasguño. Ni siquiera hacerlo retroceder, solo avanzaba contra ellos y arremetía con más fuerza.

Inuyasha iba corriendo hacia la bestia con la espada en mano mientras jaken intentaba quemar a la bestia con su baculo y aunque no hubiera alguna energía, no iban a perder esta batalla.

Empezó a buscar alguna debilidad para poder hacer el viento cortante o lo que fuera para poder frenar su avance cuando de modo improvisto su espada no solo perdió su transformación sino que se tornó oscura, un tono que fue adquiriendo hasta llegar al mango de la espada haciendo que inuyasha la soltara. La hoja se clavó en el suelo mientras el hibrido observaba como absorbía la vida a su alrededor, quemando la tierra y hasta quebrarla.

Emi no solo reía sino que se acercó rápidamente a inuyasha, adquiriendo control sobre su cuerpo para obligarlo a arrodillarse delante de ella y fue tirándolo contra el suelo para que ella pudiera poner su pie sobre su garganta.

— ¿Ves? Solo eres un ser débil que depende de la espada de papi para poder defenderse. Pobrecito, podría arrancarte tu corazón en estos momentos y ni siquiera tus amigos podrían salvarte

No solo estaba controlando al hibrido sino que había desmayado a todos lo que se encontraban a su alrededor con excepción de miroku que solo se encontraba inmovilizado. Ella simplemente saco una filosa arma de su manga que iba goteando veneno puro y sonrío para luego clavárselo en el corazón del hibrido. Con esto ya había logrado su primer objetivo, ahora iba a ir por su siguiente objetivo.

Sin embargo, cuando la bestia iba a destruir la cueva una flecha sagrada atravesó su pecho haciendo que retrocediera de manera inmediata provocando que la sonrisa de la niña se borrara de manera inmediata. Dirigió su mirada hacia donde había salido disparado la flecha y sonrió aunque no como solía hacerlo.

—oh, valla. Veo que sobreviviste y ¿te trajiste algún recuerdito de la tumba?

— ¡SUELTA A INUYASHA, AHORA! —Gritaba kagome con la flecha apuntado a su corazón, dispuesta a dispárale y acabar con ella en ese mismo instante.

— ¡KAGOME!— Grito inuyasha desde el suelo, desesperado para que saliera del campo de batalla al verse inmovilizado en el suelo y sin importarle la herida que Emi había afligido en su pecho.

—Hazlo, dispara. Jamás he tenido un corazón y dudo tenerlo ahora. — Dijo la pequeña niña mientras acomodaba su cabello con sus garras.

Kagome disparo y la flecha atravesó su cuerpo pero no dio con ningún blanco sino que siguió su camino hasta clavarse en un árbol lejano.

La sacerdotisa bajo el arco y observaba incrédula como la niña reía, pensó en cómo podría derrotar a un enemigo que ni siquiera tenía forma física ¿A que se estaban enfrentándose entonces?

—Quiero algo de ti, kagome. Solo una pequeña cosita y prometo dejar a tu familia en paz. — Sonreía dulcemente mientras se acercaba rapidamente a ella hasta quedar frente a frente. — Tu hijo.

Emi extendió la mano en dirección a la espada de inuyasha y no solo colmillo de acero reacciono ante el llamado sino que también el báculo de dos cabeza se fue agitando en el suelo mientras aun era sujetado por jaken quien se encontraba inconsciente en el suelo junto al dragón. La cabeza del hombre y de la mujer del baculo comenzaron a abrir sus bocas mientras sus ojos se tornaron blancos, varias lágrimas negras brotaban de sus ojos que rapidamente llegaba al suelo causando humo. La niña giro su muñeca, rápidamente la espada y el báculo fueron atraídas directo a su mano.

— ¿Sabes? Adore escucharte gritar, me hubiera quedado un rato mas pero tengo trabajo que hacer…

Kagome vio como la niña se desvanecía, tornandose una niebla espesa que se deshacia en el aire mientras que la bestia había desaparecido por completo. La sacerdotiza cayo de rodilla al suelo y miro a su alrededor.

Todo estaba quemado, destruido y claramente había rastro de sangre por el suelo. Inuyasha que se había podido levantar nuevamente, fue directo a sujetar los brazos de kagome para hacerla reaccionar. Él le hablaba pero ella no escuchaba, estaba ida y tardaría en volver en sí, inuyasha la estrecho en sus brazos mientras la sacerdotisa comenzaba a llorar.

En el abrazo ella apretaba en forma de puño la túnica de su compañero mientras seguía llorando desconsoladamente, no podía creer que todo esto estuviera sucediendo y que ella fuera la causante.

Miroku que finalmente se libró de Emi, observaba desde lejos como inuyasha consolaba a kagome y dirigió su vista al lugar donde estaba el cuerpo de la anciana kaede para darse cuenta que tampoco estaba.

—Inuyasha…— llamo a su amigo para que viera que no solo se había llevado a colmillo de acero y el báculo de jaken sino que también el cuerpo de la anciana.

– ¡PAPA!— gritaba una de las gemelas mientras corría a abrazar a su padre, miroku no solo recibio el abrazo con fuerza de su hija sino que acaricio la cabeza de su pequeña hasta que la otra gemela que venía detrás de su hermana corrió hacia ellos para completar el abrazo en familia.

—Vallan con su madre a la aldea donde está entrenando kohaku y no vuelvan. — Le decía a sus hijas en voz baja, quería protegerlas y si la única manera de hacerlo era alejarlas de la aldea hasta que emi sea destruida… lo haría.

Las gemelas se separaron de su padre y miraron el cielo en busca de su madre, sin hallar a sango por ningún parte. Fue cuando sus miradas de alivio cambiaron a una llena de preocupación hasta que Gyoukuto hablo.

—Papa, mama no ha vuelto.


—Mi señora ¿Qué haremos ahora?

—Esperar.

—No podemos dejar que se fortalezca.

—Si lo hace, iré personalmente a acabar con su miserable estancia. Solo espero que mi hijo no haya creído en sus palabras porque en caso contrario hasta nuestras vidas van a estar en peligro. —Hizo una breve pausa. — ¿Lo has encontrado?

—No pero pronto lo localizaremos.

—Bien.

Irasue no solo estaba observando el desastre que estaba ocasionando la niña sobre la tierra sino que vigilaba a su hijo más de cerca que nunca, no podía ir contra emi y menos con las manos vacías.

Detrás de ella estaba la tumba de rin intacta, sabía que su hijo no iba a poder destruir lo que más amaba y eso podría resultar perjudicial para todos. El guardia se retiró haciendo una reverencia mientras sesshomaru aparecía en forma de una esfera de luz enfrente de su madre, tomo su forma humana con cara poco apacible, ya que no deseaba ver a nadie y menos a su madre.

—Sesshomaru, al fin apareces. Dime, ¿una vida humana valía lo suficiente como para perder tu poder?

— ¿Qué quieres?

—Por lo que veo hasta tu poder te traiciona, tu deseo no era destruir esa tumba sino era destruir lo que significa esa tumba para ti. Tu poder demoniaco disminuyo el ataque de tu espada cuando tu corazón se afligió al ver que su cuerpo iba a ser destruido y por eso, ahora está más enojado como nunca. Hijo, ¿acaso una niña llamada emi vino a proponerte algo?

—No es de tu incumbencia.

—Lo es cuando desconoces a lo que te enfrentas, cuando realizas actos por conveniencia y buscas tu beneficio propio. No podrás destruirla con colmillo sagrado y tampoco podrás deshacerte de ella con colmillo explosivo. Sera mejor que recuperes tu poder y tus tierras porque ni siquiera tu querida madre podrá hacerle frente cuando llegue el momento.

— ¿Acaso le temes? Patético.

Irasue saco de su manga la piedra Meidou, mostrándole que no solo se enfrentaban a alguien peor que naraku sino a alguien mucho más poderoso que él y que cualquier demonio sobre la tierra. La piedra no solo estaba partida a la mitad sino que hasta su color había perdido, tornándose blanco por completo.

—Esa niña va manipulando cualquier energía que pueda encontrar y lo convierte rapidamente en tu contra, absorbe lo que necesita y descarta lo que no le sirve. Necesita de los seres vivos para no perecer y buscara la manera de que te autodestruyas en el proceso. ¿Aun quieres jugar con ella?


—Tú estas muerta.

—Lo sé.

El lord del sur no solo estaba apuntando con su espada a la mujer que tenía enfrente sino que observaba en detalle cada movimiento, cada paso e incluso cada vez que intentaba acercarse a él para ayudarlo.

— ¡¿Cómo te atreves a venir a destruir mi palacio?!

—Lo siento pero no fui yo… fue usted….

— ¿Qué?

—Usted perdió el control y destruyo su propio palacio, su propia gente y su propia servidumbre. ¿Acaso lo olvido?

La mujer en un acto seguido miro su espada, señalo con su mano que mirara hacia abajo mientras una lágrima cristalina resbalaba por su mejilla.

El lord del sur lo hizo e incrédulo por lo que veía, observo su espada cubierta con la sangre de su servidumbre, de sus guardias e incluso de su esposa. Podía oler e identificarlos uno por uno y no comprendía en que momento sucedió, no comprendía como fue que sucedió.

Veía sus manos llena de sangre, su ropa con marcas de manos de quienes intentaron frenarlo y poseía heridas en su cuerpo de aquellos que intentaron defenderse.

El no podía haber perdido el control siendo el demonio más fuerte después del antiguo lord del oeste, no recordaba nada de lo sucedido y aunque tratara de reconstruir los acontecimientos de hace algunos horas…el simplemente no podía…

—No pude hacerte reaccionar… no pude hacerte despertar…. No…no tuve tiempo. —La voz de la mujer se quebró y solo veía a un lord muy confundido que había caído en la desgracia. — Lo siento…

—No…no… ¡NOOO!

Levanto su espada e intento atacar a la mujer pero algo oprimió fuertemente su corazón haciendo que se arrodillara, cayendo al suelo casi sin aliento y con sus manos temblando mientras tomaba fuerte bocanadas de aire. Sentía su cuerpo arder y quemarse por dentro, asfixiándolo hasta hacer que su visión se volviera borrosa.

–Oye, ¿acaso no te enseñaron a ser gentil con la lady del oeste? Idiota. — Emi caminaba tranquilamente por el salón mientras arrastraba por el suelo a colmillo de acero y con la otra mano el baculo de dos cabezas — Fue más fácil de lo que creía. — Le guiño un ojo a rin quien se encontraba parada en medio de un salón bañado en sangre, llorando en silencio y con la mirada en el suelo. —Mi querido lord del sur, esto apenas comienza...apenas empieza la lucha...