-inuyasha, llevamos días buscándola. Es muy probable que ella se halla ido por voluntad propia- Dijo el monje que estaba siguiendo al hibrido en medio del bosque.

-No me digas lo que tengo que hacer, miroku. Kagome está muy angustiada y eso puede afectarle a nuestro hijo pero también, estoy preocupado por ambas…-Dijo inuyasha, admitiendo su preocupacion tanto por kagome y como para rin que estaba buscando algún rastro por mínimo que fuera en la zona. Rin era una simple humana, no debía ser tan difícil localizar a una mujer en medio de tanta vegetación…¿o si?

-Lo sé pero por ahora no podemos hacer nada, solo nos queda esperar. Recuerda que kirara no está con nosotros, es muy probable que este con ella…

-Sí, lo sé. Debe estar con ella pero aun así no me deja tranquilo, había algo raro en ella.-dijo inuyasha que de un momento a otro freno su búsqueda y frunció el ceño mientras llevaba su mirada al suelo, tratando de recordar el momento en que la habían encontrado mediante una lluvia intensa - Es como si nunca hubiera estado sola.

-Lo sé, lo percibí también.- dijo miroku estando completamente serio.

Inuyasha puso su mano en donde debería estar colmillo sagrado y suspiro amargamente, no le gustaba estar indefenso. No le agradaba la idea de estar sin su espada, estaba dependiendo totalmente de sus garras para poder defenderse y aun así era insuficiente. Levanto la mirada del suelo inmediatamente y suspiro de frustración antes de que decirle a miroku lo que tenía planeado hacer a continuación.

-Volvamos, no me agrada la idea de estar tan lejos.- Dijo inuyasha que estaba por darse la vuelta y retomar el camino a la cabaña que tenían apartado de la aldea para no ser molestados.

-Espera-Dijo miroku que freno a su amigo antes de que continuara su camino- Estamos cerca de la aldea y no sería mala idea recoger provisiones, tampoco sería tan mala idea hablar una vez más con ellos ahora que las cosas podrían estar más en calma.

-¿Tú quieres ir? Pues ve solo, no quiero saber nada de esa gente.-Realmente seguía enojado con los aldeanos y lo demostraba sin ningún problema, su orgullo seguía intacto a pesar de todo.

-Inuyasha, esa gente mal o bien son parte de nuestra familia. Nos brindaron…-Miroku trataba de hablar pero fue rápidamente atacado por las palabras de inuyasha que lo interrumpieron bruscamente.

-¡Agh! no empieces a darme tus sermones, miroku. No pienso poner un pie en esa aldea, ¡Nada en este mundo hará que vuelva!

-Muy bien, le diré a la señorita kagome que el otro día no fuiste precisamente a cazar un jabalí sino…

Un gran escalofrió rápidamente recorrió la columna de inuyasha, miroku estaba usando su arma más potente que tenía en ese momento y era a traición. El hibrido lo miro con tanta bronca por su artimaña, lo estaba manipulado y a la perfección.

-¡¿Piensas usar a kagome para chantajearme?!-Dijo inuyasha muy enojado.

-Considéralo como intercambio de favores- dijo un miroku medio sonriente, sabía que le había tocado la fibra más sensible.

-¡Traidor!- dijo inuyasha enojado pero no le quedaba otra- ¡Esta bien, iré!

-Sabía que te podía convencer, viejo amigo.- Dijo miroku que sonreía triunfante por su victoria.- Ahora, vamos antes de que se haga tarde.- Se dio la vuelta y comenzó a dirigirse hacia la aldea con el hibrido echando chispas detrás de él, le resultaba ciertamente gracioso verlo así pero tenía que ir en cuanto tuviera la oportunidad.

-Oye, miroku. Ese campo en donde encontramos a rin ¿Vos pudiste percibir más algo más que esa energía extraña?- Pregunto caminando detrás del monje, cuestionándose si había sido el único.

-Lamento decirte que no pero hace poco volví a ese lugar y todo parece ser que volvió a su normalidad, como si nunca hubiera pasado nada en ese lugar.-Respondió miroku con total calma.

-¿Cómo que volvió a la normalidad? ¿Y cómo es que estas en total calma?- pregunto incrédulo inuyasha.

-Pues el campo está nuevamente intacto y la tumba de rin ya no está, hasta los arboles caídos volvieron a su lugar. Toda la vegetación que alguna vez fue destruida por las batallas que se proporcionaron en ese lugar estan nuevamente, como si la tierra se hubiera regenerado. Además, inuyasha de nada sirve entrar en un estado de ira, es claro que estamos enfrentándonos a la criatura más poderosa que hallamos enfrentando hasta ahora y la única manera de vencerla es manteniéndonos unidos.

El hibrido hizo silencio por unos segundo mientras seguía caminando detrás de el, algo le estaba molestando terriblemente pero por ahora todo era confusión.

-¿entonces…una ilusión o un campo de fuerza?- Pregunto inuyasha- Maldición, si tuviera a colmillo ya lo hubiéramos descubierto.

-No lo sé.-Respondió miroku.-Pero no creo que colmillo haya podido hacer algo al respecto…

-¡Ja! Con mi colmillo hubiera bastado para matar a esa niña, ya verás como la destruyo para siempre y…-Hablaba totalmente hecho un altanero pero miroku interrumpió su discurso.

-No sé si lo notaste pero ningún ataque le hacía daño, la atravesábamos y todos dábamos en el blanco. Parecía que solo nos hacía ver la imagen que quería que viéramos, un objeto a que atacar mientras hacía algo más. No era una ilusión o un títere, tampoco un alma. Realmente no se a que estábamos atacando y me preocupa que eso haya sido una distracción para algo más grande…

-oye, miroku. ¿Cómo que más grande?-Vio que miroku se frenó y noto como había dejado de prestar atención a la conversación que estaban teniendo para concentrarse en la aldea que estaba a escasos metros de ellos.- ¿Qué sucede?-Pregunto inuyasha que dirigió su vista a donde creía que miroku estaba tan absorto.

-Algo no marcha bien- Dijo miroku en voz baja y rápidamente fue a la aldea en un estado de total preocupación.

-¡OYE, ESPERAME!- dijo inuyasha que lo siguió por detrás.

Ambos se acercaron y vieron la desolación que había en toda la aldea, notaron que todo seguía exactamente igual cuando se marcharon. Las casas aun desechas, algunas a medio levantar y en el paso habia baldes de madera llenas de agua que nadie volvió a recoger. También la tierra estaba abandonada, nadie había vuelto a sembrar cuando ya debería estar el trabajo hecho y todo estaba tan seco.

-No hay nadie- Dijo inuyasha luego de olfatear el aire en busca de algún humano.

-Lo note.-Dijo seriamente miroku.

-No detecto alguna energía demoniaca ¿Crees que estarán en la cueva?

Miroku miraba todo a su alrededor, buscaba algún indicio pero no percibía nada y sin remedio alguno suspiro amargamente.

-Creo que se fueron-Dijo miroku- No sé, estoy confundido.

De manera sorpresiva, la voz de una mujer mayor surgió detrás de ellos que respondía a su pregunta ágilmente haciendo que ambos se sobresaltaran. Ninguno había detectado su presencia pero lo que les hizo retroceder a ambos cuando se dieron la vuelta fue al ver de quien se trataba.

-No lo creo, su excelencia.- La anciana kaede los miraba a ambos como siempre lo había hecho pero no estaba sola, un niño a quien nunca habían visto estaba agarrando fuertemente la mano de la anciana y tenía claramente la intención de no soltarla.

-¿Anciana kaede?-Pregunto miroku al estar incrédulo ante lo que veía.

-Su excelencia, ¿Qué sucede? Me sorprende verlo cometer tantas imprudencias.- Dijo con total calma la anciana.

-¿Quién eres?- pregunto seriamente inuyasha pero no miraba a la anciana sino al niño que aun así este no respondía.- ¡oye, responde!

-Inuyasha ¿Qué sucede? ¿Es por colmillo de acero? Pronto se te será de vuelto.-Dijo la anciana.

-¿Cómo que se me será devuelto?-el hibrido pregunto incrédulo, rápidamente dejo de mirar al niño y puso su vista en la anciana.- ¡ja! A mí no me engañan con este truco barato.

Mientras inuyasha hablaba, miroku lentamente sacaba sus pergaminos más potentes que tenía dentro de sus mangas, los fue sacando discretamente y luego llevo sus manos por detrás de su espalda donde ya los tendría listo para lanzarlos e exorcizar sus almas. Si es que eran almas…

-Monje miroku y inuyasha- hablaba kaede como siempre solía hacerlo pero claramente no era ella, había algo más que no podían descifrar.- El mundo ha demostrado lo cruel que puede llegar a ser y no está mal el querer recobrar lo que se nos ha quitado, ¿No creen? Ya somos muchos que deseamos lo mismo.

Ahora, ambos estaban confundidos y no entendían lo que sucedía. ¿Cómo que son muchos?

En ese momento, los ojos del niño se tornaron completamente negros y se dirigieron lentamente a miroku que fue provocando que el monje sintiera el frio calar hasta sus huesos.

-Monje miroku- ahora ya no solo hablaba la anciana sino que ambos hablaban al mismo tiempo y de manera simultánea mientras sus voces se superponían una encima de la otra- sus pergaminos no sirven contra nosotros.

De manera inmediata, todos los pergaminos que le restaban en sus manos se prendieron fuego rápidamente y el monje por instinto los soltó antes de que le quemaran la mano. Vio como un fuego negro consumió los papeles antes de que pudieran tocar el suelo sin que quedaran las cenizas, desapareciendo tan rápido como el mismo fuego que surgió.

-¿Qué?- fue lo único que pudo decir miroku impactado al ver como sus pergaminos ya no estaban.

-¡AGH!- de golpe, inuyasha empezo a sentir un dolor tan intenso que se presentó en el mismo lugar en que le habían clavado esa arma, algo le estaba quemando por dentro y ardía tanto que juraba que estaba por atravesarlo. El hibrido escuchaba los latidos de su corazón martillarle en sus oídos, era cada vez más fuerte y no paraba. Fue cayendo arrodillado al suelo y clavo sus garras en el suelo mientras que con su otra mano apretaba fuertemente su pecho, fue cerrando su puño a la altura de su corazón y fue arrugando la túnica de ratas de fuego lentamente. Les costaba mucho respirar, sentía que algo estaba cambiando drásticamente dentro de él y que no podría hacer nada al respecto. Le dolía demasiado, cada vez era más intenso y de su boca empezó a escupir sangre. Casi podía escuchar a su amigo gritar su nombre para que reaccionara pero cada vez era más lejano, sabía que estaba tratando de ayudarlo pero ya cada vez sentía menos su tacto.

-¡INUYASHA!-Grito el monje que había colocado una mano en su espalda para purificar el mal que tuviera, estaba arrodillado junto a Él para hacerle reaccionar y buscaba inútilmente la manera de auxiliarlo pero cada vez los veía más en el suelo.- ¡¿Qué le están haciendo?!- exigió muy preocupado.

-Monje miroku.-Ahora, solo hablaba únicamente el niño.

Miroku dirigió su mirada al niño y veía el drástico cambio que estaba teniendo. El rostro del niño era totalmente blanco que marcaba demasiado sus ojos negros donde rápidamente comenzaban a brotar lágrimas negras. Miroku miraba al niño totalmente incrédulo, no había energía demoniaca o mejor dicho no había energía que desprendiera para poder atacar. Lo único que podía hacer era sostener a su amigo que agonizaba y aunque siguiera tratando de purificar lo que fuera que lo estuviera atacando, noto como su parte humana empezaba a desaparecer.

-¡¿Inuyasha?!- pregunto miroku muy preocupado que nuevamente miro a su amigo que estaba empezando a brotar de sus ojos lágrimas negras, se dio cuenta que era inútil todo lo que estaba intentando. -¡responde!

-¡AAGH!- grito una vez más inuyasha estando completamente en el suelo, doblandose de dolor.

Miroku no espero más, tomo el rosario que tenía guardado y realizo uno de sus conjuros contra el niño para poder sellarlo. Sin embargo, el rosario estallo y todas las pequeñas bolitas negras se vieron desparramadas por el suelo.

-Monje miroku, es el momento en que cumpla con el pedido de Emi como el demonio que siempre debió ser…


Rin no solo seguía atrapada en sus propios aposentos sino que estaba dando vueltas y vueltas en la habitación como un animal enjaulado…

Ya estaba anocheciendo y no había llegado ninguna noticia, nada que se asemejara a las opciones que tendría a partir de ahora en ese palacio. Hiroto le había explicado con lujo de detalle todo lo sucedido hasta ahora, era consciente de lo complicado de la situación actual y al estar al borde de la guerra no la tranquilizaba para nada. Sentía el nudo de nervios en la garganta haciendo presión sobre sus cuerdas vocales, la inflamación no mejoraba y en su cuello tenía una marca morada donde el amo la había sujetado con fuerza.

Todo era nuevo, tan nuevo para ella y se preguntaba si su presencia tenía alguna razón de ser. Ya había muerto dos veces y fue traída dos veces por diferentes métodos, su tercera muerte era la que supuestamente seria la definitiva pero ahí estaba. Tenseiga solo podía revivir un muerto una sola vez, la piedra meido ya había sido usada y no paraba de preguntarse con que la habían atraído esta vez. Se estaba recriminando por no haberle preguntado a hiroto como había sido su muerte, se había concentrado tanto en preguntarle como había surgido todo que se olvidó por completo en hacerle esa maldita pregunta.

Y ahora, pensaba si existía la posibilidad de frenar todo lo que estaba por suceder siendo una simple humana.

Una humana que había alterado las cuatro regiones…

En ese momento, rin dejo de dar vueltas y se vista se enfocó en el ventanal gigante que daba a lo que ya no podía identificar si era un jardín o un lugar de recreo. Camino rápidamente hacia el inmenso cristal y sujeto con fuerza las cortinas para arrancarlas desde donde se sostenían. Las tiro al suelo e imploro que las ventanas no estuvieran clavadas contra el marco, cuando agarro las manijas y tiro hacia adentro, suspiro de gran alivio al ver que se abrieron.

Una ventisca de aire frio entro rápidamente que provoco un escalofrió en el cuerpo de rin que a pesar de empezar a sentir como el frio entraba al cuarto donde estaba atrapada, decidió ignorarlo y seguir adelante con su nuevo plan.

Se asomó lo suficiente para ver la gran altura que tenía desde su ventana al suelo y era imposible saltar sin terminar con todos los huesos del cuerpo rotos, calculo que habría muchos metros de por medio. Luego, miro cual era el ventanal más próximo al de ella y esta opción era el más lógico de alcanzar. Eran escasos metros lo que la separaban de su cuarto al siguiente, era mucho más fácil aunque no era seguro ya que tenía una idea de cuál sería el resultado en caso de que resbalara. Miro hacia abajo nuevamente y noto que tenía toda una línea gruesa sobresaliente donde podría apoyarse y caminar, supuso que esa línea eran las cornisas del palacio. No tenia mucho espacio y tampoco era muy grueso pero le era suficiente para su objetivo, asi que tomo la decision de que esa seria la forma de salir de esa habitacion.

Se alejó un poco del ventanal para alzarse la falda del kimono y se lo coloco de forma que no molestara durante su hazaña, lo sujeto con fuerza con ayuda del cinto para luego acercarse al ventanal empezando su travesía. Sin embargo debía hacer algo antes, freno e empezó a buscar entre todo algo que pudiera servirle para que su olor siguiera dentro de los aposentos, buscaba algo que pudiera cubrirla durante su ausencia y no tuvo otra opción que quitarse solo la parte superior del kimono para dejarlo contra la puerta. Dejarlo por debajo de la entrada tal vez haría que su olor siguiera presente como si su presencia aun estuviera. Una vez que lo coloco de forma que pudiera seguir desprendiendo su olor, se acomodó su juban siendo sujetado con la ayuda de su cinto y luego se acercó al futon para tomar las sabanas, colocándolo también contra la puerta. Esperaba que aun tuviera su olor y durara lo suficiente como para poder engañarlos, solo necesitaba unos minutos para cruzar de una habitación a otra antes de que se alarmaran. Así que antes de que empezara a disminuir su olor en esas prendas, ella ya estaría bien lejos de ahí.

Rin una vez que acomodo todo fue rápidamente hacia el ventanal para sacar una pierna afuera y se sentó en el marco de la ventana con la intención de estirarse hasta poder sentir la cornisa. Solo cuando se aseguró que su pie estaba pisando correctamente y que no iba a resbalar fue cuando se sujetó fuertemente del marco y finalmente cruzo su otra pierna al exterior. Estaba muy nerviosa y asustada que sus manos estaban sudando, estaba temblando pero mantenía firme su agarre, sabía que estaba haciendo algo que se iba a arrepentir más tarde pero tenía que frenar todo lo que estaba sucediendo.

Junto toda su valentía y fuerza para empezar a caminar lentamente en la cornisa en dirección a la habitación continua, iba dando paso a paso de manera lenta para no dar uno en falso. Caminaba segura de sí misma, sin titubear y sin que el miedo terminara de apoderarse de ella. Estaba bien pegada a la pared, aferrándose hasta que sintió con su mano el marco de la ventana y lentamente se fue acercando más para ver si la habitación estaba ocupada o no. Se alegró cuando vio lo vacío que estaba el cuarto, nadie estaba usándolo y empujo el vidrio hacia adentro pero se frenó al recordar la cercanía de su cuarto. Entrar no sería el problema, el salir de ese cuarto sin que los guardias la vieran y encima que su olor era muy fácil de detectar seria el mayor reto que tendría que enfrentar.

Al final, decidió ir al siguiente cuarto y este estaba un poco más lejos. Comenzó a caminar firmemente, no había tiempo para dudar y permitir que sus preocupaciones la invadieran. Estaba determinada en salir de esa situación y no dejo de caminar hasta sentir en su mano la madera del marco del ventanal.

Finalmente, sintió que había llegado y una ventica más fuerte que la anterior había llegado al palacio. Se aferró totalmente contra el muro, podía jurar que su cuerpo se estaba fusionando a ese montón de piedra y casi podría atravesarlo. Se quedó estática esperando que terminara, tenía mucho frio y eso empezó a jugarle una mala pasada a su cuerpo. Supo que no podría seguir avanzando aunque quisiera, su cuerpo no podía más.

Cuando la corriente se había calmado, rápidamente fue al ventanal y empujo hacia adentro para meterse rápidamente al cuarto. Cayó al suelo y estando boca arriba, empezó a respirar agitada del miedo que había estado conteniendo. Relajo su cuerpo lentamente y la tensión del momento se había casi esfumado pero sus pensamiento la hicieron reaccionar al no fijarse si estaba o no ocupado esos aposentos. Se levantó de manera inmediata y miro los alrededores para comprobar que en efecto la habitación tenía un huésped mujer, se maldijo por sus adentros al no haberse fijado antes pero a la vez agradecía que no estuviera ese huésped en ese momento sino su escape sería una verdadero fracaso.

Rápidamente y sin permiso tomo una de las prendas que había en el futon, se cambió de ropa hasta del juban notando que el huésped y ella tenían el mismo talle. De cierta forma se alivió que no estaría tropezando por ahí y no iría calculando cuanto de tela le sobraba, tampoco tendría que romper la prenda para no ir pisándola durante el trayecto. Luego, tomo una capa negra que le serviría para cubrirse totalmente y miro a su alrededor si había alguna fragancia que pudiera tapar su olor. Vio de cerca un tocador que supuso que habría muchas fragancias pero termino por descartar la idea, colocarse una fragancia sería otra alarma al no estar el huésped y que además sería más fácil de localizarla. Mala idea…

Finalmente, decidió que era hora de salir de ese cuarto. Se acercó a la puerta y solo la deslizo unos centímetros para ver el estado del pasillo que para su mala suerte era bastante oscuro para su vista. Los demonios no necesitaban tanta luz como ella, recordaba que los pasillos eran bastante luminosos pero era para que ella pudiera recorrer el palacio a su gusto pero ahora que se suponía que ya no estaba viva todo estaba de nuevo como antes. Se quedó solo unos minutos aguardando que algún sirviente pasara pero nada y aprovecho para ir al cuarto de enfrente, se tenía que mover en completo silencio para no ser descubierta así que salió lentamente y cerró la habitación en que había entrado para dirigirse al cuarto de enfrente. Ella fue deslizando lentamente la puerta del nuevo refugio para asegurarse de que no tuviera ocupantes y en efecto era otro cuarto vacío. Entro y cerro rápidamente la puerta e inmediatamente apoyo su oído contra la madera en la espera de que se oyeran algunos pasos que le indicaran que los guardias se habían percatado de su huida pero nada, estaba bastante aliviada al saber que todo estaba surgiendo como esperaba.

Solo se quedó unos minutos, aguardando algún grito de alarma que informara de su escape pero nada estaba ocurriendo y a esta altura ya le resultaba extraño que todo le estuviera saliendo bien. Había creído que al ser demonios entrenados para su función de guardia estarían más atentos o tendrían los sentidos agudizados pero nada, fue cuando sintió que algo no marchaba bien. Así que decidió acercarse al sitio donde estaban los guardias, era una pésima idea ya que podrían descubrirla pero necesitaba saber porque aún no se habían percatado ya que eran demonios puros y ella vivió por mucho tiempo con toda clase de demonios e híbridos. Sabía la capacidad que tenían hasta sus fortalezas y sus debilidades, tenía bastante experiencia como para saber cuándo era demasiada obvia y cuando no.

Ella salió de su refugio y lentamente se movió en el pasillo hacia la puerta de la habitación continua en caso de que tuviera que ocultarse, tenía todo su cuerpo contra la pared como para no ser vista fácilmente. Usaba la capa para ocultarse y mezclarse con el ambiente, aunque sabía que mucho no le iba a servir pero tenía que intentarlo. Solo cuando vio de lejos a los guardias, ella se quedó inmóvil y permanecio muy cerca de la puerta en caso de emergencia.

Sin embargo, algo le llamaba la atención. Vio que algo destellaba y sobresalía de ellos, por pura curiosidad se acercó un poco más para ver de qué se trataba. Por la silueta de los guardias, sabía que sus cabezas estaban hacia abajo y esto hizo que frunciera el ceño ya que no es la pose que toman cuando están de guardia. Ahora, estaba empezando a preocuparse. ¿Por qué no se percataban de su presencia fuera del cuarto?

Rin estaba empezando dejar de lado la idea de irse, se acercó aún más y ahora iba sin cuidado. No le importaba que la descubrieran, no le importaba saber que podrían llevarla con el amo y mostrarle su desobediencia. Algo no estaba bien con ellos, algo les estaba pasando.

Solo cuando estuvo demasiado cerca, se percató que no necesitaba mucha luz para notar que varias armas estaban clavadas en sus cuerpos.

-Ay no.-Dijo rin en voz baja mientras detuvo su andar y se quedó parada mirando las espadas e las dagas que estaban clavadas en los cuerpos de los dos guardias.

Rin los miraba sin saber cómo reaccionar, no sabía qué hacer y cómo actuar. No eran dos o tres, casi podía contar que había 10 armas clavadas en cada cuerpo y rápidamente fue a auxiliarlos pero se frenó bruscamente cuando sintió que había pisado algo húmedo. Bajo su vista al ver que era, estaba rezando por sus adentros que no fuera lo que estaba pensando y efectivamente lo era. Vio como la sangre aun goteaba de los cuerpos de esos guardias, vio como esa misma sangre formaba una charco y como ella justamente lo estaba pisando, ahora estaba llena de miedo pero eso no la detuvo para poder ir a ayudarlos.

-Ay no, no, no, no.-se repetía incansablemente, esperaba que aun siguieran con vida para poder salvarlos. –No mueran, no mueran, no mueran…

Solo cuando estuvo de frente a frente noto sus rostros totalmente destruidos, estaban consumidos y la piel decolorada estaba sobre los huesos. Ya no había musculo, era piel y hueso. Estos no eran los guardias que recordaba, no era así como se trataba a los guardias que protegían su vida y menos los que se les entregaba a ella como guardia personal. Ella puso sus manos sobre una de las dagas que atravesaban el pecho a uno de los guardias para poder sacarlo pero no pudo, hacía mucha fuerza pero estaba muy enterrada y no tenía la fuerza necesaria para sacarlo. Supuso que estaban tan profundamente enterrados que había llegado al muro y por eso no estaban los cuerpos desplomados en el suelo.

-No, por favor…-Decía rin que estaba empezando a angustiarse al ver que no podía hacer nada…

Los miro a ambos y pensaba en que forma podría ayudarlos, dejo de insistir con intentar sacar la daga para poder tratar de despertarlos pero nada. No había respuesta, buscaba alguna respuesta hasta que observo su pecho y aguardo por algún movimiento. Suplicaba que dieran indicios de alguna respiración pero no se movía, estaba inertes contra la puerta y ahí supo que ambos estaban muertos. Le habían dicho que su amo se había vuelto un ser cruel y despiadado pero no lo quiso creer hasta ahora….