- Derecha, izquierda…-Rin iba diciendo en voz baja mientras tanteaba la pared con ambas manos durante su recorrido en las salas inferiores del nuevo palacio, muy pocas veces había ido a los subsuelos y por suerte todo le era muy similar del anterior palacio. No había tantos cambios como se había imaginado y dedujo que el camino que ella conocía era el mismo para ir al anteúltimo subsuelo.

En fin, en el palacio anterior existían tres subsuelos internos que estaban conectados entre sí. Rin sabía que el primero por lo general no servía más que de almacenamiento y era la única entrada y salida al segundo subsuelo donde estaban los calabozos mientras que el tercero desconocía su función. Nunca pudo bajar tanto ya que era un lugar totalmente oscuro, profundo y que según el señor jaken, costaba a veces respirar.

Sin embargo, su objetivo era el segundo subsuelo aunque todo estaba tan oscuro que le era muy difícil distinguir si lo que tenía adelante era un pasillo o una habitación. Todo era tan lúgubre con excepción al pasillo donde ella descansaba, muchas veces había oído que para los demonios ese pasillo era muy molesto por la alta iluminación pero para ella, ante los ojos humanos era aún escaso. Resulta que la mitad viven en plena oscuridad y con solo tener una fuente de calor en medio del recinto ya era bastante luz para ellos, ahora ella tenía 5 fuentes de luz que iluminan la habitación que según ellos era acorde a la vista humana. Una pequeña fogata en medio del recinto y 4 antorchas temporales colocadas estratégicamente para que iluminaran toda la habitación mientras buscaban una forma más humana para que se le sea cómodo.

Sin embargo, ahora su vista debía acostumbrarse a la oscuridad. En su disposición solo tenía la luz de la luna que veces se filtraba por alguna pequeña ventana y una antorcha encendida que aparecía a cada cierta cantidad de metros que por desgracia era casi inútil. Así que solo dependía de su orientación y parte de su memoria.

Si estaba en lo correcto, a su derecha estaba la escalara que te lleva a los calabozos. En caso contrario, estaría vagando hasta el cansancio por los subsuelos de un palacio hasta dar con su objetivo y era lo último que tenía que suceder.

Ella dio la vuelta a la derecha con mucho cuidado, desconocía a cuantos metros estaba de la escalara y decidió en estirar su pierna para tantear con la punta del pie si lo que tenía adelante era un pasillo o si había un vacío donde abajo la aguardaba la primera escalinata.

Fue estirándose de apoco, su vista era nula por lo que debía ser cuidadosa. Solo tardo varios minutos en sentir el filo de que indicaba que el suelo había acabado ahí y rezo a todos los dioses que su razonamiento fuera correcto. Lentamente, bajo su pie mientras se aferraba con sus manos a la pared hasta que su pie toco un frio suelo rocoso. Ahora tenía por delante la escalera tan ansiada por ella.

-¡Sí!- dio un pequeño grito de alegría y se topó la boca de manera instintiva, retirando uno de sus manos de la pared.

Resulta que el primer subsuelo era tan hermético que cualquier sonido por mínimo que fuera hacía eco y viajaba fácilmente por varios metros hasta extinguirse, debía ser muy cuidadosa pero era justamente lo que más le costaba hacer. Ella permaneció en completo silencio, aguardando por un ruido proveniente de algún guardia que bajara a ver que había sido el grito que ella misma había producido pero no oía más nada que su propia respiración y aunque había pasado varios minutos decidió quedarse un rato más en silencio.

Luego de unos minutos más, respiro aliviada y suspiro mientras rodeaba los ojos por su imprudencia. Nunca pensó que hacer el menor ruido posible era una tarea tan difícil para ella, ahora entendía porque el señor Jaken a veces le decía que era muy ruidosa y la regañaba por lo mismo. Sin embargo, ahora debía concentrarse en su objetivo y comenzó a bajar uno por uno las escaleras hacia los calabozos con cuidado hasta sentir que no había más escalinatas sino el suelo recto que se extendería como un laberinto hacia el ultimo subsuelo que para ella aún era totalmente desconocido.

Con un poco más de confianza, piso el suelo firme del anteúltimo subsuelo y se animó a caminar un poco más rápido con su mano aun en la pared como guía. Todo era pasillo libre sin nada que pudiera llevarse por delante y finalmente cuando giro a la izquierda pudo ver apenas destellos de la luna filtrándose entre los barrotes fijos en las puertas de los calabozos sin ningún guardia custodiando.

Otro grito de alegría iba a brotar desde el fondo de su garganta pero se contuvo, era una suerte estar ahí sin la presencia de demonios que pudieran alertar al General Kuta o a algún guardia que tuviera la orden de devolverla a sus aposentos. Tuvo suerte cuando los guardias se cambiaron de lugar y Umiko del cansancio se quedara dormida que si no fuera por eso, ella seguiría ahí.

Ahora escaparse ya era cuestiones fáciles para ella, el problema era las consecuencias de estas decisiones. Sin embargo, no debía tentar demasiado a su suerte ya que pronto irían a revisar y para cuando llegue ese momento ella ya debería haber vuelto. Nuevamente contuvo el aire y se tranquilizó, comenzó a caminar entre las celdas pero observo en detalle que realmente no había ningún guardia, ni siquiera uno que estuviera haciendo su recorrido nocturno como para decir que no estaba tan desolado como aparentaba.

En parte era un gran alivio, tenía la libertad de inspeccionar cada calabozo y no se tomó la precaución de ser cuidadosa al respecto ya que no había nadie que pudiera alertar pero por otro lado era llamativo que tuvieran un piso descuidado.

Sin embargo, prefiero ignorarlo y continuar. Ella se asomaba en cada ventana con barrotes que tenía adherido las puertas para que los custodios pudieran inspeccionar su interior, miraba en su interior con la esperanza de encontrarla pero no encontró ningún alma y era igual en cada pasillo. El subsuelo de los calabozos eran realmente extensos, cabrían fácilmente 10.000 almas sin ningún problema y hasta más pero todas estaban en las mismas condiciones.

-No hay prisioneros, que extraño...- Dijo en voz baja pero aun así siguió buscando, calabozo tras calabozo.

Revisaría hasta la última celda solo para asegurarse de que ella no estuviera ahí, no quería quedarse con la duda de haber revisado mal y luego encontrarla siendo arrastrada al exterior del palacio para ser ejecutada.

Luego de un tiempo se empezó a desesperar, no la encontraba y hacía rato que no la veía. Tal vez, había llegado tarde y su preocupación se había vuelto realidad pero no iba a detenerse. La buscaba entre tanta oscuridad, en algún lugar debió haberla mandado y no precisamente en un establo. Estaba segura que en algún calabazo debía estar pero en cual…

Rin se vio sorprendida, no lo recordaba tan grande e inmenso. Y había visto como 25 calabozos y le faltaba aún más. Cada celda era más amplia que la anterior, las de antes mantenían su forma pero estas variaban como si cada una tuviera diferentes propósitos.

Realmente iba a tardar bastante en revisar una por una, así que no tenía opción…

…Debía hacer ruido para no estar eternamente en ese sitio…

-¿Kirara?- Hablo con voz normal pero el eco lo amplifico y oyó como el sonido se expandía e viajaba cada vez más lejos. Tal vez, la gatita al oírla iba a poder hacerle alguna señal para saber su ubicación pero no hubo respuesta…

Y con esto suspiro amargamente, su esperanza de encontrarla iba decayendo pero no se iba a rendir. Tal vez, en alguna celda estaba inconsciente o simplemente no estaba en el segundo subsuelo sino el último…

Fuera donde fuera que estuviera, la encontraría y seguiría buscando a pesar de todo…

Entre tantas celdas de diferentes capacidades y tamaños, se asomó a una en específico que llamo su atención. La luz de la luna llegaba con mayor claridad que las demás pero aun así no le quitaba lo tenebroso, lo misterioso y lúgubre. Solo basto con asomarse un poco para notar que entre tanta oscuridad había un mechón del pelaje de la gatita en el suelo. Ella abrió los ojos ampliamente, tal vez había dado con ella y no tardo en tomar la manija de la puerta para abrir la celda. Sin embargo, la puerta le resultaba tan pesada que tuvo que jalar hacia afuera con todas su fuerza haciendo un estruendo tan fuerte como si estuviera moviendo una montaña de metales. Esto podía alertar a los guardias pero no le importo, solo quería saber su estado…

Rin solo pudo abrir menos de la mitad de la entrada pero fue lo suficiente como para poder pasar y entrar al calabozo. Una vez estando en su interior se dispuso a mirar a sus alrededores, la poca luz que entraba por una pequeña ventana que se encontraba en lo alto de la celda solo iluminaba el centro del recinto y el resto era totalmente oscuro. La sensación de estar dentro de una esfera de luz o en un centro de protección le invadió en cuerpo y mente, el resto era la misma oscuridad que conocía y venia viendo hace rato. No sabía si la penumbra ocultaba solo los rincones de la celda o si era más amplia como algunas de las celdas que había visto pero ella se mantendría en la luz ya que era la única fuente segura que poseía.

Tras soltar un suspiro de frustración, se agacho para recoger el mechón ya que la gatita no estaba ahí o eso supuso. En su mente, pensaba en los otros lugares en que podría estar y cuáles eran las probabilidades de que eso fuera cierto pero por más que tratara centrarse en eso, no podía sacarse de la mente los hechos que había visto con los esclavos por lo que su preocupación fue en aumento.

En ese momento, ella pudo escuchar de lejos el arrastre de algún objeto que no pudo identificar y la conversación de algunos demonios que se acercaban a la zona por donde ella andaba.

Rin rápidamente se ocultó, se colocó bien pegada contra la pared de la puerta donde usaría la oscuridad a su favor y tendría fácil acceso a la salida en caso de necesitarla. Solo esperaba que sus agudos olfatos no fueran capaces de localizarla aunque no creía que correría esa suerte, la humedad del lugar era bastante fuerte y aunque sus sentidos estuvieran abrumados por el agua, aun podría ser localizada.

Sin embargo, ella se tensaba mientras los oía cada vez más cerca y aunque aun no comprendía lo que decían entre ellos rezaba que no usaran la celda donde estaba oculta.

-Esto es un desperdicio.- Dijo uno de los guardias con una voz suave.

Rin contuvo la respiración, esos dos guardias estaban más cerca de lo que había calculado y empezó a oír cada vez más cerca los pasos hasta detenerse en su puerta. Nunca se maldijo tanto como en ese momento, sabía que pelear con ellos era inútil como también salir corriendo pero no se quedaría de brazos cruzados para ser escoltada hasta quien sabe quién. Su amo no deseaba verla, kuta le cortaría la garganta en cuanto supiera que se escapó de nuevo y desconocía lo que hiroto era capaz de hacer con ella.

-Abre la puerta, su castigo a terminado pero debemos dejarlo en la celda hasta que el amo decida qué hacer con el.- Dijo una voz más grave, supuso que era el segundo guardia que acompañaba al primero.

Rin se preparó, en cuanto tuviera el espacio suficiente saldría corriendo y no pararía hasta llegar al piso superior. No era un plan magnifico pero era un plan, algo con que aferrarse y fácil de ejecutar. Sin embargo, su puerta no se abrió.

Oyó como otra puerta se abría hasta que se detuvo, el estruendo era menor que la puerta que ella había abierto y parecía que pertenecía a la celda que estaba enfrente a la que se estaba ocultando.

-Dios, estos subsuelos son tan antiguos. No sé porque el amo insiste en que sean restaurados si no deja a nadie con vida como para que sean usados.- Dijo el primer guardia.

-Pues, ahora lo está usando.

-Corrección, lo estamos usando porque no tenemos otro lugar a donde dejarlo.- Dijo el primer guardia que empezó como forzar la voz al estar haciendo fuerza con algo.

Rin frunció el ceño, se preguntaba qué era lo que habían traído al subsuelo y quieta en su sitio escuchaba atentamente.

-Deja, deja. Lo hare yo.- Dijo el segundo guardia

Rin de golpe escucho un golpe seco al suelo que hizo que sobresaltara, abrió ampliamente los ojos y por el ruido no se trataba de objetos como había creído sino de un cuerpo. Rápidamente, se tapó la boca con ambas manos y aunque tratara de calmar su respiración se le dificultaba. Estaba acostumbrada a ver muertos, estuvo en guerras y batallas con su amo pero era en una época diferente. Una época en que no creía que podría ser capaz de sentir miedo hacia su amo o sus sirvientes, si es que aún eran sirvientes.

-Bien, vámonos. – Dijo el segundo guardia.

-Oye pero alguno debe quedarse.- Respondió con cierta ironía el primero.

-Míralo, está destruido y tardara por lo menos dos días en curarse. El amo lo va a sentenciar hoy, muy probablemente sea ejecutado. –Dijo con total tranquilidad- Ya no destierra a nadie.

- Es verdad. Además, no podrá levantarse por al menos una semana.- Dijo el primero como si lo lamentara.- Vamos.

Rin se ocultó aún más, retrocedió lentamente hasta quedar en la esquina y en completo silencio quedando a merced de la más absoluta oscuridad de su celda. Sin embargo, oyó como esos pasos se empezaron a alejar más y más.

Se preguntó qué tan mal debía estar ese sujeto como para dejar la puerta abierta y estar tan seguros que no se escaparía o intentaría hacer otra cosa, ni siquiera se molestaron en atarlo o ponerle grilletes a los pies. No hicieron más que dejarlo ahí y marcharse, total para ellos no era más que un cuerpo. O tal vez, estaba muerto pero si fuera así lo hubieran mencionado.

Rin espero por un buen rato, asegurándose de que los guardias se hubieran alejado lo bastante como para poder con cierta calma salir de su celda. Su curiosidad era más fuerte que ella y debía saber que había en la otra celda, todo su cuerpo e instinto le decía que debía ir a ver. No le sorprendería encontrarse con otro sirviente del sur siendo castigado por algo que no puede hacer o tolerar, era algo que por desgracia empezaba a ser costumbre para ella pero jamás aceptado. Jamás iba tolerar que otros pagaran las cuentas de un lord incompetente.

Cuando se sintió segura fue saliendo de apoco de su celda y se asomó para ver si alguna sombra se cruzaba en los pasillos pero no había nada, era ella y esa víctima. Suspiro de alivio y rápidamente cruzo el pasillo hacia la celda de enfrente con su vista fija por donde creía que los guardias se habían marchado, cruzo tan rápido que ni siquiera había mirado el interior de la celda en que se estaba metiendo. Sin quitarle la vista al pasillo, se cubrió con el marco de la puerta y aguardo unos minutos antes de fijar su atención al herido.

En medio de aquel lugar frio y con la poca luz que disponía, pudo ver el cuerpo echado boca abajo con la parte de arriba de su prenda manchada con mucha sangre. Era obvio que lo habían azotado, rin miraba con preocupación las heridas que prácticamente era carne desgarrada y de seguro algún que otro hueso fracturado.

Ella suspiro y se arrodillo a lado de la víctima para poder ver su rostro y comprobar si estaba con vida o no, las heridas eran tan graves que tal vez no había resistido. Sin embargo, el desconocido tenía su rostro cubierto de mechones propios de su cabello que se le adhería a la piel como pegamento producto de lo que supuso que era sangre seca. Acerco su mano con cuidado, sus finos dedos estaban a solo unos centímetros cuando sintió una ligera brisa proveniente del sujeto que para ella fue indicio de que aun respiraba. Se alegró de cierta forma, la sensación de tener un alivio temporal le invadió y se le acerco con más confianza para retirar los mechones de su rostro. Hasta ese momento, el sujeto era un completo desconocido y luego…

-¡¿Hiroto?!- rin con mucho preocupación se acercó aún más para auxiliarle, tan solo había pasado un día desde la última vez que lo había visto y se preguntaba cómo diablos había terminado así. -¿Hiroto?

Rin lo fue sacudiendo un poco con mucho cuidado para ver si reaccionaba, en cuanto vio que no hubo respuesta fue directo a atender sus heridas. Aunque no sabía por dónde podría empezar, eran muchas y una se entrecruzaba con otra.

-Te pondrás bien, lo prometo.-dijo rin con preocupación mientras que con sus manos terminaba de desgarrar la parte de arriba que quedaba de su prenda.

No tenía nada con que cubrir las heridas, el seguía sangrando y tardaría un buen rato en sanar sino hacia algo. De repente, la idea de cortar un pedazo de tela de su kimono se le vino a la mente y estaba por hacerlo hasta que oyó unos pasos que se iban acercando a donde se encontraban.

Ella miro hacia la puerta con miedo y luego de manera instintiva, le coloco la tela que había desgarrado para tratar de mantener la misma imagen que el de antes como para no perjudicarlo más. Capaz pensarían que se movió o estaría fingiendo pero cualquiera de las posibilidad podría terminar peor que ahora y si la llegaran a ver, tal vez correría peor suerte.

Rápidamente, se asomó sigilosamente hacia el pasillo y como aún no habían llegado, aprovecho. Salió de la celda, cruzando el pasillo casi corriendo y se fue a ocultar nuevamente a la celda de enfrente en donde había estado. En su interior, se agacho contra la puerta y espero. Cada vez se oía más cerca los pasos de esos guardias que estaban volviendo por hiroto, seguían hablando como si nada y actuaban con total normalidad pero hubo un momento en que acallaron. Ella ya no oía nada y ahora no sabía por dónde se encontraba, no tenía ninguna señal de ellos.

-Viste que tenía razón, ni siquiera pudo moverse. Vamos.-Dijo el segundo guardia.

Rin se sobresaltó y contuvo la respiración, estaba muy cerca de donde ella se ocultaba. Era dar solo un paso en falso y todo se arruinaría…

-Bien, deja de fanfarronear que debemos llevarlo arriba.- respondió con cierto fastidio el primer guardia que por su voz, empezaba a hacer fuerza para levantarlo.

En todo momento, rin se quedó acurrucada contra la puerta mientras contenía las lágrimas. Pensaba que intervenir era algo inútil, no podía contra dos demonios por culpa de su condición humana y no contaba con ninguna ayuda. A nadie le iba favorecer que ella saliera de ahí, no tenía arma o un objeto sagrado para poder salvar a hiroto y que pareciera un ataque improvisado aunque en vez de tener una sola víctima, tendría 5 posibles muertes en sus manos.

Ella esperaba que su amo fuera compasivo con hiroto pero con todo lo que vio, dudaba mucho que lo dejara libre y en paz. Así que no le quedó otra que quedarse oyendo como se lo llevaban lejos del subsuelo…

¿Ahora que le iban a hacer? ¿A dónde lo iban a llevar? ¿Qué probabilidad había de que pudiera verlo sano cuando el sol finalmente saliera?

Todo la consternaba, asumida en que tanto hiroto y kirara corrían las misma suerte.

Ella se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la puerta y se quedó allí en silencio por un buen rato, dejo pasar el tiempo hasta que no oyó nada más que los grillos cantando a la noche pero ahora su mente estaba en blanco. Solo se quedaba ahí, perdida entre incógnitas en medio de la madrugada nocturna y con la compañía de ciertas imágenes que de vez en cuando venían a su mente.

Sin embargo, la luna cada vez estaba en lo más alto de cielo y casi podías verla atreves de esa pequeña ventana con barrotes mientras la luz se iba moviendo lentamente del centro de la celda. Ya era muy tarde para volver aunque ya no poseía fuerzas para hacerlo.

Había pasado un buen rato estando sentada que tenía los ojos pesados y cansados, en ningún momento se dio cuenta de lo agotaba que estaba. Solo venia sintiendo el producto de la adrenalina que ahora escasamente corría por sus venas, nunca se había detenido a pensar lo estresante que había sido todo.

Apoyada en silencio sobre una puerta casi abierta fue cerrando los ojos lentamente, cayendo en un estado profundo de somnolencia donde la oscuridad la envolvía aún más...

De golpe sintió como la puerta se cerró detrás de ella. No alcanzo a decir o hacer que pronto oyó el clic del cerrojo y a continuación el estruendo característico de una puerta siendo cerrada.

Rin despertó de su somnolencia tan rápido que se levantó bruscamente, presa del pánico y asustada. Miro atónita como la puerta se había cerrado totalmente e instintivamente intento empujar la puerta con todas sus fuerzas en tratar de abrirla desde adentro pero no podía…

-¡No!- grito rin y pateo la puerta tratando de abrirla mientras varias lágrimas se asomaron en sus ojos.- ¿Hola?- supuso que no estaba sola, que tal vez alguien se había dado cuenta y la había encerrado para ir por su amo.

Solo escuchaba el eco en el pasillo pero no había más que silencio, estaba resignada que no obtendría ayuda y tampoco salida. Ya se estaba imaginando el griterío que recibiría cuando descubrieran que se quedó encerrada por si sola en uno de los calabozos, el general kuta se le vendría encima como un animal y Hiroto…

-Hiroto…-Dijo en voz baja para sí misma con preocupación, las imágenes no se borraban de su mente sino que se grababan a fuego. ¿Qué diablos estaba sucediendo?

Se dio la vuelta y apoyo su espalda contra la puerta una vez más para cerrar los ojos y tratar de calmar su mente, tenía que pensar con claridad. Las ganas de empezar a caminar en círculos en la celda como un animal enjaulado eran muy tentador pero de nada le serviría. Lo que no podía creer era que nuevamente estaba en una celda pero esta vuelta por su culpa, que idiota había sido en dejar la puerta sin algún tipo de seguro para que no se cerrara…

-Así que, nuevamente te escabulliste.- Una voz retumbo en el calabozo.

Rin abrió rápidamente los ojos y se arrincono contra la puerta que casi se fusionaba. Miraba para todos los rincones oscuros y no notaba nada, no veía nada más que la poca luz que entraba de la luna. Tenía mucho miedo ¿Con que clase de criminal se había encerrado por estúpida?

-¡No trates de lastimarme, me están buscando y no dudo en que te arrancaran la lengua si me haces algo!- Grito rin para ser lo suficientemente audible para los guardias más lejanos.- ¡Ellos vendrán y…!

-No vendrán, se los ordene.

Rin se acallo y se empalideció, no era posible. No tenía por qué estar ahí, no había razones porque estar ahí…

-Amo sesshomaru.- Dijo en voz baja con la voz temblándole y vio con sus propios ojos al demonio saliendo de la oscuridad con una mirada muy poco amable enfrente de ella. Era casi irreconocible de lo que ella recordaba que provocaron que las piernas de rin temblaran un poco de miedo, no lo reconocía…

En él era todo diferente…