-¿A…a..amo bonito?

La voz temblorosa de jaken y los pasos de Ah-un que los seguía desde una distancia prudente fueron silenciados por el estruendo de un trueno que irrumpió de manera abrupta combinado con el ruido intenso de la lluvia que caía desde el cielo nocturno.

Llevaban horas siguiendo al albino, los pequeños pies de jaken a veces se hundían en la tierra húmeda sobre los lugares donde el agua dejaba de ser absorbida y se convertía en un barrial. El viento soplaba y el bosque se mecía mientras era iluminado por distintos relámpagos que aparecían en diferentes ubicaciones en el cielo, siendo otra tormenta que se desarrollaría durante la noche.

-¿Amito?

El demonio verde buscaba la manera de que su amo pudiera responderle alguna de sus preguntas, lo que fuera para calmar su inquietud y la incertidumbre que agobiaba su mente. Ansiaba por alguna respuesta ante su ausencia, respuestas sobre la tumba y más que nada hacia donde se dirigía ya que lo único que hacían era seguir el camino que el demonio había elegido.

Había pasado muchos minutos entre un llamado y el otro hasta que finalmente dejo de insistir ante la ausencia y falta de respuesta de su amo. Los indicios de que su amo no iba a dirigirle alguna palabra o una de sus tantas frías miradas era muy claros y su mejor opción sería mirar el suelo en silencio mientras continuaban su camino.

Tal vez la respuesta era demasiada obvia y por eso su amo no respondía, tal vez era mejor callar hasta poder ser testigo de lo que se avecinaba. Pero todo le parecía tan extraño, incierto y casi perturbador. Por primera vez en siglos de servicio y lealtad, años de acatar órdenes que a veces no era necesario decirlo. Por primera vez, desconocía que acciones o que pensamientos podían estar cruzando por la mente de su amo… sencillamente no sabía nada…

Lo único que conocía en ese momento es que habían pasado más horas, la lluvia se tornaba más intensa y a veces parecía que iba a mejorar pero todo empeoraba. Un pensamiento intruso, esos que aparecen de la nada se hizo presente en la mente del demonio verde: "Un humano no habría podido sobrevivir estando en mi situación, caminando en la oscuridad hacia un sitio desconocido…"

Sin embargo, ese pensamiento lo interrumpió en el momento en que se dijo a si mismo que era un demonio puro y que este tipo de clima no le afectaría en nada pero no pudo evitar en pensar lo que podría estar haciendo en ese momento.

Jaken levanto la mirada del suelo con la intención de que podría volver a intentar hablar con su amo aunque este no le respondiera, aunque lo ignoraría deliberadamente y seguiría su camino o tal vez lo atacaría. A esas alturas, ni él sabía que podría suceder con ese demonio poderoso que iba caminando tranquilamente por delante.

Tan solo suspiro y al tomar aire tuvo que taparse el olfato con la manga de su ropa, un olor de humedad con mezcla a putrefacción se hizo presente en el ambiente y se intensificaba porque el viento lo estaba distribuyendo.

Los pasos del jaken se hicieron lentos, sintió como la sangre se le estaba helando y tan solo le basto que un relámpago iluminara el sitio para saber que se encontraban en las tierras del sur.

El demonio verde vio las tierras del sur en su plena destrucción, caídos en la miseria y en la desgracia. El olfato no le fallaba, los muertos eran innumerables y podía percibir el olor a quemado. Cuanto más se adentraban, más intenso se tornaba y empezó a percibir olores que no podía reconocer.

En ese momento, jaken se dio cuenta que estaban cerca del palacio del sur y de lejos podías visualizar la figura oscura de la gran construcción. Se había enfocado tanto en tratar que su amo le hablara que no había prestado atención a su alrededor hasta que el olor a muerte lo hizo reaccionar, se reprochó en silencio mientras veía el palacio oscuro cada vez más cerca.

Otro relámpago facilito su visión, aprovecho para mirar a su alrededor y noto que varias siluetas adornaban la tierra. Observo en detalle y cuanto más lo hacía, más lento caminaba hasta que no tuvo que pensarlo más, sus ojos reconocía esos cadáveres que una vez fueron sirvientes. Ahora, son cuerpos se hallaban despedazados y distribuidos en el suelo por secciones.

El demonio verde se quedó estático, quieto en el sitio con ah-un detrás de él haciendo lo mismo mientras el albino se frenaba a unos pocos metros de ellos donde había empezado a cuestionar a su sirviente mientras lo mirada de reojo por su abrupto interrupción.

Jaken veía que los restos de esos cuerpos tenían la carne desgarrada, hecho por un látigo muy específico que reconocería fácilmente como un arma propiedad del oeste para hacer que sus víctimas perduraran con vida mientras sus filosas espinas que cubrían el largo del látigo se incrustaban en la piel y desgarrarían los músculos hasta llegar al hueso cuando su verdugo intentara retirarlo. A veces, se empleaba para despedazar los brazos o las piernas con solo enredarlo al cuerpo de su víctima. El demonio verde reconocía el poder de destrucción de esa arma que era solo empleado como método de tortura y ahora lo veía en los restos que yacía en el suelo, restos que podía reconocer solo algunos como los antiguos guardianes del sur que en varias ocasiones le habían abierto las puertas para entregar algún pergamino diplomático a su lord.

Otros no podía reconocerlos, iba suponiendo que era más servidumbre y a veces parecía que estaban involucrados los niños del sur con sus pequeñas caras destrozada como si un ácido corrosivo les hubiera alcanzado mientras que a otros directamente les habían arrancado la mandíbula.

Lo que veía era una escena de horror, muy lejano a lo que estaba acostumbrado en las batallas que había presenciado y participado. En otro momento, hubiera fanfarroneado y hubiera alagado la fortaleza de su amo por la victoria al cobrar venganza por lo sucedido en las tierras del oeste pero no tenía nada que decir. El odio y el rencor estaban expresado, grabados en la piel y en los cuerpos putrefactos.

La realidad era que su amo había cambiado, todo era diferente y ahora desconocía lo que le deparaba el futuro que no sería más que otra oscuridad.

-Jaken.- La voz de sesshomaru se hizo presente, retumbo en jaken como si estuviera enfrente de una bestia que él no podría hacerle frente y un miedo ajeno a lo que ya conocía se hizo presente.- Camina.

Fue lo único que jaken escucho antes de continuar por el camino de cadáveres, los tres continuaron su rumbo fijo en silencio y cada vez iban llegando al palacio del sur que ninguno ya reconocía.

En las puertas del gran complejo, una sirvienta con el kimono mojado y totalmente roto sujeto las riendas de Ah-un para poder llevarlo al establo improvisado que aunque el dragón de dos cabeza se había negado al inicio termino por seguirla ante la mirada contundente del demonio blanco.

Muchos sirvientes estaban trabajando bajo la intensa lluvia, cargaban pesadas maderas e inmensas piedras en la oscuridad con el mismo tipo de problema pero sus ropajes rotos se cubrían con su propia sangre al tener heridas que eran infligidas por los nuevos guardias del oeste.

Jaken nuevamente se había quedado mirando a su alrededor, viendo como la gente que había sobrevivido era sometida con violencia hacia el mandato de su amo. De entre tanto movimiento, vio a un sujeto que permanecía como colgado e inconsciente en la entrada con la espalda totalmente herida y de manera inconsciente el demonio verde había tragado saliva al imaginarse en esa situación.

Finalmente, jaken se movió cuando noto la ausencia de su amo y aunque sus pasos se tornaron inseguros pudo alcanzar rápidamente a su amo entre los pasillos húmedos donde el agua se filtraba.

Entre pasillos oscuros, donde algunos tenían el techo caído y los adornos destruidos. Habían llegado al despacho del lord del sur, sesshomaru deslizo la puerta e ingreso sin cerrarla para dejar paso a su sirviente que se encontraba tembloroso detrás. El demonio verde ingreso tan solo un buen rato después, tratando de convencerse que su amo seguía siendo el mismo y que nada había cambiado.

En el despacho cubierto de tinieblas, el paso del viento era bastante audible más que la lluvia que caía sobre la madera y a veces era superada por los truenos. Sobre la mesa, miles de tratados que fueron hechos por ambos lord yacían frente a él y hasta podía reconocer su propia letras en varios papeles cuando su amo le ordenaba que llenara el mismo las peticiones.

Iba a empezar a indagar por el despacho cuando de golpe se sobre salto cuando su amo arrojo sobre la mesa un tubo de cerámica que protegía el pergamino que había dentro, en el centro de tubo se encontraba el sello de las tierras del norte y jaken entendió que su amo quería que lo leyera por alguna razón por lo que lentamente agarro con miedo el tubo para extraer el papel. Fue desenrollando y extendiendo el fino papel, notando que el escrito era reciente por la calidad de la tinta. Su vista se dirigió al inicio pero su atención fue directo a una sola sección del escrito:

"….Concéntrate en tomar las tierras del oeste ya que su lord desapareció, su mascota murió por lo que debe estar concentrado en buscar una forma de traerla o debe estar lamentándose de su perdida.

El lord del Este ha tomado la decisión de no intervenir, estoy seguro que aún está confiado en que se va a respetar el tratado entre el difunto General Inu no taisho y nuestras tierras sobre que el norte no apuntaría sus armas contra las tierras del oeste. Es un completo ignorante que la traición del norte hacia el oeste es un hecho, próximamente sus tierras también serán puestas bajo un solo mandato cuando el poder se incremente para el afortunado que comande ambas tierras…"

Jaken más que asombrado, estaba muy sorprendido. Tenía en sus manos la declaración oficial de la traición del lord del norte contra el oeste, ahora no era solo el sur sino que eran dos lords que profesaban su anhelo por obtener más poder y búsqueda de control absoluto.

-Busca a Hiroto, derramaremos sangre en las tierras del norte.


-¡INUYASHA!- Kagome gritaba a todo pulmón estando sobre el lomo de kirara con sango guiando a la gatita mientras sobrevolaba el bosque bajo la lluvia.

Kirara mas que dejarse guiar estaba preocupada de que ningún rayo los alcanzara por lo que su vuelo era de baja altura, una altura lo suficiente como para ver desde arriba sin llevarse las copas de los árboles y lo suficiente como para poder ver al monje miroku que se encontraba en tierra, encargándose de buscar rastros o pistas que ellas no podrían ver desde arriba con la poca iluminación que tenían en ese momento.

– ¿Por qué llueve así, porque de golpe?- Pregunto en voz baja sango que estaba desconcertada ante la tormenta inesperada, no esperaba que lloviera esa noche y no hubo indicios previos de que algo así sucediera.

-Esto… es similar a aquella noche.- Respondió kagome estando totalmente preocupada, su corazón se afligía ante la idea de que inuyasha estuviera viviendo lo mismo que ella pero sus pensamientos se vieron interrumpidos al recordar la figura de rin de adulta y joven que ella pudo visualizar en aquel momento por la iluminación que proporcionaba los relámpagos.

Por un momento, la sacerdotisa miro en dirección al campo y lo dudo pero no se quedaría con la incertidumbre de que inuyasha podría esta ahí.

–Kagome, lo encontraremos solo debemos seguir buscando, debe estar en alguna parte. –Dijo su amiga tratando de calmarla, apoyándola mientras sobrevolaban los alrededores.

-Sango…-

Sango giro un poco su cadera para ver a su amiga desde atras y noto que su mirada se dirigía a un solo sitio, recordando que ambos habían hablado sobre ese sitio.

- ¡cierto, Kirara asómate a ese campo!

Kirara rápidamente se giró en sentido hacia el campo, miroku desde tierra noto el brusco cambio y había logrado oír el grito de sango que las empezó a seguir hacia el nuevo rumbo.

–¡Sango espera! - kagome miro a miroku preocupada al no querer dejarlo solo.

-¡No se preocupe por mi señorita kagome, ustedes sigan que yo iré detrás!.- Grito miroku que estaba siguiéndolas.

Kagome asintió mientras que Sango sabía que su marido las iba a seguir detrás y confiaba demasiado que pronto se iban a reunir en el sitio acordado, la exterminadora en cuanto sintiera algo raro iría a defenderlo como diera lugar.

Habian llegado al sitio y Kagome habia bajado rápidamente mediante un salto antes de que kirara pudiera aterrizar por completo a tierra, solo le faltaba medio metro del suelo pero la sacerdotisa pudo ver a inuyasha tirado completamente en el suelo e inconsciente, sus ropas estaban rotos y juraría que estaba lastimado.

Kagome fue rápidamente corriendo directamente hacia él, se arrodillo en el suelo estando a un costado de su cuerpo y empezó a revísalo con desesperación al verlo en tan mal estado. Estaba muy mal herido, había cortadas y golpes pero no podía ver bien. Sango se había quedado con kirara y miroku había llegado rápidamente, viendo a inuyasha en el suelo.

–¡Señorita kagome, hay que sacarlo de la tormenta! - Dijo miroku preocupado, estaba seguro que estaba empezando a llover un poco más fuerte.

–¡¿Pero a dónde?!- sango cuestiono a miroku.-Dudo que los de la aldea deseen ver nuestros rostros.

-¡Hay una cabaña abandonada cerca de acá!.- Grito kagome que intentaba levantarlo del suelo cuando los truenos se hicieron más intensos y ensordecedores para el oído humano, sacudió al hibrido con tal de hacerlo despertar aunque sea para que se moviera.-¡ Vamos inuyasha, reacciona!

-!Señorita kagome, no lo levante!- Miroku gritaba un poco más fuerte y se acercó rápidamente con la sacerdotisa para ayudarla a levantarlo del suelo donde ambos cargaban al hibrido desde los brazos mientras el agua empezaba a acumularse y empezaba a subir hacia los tobillos con velocidad.- ¡Usted no debe esforzarse!

Un rayo rápidamente cayó sobre un árbol, quemándolo todo el tronco haciendo que cayera al suelo mientras se llevaba otros árboles jóvenes que estaban cerca al suelo.

–¡AAHH!.- Grito kagome ante el susto del rayo y por la cercanía de la caída pero sujeto con firmeza a inuyasha mientras kirara se ponía cada vez más nerviosa e intensa, mirando hacia todas las direcciones posibles como si algo los rodeara.

–¡HAY QUE SALIR DE AQUÍ!- grito sango cuando los truenos eran cada vez más seguidos y los relámpagos transformaban la noche en día, la lluvia caía con fuerza y el agua empezaba a subir un poco más del tobillo.

Sango se acercó a ellos y los ayudo a subir a inuyasha sobre el lomo de kirara, dejando al hibrido encima de kirara de forma cruzado como para que pudieran moverlo rápidamente.

-¡KIRARA VETE!- dijo fuertemente sango pero la gatita se negó.

—¡SEÑORITA AOME, USTED DEBERIA SUBIR E IRSE TAMBIEN!- Grito miroku porque el ruido de la tormenta era muy intenso, casi no se podían oír, el agua subía mas hasta la rodilla y otro rayo había caído aunque era bastante lejos de donde estaban.

Kagome iba a reprochar, no iba a dejar a sus amigos en ese lugar y abandonarlos. No quería, no deseaba dejarlos atrás para quedarse con el corazón en la boca pensando que algo malo les hubiera sucedido. Miro fijamente a miroku y antes de que pudiera decir algo todo el ruido se frenó bruscamente.

Los truenos se dejaron de oír, los relámpagos se iban extendiendo de manera lenta en el cielo donde podías ver como sus raíces se iban desarrollando de manera muy lento por el cielo hasta terminar como suspendidos entre las nubes. Rayos estáticos, inmóviles mientras que la lluvia había dejado de caer y la iluminación permanecía inerte. Todos permanecieron desconcertados, parecía que todo se había quedado congelado en el tiempo y solo una ligera brisa aparecía como una leve caricia de calma en un ambiente tenso.

–¿Qué está sucediendo?- sango miraba incrédula la escena, todo estaba sumido en silencio.

-Hay que irnos.- Dijo miroku ya muy alarmado mientras kirara se tensaba y con el agua por encima de las rodillas, tomo el brazo de sango para obligarla a subir al lomo de kirara con inuyasha.- ¡No hay tiempo que perder!

-¡NO ME IRE SIN TI!- Le grito sango a miroku, estando montada sobre kirara de forma obligatoria.

-Miroku, no se qu… ¡AAH!- kagome que estaba por detrás grito hasta donde pudo cuando fue jalada hacia el agua, hundiéndose y perdiéndose por debajo del agua.

-¡SEÑORITA KAGOME!- Rápidamente miroku fue a su rescate, arrastrando los pies como podía porque se había vuelto espeso el agua que se iba acumulando- ¡Señorita kagome!

-¡AOME!- Sango estaba por bajarse de kirara cuando vio a su amiga emerger, tosiendo fuertemente y levantándose.

-¡Sango no bajes, hay una presencia maligna!- Dijo miroku mientras miraba a sango y luego fue a auxiliar a kagome que aun tocia fuertemente por el agua que había tragado al caer.

-¡Algo me agarro y me jalo!-Decía kagome tratando de calmarse, muy nerviosa porque tenía el presentimiento que la volverían a jalar hacia el campo cubierto por el agua.

Miroku rápidamente fue a sujetar a kagome por los hombros y la ayudaba a sostenerse, tenía el mismo presentimiento de que en cualquier momento seria jalada de nuevo mientras fijaba su vista al agua. Estaba con el pensamiento de que si sacaba sus pergaminos y los lanzara hacia el agua, algo iba a exorcizar.

Todo seguía detenido, la tormenta estaba frenada y el agua seguía subiendo de apoco. Kirara se negaba marcharse y sango trataba de sostener a inuyasha hasta que vio algo que cambiaría todo.

-¡Sueltame!- grito una mujer del otro lado del campo, ella venia corriendo y caía seguido al agua como si la estuvieran jalando. Estaba escapando de algo, luchaba para zafarse de algo y cuando cayó por tercera vez al agua todos pudieron ver como casi se ahoga.

-¡SEÑORITA!- Miroku grito al ver la escena, no podía auxiliarla pero todos se aliviaron al verla surgir nuevamente.

La mujer se levantó tosiendo, tenía todo el cabello negro en la cara y cuando se lo retiro miro al monje miroku de manera incrédula y asustada.

Todos palidecieron ante la impresión, se quedaron inmóviles observando a la mujer que yacía en el otro lado del campo inundado hasta que kagome rompió el silencio…

-¿r….rin?

-no…

Fue todo lo que pudo decir rin antes de que un rayo cayera con intensidad en medio del campo, reventando la tierra en una especie de explosión haciendo que el agua saliera disparada al aire y la intensidad del impacto hiciera que todos cayeran hacia atrás. Una cortina de agua caía bruscamente desde el cielo y el relámpago que había quedado suspendido por completo entre las nubes oscuras finalmente había completado su recorrido dando iniciada nuevamente la tormenta que ahora estaba con mucha más fuerza que antes.