"Todo está…tan oscuro…

¿Acaso esas…son…voces?"

-Está perdido- dijo una voz masculina que no reconocía- Esto era lo que esa niña quería- oyó el amargo suspiro de aquel hombre y alguna fuente de agua siendo usada por el ruido tan característico de cuando uno lava sus manos luego de ensuciarse.

Kagome intento abrir los ojos pero le resultaban tan pesados que le causaban dolor, quiso moverse aunque sea una parte de su cuerpo pero el agotamiento le imposibilitaba poder hacerlo.

"¿Qué me sucede?" se pregunto a si misma pero el olor intenso a hiervas medicinales la saco de sus pensamientos y empezó a reconocer a algunas hasta que percibió el olor tan característico de la planta de Menta que no pudo evitar preguntarse la razón de su uso.

-¡Debe haber algo que podamos hacer!- esta voz podía reconocerla en cualquier lugar, kohaku sonaba tan desesperado por lo que se había perdido pero no entendía que era.

"¿Qué sucede?" Se volvió a preguntar con entre la confusión y el aturdimiento

-No, ya es demasiado tarde.- Respondió el hombre siendo muy poco amable con su respuesta y siendo un poco grosero pero kagome seguía sin entender que estaba sucediendo.

"¿Qué cosa era demasiado tarde?" se preguntaba.

Kagome intento una vez más abrir sus ojos con cierta pesadez y de apoco, sus parpados fueron respondiendo. Con los ojos entreabiertos y su visión borrosa que de poco se fue aclarando, visualizo una fogata y alrededor de este había muchos cuencos de madera donde telas con sangre colgaban en los bordes.

Pudo ver que el piso de madera era viejo como el futon donde ella reposaba con rasgos de haber sido usado incontables veces y al mover de apoco su cabeza pudo ver que el techo estaba de igual degastado que el suelo, supuso que estaba en una cabaña abandonada que ahora era ocupado por el hombre; kohaku y ella.

-¡Ha despertado!- dijo kohaku y oyó sus pisadas que iban rápido hacia ella- ¡Señorita kagome!- La sacerdotisa solo pudo verlo por el rabillo del ojo, lucia muy preocupado y agotado. El cansancio había hecho estragos en su rostro joven y las ojeras estaban bien formadas por debajo de sus ojos. Se había arrodillado a su lado y oyó que agarro algo de algún cuenco que no alcanzaba a ver después sintió una tela húmeda que fue colocada en su con delicadeza y eso fue todo.- ¡Que alivio!- dijo al mismo momento en que una voz masculina le llamaba y tuvo que retirarse hacia algún lugar desconocido para ella.

kagome que seguía recostada con muy poca fuerza no pudo evitar su curiosidad, lo siguió con la mirada hasta que tuvo que mover una vez más su cabeza al lado contrario de cuando había despertado para ver de lejos que la voz masculina le pertenecía a un monje.

El hombre se encontraba a los pies de un futon con una persona recostada en él. El monje con rollos vendas en los costados y listos para usar, iba sosteniendo con una mano la pierna de la persona mientras la otra se ocupaba de limpiar las heridas que aparentemente eran de gravedad. Había varios cuencos con agua con sus respectivas telas colgando al borde, algunas limpias y otras manchadas.

Kohaku se había sentado a la altura de la cara de quien estaba siendo asistido por lo que no supo quién era, el exterminador le estaba dando la espalda a ella pero se notaba que estaba tenso y el monje de vez en cuando desviaba su mirada de su deber para dirigirla hacia ella.

-¿Se recuperara?- pregunto kohaku pero no por ella sino por la persona a quien estaba vendando y el monje respondió de manera inmediata.

-Sigue vivo, lo hará.

Kohaku pareció que se había alegrado de oír eso que se volteo un poco hacia kagome y luego volvió su mirada al monje que aplicaba toda clase de hiervas a la pierna del herido.

-¿Podría revisar a la Señorita Kagome?- pidió kohaku con amabilidad.

-Esta aturdida y su cuerpo sufrió mucho, tenemos que darle tiempo.- Respondió el monje que empezó a vendar la pierna con cuidado- Es buena señal, no te preocupes.

Kohaku que no estaba muy convencido de esto, se levanto y fue en dirección a algún lugar en concreto que dejo a plena vista la cara del desconocido. Kagome seguía observando al monje con curiosidad, tratando de reconocerlo del alguna aldea que hubiera ido a visitar pero cuando kohaku se fue, sus ojos fueron directo al rostro de la víctima y su corazón dio un vuelco.

La sacerdotisa que por ahora, no había dicho nada y sus movimientos solo se limitó a su cabeza, estaba esforzándose por moverse. Hubiera esperado que hubiese sido cualquier persona, un aldeano o un soldado pero no. Estaba impactada, nunca lo había visto con esa gravedad de heridas y por instinto, su deseo era ir a auxiliarlo pero esto molesto al monje.

-Oye, cálmate.-demando el monje que la miraba con seriedad.

Pero kagome se negó, nunca lo había visto tan golpeado o herido y juraría que casi lo matan. Su cara estaba inflada con moretones de color violeta oscuro, de su boca salía un hilo de sangre y por las vendas se asomaban la heridas casi fatales. Casi todo su cuerpo estaba lleno de vendas, algunas manchadas por la sangre y otras húmedas por las hierbas.

La sacerdotisa miraba con demasiado preocupación y quería auxiliar al monje miroku pero el monje que estaba atendiendo sus heridas dejo de atenderlo, se había levantado para buscar algo que juzgando por la dirección era a la fogata.

Mientras kagome seguía luchando por levantarse, el monje se acerco a ella y con un vaso de madera en la mano, levanto unos centímetros la cabeza de kagome mientras se lo acercaba a la boca. Ella se negaba, no quería beber nada y comer algo o eso supuso que era su intención.

-No me obligues a hacértelo tomar por la fuerza.- dijo con un tono amenazante el monje que con una mano seguía sosteniendo el vaso y la otra mantenía elevada la cabeza de kagome.

-Por favor, no pelee. El solo nos está ayudando.- escucho la voz de kohaku que supuso que estaba observando la escena desde algún lugar mientras el monje le acercaba el vaso nuevamente a los labios de kagome.

Ella dudaba y seguía dudando pero pudo oler el contenido del vaso que reconoció como la infusión que aplicaba para dolores del cuerpo, no tuvo alternativa. Kagome tomo de apoco la infusión con la esperanza de que su cuerpo mejoraría y podría ir con Miroku a intentar auxiliarlo. El monje era cuidadoso, espero pacientemente que kagome vaciara el vaso y al terminar de tomar la infusión, bajo con cuidado su cabeza.

Ella estaba por intentar levantarse, la infusión tenía efecto rápido pero no fue así y frunció el seño ante la sorpresa. Miro el monje que volvía a su sitio para concentrarse en terminar su deber y este la ignoraba, tomo las vendas que faltaban para cubrir la herida del monje miroku que solo le faltaba una sección del pie y listo. De golpe, se sintió somnolienta y muy cansada. El cuerpo le pesaba, sus músculos se relajaban y sus parpados amenazaban con cerrarse.

-¿Qué le dio?- pregunto kohaku.

-Una infusión con la única planta que tiene efectos somníferos.- respondió el monje- caerá en un profundo sueño en unos minutos…

"¡¿Qué?!" grito por dentro Kagome que había jurado que se trataba de una infusión para el cuerpo pero luego supo que la había engañado.

-¿Por qué lo hizo?- pregunto kohaku de manera desconcertada.

-Porque su cuerpo necesita descansar y no alterarse. -Respondió el monje- listo- agrego satisfecho consigo mismo cuando termino de vendar y coloco la pierna en el futon hasta cubrirla con las mantas.

-entiendo- dijo kohaku que volvía a aparecer en el campo de visión de kagome y veía como se sentaba a lado de ella.-Monje Musashi ¿Qué podes hacer por el señor inuyasha? Debemos detenerlo…

"Así que…su nombre es Musashi…" kagome pensó que su nombre le era familiar pero no podía recordar, esa infusión era muy fuerte.

El monje miro de reojo a kagome que aun luchaba por permanecer despierta y soltó un suspiro tan largo que parecía que hace rato hubiera estado conteniendo el aire, dirigió su mirada a kohaku que en vez de responderle solo le reto por hablar de temas que no se debían discutir en ese momento.

-Luego- agrego el monje que aun estaba en el mismo lugar y volvió su mirada a kagome esperando a que se durmiera.

-Entiendo y lo siento, entiendo tu punto pero la señorita kagome tiene derecho a saber.- dijo kohaku al darse cuenta que el monje trataba de proteger a la sacerdotisa pero por el tiempo en que venía entablando una conversación con el monje, mucho antes de que kagome despertara y que según el hombre, el tiempo era escaso.

Sin embargo, kagome que tenía los ojos entreabiertos y peleaba por no dormirse. Miraba al monje en espera de su respuesta. Si era necesario, se mordería la lengua para no caer en el efecto que producía esa bebida y seguiría batallando para mantenerse despierta hasta que el monje hablara.

El hombre espero unos minutos más en silencio, debía caer pronto pero al ver que kagome le seguía peleando decidió que era mejor hablar pero no a kohaku sino a ella.

-¿Realmente me harás hablar?- pregunto con ironía el monje y luego dio otro suspiro hasta que finalmente dijo- Inuyasha es un esclavo de emi y por lo tanto, no podemos hacer nada por él.

"¿Esclavo?" Pensó kagome.

-¿Realmente no podemos hacer nada?- interrumpió kohaku que estaba seguro que había otras opciones que el monje no revelaba aunque para él había muchas cosas que no decía y el hermano de sango sabía que tenía información valiosa que podía ser usada pero el hombre se negaba a decirlas por razones que desconocía.

El monje nuevamente suspiro pero como si estuviera fastidiado de hablar sobre el tema, kagome le pareció curioso que el hombre se la pasara suspirando tantas veces seguidas y comenzó a sospechar lo mismo que kohaku, él tenía información.

-Tienen dos opciones, la primera es la más fácil que es asesinarlo para que no nos asesine a nosotros y la segunda es derrotar a emi. Creo que es más viable la primera…- dijo de forma cortante y kohaku se levanto sobresaltado ante la idea de matar al hibrido para salvar a la mayoría.

"¡Eso nunca!" pensó kagome "Por favor…"

Por un momento, hubo unos minutos de silencio e inquietud. Ella no tenía fuerzas ni para hablar pero debía salvar a inuyasha ante la idea de que la solución fuera esa, tan solo pudo separar un poco sus labios hasta que kohaku hablo.

-¿Cómo derrotamos a emi?- hablo un kohaku decidido y firme que provoco que la mirada del monje se dirigiera hacia él, era obvio que la idea de enfrentar a Emi era la única opción para kohaku.

-Es imposible ya…

-¿Cómo derrotamos a emi?-volvió a insistir kohaku.

-Dije…

-¡¿Cómo derrotamos a emi?!- grito kohaku muy enojado que sorprendió a kagome, nunca lo había visto en esa posición.- Emi casi mata a mis amigos; casi se cobra la vida del monje miroku; llevo buscando a mi hermana toda la noche; kagome…-fue en este preciso momento en que kohaku se silencio hasta volvió a preguntar- Estoy tratando de ser amable con usted, estoy agotado y todo este tiempo no me ha dado una respuesta sencilla- dijo y agrego-¿Cómo derrotamos a emi?

El monje que estaba de igual de sorprendido que kagome por la reacción de kohaku, termino por negar con la cabeza y estaba por levantarse cuando kohaku dijo.

-Se que usted tiene información, no soy idiota.

Hasta ese momento, kagome nunca vio al monje sonreír hasta este punto y a pesar de que fuera una sonrisa de lado como si quisiera decir que tenía razón pero que no iba a hablar. Termino cambiando de opinión…

-No quería decirlo pero me veo obligado a hacerlo.- se detuvo un momento permaneciendo en el mismo sitio, se cuestionaba y pensaba si realmente era necesario decirlo pero no tuvo otra opción.- Emi se cobro la penúltima vida en su lista de "Quehaceres", tu hijo.- Al decir esto, miro directamente a kagome que seguía luchando pero le era cada vez más difícil permanecer despierta hasta que oyó lo último.

"¿mi…hijo?" se pregunto kagome "¿Cómo que mi hijo?"

-Ella quería a ese bebe por razones que aun desconozco…- dijo el monje y seguia hablando, sus labios se movian pero kagome estaba inmersa en la palabra "hijo" que dejo de oirlo.

En ese momento, kagome recordó la primera pelea que tuvieron con ella y que lamentablemente había olvidado.

Flashback:

"—Quiero algo de ti, kagome. Solo una pequeña cosita y prometo dejar a tu familia en paz. — Sonreía dulcemente mientras se acercaba a ella hasta quedar frente a frente. — Tu hijo. "

Fin de Flashback.

-Ella es más fuerte, se cobro muchas víctimas y al matar a tu bebe en tu vientre derrotarla ya no será fácil. A esta altura de las circunstancias en la que nos encontramos, necesitamos a la persona que dejo la puerta abierta y romper la conexión con otra persona que es la responsable de mantenerla acá. El problema es que no sabemos los nombres de los idiotas que lo hicieron.

Kohaku dijo algo más y estaba mirándola a ella con preocupación, no pensó que se lo iba a decir así como si nada pero kagome de un momento a otro, dejo de oír nuevamente la conversación. Kohaku seguía hablando pero parecía voces alejadas, apagadas como susurros y el monje seguía respondiendo pero ella ya no podía oírlos.

Ambos la miraban, el monje frunció el seño y kohaku se acerco a ella.

"¿Mi hijo…mu..murió?" se pregunto nuevamente y un recuerdo se hizo presente delante de sus ojos que la cabaña; kohaku y el monje desapareció.

Flashback:

La anciana la había apuñalado y enterrado toda la hoja en su corazón, solo la soltó cuando retiro el arma y la sangre comenzó a salir de su pecho. Kagome bajo la vista a su pecho que solo tuvo tiempo para llevar su mano al sitio donde estaba la herida antes de caer de rodillas al suelo mientras el hibrido empezaba a agitar a colmillo de acero con su nueva transformación que claramente iba a lanzar su nuevo ataque contra ella…

Levanto su mirada de la herida y la dirigió a kaede que poseía la misma mirada fría que inuyasha…

Ahora, ya era evidente que no tenía opciones…

-Perdóname…-Dijo entre lágrimas y sintiendo el sabor de sangre en su boca- Hijo…

Fin del flashback.

Así que era eso…y ella había dicho…

"-perdoname…hijo"

Kagome empezó a sentir un nudo en su garganta que le obstruyo la vías respiratorias, empezó a ahogarse y se forzaba por respirar. Luchaba pero su cuerpo se negaba a responder y no supo en qué momento, el monje se encontraba sacudiéndola con cuidado como tratando de hacerla reaccionar mientras le decía algo a kohaku. No supo que era, no supo que respondía y un zumbido intenso se hizo presente hasta dejarla totalmente sorda.

Por un momento, creyó que estaba perdiendo la conciencia cuando vio como las luces se apagaban a su alrededor pero luego entendió lo que estaba pasando.

Cuando volvió, su cuerpo tomo fuerza y se vio a si misma golpeando al monje.

El monje la sostenía en el futon, ella en algún momento se había sentado y ahora luchaba contra él que iba golpeándolo con sus puños como si estuviera peleando contra emi. El monje la sostenía y no se apartaba, la abrazo con fuerza pero no para consolarla sino para sostenerla mejor sin lastimarla.

Kagome pateo las mantas y sus talones golpearon contra el piso de madera que resonó por el lugar, un dolor intenso subió desde la cintura baja haciéndola reaccionar que no pudo evitar emitir un gemido de dolor. Ella dirigió su mirada a su entrepierna y vio la sangre, su ropa de interior blanca con una aureola de sangre en ese preciso lugar.

Ella dejo de golpear y cayó pesadamente entre los brazos del monje que aun la sostenía. Realmente estaba sucediendo, realmente estaba sucediendo…

Al principio solo eran unas lagrimas pero como un frasco que al destaparse libera la presión del contenido, ella comenzó a clavar sus uñas en la espalda del monje y lloro.

Lloro como nunca había llorado en su vida, hundió su frente en el hombro del monje que trataba de calmarla y lloro.

Sus lagrimas humedecían la prenda del monje y el monje firme, la sostenía mientras clavaba aun mas sus uñas en él.

Lloro y lloro por su esposo como por sus amigos…

Lloro por su hijo no nacido…

Lloro sin emitir sonido alguno hasta que el nudo de su garganta permitió que sus cuerdas vocales funcionaran nuevamente…

-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué yo?!- gritaba.

-¡Tráelo ya!-le grito el monje a kohaku que venía corriendo con otra infusión.

-¡No quiero nada! ¡Quiero a mi bebe!- grito kagome.

-¡Maldición, sacerdotisa necesito que te calmes!- dijo el monje con cierto dolor mientras kohaku estaba muy preocupado esperando que el monje agarrara la infusión.

-¡Quiero a mi bebe!- volvió a repetir kagome y el monje supo que aun estaba en estado de shock.

-Monje Musashi.- dijo kohaku para llamar la atención del monje para que la obligara a tomar la infusión.

- Sacerdotisa, escúchame…- dijo el monje mientras se esforzaba para aguantar los arañazos de la mujer y dándole la señal a kohaku que esperara.

- Emi no pertenece a este mundo y tampoco del otro, podrás recuperar a tu bebe pero debes calmarte o no podremos solucionar todo esto.- dijo el monje y al cabo de un rato, el agarre de kagome fue aflojando. Lo único que oía era la misma frase de siempre- La infusión de hace rato.-dijo el monje al ver que estaba haciendo efecto.

-¡quiero a mi bebe… quiero…!-repetía y kagome sentía como toda esa fuerza se iba desvaneciendo a gran velocidad que se iba desplomando en los brazos del monje que la iba recostando-…quiero…bebe…

Ella repetía, una y otra vez hasta que su voz se volvió un susurro hasta apagarse.

Kagome cerró los ojos, esa infusión había hecho efecto pero al mismo tiempo ya no deseaba nada de este mundo hasta que lo último que escucho fue la risa de ese ser maligno y juro que haría sufrir a esa niña aunque le cueste la vida…