Si bien la mayoría de las exploraciones dedicadas exclusivamente a la captura de titanes eran llevadas a cabo por los Escuadrones de Operaciones Especiales de Levi y Zoey, en algunos casos, también recibían el apoyo de los escuadrones de Hange y Mike –sobre todo de este último– quien era considerado el segundo soldado más fuerte después de Levi, y sus subordinados conformaban el tercer mejor escuadrón de la Legión.
Zoey y su equipo debían realizar una operación para capturar a un nuevo sujeto de prueba, unidos en compañía de Mike y sus soldados: Dirk, Tomas, Hanning y Lynne. En esa ocasión, el escuadrón de Levi no pudo acompañarlos, debido a que se los necesitaban para colocar unas enormes puertas levadizas para tapar la brecha que provocó el Titán Acorazado en el Muro María hace cinco años. La tarea del escuadrón de Levi consistía en custodiar el perímetro donde los soldados estaban trabajando y así evitar que los titanes se acercaran a ellos. Levi, al igual que muchos de sus camaradas, consideraban que era un plan absurdo, sabiendo que en poco tiempo, los titanes de mayor tamaño y fuerza lograrían romper la puerta con facilidad. Aún así, las órdenes provenían directamente del gobierno real, por lo cual no podían negarse a su petición.
Los escuadrones de Mike y Zoey habían partido esa misma tarde hacia el exterior. Cuando se trataba de capturar titanes, generalmente, se dirigían hacia unos pequeños bosques situados al Este, donde la cantidad de árboles era mayor, ideales para usar sus EDM3D y colocar trampas para los titanes.
El escuadrón de la Capitana Rivaille era el encargado de atraerlos hacia alguna de las redes colocadas cerca de la entrada al bosque, donde el escuadrón de Mike esperaba para capturarlos. Sin embargo, los titanes más pequeños eran demasiado escurridizos, teniendo que pensar en otro plan para ellos. Se concentraron en atrapar a sólo uno de ellos; un titán de apenas seis metros, cuyo torso era corto, pero sus extremidades eran bastante largas. Luego de eliminar a los titanes restantes, Zoey dejó que sus subordinados se encargaran de atrapar al titán, usando una de sus muchas estrategias.
Mike y Zoey observaban todo desde la gruesa rama de un árbol, ubicado en la entrada al bosque. La Capitana no perdía de vista ningún movimiento de sus subordinados, mientras que Mike, estaba de pie y degustaba tranquilamente unas galletas sin sal.
—Vaya, ese titán también es bastante escurridizo. —dijo Zoey, observando como sus subordinados cabalgaban de un lado a otro, intentando rodearlo.
Mike asintió después de darle otra mordida a su galleta. Luego, extendió su mano y le ofreció una a Zoey, a pesar de saber que a ella le desagradaban.
—¿No tienes algo con mejor sabor? —preguntó ella, expresando una mueca de asco ante la galleta.
Mike rió y sacó una pequeña manzana de su bolsillo, extendiendo la fruta sobre su mano. Zoey sonrió, sabía que la había estado guardando para dársela. La tomó y agradeció sonriendo con amabilidad. Ante esa expresión feliz, Mike sintió un cosquilleo en el estómago. Así era cada vez que lograba sacarle una sonrisa, aunque eso fuera muy de vez en cuando. No le importaba si ella jamás podría verlo como algo más que un amigo, aún así, él disfrutaba estar a su lado y compartir aquellos pequeños momentos junto a Zoey.
—Parece que ya lo tienen. —dijo Rivaille, dándole un mordisco a la fruta.
Nanaba y Gelgar habían logrado que el titán perdiera su estabilidad usando sus pistolas de gas, cuyos disparos fueron dirigidos al rostro del objetivo. Dita y Luke aprovecharon la oportunidad para enredar las piernas del titán con una soga y poder amarrarlo como si se tratase de una cacería de ganado. Sin embargo, Luke tuvo dificultades para sujetar el extremo de la soga con fuerza y comenzó a perder el equilibrio de su caballo. Gelgar acudió en su ayuda, y ambos tomaron el extremo de la cuerda intentando que no se zafara de sus manos, pero el titán empezó a ponerse muy agresivo.
—Creo que estamos en problemas. —dijo Gelgar preocupado, sosteniendo la cuerda con más fuerza.
Nanaba, al querer disparar de nuevo al rostro de la bestia, se percató de que ya no quedaba gas en su pistola.
—¡Resistan chicos! —gritó Nanaba, mientras lanzaba una bengala de color para llamar la atención del titán.
—¡No lo suelten! —exclamó Dita, que seguía sosteniendo el extremo de su soga con dificultad.
—¡Ya no puedo...sujetarla! —dijo Luke segundos antes de que la cuerda se soltara.
El titán consiguió liberarse de las ataduras en sus piernas y comenzó a correr con mayor velocidad.
—¡Tengan cuidado! —Avisó Nanaba.
—¡Hay que separarnos! —sugirió Gelgar, antes de que el titán se dispusiera a ir tras ellos.
Zoey y Mike, aún de pie en lo alto del árbol, continuaban viendo a los muchachos sobre sus caballos.
—Creo que es hora del Plan B. —dijo Rivaille, entregándole a Mike, lo que quedaba de su manzana. —Espera por mi señal. —Le dijo al rubio para que alertara a sus subordinados.
Mike asintió y Zoey se lanzó del árbol hacia su caballo para cabalgar hacia donde se encontraba su escuadrón.
Primero fue hacia la dirección de Nanaba y le lanzó una extensa cuerda, diciéndole:
—¡Nanaba, tú y Gelgar encárguense de sus manos!
La susodicha teniendo la cuerda, miró decidida a su Capitana.
—¡Entendido, Capitana!
Zoey siguió.
—¡Dita y Luke, recuperen su soga y terminen el trabajo! —ordenó
—¡A la orden, Capitana Rivaille! —respondieron ambos al unísono.
Zoey cabalgó de frente hacia el titán y sacó su pistola de bengalas, lanzando una con mucha precisión al interior del ojo izquierdo del gigante. Esto hizo que la criatura se enfureciera y comenzara a perseguirla. La Capitana lo guió hacia la entrada del bosque y cuando el titán estuvo lo suficientemente cerca de los árboles frontales, Zoey afiló sus cuchillas de forma rápida, saltó de su caballo en dirección al titán, y se impulsó hacia él con su Equipo de Maniobras. Clavó los arpones de su equipo en los muslos del titán y volteó su cuerpo de espaldas al objetivo, pasando velozmente por debajo de las piernas de la bestia y proporcionándole un profundo corte detrás de las rodillas, consiguiendo que el titán cayera al suelo.
Zoey contrajo su cuerpo hacia el suelo, dejando que sus pies se deslizaran, frenando su impulso al clavar sus cuchillas en la tierra y levantando una ventisca llena de polvo. Dita y Luke se apresuraron a amarrar los pies del titán, mientras que Nanaba y Gelgar, hacían lo mismo con las manos. Una vez que lograron inmovilizarlo, la Capitana Rivaille hizo una seña a Mike para que ordenara a sus soldados liberar la trampa que estaba oculta debajo de su presa.
Hanning y Lynne soltaron la enorme red que atrapó al titán. Con la ayuda de Tomas y Dirk, se dispusieron a colocarlo encima de una carreta de grandes dimensiones para transportarlo.
—A Hange no le agradará saber que tuviste que lastimar a su nueva mascota. —dijo Mike, caminado hacia Zoey, terminando de comer la manzana que antes era de ella.
—No tiene porque saberlo. —mencionó ella, mientras guardaba sus cuchillas, para después dirigirse hacia sus subordinados. —Buen trabajo, muchachos. —dijo felicitándolos.
—Gracias por su ayuda, Capitana Rivaille. —agradeció Nanaba.
—Eso fue divertido. —exclamó Dita con una amplia sonrisa de satisfacción.
—Aunque... estuvimos a punto de no contarlo. —mencionó Gelgar mientras se limiaba el sudor de su frente.
—Lo siento... fue mi culpa. —dijo Luke agachando la cabeza con pena.
—No digas eso, lo hiciste bien. —acotó Zoey para darle ánimos. —Además, seguiste adelante y lograste el objetivo a pesar de las dificultades. Eso es lo más importante.
—Se lo agradezco, Capitana. —respondió sonriente. A pesar de que aún tenía cosas que mejorar, le alegraba tener su apoyo.
Ese día, había sido una tarde muy calurosa. Sin embargo, en las últimas horas de la tarde, el cielo comenzó a cubrirse completamente por nubes oscuras, anunciando la lluvia aproximarse.
Gelgar, recostado sobre un árbol, aún se sentía estresado por la reciente misión.
—Que difícil es este trabajo... —dijo, sacando una pequeña cantimplora de su chaqueta.
Nanaba, quien lo observaba, se acercó a él diciendo con seriedad:
—¿Qué estás bebiendo?
—Agua. —respondió sin darle importancia y quitando el tapón para beber.
—¿Ah, si? Y... ¿porqué había una petaca de licor oculta entre tus cosas? —mencionó, sonando más como un regaño que como una pregunta.
—No sé de qué estás hablando. —negó su compañero.
La Capitana Rivaille, apareciéndose frente a ellos de repente, hizo que Gelgar se sobresaltara.
—Gelgar, ¿qué tienes ahí? —preguntó Zoey con expresión amenazante.
—E-es agua, Capi-capitana. —tartamudeó. Su voz sonaba insegura y temblorosa. No muy propio de él.
—Entrégamelo. —demandó Zoey, extendiendo su mano para que Gelgar le entregue la cantimplora.
Él, muy a su pesar, extendió el recipiente hacia Zoey. La Capitana olió el contenido líquido y observó a su subordinado con enojo.
—Esto es Ginebra. —afirmó la Capitana, dejando que la cantimplora cayera junto a su mano.
Gelgar tragó saliva sin decir una palabra. Nanaba exhaló descontenta, sabía que a su compañero le esperaba una suspensión de nuevo.
—Ya hablamos sobre esto. No puedes beber alcohol estando en servicio. —mencionó Zoey intentando sonar calmada, pero era evidente que estaba furiosa. —Hablaremos cuando lleguemos al cuartel. Que ésta sea la última vez. —dijo.
Y frente a los ojos de Gelgar, ella gira la cantimplora y el líquido interior se derrama sobre el suelo. Gelgar tenía una expresión de preocupación en su rostro, sabía que su Capitana ya estaba perdiendo la paciencia con él y su problema con la bebida.
—Si... Capitana. —Se limitó a responder, asumiendo las consecuencias que le esperaban.
Zoey regresó hacia donde se encontraban los demás. Mike, quien había olfateado el olor húmedo del ambiente, se acercó a ella y le advirtió:
—Se acerca una tormenta.
Ella lo observó sin expresión.
—Ya veo, se puso tan oscuro de repente. —dijo Zoey observando el cielo ennegrecido.
—Capitana, los caballos no tienen agua para el regreso. —Le informó Dita. —Están sedientos. ¿Le parece si Luke y yo vamos al río en busca de más?
Zoey vaciló un instante y preguntó:
—¿Qué tan lejos está?
—A menos de dos kilómetros, Capitana. —respondió Dita con seguridad.
—Nos daremos prisa. —Agregó Luke para que Zoey no se preocupara.
Rivaille volteó a ver al titán, que parecía zumbido en la profundidad de su sueño. Resulta que la Legión había descubierto que para que esas criaturas permanecieran activos, necesitaban de luz solar. El bajo porcentaje de rayos que se reflejan en la luna llena, también les brinda a los titanes la energía suficiente para poder moverse durante la noche. Aunque ahora, ante la gran cantidad de nubes grises que cubrían por completo cualquier posibilidad de luz en el cielo –incluso de las estrellas– la energía del titán quedó completamente agotada. Teniendo esto en cuenta, Zoey sabía que no había posibilidad de que hubiera titanes activos, por lo que el riesgo de toparse con uno era mínimo.
—Está bien. Solo tienen 15 minutos. Regresen antes de ese tiempo. —les pidió Rivaille a sus subordinados.
—Claro que sí, Capitana. —afirmó Luke.
—¡Cuente con eso! —exclamó Dita, con una sonrisa confiada. Los dos soldados subieron a sus caballos y se alejaron galopando a toda prisa.
Ambos escuadrones estaban terminando de alistar todo para el regreso a la muralla, cuando comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia. Ya había transcurrido el tiempo límite que Zoey les había puesto a sus subordinados para su regreso, sin embargo, aún no había señales de ellos. Los minutos avanzaban y Dita y Luke seguían sin aparecer.
Zoey comenzó a sentir un nudo en el estómago. Por su cabeza, rondaba la pregunta: ¿Qué podría haberles pasado? La poca energía que podrían tener los titanes sin los rayos del sol, no era suficiente para traerle problemas a sus soldados. ¿Habrán perdido sus caballos?, ¿Estarán regresando a pie? Esa suposición le pareció más lógica.
—Voy a ir a buscarlos. —dijo Rivaille sin perder más tiempo.
—Te acompaño. —acotó Mike de forma inmediata.
Pero Zoey se lo impidió.
—No te preocupes, volveré pronto. No deben estar lejos. —dijo ella subiendo a su caballo. —Ustedes terminen de alistar todo para cuando vuelva. —demandó.
Mike no estaba muy convencido de dejarla ir sola.
—¿Estás segura? —preguntó el rubio con duda. Ella respondió afirmativamente.
Aún así, su amigo seguía preocupado, pero sabía que no había forma de convencerla. Rivaille, sintiendo la intensa mirada preocupada, volteó a ver a Mike para sonreírle. No quería que estuviera intranquilo.
—No tienes que cuidar de mí todo el tiempo. Estaré bien. —dijo con una voz suave para tranquilizarlo. El rubio asintió y Zoey se alejó rápidamente con su caballo, desapareciendo de la vista de Mike.
La Capitana Rivaille se colocó su capucha para resguardarse de la lluvia que cada vez caía con una mayor intensidad. Aún no había señales de Dita y Luke, y la bruma impedía que sus ojos pudieran percibir cualquier objeto o silueta con claridad. Zoey comenzó a sentir una presión creciente en su pecho. Tenía un mal presentimiento sobre todo esto.
Algo andaba realmente mal, y todo su cuerpo lo sabía.
De pronto, frenó bruscamente el andar de su caballo al observar varios cuerpos de titanes esparcidos por los alrededores de una casona abandonada, a pocos metros del río. Los cuerpos en descomposición de los titanes emanaban mucho vapor, tal y como suele suceder cuando mueren y se desintegran hasta que solo quedaban sus huesos. Zoey sabía que Dita y Luke habían sido los que habían luchado contra ellos, aunque no lograba comprender cómo era posible que esos titanes estuvieran activos sin recibir energía.
Rivaille bajó de su caballo y comenzó a caminar en busca de sus subordinados. El enfrentamiento había sido reciente, por lo que no debían estar muy alejados del desastre. Teniendo su vista borrosa y sus párpados fruncidos para evitar que la lluvia estropeara sus ojos, Zoey ni siquiera miraba el camino bajo sus pies, cuando de pronto, golpeó algo duro pero hueco. Dejando que su vista bajara, se encontró con una bota perteneciente al uniforme de los soldados y a pocos centímetros, una capa de la Legión de Exploración. Encaminándose hacia esa tela, agachó lentamente su cuerpo con intención de recoger la capa, pero al levantarla, una exclamación de horror escapa de su boca y cae al suelo de trasero. Debajo de esa tela verde, descansaban envueltas la cabeza y parte del torso de Luke.
Zoey tapó su boca, mirando con horror las extremidades sueltas de su subordinado.
—No... no puede ser. —exclamó, sintiendo su respiración agitarse.
Sus manos se colocaron sobre el cuerpo mutilado del joven, manchándolas de sangre. Esas mismas comenzaron a temblar al ver el líquido rojo sobre sus palmas. Llevó ambas manos hacia su rostro y apretó su cara sin creer lo que veía.
Su mente estaba en negación.
—¿Cómo...? ¿Cómo pudo... pasar esto? —dijo acongojada, conteniendo sus ganas de romper en llanto. Pero aún debía encontrar a Dita.
Poniéndose de pie rápidamente, corrió en dirección al río. Dita se encontraba recostado sobre la pared trasera de la casona. Al oír unos pasos acercarse, Dita supo de inmediato que ese caminar pertenecía al de su Capitana y comenzó a llamarla con la poca fuerza que aún le quedaba:
—Ca... Capi-tana Ri-vaille. —Sintiendo su garganta seca impidiendo que las palabras salieran de una manera correcta.
—¡Dita!, Dita... -exclamó Zoey al verlo.
Rivaille sentía sus piernas temblar, pero aún así, corrió hacia su subordinado y cayó de rodillas frente a él de manera brusca. Dita había sido amputado, perdiendo su brazo izquierdo y su pierna derecha. La hemorragia en ambas extremidades era abrumante y no había forma de detener el sangrado. Zoey, por verlo en ese estado agonizante, no pudo contenerse más y dejó que las lágrimas salieran, sollozando mientras apretaba sus labios temblorosos por la frustración.
—Esto es mi culpa... —comenzó a decir. —Lo siento... en verdad lo siento... Llegué demasiado tarde. —siguió, tomando entre sus manos manchadas, la propia de Dita suplicando por su perdón.
—N-no diga eso, Ca-capitana. No es... su culpa. —aclaró Dita cálidamente, con intención de aliviarla. —L-lamento... no haber... salvado a Luke.
Zoey negó con su cabeza, insistía en asumir la responsabilidad por lo sucedido. Iba a martirizarse toda su vida por eso.
—Pero debe saber... q-que luchamos... h-hasta el final sin rendirnos, como u-usted nos enseñó. —continuó diciendo el soldado.
—Yo se que sí. —dijo pasando bruscamente su mano dominante por sus ojos y mejillas empapados, dejando también en su cara, más rastro de sangre de sus subordinados. —Y estoy muy orgullosa de ambos por eso. —dijo mirando a Dita a los ojos.
Él curvó sus labios en una sonrisa temblorosa, feliz por oír esas palabras de su Capitana.
—Fue u-un placer... estar bajo sus ó-órdenes. —exclamó Dita con gratitud.
Las lágrimas de Zoey se tiñeron de rojo.
—T-tenga cuidado... C-capi... tana. —comenzó a decirle el soldado moribundo, con el poco aliento que le quedaba. —H-hay un titán... enorme... pa-parecido a...
Dita intentó advertirle a su Capitana sobre algo, pero fue demasiado tarde, ya ni siquiera podía hablar. Su cuerpo entero comenzó a desvanecer.
—¿Qué dices? —preguntó ella confundida, limpiando y manchando aún más su rostro con sangre y lágrimas. —Dita, ¿Qué...?
Ante ella, aquel hombre, quedó con sus ojos abiertos y sin más nada que decir. Su pulso desapareció y su corazón dejó de latir. Zoey, lamentándose mientras más lágrimas caían de sus ojos, posó sus manos temblorosas sobre los párpados de Dita, y con cuidado, los cerró sobre sus ojos. Su cabeza cae para mirar el suelo y con profundo dolor en su alma, sus dedos rasguñan la tierra, tomando un poco en su palma.
Estaba cansada. Tan cansada de perder a sus seres queridos, y ver a sus compañeros desfallecer una, y otra, y otra vez.
—Maldición... —sollozó, apretando sus ojos para contenerse de la frustración creciente.
¿Cuántas personas más tienen que morir para conseguir una vida pacífica? ¿Acaso esas muertes no sirvieron de nada? ¿Sus vidas no valen nada?
Zoey se puso de pie con su capa empapada. Limpió sus manos y luego el rastro de lágrimas en su mejilla. Con rostro serio y resignado, volvió sobre sus pasos para recoger los restos del cuerpo de Luke. Luego haría lo mismo con el de Dita. Ambos debían ser entregados a sus familiares y recibir los honores que merecían.
Pero cuando iba a bajar y tomar parte del cuerpo, Zoey detuvo su andar. Su mano se detiene muy cerca de una extremidad, y nota esta, moverse levemente sobre el suelo. Luego, pudo sentir una abrumante presencia que heló su sangre. La densa lluvia y la pesada neblina, impedían que ella pudiera visualizar aquella presencia misteriosa. Sin embargo, al agudizar su oído, comenzó a oír unos pesados pasos acercarse cada vez más.
Miró asustada en esa dirección.
De repente, un titán de once metros, se abalanzó hacia ella queriendo atraparla. Zoey desenfundó sus cuchillas y logró esquivar al gigante al subir con su Equipo de Maniobras al techo de la casona. Aunque ese reflejo, no terminó por servir demasiado. El titán enfurecido, destruyó el tejado al pegarle fuertemente con su puño, ocasionando que Rivaille cayera al suelo golpeándose el codo y la rodilla, y que ante esa caída una de sus cuchillas escapara de su mano.
Al levantar la vista, divisó a otros tres titanes de casi la mitad del tamaño que el que atacó primero, dirigiéndose enloquecidos hacia ella. Alertada por esto, se puso de pie –sintiendo los pinchazos de dolor– y deslizó su cuerpo por la mojada tierra resbaladiza para recoger la cuchilla que había perdido durante su caída. De inmediato se dispuso a cortar la nuca del titán que la había atacado en primer lugar y luego fue hacia los otros tres titanes. Todos ellos, mantenían el mismo comportamiento agresivo y descontrolado. Si Zoey llegara a cometer algún error, podrían acabar fácilmente con ella.
Haciendo una serie de acrobacias en el aire con su cuerpo, Zoey logró llegar hacia sus nucas y cortarlas, pero rompiendo ambas cuchillas en su último ataque.
La Capitana Rivaille respiraba agitada. Esos titanes habían sido difíciles de matar, pero no había tiempo para recuperarse, pues otros cuatro titanes hacían acto de presencia con sus amenazantes cuerpos. Zoey sacó sus cuchillas de repuesto, las afiló contra la enorme pared de concreto de la casona y se dirigió hacia las hambrientas criaturas, desesperadas por devorar el cuerpo de Zoey.
El estruendo de los poderosos truenos retumbaban en los oídos de la chica y provocaba que su corazón atormentado, quisiera salirse de su pecho. Pero por más pavor que sintiera, debía concentrarse y no morir. No debía morir.
Uno de los titanes logró sujetar el cable del Equipo de Maniobras, provocando que Zoey tuviera una mala caída y su tobillo se torciera por ello. Pero aún así, volvió a ponerse de pie. Por más adolorido o cansado que estuviera su cuerpo, ella no iba a rendirse y seguiría luchando cueste lo que cueste. Lucharía con todas sus fuerzas dispuesta a acabar con los malditos titanes que habían asesinado sin escrúpulos a Dita y Luke. Pensar en las atrocidades que habían hecho esas despiadadas bestias, aumentaba su odio y enojo, emociones que ya había experimentado en muchas otras ocasiones.
Los titanes comenzaron a atacarla en manada, y mientras esquivaba sus ataques, aprovechaba cada oportunidad para cortar cualquier parte de la gruesa piel de los cuerpos gigantes.
Una vez que logró matar a la mayoría de ellos, solo quedaba enfrentarse al último titán que quedaba. A pesar del diluvio y la cortina de humo que cubría el ambiente, Zoey era capaz de ver con claridad al titán cada vez que el cielo era iluminado por un relámpago. Rivaille comenzó a balancearse de un lado a otro, pasando por debajo de las piernas y brazos de la criatura, dando volteretas en el aire. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca de la parte trasera de su cuello, desgarró la nuca del titán con sus dos cuchillas afiladas. El titán cae al suelo y Zoey, finalmente, pudo respirar, posada de pie sobre la espalda del titán.
Una extraña tranquilidad se apoderó de ella.
Su Equipo de Maniobras y sus cuchillas goteaban de sangre y agua. Su cuerpo y uniforme estaban bañados en color rojo. Por más que su rostro estuviera resguardado bajó su capucha, el líquido le escurría por todos lados a causa de la lluvia.
Zoey alzó su mirada hacia el tormentoso cielo y dejó escapar un profundo suspiro.
Tranquilidad.
Supuso que todo había terminado y que ya era tiempo de regresar, pero la sensación de escalofríos en su cuerpo al sentir nuevamente aquella aterradora y misteriosa presencia, volvió a captar su atención. No era algo que ella llamara normal. Era una sensación espeluznante que hizo que sus vellos se erizaran.
Zoey empezó a mirar desesperada en todas direcciones, pero solo captaba neblina y humo de los cuerpos muertos de los Titanes. El escalofrío en su cuerpo pareció subir de intensidad.
Observó con más atención y alcanzó a ver a su derecha, una extraña silueta que a cada paso se volvía más grande, al mismo tiempo que la neblina se desvanecía poco a poco. Finalmente, un relámpago iluminó el rostro de aquel titán por unos segundos insignificantes, los suficientes para que Zoey abriera los ojos sorprendida. El gigantesco monstruo tenía una sonrisa maliciosa y sus ojos destellaban una luz roja. El extraño titán rió de una forma tan macabra que heló nuevamente la sangre de la Capitana Rivaille.
Los titanes nunca la habían atemorizado antes. Jamás había experimentado este terror al enfrentarlos. Pero esta vez, fue la primera en que su cuerpo se quedó paralizado ante el miedo.
Inmediatamente después, Zoey volteó al percibir que algo se acercaba a una velocidad impredecible, y aunque quisiera escapar, su reacción fue demasiado lenta por estar sumida en aquel aterrador titán de ojos rojos.
Un pequeño titán de cuatro metros la empujó violentamente contra el suelo, quebrando los huesos de su espalda y cadera. Zoey gritó del dolor. Agonizaba al sentir sus huesos destrozados y el calor de su sangre escurrirse debajo de su espalda.
El titán mantenía una apariencia humana, pero sus uñas eran largas y filosas al igual que sus dientes, y su comportamiento era salvaje y descontrolado, como si fuera un animal rabioso. El titán retrocedió unos segundos y Zoey aprovechó para intentar alcanzar una de sus cuchillas, arrastrándose por el suelo.
Sus piernas no parecían ceder a sus mandatos. Estaba inmóvil, arrastrándose como un insecto de tierra.
Cuando logró tomar las armas afiladas, el titán sujetó sus pies y la arrastró de nuevo hacia él. Rivaille le hizo un corte en su brazo para zafarse del agarre, provocando que el titán gritara de dolor. Totalmente enfurecida con ella, la bestia le dio un fuerte manotazo dejando una profunda marca de una de sus uñas en su brazo derecho, haciéndola chocar contra la pared de la casona. Un dolor agudo y punzante comienza a sentir sobre su cabeza, y la sangre brota descontroladamente, chorreando por su rostro hasta terminar separándose en pequeñas gotas por su barbilla. Zoey estaba perdiendo el conocimiento poco a poco, pero logró captar cuando el titán la sujetó fuertemente en su mano.
Ella ya ni siquiera podía gritar, y al estar frente a frente con el titán, observó entre la borrosidad de su visión, como la criatura la llevaba hacia su apestosa boca.
Pero sus ojos cedieron al cansancio y a la agonía. Todo se volvió negro a su alrededor y su respiración descendió de forma rápida. Ya no podía ver nada. Únicamente podía oír el sonido de los truenos retumbando en su cabeza.
De alguna manera, Zoey siempre supo que terminaría así. Lo supo desde el día que decidió unirse a la Legión. Algún día acabaría siendo devorada por un titán y tarde o temprano, compartiría el mismo destino que el resto de su familia.
Pero a pesar de estar asustada por la muerte, aceptó su final con tranquilidad, porque así debía ser.
Ahora podría descansar en paz... Al fin, podría tener esa paz que nunca pudo conocer estando viva.
Al fin...
Continuará...
