Hola preciosuras~

Queridos lectores, lamento la tardanza. La inspiración no me venía del todo, era como si el motor de mi cerebro no quisiera arrancar del todo, eso aun así teniendo en cuenta que este se trata de un capítulo algo importante para la trama.

Mil gracias a mi querida beta reader, que me ayuda siempre.

Por ahora, en vez de ponerme a ladrar lo que se les avecina en este capítulo, prefiero dejarles con la lectura, así que, espero que lo disfruten. Ya sabe, les animo a que tomen asiento en un lugar cómodo, algo para picar, etc.

Les agradezco que se animen a leer mi historia.

Me encontrarán de nuevo en las notas finales, pero si no las leen, les deseo unas felices fiestas. Que pasen una linda navidad, una feliz despedida/ entrada de año y para los de mi país, una gratificante velada de reyes magos.

Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.


El amor nos hace…

Jiraiya caminaba de arriba abajo por el pasillo de la entrada de la comisaría con los brazos cruzados. Su preocupación aumentaba a medida que pasaba cada minuto. Nadie le informó demasiado de como sucedieron los hechos al llegar, le dijeron que esperara allí para hablar con el jefe de comisaría.

Escuchando unos pasos acercarse, levantó la vista, encontrándose cara a cara con Naruto que mantenía la cabeza gacha. Al escucharle sollozar, pasando su mano por su nariz, no tardó en descubrir que se encontraba llorando. Dejando de lado su enfado, no pudo evitar sentirse algo mal al verlo de esta manera.

– ¿Sr. Goketsu? – habló Obito haciendo acto de presencia justo detrás del Uzumaki. – Mi nombre es Obito Uchiha. Hablamos por teléfono.

Jiraiya extendió la mano como forma de saludo, cuando el capitán decidió devolver el saludo más que nada por cordialidad, el profesor no hizo más que inclinarse levemente.

– Lamento la espera, estaba en una conversación importante que no podía no atender. – informó el Uchiha con tranquilidad, sin molestarse a mirar a Naruto. – Realmente deseo hablar con usted a solas, si no le importa.

– Naruto, espérame afuera, al lado del coche. – ordenó con seriedad Jiraiya, el susodicho no hizo más que obedecer sin mirar a ambos, acción que no sorprendió demasiado a Obito, quien a pesar de mantener un semblante frío, podía entender perfectamente al muchacho.

Una vez solos, a pesar de que en el poco personal que trabajaba de noche se encontraba en la zona de los despachos, ambos adultos se miraron mutuamente en silencio. Hasta que finalmente Obito suspiró y le tendió un sobre al profesor, quien lo tomó segundos después para rápidamente volver a mirar al pelinegro con curiosidad.

– La dueña del edificio no ha puesto una denuncia esta vez, pero ha dicho que si Uzumaki vuelve a aparecer por ahí de nuevo, no se abstendrá y llamará directamente la policía nada más verle. A petición de Itachi, hemos conseguido que se resigne solo en multarle por los desperfectos. – informó el capitán cruzando los brazos, observando como el albino abría el sobre, enfadándose al ver la cifra que tendría que pagar.

Ante esa mención del hermano de Sasuke y la conversación previa que había mantenido con él hace poco, podía entender que por cierto aprecio y respeto, había literalmente librado que el Uzumaki tuviera que presentarse ante los tribunales. Lo que le decepcionaba era saber que no era la primera vez.

– Tener el corazón roto significa que se intentó algo importante, pero no siempre se obtiene el resultado que esperas, incluso aun logrando lo que uno se propone. – dijo Obito en cierta forma reflexivo, mirando a la nada, completamente distraído.

Los dos distintivamente no pudieron evitar pensar en la mujer que amaban. Obito en Rin y Jiraiya en…

– Traeré un cheque el lunes por la mañana. – informó el padrino de Naruto cortando ese silencio algo incómodo, a modo de despedida en lo que comenzaba a voltearse hacia la puerta. – Dale mis disculpas a Itachi, pero sobretodo a su hermano.

Sin añadir nada más, Jiraiya se volteó completamente y caminó hasta la puerta para finalmente salir de ahí, dejando que la lluvia empapara levemente sus pantalones. Se topó con su ahijado parado a la puerta debido al clima, quien al verle directamente a los ojos no pudo evitar esperar que se le dijera algo, pero su tutor no hizo más que andar directo hacia su coche, ocasionando que Naruto le siguiera sin abrir la boca. En momentos como tal, esperaba que pudiera tener la decencia de hacer lo contrario y darle explicaciones, pero no.

Una vez dentro del coche, Jiraiya tomó la decisión de torcer, por otro lado, diferente al de siempre que lo llevaría a su casa con Naruto. Había escuchado como las tripas del rubio sonaban, por lo que creía conveniente ofrecerle algo de comer. No le apetecía para nada cocinar ahora mismo. Todo este tema, este problema, en cierta manera le había traído recuerdos y la última conversación que tuvo con Tsunade la volvió a escuchar de memoria mentalmente.

– ¿A dónde vamos? – cuestionó Naruto mirando a su mentor, pero no obtuvo respuesta, rápidamente.

– A Ichiraku. – informó él tranquilamente, logrando relajar bastante al rubio, a pesar de que el semblante de su padrino no cambiara en absoluto.

Tras aparcar fácilmente su coche, ambos bajaron y comenzaron a caminar hasta el restaurante, Jiraiya con su paraguas, Naruto con la capucha de su gabardina subida.

El Uzumaki, agradecía que en estos momentos tan duros, pudiera contar con el apoyo moral de su maestro, a pesar de permanecer en silencio. No sabía qué decirle, la verdad. Ingresando al pequeño restaurante, este se encontraba prácticamente desierto. Fue por eso que cada uno tomó a un asiento al lado del otro frente a la barra. Siendo atendido rápidamente por Ayame.

Pidiendo lo usual, mientras esperaban la comida, Jiraiya se sacó el sobre de dentro de su chaqueta y seguidamente lo lanzó frente los ojos de su ahijado.

– ¿Qué es? ¿Mi paga? – habló Naruto intentando bromear, aunque pronto se le borró la sonrisa al ver que Jiraiya alzaba las cejas y daba un trago de su cerveza sin alcohol. El maestro no hizo más que saborear la bebida y después de dejar el vaso de vuelta en la barra, suspiró.

– Itachi me ha llamado, antes de que Obito me dijera que estabas detenido. – empezó Jiraiya en lo que cambiaba de postura, ante el nombre del hermano de Sasuke, Naruto alzó la cabeza para mirarle atentamente con nerviosismo. – Por lo que me ha hecho entender, lo sucedido hoy no es la primera vez que ocurre.

– Jiraiya… – dijo Naruto intentando explicarse, sin encontrar cómo, optando por guardar silencio.

– ¿Qué, Naruto? ¿Qué querías decirme? – habló Jiraiya con cierto enfado y decepción, entristeciendo todavía más al Uzumaki en lo que tomaba los palillos de manera del vaso de la barra en lo que Ayame servía sus cenas. – Lee lo que hay en el sobre.

– ¿Qué es? – cuestionó el rubio sin entender completamente lo que había en los documentos. Solo comprendió por dónde iba el asunto al ver la cifra numérica en la segunda hoja, recordando lo que le dijo Obito frente a él en la celda.

– Desde muy joven, prácticamente desde que conocí a Tsunade, he estado enamorado de ella. – musitó Jiraiya después de tragar el primer sorbo de fideos. – Imagínate mi sorpresa, al encontrármela de nuevo después de varios años sin saber que iba a convertirse en la nueva directora. Hiruzen hizo bien en hacerla volver. Siempre que la veo, me doy cuenta de lo mucho que la echo de menos. Ella sabe que la quiero, pero nunca me ha dejado que me declare. Lo divertido, es que ella parece no darse cuenta de que sé que lo sabe.

Escuchar eso le hizo recordar a medias la discusión que tuvo con Sakura sobre la nueva directora.

– Me he resignado, a que nunca me va a corresponder. Ella nunca ha dejado de amar a su difunto prometido. – comunicó el padrino recordando lo felices que eran ese par cuando estaban juntos. – Así que no intentes negarme, que lo sucedido no se debe por Sakura y Sasuke son pareja. He tenido que lidiar por mucho tiempo, con lo mismo.

– Realmente, has hecho algo que no me esperaba de ti, Naruto. No has sido capaz de controlar tus emociones, actuaste precipitadamente y sin pensar en las consecuencias. ¿Es que quieres que la gente te vea de la manera en la que te comportas? – riñó Jiraiya con resignación decidiendo voltear a mirar finalmente al Uzumaki a los ojos, quien se tensó de golpe. – Lo que tienes en tus manos, Naruto… Es tu multa por romper el cristal del portal del edificio, reventar el pomo del mismo, y por las marcas en las puertas debido a tus patadas. Deberías saber que desde hace tiempo, que Sasuke y su familia ya no viven ahí, que por suerte… Él y Sakura no estaban, al momento de llegar tú.

Naruto no hizo más que tragar saliva y torcer la mandíbula a la vez que apartaba la vista, sin tocar el bol de ramen, guardando silencio. Molestándose al saber que esos dos no estaban ahí. El suspiro exasperando de Jiraiya no hizo más que enrabiarlo.

– Tanto que habías querido que volviera Sasuke. – añadió Jiraiya recordando severamente lo preocupado que el rubio se encontraba por su mejor amigo. – No estoy enfadado, Naruto. Decepcionado, diría yo. Te alegrará saber que Itachi no quiere que asistas a su boda además de pedirme que te diga explícitamente que no te acerques a su nueva casa, era algo que llevabas esperando al saber que Sakura iría ¿Verdad?

Cierto, lo había escuchado por casualidad, mediante la misma Sakura de lejos, hablando con los demás hace antes de las vacaciones. Las invitaciones de la celebración habían sido enviadas, pero pensándolo mejor ¿Ahora que más daba? Sasuke y él, ahora mismo no estaban bien… Por lo que asistir a la boda de su hermano no le importaba demasiado. Solo le importaba conseguir hablar con Sakura y lo conseguiría.

Naruto dejó de prestar atención. Todo el mundo le decía lo mismo, es por eso que se encontraba un poco harto. La conversación que había tenido que escuchar por parte del tío de Sasuke, junto con su sutil amenaza antes de dejarlo marchar, para ahora escuchar que su maestro estaba decepcionado… Empeoraban su estado de humor todavía más. Nadie estaba de su lado. Podía entender que estuviera decepcionado por pelear con Sasuke, pero… ¿Por lo demás? ¿Qué tenía de malo?

– Ahora no tendrás tiempo de agradecerle que no debas ir a los juzgados, estuviste a punto, de ser denunciado. ¿Tienes idea de lo que eso implica? De no ser por la intervención de Itachi con la dueña de ese edificio, estarías pasando la noche en el calabozo. Nadie podría sacarte ¡¿Es que no lo entiendes?! ¡¿Me estás escuchando?! – alzó la voz Jiraiya acaparando de nuevo la atención de su ahijado, que le miró sorprendido.

– Esto acaba hoy. – finalizó el albino mirando severamente al rubio, que no entendió a lo que se refería. Hasta Ayame y Teuchi les observaban en silencio, por suerte no había más clientes. – Esta multa será saldada con mi dinero, pero me lo devolverás. Si quieres que se te vea como un adulto, que así sea. Así que te sugiero que empieces a buscar un empleo a tiempo parcial. Si no quieres estudiar ni ir a la universidad, tú mismo, pero por lo menos ten en cuenta que yo no pienso pagarte nada más que lo necesario hasta que cumplas la mayoría desde ahora. Así que disfruta el último tazón de ramen al que te invito. Se te acaba el tiempo, por lo que empieza a usar la cabeza y piensa, Naruto. No te lo diré dos veces.


Kizashi se acomodó en la butaca de la habitación VIP del hospital donde volvía a encontrarse su hijo ingresado. Desde saber que Sakura le había conocido personalmente por pura casualidad, no hizo más que preocuparse mucho más.

Sabía que con su mujer presente, era mejor no preguntarle si su hijo le había dicho a su hermana más información de la que debería, sin querer ni entender que eso estaba mal. ¿Para qué engañarse? Le habían ocultado muchas cosas al niño. Una de ellas, la gravedad de su estado de salud, no solo con otros asuntos, a fin de cuentas era todavía un niño pequeño que apenas había conocido al mundo, o que lo había visto como otros niños de su edad sí lo hacían. Aun así, su instinto le dijo que lo mejor era sincerarse, en cierta manera, con algo que le carcomía desde hace ya tiempo, y eso era nada más ni nada menos que la existencia de su segunda hija.

Algo que debía en cierta manera agradecer ahora mismo, mirando como su único hijo varón dormía placidamente debido a los medicamentos inyectados en él. Lo curioso, es que este constantemente le preguntaba por la Haruno y quién sabe por qué. Sabía de sobra que esto a su mujer le disgustaba. No la culpaba, se había pasado desde que comenzó todo, repudiando a Mebuki y todo lo que salió de ella, pero aun así… No podía evitar sentir curiosidad en saber, si Sakura y Sakumo habían hablado de algo. Debió haberlo preguntado antes, en algún otro momento, le daba igual que su mujer se enfadara con él.

Era como volver a sentir a Mebuki entre ellos. Esta ya no estaba entre los vivos, pero esa mujer era un tatuaje con el que ya no podías deshacerte. Por más curioso, raro que pareciera, era muy probable, que toda esta situación hubiera sido mucho más fácil si esta no hubiera muerto. Su personalidad psicópata con un don para la manipulación, seguramente habría logrado solventar el problema mucho más deprisa, pero aquí estaban.

Sabía que de la misma forma en la que Mebuki había dejado cicatrices en él y su familia, también las había dejado en Sakura. ¿Quién la conocía mejor que su madre? Seguramente nadie. Era algo en lo que sabía que con Kakashi en medio, no podía ganarle y por eso, debía librarse del mismo. Sabía que estaban unidos, aunque a su modo de ver tal vez demasiado para su gusto, para su objetivo.

Fue entonces que una idea se le vino a la mente, por lo que rápidamente se levantó silenciosamente del sillón y caminó hasta la puerta de la habitación para salir de esta, chocando de bruces con la enfermera que se ocupaba de revisar las constantes. Por el pasillo, el sonido de las bombas de infusión y otros monitores, resonaban por toda el ala, algo que le agotaba mentalmente hasta el punto de querer arañarse el rostro. Estaba furioso.

– Setsuo… Tengo otra faena para ti y necesito que seas discreto. – ordenó el Fuji manteniendo el teléfono pegado a su oreja mirando el paisaje desde la ventana de la sala de espera, la cual por suerte se encontraba desierta. – Dame todo lo que encuentres de Kakashi Hatake y dile a mi abogado que se ponga en contacto conmigo. Es urgente. Empieza mañana.


Sasuke abrió los ojos cuando sitió como Sakura tenía parecía tensarse de golpe todavía dormida a su lado en la cama. Él se encontraba al borde, mirando hacia el mismo mientras que su novia había escogido el lado contra la pared y aun así, pese tener esta vez una cama mucho más amplia, con el que ambos podían dormir espaciadamente, Sakura se pegaba a él.

No lo iba a admitir nunca, pero era la cucharita en la cama y le gustaba. Aunque no fuera tan divertido que la Haruno le provocara colocando sus pies helados contra sus piernas bien a posta.

¿Estará teniendo pesadillas otra vez? – reflexionó Sasuke mientras giraba la cabeza lentamente, corroborando que su novia seguía completamente dormida. Justo en ese instante notó como la mano de Sakura que le rodeaba se aferraba a su camisa de pijama con fuerza.

Fue entonces que tomó la iniciativa de girarse lentamente para quedar de frente a ella, colocando la mano derecha en la mejilla suave de la pelirrosa, acarició con delicadeza su piel, apartando varios mechones de su larga cabellera despeinada. Al parecer, logró relajarla un poco, hasta que un rato después percibió como ella parecía prácticamente soltar su camisa y seguidamente acomodarse boca arriba en la cama.

Le había costado descansar esta noche. ¿Por qué? Por lo que iba descubriendo del Kinuta y el Abumi. Recordando lo sucedido desde el inicio de curso, hasta ahora, aparte de lo que se imaginaba una vez Sakura se lo comentó, volvía a sentir las ganas de vengarse, pero no quería preocuparla metiéndose en problemas, teniendo en cuenta lo sucedido con Naruto.

Tampoco podía presentarse al instituto y darles una paliza por más que se lo hubieran buscado de muchas formas, así que tenía que encontrar la manera creativa de recuperar el honor de la Haruno, pero tampoco debía precipitarse. Estaba esa nueva directora que parecía tener métodos duros de castigo, también el pelma de Shimura, quien le guardaba cierto rencor por su desdén hacia su familia y apellido, entre otros.

Daría problemas más que solventar todo lo sucedido y a pesar de todo… No sabía por donde empezar. Estaba hecho un lío y se sentía impotente.

Incorporándose de la cama con cuidado de no despertar a la Haruno, caminó descalzo hasta la puerta y con un gesto mediante su cabeza, le indicó a Kage que le siguiera fuera de su habitación. Era temprano, su hermano e Izumi parecían todavía dormir. Echando una ojeada en la habitación de Satoru, comprobó como este dormía placidamente siendo observado por Shiro. Al parecer el can se dedicaba a hacer de guardián. Cuando el akita se enteró de su presencia se estiró y no tardó en acercarse al pelinegro moviendo la cola.

Después de servirles el desayuno a ambos perros, Sasuke se predispuso a poner en marcha la cafetera y preparar algo de té. Poco después entró Izumi medio dormida en la estancia, bostezando y rascándose la cabeza.

– Nos días… – murmuró a medias la futura Uchiha sirviéndose un poco de agua en un vaso limpio, en lo que chasqueaba la boca, la cual permanecía seca.

– Hn. – respondió su cuñado por costumbre más que por educación.

– ¿Sakura sigue durmiendo? – preguntó Izumi en lo que volvía a bostezar irremediablemente. Se había levantado varias veces por la noche para vigilar a Satoru, al igual que Itachi. – La verdad es que no me sorprende, os quedasteis bastante tarde mirando películas de miedo… No se que es lo que os puede gustar de ellas la verdad. Me dejasteis traumada, que lo sepas.

– Ya avisé que la película era bastante sangrienta. – recordó él de manera impasible, haciendo memoria del hecho de que Izumi no aguantó ni los primeros quince minutos de la película. Itachi igual, aunque este se quedó dormido, siendo despertado por los brincos de su mujer. Fue entretenido ver como a Sakura le causaba gracia los sustos y gritos continuos aparte de las expresiones aterradas de la morena.

– ¿Y cómo iba yo a saber que llegaría a ver como un payaso psicópata parte en dos a una joven con una sierra? ¿Quién mira esas cosas? – se quejó consternada Izumi antes de dar un buen sorbo de agua. Esa recriminación le causó cierta gracia al Uchiha, aunque permaneció en silencio.

– Mucha gente. – respondió el pelinegro con burla ganándose una mueca de discriminación por parte de Izumi.

Apagando el fuego cuando escuchó la tetera sonar, le sirvió una taza a su cuñada, mientras él se vertía algo de café solo en otra.

Mientras acariciaba la cabeza de Shiro, el cual se encontraba alzado de las patas delanteras, apoyando estas en el poco espacio libre de su silla, Izumi recordó por un momento lo sucedido en la clínica, dónde vio a esa amiga de Sasuke. Si estaba allí por lo que sospechaba, no podía evitar preocuparse. Quizás lo ideal era hablarlo, tener la charla con Sasuke, la prepararía para que en un futuro pudiera llevarlo mejor con su hijo. Además, aún tenía tiempo, faltaba más de una hora para que tuviera que volver a darle de comer.

– Sasuke… – comenzó ella volteando el rostro para mirarle fijamente con seriedad, a lo que él la miró alzando una ceja algo curioso, seguramente por su tono de voz, aunque eso no lo detuvo de dar un sorbo de su taza. – ¿Tienes relaciones sexuales con protección con Sakura?

Ante esa pregunta, Sasuke no pudo evitar escupir el café que no se había tragado, atragantándose y mojando la mesa, tosiendo ruidosamente ante la cara estupefacta de la prometida de su hermano. Hasta Kage y Shiro se encontraban mirándole con la cabeza ladeada.

– ¿Qué? – se atenuó a preguntar él con voz rasposa, limpiando su rostro a la vez que hablaba.

– Que si usas protección a la hora de… – repitió Izumi con seguridad, golpeando cada dos por tres con su dedo índice contra la superficie de la isla de la cocina. No acabó de pronunciar la frase ante la mirada que el pelinegro le dedicaba. – Te estarás preguntando por qué te lo cuestiono…

En realidad, no… – admitió mentalmente Sasuke tomando un paño y limpiando lo que había ensuciado del suelo.

– No puedo evitar preocuparme. ¿Sabías que siete de cada mil mujeres se quedan embarazadas entre los quince y los diecinueve años? ¿No os enseñan eso en el instituto? – interrogó Izumi presionando el tema, incomodando cada vez más a Sasuke. – De no ser así, deberían… Sois todavía demasiado jóvenes.

Decidiendo dejar de escucharla en lo que ella seguía recitando su "trabajo de investigación", para llamarlo de alguna manera, Sasuke aun así decidió pensar en lo que se le decía. Era cierto. Sakura y él, habían tenido relaciones sin protección, ¿Deberían? Sinceramente, al ser una pareja estable, sentía que las cosas iban bien hasta la fecha, de lo contrario, su novia se lo habría dicho… ¿Tal vez esperaba que los comprara él por cuenta propia? ¿Estaría ella usando esas píldoras anticonceptivas? Genial, otra preocupación más.

– … a tu instituto seguramente está embarazada, por eso lo digo. – terminó Izumi volviendo a llamar la atención de Sasuke. ¿Había escuchado correctamente? ¿Alguna chica del campus estaba preñada?

Ante la mirada asustada de su cuñado, Izumi permaneció en silencio, se lo había dicho. Al ser el amigo de esa muchacha, tal vez podría darle apoyo moral. La vio marcharse asustada, al borde de las lágrimas y seguramente avergonzada. Aunque… ¿Y si se había precipitado? ¿Y si no estaba embarazada y solo se trataba de un susto? ¿Pero entonces por qué se marchó de esa manera? Aunque…

Tal vez tendría que haberlo pensado mejor a la hora de darle ese detalle sobre lo de la prima de Naruto… – sorbiendo con algo de vergüenza el contenido en su taza, dejando que permaneciera un silencio incómodo en la sala. Izumi intentó buscar algún tema de conversación para que el ambiente fuera menos pesado.

En eso, entró Itachi cargando a un somnoliento Satoru, haciendo que tanto Sasuke como Izumi se sintieran agradecidos de verles, tomando eso como una oportunidad para hacer como si esa conversación nunca hubiera ocurrido.


Ino no pudo evitar morderse el labio cuando las ganas de sonreír se agrandaban hasta que sin remedio, una sonrisa acompañada por un sonrojo apareció en su rostro en lo que permanecía acostada en su cama.

Cada vez que pensaba en él, le entraba un cosquilleo en su barriga que la hacía distraerse completamente del mundo a su alrededor. Le había vuelto a ver, al fin. No contaba con que ocurriera tan pronto, a pesar de esperarlo con ansias, ni tampoco con encontrárselo ahí. ¿Era obra del destino? Creía que si.

Le había podido ver más de cerca esta vez y además, pasar más tiempo con él, aunque no a solas. Su personalidad carismática y encantadora, sus bromas y comentarios que hacía para burlarse de los demás sin afán de hacer daño le parecía entrañable. Resaltaba su conducta amable y caballerosa con las mujeres. El viernes, cuando avanzaron bastante el trabajo después de merendar, se les hizo tarde y con la lluvia. A pesar de que Itachi se ofreció a llevarla en coche y que pudo llamar a sus padres para que alguno de ellos la vinieran a recoger ahí, cuando Shisui se ofreció a llevarla en moto, dijo que sí rápidamente. Demasiado rápido.

Para que negarlo, el tipo era alto, guapo, simpático, trabajaba y al parecer era algo así como un policía, lo que sea que fuera un cazarrecompensas. No sabía qué hubieran de esos aquí. ¿Le gustaba? Una respuesta clara y concisa sería un sí, pero esto era diferente a lo que había sentido antes… No lo sentía con Sai, no lo sentía con los demás chicos por los que había tenido atracción. Era algo nuevo, más intenso…

Abrazando la almohada contra su rostro y moviendo los pies bruscamente mientras soltaba un grito histérico de felicidad, que pareció más un quejido que otra cosa, rememoró el momento en el que por accidente tuvo que aferrarse directamente a su cintura con fuerza, notando lo firme que debía tener el torso el pelinegro. Aunque lo mejor de todo…

– ¿Ino? ¿Hija, te encuentras mal? – llamó su madre desde a fuera de su habitación tras llamar la puerta, acaparando la atención de Ino. – He llamado cinco veces a la puerta para decirte que el desayuno está servido.

Ooops… – dijo mentalmente la rubia en lo que se incorporaba de su cama. Las sábanas cayeron se deslizaron de su cuerpo. – Ya voy, mamá…

No pudo evitar sonrojarse todavía al recordar el agarre de su mano varonil con la de ella cuando la ayudó a bajarse de la moto. Daba igual si esta estaba escondida debido a guantes, fue el hecho de que la sujetó fuerte y firme. Dejando que una nueva sonrisa radiante se manifestara en su rostro, todavía sujetando todavía su almohada, se dobló de rodillas y se dejó caer contra el colchón de cara, dejando que el cojín aplacara el golpe.

No se encontraba para nada mal, sino lo contrario.

Levantándose de la cama rápidamente completamente motivada, se encaminó hasta la puerta y la abrió con prisas sorprendiendo a su madre, quien se vio sorprendida cuando su hija la abrazó y plantó un beso en su mejilla con brusquedad para seguidamente dirigirse hacia las escaleras y bajar al primer piso.

– ¡Buenos días, papá! – saludó efusivamente Ino a su padre, abrazándolo cariñosamente desde detrás de la silla donde este se encontraba sentado leyendo el periódico.

– Hola bicho, ¿Cómo dormiste? – respondió Inoichi dejando que el periódico se doblara hacia atrás en lo que observaba como su hija se preparaba el desayuno. – Me sorprendiste ayer verte llegar tarde completamente empapada, ¿No quedamos en que me llamarías para que te viniéramos a buscar?

– Uhm… – dijo Ino escondiendo sus labios aprovechando que estaba de espaldas a su padre, maquinando una excusa o la manera de resumir lo ocurrido sin entrar demasiado en detalle. – Como me dijiste que estarías trabajando en algo importante y mamá estaba ocupada en la floristería, me trajeron a casa.

– ¿Quién? Ino, ¿No me estarás mintiendo, verdad? Me puedo enterar fácilmente. – Riñó con curiosidad el padre con firmeza, en lo que Ino negaba con la cabeza negando esa afirmación. – ¿Realmente estabas en casa de Haruno haciendo un trabajo de clase?

– Aish, Inoichi… Déjala tranquila. – Intercedió su esposa un poco harta de sus interrogatorios improvisados mientras le empujaba levemente colocando una mano en su hombro. – Ya te dije que se encontraba en casa del novio de Sakura, está saliendo con el pequeño de los hermanos de Fugaku Uchiha. Ambos vinieron a recibirla fuera de su casa.

– Hm… – musitó Inoichi finalmente recibiendo toda esa información en silencio, manteniendo su boca en una inerte línea recta que evidenciaba su disconformidad.

– Querido, no te serví el desayuno para que se enfríe. – insinuó su mujer, sentándose al lado de su marido mientras le guiñaba un ojo a su hija a escondidas, quien no pudo evitar camuflar una sonrisa. – ¿Ino, solamente vas a desayunar eso?

– No tengo demasiada hambre, además, tengo que avanzar mi parte del proyecto de ciencias, es para el lunes y Sakura es una impaciente perfeccionista. – explicó la rubia mientras se servía algo de leche en su bol de cereales integrales.

Ambos padres se quedaron en silencio mirando como su hija se escabullía fuera de la cocina con ciertas prisas, aunque solo la madre musitó una sonrisa divertida cuando la menor ya era fuera.

– ¿Qué? – indagó el patriarca Yamanaka antes de meter algo de arroz de su bol en su boca y empezar a masticar.

– Realmente no te diste cuenta, ¿verdad? – comentó su mujer conociendo demasiado bien a su hija, al igual que a su esposo, quien negó con la cabeza. No tenía idea de lo que estaba hablando. – Nuestra hija está enamorada.

Escuchando con cierta satisfacción como su esposo se atragantaba con el siguiente puñado de arroz que se metió en la boca, no hizo más que ofrecerle su servilleta con diversión a la vez que le daba palmadas en la espalda. Sabía que iba a reaccionar de esta manera.

– Solo tiene dieciocho años… – manifestó su esposo, tirando la servilleta encima de la mesa. Esto le preocupaba.

– Nosotros también nos conocimos a esa edad y míranos ahora… – razonó la madre con diversión.

– Eso es diferente… – contestó Inoichi mirando como su mujer simplemente alzaba una ceja. – Yo siempre tuve buenas intenciones contigo. ya te dije que no es lo mismo, no sabemos de quién, es una cuestión de perspectiva… ¡Podría ser un cualquiera, un aprovechado, un pervertido! ¡No hace gracia!

– Discrepo, tesoro… – comentó con burla su mujer mientras ella tomaba sus palillos y empezaba a comer su desayuno, gozando al ver a su marido desvariar y repetirse como un disco rallado. – Ya conoces a nuestra hija. No es como yo, ni como tú. Mucho me temo que tendrás que hacerte a la idea de que ha entrado en la fase dónde va a comenzar a salir con chicos. En verdad creo que cuanto antes, mejor.


Rin suspiró por enésima vez al observar cómo su pareja, se encontraba de nuevo intentando llamar a su alumna. Le concedía que, al ser ambos cercanos, con cosas en común, Kakashi se preocupara por ella. Entendía perfectamente que lo sucedido ayer, no era algo por lo que considerar normal. Hasta ella se había incomodado cuando escuchó lo que Naruto había hecho frente el departamento dónde vivía Sakura, además de lo de hasta ahora… , pero no quería que todo de lo que él hablara se tratara de esos tres y últimamente, era lo único que hacían. Quería hablar de otras cosas, lo intentaba y aun así, la conversación volvía a ser de vuelta sobre la pelirrosa o de sus otros dos alumnos o algo de su trabajo en ese instituto.

¿Acaso no va a mostrar interés sobre otras cosas? ¿En mí?... – se cuestionó la morena, bajando la mirada mientras escuchaba el suspiro del Hatake, no se sorprendió cuando le vio volver a intentar contactar a la Haruno.

Fue entonces que sintió su busca vibrar encima de la mesa. Una emergencia grave le pedía que acudiera a su trabajo lo antes posible. Siendo ella ahora la que suspiraba, miró el desayuno que se había esforzado en preparar para ambos, sabiendo que ella se iba a marchar al trabajo temprano de todas formas, se levantó molesta y tomando su teléfono, busca y agarrando el bolso que colgaba del respaldo de su silla, se dirigió hasta la entrada, se puso los zapatos y salió de ahí. Cerrando la puerta con algo de fuerza.

Esperaba que Kakashi se dignara a seguirla, pero no. Al igual que no se sorprendió cuando no la frenó para despedirse hasta el momento de volver a verse tras una larga jornada de trabajo.

Por dios, Kakashi… Tiene diecisiete años, puedo ver como ella es capaz de cuidarse por si misma. – reflexionó con cierto recelo la Nohara sin poder evitarlo. Desde el espejo del ascensor, se miró el reflejo de su levemente abultado vientre. Ya se notaba, por lo que tendría que tener cuidado.

Escuchando su teléfono vibrar en su bolso, lo sacó, sorprendiéndose de que Kakashi simplemente se hubiera dignado solamente a enviarle un mensaje dónde le deseaba que le fuera bien el trabajo. Aunque ese mensaje la hiciera sonreír, seguía estando molesta con él. No le parecía correcto que él la hubiera ignorado toda la mañana y el día anterior. ¿Estaba siendo irracional?

Fue entonces que, antes de que pudiera responderle como siempre, una llamada entrante la interrumpió. Provenía de un número que no conocía, pero aun así contestó al ver el prefijo de su país.

Buenos días, ¿Es usted Rin Nohara? – escuchó que decía una voz masculina que no conocía. Lo siguiente que oyó fue como el hombre parecía decirle algo más, pero al bajar al sótano del párquing, no pudo escucharlo bien.

– Sí, soy yo. ¿Con quién hablo? – contestó Rin confundida, esperando que hablara, solo le escuchó pronunciar algo para nada entendible hasta que finalmente la llamada se cortó. Sin darle demasiada importancia, caminó hasta su coche con prisa para ponerse en marcha hacia su empleo.

De camino al centro, desde la pantalla táctil de su coche, escuchó como la llamaba alguien de su trabajo ¿Había pasado algo?

– ¿Diga? – habló Rin atenta en la carretera después de descolgar la llamada tranquilamente, frenando ante un semáforo en rojo.

– Hola Rin, quería preguntarte que acaban de cancelarme una visita, por si quieres pasarte por mi consulta a esa hora antes del fin del turno. ¿Trabajas hoy? ¿Vendrá tu pareja contigo o solo tú? – habló su colega de trabajo que trabajaba que no era nada más ni nada menos que la obstetra del mismo hospital que ella.

– Trabajo, pero allí estaré. – contestó ella un poco más tranquila.


Sakura arrugó el entrecejo cuando le pareció escuchar el sonido de su teléfono. Alzando la mano por inercia para encontrarlo en su mesita de noche, se encontró con más colchón. Medio dormida y a su vez confundida, decidió abrir los ojos levemente para finalmente incorporarse desorientada.

Ah, es cierto… Dormimos en casa de Sasuke… – pensó en lo que bostezaba, chasqueando la lengua al toparse con pelos en su boca. – ¿Qué hora es? ¿Dónde está mi móvil?

Tardó varios minutos en encontrarlo, este se encontraba en el canto de madera de la cama que daba contra la pared. Tenía varias llamadas perdidas de Kakashi, lo que no le dio demasiada importancia.

Levantándose de la cama poco a poco en lo que bostezaba de nuevo, se quitó las legañas de sus ojos y caminó hasta el baño para lavarse los dientes.

En la cocina, a medio terminar su desayuno, se escuchó como Itachi recibía una llamada. Por lo que le tendió a Satoru a Izumi, dejando que esta se encargara de darle de comer, caminando directo hacia el salón.

El mayor no hizo más que alzar una ceja al ver que se trataba de Kakashi. ¿Tenía eso que ver con el asunto de Naruto y Sasuke? Decidiendo no mirar a su hermano, caminó hasta el rellano de la entrada para responder.

– ¿Diga? – habló Itachi bajito, rascándose un lateral de la cabeza extrañado.

– Itachi, llamaría a Obito, pero este tampoco responde. No hallo a Sakura y… – habló con prisas y seriedad el Hatake desde la otra línea.

– Pero si ella está aquí… – anunció el pelinegro para seguidamente bostezar, aun así, encontró la situación algo graciosa, no pudo evitar reír levemente mientras escuchaba a Kakashi permanecer callado. – ¿No te lo dijo? Sasuke la trajo a pasar el fin de semana.

– No… , ayer estuve hasta tarde en comisaría, solucionando lo sucedido con Naruto con Obito. – explicó Kakashi con un suspiro tranquilo. – Supuse que estaría con Sasuke, pero no que se hubiera quedado en vuestra casa desde ayer.

Kakashi pensó que se habría molestado por lo sucedido, que se le habría dicho lo que hizo Naruto por su casera o de otra manera, cerrándose en banda como había aprendido a hacer, desde no hace muchos años.

– No saben nada de lo ocurrido, ninguno de los dos. – recalcó con afán de tranquilizar al profesor de su hermano y cuñada. – Realmente pienso que no merece la pena decirles por ahora, ya me encargué de poner ciertos límites.

– Naruto escasea en límites. – señaló el profesor de filosofía finalmente logrando relajarse, acariciando el costado de uno de sus perros en lo que permanecía sentado en la silla del comedor de su apartamento. – Aun así, tienes razón. No tienen por qué enterarse aún. Cualquier cosa me llamáis.

Justo en ese instante, se escucharon pasos bajar por la escalera, que evidentemente señalaban que la Haruno acababa de despertarse.

– ¿No quieres hablar con ella? Se acaba de despertar. – propuso el Uchiha sonriendo de manera simpática al ver la cara de recién despertar de la Haruno, quien directamente entró en la cocina después de saludarle mediante un susurro.

– No, ella habrá visto mis llamadas. Ya me responderá cuando quiera. – zanjó el Hatake como si nada, cambiando el teléfono de mano y seguidamente acercarse a la mesa con predisposición a acabarse su desayuno ya frío. – Además, hoy tengo algo por hacer.

Al entrar a la cocina, Sakura fue recibida por Izumi con un – Buenos días – junto con una pequeña carcajada, al ver la cabellera algo despeinada de la pelirrosa que no tuvo más remedio que acomodársela como pudo con una sonrisa.

– Estoy acostumbrada a verte completamente arreglada y con el cabello impecable. – se burló a modo de broma la futura Uchiha, moviendo los brazos para entretener de alguna manera a Satoru, el cual se encontraba escondido bajo una manta mientras mamaba del pecho de su madre.

La Haruno, pese querer admitir que la cama de Sasuke era de las más mullidas y cómodas en las que había descansado nunca, no dijo nada y se dignó a sonreír mientras murmuraba reciprocaba el saludo hacia Izumi y a su novio, mientras se acercaba al último.

– ¿Por qué no me despertaste? – dijo Sakura tomando asiento en el taburete al lado del pelinegro, quien musitó una sonrisa ladina.

– Ya sabes qué pasa cuando se intenta… – comentó Sasuke apoyando su rostro en su puño en lo que le dedicaba una mirada burlona a Sakura, quien volteó los ojos. – A día de hoy sigo recordando con gracia ese golpe en la entrepierna del usuratonkachi.

– Él se lo ganó. – respondió Sakura tranquilamente alzándose de hombros, mientras recordaba con cierta añoranza esos momentos de inicio de secundaria inicial, cuando recién se estaban haciendo más amigos, conociéndose.

Una tarde en la que ella se había quedado dormida estudiando en el aula, esperando que Sasuke acabara su entrenamiento de béisbol y Naruto estaba cumpliendo castigo después de clase por meterse en problemas, decidió esperarlos. Recordó que esa tarde previa apenas había descansado, por lo que entre las clases, lo poco que había comido, fue bastante fácil quedarse dormida para consecutivamente, tiempo después, ser sobresaltada por un alarido de Naruto a su lado que la hizo pegar un bote aunque sin poder evitar reaccionar de otra manera, dar un puñetazo directo entre sus piernas que lo dobló en más de noventa grados.

– Hn. – dijo el Uchiha con diversión mientras se levantaba del asiento lentamente ya habiendo terminado de desayunar. – ¿Te apetece desayunar una huevos fritos con tostadas?

– Oh, ¿Me los vas a preparar tú? – respondió la Haruno mordiéndose el labio inferior poco después apoyar su cabeza en ambas manos, dedicándole una mirada traviesa que su novio no pudo ver. Tomó su silencio como un si.

– ¿Y a nosotros qué, hermanito? – se quejó Itachi entrando de vuelta a la cocina como si nada.

La mueca que hizo el menor de los Uchiha, divirtió a su hermano todavía más.

– Hmp. Nada. – respondió con prepotencia e ignorancia, que no sorprendió a Itachi, pero sí que indignó un poco a Izumi. – Ella cocinó la cena de ayer.

– ¡Ei, yo colaboré! – habló Izumi quejándose con una mueca de indignación, Sasuke no hizo más que rodar los ojos. Si en "colaborar" se refería a observar y poco más, entonces estaba de acuerdo.

– No es ningún misterio cocinar arroz con una olla eléctrica. – criticó Sasuke tranquilamente dejando a Izumi boquiabierta.

Sakura no hizo más que sonreír verdaderamente en silencio observando a la familia Uchiha bromear y burlarse unos de otros con familiaridad sin tomarse nada en serio.


Pocas horas más tarde, Sasuke, Sakura e Izumi se encontraban en la entrada de la casa. El primero se encontraba atando sus deportivas en lo que la morena se dedicaba a hacerle unos mimos a Satoru desde el portabebés, ajustado en su torso. Itachi había salido por asuntos en los que Obito requería de su ayuda, por lo que no tenían el coche.

Ambas mujeres habían creído oportuno ir a comprar, por lo que Izumi querría cocinar ante la "ayuda" de Sakura, por lo que pronto llegaron al supermercado y empezaron a llenar la cesta de la compra.

Ninguna de ellas se dio cuenta cuando Sasuke se separó de ellas, quien iba siguiéndoles en silencio pasillo por pasillo hasta llegar al pasillo del supermercado dónde encontró algo que le llamaba la atención.

– ¿Cómo van los preparativos para la boda? – habló la Haruno colocando unas cervezas sin alcohol dentro del carro, además de otros aperitivos. Tenían visita esa tarde.

– Más o menos, ando un poco estresada. La floristería encargada de los centros de mesa y de mi ramo cerró el negocio de la nada, así que me encuentro buscando una con urgencia, que se adapte a lo que quiere Itachi, pero sobretodo a mí. Fue bastante difícil encontrar una pastelería dispuesto a hacernos el pastel. – suspiró de mala gana Izumi. – Itachi se ofrece en buscar lugares, pero no encontramos a ninguna…

Al momento de escuchar la palabra floristería, la pelirrosa directamente pensó en Ino, su madre y su tienda. Tal vez ellos podrían ayudarla… Merecía la pena probar. – En eso yo te puedo intentar ayudar.

– ¿Hm? – musitó la morena con curiosidad mirando atentamente a Sakura.

– ¿Recuerdas a mi amiga de ayer?... – comenzó a explicar la menor de ambas con una sonrisa simpática.

Unos pasillos más abajo, Sasuke se encontraba en el pasillo de productos de higiene personal, afeitado, maquillaje y perfumes de marca blanca, dónde precisamente también se encontraban productos de cara a relaciones sexuales.

Se sentía un poco fuera de lugar mirando los estantes, los condones, para ser exactos. No se trataba de escoger un caramelo preferido, o de decidir entre el gusto de unos chicles. No. Tampoco se trataba de la talla, algo que encontró bastante fácil suponer, pero la cuestión era… ¿Qué tipo? ¿Escogía cualquiera y santas pascuas?

Sabor piña, sabor frambuesa, sabor a chocolate ¿A menta? Extrafinos… No tengo ni una ligera idea de cuál… – dijo con un paquete del último tipo de su talla en su mano.

Unas risas femeninas se escucharon desde atrás, por lo que girando levemente la cabeza se sintió algo avergonzado al ver a dos chicas mirándole con curiosidad con sonrisas traviesas, pero por suerte su teléfono vibró.

Minutos antes de que ocurriera eso, Sakura e Izumi se toparon con una de las antiguas colegas de trabajo de Izumi, con la cual esta última no tenía demasiadas ganas de entretenerse a hablar, esta se puso a hablar de cuando iba a recibir la invitación a su boda, etc. En lo que la futura novia simplemente se dedicaba a sonreír falsamente respondiendo con evasivas a ese interrogatorio que no era más un método para sacar información y así poder cotillear tan pronto como pudiera con los de su equipo de planta.

Fue ahí cuando Sakura se dio cuenta de que Sasuke no se encontraba junto a ellas, por lo que volteando su cuerpo con curiosidad hacia donde se había podido ir. Empezó a buscarle, sin demasiada prisa, diciéndole a Izumi que ahora volvía. Tardó varios minutos en encontrarlo, hasta que le vio bien distraído mirando el apartado de condones.

Una mueca graciosa se instauró en su faz al ver como tomaba unos de su talla extrafinos, aunque fue distraído por unas risas de dos chicas que le lanzaban ojitos. Eso eliminó rápidamente su sonrisa. No tardó en empezar a caminar hacia él.

– ¿Qué miras, guapo? – habló ella sorprendiendo al Uchiha, quien reconoció su voz al instante, no logró contener el sonrojo. A pesar de intentar esconder el paquete de condones para que su novia no le viera sin saber que ya era demasiado tarde, esto no era lo que tenía la atención de la misma.

No hizo falta nada más que una mirada seria para que las chicas se asustaran lo suficiente, por no decir bastante, para que ambas se marcharan con prisas en dirección contraria cada una.

Quién les dijo que se podían quedar mirando el novio de otra… – se quejó su consciencia con evidente molestia, ignorando el hecho de que ambas podían no saber el detalle de que tenía novia.

– Nada, vámonos. – dijo Sasuke aprovechando que la pelirrosa miraba para otro lado para regresar el paquete de condones en un estante cualquiera, acaparando su atención enseguida al tomar su mano para por lo pronto empezar a arrastrarla lejos de ahí, yendo en busca de Izumi.

El persistente rubor en las mejillas del Uchiha logró que a la Haruno volviera a aparecerle una sonrisa divertida en su cara.

Era interesante haberle encontrado parado ahí, además de curioso. Lo más probable es que con lo chismosa que era la gente de su instituto, se hubiera enterado de lo del test de embarazo encontrado en los baños del campus. También cabía la posibilidad de que Shikamaru, Suigetsu le hubieran metido la idea en su cabeza, cosa que no era mala idea, pero a lo mejor… Sería ideal hablar del tema con él una vez a solas.


– ¿Cómo está Pain? – le preguntó Izumi a Konan mientras dejaba que la misma sostuviera a Satoru con tranquilidad. – Itachi me ha dicho que está de vuelta al ejército.

– Sí, él está bien. La última vez que llamó a Yahiko él me dijo que le habían asignado su primera misión en mucho tiempo. – respondió Konan con una sonrisa tranquila, sonriendo al ver como el pequeño en sus brazos bostezaba medio dormido. – Se nota que ambos se echan de menos, aunque sean demasiado orgullosos para admitirlo, pero ser cadete no era algo que a Pain le gustara particularmente a diferencia de Yahiko. Tuve que sentarme a hablar con ellos sobre esto…

– Recuerdo que siempre fueron inseparables… – comentó Izumi volviendo a cargar a Satoru después de que su amiga se lo pasara de vuelta.

– Hasta demasiado diría yo… – comentó la mujer de cabello lila con burla cruzando los brazos. – No son hermanos, pero actúan como si lo fueran desde toda la vida. ¿No tengo que preocuparme sabes? Si no encuentro a mi novio o noto que algo va mal, solo tengo que llamar a Pain y él me lo dice. Casi igual que Shisui e Itachi, solo que este primero no vive con nosotros a diferencia del primo de tu prometido…

– ¿Echando pestes de mí otra vez, Konan? – se quejó Shisui desde la puerta haciendo que la mencionada hiciera una mueca, callándose lo que seguramente sería un comentario sarcástico.

– ¿Dónde están los ocho mil yenes que me debes, Uchiha? – se atinó a decir en cierto tono acusador la mujer de los piercings. – Ha pasado más de un mes.

– Colaborar en las misiones de Kakuzu está haciendo que te parezcas cada vez más a él, para que lo sepas… – reiteró el pelinegro apretando los labios entre si en lo que atisbos de una media sonrisa socarrona aparecían en ellos.

La mirada helada de Konan por poco petrifica a Shisui, que enseguida borró esa mirada burlona. Al parecer a su colega no le gustó demasiado ese comentario.

– ¿Y bien? – añadió la cadete prácticamente sin cambiar de expresión, haciendo resoplar con algo de incomodidad a Shisui, quien al final no le quedó de otra que soltar una risa nerviosa.

– Es curioso… – se excusó Shisui, cosa que ya ocasionó que su amiga de hace años intensificara más su mirada en lo que Izumi, para nada sorprendida le miraba con una expresión que reflejaba eso mismo, sabiendo que el pelinegro iba a venir con alguna excusa. – Y divertido, he perdido contra Kakuzu al póker, por lo que no tengo nada para darte…

Konan simplemente pestañeó, hasta que finalmente chasqueó la lengua para seguidamente poner los ojos en blanco.

– Así que me estás diciendo, que en vez de… Por pura lógica, darme el dinero a mi primero, decidiste apostar a sabiendas de que terminarías por perder contra el frugal de Kakuzu. Eso sí que es curioso… – opinó Konan alzando las cejas, relajando un poco a Shisui que no pudo evitar sentir curiosidad por lo que quería decir su colega.

– ¿Curioso? – cuestionó el pelinegro rascándose detrás de la oreja, la mirada de Konan no reflejaba curiosidad.

– El hecho de que sí existan Uchihas estúpidos… – contestó Konan con tranquilidad y honestidad. Eso hizo que Izumi no tuviera remedio que hacer una mueca incapaz de contener una risa, apartando la mirada de Shisui que se postraba indignado. – Pensé que eran un mito.

En la planta de abajo, Deidara tiró de mala gana las pocas cartas restantes con fastidio, haciendo que Kakuzu soltara una risa maquiavélica en lo que tomaba el montón de billetes arrugados para seguidamente empezar a contarlos muy para la gracia de los demás. El rubio acababa de perder de nuevo.

– ¿Alguien que le apetezca regalarme gran parte de su nómina? – se burló Kakuzu con burla mientras contaba cada billete con atención, sin importar exagerar en su pulla dirigida hacia sus amigos y colegas de trabajo. – ¿Konan?

– Ni loca. – respondió ella recién regresando a la sala.

– ¿Acaso temes perder? – habló Deidara con burla. – No te preocupes, nos ha pasado a todos…

– Mi dinero no irá en manos de alguien que sueña con bañarse en fajos de billetes. – proclamó la mujer tan campante haciendo que Kakuzu simplemente soltara un bufido de burla, como si no le importara ese comentario.

– ¿Son mis hobbies realmente tendencia en vuestras conversaciones de pareja, Yahiko? ¿Es así como coqueteáis? Es algo un poco turbio… – habló el cazarrecompensas pasando un abanico de billetes frente al susodicho, quien no apartó la vista del objeto, parte de su dinero se encontraba ahí.

– Es más raro todavía que les digas eso justo después… – añadió Sasori dando un sorbo de su cerveza con altanería.

– Por más que tu crematomanía sea el 90% de tu personalidad, yo al menos si tengo pareja, Kakuzu… – insinuó de vuelta Konan en el mismo tono de voz que el susodicho sentándose al lado de Yahiko, quien se sonrojó un pelín cuando todas las miradas fueron a él. – Lo que tú puedas hacer con el dinero, plenamente lo puedo hacer con… ¡Mhprff!

– Konan, me gusta que me presumas, pero no delante de ellos… O de esta forma. – habló su novio manteniendo la mano frente la boca de Konan. Esta podía ser demasiado directa y para que negarlo, un poco borde cuando la provocaban lo más mínimo. – A demás, no es algo para lo que tomarse en serio…

Ante la cercanía que mantenía con su novio, Konan se relajó casi al instante, olvidando la molestia por el hecho de volver a tener que esperar quién sabe cuantos días para que cierto pelinegro le devolviera esa cantidad de dinero. Podía estar exagerando, pero no era la primera vez.

– ¿Nadie va a hacerlo, en serio? – insistió Kakuzu con burla, girando la cabeza para mirar fijamente hacia Kisame, quien se encontraba al lado de Itachi de brazos cruzados. Cuando la mirada de ambos chocó, este último suspiró.

– No. – respondió Kisame tajante, desanimando al cazarrecompensas.

– ¿Uchiha? Tú estás forrado de pasta… ¿Una partidita más? – repitió Kakuzu haciendo que el mencionado alzara una ceja antes de meter el borde de su botella de cerveza en su boca, negando con la cabeza. – Panda de cobardes… Ni siquiera fue idea mía jugar al póker, fue de Shisui. Por cierto… ¿Dónde se ha metido?

En eso entró Sakura a la habitación, seguida de Shiro y Kage. Vistiendo ropa cómoda y abrigándose con otra de las muchas sudaderas de su novio, el cual se encontraba echándose una siesta en su habitación.

– Ei, peque… ¿Dónde está mi hermano? – dijo Itachi hacia la pelirrosa, la cual frenó ante la mirada de todos los presentes en la sala. Ahora entendía el escándalo proveniente de la planta baja.

– Durmiendo. – respondió Sakura con algo de timidez, aunque con una tenue sonrisa amigable. Izumi les había dicho que habría visitas esta tarde. Después de ayudar a la morena a cocinar la comida y comerla los cuatro, ella y Sasuke se encerraron en la habitación del mismo. Sasuke fue el primero en caer en los brazos de Morfeo, debido a las caricias que la Haruno le propinaba en su cabeza mientras ella se entretenía mirando la televisión, hasta que finalmente ella también cayó.

– ¿Quién es la niña, Itachi? – preguntó Kisame con curiosidad, él y Konan era la primera vez que la veían. Los demás creían recordar haberla visto por algún lado.

– La novia de Sasuke. – contestó libremente el Uchiha mayor de la sala, sorprendiendo a casi todos los presentes.

– ¿El antipático de tu hermano ya se echó novia? ¿Desde cuándo? – cuestionó Deidara ante la noticia, aunque un poco desilusionado volviendo a sacar la cartera igual que los demás.

– ¿No es ella vuestra antigua vecina? – preguntó Sasori recordando haber visto a la muchacha por su edificio, su abuela le había comentado que muchas veces la ayudaba con la compra y la colada sin que ella se lo pidiera.

– Esto es denigrante… – habló Hidan pasándole otro billete más a Kakuzu, que lo tomó con delicadeza añadiéndolo a la suma de su nuevo fajo de billetes. – No solo perdí la apuesta sobre la edad en la que tu hermano conseguiría meter su serpiente en la cueva de alguna chica, sino que ahora también hago que este acumule ganancias a la hora de adivinar a qué edad ese renacuajo se echaría novia…

– No me mires así, Konan… Ellos apuestan conmigo, yo no les obligo a nada. – dijo Kakuzu con burla al ver la mirada que la cadete le dedicaba a su novio, quien también le tendió otro billete, para seguidamente voltear después de que se le encendiera una bombilla.

– Dime chiquilla, ¿Sabes jugar al póquer? – indagó Kakuzu hacia Sakura, quien se encontraba acariciando la cabeza de Kage.

– Tiene diecisiete años, tío… – le dijo Sasori al cazarrecompensas, los demás no estaban sorprendidos de la actitud que mostraba su amigo, en lo que Sakura ladeaba la cabeza ante esa oferta.

– No caigas en su juego, Sakura… Créeme. – comentó Itachi con diversión mientras negaba con la cabeza.

– ¿Qué tipo de póker? – quiso saber la ojiverde como si nada, alzándose de hombros.

– Al que sepas jugar… – dijo Kakuzu viendo como la Haruno se acercaba al grupo, sentado alrededor de la mesa.

– Se jugarlos todos. – añadió ella con seguridad analizando la baraja de cartas esparcida encima del pequeño mantel hecho de gomaespuma de color verde.

– Póker draw. – afirmó el moreno de ojos verdes mientras pasaba la yema del pulgar por todos los billetes que había agrupados en su cartera, el sonido le provocaba satisfacción.

Sakura entonces, pudo ver como su inner sonreía de manera algo macabra, había cierta emoción a la hora de ganar, por más que lo de las apuestas no era lo suyo. En cierta manera, había heredado ese don de su madre, aunque ella se dedicara a despilfarrar sus pocas ganancias en si misma y demás. No es que le enseñara a jugar, aprendió en internet y leyendo algún que otro libro, aunque la verdad sea dicha… contaba con algo más que esa ventaja.

– Déjame decirte algo, niña… – habló Kakuzu, rascándose debajo del labio inferior pensativo. – Me voy a sentir mal, si te quito cualquier cosa que decidas dar por perdida. Haremos una partida de prueba, si ganas, a la siguiente apuesto la mitad que ves aquí… Que aproximadamente son dos cientos mil yenes.

– Está loco… – susurró Sasori suspirando mientras negaba con la cabeza. Encontraba estúpido e ilógico, que por su obsesión, no estuviera harto nunca, hasta el punto de apostar mitad de lo que llevaba encima como si nada, frente a una adolescente que tal vez nunca había visto tal cantidad de dinero junta, en efectivo.

– Por mi bien. – respondió Sakura sin darle muchas vueltas.

– Pero… – interrumpió de nuevo Kakuzu, ignorando a los demás. – Te sugiero que elijas bien lo que quieras apostar.

– ¿Qué te parecen unas entradas de un partido de béisbol? Juegan los gigantes contra los halcones, son a pie de campo. – ofreció la Haruno. Al escuchar los nombres de los equipos Yahiko abrió los ojos como platos emocionado.

– Acepta la apuesta, y te las compro, Kakuzu… – dio por sentado el novio de Konan con emoción, mientras que Konan negaba la cabeza. Si uno estaba obsesionado con el dinero, Deidara con la arcilla y los explosivos, Sasori con la fabricación de muñecas, Pain con los piercings, Hidan con los tatuajes y Yahiko con los deportes, concretamente el deporte nacional de su país.

– Vale, pero luego no te eches atrás… – dijo Kakuzu tomando una nota mental de esa oferta. – ¿Dónde están esas entradas? Quiero verlas.

Ante esa pregunta, Sakura no hizo más que sacar su teléfono del bolsillo de la sudadera enorme que llevaba y le mostraba la pantalla a su contrincante.

– Sakura… ¿Estás segura de que es una buena idea? – dijo Itachi algo escéptico a la escena y más que nada a la apuesta. Por más que las entradas del partido de la liga, fueran una ganga, la mayor apuesta era la de su colega y no recordaba que este hubiera perdido en algún momento.

– Son solo un par de entradas para un aburrido partido de béisbol… – el jadeo de horror por parte de Yahiko incomodó un poco a la pelirrosa, quien le miró raro.

– ¿Aburrido? ¿Dijiste aburrido? – dijo jadeante el hombre de cabello naranja empezando a sucumbir a la rabia.

– Pegar una pelota con un palo, es aburrido… Más que el fútbol. – respondió Sakura alzando los hombros. Podía practicar deporte, ser mejor en unos que de otros, pero ella solo no encontraba la gracia de ir a ver partidos de cualquiera como entretenimiento. Ese comentario hizo que Itachi tuviera que camuflar su carcajada detrás de su mano, mirando la reacción de Yahiko. El resto de hombres estaban casi igual.

Konan, siendo previsora, no hizo más que colocar su mano y ser ella esta vez, quien silenciaba a su pareja, tal y como él había hecho antes con ella. Sabía de antemano que iba a soltar impurezas lejos de ser inocentes ante esa afirmación por parte de la novia del hermano de Itachi.

– Kakuzu, acaba con ella… – pronunció Yahiko quitando la mano de su novia de su boca con facilidad.

Hombres… – pensó la pelirrosa haciendo una mueca sarcástica, tomando la iniciativa de barajar las cartas por su cuenta, con cierta maestría muy para el entretenimiento de los demás.

La primera partida de prueba culminó en menos de diez minutos, en estos estaban incluidos los que la pandilla hablaba entre si sobre cosas que no le importaban demasiado a Sakura, quien estaba concentrada en sus cinco cartas con una mirada impasible.

Al momento de mostrar las cartas, Sakura terminó ganando por escalera de color de corazones, borrando la sonrisa de Kakuzu al instante con su mano de póker.

– Heh, la suerte del principiante… Ahora en serio. – afirmó Kakuzu observando como Sakura barajaba las cartas sin prisa de nuevo sin que el estuviera a tiempo.

Fue bastante fácil reconocer con qué cartas se encontraba su contrincante. Concretamente, una que ella había tenido en la partida anterior… el diez de corazones. Por la carta recibida por Kakuzu, permaneció tranquila, colocando su vista en este, notó como jugaba con las cartas, lo que prometía según su forma de organizar su mano divididas en grupos separados en sus manos, que seguramente tenía o full house o trío… Aunque podía equivocarse. No lo daría por sentado.

Tomando la carta del medio, un diez de picas, tras obtener el rey del mismo palo, se la pasó a Kakuzu algo temerosa, detalle que divirtió al cazarrecompensas.

– No te olvides de pagarme en efectivo, Yahiko o te quedas sin partido… – comentó el moreno mientras dejaba su mano de escalera de color de corazones frente a él, mientras Yahiko ya celebraba. Itachi miró a la pelirrosa, encontrándosela impasible aunque pronto se le apareció una sonrisa traviesa y a su vez encantadora, siendo ella la que seguidamente mostrara su mano. El pelinegro bajó la mirada y no pudo evitar soltar un bufido de risa.

– Yo no celebraría tan pronto, tío… – interrumpió Kisame observando con diversión la mano de Sakura, quien mantenía el mentón encima de sus manos entrelazadas con los codos encima de la mesa, mostrando una sonrisa de victoria mientras esperaba en silencio que la "celebración" de su contrincante acabara.

Ante esa frase, Kakuzu bajó la mirada para sorprenderse inesperadamente. Esa cría acababa de ganarle con un Ace high. A, K, J, Q y 10 de picas.

– Pero que… – logró decir Kakuzu negando la cabeza para estar seguro de que había visto correctamente.

– Creo que gano yo, ¿A que sí? – comentó con una mirada inocente dedicándole una sonrisa al moreno.

Pasó media hora rápidamente, hasta que finalmente Kakuzu suspiró derrotado. Tres intentos de revancha había perdido contra ella, muy para la risa de los demás al verle perder cada vez.

– ¿Sakura? – pronunció Sasuke ingresando a la sala, tan rápido como apareció, Shiro se levantó del suelo y trotó hasta él junto a Kage. Al verla sentada frente los colegas de su hermano, no hizo más que alzar una ceja. – ¿Qué haces?

– ¡Mira lo mucho que he ganado! – presumió la pelirrosa mirando como su novio se acercaba a la mesa junto a los demás, agarrando la fortuna situada en medio de ella y Kakuzu, quien empezaba a perder color en sus mejillas. Le estaba costando asimilar la cantidad de dinero que acababa de perder frente a una menor.

– Hn. – musitó él con una minúscula sonrisa solamente perceptible para ella. – ¿Cuánto?

– Tu novia es de otro planeta, pequeñajo… – resumió Deidara alucinando con la cara del cazarrecompensas, a quien empezaba a temblarle el ojo izquierdo, como si se tratara de un tic facial permanente. – Creo que ha logrado desestabilizar mentalmente a Kakuzu…

– Creo que le va a dar algo… – comento Konan observando la expresión de Kakuzu la cual parecía no cambiar.

– Nah, estará bien… – respondió Kisame como si nada con una sonrisa burlona hacia Kakuzu.

– Kakuzu, di algo… – pidió Hidan sin poder evitar exhalar por la nariz a la vez que se reía de la expresión de su colega. El mencionado, al escuchar su nombre no hizo más que mover la boca y dejarla medio abierta para rápidamente volver a quedar estático.

Una notificación de mensaje proveniente del teléfono de Sakura, hizo que ella se apartara de Sasuke y tomara el aparato de la mesa. Se trataba de Kiba, el grupo se juntaba esta tarde en el centro para ir a ver una película y más. No era mala idea salir esta tarde aprovechando que no hacía mal tiempo.


Sentada en un banco de la primera planta situado justo al lado de las escaleras mecánicas, Tenten bufó con aburrimiento. Había sido la primera en llegar, pero sabía que Lee no tardaría en llegar junto con Neji, aunque quién sabe…

Se alegraba de que ese par se hubiera vuelto a unir como tiempo atrás, cosa que le aportaba añoranza a las muchas quedadas de tres que hacían como equipo. Con ella entrenando junto a Neji y Lee observándolos y animándola. Si es cierto que no se sentía sola estando con las chicas, que con ellas podía sentirse más que como la única integrante femenina de entre dos chicos y que por fortuna, cada una de ellas se sentía identificada con que a veces es mejor dejar a los chicos ser chicos sin ellas de por medio, pero eso no quitaba que estas últimas semanas, desde las vacaciones de verano… La nostalgia revivida se hiciera presente para ella.

Lee le había contado que Neji se le declaró a Sakura, que igual que él en el pasado había caído rendido a los pies de la pelirrosa, cosa que ella ya sospechaba desde el comienzo del curso. Los conocía a ambos demasiado bien…

No le reprochaba nada a la Haruno, no podía. Era una persona muy importante en su vida, que la animó siempre a ser ella misma, a tener seguridad en si misma. Ser su amiga, junto a las demás… Le aportó ese sentimiento de tener una hermana mayor, pese ella ser la pequeña del grupo. De toda la pandilla. No obstante, no podía negar que se sentía triste al verse no correspondida.

Estaba en una encrucijada, no había hecho sus sentimientos por el Hyuga obvios para nadie, era muy reservada sobre eso. Muy privado, pero para ella… Su actitud resaltaba a la vista. Desde luego, quería que este fuera feliz con quien quisiera, pero al saber que Neji empezaba a fijarse en chicas, una alarma se encendió dentro de ella y aun así no hacía nada. No se atrevía.

Es mejor darme por vencida y ahorrarme las molestias de intentarlo… – reflexionó la Ama bajando los hombros después de darse cuenta de que se encontraba tensa. – Él nunca se fijaría en mí de todas formas.

Era mejor rendirse de primeras, que sufrir o que no funcione. Menos, sabiendo que él seguía pillado por ella. Solo que…

Duele… – afirmó para si misma la morena en lo que alzaba la vista al techo del centro comercial.

Entendía a Hinata, por como se sentía y lo que la motivaba a actuar debido a eso, pese nunca encontrarlo propio, se veía de lejos que su antigua amiga se encontraba ahogándose en el pozo del amor no correspondido. La clara diferencia entre ellas, era que para la Hyuga… Naruto era lo más importante en su vida. No era un secreto entre ella y las demás que eso fuera así, pero el amor… la hizo dar su peor versión.

Acaso el amor… ¿Nos hace egoístas? – pensó Tenten en lo que se acomodaba en el banquillo, reparándose de la presencia de Naruto junto a Sai parados varios metros dónde ella.

Volteando los ojos, no pudo evitar asumir de primeras que la tarde iba a tener sus momentos incómodos. Sobretodo con ese par. Ella desde luego, no les había invitado ni les había dicho de la quedada, pero esa duda se vio resuelta cinco minutos después, cuando pudo ver a Temari llegar con Shikamaru, Chouji además de Ino, quien ya puso una expresión rancia al repararse del Shimura, el cual la miraba de arriba abajo fijamente con una mirada impasible. Con ellos les seguían los dos hermanos de la Sabaku. Gaara y Kankuro.

Cuando sus dos amigas rubias se repararon de ella, ofreciéndoles un saludo con la mano, ya pudo escuchar a Ino rondinar.

– Ay, Ino… ¿Qué importa si están esos dos? Deja de darle la chapa a mi novio… Naruto es amigo suyo. Es normal. – interrumpió Temari con una leve mueca de fastidio ante tanta queja. – Sakura lo sabe ¿Satisfecha?

La Yamanaka no hizo más que voltear la cabeza para mirar a los demás, pillando in fraganti al hermano de Temari mirándola atentamente, cosa que la hizo sentirse algo incómoda, apartando la vista del pelirrojo, arrugó la nariz cuando notó que Sai también la miraba, detalle que no pasó desapercibida por Temari.

– No estás así por Naruto ¿Verdad? Es por Sai. – afirmó la Sabaku enviando a su amiga una mirada conocedora que hizo que Ino suspirara con fastidio. – ¿Sigues sintiendo…?

– Para nada. – interrumpió la Yamanaka con seguridad alzando el brazo, interrumpiendo a su amiga con el dedo índice sin intenciones de señalarla, sonando visiblemente convincente. Tanto Tenten y Temari no pudieron hacer más que mirarse con diversión mutuamente. – Desde el festival que ya dejó de gustarme, no se que le vi en primer lugar…

– Básicamente, nos estás diciendo que como es usual en ti, dejaste de verle con ojos de corazón para… Espera… Ah, ya entiendo. – dijo Tenten levantándose del banco musitando una sonrisa picarona alzando las cejas varias veces y seguidamente morderse el labio. Ninguna de las tres se reparó que el grupo se encontraba acercándose a ellas, empezando a escuchar su conversación. – Ya te gusta otro…

Ino no hizo más que ruborizarse cuando en su mente Shisui hizo acto de presencia, cosa que hizo que Temari hiciera una mueca de burla mordiéndose el interior del labio inferior.

– ¡Ahá! ¡Así que es cierto! – repitió de una forma algo escandalosa Temari mientras señalaba de vuelta a su amiga, quien no hizo más que esconder sus labios y hacer como si no les prestara atención.

– ¿De qué habláis? – indagó Shikamaru plantándose al lado de Temari, quien le respondió con una sonrisa burlona y rápidamente volviendo a mirar a su amiga.

– De nada importante, solo de que Ino está pillada por otro… – añadió canturreando con gracia la Sabaku, haciendo reír a Tenten, mientras que la mencionada ganaba un evidente sonrojo.

Eso llamo la atención de Sai, el cual miró a Ino de nuevo intentando disimular. Saber eso fue como tragar un tronco de árbol lleno de moho amarillo después de haber sido apaleado por el mismo. Dolido y para que negarlo, decepcionado al saber de lo fácil que había sido para ella pasar página. ¿Debía entonces suponer que no le gustaba tanto como aparentaba en su momento? ¿Por eso se había arreglado tanto? ¿Venía de quedar con él? Negando la cabeza, se reparó de como el único pelirrojo presente con ellos, se entretenía mirándola fijamente.

Su mirada azabache chocó con la azulada de ese tipo. Sus casi imperceptibles cejas hacían que sus ojos parecieran más grandes de lo que en realidad eran. Por como arrugó la frente y tensó los brazos, como si planteara chulear, no le quedó de otra que bajar su entrecejo con altanería, pero a su vez apretando también los músculos de sus brazos. ¿A eso había pasado Ino? ¿A un rarito extranjero de pelo rojo?

Por favor… – se burló el Shimura, para él era fácil suponer que al proporcionarle algo de atención a su ex, caía una enorme posibilidad de que Ino en corto se volviera a fijar en él como hasta hace poco, de la misma forma de lo fácil que era ver como esta caía enamorada por cualquier tío.

A juzgar por la mirada del tipo, parecía saber quién era él, quién había sido en la vida de Ino. – Al menos lo sabe…

– Ino… ¿Sabes si a Sakura y a Sasuke les falta mucho para llegar? – se quejó Kiba cruzado de brazos, sin apretar demasiado estos entre sí, para dejar que Tamaki se sujetara entre ellos con ambas manos, bien cerca de él, apoyando su cabeza por la zona de sus bíceps. – Faltan veinte minutos para que comience la peli…

– ¿Vienen juntos? – preguntó Naruto a Shikamaru, ganándose el silencio de todos, prestando atención a lo que dijo él. El Nara solo se limitó a asentir mientras se sentaba en el banco al lado de su novia.

– Sakura está pasando el finde en casa del encolado de su novio, no creo que les falte mucho… – respondió la Yamanaka como si nada.

– ¿Cómo me has llamado, Oni Manayaka? – habló Sasuke mirando a la rubia mientras él y la Haruno bajaban por las escaleras mecánicas detrás de él, llamando la atención de todos.

– ¿Ves? Solo tienes que pronunciar su nombre y aparece, igual que con Akamaru… – contraatacó ella mirando con burla hacia Sasuke, en lo que él llegaba con Sakura de la mano, Kiba no hizo más que torcer las comisuras hacia abajo intentando no reír. – ¿Quieres una golosina, Uchiha?

– Yamanaka ¿Tienes un deseo de muerte o algo? Si yo hago eso deben darme por muerto, el tío muy capaz de… ¡Auch! – dijo Suigetsu apareciendo de la nada solo para recibir una colleja detrás de la cabeza por parte del pelinegro, llegando con Juugo, siendo invitado por Lee. Ambos se encontraron con la pareja recién llegada en las plantas superiores del centro comercial.

– ¡Vámonos peña! – habló Kiba escandalosamente mientras caminaba en la dirección equivocada, arrastrando a una feliz Tamaki igual de entusiasta que él.

– El cine está en la otra punta, Kiba… – interrumpió Sakura sonriendo con burla hacia el castaño, quien enseguida se giró junto a su novia como si nada para avanzar al grupo, disimulando que no había pasado nada.

– ¡Ahí que vamos! – volvió a decir el Inuzuka con el mismo tono de antes, esta vez seguido por Tamaki.

Desde muy atrás, siguiendo al resto, Tenten observó con cierta añoranza a los tortolitos frente a ella.

– Supongo que querrás palomitas de caramelo… – habló una voz a su lado bastante cerca, sacándola de sus pensamientos abruptamente.

Al girar la cabeza, se topó con el masculino rostro de Neji cerca de ella, tensándola de inmediato. No tardó en notar como sus mejillas se iban calentando, se estaba poniendo colorada.

Por su parte, Neji se quedó algo anonadado. Sí es cierto que había tenido a Tenten cerca más de una vez, pero su reacción actual le sorprendió de todas formas, aunque no de manera exagerada, fue por eso que simplemente inclinó la cabeza confundido. No entendía qué le pasaba a su amiga. Aunque ella misma pareció darse cuanta por lo que con nerviosismo la vio asentir y seguidamente musitar un si, quién sabe por qué razón, pero su actuar le hizo sonreír.

– ¡Alto! – dijo Sakura una vez ya veía el grupo empezar a caminar hacia la cola para comprar sus entradas. – Hoy invito yo~

La Haruno antes de decir nada, se fue tan campante hacia el recepcionista detrás del mostrador, en lo que Suigetsu y Kiba soltaban más que un monosílabo en celebración, al ver como ella sacaba su billetera como si nada.

– ¿Seguro que esta bien que pague para todo el mundo? – indagó Shikamaru para Sasuke haciendo cuentas, la salida no iba a ser barata, y menos teniendo en cuenta que este último cargaba un par de bolsas con lo que parecían ser compras recién hechas. Naruto esperó atento a la respuesta que pudiera dar el pelinegro.

– No está pagando con su dinero… – empezó secamente el Uchiha observando con diversión a su novia hablar con el empleado del cine del centro comercial. Eso confundió a los que escuchaban.

– ¿Pagas tú, Sasuke? – habló Juugo con cierta preocupación. No pudo evitar preocuparse más cuando vio como su amigo negaba con la cabeza levemente.

– Un amigo de mi hermano… – dictaminó Sasuke recordando con cierta satisfacción la cara que se les quedó a todo el grupo de amigos de Itachi, cuando Sakura tomó todos los billetes como si fuera lo más trivial del mundo. El otro como se llame cazarrecompensas tenía una expresión sumamente desternillante. – Perdió contra ella jugando a las cartas.

– Eso lo explica todo… – añadió Kiba asintiendo al igual que Lee, Shikamaru y Chouji.

– Y yo pensando que ibas a ser majo una vez en tu vida e invitarme, eres un rancio, tío… ¿Significa eso que tampoco dejarías que ella nos invitara si se tratara directamente, con su dinero? – cuestionó el Hozuki con algo de burla a pesar de la mirada de molestia por parte de Sasuke.

– Con ustedes no. – sirvió de manera impasible el pelinegro sin escrúpulos, su respuesta no sorprendió a los demás chicos.

– Cuando haces esta cara, siempre me pregunto que demonios ve Haruno en ti… – contraatacó Suigetsu con diversión, solo consiguiendo que Sasuke le retara con la mirada ante ese comentario.

– Yo también me lo pregunto… – susurró Naruto más para si mismo, que apenas se le escuchó, mientras apartaba la vista con fastidio, manteniendo los brazos entrecruzados detrás de su cabeza, apoyado en la pared de la estancia, junto a los demás. Al parecer solo le escuchó Sai, quien le respondió con una sonrisa ladina, pero eso no le importaba.

– Seguramente que por lo que no ve en ti. – dijo Tamaki lo suficientemente alto, saliendo del pequeño pasillo que daba a los aseos. Por como estaba posicionado Naruto en la esquina, pudo escuchar perfectamente la conversación. Eso interrumpió la siguiente conversación de Kiba, Suigetsu y compañía. Todos voltearon a verla.

– ¿Qué? – musitó el Uzumaki alzando las cejas evidentemente contrariado e incómodo. Sai también se la quedó viendo raro, pero no le dio más importancia. Kiba la había puesto al corriente, a fin de cuentas, ella también conocía a Sakura y ambas se llevaban bien. La noticia de que Sasuke y ella salían le alegró. Ante esa mirada algo torpe que no engañaría a nadie, por parte del rubio, Tamaki se alzó de hombros en silencio con una sonrisa y caminó despreocupadamente hasta Kiba.

Para acabar de rematarlo, la novia de Kiba no le volvió a dedicar palabra de nuevo por más que este la mirara con cierto fastidio, pero por fortuna los demás decidieron ignorar el asunto, no entendían lo ocurrido y no querían enterarse. Por más que más de uno tuviera una ligera sospecha.

– Tch… – bufó con mofa Naruto volviendo a apartar la mirada del grupo, parando la vista a Sakura, que se acercaba a ellos con todas las entradas en ambas manos. Valorando lo hermosa que se veía con esas botas de tacón, falda corta, blusa con jersey encima.

– Toma, Naruto. – dijo ella tendiéndole la entrada con una mirada expectante, después de tenderle la suya al Shimura a su lado.

Primeras palabras que le dirigía después de lo del gimnasio, había pasado menos de un mes, pero sentía como si acabara de volver de Hokkaido con el bastardo. Antes de que pudiera darle las gracias, ella desapareció de frente a él y caminó hasta Sasuke, el grupo había empezado a caminar hasta la zona de venta de aperitivos, escuchando a la Haruno proponerle a Sasuke compartir un gran cartón de palomitas saladas entre los dos, siendo respondida por el característico monosílabo del Uchiha.

Poco le importo arrugar su entrada dentro de su puño rígido con tan solo escucharla reír por algo que supuestamente el pelinegro le dijo.


El silencio de su amiga obstetra pasando el transductor por su línea alba no hacía más que impacientarla. Había estado en revisiones ginecológicas con ella, pero cabía recalcar que ahora mismo ella se encontraba experimentando por primera vez lo que era un embarazado, se la veía concentrada en la pantalla del ecógrafo, pero estaba tardando mucho.

– Rin… Me dijiste que estabas embarazada y que estabas convencida ¿Verdad? – empezó ella intentando cerciorarse de lo que pensaba, cuando volvió a mirar hacia la Nohara, observó como esta asentía. – ¿Me dejarías hacerte unos análisis? Será cuestión de media hora.

Ella simplemente asintió, intentando no aparentar demasiado preocupada. ¿Acaso eran malas noticias?

Pasado el rato que, evidentemente fue más que media hora, su colega regresó a la consulta junto con otro doctor que no conocía para seguidamente invitarla pasar de nuevo a la habitación.

– Rin, este es el doctor Jun. – introdujo su colega mirando hacia el mismo, quien se inclinó con educación. – Antes de darlo por sentado, quería una segunda opinión de alguien con mucha más experiencia que yo. Por lo que estás en buenas manos.

Eso no calmó en absoluto a Rin. Era común que otros doctores se presentaran en los despachos de consulta, pero solo si se trataba de residentes. Cosa que no era su caso. Al momento de realizar la nueva ecografía, quien tomó las riendas de la misma fue él, cuando su amiga y Jun se miraron entre si, parecían estar de acuerdo en algo, cosa que le confirmó a la Nohara que algo estaba realmente mal.

Cuando su colega le giró el monitor hacia ella, tosió mientras buscaba la manera de poner en palabras lo que necesitaba decirle.

– Tenemos pruebas para afirmar que estás sufriendo un embarazo ectópico. – dijo la doctora con simpatía, dejando a la morena en shock. – Los análisis comprueban que estás embarazada, por eso has padecido síntomas y salió el test positivo. Lo lamento, Rin.

– Básicamente, me estáis diciendo que… – musitó la susodicha tomando aire repetidas veces.

– Dado que se trata de un feto de aproximadamente más de diez semanas, su salud se encuentra en riesgo. Se me dijo que tomó medicamentos para incrementar la tasa de fertilidad, no es común, pero es probable que sea el detonante. – interrumpió Jun después de darle algo de tiempo, para seguidamente usar la rueda del ratón para señalar la zona que le preocupaba. Iba a volver hablar hasta que una mano en su hombro le distrajo, volviendo a poner su vista hacia Rin, comprobó que esta había empezado a llorar silenciosamente.


– ¿Puede alguno decirme qué hacemos aquí? – vociferó Suigetsu volviendo a resoplar con fastidio dentro de una tienda de productos de higiene facial y maquillaje.

Hacía relativamente poco que la película había terminado, pero las chicas, nada más salir de la tienda, fueron directas allí, lo que hizo que sin más remedio, los chicos tuvieran que seguirlas.

– Deja de quejarte, Suigetsu… Las chicas se acaban de tragar un tostón de película de acción. Supongo que ahora querrán ellas hacer algo que les guste. – dijo Juugo ojeando atentamente los objetos en cada escaparate. No tenía idea de lo que servían cada una de esas cosas.

– Dinos, Sasuke… – empezó de nuevo Suigetsu, haciendo una mueca desagradable y tosiendo tras accidentalmente rociarse de lleno con un perfume con fragancia de patchouli demasiado fuerte. – ¿Desde cuándo usas perfume?

– ¿Alguna vez cierras la boca? – respondió el pelinegro con indiferencia, lo que solo avivó las ganas de su amigo a provocarle más. Sasuke sabía de sobra que si se lo proponía, Suigetsu podía llegar a ser tanto o más cargante que Naruto.

– ¿Harto de oler a sudor? – se sumó Kiba haciendo reír al Hozuki, ambos obteniendo el mismo brillo travieso al querer burlarse del Uchiha conjuntamente.

– ¿Querías ponerte guapo para tu chica, eh? – bromeó Suigetsu mientras colocaba un hombro alrededor de su amigo tomando libremente un extremo de la chaqueta motera que vestía el pelinegro siendo empujado fácilmente por él, sin importar hacer tambalear una pancarta de anuncio de crema de base maquilladora al chocar con ella por accidente, muy para la risa de Kiba, Lee y Chouji. Hasta Suigetsu mismo se rio, salvo Naruto, Sai, Shikamaru, Neji y Gaara.

En la otra punta de la tienda, Sakura se encontraba inclinada frente a una Tenten, acercando el pincel de máscara de pestañas poco a poco a los ojos cerrados de la última, si es cierto que ella misma se maquillaba, pero lo hacía de una manera mucho más natural que no la hacía resaltar a diferencia de las demás.

– Sakura, no tienes que hacer esto… Estamos aquí para distraer a Ino mientras Temari termina de comprar su regalo en otra tienda. – dijo la Ama pestañeando continuamente después de que la pelirrosa acabara de aplicarle el producto. Estuvo a punto de rascarse el ojo, pero su amiga la detuvo.

– Nunca nos dejas maquillarte, me siento afortunada, además…Al celebrar el cumpleaños de la cerda, ella querrá hacerse fotos con todos, considero esto una oportunidad para vernos todos más lindos todavía, así que deja de ponerte igual que Sasuke, ¿Tienes idea de lo mucho que me ha costado convencerle de que se ponga algo que no sea un chándal o ropa deportiva? – contempló Sakura sonriendo concentrada empezando a repasar con una esponja, polvos translúcidos por los pómulos de la morena. – Con lo guapa que eres. Tienes unos preciosos ojos color café, Tenten.

– No tanto como tú, Temari o Ino… – contempló tan campante ella consiguiendo que la Haruno negara con la cabeza ante semejante tontería. – No tengo un bonito cabello, bonitos ojos…

– Tienes un lindo tono de piel, una bonita forma de ojos y unos definidos labios gruesos. Créeme, estás hablando con una chica que más de una vez ha pensado que el tamaño de frente es mayor que al de sus pechos y debo recordarte que Ino siempre está quejándose de que la punta de su nariz está demasiado levantada, son tonterías… Además, lo único que he hecho, ha sido retocarte un poco. – habló Sakura señalando al espejo a su lado para que su amiga volteara a verse.

– Woah… – dijo simplemente Tenten al verse al espejo, sin dar creces a lo que veía como su reflejo. ¿Eso era retocarla un poco? Si es cierto que ella ya se maquillaba, pero ahora mismo se encontraba con delineador, sombra de ojos sutil que aportaba brillo de diamante, rubor y un brillo de labios del mismo tono que este, realzando su look natural todavía más.

– Por alguna razón decoramos las paredes con cuadros, ¿no crees? – añadió la Haruno rociando a la Ama con un perfume con fragancia dulce. – Hasta una pequeña flor puede atraer la atención de todas las miradas en una habitación. Nunca has sido fea, Tenten. Al igual que Hinata. Deberíais daros cuenta.

Tenten se quedó mirando a su amiga atentamente para enseguida bajar su mirada hacia los pocos productos utilizados. Esas palabras podían ser rebuscadas, a su modo de verlo, pero necesarias para ella. No podía evitar sentirse ahora mismo, un poco endeudada con la Haruno. Con el paso del tiempo, había dejado de ser una persona simplemente risueña y tímida, a una mujer con mucha confianza en si misma. Había admirado mucho esa naturaleza de su amiga, desde siempre. Ino tenía razón en cuanto la pelirrosa.

Sakura siempre tenía el corazón en el lugar idóneo, dispuesta a ayudar a todos. Fuera quien fuera.

– ¿Debería comprarme esto, entonces? – dijo Tenten tomando el frasco de perfume que había usado su amiga en ella, en lo que esta última asentía con felicidad.

– ¿Qué hacéis, chi… ? Oh wow, ¿Tenten? – habló Ino acercándose ya con una bolsa comprada con algo de maquillaje. Momento en el que Temari hizo acto de presencia llegando de otra tienda, invitando a las chicas a marcharse mientras la Sabaku las esperaba en la puerta. Tenten no pudo evitar sonrojarse, dirigiéndose hacia el mostrador rápidamente para pagar el perfume.

Fuera del recinto, los chicos habían vuelto a salir de la tienda entretenidos ante el escaparate de una tienda cerrada de zapatillas y demás vestimenta o material deportivo.

– ¿Cómo es que Karin no vino con ustedes? – cuestionó Sasuke para Juugo más que para Suigetsu Sasuke, más que nada por mera curiosidad.

No esperaba que después de lo ocurrido, se distanciaran. Si es cierto que él no la consideraba una amiga como tal, y pese tener sus diferencias, más que un cuarteto en Hokkaido, siempre había sido más un grupo de tres. Fuera él como más uno o la Uzumaki. Encontraba raro que a estas alturas, ella no hubiera sido "perdonada" y vuelto a juntarse con ellos. La había visto distanciándose y actuando como nunca antes la vio actuar. Había pasado de ser una persona algo temeraria y ruidosa, a lo total opuesto.

– Ella pasa de nosotros desde hace tiempo. – comunicó Suigetsu respondiendo para Juugo, quien se animó a decir su versión cuando el pelinegro volteó a verlo.

– Intenté invitarla desde fuera de su habitación en la residencia, pero me gritó que me fuera… Está actuando muy raro. – comentó el grandullón mirando hacia arriba recordando la manera de actuar de la Uzumaki.

– Karin siempre ha sido una rara de narices, no es de extrañarnos que incluso se junte con gente más rara que ella. – espetó con sorna y recelo el albino. Sin fijarse que el primo de esta escuchaba la conversación con cierto desagrado.

– ¿A quién llamas rara, Suigetsu? – dijo el rubio en un tono algo amenazante y serio que solo hizo que el susodicho alzara una ceja con burla y seguidamente exhalar.

– A tu prima, ya sabes, a la que solo le prestas atención cuando se habla de ella. – se atrevió a responder Suigetsu sin cambiar su tono de voz, Naruto no hizo más que arrugar más el entrecejo. – ¿Te importa? Estaba hablando con mi amigo, no contigo, Uzumaki…

El tono que utilizó para decir "amigo" se notó demasiado forzado y con otro significado más que el obvio, que solo consiguió en incordiar más al rubio.

– Me meteré en los asuntos que a mí me de la gana ¿Te queda claro, chaval? – insistió Naruto acercándose al albino tensando los músculos faciales, juntando los dientes de ambas mandíbulas, volviendo a chirriarlas entre si.

– Claro, cuando te conviene. – sumó Suigetsu tranquilamente, empezando a quebrar la paciencia limitada del Uzumaki. – Te considero a ti más raro todavía, guapetón…

Suigetsu se dejó agarrar por la camiseta con fuerza por Naruto sin poder evitar sonreír con gracia ante semejante comportamiento, cierta parte de él si que temía meterse con el rubio. Sabía que peleaba de una manera ruda, pero eso no le quitaba las ganas de meterlo en su lugar si este buscaba provocarlo. Por fortuna para él, Sasuke decidió apartarlos, tomando el brazo de Naruto desde la muñeca y alejándole a él un poco, para finalmente empujar al albino fácilmente, sin dificultad alguna.

– Rompiendo una bici solo porque la piba que te mola no te hace caso… – finalizó Suigetsu para seguidamente pasar la lengua por delante de los dientes con burla. Eso solo ocasionó que Naruto decidiera volver a acercarse a él con prisa, pero fue rápidamente frenado por Sasuke con facilidad con solo su mano.

– ¿Debo hostiaros a los dos para que cerréis la boca? – interrumpió el Uchiha mirando simplemente a Naruto, quien le miraba se manera severa en silencio. Mientras que Suigetsu, ni siquiera le molestó que el pelinegro interviniera de tal forma, era costumbre.

– Debo decir que estoy de acuerdo con Hozuki en esta. – habló Kiba sin extrañarse de la situación, Shikamaru simplemente negó con la cabeza en lo que Chouji se metía un puñado de palomitas restantes de su cartón. El resto se dedicaba a observar la escena en silencio, pero por fortuna las chicas no estaban ahí para presenciarlo. Naruto le miró con frialdad, aunque no le sorprendió, cada vez era algo más recurrente que el Inuzuka mostrara su discrepancia con él en general, pero eso le importaba bien poco ahora mismo. – Lo que hiciste estuvo mal, Naruto. Así que si has venido a buscarte pelea con alguien justo hoy, ya te estás largando.

– No fue él. – recalcó Sasuke mirando con seguridad, aunque con enfado a Naruto, quien aflojó ínfimamente su severa mirada.

Eso se ganó la atención de los chicos. Neji dejó de mirar a Naruto para fijar su mirada al pelinegro frente al primero. Que Sasuke hiciera eso a pesar del comportamiento de Naruto con él y todo el tema de Sakura, asombró un poco a todos. Ninguno esperó ver al pelinegro defenderlo, en parte y muy a su manera.

– Así que dejad el tema. – "Porque no os concierne" añadió mentalmente el pelinegro tranquilamente como si nada, girando la cabeza para acallar con la mirada a Suigetsu, quien solo se dignó a voltear los ojos, obedeciendo en silencio.

– ¡¿Y lo dices ahora?! – reclamó Naruto con enfado alzando la voz a pesar de tener al Uchiha justo en frente. – Me hiciste quedar como un…

– Heh. – se atrevió a musitar Sasuke como si nada por toda la cara del rubio, el cual no terminó la frase. – No rompiste mi bici, pero sí que te apeteció estar a punto de romperme la cara como si nada el otro día. No cambia nada, Naruto… No tienes derecho a estar cabreado conmigo, pero me da igual si insistes en estarlo, de todas maneras siempre haces lo que te da la gana.

Ante esas palabras repelentes pronunciadas en un tono prepotente y odioso, Sasuke volvió a apoyarse contra la columna de brazos cruzados mientras cerraba los ojos. Fingiendo que la actitud de su supuesto amigo con él, le importaba demasiado poco, cosa que no era así. Si lo había hecho fue para en cierta manera, recular sobre lo que pensaba que el Uzumaki sí había hecho antes de ser corregido. No pensaba que fuera verdaderamente necesario aclararlo.

Fue entonces que las chicas salieron de la tienda, Tamaki siendo la primera en llegar a ellos brincando, siendo rodeada rápidamente por el brazo de Kiba. De espaldas a Sakura, Naruto no la vio llegar, pero sí olió su presencia mediante su perfume característico. Fue sorprendente para él, ver como Sasuke abría los ojos de vuelta y enseguida avanzar hacia ella, la cual le sonrió verdaderamente completamente enamorada.

¿Lo sabría ella? ¿Se lo habría hecho saber? Bajando la vista hacia las bolsas que Sasuke cargaba, reconoció a una tienda. Suponiendo que se trataba de ropa interior reveladora, su imaginación no hizo más que crear escenarios que le hicieron hervir la sangre.

Un codazo llamó la atención de Shikamaru. Se lo había propinado Neji, que con un gesto mediante su cabeza, señaló hacia Naruto, que parecía no estar de buen humor. Mirando la hora en su móvil, sujetó momentáneamente la mano de Temari tras ver que el grupo se ponía en marcha al otro lugar para darle la improvisada fiesta sorpresa a su mejor amiga.

– Ve tirando, yo enseguida iré. – avisó él mirando hacia su novia, que con una mirada hacia la espalda de Naruto y Sai no tardó en hacerla comprender.

Suspirando asintió hacia Kiba para que prosiguiera con lo planeado, haciendo que Sakura se adelantara hacia Ino y el Inuzuka no hiciera más que colocarle una cinta en los ojos.

Interceptando a Naruto y a Sai, colocándose delante de ellos antes de que estos pudieran poner pie en las escaleras mecánicas, suspiró sonoramente con fastidio, para seguidamente mirar impasible hacia los dos chicos frente a él.

– Deberíais marcharos. – dictaminó con honestidad y falta de simpatía en esos momentos el Nara, colocando ambas manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones color kaki.

– ¿Qué? – dijo Naruto extrañado sin esperarse esa reacción.

– Te dije que para venir a la salida de hoy, debías evitar crear una escena, Naruto. Si te invité es porque aunque de no ser cercano amigo de Ino, merecías estar a su tardía fiesta sorpresa de cumpleaños que Chouji, Kiba, Sakura y yo, organizamos de la nada, como amigo nuestro. – empezó Shikamaru buscando la manera de no sonar demasiado antipático. La otra razón por la que le invitó, fue simplemente porque recordando lo de Shimoda y como se puso, no quería hacerle ese feo de nuevo. Ahora se arrepentía de haberlo hecho, desgraciadamente. – También te dije antes de reunirnos, que no podías invitar a Sai y aun así lo trajiste. Estamos hablando de Ino, y este, le rompió el corazón. No es algo demasiado difícil de recordar.

El pelinegro entonces recordó la fecha. Hacía pocos días que había sido el cumpleaños de la Yamanaka, ahora entendía que casi todos estuvieran aquí reunidos. Ante la mirada de desprecio de parte del Nara, Sai bajó la vista al suelo tras mirar como el grupo ya se encontraba en la otra planta, disimulando su disconformidad.

Ante esos reclamos, Naruto sintió como el corazón se le hundía un poco en el pecho, incómodo.

– Entiendo que estés molesto y con el corazón roto, pero si viniste nada más que para buscar bronca con el Uchiha o cualquier otro motivo… No eres bienvenido. No nos vais a arruinar la tarde. – terminó Shikamaru duramente, apartando la vista con molestia para a continuación, voltear sin decirle nada más a ninguno de ellos dos y subir al siguiente escalón mecánico sin darle la oportunidad al Uzumaki a defenderse. Ninguno de ellos dos optó por seguirle, por más que el rubio quisiera ir.

Ambos chicos se quedaron quietos frente la escalera, fue entonces que siendo empujados por otro grupo de jóvenes, no les quedó de otra que alejarse de ahí. Naruto, alzó la cabeza por última vez para ver como Sasuke rodeaba los hombros de la Haruno y la apretaba junto a él, caminando detrás de los demás. Kiba guiando a Ino hacia su destino. Sin decirle nada a Sai que parecía distraído mirando algo en su teléfono, se largó de ahí con molestia a paso rápido.


Kakashi se encontraba acariciando debajo el hocico de Uhei, su perro más joven y más reciente adopción, la cual finalizó hoy mismo mientras hacía jogging. Hace pocos días que lo había rescatado de estar atado con un collar de estrangulamiento que no había hecho más que causarle heridas graves al cuello, por lo que tuvo que estar ingresado varios días en una clínica.

El pobre animal se encontraba temblando notoriamente, pero al parecer, confiaba en el Hatake lo suficiente para dejar que este le acariciara mientras la veterinaria lo reexaminaba.

– Le salvaste la vida justo a tiempo, Hatake… Pero a estas alturas, no estoy sorprendido, viendo que tienes más de cinco. ¿Qué dirá tu mujer cuando vea que traes a casa otro perro más? Veo que ya tienes su placa y todo. No se la pongas todavía, tengo que vendarle la cabeza y gran parte del cuello. – dijo Hana yendo hacia el armario para sacar el material que iba a necesitar. Ante eso, el can de pelo marrón y hocico blanco no hizo más que soltar un lloriqueo nervioso.

– ¿Sakura te dijo que tengo pareja? – contempló Kakashi mirando hacia la Inuzuka, quien asintió con una sonrisa divertida. El profesor no hizo más que bajar los hombros para nada asombrado.

– ¿Cómo es que tu madre no está en la clínica hoy? – indagó el Hatake mirando hacia su exalumna, quien no tardó en darle la información.

– Está ocupada, Akamaru está a punto de ser padre de otra camada y está procurando que a la perra no le pase nada durante el parto. Cada vez más seguido me deja las riendas de esta clínica, ella está ocupada con sus clases de adiestramiento a la vez que nuestro padre se ocupa de las clases de equitación en la hípica con nuestros abuelos. – explicó ella tirando piquitos en voz alta al perro para que este se acercara mientras le tendía una golosina al perro, quien movió la cola un poco, un ligero avance. – ¿Cómo está Sakura? Hace días que no la veo.

– Bien, está pasando el fin de semana con su novio. – explicó Kakashi agarrando al animal sin fuerza alguna para dejar que Hana pudiera trabajar.

– La suerte que tienen algunas. – comentó libremente Hana concentrada en la labor, con la ayuda del profesor de filosofía no costó nada.

– No lo digas demasiado alto, tu tía me dijo que planea ir a una casamentera. – dijo como si nada Kakashi con gracia, haciendo a la Inuzuka reír.

Después de vacunar y hacer todo el papeleo restante para Uhei, lo llevó de compras a la tienda de mascotas para elegir lo que iba a necesitar para él, dejando que él eligiera algún juguete.

Una vez llegó a casa, vio como en la entrada había un repartidor esperándole con un enorme paquete, no tardó en recibirlo. Llevando el paquete dentro de su hogar, seguido de Uhei, fueron recibidos con curiosidad por la manada de perros que se encontraban olfateando al nuevo miembro. Todos los canes no tardaron en llevarse bien, por lo que se sintió relajado y pudo concentrarse en lo que había en el paquete.

Lo cierto es que él tenía planeado una sorpresa para Rin. Debía admitir que había estado un poco "especial" estos días, algo indiferente… pero es que sin que ella lo supiera, se había deshecho de lo que era su improvisada oficina y lugar de almacenamiento de sus novelas escritas por Jiraiya, dejando estas en el trastero. Para poner en marcha la habitación que iba a ser de su hijo o hija. Por eso, ante la supervisión, curiosidad de los demás integrantes de la casa, se puso manos a la obra.

Tardó varias horas en montar la cuna y demás muebles que se había pedido, estaba concentrado que hasta se olvidó de comer.

Sin darse cuenta, escuchó como Rin volvía del trabajo al reconocer el sonido de sus llaves por la gran cantidad de llaveros que la Nohara tenía en las mismas, también por como los perros parecían ladrar felices de su regreso. Salió deprisa de la habitación, dejando la puerta entreabierta, no tardó demasiado en preocuparse al ver que su novia parecía estar llorando aunque pronto lo disimuló al ver que seguía en casa. Pensaba que no estaba.

– Rin… ¿Todo bien? – saludó él acercándose a la morena.

– Ah, Kakashi… Hola… – respondió Rin forzando una sonrisa que no engañaría a nadie mientras acariciaba a Pakkun. Tomando al diminuto doguillo entre sus brazos mientras este movía la cola, pronto se reparó del nuevo perro que había traído, pero no dijo nada.

– ¿Un día tedioso? – indagó el Hatake acercándose a ella, sorprendiéndola colocando un mechón marrón de su cabello detrás de su oreja como caricia. Esa pregunta estuvo a punto de hacerla entrar en llanto, por lo que no le quedó más remedio que buscar la manera de distraerla y hacerla feliz.

No era la primera vez que la veía llorar de esta manera debido a casos severos, con los pacientes con los que ella se involucraba inevitablemente formando un vínculo cuando salía algo mal o la vida daba giros inesperados. Razón número uno por la que respetaba su trabajo.

– Ven, te tengo una sorpresa. – invitó Kakashi tomando su mano. – He estado un poco distante y ocupado estos últimos tres días, pero es porque quería… Bueno… En fin…

Cuando abrió la puerta, la Nohara se vio sorprendida al ver la cuna, con el colchón de color salmón junto a un moisés de motor de diferentes animales junto a lo que era una pequeña mesita de noche de color blanca y gris. Kakashi se vio sorprendido cuando Rin empezó a llorar, tapándose la cara con ambas manos, quedando de nuevo preocupado.

– ¿No te gusta? Siempre podemos devolverlo… – dijo el Hatake preocupado colocando una mano en un hombro de la morena, que solo negó con la cabeza.

– Rin ¿Estás bien? – cuestionó Kakashi abrazando a Rin completamente empezando a acariciar su espalda, pero no fue respondido. – Todo irá bien, los tres estaremos bien.

– Estoy bien. – mintió Rin sin poder evitar seguir llorando. – Son las hormonas, el trabajo, el estrés… Estoy… feliz.

Colocando una mano en su vientre, sabiendo que su hijo, pronto dejaría de existir, quería atesorar este momento con Kakashi al menos. Pensando que sería ideal decirle la verdad otro momento, cualquier otro día.

Solo, hoy no… – meditó Rin en lo que caía una última lágrima, esforzándose al máximo para sonreír falsamente, logrando engatusar a su novio fácilmente, mientras le rodeaba con los brazos. Observando como casi más de un perro se adentraba al cuarto para olfatear todo.


Cuando Sasuke y Sakura llegaron a casa del primero, se encontraron con la casa a oscuras. El Uchiha tardó nada en quitarse sus zapatillas deportivas, mientras que su novia se encontraba bajando la cremallera de sus botas para finalmente suspirar con satisfacción al llevar tacón por tantas horas.

– ¿Dónde están Itachi e Izumi? – indagó Sakura viendo que la casa parecía estar vacía. Justo en ese momento, Sasuke descubrió una nota pegada en el zapatero del recibidor con la letra de Itachi en ella, donde le decía que Shisui se encontraba cuidando a Satoru en su apartamento, que él y los demás junto a Izumi habían salido a cenar fuera y regresarían temprano mañana. También que había pizzas en el frigorífico además de que ambos perros ya habían sido sacados de paseo. Eso indicaba que no hacía mucho que se habían marchado.

Tanto que me insistieron para traer a Sakura a casa… – meditó el Uchiha mientras arrugaba el papel como si nada, para enseguida voltear a ver como su novia se entretenía mirando algo que se había comprado cuando él se encontraba entretenido dentro de una tienda de música.

– Salieron a cenar fuera con sus amigos. – respondió como si nada mientras le señalaba con la cabeza las escaleras a la pelirrosa, invitándola a ir a su habitación. Una sonrisa traviesa apareció en los labios de esta, pero en silencio obedeció adelantándose con tranquilidad hacia las mismas dedicándole una mirada significativa al pelinegro que no la pilló del todo, se encontraba más distraído mirando el meneo de las curvas de su cintura, su trasero y muslos desde atrás a la hora de subir a la segunda planta.

El hecho de que hubiera vestido esa falda, esas medias, era… En fin, que a día de hoy, después de todo, le costaba creer que una chica como Sakura, si fijara con un mindundi como él, porque sí… Podía ser un Uchiha, pero a veces no podía evitar pensar que la Haruno podría haber elegido alguien mucho mejor, cosa que no le gustaba imaginarse.

Una vez en su habitación, dejó que Sakura se tumbara en su cama dejando las bolsas al lado de la misma, mientras que él iba directo a tomar el mando de su consola conectada a la televisión del cuarto en paralelo a al colchón.

La pelirrosa hizo un ligero puchero al verlo empezar a reanudar una partida de un videojuego random de guerra y tiros. Le miró jugar atentamente, sentado en el suelo apoyado contra el lateral de la cama mientras ella se dedicaba a acariciarle la cabeza y los hombros de vez en cuando.

Fue entonces que no le quedó otra que recordar lo ocurrido esta mañana en el supermercado, sinceramente, era algo que no se le había marchado de la cabeza. Mirando hacia la bolsa cerca de ella, no pudo evitar sentir unas irremediables ganas de distraer a su novio de la pantalla.

– ¿Vas a pasarte todo este rato jugando a eso, Sasuke? – cuestionó la pelirrosa incorporándose en la cama, mientras se quitaba las medias de espaldas al Uchiha, quien solo la respondió con un monosílabo. Torciendo la boca con otro mini berrinche, no hizo más que pasar su pierna encima del hombro de él, pero nada.

– ¿De verdad me harás sacar el tema, Uchiha? – pensó Sakura dejando que al menos su novio se dedicara a acariciar por corto rato su pantorrilla.

Con un suspiro lleno de fastidio, se vio obligada a apartar la pierna de donde la tenía para finalmente levantarse. Se colocó delante de Sasuke, distrayéndolo de inmediato cuando ella se subió un poco la falda mientras se agachaba y se sentaba a horcajadas de él, quitándole el control de las manos, sin molestarse en apagar la televisión ni nada, tirando el comandamiento a un lado en el suelo. El gruñido del protagonista del juego no tardó en escucharse tras ser abatido.

Tomando las riendas de un beso apasionado, Sakura ya sentía como su cuerpo subía de temperatura, las manos de Sasuke que se mantenían en sus muslos y no subían de ahí, siendo extremadamente más tímidas que otras veces, la ponían a cien pese estás apenas moverse. Le traía recuerdos de su primera vez con él.

– Supongo que la que tendrá que comenzar a hablar de ello soy yo… ¿Hm, cariño? – inició la conversación la Haruno una vez separó sus labios de Sasuke y seguidamente le plantaba un pico en las comisuras. La expresión morbosa de su novio se le hacía algo adorable, por lo que mordiéndose el labio inferior a la vez que apartaba su largo cabello y dejaba que este cayera por su espalda mientras soltaba una carismática, pero corta traviesa carcajada, volvió a hablar contando con la atención del pelinegro. – Sobre el hecho de que te encontrara mirando con curiosidad el escaparate de condones esta mañana.

Sasuke no se tensó en absoluto cuando Sakura le sacó el tema de conversación, francamente debía haberlo supuesto. Que ella sacara el tema, le ahorraba tener que hacerlo él. Aun así, un sonrojo se hizo presente en su rostro y en las puntas de sus orejas, mientras apartaba momentáneamente su cara de ella.

– No estoy intentando ridiculizarte, solo me apetece saber la razón o lo que te pasa por la cabeza en cuanto a esto… – comentó la ojiverde acariciando con la punta de la uña de su dedo índice, la línea de la mandíbula de Sasuke, haciendo que a este se le erizara un poco la piel. – Se cuando tu cabeza está dando vueltas a algo, pero debo decir que, adorando tu faceta intensa, Uchiha… Estoy un poco desilusionada que no decidieras comprar ninguno en el supermercado esta mañana. ¿Es por lo del rumor que circula en el instituto de que una de nuestro año puede estar embarazada?

– No… – se atrevió a decir él después de varios segundos en silencio en el que buscaba la manera de responderle. – ¿Es cierto entonces? Lo de la chica…

– Es un rumor, puede ser cierto o no, solo se encontró una prueba de embarazo positiva en los baños femeninos de nuestra planta. Quién sabe si la chica es de nuestro año. – contestó ella volviendo a descansar sus manos por la zona del cuello y hombros del Uchiha. – ¿Eso te preocupa? De ser así no debería demasiado…

Ver como Sasuke arrugaba el ceño con confusión, la incitó todavía más. El gesto que ella hizo acomodándose mejor encima de él, distrajo a Sasuke, la muy molesta se había colocado así para acaparar toda su atención, sabía lo que hacía.

– Supongo que debí decírtelo antes, pero que más da… Es bastante complicado que me quede embarazada, Sasuke. Llevo un dispositivo intrauterino, desde hace tiempo. – explicó Sakura con facilidad, evitando especificar la fecha exacta, recordando que lo hizo por lo que Zaku y Dosu le hicieron. Por su lado, el Uchiha no tenía idea de lo que le hablaba su novia, solo se quedó con la idea de que usaba un método anticonceptivo, lo que lo relajó un poco, según ella…

– ¿Aun así puedes quedarte embarazada usando eso, únicamente? – preguntó él, jugando con las puntas del cabello de la Haruno tirando un poco de él sin hacer nada de daño, a ella no parecía molestarle.

– Es lo equivalente a un condón, Sasuke… , de la misma manera que esos se pueden romper, hay una ínfima probabilidad de que el dispositivo caiga o falle. También tomo la pastilla anticonceptiva. – sonriendo viendo la mirada más relajada del Uchiha, no pudo evitar volver a besarlo, invitándolo a su lengua a jugar con la suya. Cuando se separaron de nuevo, la pelirrosa le sonrió pícaramente, mirando como la mirada amatista de Sasuke parecía reflejarla toda ella como dos pozos de agua. – ¿Satisfecho?

– Hn. – musitó él, claramente más tranquilo, divirtiendo a su novia que negó con la cabeza ante ese monosílabo.

– Hn. – imitó ella para después sonreír y volver a besarlo como si nada por un periodo corto de tiempo.

Decidiendo provocar a su novio todavía más, terminó por apartarse de él, para enseguida tomar asiento al borde de la cama y cruzarse de piernas. La mirada de Sasuke rápidamente paró ahí. Disfrutando mirando la forma de sus pies, decorados con una pedicura de tonos plateados y turquesas, subiendo la vista hacia las líneas atractivas de sus piernas hasta donde llegaba su falda.

Mierda… – pensó él cuando vio como la Haruno le dedicaba una mirada burlona al verse atrapado echando una miradita.

– Oye, Sasuke… ¿Me darías un masaje en los pies? Estos están cansados de andar en tacones por horas. – pidió ella de una manera sigilosa aunque encantadora mientras le acercaba el pie de la pierna que estaba encima de la otra poco a poco. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Sasuke a la vez que tragaba saliva, pero aun así concedió al pedido de Sakura, sentándose frente a ella en la cama mientras ella se tumbaba en esta expectante.

Sakura suspiró ante las caricias que su novio le proporcionaba, aunque con torpeza, disfrutando mirando como este parecía deleitarse totalmente concentrado en la tarea que le había "pedido". Pronto las caricias fueron subiendo de los pies a las pantorrillas y al llegar a las rodillas, antes de que el pelinegro pudiera acercarse y subirlas más, lo frenó colocando un pie en su pecho.

– Nu-huh~ – dijo ella seductoramente, empujando con facilidad el cuerpo del Uchiha hacia atrás. – ¿Qué quieres, Sasuke?

Sasuke miró el pie de su novia con cierto brillo especial, incitándolo a tomar este por el tobillo mediante una caricia y acercar este a sus labios y finalmente plantar varios besos en el arco externo del mismo, esperando que la pelirrosa entendiera eso como su respuesta, sin dejar de acariciarla en esa zona intentando obtener el permiso para proseguir con sus intenciones, el cual no tardó en llegar gracias a una sonrisa lujuriosa.

Mediante besos y chupetones, Sasuke fue subiendo poco a poco hasta que al fin, sus manos llegaron por debajo de la falda que llevaba. Con una última mirada, usando algo de fuerza, acomodó la pelvis de la Haruno subiendo así instantáneamente la prenda que cubría su ropa interior inferior, revelando una tanga high waist hecho de microfibra y encaje de un tono rosa pastel y a su vez, algo transparente.

Antes de hacer cualquier cosa, el Uchiha fue interrumpido por la mano de Sakura, que rozó su mejilla, haciendo que él volviera a mirarla, inhibiéndola, como si le sonsacara por atreverse, pero antes de que ella pudiera decir nada, escuchó como él rasgaba como si nada, aunque con lentitud la frágil y pequeña tela que apenas tapaba su intimidad.

Sakura sufrió un espasmo que la hizo jadear cuando la lengua caliente del pelinegro dio el primer roce en los labios mejores de su vulva, consiguiendo que tuviera que acostar la cabeza encima de la almohada, aferrando ambas manos en esta dejando que el Uchiha rodeara sus muslos con sus brazos, separándolos más, con sus dos piernas dobladas encima de sus hombros.

– Ahn… – gimió Sakura cerrando los ojos, intentando no respirar demasiado fuerte cuando empezó a prestar más atención más arriba, en su clítoris, jugando con él con ímpetu.

– Ah~ Ah, Sasuke, ¡Hmm…! – soltó ella con la boca entreabierta, con los ojos medio cerrados debido al placer, animándose a colocar su mano en la cabellera azabache del susodicho, incentivándolo a continuar. A no detenerse.

Volvió a jadear fuerte cuando sintió primero como él adentraba la lengua dentro de su cavidad, apretándolo contra esa parte, cosa que Sasuke adoraba junto a todo el resto de reacciones de la Haruno cuando se entretenía a hacerle cada cunnilingus.

– ¡Ah! Uhmhmm… S-sasuke… – susurró ella entrecortadamente para después suspirar al notar como el mencionado introducía índice y corazón dentro de su vagina después de acariciar la zona con cariño, disfrutando del tacto húmedo de la piel, para rápidamente colocar la lengua de vuelta a donde estaba y empezar a mover los dedos con paciencia, a un ritmo no muy pausado.

Escuchar su nombre ser pronunciado de esta manera de nuevo, lo animó a seguir con todo, hasta que sintió como el cuerpo de la Haruno temblaba, señal de que estaba cerca del éxtasis. Sonriendo con satisfacción, levantando su mirada para chocar con esos preciosos ojos de color jade brillante, no se detuvo hasta que Sakura finalmente se deshizo en su boca mediante un sonoro orgasmo.

Una vez apartó el rostro de ahí, pasando sus dedos húmedos por sus labios ante la atenta mirada prendida de la ojiverde, ambos se quedaron en silencio hasta que Sakura decidió incorporarse y finalmente volver a unir sus bocas en un beso candente, que enseguida les hizo darse cuenta de que no habían tenido suficiente, aunque recordando algo, la primera decidió separarse…

Sentada en la cama, Sakura miró de arriba abajo a su novio, sintiendo sus mejillas arder, aunque en ese momento poco le importara si todo su rostro se asemejara a un pimiento rojo.

– Desnúdate, Sasuke… – ordenó ella suplicante, doblando las piernas a un lado. Mediante esta postura, el pelinegro pensó que tenía enfrente a una ninfa de un bosque de fantasía.

La habitación empezaba a quedar cada vez más oscura, lo que hizo que la pelirrosa encendiera la lámpara de la mesita de noche, acariciando el cable, ante la atenta mirada de su novio. Cuando la cara de ella volvió a él, su expresión pasó a ser una de expectación mientras se mordía el labio inferior.

Sasuke, con lentitud, empezó a sacarse la camisa blanca que llevaba, subiéndola no muy deprisa dejando que su novia se mordiera la uña del dedo índice, cautivada por los abdominales definidos de él, junto a sus tonificados brazos que tanto la enamoraban cada vez, siempre que la apretujaban contra él por cualquier cosa. Un beso, un abrazo, fuera donde fuera.

Pestañeó y permaneció en silencio al ver como Sasuke se desabrochaba el cinturón de sus jeans, desataba el botón y bajaba su bragueta para consecutivamente empezar a bajarlos hasta las rodillas. No tardó demasiado en comenzar a hacer lo mismo con sus calzoncillos azul marino que pronto liberaron su erecto y viril miembro, que logró hacer entrar más en calor el vientre bajo de la Haruno. Sakura no tardó en volver a acercarse a él, con la finalidad de rozar con la yema de sus dedos, sus labios, bajando a su barbilla y cuello hasta llegar a sus hombros.

Esta vez ella estaba dispuesta a hacer de este encuentro, un recuerdo para ambos, era algo que llevaba imaginando y deseando desde hace quién sabe cuando.

Sin apartarse demasiado del pelinegro, acercó la bolsa que se encontraba en el suelo y finalmente se levantó de la cama ante la atenta mirada del primero. Solo se podía escuchar el sonido de la consola además del reloj de la mesita de noche.

Empezó a retirarse el pequeño polo de estampado geométrico, quedando así solo con falda y blusa. Tirando la prenda al suelo detrás de ella, instantes después ya había desabrochado el primer botón de la blusa, que poco a poco dejó a la vista un sujetador de la misma tela que la tanga de antes. Inspirando fuertemente, Sasuke llegó a oler la dulce aroma a argán junto a la fragancia de su perfume que parecía tener toque a café acompañado de gofres y crema. Cuando la blusa cayó a sus pies, sintió unas inmensas ganas de abalanzarse sobre ella, pero esta vez, ambos parecían estar dispuestos a tomarlo con calma, por lo que seguiría las riendas que ella le daba. Tuvo que volver a tragar saliva cuando la vio desabrocharse el sujetador, sus pupilas se dilataron al volver a ver sus perfectos pechos al desnudo. Lo único que faltaba era la falda, la cual cayó en seco nada más soltar las hebillas.

– Oye, Sasuke… – llamó Sakura suavemente, al pronunciar su nombre de esa manera, para el susodicho fue como sentir una caricia. – Recuerdas que te dije, que tenía que comprar algo antes de reunirnos con los demás en el centro comercial…

Logrando llamar la curiosidad del moreno, la Haruno no hizo más que tomar la bolsa y sacar de ahí dentro, varias cosas. Condones, lubricante y una vela. Sacando un encendedor de su bolso que también estaba tirado en el suelo como si nada, encendió la vela y la dejó al lado de la lámpara…

– Digamos que desde la mañana, no he sacado de mi cabeza la imagen de ti con los condones extrafinos… – admitió Sakura con algo de diversión volviendo a acercarse al Uchiha y plantar un beso demasiado corto en los labios de él, que solo le impacientó. – No te imaginas, las cosas que han pasado por mi mente desde entonces.

Juntando sus bocas en otro intenso beso, Sakura cerró los ojos dejando que su novio la acercara más colocando su mano detrás de su cuello, pero no se sentó a su lado. Reconociendo la forma de la botella de lubricante, la abrió con una sola mano, para finalmente volver a separarse del Uchiha. Este observó con curiosidad como ella, de pie entre sus piernas, echaba algo de líquido en su abdomen, después de empujarlo algo hacia atrás. Un olor como a caramelo o chocolate, no sabía del todo cuál, llegó a su nariz cuando el gel también fue vertido hacia tus pectorales y cuello. Pronto notó las suaves manos de Sakura empezar a masajear la zona, creando fricción por toda zona donde quería, pero pronto también sintió a la atrevida lengua de la Haruno lamer por ahí, haciéndolo suspirar, la escuchó moverse y arrodillarse entre sus piernas.

Inspiró aire cuando la sintió echar algo de gel en su entrepierna erecta por lo pronto comenzar a masturbarlo con paciencia haciéndolo sisear de placer. Se tensó sintiendo una sensación agradable cuando Sakura masajeó sus testículos.

Volvió a sentir el mismo agradable escalofrío, nada más notar como la lengua de su novia daba vueltas por la punta del glande.

– Haré que lo goces, cariño… – susurró la pelirrosa impaciente para consecutivamente terminar de bajarle los pantalones y su ropa interior, sin tardar en volver a tomar su pene y seguir masturbándolo. Segundos después introdujo la punta en su boca y succionó.

– Sakura… – gimió Sasuke mientras escuchaba el sonido de la boca de su novia saborear su entrepierna con hambre, volvió a abrir los ojos al notar como ella volvía a pasar la lengua por debajo de su miembro y besarlo, acariciarlo, volver a hacer lo mismo con sus testículos para enseguida volver a meterlo en su boca.

– Hnf… Ah, mierd… – vociferó el pelinegro al sentir su cuerpo flotar en una nube, ante la sensación de tocar el fondo de la garganta de la pelirrosa como si nada.

Fue entonces que la vio apartarse un momento, lo que le hizo incorporarse al verla tomar algo de su bolso… ¿Era eso un… vibrador? Observó extasiado como lo introducía en su vagina para seguidamente tenderle un diminuto mando a él, no le hacían falta explicaciones. Al encenderlo ella siseó de placer y volvió a arrodillarse, esta vez más a cuatro patas aunque con las manos volviendo a entretenerse con su miembro, guiándolo de vuelta a su boca.

Al Uchiha le costó apartar la mirada de su entrepierna, mordiéndose el labio tras volver a gruñir haciendo que Sakura le mirara, aunque esta pronto jadeó con la boca llena cuando él incrementó la intensidad de la vibración del juguete introducido en ella. No tardó en darse cuenta de que acababa de hacerla llegar al orgasmo. Tomándola desde atrás de su cabeza, la hizo seguir con los movimientos, sorprendiéndola un poco hasta que ella finalmente volvió a la labor, poco a poco incrementando la velocidad.

– Sakura… Será mejor que… Estoy por… – dijo él mirando hacia su novia, pero esta tan solo la miró y retiró su miembro de su boca.

– ¿Vas a correrte, cariño? – respondió ella con travesura masturbándolo con más brío, que lo hizo gruñir, al sentir un espasmo placentero en su bajo vientre, Sakura volvió a meterlo en su boca y comenzó a mover su cabeza al mismo ritmo que el de sus manos no hace nada. Fue entonces que volvió a sentir como Sasuke la sujetaba de su melena para marcar el ritmo, abrió más la boca, gimiendo al sentir como el vibrador rozaba su punto g, al mantener las piernas dobladas. Sasuke pronto dejó salir todo su semen dentro de su boca mediante otro gruñido algo más grotesco.


Hinata se sentó en el borde de la barandilla del balcón de su habitación de brazos cruzados, estaba más que molesta, triste. Más que nada porque hoy se iba a celebrar su fiesta de compromiso. Cualquiera esperaría hasta ella tener dieciocho, pero no. Era demasiado tarde para su padre y para la arpía de Kaguya que no hacía más que estar de acuerdo a lo que este decía.

Escuchaba todo el equipo detrás de su vestido, peluquería, etc. Crear calvario dentro de su habitación. Lo que la dejaban cada vez más impetuosa. Desde que su padre la castigó por lo del foro, no habían hablado, lo que no era novedad, por lo que no era de extrañar que tampoco se hubiera enterado pronto de lo que se avecinaba. Nunca se tomaba la molestia de decirle las cosas, de nada, como costumbre. También había sido con temas de su madre.

Sin teléfono, sin nada… No podía frenar los deseos de escapar de esa jaula, no tenía una forma fácil de pedir ayuda y salir de ahí. Neji no estaba, se le había hecho saber que saldría con los demás, por lo que evidentemente no iba a ayudarla él, si llamara a las chicas, su padre se enteraría de forma u otra, no tenía a donde ir. Escuchando como Hanabi practicaba el número de violín que iba a tocar para los invitados en la fiesta, bajó la cabeza para finalmente apretar con su mano el borde de la barandilla con fastidio.

– ¿Srta. Hinata? Procedemos a empezar en diez minutos. – dijo la asistente de maquillaje sin nada más, volviendo a cerrar la puerta rápidamente. Ya se encontraba maquillada, por suerte, no le llevó demasiado tiempo. Ni siquiera pudo opinar de como iba a lucir.

Era como estar preparándose para un espectáculo de circo, en el backstage. ¿Debía entonces considerarse actriz? Era penoso…

Fue entonces que vio como los invitados se encontraban llegando a la entrada del portal. El asistente de su padre se encargaba de darle instrucciones a los camareros y personal contratado por una noche a guiar los coches para el aparcamiento. Se tensó al reconocer el coche de los Ostutsuki, arrugando la nariz al ver como salía de detrás, Toneri, arreglado con traje esmoquin negro. Ambos chocaron la mirada, mirándole saludarla abiertamente sonriéndole fríamente, cosa que ella no correspondió, pero al albino parecía darle igual.

A sabiendas de su suspensión, el muy pesado se había vuelto una sanguijuela, no la dejaba en paz y por suerte, la única parte buena de no tener su móvil con ella es que no tenía que leer sus estúpidos mensajes queriéndolo saber todo. No era de extrañar que a su padre le pareciera un buen partido.

Cenicienta quería ir al baile, pero ella quería huir de ahí, por lo que no… En estos momentos se consideraba antes, la princesa aurora de la bella durmiente. Lástima que no viniera maléfica para hipnotizarla para llevarla de hasta el huso de una rueca.

Porque me dejo… – reflexionó la pelinegra, girando la cabeza brevemente, fue así que se enderezó.

Quitándose las zapatillas, tomó unas deportivas que se encontraban escondidas debajo del banco empedrado y se las puso. Con cuidado de no hacer escándalo para que nada la descubriera dado que las luces de la fachada estaban prendidas, pasó las piernas por el balcón y saltó al tejado. Hasta finalmente bajar por la madera en la cual las plantas enredaderas subían por la pared, sin importar mancharse su falda larga de color crema. Por suerte, no era una casa demasiado alta, al ser mayoritariamente de arquitectura tradicional. No tardó en tocar el suelo, por lo que finalmente sacando su monedero que llevaba colgando en su cuello escondido bajo su camiseta, corrió por el jardín hasta la puerta trasera y salió de su casa.

El amor que sentía por Naruto, era más grande que el respeto que le tenía a su padre y compañía, por lo que sería devota a él.


Acariciando los pectorales de Sasuke nuevamente con la punta de sus uñas, decidió subir sus labios y empezar a besar la zona con amor y dulzura, feliz al sentir como el pelinegro la acariciaba en la cabeza del mismo modo en lo que se miraban completamente extasiados el uno por el otro.

Sasuke sentía como el suave cabello rosa de la Haruno también hacía cosquillas en su piel, no solo sus manos, hasta que finalmente dejó que ella se sentara de nuevo a horcajadas en él, obteniendo una maravillosa vista de ella desnuda encima de él.

La vio mirar hacia la mesita de noche. Cuando él la imitó notó como ella no hacía más que mirar la vela que había comprado. Confiando en ella cuando la ojiverde la tomó despreocupadamente.

– Al saber que te gusta el calor, Sasuke… Me pregunto… – susurró Sakura volcando la vela todavía encendida para verter la cera roja en el. Sus pupilas se dilataron cuando notó que le parecía gustar. Empezó a masajear de nuevo la zona, restregando sus manos como si se tratara de una serpiente a cualquier superficie. El frío del gel masajeador junto al calor de la cera, era sentir todo su cuerpo mantenerse dentro de un escalofrío. – Es curioso…

Volviendo a inclinarse hacia él para volver a besarle el cuerpo, pasando la lengua a ratos, hasta incluso pasearla por sus pezones, llegó hasta su cuello mientras ambos se tomaban de la mano entrelazando los dedos y finalmente volver a compartir un beso apasionado.

– Lo mucho que tenemos en común… – continuó ella aterciopeladamente para seguidamente volver a erguirse encima de él y echar algo de cera en ella.

Fue ahí que Sasuke subió ambas manos para acariciar la zona, en lo que la Haruno se dejaba acariciar libremente, gimiendo de placer, gozando de las duras caricias que su novio le regalaba, sobretodo por la zona de los pechos, disfrutando del tacto caliente de la cera en la piel suave de ella.

Robándole la vela con facilidad, esta vez quien se incorporó fue el Uchiha, acariciándole la mejilla dulcemente, haciendo que ella ladeara un poco la cabeza cerrando los ojos, aprovechó para empezar a besar la zona del cuello. Mirando de reojo el gel lubricante mientras seguía besando bajo la oreja de su novia, cuello y demás, decidió tomarlo y probar, sacando otro suspiro de ella al embadurnar esa parte un poco y enseguida saborear el gusto que daba, para seguidamente hacer o mismo con la cera solo que solo masajeó la zona.

Sakura le dio la espalda, al parecer le gustaba que le diera atención por ahí, viendo como ella se tumbaba boca abajo con las piernas dobladas hacia arriba, cruzada de pies. Echó bastante cera por toda la parte de la columna, sin tardar en mojar toda la piel expuesta. Se entretuvo más rato una vez llegó al curvilíneo y relleno trasero de la pelirrosa, sus nalgas parecían ser más acolchadas que cualquier almohada.

Sonrió con prepotencia cuando la escuchó jadear después de que él lo mordiera una de las nalgas sin hacerle demasiado daño, como si se tratara de un gato sobre estimulado haciendo una agresión tierna a su dueño y seguidamente propinarle una pequeña cachetada a la misma. Algo que no era la primera vez que le hacía.

Decidiendo no hacer ningún comentario burlón ante esa acción, por más que quisiera compararlo a una bestia salvaje, notó que él ya había tenido suficientes juegos previos tanto o más que ella.

Después de estar más de un minuto besándose de nuevo, Sakura tomó la caja de condones y abrió uno, colocándolo como si nada en el pene de Sasuke, que hacía rato que estaba despierto otra vez. Viendo como este no decía nada, le dedicó una sonrisa picarona para proporcionarle cierta seguridad y volvió a darle la espalda, colocándose a cuatro patas encima de la cama, sabiendo de sobra lo mucho que le gustaba hacérselo así desde la primera vez que probaron esa postura.

Los brazos le temblaron cuando el Uchiha introdujo su miembro poco después de restregarse levemente por sus labios húmedos, empezando pronto un vaivén no demasiado lento que la hacía suspirar, jadear y gemir de placer cada dos por tres.

– Ahhmm~ – soltó Sakura al sentir a Sasuke rozar su punto g constantemente con cada embestida, hasta el punto de que sus brazos finalmente flaquearon haciéndola quedar con los antebrazos contra el colchón, para rápidamente apretar las sábanas dejando que el orgasmo se apoderara de ella, pegando cortos jadeos agudos a la vez que su cuerpo sufría espasmos.

Soltando gruñidos en lo que apretaba con una mano un lado de la cadera de la pelirrosa, subió esa misma mano por la espalda, apartando los largos mechones de cabello liso y así poder descansar una mano en la parte delantera del cuello, disminuyendo la velocidad de sus movimientos, pasando a un vaivén duro mientras dejaba la otra en su hombro por un segundo en el que él se inclinó hacia adelante.

Mordiéndose el labio inferior, Sakura abrió de vuelta los ojos al notar como la mano ardiendo de su novio parecía inclinar su cabeza hacia atrás desde su mentón, por lo que la echó hacia atrás a la vez que arqueaba la espalda, sintiendo un agradable cosquilleo en su bajo vientre de nuevo. Cerró los ojos cuando el pelinegro la beso un par de veces castamente sin dejar de moverse, para finalmente volver a incrementar el ritmo de nuevo, sin bajar la intensidad.

Empezando a llegar a la cúspide de placer, Sasuke incitó a que su novia se recostara entera en la cama, presionando su espalda con su mano y por lo pronto incrementar todavía más el ritmo de sus embestidas.

Ambos disfrutaban escuchando el sonido de sus cuerpos chocar, hasta que finalmente la Haruno se corrió, trepidando, con el cuerpo brillante de sudor y lubricante. Su gemido se vio camuflado al tener media cara contra el colchón. Este se alargó cuando el pelinegro detrás ella, siguió con el vaivén hasta que él finalmente alcanzó el clímax. Liberando su semen sin salir de ella.

Intentando recuperar el aire, el Uchiha se tumbó a su lado, eliminando algo de sudor en su frente, notando algo en su espalda, vio que se trataba de la vela apagada. Esta había vertido algo de cera en las sábanas, la cual se encontraba seca e incrustada en la tela, pero no le importó.

Después de un corto rato en el que él abrazaba a la Haruno por detrás, besando su mejilla y detrás de su cuello, rodeándole el cuerpo con un brazo para mantenerla cerca, se levantó para empezar a dirigirse al baño tranquilamente. Notando la mirada verde de Sakura en él, se giró desnudo, atrapándola mirándolo sin descaro, apoyando el codo en el colchón para mantener apoyada su cabeza con una mano, moviendo los pies mientras le dirigía otra sonrisita.

– Deberíamos bañarnos… – propuso indirectamente él, sonriendo ladinamente, que no ocultaba sus intenciones.

No se diga más… – escuchó que decía su consciencia de manera ansiosa en lo que empezaba a levantarse para unirse a él, sin tardar en llegar a dónde el Uchiha, pasando delante de él, antes de que este cerrada la puerta del cuarto de baño.


Tomando un asiento en la barra del restaurante Ichiraku, Hinata se pidió el combo de entrantes y el bol de miso ramen con ternera grande, empezando a comer tranquilamente con hambre. Hacía tiempo que no comía otra cosa que no fuera un menú lleno de comida extranjera o extravagante.

De haberse quedado en su casa, apenas habría podido probar demasiado bocado siendo la protagonista de la noche. Cenar ahí no entró en sus planes, llegó distraída ahí, después de cortar por la calle desolada que la llevaba a una enorme plaza con fuente.

Su padre habría puesto el grito en el cielo al ver que ella había escapado, pero en realidad, sinceramente le daba un poco igual. Sabía que, el motivo número uno de retirarle su ordenador, teléfono y esas cosas, no fue nada más para meterse en su vida privada. Evidentemente, su asistente no solo le sacó todo aparato tecnológico de su habitación, también encontró como cierta caja personal había desaparecido, en el que habían notas, fotos y recuerdos que mantenía con Naruto. Algo cutre y simple, un cupón caducado que nunca usó que Kiba le dio después de encontrar el "presente" de Naruto pésimo, las fotos en las que él y ella salían juntos en antiguas excursiones, fotos de anuario, cartas y notas que nunca le dio…

Por lo que debía dar por sentado que ahora sabía de sus sentimientos por el rubio, por Naruto Uzumaki. Era fácil suponer, que el hecho de apresurar el compromiso, se tratara de un impedimento a que ella siguiera en ese plan, pero eso era algo en lo que su padre, puede que incluso Kaguya y Toneri, si es que estos sabían alguna cosa, que no le sorprendería… no obtendrían satisfactoriamente.

– Si que tienes hambre, Hyuga. ¿Acaso no comes bien en casa? – bromeó Ayame colocando otro plato de entrantes frente a ella sonriente. Ella solo se limitó en sonreír vagamente con cierta timidez para seguir comiendo en silencio.

– ¡Ei, Naruto! ¿Tan pronto vuelves? ¿De qué me sorprendo? – saludó la morena haciendo que Hinata se sorprendiera aún con comida en la boca, no esperaba encontrárselo aquí.

– Te quedaste con hambre ayer, ¿eh? – dijo Teuchi saliendo de la cocina del local trajinando consigo una bandeja de boles, cubiertos y demás vajilla limpia. – ¿Todo bien?

El rubio simplemente le dedicó una sonrisa brillante como si nada, para seguidamente repararse de la presencia de la Hyuga, aunque esta rápidamente apartó la mirada de él con timidez. Esta no se esperó que el Uzumaki tomara el taburete a su lado y ser servido rápidamente lo usual mientras el amo del restaurante le decía que era cortesía de la casa.

En silencio, Hinata siguió comiendo, ante la atenta mirada de Naruto a su lado, quien alucinaba un poco por el hecho de que alguien tan pequeño, pudiera comerse todo eso como si nada, pero no la culpaba. El viejo Teuchi cocinaba mejor de lo que él lograría cocinar algún día, en caso de proponerse aprender, claro.

– ¿Tú también vas a pasar de mí? – se dignó a decir Naruto cambiando a un semblante más serio después de dar el primer sorbo de su tazón de ramen. – Estoy cansado de que todos lo hagáis, créeme… Es como si todo lo que hago no le importara a nadie.

– Yo nunca… Te he ignorado, Naruto. – respondió ella en voz baja, para que solo él la escuchara. – Es totalmente lo opuesto, mejor dicho… Él la ignoraba a ella y ella, siempre estaba pendiente de cualquier cosa sobre él.

Naruto se quedó observando el perfil de la prima de Neji en silencio, asimilando esas palabras fácilmente, recordando ese día en el que ella se le declaró para por lo pronto marcharse corriendo sin que pudiera decirle nada. Bajando la mirada para verla de la cabeza a los pies, se fijó que iba medianamente arreglada. ¿Salía de una cita con el pomposo de su novio? ¿Acaso esta no fue bien y por eso estaba aquí? Por lo menos se alegraba de que ese tío raro no estuviera aquí… Le caía mal y parecía ser que era un sentimiento mutuo.

– No puedo creer que me digas eso, después de todo… – reclamó Hinata con tristeza, recordando cada pequeño momento con él, a solas o no. En los que lo sentía cerca, por más que él estuviera ensimismado en procurar mantener su atención y corazón a la menos indicada. A la jodida Haruno. A la miss popular, la causante de que la situación en su casa empeorara.

Ella no se merece lo que tiene… Nunca lo hará. – dijo para si misma chasqueando la lengua disimuladamente jugando con la ternera de su bol dentro del caldo. – Y la muy insolente, espera que le agradezca en parte por lo de Ami… ¿Quién se cree? Si tan solo pudiera verla como realmente es… Si en vez de verla a ella con esos ojos, me viera a mí…

Solo se escuchaba el sonido de padre e hija, dueños del restaurante detrás en la cocina, lavando trastes, además del agua hirviendo junto a los extractores de humo arriba en el techo.

Curiosamente, Naruto se encontraba incapaz de dejar de mirar a su compañera de clases, sin que ella se diera cuenta. Era la primera vez que hablaban desde la última vez que ella se le acercó, lo que lo hizo sentirse algo incómodo. Consecutivamente, a ese recuerdo, se le sumaron los de los sucesos posteriores a eso. El pasotismo de Sakura con él, las discusiones con ella, con Sasuke… , las peleas con él por ella hasta la fecha, esa tarde en la celda de comisaría, la bronca de Jiraiya, etc.

¿Habría alguna manera de poder temporalmente librarse de esa soledad? ¿De esa rabia? ¿De todo? Normalmente, se encontraría disfrutando su plato favorito, pero desgraciadamente ni eso le apetecía demasiado, por más raro que pareciera, no después de su conversación con su tutor.

Volviendo a mirar detenidamente hacia Hinata, le pareció entretenido verla enrollando un entrante con un buen puñado de fideos para seguidamente meter eso en su boca, detalle que le pareció algo curioso y ameno. Aparte de interesante…


Jiraiya invitó a Karin a entrar en el salón de su casa tranquilamente, se trataba de una visita inesperada, pero agradable.

– Si esperabas encontrarte a Naruto y a Sasuke aquí, no es así. – empezó el en un tono algo burlón volteando a mirarla mientras caminaban, pero la pelirroja solo se molestó en sonreír forzadamente algo incómoda. – No están en el mejor momento de su amistad.

Eso era algo que ella ya sabía. Puede que ella ahora mismo no se acercara al pelinegro, a Suigetsu o a Juugo, a nadie, en verdad, pero eso no quería decir que de cierta manera, ella no les observara en la lejanía. Al parecer, los dos últimos se habían acoplado al grupito de chicos de la clase del Uchiha, de los que como no, eran amigos de la Haruno.

Seguía sin reprocharles su abandono, al igual que seguía culpándose solo a ella por todo y no podía negar que les echaba de menos. Si era cierto que en Hokkaido ella se acoplaba a ellos tres más que nada por el pelinegro, pero no iba a olvidarse de que al pasar los meses, en cierto modo se fue encariñando a su manera de los otros dos, a su manera. Por más que Suigetsu fuera un besugo tontaina y cotorra que no cierra su serrucho de boca ni bajo el agua, soltando más a menudo que nunca, alguna pulla desagradable o insulto original. Se sentía algo más desafortunada solo por el mero hecho de también echar eso de menos.

Estaba al corriente de lo ocurrido hasta la fecha. Digamos que Naruto no era muy capaz de controlarse y no le pareció nada nuevo, descubrir de su actuar al descubrir que Haruno y su mejor amigo tenían tema e historial. Pese ella intentar en cierto modo que no lo fueran, por suerte, al final no se lo dijo a su primo, sabiendo perfectamente que podría reaccionar como lo hizo. Era algo de lo que la habría hecho sentir mucho más horrible de lo que se veía.

– Lo se, no vine por nada relacionado con ellos dos. – dijo ella en voz baja, masajeándose la sien debido al dolor de cabeza, para seguidamente subirse de nuevo sus gafas.

Si estaba aquí, era porque no sabía hacia donde partir y esperaba, que… De la misma manera que el Goketsu orientaba en cierta manera a Naruto, fuera capaz de echarle una mano con su situación, la cual se encontraba abochornada de contar en parte, porque iba a omitir muchos detalles. Para empezar, lo que le ocurrió y quién se lo hizo. Esperaba que en cierta manera, este pudiera…

– La verdad es que no he podido evitar fijarme que te tapas mucho en comparación a otras chicas de tu edad… – Por supuesto que no pudiste… Pensó la Uzumaki con sarcasmo observando como el profesor de literatura tomaba asiento en el sofá de la sala. – Aparte de que tu rendimiento académico ha bajado bastante desde los exámenes finales de semestre.

Karin no hizo más que bajar la mirada un poco abochornada con lo que se le decía.

– Pero por fortuna, al menos solo debo preocuparme de ti en cuanto a los gastos de la residencia y poco más. En eso estoy orgulloso, Karin. Al menos, contigo no tengo que pagar una multa de miles de yenes… Si supieras la última que Naruto ha hecho, caerías de culo al suelo. – eso llamó la atención de Karin, la cual tragó saliva incómoda. Sin poder evitarlo, bajó los hombros con tristeza, sabiendo ahora que a lo que venía, lo que esperaba, mejor dicho… No sucedería, ya se lo imaginaba echándola de ahí. La mala suerte estaba de su lado. Empezaba a arrepentirse de haber seguido la idea de Suigetsu en venir a Tokio, cada vez más.

– Y bien ¿Qué me cuentas, Karin? ¿A qué viniste? – preguntó Jiraiya haciendo que ella moviera los ojos con nerviosismo, quedando muda por varios instantes.


Regresando a su habitación después de cambiar las sábanas de su cama, poniendo las sucias a lavar, Sasuke vio como tanto Shiro como Kage habían ingresado a la estancia. El primero con su cabeza acostada encima de la espalda de la husky, cada dos por tres dando lametones al hocico de ella. Ambos apretujados en la cama de la misma.

Escuchando su teléfono vibrar, caminó hasta su escritorio para observar el mensaje que su hermano le había enviado preguntando si ya estaban en casa, en lo que Sakura salía del cuarto de baño, le envió una corta e indiferente respuesta.

Al voltear se topó con la espalda de su novia haciéndole frente, mientras ella se quitaba la toalla fina de alrededor de su cabello húmedo. Alzando las cejas al verla tomar su mochila para sacar de dentro un enorme estuche de productos de higiene, etc. caminó hacia ella al verla pasar el peine por sus largos cabellos finos, mechón a mechón. Tal parece que la Haruno seguía cuidando su cabello como si se tratara de uno de sus bienes más preciados, cosa que no le disgustaba. Siempre había sido suave como la seda y hermoso de ver debido a su brillo natural, sin olvidar de lo bien que olía siempre.

Acercándose a ella para tomarla desprevenida rodeándola por la cintura por detrás, esa sensación agradable que le ocasionaba con tan solo tenerla cerca volvió a hacerse presente con tan solo verla sonreír.

– Realmente necesito secarme el cabello, cariño… – comentó ella sonriendo con diversión sin hacer esfuerzos para apartarse, sin ser respondida para nada. Quien diría que en la privacidad estando juntos y a solas, el pelinegro podía llegar a ser una lapa.

Sasuke adoraba cuando le llamaba con ese apodo, lo consideraba como cierto privilegio y logro.

– ¿Me escuchas, Sasuke? – cuestionó ella cerrando los ojos completamente relajada.

– Hmp. – contestó él, a lo que la Haruno comprendió como una afirmación separándose a duras penas.

Después de que ella se secara el cabello, el Uchiha se encontró con el cepillo de su novia en sus manos, entendiendo rápidamente que se le encomendaba la tarea de cepillarle el cabello ahora seco. Estando así por minutos, la pelirrosa quedó totalmente relajada mientras terminaba de ponerse una mascarilla facial. Con curiosidad, observó como el pelinegro dejaba el peine y tomaba el tarro de crema para acercarla a su nariz, encontrando un olor demasiado fuerte. Lo entretenido para la ojiverde fue, ver a Sasuke dejarse embadurnar el rostro con el mismo producto que ella.

– Estás divino. – volvió a bromear la pelirrosa ante la expresión impasible del pelinegro, hasta que por fin terminó por reírse ella sola ante el aspecto de este. Le daba un aire a Eduardo Manostijeras.

– ¿Se supone que esto tiene que saber así? – dijo Sasuke al sin querer rozar con la punta de su lengua algo de crema, degustando y quedando horripilado del mal sabor.

Ya después de cenar y alistarse para dormir, acostados en la cama con la televisión encendida, Sasuke se apoyó de vuelta encima del pecho de Sakura bajo las sábanas. Disfrutando de las caricias que esta se administraba en su cuero cabelludo.

Fue ahí, que Sakura, mientras leía los mensajes de Ino y demás, mirando las fotos en las que su amiga y los demás celebraban el cumpleaños de la Yamanaka de manera inesperada, recordó algo.

– Fue una buena idea lo que propusiste a los chicos, creo que gracias a ti, la cerda pasó una buena tarde. A mí no se me abría ocurrido llevarla a la bolera. Ni siquiera sabía que había una. – habló la Haruno sin dejar de acariciar la cabella del Uchiha.

Kiba quería darle una fiesta sorpresa a Ino, quien se pasaba todo el rato, organizando eventos los cuales celebrar. Algo que había heredado de su madre, que no solo trabajaba como dependienta de su propia floristería. Para su mala suerte, la idea de planear algo se le ocurrió tarde como para hacerla en su casa, fue por eso que entre él, Chouji y Shikamaru decidieron llamar a Sakura para ver si se le ocurría algo más que pasar la tarde en el centro e ir a ver una mísera película.

Fue entonces que en un momento a solas, Sasuke le comentó a ella que en el centro comercial donde estaban, acababan de inaugurar una bolera con cafetería incluida, por lo que no dudaron en desaprovechar la ocasión.

– Nada… – musitó con voz ronca sin molestarse en abrir los ojos.

– Naruto causó otra escena ¿Cierto? – preguntó de la nada ella, llamando la atención de su novio, quien solamente levantó la vista, afirmando esa intuición con solo una mirada. – De lo contrario no se habría ido, al igual que Sai.

– No tenemos por qué hablar del tema si no quieres… – añadió la Haruno observando como Sasuke guardaba silencio, sin frenar en ningún instante sus caricias. – Es evidente. A fin de cuentas, me fijé en como Shikamaru les hablaba antes de empezar a dirigirnos a la bolera.

– Estábamos hablando de Karin con Suigetsu cuando Naruto se metió en la conversación, tuve que acallarlos o se pondrían a pelear. – respondió vagamente el pelinegro después de suspirar con fastidio. Quedando unos segundos en silencio, después recordó algo. – No fue Naruto, quien me rompió la bici.

Bajando su mano para acariciar la piel del cuello, la pelirrosa reflexionó esa última afirmación por parte de su novio. Conociendo las intenciones puras de Sasuke, sabiendo lo mucho que le importaba Naruto como amigo, esta situación no le dejaba para nada feliz. Era entrañable que, a pesar de todo el mal comportamiento que el Uzumaki había tenido con él, con ella… el Uchiha encontrara fácil ser honesto por cosas así. Por más que se tratara de algo estúpido que ella pudiera parecerle insignificante. Era eso lo que la gran mayoría malinterpretaba de él, según ella. Sasuke podía parecer un prepotente, maleducado, extremadamente arrogante, pero por su cara más pura… Él también era una persona muy honesta, se preocupaba por sus seres queridos, era capaz de ayudar. Tenía un corazón gentil debajo de toda esa coraza, por eso iba a dedicarse a tratarlo con cariño.

– ¿Quién fue entonces? – indagó ella dejando que el pelinegro se acomodara levemente sin moverse demasiado.

– No lo sé. – mintió él recordando brevemente lo que le Yamanaka le dijo el viernes, pensando que lo mejor era ahorrarle las molestias de saber que el autor de esa "broma" no era nada más que el gilipollas de Abumi, pero ahora mismo prefería no pensar en ese idiota.

– Yo también le echo de menos, Sasuke… – comentó Sakura acariciando ahora la trabajada espalda del mencionado, pasando la mano por debajo de la camiseta. – A quién eché más de menos que nunca de los dos, fuiste siempre tú… , pero el tonto de Naruto también fue un importante amigo para mí. Aun así, se que para ti es mucho más duro, imaginando que lo quieres como un hermano. Ambos siempre fuisteis más cercanos.

¿Cómo no amar a esta mujer? No le hacía falta hablar para que ella fácilmente supiera qué decir, para que no se sintiera solo con todas esas emociones.

Volviendo a musitar por inercia su característico monosílabo, no pudo evitar que una sonrisa genuina apareciera en sus labios, cuando su cabeza fue animada a ser incorporada, Sakura le tomó de las mejillas y las apretó levemente contra si.

– Yo también te quiero. – declaró la Haruno tranquilamente, intentando sonar algo prepotente, a pesar de que su tono delatara algo de mofa, a pesar de decir esas palabras claramente en serio, queriendo imitar al chico encima de ella, el cual se mantuvo en silencio, pero no menos feliz. Esas palabras hicieron que las pupilas negras del pelinegro se agrandaran, pero eso nunca se sabría, esa declaración era la primera en mucho tiempo. Los castos besos consecutivos que recibió en los labios justo después, disiparon el recuerdo de lo sucedido con Naruto esa tarde.


Naruto rodó dentro de la cama totalmente sereno, incapaz de dormir. Levantándose del colchón dónde se encontraba con cuidado, caminó hasta sus pantalones desperdigados en el suelo para finalmente tomar de los bolsillos del mismo, su teléfono.

Solo tenía un par de mensajes de Jiraiya que le preguntaba dónde estaba, pero nada más. Viendo la hora, se percató que era muy tarde.

La fiesta de los chicos, debió terminar hace horas… – meditó Naruto recordando el evento por mera casualidad, por más raro que sonase, se encontraba recordando más detenidamente todo lo que vio de Sakura esa tarde. Recordando lo linda que se veía, lo que a su manera de verlo, a ella no le parecería un trabajo difícil no serlo. Había hecho que más de una cabeza de algún que otro tío, volteara a verla, muy para su molestia. Él no era el único. Algo había cambiado en ella, la veía sonreír de nuevo más a menudo, pero no para él.

Seguidamente de vestirse sus pantalones rasgados y de abrochárselos, entró en Instagram para toparse de lleno con las muchas fotos de la pandilla pasándolo bien en una bolera. Como no, en casi todas las fotos en las que estaba Sakura, Sasuke estaba a su lado. Llegó a una, en la que la persona que hizo la foto, había fotografiado una foto de la parejita. Sasuke rodeaba los hombros de la pelirrosa sonriendo levemente, mientras que Sakura salía feliz mientras sujetaba un par de dedos de la mano que Sasuke dejaba caer por su hombro como si fuera algo natural. El collar con el uchiwa también era prácticamente visible.

"Tanto que habías querido que volviera Sasuke"

Algo acaparó su mirada en el suelo, a pesar de lo oscuro que estaba el cuarto. Se trataba del resto de la entrada del cine que Sakura le había pagado junto a las de los demás. Recordando como se la dio, por un momento pensó que la interacción habría sido demasiado fría o que otra persona se la habría pasado, pero no. Ella como si nada se la ofreció.

"No tienes derecho a estar cabreado conmigo, pero me da igual si insistes en estarlo, de todas maneras siempre haces lo que te da la gana"

Apretando el móvil lo suficiente haciendo que por error surgiera una captura de pantalla y seguidamente se le cerrara la pantalla, volviéndose esta negra, de pronto escuchó como Hinata, desnuda bajo las sábanas de la cama, cambiaba de postura para darle la espalda y seguir durmiendo. Al parecer no se había despertado.

Colocándose la camisa, y la chaqueta, caminó hasta la puerta y tras colocarse sus zapatillas deportivas, abrió la puerta silenciosamente y la cerró de la misma manera, sin tardar en predisponerse a caminar hasta su casa.

"Claro, cuando te conviene…"

El haberse liado y acostado con Hinata no fue planeado, ella simplemente, estaba ahí y a pesar de que no se tratara de Sakura, se sintió medianamente bien liberarse un poco, en cierta manera, de lo que sentía ahora mismo.

Recordando su objetivo, agarrando confianza, salió del establecimiento siendo despedido por las recepcionistas en la entrada, guardó su teléfono dentro del mismo bolsillo que antes y colocó las manos en puños dentro de su chaqueta, una de ellas aferrado a la entrada del cine, sin importar arrugarla más de lo que ya estaba.

Dentro de la habitación tres cuartos de hora más tarde, Hinata volvió a rodar en la cama, volviendo a la postura de antes encontrándose unas sábanas frías y vacías. Apenas abriendo los ojos completamente, notó como evidentemente se encontraba sola en la pequeña habitación. ¿Dónde estaba Naruto? Mirando hacia la pequeña puerta del baño, no vio que la luz estuviera encendida… ¿Se había marchado ya, dejándola ahí?


¿Hola? ¿Alguien? *Sintoniza el volumen del megáfono* ¿Hay alguien ahí?

Supongo que sí, ejem…

No crean que no me imagino lo que podrán decirme en cuanto a Naruto, pero no es para excusarlo… De verdad me interesa pedirles que intenten, aunque solo un poco, simpatizar con su situación. Por algo, el título del capítulo en verdad. Por más que este, haga más mención a Hinata vagamente, es más por él.

Puede que sea demasiado fuera de su personaje en lo original, pero eso no le priva que en un universo alterno, sea capaz de ser así. Naruto es un personaje que si lo planteas de manera diferente, puede ser mucho más interesante para escribir. En esta historia, está destinado a que os desagrade su actitud. A que le aburráis.

Me disculpo si su actuar fue demasiado desagradable. En cierta manera, espero haceros daros cuenta de lo tóxico que puede ser el término de "El tío simpático". Sobre todo aquel tipo de chicos que se describen así, cuando en verdad tienen más banderas rojas que Kanye West. Puede que exagere, pero Naruto nunca debería ser definido como un tío perfecto, por más que ciertos momentos sean vistos como cómicos.

Aparte de eso, quiero también decirles que Sasuke, podrá parecerles demasiado cariñoso. A mi modo de verle, teniendo a su hermano, a Shisui y a Obito… Le queda cierta familia. No lo ha perdido todo, su venganza aquí no es un tema relevante, es su pasado. Sasuke podrá ser una persona muy franca, pura, prepotente, orgulloso de su apellido, etc. , pero aun así… Con Sakura, será evidentemente más cariñoso, sobre todo en privado.

Debo admitir también, que cierta parte de mí, siempre se lo ha imaginado así con Sakura. Entiendo que a muchos les pueda parecer demasiado diferente, aun así… Esta trama no se basa en la original. Solo toca momentos que sí se parecen.

¿Qué pueden decirme de Jiraiya? ¿Creen que hizo bien y dijo todo lo que debía decirle a Naruto?

¿Qué planea ahora Kizashi? Eso se sabrá pronto… Aunque eso no quita que no quiera saber vuestras teorías.

¿Escuché Akatsuki? ¿Momentos con la familia Uchiha por allá al fondo? Espero haberles dejado satisfechos, tuve que basarme muy en mi perspectiva de esos personajes con el manga, tal vez puede que incluso más allá que eso. En un principio, los primeros no tenían intenciones de aparecer, peeeeeeeeeeeero… después de ver una foto de Konan que me gustó en Pinterest, se me ocurrió la idea. ¿Se lo esperaban? De seguro puede haber más de un/a fan de Konan (Pain, Deidara o Akatsuki en general) por acá. Esa parte está dedicada a ustedes.

Perdonen la pregunta de ahora, pero… ¿Les gustó la escena +18? Intenté hacerlo más pasional, más intenso, ¿Qué les pareció?

¿Ustedes que creen que pueda ocurrir a partir de ahí?

Me gusta leer todas vuestras opiniones y teorías.

Bueno chicos,

A los fieles lectores, de nuevo, muchas gracias por leer mi fic. Han pasado meses desde que empecé y la verdad es que por medio, han pasado muchas cosas. Si me dejáis sincerarme, no esperaba seguir con la historia hasta este punto. Todos los comentarios me han animado a continuarla.

Les deseo felices fiestas, pásenla genial.

Lo más probable, es que actualice el siguiente año, a no ser que me venga la inspiración.

Nos vemos pronto~

XOXO