Luego de que Eren y el Cuerpo de Exploración consiguieran acorralar a la Titán Hembra; Annie Leonhart se encerró a sí misma en una coraza de cristal que cubría completamente su cuerpo para evitar que la Legión obtuviera información de ella. Mientras Annie era llevada bajo custodia, Hange y su equipo descubrieron la presencia de un titán sellado dentro de las paredes del muro. El pastor Nick del Culto de las Murallas apareció junto a ellos de forma repentina para advertirles que esa criatura jamás debía recibir la luz del sol.

Ante aquella alerta, el escuadrón de Hange cubrió el rostro del titán con una enorme tela.

En la cima de la muralla, la soldado de lentes intentó interrogar al pastor Nick sobre la razón por la que mantuvieron en secreto la presencia de ese titán dentro del muro. A pesar de las amenazas de Hange, el pastor se negó a responder a sus preguntas, alegando que el Culto sólo estaba cumpliendo con su misión. En eso, un soldado del hospital de la Capital le entregó a Hange un mensaje urgente de Zoey; diciendo que lo había recordado todo y que fuera a verla en cuanto pudiera. La sargento le ordenó a su escuadrón que llevaran al pastor Nick con Levi y sin perder más tiempo se dirigió hacia el hospital.

Una vez allí, Hange le contó a su amiga las últimas novedades. Cuando Zoey estuvo lista para hablar, comenzó a relatarle los hechos de ese terrible día. Lo que más llamó la atención de la sargento fue que la emboscada parecía haber sido planeada y que aquella criatura con apariencia de mono era el controlador de los titanes que atacaron a Zoey.

—¿Crees que ese Titán Bestia tenía inteligencia propia? —preguntó Hange, curiosa por lo que oía.

—Es posible… incluso lo escuché reír. —respondió Zoey, observando como su amiga mantenía una expresión pensativa. —Lo último que recuerdo antes de perder la conciencia… es sentir e-el asqueroso aliento de ese pequeño titán que me derribó.

Frunciendo su rostro en disgusto, Zoey tragó saliva con fuerza.

—Cuando me llevó hacia su boca, estaba segura de que iba a destrozarme con sus filosos dientes.

El cuerpo de Rivaille tembló. Sus puños se cerraron al revivir el miedo que sintió en ese momento. Hange observándola, le alcanzó un vaso de agua.

—Que horrible. Lo siento tanto… —expresó Hange con voz suave, viendo a Zoey llevar el vaso hacia su boca y beber un poco del líquido.

—¿Y qué piensas del Titán Bestia? —preguntó Rivaille, ya más calmada.

Hange reflexionó unos instantes, poniendo su mano en su barbilla.

—Ahora que sabemos que hay titanes cambiantes controlados por humanos, es preciso suponer que ese titán también es uno de ellos. Su habilidad de controlar a otros titanes me lleva a pensar que él fue quien los creó.

—Tiene mucho sentido. Pero… ¿cómo?

—Bueno, eso vamos a tener que averiguarlo. —respondió Hange, con ese intenso brillo en sus ojos que aparecía cada vez que se emocionaba por descubrir algo nuevo.

Rivaille miró con cierta pizca alegre y suspiró cansada por su inadaptada mente, mostrándose insegura.

—Discúlpame por haber demorado tanto en recordar.

—No te angusties, lo importante es que lo hiciste. —agregó la castaña con una sonrisa.

—Solo espero que no sea demasiado tarde…

Al verla preocupada, Hange acarició el hombro de su amiga.

—Tu información ha sido de mucha ayuda, Zoey. Volveré cuando tenga más noticias, ¿está bien?

—De acuerdo. Que tengan suerte. —Le deseó Rivaille, antes de que la soldado se marchara.

Al estar fuera del hospital, Hange se enteró sobre la alarmante noticia de que los titanes habían logrado atravesar la Muralla Rose.

Algunos reclutas de la Tropa número "104" se encontraban estacionados en un puesto avanzado de la Legión en compañía de Mike y los soldados de su escuadrón, en el cual ahora Gelgar y Nanaba eran partícipes. Cuando un grupo de titanes fue visto avanzando desde el sur, Mike envió de inmediato a Dirk y Tomas para informar la situación y evacuar a las personas de los pueblos cercanos.

Al tener conocimiento de esa noticia, Hange se reunió con sus compañeros del Cuerpo de Exploración. Después de contarle a Erwin y Levi sobre su charla con Zoey, todos partieron hacia el Distrito Ehrmich para investigar una supuesta brecha en la Muralla Rose, llevando consigo al pastor Nick. Aún después de haber visto la cruel realidad que enfrentaban los residentes del Distrito, el pastor continuaba negándose a revelar los secretos de las murallas, pero accedió a darles el nombre de la persona que podía hacerlo: Krista Lenz.

~

Mientras tanto, Nanaba, Gelgar, Henning y Lynne escapaban del lugar. Mike decidió enfrentarse a los Titanes que los perseguían para conseguir algo más de tiempo.

Todo parecía estar bajo control, hasta que el soldado se topó con aquel misterioso Titán Bestia. Mike descubrió que la gigantesca criatura era capaz de hablar como los humanos, lo que provocó en él, una emoción de impacto y miedo que lo paralizó.

—¿Cómo llaman a esa arma que tienes en la cintura y te permite volar?

El soldado estaba completamente shockeado y enmudecido. La criatura volvió a decir:

—Deberíamos hablar el mismo idioma. ¿El miedo te afectó?

El Titán Bestia aprovechó ese momento para arrebatarle su Equipo de Maniobras y ordenó a los titanes que acabaran con él. Al ser capturado, Mike comenzó a pensar en los últimos momentos que había pasado con Zoey, deseando no morir para poder verla de nuevo.

—¡¡SUÉLTENME!! ¡¡DÉJENME IR!! —gritaba con todas sus fuerzas.

El rostro sonriente de la mujer que tanto adoraba le fue proyectado por su propia mente, antes de que su cuerpo fuera desmembrado y despedazado por los titanes en medio de sus gritos de desesperación y agonía.

El resto de los soldados se habían refugiado en un viejo castillo abandonado, pero al caer la noche, los titanes comenzaron a avanzar al Castillo Utgard en compañía del Titán Bestia.

Los soldados veteranos se prepararon para hacerle frente a la amenaza. El escuadrón de Mike fue poco a poco arrinconado, y Henning y Lynne fueron los primeros en caer ante la muerte. Aún así, Gelgar y Nanaba no estaban dispuestos a rendirse y continuaron luchando hasta el final en honor a las enseñanzas de su Capitana.

Gelgar se encontraba muy malherido, lo que provocó que cayera sin fuerzas desde la cima de la torre. Su Equipo de Maniobras estaba dañado y a pesar de no querer bajar los brazos, él sabía que su fin estaba cerca.

El soldado malherido, encontró una botella de licor entre los escombros del castillo, la levantó frente a su rostro y decidió beber su último trago. Gelgar le había prometido a su Capitana no volver a probar una gota de alcohol. Él había mantenido esa promesa hasta ese día, pero en vista de que pronto iba a morir, optó por embriagarse una última vez.

Para su desgracia, al voltear la botella sobre su boca, ésta se encontraba completamente vacía.

—¡Maldición! ¡¿Quién fue el desgraciado que se la bebió toda?! —mencionó furioso antes de que un titán lo atrapara y devorara su cabeza.

Nanaba observó horrorizada como su compañero era asesinado sin poder hacer nada. Pero lejos de pensar en rendirse, continuó peleando contra la horda de titanes hasta que su tanque de gas se vació por completo.

Sin tener escapatoria, Nanaba comenzó a decir entre sollozos, al sentir que no había podido cumplir su palabra de pelear en nombre de Zoey y sus compañeros de escuadrón.

—Lo siento mucho, Capitana Rivaille... Hice todo lo que pude.

Un titán comenzó a acercar sus manos hacia ella, pero aunque Nanaba intentaba ahuyentarlo con sus cuchillas, todo eso ya era completamente inútil. El titán logró atraparla entre sus garras y la llevó de forma lenta y tortuosa hacia su boca.

Antes de morir, la soldado comenzó a revivir un trauma del pasado respecto a su abusivo padre.

—¡No, papá, lo lamento! ¡No lo volveré a hacer! ¡¡NO, POR FAVOR, NO!!

Aquella desgarradoras palabras y gritos en busca de una salvación, fueron las últimas cosas que se lograron escuchar de ella antes de que el titán la introdujera dentro de su boca y comenzara a masticar su cuerpo.

Connie, Reiner, Bertholdt, Ymir y Krista observaron todo desde la cima de la torre principal donde se resguardaban de los titanes que habían entrado al castillo. Los chicos se encontraban al límite de la desesperación después de ver cada una de las muertes de los veteranos. Fue entonces cuando Ymir no tuvo más opción que revelar su poder como titán cambiante y lanzarse a la batalla, dispuesta a arriesgar su vida para proteger a sus amigos. Pero aunque tuvieran su ayuda, el titán mandíbula de Ymir no podía luchar contra esa cantidad de criaturas.

La torre estaba a punto de derrumbarse y los muchachos comenzaron a ser acorralados y atacados por algunos titanes. Para su buena suerte, el Cuerpo de Exploración –incluyendo a Eren y Mikasa– llegó al lugar para salvarlos de la muerte. Ymir se encontraba en muy malas condiciones, y en medio de toda la conmoción, Krista decide revelarle su verdadero nombre: Historia Reiss.

~

Tras el rescate de los reclutas en el Castillo Utgard, la Legión se encontraban reunido sobre la Muralla Rose, preparándose para llevar a Ymir a Trost a qué recibieran atención médica inmediata.

Erwin les pidió a los soldados presentes, con especial fijación en Hange y Levi, que no contaran a Rivaille lo sucedido en la batalla. Bajo ninguna circunstancia, Zoey debía enterarse de las muertes de su amigo y subordinados, ya que la noticia podría perjudicar su estado de salud. Hange estuvo de acuerdo con todo, sin embargo, Levi opinaba que no debían ocultarle la situación. Por esa razón, haciendo caso omiso a la petición de Erwin, esa misma mañana decidió ir a verla al hospital.

—Señorita Rivaille, tiene una visita. —Le informó una enfermera a la chica, mientras retiraba una bandeja repleta de medicamentos que Zoey se había rehusado a ingerir. —¿Lo hago pasar?

Rivaille sin quitar su vista de la ventana, afirmó:

—Que pase.

La enfermera abrió la puerta y dejó pasar al visitante, retirándose ella de la habitación.

—¿Qué ocurrió ahora, Hange? —preguntó la chica pelirroja, pensando que su amiga había vuelto con nuevas noticias.

—No soy Hange. —respondió el soldado de cabello negro que en ese momento vestía de civil; con un traje oscuro, pañuelo blanco y camisa gris.

Zoey se sorprendió al escuchar la inconfundible voz de Levi.

—¿Tú?... ¿Qué haces aquí? —interrogó extrañada.

Zoey se encontraba dándole la espalda y mirando siempre en dirección al exterior de la ventana, tapando sus hombros débiles con una manta. Levi por su parte, aún permanecía inmóvil frente a la puerta, hasta que tomó valor suficiente y se movió unos pares de pasos hacia adelante.

—Hay algo que debes saber. —respondió él con seriedad. —Erwin y Hange insistieron que era mejor que no lo supieras.

—¿Saber… qué?

Levi mojó sus labios secos e hizo una larga pausa que inquietó a Rivaille. La chica comenzó a intuir que algo terrible había pasado, pero no iba a girar para saberlo de frente.

Zoey sintió y escuchó los pasos de Levi acercándose detrás de ella. El soldado comenzó a comentarle todo lo que pasó –incluyendo la reaparición del Titán Bestia– pero al momento de decirle la parte más difícil, empezó a dudar si en verdad debía hacerlo o no.

Finalmente, después de una corta pausa, tomó aire y dijo:

—Mike, Gelgar y Nanaba… fueron asesinados por titanes.

Zoey abrió sus ojos. Levi lo notó.

No quería creer lo que sus oídos habían escuchado. Sus manos comenzaron a temblar, pero ella quería evitar a toda costa tener un ataque de pánico frente a Levi, así que controló lo mejor que pudo su respiración.

Levi continuó de pié detrás de Rivaille.

—Creí que merecías saberlo.

—Entiendo. —respondió cortante, esperando que Levi se retirara de la habitación después de haber cumplido su cometido. Pero en cambio, éste no se movía de su lugar.

El pelinegro esperaba alguna clase de reacción de su parte, pero ella se mantenía quieta y en silencio, como una estatua de piedra. Como un muñeco sin vida.

—¿No piensas decir nada?

—Y-yo…

Rivaille respiraba profundo para intentar sonar

calmada.

—Yo… oí lo que le pasó a tu escuadrón. En serio lo lamento… —Eso era algo que quería decirle desde que se enteró de lo sucedido.

Levi arqueó una ceja y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón negro, como si estuviera esperando más.

—¿Eso es todo?

La respiración de Zoey comenzaba a agitarse. Su cuerpo entero empezó a temblar. Ya no podía disimularlo.

—Sí… Puedes irte.

—No. —respondió con firmeza. —No me iré hasta que me digas, como te hace sentir saber que tus compañeros estuvieron luchando todo este tiempo, mientras tú seguías aquí encerrada ¡compadeciéndote de ti misma!

La voz tosca de Levi provocó que Zoey agachara su cabeza sin saber qué decir. Ella comenzó a sentir un dolor creciente en su pecho.

—Deja de culparte por lo que pasó. Por más que confiemos en nuestros compañeros, no podemos saber lo que sucederá después… o si tomamos las decisiones correctas. ¡Tú lo sabes tanto como yo! —exclamó Levi mientras su tono de voz se elevaba cada vez más.

Rivaille seguía sin poder decir una palabra. Lo único que quería era desaparecer. Levi caminó hacia la ventana y se puso frente a Zoey. La mirada de ella aún se encontraba fija en el suelo y los mechones de cabello rojizo cubrían su rostro casi por completo.

—¿Por qué no me respondes? —preguntó el soldado intentando captar la atención de la chica. —¿Acaso no te importa nada de lo que sucede fuera de tu escondite de rata?

Zoey contenía su dolor cerrando sus puños y apretando su mandíbula, mientras sujetaba los mangos de su silla de ruedas. Sentía punzadas en su cabeza, pero ese dolor no se comparaba con el que le causaban las palabras de Levi. Sentía unas inmensas ganas de llorar, sobre todo al pensar en las horribles muertes que habían tenido sus compañeros.

Levi estaba furioso. Se sentía frustrado y desesperado por hacerla reaccionar.

—¿Ni siquiera eres capaz de levantar la cabeza?

Levi estaba en lo cierto. La razón por la que Zoey se había vuelto incapaz de ver a las personas a la cara era porque se sentía muy avergonzada de sí misma.

—¡Mírame a los ojos y respóndeme! —Le exigió Levi. —¡¿Por qué haces esto?!, ¡¿Por qué no despiertas de una maldita vez?!

Zoey intentaba contener sus lágrimas con todas sus fuerzas mientras la paciencia de Levi alcanzaba su límite.

—¡MÍRAME! —el pelinegro gritó completamente desesperado, levantando el rostro de Zoey con brusquedad, sujetándola de la frente con su mano.

Rivaille se encontró cara a cara con la penetrante mirada de Levi. Los rayos de sol que ingresaban por la ventana iluminaron las pupilas verde-miel de Rivaille. En ese momento, el Capitán pudo ver con claridad los ojos llorosos y cristalinos de la chica.

—¡Respóndeme! ¡¿Hasta cuándo piensas seguir así?!, ¡¿Hasta cuándo te quedarás sin hacer nada?! —Le reprochaba el pelinegro sin quitarle los ojos de encima y sacudiendo su cabeza para hacerla reaccionar.

Rivaille apretó sus dientes y su mirada se fue transformando en una llena de rabia. Estaba harta de soportar sus insultos. Estaba harta de él.

—¡YA SUÉLTAME!

Rivaille gritando, tomó fuertemente a Levi por la muñeca y apartó su brazo con agresividad.

Él dio unos pasos hacia atrás, sorprendido ante esa repentina reacción.

—¡Déjame tranquila! ¡Tú no tienes idea de cómo me siento! —exclamó la pelirroja entre sollozos. —¡Si decidí rendirme es porque estoy cansada de todo esto! ¡LLEVO AÑOS LUCHANDO Y ESTA MIERDA NUNCA SE TERMINA!

Zoey volvió a agachar su cabeza para ocultar su rostro nuevamente mientras seguía hablando:

—Estoy completamente rota por dentro... y mi cabeza es un maldito desastre…

El dolor y la tristeza quedaba en evidencia con cada una de sus palabras. Levi no se sentía para nada orgulloso de haber conseguido esa reacción de su parte. Lo que menos quería era volver a hacerla sentir mal, pero era una medida desesperada para traerla de vuelta. La Legión la necesitaba, y él también.

—Tengo miedo… mucho miedo de volver a fallar. —agregó Rivaille, dejando en evidencia su quebrada voz. Levi la entendía a la perfección. Después de haber perdido a su escuadrón, él se sentía de la misma forma. —Me destroza saber lo que les pasó a Mike, Nanaba y Gelgar. No sabes lo mucho que me odio a mi misma por no haber estado con ellos. Pero aún así… no hubiera podido hacer nada.

—Eso no lo sabes… Tal vez las cosas hubieran resultado diferentes. —dijo Levi recordando que no había podido llegar a tiempo para salvar a su escuadrón. Lo mismo había pasado aquella vez con sus amigos, Furlan e Isabel.

—Eso ya no importa… —respondió ella, apretando con sus puños la tela del pantalón de su pijama. —Ya no puedo hacer nada…

Su respiración sonaba agitada. Su cuerpo ya estaba entumecido por haber reprimido su crisis nerviosa todo ese tiempo.

—Eso depende de ti. —agregó Levi —. Tú eliges si quieres seguir encerrada en este agujero… o si prefieres volver a luchar y levantarte de esa estúpida silla de ruedas.

Levi caminó hacia la salida y abandonó la habitación, dejando a Zoey completamente devastada. Pero cuando estuvo del otro lado de la puerta, el pelinegro comenzó a oír el doloroso llanto de Rivaille.

Ahora ella se encontraba sola en esa habitación, por lo que no había razón para contener su agobiante tristeza por las muertes de Mike y sus subordinados. Si hubiera sabido que aquella vez sería la última en poder verlos en vida, les hubiera dicho lo mucho que los apreciaba y lo orgullosa que se sentía de ellos.

Zoey llevó sus manos hacia su rostro para ahogar sus gritos de dolor. Levi comenzó a alejarse de allí. No podía seguir escuchando la agonía que él mismo le había causado.

Varios enfermeros entraron con prisa a la habitación de Zoey al oír sus gemidos de desesperación.

—¡BASTA! ¡¡YA NO LO SOPORTO MÁS!! —gritaba la chica mientras los enfermeros la sujetaban para suministrar un sedante.

En medio de llantos y pataleos, uno de ellos logró inyectarle el medicamento en una de sus venas y Rivaille comenzó a entrar en esa agonizante calma.

El efecto de la droga que la dejó mareada y aturdida duró casi una hora en su sistema. Su cuerpo estaba adormecido y su cerebro funcionaba con lentitud. Sin embargo, su mente no dejaba de maquinar, pensando en todo lo que había sucedido y también rememorando algunos hechos de su pasado.

Zoey comenzó a recordar lo que le dijo a su padre hace doce años atrás: "Rendirse no es una opción para mí, y te juro que yo, jamás voy a renunciar a luchar". A partir de entonces, esa se había convertido en su filosofía de vida, la misma que quiso transmitirle a sus subordinados. También, recordó una de las cosas que le dijo Dita antes de morir: "Debe saber… q-que luchamos… h-hasta el final sin rendirnos, como usted nos enseñó". Con la alegre voz de Nanaba, sus palabras fueron escuchadas en su mente: "Nosotros seguiremos luchando en su nombre y también… el de nuestros compañeros caídos".

Luke, Dita, Nanaba, Gelgar… Todos ellos tenían sus propias razones para pelear y sobreponerse a cada una de sus dificultades. Entonces, ¿por qué ella… no podía hacerlo? ¿Acaso había olvidado los motivos que la habían impulsado a luchar en primer lugar?

Zoey quería proteger a los eldianos de la amenaza de los titanes y luchar en nombre de aquellos que dieron su vida en busca de un mundo mejor. Pero también, quería hacerle honor al apellido Rivaille y continuar con el legado de sus antecesores.

Al mirar su mano izquierda, recordó la promesa que le pidió su abuelo el día que le entregó el anillo que llevaba en su dedo anular: "Ahora es tiempo de que hagas tu propio legado. Pero hazlo a tu manera. ¿Lo prometes?".

Zoey exhaló un gran suspiro, cerró sus puños y apretó sus dientes. Sentía muchos deseos de golpear su cabeza fuertemente contra el vidrio de la ventana. ¿Cómo pudo haber olvidado todo eso?

En todo ese tiempo, lo único que había hecho fue preocupar a sus amigos y camaradas. Dejó que Mike se sintiera culpable de su estado, mientras ella se quedaba callada como si nada le importara. Dejó que Hange cuidara de ella día y noche, sin haberle dado las gracias ni una sola vez. Su comportamiento había sido pésimo. Imperdonable. No merecía el cariño, dedicación ni respeto de ninguno de ellos. Pero a pesar de eso, ninguno había dejado de creer en ella. Todos aguardaban por su regreso, confiando en que pronto mejoraría. Pero en cambio, ella no hizo más que rendirse y defraudarlos. Aún cuando Erwin vino a implorar su ayuda, esperando que volviera a reconectarse con la Legión y con la causa por la que tanto habían luchado, ella se encerró nuevamente en su prisión; dejando que sus compañeros siguieran arriesgando sus vidas en su lugar.

Su mejor amigo acababa de perder la vida, al igual que los dos miembros restantes de su antiguo escuadrón, y Zoey no había podido hacer absolutamente nada. A pesar de que Rivaille era consciente de las locas emociones que Mike tenía por ella, nunca pudo corresponder a los sentimientos de su amigo, al creerse incapaz de desarrollar ese tipo de afecto por alguien. Pero eso no cambiaba el hecho de que Mike fue una de las personas más importantes de su vida. Su amistad incondicional sería por siempre uno de los regalos más especiales que la vida pudo darle y siempre ocuparía un gran espacio en su corazón.

Todos ellos habían dejado recuerdos imborrables en su vida y se negaba a creer que sus muertes habían sido en vano. Necesitaba hacer algo para recompensar el hecho de haberlos abandonado. Debía tomar coraje y sacar fuerzas de algún modo para ponerse de pié una vez más.

Pero acaso, ¿ella sería capaz de sobreponerse después de haber atravesado un sin fin de desgracias?

Continuará…