Año 845.

Había pasado más de un año desde que Levi decidió unirse a la Legión de Reconocimiento. Aunque al principio le fue difícil, los soldados comenzaron a verlo como un igual. Ya no lo observaban con mala cara por ser un ex delincuente de la Ciudad Subterránea. Al contrario, lo respetaban e idolatraban por poseer habilidades fuera de lo común e imposibles de imitar incluso por los soldados más experimentados. Al cabo de unos meses, Levi comenzó a ser conocido como "el soldado más fuerte de la humanidad", apodo que le fue dado por sus compañeros y la gente de Eldia.

La relación entre Levi y Zoey continuaba siendo complicada como el primer día, a pesar de que sus personalidades eran bastante parecidas. Ambos eran serios, fríos y de carácter firme. También eran bastante testarudos, o al menos eso era lo que se decían el uno al otro al iniciar una de sus típicas discusiones. Cuando no se trataba de seguir las órdenes de sus superiores, ambos les gustaba hacer las cosas a su manera. Esa era la raíz principal de la mayoría de sus pleitos, porque les costaba mucho ponerse de acuerdo en algo, ya que sus formas de pensar y actuar eran muy diferentes. A eso se le sumaba el hecho de que, por más que se esforzara, Zoey aún no podía confiar completamente en Levi después de que él había intentado acabar con la vida de Erwin. La mirada fría y el rostro inexpresivo del pelinegro, no le transmitían confianza en lo absoluto. Mike pensaba de la misma forma que ella. Ambos habían sido testigos de cómo Levi había intentado asesinar sin escrúpulos a su Sub Comandante. Por esa razón, cada vez que había una pelea entre Levi y Zoey, Mike siempre se ponía del lado de su amiga.

Por otro lado, Hange intentaba calmar las cosas para que los dos se llevaran bien, sin tener éxito en el proceso. A veces, ni siquiera el Comandante Shadis lograba parar sus peleas. El único que podía hacerlo era Erwin, a quién ambos le tienen mucha devoción y respeto. Erwin más que nadie quería que Levi y Zoey aprendieran a trabajar en equipo, ya que ellos eran considerados los mejores soldados de la Legión y creía que si lograban combinar sus habilidades, serían imparables. Aunque parecía algo imposible, Erwin y Hange mantenían la esperanza de que algún día lograran entenderse. Pero mientras tanto, continuaban llevándose como perro y gato.

Luego de la muerte de su padre, Zoey y su abuelo intentaban compartir más momentos en compañía del otro. Cuando los dos tenían tiempo libre de sus labores, Kitz invitaba a su nieta a cenar o a algún evento organizado por la Policía Militar. Ella acompañaba a su abuelo con gusto, con la excusa de poder pasar más tiempo con él, debido a que sus obligaciones les impedía verse tan seguido como a ellos les gustaría. Cuando Zoey era adolescente, solía asistir a las fiestas de la Policía Militar en compañía de su padre, aunque supiera que las intenciones de éste, eran que ella conociera a un buen soldado de alto rango, o bien, a algún joven noble de los muchos que asistían a ese tipo de reuniones. Su abuelo ya había desistido hace años de intentar que su nieta saliera con alguno de los hijos o sobrinos de sus camaradas, puesto que sabía que ella no tenía el más mínimo interés en enamorarse y mucho menos casarse. Ahora, todo lo que Kitz quería era que Zoey se divirtiera y despejara su mente de todos los asuntos relacionados con la Legión.


Una vez por semana, los soldados tenían un día libre para descansar, por lo que Zoey aprovechó una de esas tardes para visitar a su abuelo en su oficina en el cuartel principal de la Policía Militar. Mientras tomaban un poco de té con unas galletas que ella había preparado, notó que su abuelo estaba algo más inquieto de lo normal. Cuando le preguntó si había algo que le preocupara, Kitz sólo dijo:

—Todo está bien, pequeña. Solo estoy algo cansado de tanto trabajo.

Zoey también había notado sobre el escritorio, las tantas pilas de documentos de anormales números de hojas en las que su abuelo trabajaba, mucho más desordenados, cosa que hizo extrañar a la muchacha, sabiendo que ese hombre mayor solía mantener su oficina impecable.

—Me alegra que vinieras a verme hoy. —comentó feliz el hombre. —Porque, tengo algo importante para ti.

—¿Ah, sí? ¿Qué es? —preguntó con curiosidad.

Kitz, acercándose un poco a su nieta, tomó su delicada mano y depositó un brillante anillo de oro blanco con la inicial "R" marcada.

—¿El anillo del bisabuelo? —preguntó Zoey sorprendida.

—No solo fue de tu bisabuelo. Mi abuelo se lo dio a mi padre y su abuelo también recibió este anillo de su padre. Es una reliquia familiar que pasó por varias generaciones a cada miembro de la familia que asumía el cargo de Comandantes en la Policía Militar, el cual, estuvo al mando de los Rivaille en los últimos cien años. —Le explicó su abuelo. —Pero tú ya conoces esa historia, ¿verdad?

—Si, recuerdo que me la contaste cuando era niña. El ejército de la isla Paradis fue fundado por el tatarabuelo Kilian a petición del rey hace un siglo atrás. Desde entonces, la Policía Militar estuvo comandada por un miembro de la familia Rivaille. Se trata de una tradición familiar.

—Así es. Pero no es sólo es una tradición, se trata de continuar con el legado guerrero de nuestros antecesores— Continuó Kitz. —Tu tío era un gran soldado y hombre de grandes valores, pero no tenía mucha madera de líder, ¿sabes? Se suponía que tu padre sería el siguiente comandante de la Policía, pero luego sucedió aquella tragedia...

La expresión sonriente que antes se mantuvo en su rostro, cambió a un semblante más triste al rememorar la pérdida de sus dos hijos y también su nieto.

—Entonces, se supone que este anillo iba a pertenecer a papá...—dijo Zoey con un tono de voz más quebradiza, mientras observaba el anillo en la palma de su mano.

—Así es. Pero ahora, te pertenece a ti. —acotó Kitz, sonriendo gentilmente debajo de su abundante bigote característico.

—¿Estás seguro, abuelo?

—¡Claro, pequeña! —dijo con seguridad.

—Es que yo... no creo que...

Su abuelo, mirando firme a los ojos de Zoey, la interrumpió al decir:

—Escucha, mi querida Zoey. Tú, tienes la capacidad de hacer cualquier cosa que te propongas, lo supe desde el día que decidiste convertirte en soldado. Eres una líder nata y brillante. Eres la persona más persuasiva y determinada que he conocido. Siempre actúas con convicción y responsabilidad.

Zoey lo escuchaba con atención. No tenía idea de que su abuelo pensaba todo eso de ella.

—Podría decirte cientos de cualidades más, pero lo importante, es que sepas que te has convertido en una soldado excepcional y una mujer increíble. Estoy seguro de que tu padre estaría muy orgulloso de ti, como yo lo estoy.

Los ojos de Zoey brillaban conmocionados. Su abuelo le sonrió cálidamente y ella, lo abrazó con cariño.

—Muchas gracias, abuelo. —agradeció, sintiendo a su abuelo devolver su abrazo.

Luego, él continuó:

—Ahora es tiempo de que hagas tu propio legado. —dijo Kitz sosteniendo a su nieta de los hombros. —Pero hazlo a tu manera. ¿Lo prometes?

Zoey asintió y le sonrió dulcemente como cuando era una niña. Ella tomó el anillo que aún sostenía en sus manos y se lo puso en el dedo anular de su mano izquierda.

—Lo prometo, abuelo. —dijo convencida de su promesa.


Dos días después, la Legión se encontraba terminando los preparativos para su próxima expedición. Mientras Zoey y Mike se encontraba empacando las provisiones para el viaje, Erwin apareció de repente y le pidió a Zoey que lo acompañara.

—¿Puedes venir conmigo un momento? —preguntó Erwin.

—Si, por supuesto.

Los dos comenzaron a caminar uno al lado del otro. Erwin parecía muy serio o quizás molesto.

—¿Es por la pelea del otro día? —preguntó Zoey refiriéndose a su última discusión con Levi.

—No, nada de eso. Es por otro asunto.

Ella se dio cuenta de que más bien el rostro de Erwin, reflejaba preocupación. El hombre abrió la puerta de la oficina del Comandante Shadis. Al entrar, Rivaille vio a tres hombres sentados alrededor del escritorio.

—Con permiso. Buenos días, Comandantes. —saludó Zoey con respeto, haciendo el saludo de la Legión.

En el lugar se encontraba el Comandante Shadis, el Comandante Pixis y el Comandante en Jefe Darius Zackly.

—Adelante, Rivaille. Te estábamos esperando. —dijo Shadis.

Los tres hombres tenían la misma expresión que Erwin, por lo que Zoey empezó a sentir preocupación también.

—¿Ocurre algo malo? —preguntó.

—No lo sabemos aún. —respondió el Comandante Pixis.

Zoey lo notó un tanto nervioso, lo que no es común en él. El silencio de los presentes en la habitación la abrumaba e hizo que Zoey comience a impacientarse. Entonces dirigió su mirada al Comandante en Jefe.

—Imagino que es algo serio. ¿Qué ha pasado, señor? —insistió ella.

—Zoey... —llamó Zackly recobrando la compostura. —Tu abuelo se encuentra desaparecido.

—¿Cómo dice? —preguntó ella sorprendida.

—Sus subordinados reportaron que no lo han visto en el cuartel ni en su oficina en los últimos dos días. —Prosiguió el Comandante en Jefe.

—También, fuimos a su casa y buscamos en los alrededores, pero no encontramos rastros de él. —le explicó el Comandante Pixis. Zoey comenzó a ponerse nerviosa, sintiendo que faltaba aire a su alrededor.

Erwin se acercó a ella y colocó su mano en su hombro para intentar tranquilizarla.

—Pero yo estuve con él hace poco. —dijo Zoey angustiada.

—¿Sabes si estaba involucrado en alguna investigación peligrosa? —preguntó Zackly.

—Nada fuera de lo recurrente.

—¿Sabes si ha recibido algún tipo de amenaza en este último tiempo? —preguntó Pixis.

—No. De ser así me lo habría dicho.

Erwin intentaba aliviar a Zoey, diciendo:

—No debemos pensar en lo peor. Quizás sólo decidió tomarse unos días de descanso. —Su mano se apretó un poco sobre el hombro de la chica.

—La última vez que lo vi mencionó que se sentía cansado de tanto trabajo. —Recordó ella, sintiéndose un poco más relajada.

—A mí me comentó lo mismo. Incluso, consideré la posibilidad de que decidiera retirarse, después de todo, ha estado a cargo de la Policía por casi 50 años.

Las palabras del Comandante Pixis la hicieron reflexionar. Zoey observó el anillo que su abuelo le había dado.

«¿Por eso me lo dio? »pensó.

—Entonces, lo único que nos queda hacer es esperar noticias. —mencionó Zackly.

—Pero hay otro asunto importante- prosiguió el Comandante superior. —En ausencia de tu abuelo, ¿Serás tú quien asuma como Comandante de la Policía Militar?

Zoey se quedó en silencio, pensativa ante la pregunta.

—Eres la única miembro de tu familia que queda. Sin embargo, no estás obligada a aceptar. —dijo Shadis.

Zoey agachó su cabeza, pensado: «Se equivocan. Es mi deber por tener el apellido Rivaille

—Debes tomar una decisión. —Le pidió Zackly.

—Lo haré. Por mi familia. —concluyó Zoey con firmeza.

—Bien. En ese caso, Comandante Shadis, le pido que inicie con el papeleo.

Shadis asintió. Aunque no le agradaba la idea de tener que dejar ir a su mejor subordinada, sabía que tarde o temprano, ella debía convertirse en la Comandante de la Policía Militar.

Zoey se dirigió a la habitación que compartía con Hange y comenzó a empacar sus pertenencias. Se quitó su uniforme de la Legión, quedándose con su camisa blanca, pantalón y botas. Antes de retirarse, pasó por la oficina del Comandante Shadis para que le diera los documentos que autorizaban su transferencia.

—Aquí tienes, Rivaille. Fue un verdadero placer haberte tenido con nosotros estos años. Esperaba que nunca llegara el día en que debía despedir a mi subordinada favorita. —dijo Shadis suspirando con desgano.

—No diga esas cosas, señor... me avergüenza. —lo regañó Zoey apenada. Shadis sonrió levemente y le entregó los papeles.

—Buena suerte, Rivaille.

—Gracias por todo, Comandante. —se despidió, no sin antes hacer el saludo de la Legión mostrándole su respeto por última vez.

En el pasillo, se topó con Erwin, quien dirigía su caminar hacia ella.

—Déjame ayudarte. —dijo el rubio, tomando la valija.

—Yo puedo hacerlo. —acotó Zoey.

—Permíteme, yo me encargo.

Dejando que el hombre rubio tomara la valija, ambos comenzaron a caminar hacia la salida.

—Sabes que siempre habrá un lugar para ti en la Legión, ¿cierto? —comentó Erwin amablemente.

—Lo sé. —respondió ella con gratitud.

Zoey comenzaba a sentirse algo incómoda, puesto que no le agradaban para nada las despedidas. Para colmo, Hange y Mike ya se habían enterado de su partida y estaban esperándola al lado de su caballo. Zoey no pudo evitar que una mueca de disgusto se formara en su rostro.

—¿En serio ibas a irte sin despedirte? —preguntó Hange disgustada.

—Esa era la idea. —responde Zoey refunfuñando. Hange corrió hacia ella y la abrazó con fuerza.

—¿No puedes quedarte con nosotros? ¡Voy a extrañarte muchísimo! —dijo Hange a punto de explotar en llanto. —No te vayas. ¿Qué voy a hacer sin ti? —suplicó.

—Seguramente meterte en problemas.

—Si te vas, no habrá nadie que me detenga cuando vaya corriendo tras un titán.

—Hange, me estás aplastando.

Pero su amiga seguía apretándola con sus brazos.

—Vamos a seguir viéndonos, ¿de acuerdo? Ya deja de chillar, por favor. —menciono Zoey. Ella odiaba las muestras de afecto, casi tanto como darlas. Las únicas dos personas que toleraba que la abrazaran eran su abuelo y Hange.

Zoey le dio unas pequeñas palmaditas en la espalda a su amiga, haciendo que ésta comenzara a soltarla.

—De acuerdo. Pero si tú no vienes a verme, entonces yo lo haré. —Sentenció Hange.

Zoey le sonrió y se dirigió hacia Mike.

—Por favor, procura que no haga cosas imprudentes. —Le pidió al rubio.

Mike asintió e inmediatamente apartó su vista hacia un lado. No quería que Zoey notara lo mucho que su partida rompía su corazón.

Ella notando el malestar en Mike, se acercó a él y preguntó:

—¿Estás bien?

Mike volvió a asentir con su cabeza, pero esta vez no pudo disimular su tristeza.

—Bien... —Zoey no sabía qué más decir, por lo que sólo pasó por su lado y apoyó su mano sobre el hombro de Mike, antes de dirigirse a su caballo. —Adiós. Cuídense todos.

Mike no dijo una palabra, sólo caminó hacia donde estaban los demás soldados que se habían reunido para despedir a Zoey.

Levi se encontraba parado al lado de Erwin de brazos cruzados.

—Creí que esa tonta quería dedicar su vida a la Legión. No entiendo por qué ahora eligió marcharse a la Policía Militar. —dijo Levi.

—Es complicado... —respondió Erwin sin más.

Zoey volteó unos segundos a observar a sus compañeros, quienes la saludaban agitando sus manos con tristeza. Luego, con un pequeño relinche de su caballo, comenzó a galopar hacia la sede de la Policía Militar, en el Distrito Stohess.


Al llegar a la oficina de su abuelo, esperaba encontrarse con el mismo desorden de la última vez, pero para su sorpresa, el lugar estaba perfectamente ordenado. Aun así, decidió revisar cada rincón en busca de cualquier pista que lo lleve a encontrarlo.

Zoey recordó que su abuelo solía guardar los documentos importantes en un cajón cerrado, cuya llave se encontraba debajo de la alfombra de su escritorio. Al tener la llave y abrir el cajón, encontró varios papeles sin importancia y un pequeño y viejo estuche que al parecer pertenecía al anillo que le había dado. Dentro de él, encontró un papel con cuatro números: "1721". Esos números correspondían a los días de nacimiento de su hermano Nate y ella. Rápidamente, Zoey recordó la caja fuerte que su abuelo ocultaba detrás del enorme cuadro de Kilian Rivaille, fundador del ejército y primer Comandante de la Policía Militar. Zoey ingresó los cuatro dígitos y logró abrirla, encontrando algunos sobres de cartas, una carpeta y dos libretas. Antes de que pudiera tomar algo, escuchó unos golpes en la puerta.

—¿Zoey?, soy Nile.

Zoey se apresuró a cerrar la caja fuerte.

—Un segundo. —dijo mientras acomodaba el cuadro de su tatarabuelo y dejaba todo como estaba. —Pasa, por favor.

El Capitán de la Policía ingresó a la oficina acompañado del Líder del Escuadrón de la Primera División, Djel Sannes, quien además solía ser el escolta de su abuelo.

—¿Cómo estás, pequeña Zoey?

Nile era una de las pocas personas, al igual que Erwin y Pixis, que a veces la llamaban de esa forma. Como él y el padre de Zoey habían sido como hermanos, Nile la veía como su sobrina.

—Queríamos asegurarnos de que todo esté bien. ¿Necesitas algo? —preguntó él, amablemente.

—Todo está en orden, tío. Gracias por venir. Solo... ¿Podrían darme más detalles sobre lo que sucedió con mi abuelo? —preguntó Zoey, mientras estiraba sus manos frente a las sillas, pidiéndoles a ambos que tomaran asiento.

Nile repitió los mismos hechos que habían relatado Pixis y Zackly esa misma mañana, agregando que el último día que vieron a Kitz en el cuartel, Nile estuvo tomando el té con él y antes de retirarse, le había comentado que se quedaría un rato más en la oficina.

—Últimamente se quedaba trabajando hasta altas horas de la noche. —aseguró Nile. —Sanes tenía guardia nocturna ese día, pero no pudo ver cuando Kitz se marchó.

—Así es. Pasé varias veces por su oficina alrededor de las dos de la mañana. Golpee su puerta para preguntarle si necesitaba algo, me respondió que no y dijo que en unos minutos iba a retirarse. Regresé una hora después, pero aún se encontraba allí. —dijo Sanes, continuando. —Cuando volví a pasar cerca de las cuatro de la mañana, ya no estaba. Interrogué a los soldados que estaban esa noche, pero ninguno lo vio irse de su oficina. —Terminó Sanes, con tono apenado en su voz.

—Entiendo. Entonces tuvo que haber salido entre las tres o cuatro de la madrugada. —mencionó Zoey pensativa.

Al tener algo más de información, ella les agradeció a los dos por su ayuda y ambos hombres se retiraron, dejándola con miles de preguntas en su cabeza.

Estando nuevamente sola en la oficina, comenzó a revisar la carpeta de la caja fuerte, la cual contenía algunos documentos pertenecientes a miembros antiguos de su familia; sus actas de defunción e informes forenses. Le llamó la atención el análisis toxicológico de su bisabuelo Liam Rivaille, que arrojó un resultado de 0,80 mg de tetrodotoxina. Ese era un veneno demasiado costoso y sofisticado como para haber sido utilizado por delincuentes comunes de la Ciudad Subterránea como los Ackerman, señalados como los presuntos responsables de la muerte de su bisabuelo.

¿Será que su abuelo estaba investigando al respecto?

¿Los Ackerman habrán tenido algo que ver con su desaparición? Pero, eso no tenía sentido, su persecución había cesado hace varios años atrás, sin mencionar que era un clan prácticamente extinto. Optó por descartar esa idea y continuó revisando las libretas que contenían escritos sobre el Gobierno Real y el Culto de las Murallas. Las anotaciones eran bastante confusas: ¿Manejo de la monarquía? ¿Extorsiones? ¿Identidad falsa? La mayoría de las páginas contenía información de algunos miembros de la monarquía, sacerdotes del Culto y el actual Rey Fritz, pero eran más suposiciones extrañas que datos verídicos. Sin embargo, la segunda libreta hablaba sobre la Familia Reiss –más específicamente– sobre Rod Reiss y sus 5 hijos, aunque sólo había información sobre 4 de ellos. Eso también llamó la atención de Zoey.

¿Qué ocurrió con el quinto? ¿Y por qué estaba subrayado el nombre "Alma"?

Los Reiss eran una familia de nobles de muy bajo perfil, pero muy estimada por el pueblo eldiano. Zoey y su familia, conocían a la mayoría de las familias pertenecientes a la nobleza de Paradis, pero los Reiss en particular, no solían participar en asambleas y reuniones relacionadas con el gobierno. Zoey no podía comprender qué conexión podían tener con todo ese asunto.

Por último, decidió abrir y revisar los sobres de cartas cuyo remitente era desconocido. Sin embargo, notó que todas ellas estaban firmadas con la inicial "G". Eran cartas viejas de hace unos 10 años de antigüedad, que no eran más que un intercambio de opiniones sobre amigos en común que su abuelo y esa persona compartían. También hablaban sobre un viaje que planeaba realizar el remitente, para visitar una capilla construida hace un siglo atrás.

En su última carta, el desconocido mencionaba que ya había confirmado la ubicación del lugar. Lo extraño, era que en ningún momento mencionaba con exactitud la dirección. ¿Podría su abuelo haber decidido hacer ese mismo viaje de imprevisto? No. Su intuición le decía que había algo más. Zoey tenía un mal presentimiento de todo esto. Definitivamente, su abuelo estaba metido en algo raro.

Sintiendo su cabeza a punto de explotar, optó por guardar todos los papeles en su lugar y continuar la investigación mañana. Zoey se sentía mentalmente agotada, sin mencionar la angustia y preocupación que le causaba la desaparición de su abuelo. Esa noche, Rivaille no pudo conciliar el sueño, debido a todas las preguntas que rondaban por su cabeza.


Al día siguiente, comenzó con sus deberes de Comandante. Zoey ya conocía a la mayoría de los soldados de la Policía, así que no fue necesario hacer una presentación formal.

Prosiguió con la supervisión de los distintos escuadrones, revisó varios informes de los casos resueltos en los últimos días, leyó y firmó una pila enorme de documentos con ayuda de Nile. Entre los dos, se aseguraron de mantener todo en orden tal y como Kitz lo habría hecho. Fue un día demasiado ocupado, el trabajo de Comandante no era nada sencillo.

Afortunadamente, Zoey era muy organizada con sus tareas y en la noche tuvo tiempo de continuar con el asunto de su abuelo. Volvió a analizar toda la información que había encontrado el día anterior, pero no logró obtener ningún indicio de su paradero. Se le ocurrió revisar su oficina de arriba abajo nuevamente, con la esperanza de encontrar alguna pista que le sea de utilidad. Buscó en cada cajón, armario y estante. Hurgó en cada carpeta, archivo y fichero. Por último, decidió revisar el enorme librero de su abuelo. Tenía cientos de libros perfectamente ordenados, nada fuera de su lugar. Comenzó a quitarlos uno por uno y revisar su contenido. Luego de un rato, encontró un mapa escondido en uno de los libros.

El mapa pertenecía al Distrito Orvud, uno de los cuatro distritos situados en las afueras de la Muralla Sina. Dicho mapa señalaba un lugar ubicado al norte, a unos treinta kilómetros alejado de la zona más poblada del Distrito. Zoey pensó que ese sitio podría ser el que mencionaba el desconocido en sus cartas. Faltaba poco para que empezara a amanecer y sin perder un segundo decidió dirigirse a ese lugar de inmediato. Tomó el mapa y un revólver que su abuelo guardaba en su oficina para su seguridad, por que no sabía con qué peligros podría encontrarse. Se puso su capa sobre sus hombros y buscó un caballo para emprender su viaje.

El sol brillaba cuando Zoey arribó a su lugar de destino. Se encontró con una pequeña Capilla en medio del bosque. Su construcción parecía bastante antigua, pero estaba muy bien conservada. Bajó de su caballo y desenfundó su arma para comenzar a examinar los alrededores, pero no parecía haber rastros de ninguna persona, ni siquiera, se oía el cantar de las aves. Todo estaba muy silencioso y tranquilo.

Comenzó a acercarse lentamente hacia la entrada de la Capilla. Abrió con cuidado la puerta sosteniendo su arma al frente. Zoey esperaba encontrarse con alguien adentro, pero todo estaba en calma. No parecía ser un lugar abandonado. De hecho, notó que las velas ubicadas en el altar estaban consumidas. El mechero de éstas parecía haber sido encendido hace poco tiempo, lo que indicaba que probablemente hubo gente en el lugar el día anterior. Continuó buscando alguna pista del paradero de su abuelo, hasta que de pronto le pareció oír una especie de conmoción a lo lejos. Las aves del bosque salieron volando despavoridas de los árboles, dirigiéndose hacia el sur.

Zoey presintió que algo terrible estaba pasando, asi que subió a su caballo y se apresuró a regresar al cuartel de la Policía Militar.

Al llegar al Distrito Stohess, los soldados y la gente del lugar estaban sumamente alterados.

—¡Zoey! —el Capitán de la Policía corrió hacia ella rápidamente, después de llamarla.

—Nile, ¿Qué está ocurriendo? —preguntó deteniendo bruscamente su caballo.

—Los titanes... han derribado la puerta principal del Distrito Shiganshina.

—¿¡Qué!? —Zoey no podía dar crédito a lo que oía. —Eso... no es posible. —dijo intentando comprender lo que pasaba.

Finalmente, había llegado ese fatídico día, uno impensado para la humanidad. La mayor pesadilla de los eldianos ahora se habia vuelta realidad, y les recordó a todos ellos, el encierro y el terror al estar dominados por los titanes.

Continuará...