CAPÍTULO 9:
NICK Y FABIA
Casa de Marucho, Enfermería
Hace 1 hora
Muchos pensamientos desfilaban por la mente de Nick en estos momentos, azotando sin misericordia alguna los peores miedos que podría sentir el pelinegro ante la amenaza que representaban los gundalianos para la Tierra.
El primero de todos ellos, y el que más pesaba en su cabeza, fue el arrepentimiento por no haber estado presente cuando Shun lo necesitaba, su mentor y sus compañeros habían enfrentado a Krawler y Glenn con la única ayuda de un desconocido, cuando el mismo Nick ya los había derrotado tiempo atrás. Deberían haber estado ahí para ellos, su intervención podría haber marcado la diferencia e impedir que un Bakugan tan valioso como Neo Zigzand Pyrus se perdiera en manos del enemigo.
Vladitor le decía que no era su culpa, que esta había sido responsabilidad de Shun y su necesidad de apartarlo del campo tras la pérdida del interespacio, pero Nick no podía verlo de esa manera. Después de todo, el había sido el más afectado por la pérdida del IB y no había hecho un buen trabajo tratando de ocultarlo, razón por la cual su mentor lo envió con Julie para relajar su mente.
Había funcionado, en su mayor parte al menos, realizar una actividad tan común y corriente con su amiga peliplata como lo podía ser el hecho vender limonada a modo de distracción lo había ayudado. Trabajar con Julie era refrescante, pues con ella no existía estrés alguno y podía enfocarse en una tarea mucho más sencilla como apartar a los chicos del Interespacio Bakugan.
Por desgracia, las pequeñas sonrisas que había logrado asomar trabajando con Julie se habían desvanecido en el momento en que recibieron el aviso de Dan diciéndoles que Shun y un caballero neathiano necesitaban ayuda. No hacía falta decir que se vieron obligados a desmantelar el puesto de limonada tan rápido como pudieron para asegurarse de que su amigo estuviera bien y conocer al herido caballero neathiano.
Linus Claude.
El peleador de Neathia no era nada de lo que Nick esperaba cuando entró a la enfermería. Siendo un soldado en plena guerra, el pelinegro había imaginado a un hombre grande y corpulento, con mirada severa en sus ojos y una postura erguida a pesar de los múltiples daños recibidos durante la batalla.
No fue nada de eso, no siquiera se veía mucho mayor que el resto del equipo. Linus Claude era un joven con mirada amable, orgullo herido y claramente incapaz de mantenerse en pie por sus múltiples heridas.
Sería hipócrita decir que estaba decepcionado. Después de todo, los Peleadores Bakugan no eran más que niños a comparación de auténticos veteranos de guerra. No obstante, a pesar de eso, habían visto cosas mucho peores que soldados entrenados y experimentados.
No, en su lugar, lo que más llamaba la atención de Nick era el hecho de que un joven de una edad semejante a la suya estaba involucrado en una guerra de esta escala. Por supuesto, no era algo nuevo, el mismo Nick salía con una vestal que había entrado a una guerra para el bando equivocado bajo una dura obligación mientras digería la pérdida casi definitiva de su familia. Sin embargo, eso no quitaba el hecho de que la guerra parecía ser un cruel idioma universal que hasta los más jóvenes estaban obligados a aprender.
Era injusto y Nick solo podía odiar aún más a los dirigentes de Gundalia, solo podía imaginar a los miles de peleadores tan o más que él teniendo que aventurarse al fragor de la batalla por culpa de la avaricia de otros. No era ingenuo, estaba seguro de que tanto neathianos como gundalianos debían estar en situaciones similares, era imposible que toda la raza de Krawler estuviera de acuerdo con esta guerra sin sentido.
Alguien como Linus Claude no debería preocuparse por el peso de la guerra, debería preocuparse por lo que querría hacer con su vida, por la forma en que contribuiría a su familia y a su propia vida. En lugar de eso, estaba tirado en una camilla, luchando por mantenerse despierto mientras balbuceaba una serie de disculpas a Fabia que terminaban siempre en lo mismo.
"El Elemento… tienen el… Elemento…"
Ninguno sabía que decir a ciencia cierta con respecto a lo que estaban escuchando, Claude murmuraba incoherencias entre balbuceos y disculpas, por lo que era difícil entender en su totalidad lo que decía.
No obstante, el hecho de tener a la princesa de Neathia con ellos ayudaba bastante a descifrar todos los enigmas que Claude había planteado con sus murmullos cada vez más inentendibles.
Ahora mismo, la princesa neathiana se encontraba reclinada en la camilla de Linus, mirando la pobre colchoneta que Kato y el resto del personal había organizado para Linus, mientras Shun se mantenía estático a su lado con una mirada claramente llena vergüenza por su derrota. Los demás les daban el debido espacio para no atosigar a Linus con presencias desconocidas.
–No puedo creer que los gundalianos tengan el Elemento –. Suspiró Fabia con pesar mientras acariciaba su sien.
–Con suerte, aún no saben que lo tienen. De no ser así, Neathia está perdida –. Dijo Aranaut en el hombro de su compañera.
Posando con cuidado su mano en el hombro libre de la princesa, Shun se permitió darle un suave apretón antes de hablar.
–Lo siento, Fabia. Fue culpa mía, no pudimos proteger a Neo –. Se disculpó el pelinegro mayor con pesar.
–No, fue culpa mía, Fabia. Si el ataque de Linehalt no nos hubiera alcanzado, esto no habría ocurrido –. Se lamentó Ingram saltando frente a la princesa con la cabeza gacha.
En respuesta, Fabia se permitió un segundo para enseñar una pequeña sonrisa triste en sus labios antes de acariciar con su dedo índice la cabecita de Ingram.
–Lo hecho, hecho está. Solo queda tratar de recuperar a Neo y este "Elemento" que dice Linus –. Interrumpió Leónidas a modo de consuelo para su amigo.
–Hablando de eso, Fabia, ¿qué es todo esto del Elemento? –. Expresó Dan con curiosidad.
La pregunta del castaño llamó especialmente la atención de la princesa peliazul, que reaccionó bajando la cabeza mientras cubría su boca y su nariz tras sus manos entrelazadas, provocando que su cabello cubriera su mirada clavada en el muro más alejado de la habitación antes de hablar nuevamente.
–Bueno, para hacerlo simple, el Elemento es la antigua fuerza vital de Neathia –. Respondió Fabia bajando las manos de su rostro.
–¿Fuerza vital? ¿A qué te refieres? –. Cuestionó Dan con curiosidad.
–El poder del Elemento no se parece a nada conocido en el universo, tiene la capacidad de convertir desiertos secos en tierras fértiles, puede traer felicidad y prosperidad donde solo había tristeza y desesperación. Por desgracia, dicho poder también es una fuente de tentación y existen quienes desean usarlo para satisfacer sus malvados propósitos –. Explicó Fabia reposando su peso en su silla.
–Una fuente de energía infinita, la capacidad de crear vida de la nada –. Simplificó Nick con una mano en su barbilla.
–La capacidad de mantener en un estado óptimo a todo un ejército por tiempo indefinido –. Secundó Ángel a su compañero.
La sola posibilidad era aterradora, pensar en lo que podrían hacer los gundalianos si obtenían una fuente de poder ilimitado como lo era el Elemento erizaba los vellos en la piel del pelinegro. Si tenían éxito en su objetivo de obtener un poder así, podrían invadir Neathia por el tiempo que desearan, sitiando el planeta hasta lograr su conquista.
Entender la magnitud de lo que se había perdido solo hizo que Shun y sus compañeros se sintieran peor. Lleno de vergüenza, el ojimiel bajó la mirada al suelo con pesar, mientras Ingram suspiraba con frustración y Hylash bajaba su cabeza y sus pequeños brazos hasta mirar el suelo.
–Entonces, más razón para culparnos. No debimos perder esa batalla –. Se lamentó Ingram una vez más.
–No fue su culpa, Ingram, fue de Neo –. Corrigió Leónidas a su amigo.
Al escuchar la declaración del dragón acorazado, todos giraron con escepticismo hacia el Bakugan con curiosidad por ver como justificaba sus palabras.
–Leónidas, agradezco lo que intentas hacer, pero no puedo aceptar atribuirle la culpa de mi derrota a alguien más –. Respondió el maestro ninja.
–Neo fue quién presionó a Linus para que aceptara la pelea, a pesar de tener una misión más importante entre manos. Si hubiera puesto sus prioridades en orden, el Elemento no estaría perdido.
Tras escuchar la justificación de Leónidas, Linus hizo un considerable esfuerzo por ponerse de pie, a pesar de sus múltiples heridas. Se veía molesto y tenía buenas razones para estarlo, Nick tampoco dejaría que hablaran así de cualquiera de sus compañeros en su ausencia. Sin embargo, esto era algo que tanto Claude como Shun y sus Bakugan debían oír, algo en lo que hasta el mismo Vladitor estaba de acuerdo, mostrando su aprobación a Leónidas por sus palabras a través de murmullos en el fondo de sus mentes.
–¿Cómo… te… atreves…? –. Reclamó el neathiano tratando de sentarse.
–Lo siento, Linus, pero sabes que es cierto. Neo puso su orgullo como peleador por delante de su misión, un error que puso a Neathia en peligro –. Argumentó Leónidas con tono calmo para evitar provocar al neathiano.
–Leo, no creo que sea bueno para los chicos escuchar esto –. Reprendió Drago con suavidad.
–Al contrario, Drago, tienen que entender que esto no es su culpa. Ya vi a suficientes miembros de los Peleadores lamentarse por cosas fuera de su control –. Dijo Leónidas sin perder su tono tranquilo frente a su amigo de escamas rojas.
Al estar en su hombro, cuando todos enfocaron su atención en Leónidas, pudieron ver el fuerte sonrojo que se formó en las mejillas del pelinegro, dejando en claro quien era el primero de esos miembros en lamentarse por cosas fuera de su control. Por supuesto, Nick no lo sentía de esa manera y no podía evitar pensar que todo lo que estaba sucediendo era su responsabilidad de algún modo, sin importar cuántas veces sus compañeros le repitieran que ese no era el caso. No obstante, eso no hacía que la vergüenza que se notaba en su rostro fuera más fácil de soportar.
–Vamos, amigo, no seas tan duro con Neo. Solo hizo lo que creyó correcto –. Defendió Akwimos al ausente Bakugan.
–Poner su orgullo y su honor por delante del bienestar de su planeta es lo que nos metió en esto en primer lugar –. Intervino Marduk en favor de Leónidas –. Puede sonar insensible, pero no lo hace menos cierto.
–No creo que podamos juzgar a Neo por lo que hizo. Al igual que nosotros, él también es un guerrero después de todo. Vamos, Leónidas, no me digas que tú no habrías hecho lo mismo –. Dijo Coredem adentrándose al debate.
–No si pone en peligro a la Tierra. Yo también pasé por mi fase de "todos los oponentes deben caer", pero no vale la pena si arriesgas tu mundo en el proceso –. Respondió el dragón oscuro.
–Con todo respeto hacia Neo, no pueden negar que fue imprudente su actuar. Se le encomendó una tarea por sus superiores y puso dos mundos en riesgo por defender su propio honor. Nosotros también hemos estado en guerra y sabemos que el orgullo no vale un mundo entero, mucho menos dos –. Dijo Ángel en defensa de su pareja.
La verdad es que Nick estaba de acuerdo con sus compañeros, Neo había sido imprudente al anteponer cuestiones meramente personales por sobre la importante tarea que se le había encomendado. No tenía sentido que Shun, Ingram y Hylash se castigaran por el error de alguien más.
No obstante, lanzar culpas a quien ni siquiera estaba presente no los llevaría a nada. Entendía que Leónidas había comenzado esto para consolar a su mejor amigo Bakugan y ayudarlo a soltarse de culpas que no deberían recaer sobre él, pero no tenía sentido seguir agitando a los neathianos.
–Sea como sea, el Elemento está perdido y tenemos que hallar el modo de recuperarlo antes de que sea demasiado tarde –. Concluyó Nick la discusión levantando las manos ligeramente.
–Es cierto, sin el Elemento, Neathia está frita –. Concordó Jake con el peleador más pequeño.
–No, no solo Neathia. Es tal como dijo Ángel, nuestros mundos corren peligro mientras los gundalianos tengan el Elemento. No se detendrán hasta que el universo entero esté a sus pies –. Respondió Fabia dándole la razón a la Bakugan.
Al escuchar las palabras de la princesa, Linus pareció reunir la fuerza para alejar sus pies de la camilla y posarlos una vez más en el suelo para consternación de todos los presentes que veían con preocupación como se tambaleaba sin siquiera dar un paso.
–¡Linus! ¿Qué crees que estás haciendo? –. Cuestionó Julie reposando sus manos con suavidad en los hombros del neathiano.
–Tienes que descansar, no estás en condiciones para salir de aquí –. Reprendió Marucho poniéndose delante del caballero.
–No puedo quedarme sin hacer nada. Debo arreglar todo esto, es culpa mía –. Dijo el peliazul tratando de avanzar.
–¿Estás bromeando? –. Preguntó Jake con incredulidad.
–Los chicos tienen razón, Linus, debes quedarte a descansar y reponer fuerzas –. Dijo Fabia en apoyo a sus amigos terrícolas.
Al ver a su superiora dándole la orden de quedarás atrás, un ápice de decepción se asomó en los ojos de Linus. Claramente estaba afectado por su derrota, pero ni siquiera eso logró borrar la determinación en su mirada antes de intentar avanzar nuevamente con una mano en la camilla.
–Lo siento, princesa, pero ni siquiera usted puede detenerme –. Dijo el caballero con agotamiento.
–Linus, por favor, espera –. Intercedió Aranaut con tono respetuoso.
–Perder a mi compañero y al Elemento justo frente a mis ojos…
Con impotencia acompañando sus palabras, Linus trató de dar un paso adelante, pero resultó completamente inútil cuando se vio incapaz de mantener su propio balance y amenazó con caer de bruces al suelo antes de si quiera poder apoyar el siguiente pie, sin darse cuenta del momento en que un collar metálico cayó de sus bolsillos.
Por suerte, Dan logró atrapar al peliazul antes de que cayera al suelo con dureza.
–Descuida, amigo, lo recuperaremos por ti –. Dijo el castaño con amabilidad.
–No solo es por Neathia, Linus. La libertad de todo el universo está en riesgo –. Respaldó Drago a su compañero.
Mientras Dan ayudaba al caballero a regresar a la camilla, Julie se tomó un momento para recoger el pequeño collar que había caído al suelo y que presumía la insignia del atributo Pyrus a modo de colgante sobre un cristal de tonalidad celeste.
–¿Qué es esto? –. Preguntó le peliplata con curiosidad.
–Es la identificación de los Caballeros del Castillo y un símbolo de la hermandad entre el peleador y su compañero –. Respondió el neathiano tomando asiento en la camilla.
–Linus, pueden contar con nosotros. Traeremos de vuelta a Neo por ti. ¿Verdad, chicos? –. Juró el castaño mirando al resto del grupo
–Por supuesto –. Asintió Drago con convicción.
Se dijeron muchas otras cosas, pero Nick ya no les prestó tanta atención. En su lugar, un plan comenzó a formarse en su mente mientras repasaba con precisión los últimos hechos acontecidos en el interior del IB. Si Neo Zigzand Pyrus era tan valioso como decía Fabia, los gundalianos estarían atentos a su intento de rescate, lo que los obligaría a descuidar otras áreas de su tarea.
Sería una oportunidad perfecta para recuperar lo perdido y salvar incontables vidas.
–¿De verdad quieres hacerlo, humano? –. Cuestionó Vladitor con curiosidad.
–No creo que se nos presente otra chance como esta en un futuro cercano, debemos aprovecharla.
–Nick, sabes que te seguiré hasta el final, pero no creo que sea buena idea hacer algo así por nuestra cuenta. En esta forma, no podremos ayudarte –. Advirtió Leónidas a su compañero.
–No pensaba ir solo.
Tan perdido estaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta del momento en que toda la atención de la sala se fijó en él y su gran silencio, que lo mantenía distante de toda la discusión que se estaba llevando a cabo justo frente a sus ojos.
–Nick, ¿sucede algo? –. Preguntó Izumi palmeando el hombro del pelinegro.
–Se me ocurrió una idea –. Respondió el peleador con una mano en su barbilla.
–¿De qué hablas? –. Cuestionó Shun a su alumno con curiosidad.
–Bueno, los gundalianos se las ingeniaron para capturar a uno de los caballeros de Neathia. Si nos conocen tan bien como dicen, esperarán que tratemos de rescatarlo sin importar si es especial o no –. Repasó Nick cruzando los brazos.
–¿A qué quieres llegar, amiguito? –. Preguntó Jake sin entender el punto.
–Seguramente, usarán a Neo para atraernos a una trampa –. Dijo Leónidas por su compañero.
–Los venceremos, esta vez yo iré con ustedes –. Respondió Dan con confianza.
–No estás entendiendo el punto, Dan. Si nos adentramos en el IB buscando a Neo, la atención de los gundalianos se centrará completamente en tendernos una emboscada. Eso le dará una oportunidad a un pequeño grupo para adentrarse en la sala de control y recuperar el interespacio –. Concluyó Nick con su plan.
Era una idea osada y muchas cosas podían salir mal, pero no podían negar que tenían mucho que ganar si el plan resultaba. Era la oportunidad perfecta de detener la ola de desapariciones y limpiar el nombre de los Peleadores Bakugan.
–¿Estás seguro de esto? –. Preguntó Fabia con preocupación.
–No, pero es nuestra mejor oportunidad. La mayoría estará tratando de salvar a Neo, por lo que la atención de Krawler estará enfocada en una sola cosa.
–¿Cuál es tu plan exactamente, Nick? –. Cuestionó Marduk al pelinegro.
–Izumi y tú se quedarán aquí, usarán el sistema de grabaciones para encubrirnos mientras recorremos los pasillos, así no sabrán donde estamos hasta que ya sea muy tarde. Después de eso, quiero que graben el momento en que confiesen haber realizado todos los secuestros del IB, les sacaré la confesión a golpes si es necesario –. Comenzó Nick apretando los puños mientras miraba a la pareja.
–Espera, incluso si Ren o Jesse se enfrentan a nosotros, aún habrá cinco gundalianos viendo la batalla desde la sala de control. Sé que eres bueno, Nick, pero cinco sujetos son demasiado, incluso para ti –. Objetó Dan con preocupación.
–Lo sé, por eso no iré solo, alguien más vendrá –. Respondió el peleador de cabello erizado.
Inmediatamente, todas las miradas se desviaron a Shun, esperando que éste se levantara de su asiento para apoyar a su alumno. Sin embargo, grande su sorpresa cuando el mismo Nick descartó la opción negando con la cabeza.
–¿En serio? ¿Con quién irás entonces? –. Preguntó Julie con angustia por su amigo.
–Sea quien sea, solo puede ser uno. Sospecharán si la mitad del grupo se encuentra ausente en el rescate –. Recordó Fabia a los peleadores.
En respuesta, Nick asintió antes de retomar la palabra nuevamente.
–Lo sé, Fabia, por eso iremos solo nosotros –. Respondió Nick con serenidad.
Un suspiro colectivo se escuchó en la sala por parte de los Peleadores, que veían al miembro Darkus con asombro. Claramente, ninguno esperaba que Nick eligiera voluntariamente a Fabia como su compañera nuevamente para otra misión; ni siquiera la misma peliazul, que veía con impacto como la seguridad en los ojos negros de Nick no flaqueaba y se mantenía firme en su decisión de tenerla como compañera.
–¿Estás seguro, Nick? –. Preguntó Fabia acercándose al pelinegro aún con asombro.
En respuesta, el peleador solo se acercó con delicadeza a la joven neathiana para posar con suavidad una mano en su hombro y darle un amistoso apretón.
Aún impactada por las palabras y el gesto del pelinegro, un leve tinte rojizo pintó las mejillas de la princesa neathiana mientras el terrícola batallaba con su propia incomodidad. No podía culpar a Fabia por su reacción, incluso después de haberlo protegido en su batalla contra Ren y Jesse, Nick no se había tomado el tiempo para agradecerle de forma adecuada por culpa de sus múltiples presiones.
Tomando aire antes de hablar nuevamente, Nick se permitió mantener su mano sobre el hombro de la peleadora neathiana, pero sin ser capaz de sostenerle esa mirada llena de sorpresa y un poco de ilusión.
–Me demostraste que estás dispuesta a cuidarme la espalda y ayudarme cuando más lo necesite. Confío en que tener a la mujer más fuerte del mundo a mi lado hará que los gundalianos lo piensen dos veces antes de atacar.
Aparentemente, la princesa se notó un poco decepcionada por su falta de expresividad a la hora de justificar su decisión. No podía culparla, la misma Elisa aún estaba aprendiendo a descifrar los gestos y significados ocultos detrás de las acciones de su estoico novio.
Temeroso de haber herido de alguna forma a la joven peliazul, Nick alejó su mano con cautela del hombro de la chica antes de rascarse con incomodidad la parte posterior de la cabeza con su mano izquierda.
–Lo que quiero decir es que no hay nadie más capacitado que tú para una tarea como esta. Creo en ti y en qué podemos recuperar el interespacio y salvar a los peleadores –. Se explicó el pelinegro con un poco de nerviosismo.
Con la misma timidez que acompañaba sus palabras, Nick levantó su mano al nivel de la joven princesa.
–¿Qué dices, Fabia? ¿Una vez más?
Para sorpresa del peleador, una pequeña sonrisa volvió a asomarse en los labios de la princesa neathiana mientras sus ojos brillaban ligeramente con la misma ilusión de antes.
La misma ilusión con la que estrechó su mano con firmeza.
–Me encantaría volver a trabajar contigo, Nick.
Interespacio Bakugan, Sala de Control
En el presente
Sus manos sudaban, marcaban ligeramente los guantes con los que estaban cubiertas, su agarre se apretaba de forma instintiva y su pie se movía con expectación mientras su mano derecha jugueteaba con la empuñadura de Colmillo posada firmemente en el cinturón atado alrededor de sus caderas. Estaba ansioso y solo podía esperar que ese mal presentimiento que lo acompañaba no fuera ningún indicativo del futuro.
Había pasado ya una hora desde que acordaron el plan, tomándose un momento para atender a Linus y arreglar todos los detalles que se requerirían para que la idea de Nick fuera exitosa.
Ahora mismo, el plan había comenzado y mientras que el resto del grupo se encontraba recorriendo el interespacio para atraer la atención de Ren, Nick y Fabia se preparaban con nerviosismo para infiltrarse en la sala de juntas de los Peleadores Bakugan y recuperar el control del IB.
Los pasillos se encontraron vacíos en su mayoría, la intervención de Marduk e Izumi desde los niveles inferiores de la casa de Marucho les había permitido adentrarse en las entrañas de los corredores sin encontrar resistencia alguna. Ahora, solo un pasillo recto los separaba de la puerta de acceso de su destino, monitoreada en la parte superior del muro por una cámara cubierta por la fachada de los muros que los rodeaban.
–¿Cómo van por allá, Marduk? –. Preguntó Fabia en un susurro a su dispositivo de comunicación.
–Estamos en eso, solo un minuto –. Respondió la voz del peliplata.
Si las cosas salían tal como habían previsto, Krawler o alguno de sus seguidores no podría evitar la tentación de usar un Bakugan tan poderoso como Neo en su contra, por lo que al menos cinco gundalianos deberían estar del otro lado de la puerta, siendo el único obstáculo que se interponía entre ellos y la recuperación del Interespacio Bakugan.
–¿Te sientes bien? –. Preguntó Fabia de pronto.
–Estoy bien, no te preocupes –. Respondió el pelinegro asomándose por el borde del muro para ver la cámara encima de la puerta.
–Nick, yo también he estado en el frente, sé cómo luce un soldado nervioso –. Dijo la neathiana posando una mano en el hombro del peleador.
Era vergonzoso admitirlo, pero tenía razón. Si bien Shun lo había entrenado para combatir a cualquier tipo de oponente, nunca se había enfrentado a alguien con tanta desventaja numérica.
–Calma, humano, tienes que mantenerte tranquilo –. Repitió Vladitor en su mente.
Para él era fácil decirlo, tenía eones y eones de vida que se traducían en una amplia experiencia en batalla. A sus 17 años, Nick no se había enfrentado a oponentes hábiles en el combate mano a mano que no fueran el mismo Shun. No contaba con el mismo campo que presumía Vladitor incluso estando atrapado en la mente y cuerpo de su antiguo némesis.
–Descuida, Nick, esta vez no fallaremos –. Aseguró Leónidas en el hombro de su compañero.
–Es cierto, nos tomaron por sorpresa la última vez. En esta ocasión, ese factor nos pertenece –. Recordó Ángel en respaldo a su pareja.
Seguido de las palabras de ambos Bakugan, Wolfang se permitió acercarse lo suficiente a la mejilla del peleador para acariciarla con su cabecita a modo de consuelo y calmante para sus nervios.
–Esta vez será diferente, Nicholas, tienes que confiar más en ti mismo. No olvides que este es tu plan –. Dijo Aranaut desde el hombro de la princesa.
–Descuida, estamos contigo. Tendrán que superarnos a ambos –. Concluyó Fabia levantando su pulgar y guiñando un ojo como gestos de confianza.
Asintiendo con una respiración profunda, Nick se permitió soltar un poco la empuñadura de su ninjato para tratar de calmarse. No conocía el motivo de su nerviosismo, incluso si los gundalianos lo superaban, Fabia podría someter hasta al más grande de ellos sin ayuda.
Tenía que relajarse, estaba dejando que la paranoia y el miedo de un nuevo fiasco lo superaran cuando debía mantenerse enfocado.
–Ya está, las cámaras estarán mostrando un vídeo repetido de los últimos diez minutos por las siguientes horas –. Avisó Izumi desde el otro lado de la línea.
–Entendido, nos dirigimos al objetivo –. Respondió Nick a la pelirroja.
–En cuento estén adentro, activaremos el sistema de grabación remota. Asegúrense de sacarles la confesión y nosotros la enviaremos por ustedes –. Recordó Marduk antes de que pudieran comenzar.
–Copiado, los veremos después –. Se despidió Fabia por los dos.
–Bien, Dan ya está en la arena con Arcale. Parece que Ren está con él, así que no tendrán problemas con dos de ellos –. Concluyó el peliplata antes de cortar la comunicación.
Rápidamente, ambos peleadores y sus Bakugan se aventuraron hasta el panel de acceso con múltiples botones para conceder acceso.
Solo serían cuatro gundalianos, eso era una buena noticia. El líder del grupo y el miembro más grande del mismo estaban distraídos con Dan y Drago, por lo que Glenn, Isis, Surrow y Brown debían ser los únicos del otro lado de la puerta.
Ya había sometido a Brown una vez en el pasado, pero había requerido de un movimiento rápido y de la estupidez de su séquito. Esta vez, no estaría solo y no podía decir con seguridad que tan bien entrenados debían estar sus compañeros. Si recordaba bien, Glenn e Isis se habían mostrado imperturbables cuando casi le rompía el brazo a Brown, por lo que ellos deberían ser los mejor entrenados. Al menos, en teoría.
Digitando rápidamente el código de acceso con su mano izquierda, Nick se permitió sujetar con su brazo libre la empuñadura de su ninjato, preparándose para cualquier eventualidad.
Acceso: Concedido. Bienvenidos, Peleadores.
–¿Listos? –. Preguntó el peleador al resto del grupo.
En respuesta, Fabia y los Bakugan asintieron con determinación.
Tomándose un segundo para respirar nuevamente, Nick presionó el botón de apertura de las puertas, dejando ver una vez más la sala de juntas del equipo.
Aventurándose en su interior, los gundalianos no parecían haber hecho grandes cambios, todo se veía exactamente igual que la última vez que habían estado en este sitio. Los muebles blancos se mantenían impecables, los equipos repartidos por la sala se veían en perfecto estado y la mesa de reuniones en un costado de la habitación no parecía haber sufrido cambios notorios de ningún tipo.
Nada parecía estar fuera de lugar, salvo por las cuatro presencias indeseables que los miraron desde el otro lado de la sala con una mezcla de sorna, incredulidad, rabia y temor repartida en partes desproporcionadas en los rostros que reflejaban tales emociones.
Jesse Glenn no se veía sorprendido, de hecho, lucía casi imperturbable. En cierto modo, era como si ya esperara que esto fuera a ocurrir. Cerrando su libro de poemas con una sonrisa ligeramente ansiosa, lideró al pequeño grupo un par de pasos hasta quedar al nivel de los peleadores.
Lena Isis lo siguió de cerca, luciendo fría en su expresión y dejando ir la ira que había acompañado sus ojos en favor de un semblante más neutral y muchos expresivo en cuanto emociones.
Mason Brown y Zenet Surrow se mantuvieron detrás de sus compañeros, aparentemente inseguros del reto que ahora tenían delante. Parecía que el primero aún recordaba con amargura su primer encuentro con el Peleador Darkus, aunque no podía decir lo mismo de Surrow, ya que no la conocía de nada más que lo poco que había visto de ella en los informes, seguramente falsos, de Krawler.
Sin embargo, algo más llamó la atención de Nick. Detrás de los cuatro gundalianos que les dieron una seca bienvenida, se podían ver las pantallas holográficas que proyectaban la batalla entre Dan y Arcale, la cual parecía haber avanzado de forma considerable en el tiempo que les había tomado entrar a la sala de control. Y tal como Marduk había dicho, Ren Krawler se encontraba a un lado de Arcale en su plataforma puesta con firmeza en la arena.
Por otro lado, en el campo, era posible divisar al Rubanoid Pyrus, el compañero de Sid Arcale. Y, al igual que Plitheon, se trataba de un Bakugan similar a un dragón, pero compuesto completamente de rubíes, desde sus grandes patas hasta sus alas, salvo por un par de corazas doradas repartidas por su cuerpo.
Si llevaba la cuenta correctamente, Sid y Rubanoid ya habían perdido dos veces contra Dan y Drago, por lo que deberían estar eufóricos ante la idea de vengar sus derrotas pasadas. De ser así, Ren parecía ser la única amenaza para su amigo castaño, pero la pelea se reducía a un uno contra uno.
Dan estaría bien, no tenía duda de eso. Así que lo único que quedaba era superar estos obstáculos y recuperar el control del interespacio.
–Termina con esto, humano.
Decididos a evitar que más peleadores cayeran en las manos de estos gundalianos, ambos peleadores dieron un paso al frente con la intención de terminar con esta ola de miedo.
–Veo que eres persistente, Nicholas –. Comenzó Glenn con su característico libro en mano –. Habría sido sabio de tu parte quedarte atrás. No quiero hacerte daño, terrícola, aún puedes retirarte con dignidad –. Propuso con tono cordial.
–No voy a dejar el sitio que yo mismo ayudé a crear en sus manos. Como uno de los fundadores del Interespacio Bakugan, es mi deber detenerlos –. Respondió el pelinegro.
–¿Y necesitas armas para eso? ¿Después de que venciste a Linehalt y Plitheon? Creí que eras de los Peleadores más fuertes –. Dijo Brown mirando el ninjato en la cintura del humano –. Pero recurres a esas cosas con tal vencernos. Empiezo a creer que te sobrestimé.
–Sería sabio cuidar tus palabras, gundaliano. La última vez que nos provocaste, casi pierdes el brazo –. Respondió Leónidas por su compañero.
–Esto no es más que una precaución, Mason. Creo que ya está claro que no necesitó de Colmillo para vencerte –. Provocó Nick sujetando la funda de su ninjato.
Deslizando con cuidado su dedo pulgar por la extensión del estuche, Nick empujó suavemente la correa en el borde que conducía al interior del objeto hasta posarla sobre la empuñadura de la espada. Sinceramente, no pensaba usar a Colmillo a menos que las circunstancias lo obligaran, lo último que quería era lastimar de forma permanente a alguno de los gundalianos y estropear los interrogatorios que las autoridades tendrían para ellos. Sin embargo, no dudaría en blandir la hoja si sus enemigos lo exigían.
–Temo que no hay suficiente espacio en este escenario para nuestros Bakugan y preferiría no tener que llegar a un acto tan bárbaro contigo como una pelea a golpes, terrícola. Te lo pido una vez más: vete de aquí –. Repitió Jesse una vez más.
–No quieres herir a Nick, pero están dispuestos a usar humanos para invadir Neathia. Entenderán porque me resulta difícil de creer –. Respondió Fabia con incredulidad.
–Cree esto, princesa: ninguno de nosotros está aquí por gusto. Si la decisión fuera nuestra, nunca habríamos puesto un pie en este planeta –. Intervino Lena Isis en respaldo a su compañero.
–Se infiltraron en la Tierra y ponen en riesgo la vida de incontables terrícolas, son tan culpables como el resto de los suyos a mi modo de ver –. Contestó Aranaut en el hombro de su compañera.
–¿Crees que nos hace felices estar aquí secuestrando mocosos? Tenía una vida mejor antes de todo esto. No queremos estar en su horrible planeta raptando niños, pero es lo que se nos exige –. Dijo Brown a modo de defensa.
–Ninguno de nosotros pidió estar aquí, teníamos una vida en Gundalia. Si quieren señalar a alguien de todo esto, que sea al emperador y su gente –. Respondió Zenet Surrow poniéndose al lado de su compañera peliazul.
No conocía de absolutamente nada a estos sujetos, pero podía imaginar cómo debía ser su vida actual en su mundo. Ya había convivido con Keith y Elisa lo suficiente como para saber lo que es estar a las órdenes de líderes corruptos y avariciosos en medio de una guerra.
Aunque le pareciera una insensatez, tal vez sí habría un modo de llegar a estos tipos y evitar que la situación se pintara de rojo.
–Escuchen, yo también sé lo que es seguir órdenes de alguien más, aunque no estés de acuerdo con ellas. Están bajo el mando de Krawler, ¿no es cierto? Entréguense ahora y los Peleadores Bakugan los ayudaremos a librarse de su yugo y el de su emperador –. Ofreció Nick con seriedad.
Una voz en su cabeza le decía que era una locura, que no debería intentar negociar si quiera con estos sujetos. Pero la tentación de detener todo esto sin lanzar un solo golpe era demasiada. Después de todo, remontándose a los últimos hechos, Ren era el líder de este grupo de desconocidos y él era quien había elegido desechar su oferta como si fuera basura.
Pero esa no era razón para no intentar negociar con su séquito. ¿Quién sabe? Incluso podría comenzar una rebelión entre sus enemigos en la Tierra.
–Nick, ¿qué estás haciendo? –. Murmuró Fabia a su lado.
El peleador solo se limitó a responder posando una mano en el hombro de la chica nuevamente mientras retomaba su oferta a los invasores.
–Si lo que dicen es cierto, ¿qué los espera al terminar esta guerra? ¿Seguir al servicio de amos egoístas que los convirtieron en criminales? –. Cuestionó el pelinegro acercándose ligeramente a los gundalianos.
–Es cierto, yo he estado en la misma situación que ustedes. Y puedo decir que los Peleadores Bakugan defienden la libertad de todos los seres que la merezcan –. Empatizó Ángel con los gundalianos –. Hagan lo correcto, y nunca tendrán que volver a arrodillarse ante nadie que no quieran.
Por un momento, los gundalianos dudaron, se notó en la expresión en sus ojos felinos que tenían curiosidad por la oferta. Parecía que la tentación era lo suficientemente grande como para que todos se miraran mutuamente con inseguridad. Incluso la sonrisa de Glenn se desvaneció por completo mientras dirigía su mirada a Isis y Surrow, mientras que Brown se notó pensativo.
La sombra de la duda y la inseguridad se mostró en las expresiones de los gundalianos, la frialdad en los orbes de Lena Isis se desvaneció para dar paso a una gran duda y tentación de tomar la mano que el Peleador Bakugan les estaba ofreciendo. Era casi tan palpable como el temor y la inseguridad en los ojos de Zenet, que se encogía visiblemente al lado de su compañera y se escondía como un felino cauteloso tras la espalda del gundaliano de cabello rubio.
Parecían dispuestos, llegó un punto en que Glenn e Isis se miraron fijamente con inseguridad en sus orbes mientras se encogían ante la sombra de la tentación.
Si Dan y Shun pudieran ver esto, seguro que podrían estar orgullosos de su primer discípulo al ver como les ofrecía a sus enemigos la oportunidad de quitarse las cadenas que los amarraban a una vida no deseada en un planeta que ni siquiera querían conocer. Incluso Vladitor parecía estar de acuerdo con este curso de acción, argumentando que serían herramientas útiles para terminar la guerra con Gundalia y finalizar esta terrible amenaza.
Ocultos debajo de la presencia del espectro de la duda y la tentación, los cuatro gundalianos se permitieron mostrar una pequeña sonrisa aparentemente triste mientras suspiraban con pesar.
De pronto, Glenn se alejó del resto del grupo para dar un paso al frente, acercándose a Nick con una tranquilidad asombrosa.
Instintivamente, la mano izquierda del pelinegro se cerró detrás de su espalda mientras enseñaba la otra completamente abierta en una falsa señal de confianza. Estaba dispuesto a hacer las cosas bien si ellos cooperaban, pero no sería tan tonto como para asegurar que ya los había convencido. Tenía que ser más listo, ya había cometido un error similar con Krawler y no podía darse el mismo lujo con su séquito. Hasta donde sabían, su historia tenía las mismas probabilidades de ser verdad o mentira.
Finalmente, tras dejar a Surrow completamente expuesta a los ojos de los defensores de la Tierra, Glenn se permitió mostrar una nueva sonrisa, tan triste como la última mientras sujetaba su libro favorito una vez más.
–No sabes en lo que te estás metiendo, Nicholas. Te puedo asegurar que Barodius y su gente no es como los otros enemigos que hayan enfrentado –. Comenzó el rubio con pesar.
–Tal vez sí, tal vez no, Jesse. No lo sabremos hasta que los enfrentemos y ustedes puedes ser parte de eso –. Respondió Nick apretando su puño tras su espalda.
–Dicen que desean su libertad, les podemos asegurar por experiencia que no la conseguirán luchando por aquellos que se las arrebataron en primer lugar –. Argumentó Leónidas en el hombro de su compañero –. Hagan lo correcto ahora y nosotros nos aseguraremos de que recuperen su vida. No habrá un Barodius ni un Krawler que se los impida.
–Ayúdennos a ayudarlos, chicos. Puede que nunca tengan una oportunidad como esta nuevamente –. Concluyó Ángel con tono amable.
El silencio predominó una vez más, ya no quedaba nada más que decir por parte de los terrestres. Las dulces palabras y propuestas se habían agotado, no quedaba nada que decir para convencer a los gundalianos si no cedían con este ofrecimiento.
Al lado del rubio, Isis se acercó con Surrow de cerca a un costado del peleador de abrigo verde, sujetadas fuertemente de la mano mientras esperaban que aquel que debía ser el segundo al mando de Krawler decidiera el curso de su destino en base a las palabras de los terrestres.
–¿Jesse? –. Llamó Zenet a su compañero con un tono increíblemente inseguro y hasta tímido.
Sin emitir palabra alguna, el susodicho solo se limitó a responder apretando con suavidad las manos de ambas chicas gundalianas mientras les enseñaba una pequeña sonrisa, en lo que parecía ser un intento silencioso de tranquilizarlas.
Tomándose un momento para ver las expresiones rotas de ambas peleadoras, Glenn se permitió mirar una vez más a los terrestres que lo habían vencido en el pasado antes de responder nuevamente.
–¿Puedes jurar que, si te ayudamos, tendremos protección? –. Cuestionó Jesse con escepticismo.
–Hablo por todos los Peleadores Bakugan al decir que, si cooperan con nosotros, los ayudaremos a recuperar aquello que su emperador les arrebató.
–Jesse, ¿qué haces? –. Preguntó Lena sujetando la muñeca de su compañero.
En respuesta, Glenn solo se permitió sujetar con suavidad la mano más pequeña de la peliazul mientras le dirigía una mirada llena de pesar y angustia, preocupación y tristeza.
Parecía que estos dos eran más cercanos de lo que habían imaginado originalmente.
Sin mediar palabra, Zenet sujetó al rubio por los hombros mientras se escondía tras su espalda, dejando ver únicamente su rostro en forma similar a la de un corazón con una mezcla de emociones que iban desde la angustia y el miedo hasta la inseguridad y la preocupación por lo que fuera a pasar.
Se notaba temerosa y eso no podía ser, no si quería poner a estos sujetos de su lado.
–Jesse, no podemos traicionar al emperador. Sabes lo que nos hará si lo hacemos –. Recordó Surrow con voz temblorosa.
Por fortuna o desgracia, Nick conocía bien este tipo de reacción. Después de todo, él mismo había atestiguado los límites a los que podía llevar el miedo hacia una figura. A pesar de que ya habían pasado más de seis meses, aún tenía muy presente las circunstancias que rodearon la muerte de Mylene Farrow y como el miedo hacia su carcelero la había llevado a preferir la muerte a la esperanza, a desechar toda posibilidad de buscar un mejor destino al lado del hombre que amaba.
Atentando contra su mejor juicio, Nick les tuvo lástima a estos sujetos. Si Barodius podía inspirar la mitad del terror que Zenoheld generó en el corazón de Mylene, esto podía terminar muy mal para todos.
Nick Takahashi no era perfecto, múltiples veces había reconocido su paranoia, su carácter obsesivo, su dureza impropia ante las situaciones más delicadas y su fragilidad frente a sus propios fallos. Pero no era un monstruo carente de empatía, también tenía un lado luminoso que se asemejaba ligeramente a las mejores características presentadas por los Peleadores Bakugan.
Y sin importar cuanto lo dijera esa horrible voz en su cabeza, estos sujetos frente a él debían ser tratados de una forma que Nick nunca había creído que mostraría a alguien más que no fueran Keith y Marduk, una forma mucho más amable.
La sola idea lo hacía revolverse con incomodidad, pero no por eso dejaba de ser buena. Al menos, para los propósitos de esta misión. Después de todo, ambos lados podrían beneficiarse de un trabajo en conjunto.
–Cuidado, humano –. Advirtió Vladitor con cautela.
–Tienen miedo de ese sujeto, lo entiendo perfectamente. Ya hemos visto esto antes y la persona a la que quisimos ayudar murió para nada –. Intervino Ángel manteniendo su tono gentil –. No cometan el mismo error que ella, permítannos demostrarles que todo saldrá bien si cooperan.
–Jesse, piensa bien lo que haces –. Recordó Mason a su compañero de pronto –. No tenemos ninguna garantía de que este humano sea sincero.
–¿Y si lo es? –. Propuso Glenn de forma repentina, cortando a su compañero en el acto –. ¿Qué tal si lo que dice es verdad y esto es justo lo que hemos estado esperando? La oportunidad de tomar el control de nuestras vidas.
Anonadado ante las palabras de quién debía ser el segundo al mando de este equipo, Mason se alejó sin dar crédito a lo que sus ojos y oídos transmitían para él con una claridad impropia de tal situación.
–Jesse, sé lo que sientes por todo esto y sabes bien que lo comparto, pero no dejes que la desesperación nuble tu juicio. No puedes creer en la palabra de los defensores de los mundos que invadimos –. Razonó Lena con el ojimorado.
–Jesse, por favor, no lo hagas. Si aceptas y el emperador lo descubre, te va a cazar y te usará como ejemplo. No dejes que eso suceda, por favor –. Pidió Zenet aferrándose al rubio con fuerza.
–Ellas saben que es una locura. No cometas un error, Glenn.
–Por favor, Jesse. No lo hagas.
Las súplicas iban y venían, todas incitando al líder temporal de este pequeño grupo a no aceptar un ofrecimiento que parecía ser tan arriesgado para ellos. Brown se mantenía fuerte incluso en su desesperación, pero Lena y Zenet se notaban temerosas por lo que su compañero pudiera hacer a partir de este punto.
No podía decir a ciencia cierta que entendía el vínculo de Glenn con las dos chicas, pero parecía importante para ellas. Por lo que Dan les había dicho, tanto Isis como Surrow se mostraban arrogantes y orgullosas a simple vista, pero esa apariencia se rompía en pedazos cuando se trataba de su temor hacia su tiránico emperador y lo que el su peleador Ventus pudiera hacer.
Viéndolo desde un lado táctico, esto podía ser una gran ventaja. Si lograban convencer a Glenn, sus amigas lo seguirían y tendrían una mayor fuente de información en esta guerra. Viéndolo desde un lado más emocional, Nick no sabía si podría soportar la imagen de estos tres distanciándose por el miedo y el anhelo de algo mejor. En cierto modo, lo hacían recordar a sus amigos y lo difícil que sería para todos si un día llegaran a separarse por miedo o ideologías.
De pronto, para sorpresa de todos los presentes, Glenn se giró un segundo para sostener las manos de sus dos compañeras antes de plantar un beso en cada una de ellas mientras mostraba una sonrisa en un pobre intento de consuelo, pero con un pesar muy palpable en el gesto.
Se tomó un momento para sonreírles a ambas chicas en un silencioso intento de tranquilizarlas antes de dirigir la totalidad de su atención a Surrow mientras depositaba un nuevo beso en su frente, cubierta por un velo de cabello esmeralda.
–Zenet, hazme un favor y regresa a Gundalia –. Pidió el rubio dejando atrás todo rastro de teatralidad y exageración en su tono, para reemplazarla con calidez y un sorpresivo afecto.
–Jesse, ¿qué vas a hacer? –. Cuestionó la joven con voz ligeramente temblorosa.
–Lo correcto –. Dijo el peleador en un suspiro mientras asentía y se alejaba.
Isis le dio su aprobación a su amiga, mientras seguía al gundaliano de ojos morados.
Obedeciendo la orden que se le había dado, Zenet se alejó un par de pasos mientras una lluvia de múltiples colores se formaba a su alrededor, dejando nada más que la imagen borrosa de la chica gundaliana desvaneciéndose en el aire mientras recitaba en voz baja una sola frase.
–Buena suerte.
Al quedar en puntos suspensivos con respecto a la decisión que tomarían los gundalianos, Nick y Fabia se acercaron nuevamente con cautela, esperando cualquier tipo de reacción que acompañara la respuesta del rubio.
Al ver a los Peleadores acercarse, Glenn solo pudo poner una vez más su mejor cara llena de teatralidad antes de hablar nuevamente.
–La última vez que nos vimos, terrícola, te dije que una gran oscuridad caería sobre ti –. Comenzó el gundaliano sacando su libro nuevamente –. Si este es el rostro que le ocultas al mundo que te amenaza, puede que aún tengas tiempo de cambiar eso.
–¿Qué quieres decir? –. Expresó Nick confundido.
–Me gusta pensar que, si nos hubiéramos conocido en circunstancias diferentes, nos habríamos llevado bien. Nos parecemos más de lo que te gustaría reconocer –. Respondió Jesse con un suspiro antes de mirar a los ojos del terrícola –. Por fortuna o desgracia, ambos tenemos personas que nos importan y debemos proteger. Por más tentadora que suene tu oferta, no voy a ponerlas en más peligro del que ya están.
–Glenn, piensa muy bien lo que vas a hacer –. Advirtió Fabia poniéndose al lado de sus amigos terrestres.
–Espero que sepan, Peleadores Bakugan, que sin importar lo que suceda este día, tienen mi respeto –. Concluyó Jesse antes de arrojar su libro.
Antes de que cualquiera pudiera replicar nuevamente, el libro de Glenn acortó la distancia con el rostro de Nick a una velocidad vertiginosa. Reaccionando tan rápido como sus reflejos se lo permitieron, el peleador consiguió mover a un lado su cabeza para evadir el duro golpe que recibiría del forraje del objeto, viéndolo pasar a pocos milímetros de la punta de su nariz.
Por desgracia, la distracción había funcionado perfectamente y quedó en claro cuando el puño del gundaliano se estrelló con fuerza en la mejilla izquierda del pelinegro, provocando que retrocediera un par de pasos, pero logrando mantener el balance para no caer de bruces al suelo.
Estando ya familiarizado con los golpes de sus enemigos, Nick logró recomponerse lo suficientemente rápido como para bloquear el primer gancho izquierdo de Jesse con su brazo derecho. Viendo su primer ataque fallar, Glenn optó por enviar nuevamente el mismo puño a las costillas del terrícola esta vez. Sin embargo, Nick sería más rápido al bajar el mismo brazo de antes para evitar el golpe de su contrincante y sujetando la extremidad en su fuerte agarre para evitar que se moviera.
Viendo su brazo izquierdo atrapado, Jesse usó su extremidad libre para tratar de golpear una vez más la mejilla descubierta del Peleador Darkus, pero viendo frustrados sus intentos de ganar terreno en la lucha al sentir el brazo izquierdo del pelinegro detener el avance de su ataque antes de sujetar su muñeca.
Teniendo sus extremidades superiores atrapadas por el peleador de cabello erizado, Glenn aprovechó la cercanía de sus rostros para golpear con fuerza su frente contra la del pelinegro, obligándolo a retroceder aturdido.
Inmediatamente después, Glenn lanzó una patada frontal hacia el estómago del peleador con intenciones de alejarlo aún más. Sin embargo, Nick alcanzaría a bloquear el ataque poniendo sus manos en el camino y manteniéndose estático en su lugar antes de azotar con fuerza la palma de una de sus manos en el lado interno de la pierna del gundaliano, provocando que éste se adelantara ligeramente, quedando justo en el punto de mira del aprendiz de ninja.
Instintivamente, Jesse usó la zona superior de su antebrazo para tratar de golpear la cabeza del terrícola, pero viendo sus intentos frustrados nuevamente cuando uno de los brazos del pelinegro se alzó para bloquear el ataque del gundaliano y el otro se elevaba lo suficiente con la mano en posición de garra para azotar la zona inferior de la palma contra la barbilla descubierta del invasor.
Al ver como el rubio retrocedía aturdido por el golpe en su barbilla, Nick dio una patada giratoria ascendente usando una de sus manos como punto de apoyo, logrando conectar el ataque a un costado de la cabeza del gundaliano.
–¡Les estamos ofreciendo su libertad, Glenn! ¿¡No vale la pena luchar por eso!? –. Exclamó Nick levantando su guardia.
–¡No si pone en riesgo a mis seres queridos! ¡Tú deberías entender eso! –. Respondió Jesse antes de lanzarse para retomar el combate.
Insoportablemente indispuestos a luchar por algo mejor, el fuego de la batalla se encendió una vez más y los contrincantes se abalanzaron entre ellos para someter de la forma más efectiva posible a quien estuviera delante.
Nick y Jesse se enfrascaron en su propia lucha, dieron inicio al combate tan anticipado con sus elecciones y ahora lo libraban en un costado de la habitación.
Desviando la mirada del terrícola, Fabia se permitió realizar su primer movimiento, corriendo hacia la gundaliana de cabello azulado al mismo tiempo que ésta replicaba su acción.
Estando frente a frente, Fabia se agachó con gracia mientras extendía una pierna con intenciones de barrer las de la gundaliana en un movimiento ágil y perfecto. Sin embargo, la enemiga sería mucho más rápida al dar un pequeño brinco que la elevó sobre la extremidad extendida de la neathiana, evadiendo su ataque con habilidad.
Viendo su primer movimiento fallido, Fabia no tardó en reincorporarse con la misma agilidad exhibida al mismo tiempo que lanzaba una patada giratoria ascendente a la cabeza de Isis, pero fallando una vez más en el momento en que la chica alejó la cabeza lo suficiente para esquivar el ataque.
Al tener una pequeña ventana de ataque, la gundaliana comenzó una veloz serie de golpes dirigidos a las zonas más altas del cuerpo de la neathiana.
Alejándose un paso, Fabia bloqueó el primer golpe dirigido a su costilla al mismo tiempo que elevaba su brazo libre lo suficiente para impedir el avance del segundo ataque que iba dirigido a su cabeza.
Al ver que sus intentos con los puños no daban resultados, Isis optó por una repentina patada hacia la cara de la ojiverde. Sin embargo, Fabia lograría moverse a tiempo para evadir el golpe mientras su contrincante retomaba su postura de combate antes de lanzar dos nuevos ataques con sus piernas a los costados de la princesa. Hábilmente, Fabia bloqueó ambas patadas al mismo tiempo que se alejaba lo suficiente para tomar impulso.
Con un fuerte brinco respaldado por el impulso logrado en su pequeño brinco hacia atrás, Fabia se lanzó sobre su contrincante con un potente empujón que envió a la gundaliana al otro lado de la habitación, haciendo gala de un perfecto control de su fuerza que le permitió alejar a la chica lo suficiente como para que no fuera una amenaza, pero no demasiada como para azotarla contra el muro que quedó a sus espaldas.
Al ver que Isis no podía ser rival para la mujer más fuerte del mundo, Brown rodeó la confrontación con cautela antes de lanzarse sobre Fabia para envolver sus brazos alrededor del cuello de la chica mientras saltaba sobre ellas y enredaba sus piernas alrededor de las de la neathiana.
–¡Princesa, resista! –. Pidió Aranaut a su compañera.
Agitándose tan rápido como pudo, Fabia trató de quitarse de encima al gundaliano que descartó el combate cuerpo a cuerpo en favor de un ataque sorpresa.
–¡Lena, vuelve aquí y golpéala! –. Exigió Mason jalando el cuello de la neathiana para intentar someterla.
La susodicha trató de regresar al combate, pero el dolor por el contraataque de la neathiana entorpeció sus movimientos, manteniéndola a un paso lento mientras se movía.
Al ver que su compañera no podría retomar el ritmo que llevaba antes, Mason separó uno de sus brazos del cuello de la princesa para azotar sus nudillos en el oído más cercano de la princesa.
Emitiendo un fuerte grito de dolor, Fabia cayó al suelo mientras sostenía la zona de su cabeza lastimada, momento que fue aprovechado por Brown para agarrar el cuello de su chaqueta y enviar a la neathiana al suelo antes de comenzar a patearla.
Instintivamente, Aranaut se cerró en su forma de esfera para tratar de abalanzarse sobre el gundaliano que atacaba a su compañera. Sin embargo, antes de poder llegar a su objetivo, la mano de una herida Lena Isis se envolvió a su alrededor, impidiendo su avance.
–¡Nicholas, necesitamos ayuda! –. Llamó Aranaut al humano tan fuerte como pudo.
Del otro lado de la sala, Nick y Jesse se encontraban en medio de un forcejeo, tratando de derribar a su oponente, ambos con sus brazos cruzados en alto mientras trataban de derribar al otro mediante patadas a las piernas sin mucho éxito.
–Humano, la neathiana está en peligro –. Alertó Vladitor al pelinegro.
–Brown e Isis la tienen en el suelo, Nick –. Dijo Leónidas a su compañero.
Normalmente, Nick habría optado por alejar a Glenn y lanzar a Leónidas y Ángel a las cabezas de los gundalianos para ayudar a Fabia. Sin embargo, la dureza de sus compañeros en sus formas esféricas podría generar graves daños a sus objetivos sin los equipos de protección adecuados y estos invasores aún tenían información demasiado útil como para dejar pasar la oportunidad de interrogarlos. Además, tener a Aranaut en las manos de la chica gundaliana sirvió como una advertencia de que no sería tan buena idea arrojar a sus compañeros a una batalla en la que ni siquiera podrían defenderse realmente.
En su lugar, Nick dio un salto que lo elevó lo suficiente para encajar su rodilla en el estómago del oponente, dándole una distracción lo suficientemente efectiva para quitar el seguro de la funda de Colmillo y liberar la hoja de su confinamiento antes de soltar la alargada jaula negra de su cinturón y arrojarla hacia la cabeza de Brown.
Tan distraído estaba el gundaliano en sus intentos de mantener a Fabia en el suelo, que no se dio cuenta del momento en que la funda del ninjato impactó en la parte posterior de su cabeza hasta que fue demasiado tarde y perdió el equilibrio por el golpe.
Viendo la oportunidad de reincorporarse, Fabia barrió las piernas del gundaliano con su brazo, provocando que éste cayera al suelo con dureza y dándole la oportunidad a la princesa de enfocar toda su atención en la chica de ojos azules.
Usando la fuerza superior de sus brazos, la neathiana bloqueó la próxima patada de su contrincante con sus brazos antes de empujarla tan fuerte como pudo desde su desventajosa posición para elevar sus piernas hacia el techo y azotarlas tan fuerte como pudo de regreso al piso a modo de impulso para reincorporarse una vez más.
Al ver que la neathiana podría recuperar el control de su propia batalla, Nick regresó toda su atención a su contrincante mientras blandía a Colmillo a la altura de su rostro, manteniendo a Glenn a la distancia con su pose amenazante y el ninjato en sus manos.
–Deberías rendirte, Glenn –. Dijo el terrícola rodeando el espacio que lo separaba de su oponente –. Te hicimos una oferta justa, les damos la oportunidad de recuperar las vidas que les arrebataron. ¿Por qué no luchar por algo así?
–No es personal, terrícola. Al igual que ustedes, los humanos, hacemos lo necesario para que la luz de la vida siga brillando sobre nosotros. Eso es todo –. Respondió el rubio mientras se quitaba su chaqueta, dejando ver la totalidad de su camisa blanca.
–Ya he visto eso antes, ¿sabes cómo terminó la última persona que nos dijo algo similar? Murió, murió frente a nuestros ojos y no pudimos hacer nada por ella –. Dijo Nick a modo de respuesta.
–Joven Glenn, tiene que entender que esta empresa ciega solo puede terminar de un modo: morirá en el campo de batalla o a manos de sus amos. Nosotros también pasamos por esto y puedo decirle que aún no es tarde para ustedes, aún pueden hacer lo correcto y evitar ese fatídico destino. Aún no es tarde para corregir el rumbo –. Trató de convencer Ángel al peleador con pesar.
–Si no lo haces por ti, hazlo por las personas que defiendes, gundaliano. ¿No crees que querrían algo mejor que vivir encadenadas a demonios egoístas y malvados? –. Respaldó Leónidas a su familia.
Jesse mostró una mueca de tristeza en sus facciones mientras terminaba de quitarse su abrigo y lo sostenía con fuerza en una de sus manos al mismo tiempo que seguía el ritmo de los pasos del pelinegro.
Se veía frustrado y un poco triste por lo que parecía a simple vista mientras cerraba los ojos y soltaba un suspiro de sus labios cansados.
–No hagas esto, Glenn.
Esperaba que se detuviera un momento, que se tomara un momento para repensar su oferta y ayudarlos a librar la guerra contra este emperador y sus ambiciones retorcidas.
Por desgracia, la única respuesta que Nick pudo recibir llegó en el momento en que Glenn abrió nuevamente los ojos de forma repentina antes de arrojar su chaqueta a la cara del terrícola.
Instintivamente, el Peleador Bakugan blandió su ninjato y lo usó para rebanar la tela de la prenda, dividiendo el objeto en dos partes de un solo tajo descendente. Sin embargo, el abrigo no se acercó solo, pues justo detrás de él llegó la forma de Jesse Glenn acercándose a gran velocidad, aprovechando que la hoja del arma se encontraba mirando al suelo para acercarse lo suficiente al terrícola como para embestirlo, clavando su hombro en el estómago del peleador y envolviendo los brazos alrededor de su cintura, provocando que la espada cayera de sus manos mientras se alejaban por la fuerza del empuje.
–¡Nick, resiste! –. Indicó Leónidas a su compañero.
Rápidamente, Takahashi salió de su estupor por el hecho de haber sido alcanzado por el rubio para posar la planta de sus pies en el suelo con toda la firmeza que le fue posible para ralentizar el movimiento del que era víctima mientras azotaba sus puños con toda la fuerza que pudo en la espalda expuesta del gundaliano.
No hubo suerte esta vez, Jesse consiguió azotarlo contra el muro más cercano, provocando que el pelinegro emitiera un quejido de dolor al sentir su espalda chocar con uno de los muros de la habitación.
Del otro de la sala, Isis vio como su compañero ganaba terreno en su lucha contra el terrícola y como su último movimiento provocó que la espada de éste cayera al piso mientras los contendientes se alejaban. Viendo la oportunidad de terminar con esto, Lena corrió tan rápido como pudo hasta quedar lo suficientemente cerca de la espada como para deslizarse por el suelo y alcanzar la empuñadura del objeto.
–¡Jesse, usa esto! –. Llamó la peliazul a su compañero antes de arrojarle el ninjato del humano.
En un abrir y cerrar de ojos, Glenn se giró con la suficiente velocidad para atrapar el arma por su mango mientras usaba su otra mano para presionar el pecho de Nick y dejarlo quieto en su posición.
–El guerrero es amenazado por su propia arma, un gran giro en los acontecimientos –. Comentó el rubio entre respiraciones agitadas.
–¿Qué esperas? Hazlo, Glenn –. Provocó Nick con las manos extendidas, listo para defenderse.
–No me has entendido, Nicholas. No me interesa lastimarte, mucho menos matarte. Lo único que quiero es regresar a mi mundo, tu muerte no hará eso posible –. Respondió el rubio sin bajar el arma.
–Me cuesta creer eso cuando aún me estás apuntando con Colmillo –. Contestó el pelinegro mirando el filo de su propia arma.
–Vete ahora con tus compañeros y no tendrás que preocuparte. Estamos siendo tan generosos como podemos, humano, deberías tomar la oferta.
–¿Y dejar a todos los chicos del IB a su merced? Olvídalo –. Respondió Nick sujetando la muñeca del rubio.
Con un veloz movimiento, el peleador de cabello erizado torció la extremidad de su contrincante para obligarlo a mirar el suelo brevemente, tomándolo desprevenido y aprovechando el momento para patear la parte posterior de la pierna más cercana del gundaliano, provocando que éste perdiera el balance y obligándolo a quedar con una rodilla en el suelo.
Inmediatamente, Jesse trató de realizar una estocada con el ninjato hacia el hombro del pelinegro. Sin embargo, el repentino golpe de tres pequeños Bakugan oscuros logró desviar su ataque lo suficiente para que el terrícola se moviera a tiempo y envolviera la palma de sus manos en los lados planos de la hoja para arrebatar el objeto de las manos del rubio.
Sorprendido, Glenn trató de moverse, pero el antebrazo del peleador humano impactando en su mejilla borró cualquier intento por lograr dicho objetivo, seguido de una patada que alejó al gundaliano para que ambos pudieran tomar distancia mientras respiraban con dificultad.
–Gracias, chicos –. Agradeció Nick a sus compañeros.
–Cuando lo necesite, Maestro Nick –. Respondió Ángel de forma cortés mientras Wolf ladraba en acuerdo.
–Tienen que terminar con esto, Nick. Drago no puede esperar por siempre –. Recordó Leónidas a su compañero.
–Sí, lo sé –. Dijo el peleador desviando la mirada para ver a su acompañante.
Del otro lado de la sala, Fabia se mantenía en combate con Isis y Brown. En circunstancias normales, Nick estaba seguro de que la princesa podría barrer el piso con ambos gundalianos con facilidad, pero la necesidad de contener sus golpes para no matar a sus enemigos fungía como un lastre para su desempeño en el combate.
Por lo visto, el mayor logro de la princesa hasta el momento había sido liberar a su compañero del agarre de Lena al torcer brevemente su muñeca, dejándole una intensa marca roja en el brazo.
–Humano, concéntrate. Aún no ganas esta batalla –. Recordó Vladitor al terrícola.
Tenía razón, claro que tenía razón. Aún no era momento de preocuparse por Fabia, a pesar de todo, ella demostraba ser capaz de sostener una batalla con dos enemigos al mismo tiempo sin importar que no podía luchar con toda su fuerza, mientras que Nick estaba teniendo problemas para someter a un solo gundaliano.
Pensándolo bien, sería más lógico que fuera Fabia la que se preocupara por él.
Blandiendo a Colmillo una vez más, Nick separó sus piernas en busca de un mejor equilibrio al mismo tiempo que Glenn retomaba su posición de pelea, listo para adentrarse una vez más en las llamas de un intenso combate.
Lo habrían hecho, estaban listos para seguir su batalla con la intención de decidir el destino del interespacio, pero un fuerte grito proveniente de los altavoces conectados a los monitores que les servían para vigilar las batallas detuvo a los defensores de la Tierra y Neathia en seco.
–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Neo Zigzand Pyrus!
La batalla habría seguido, pero justo en el momento en que todos los peleadores desviaron la mirada hacia las pantallas holográficas que mostraban el progreso de la batalla, un fuerte resplandor de múltiples colores envolvió por completo la sala, cegando momentáneamente a todos y obligándolos a cubrirse el rostro para no lastimar sus ojos debido a la intensidad del fenómeno lumínico.
–¡Nick! ¿¡Qué está pasando!? –. Llamó Fabia desde una posición desconocido en la sala.
–¡No lo sé! –. Respondió Nick corriendo hacia los controles.
Sus compañeros lo siguieron en su carrera, dejando atrás la batalla con Glenn mientras se acercaba a los paneles con los ojos cerrados y tapaba su rostro con uno de sus brazos.
Jesse no lo siguió, ya fuera porque quería que la luz bajara su intensidad o porque no podía ver nada debido a la fuerza del fenómeno lumínico. Fueron momentos que Nick aprovechó para alcanzar los controles y bajaba su rostro a la altura de los botones para teclear una rápida combinación con su mano libre.
–Sistemas de seguridad: Activados. Atenuando el nivel de iluminación en los monitores del campo de batalla 03.
Rápidamente, las grandes pantallas holográficas comenzaron a pagarse con un tono oscuro opaco que cubrió casi por completo la proyección, dejando ver con impacto a los combatientes las imágenes que se reproducían en secuencia desde el campo de batalla.
Esperaban ver a tres Bakugan en la arena, con Neo en medio de la confrontación entre Drago y Rubanoid, esperaban ver a Dan y al resto de los chicos tratando de convencer a Neo de ayudar a Drago o al mismo Neo tomando tal decisión con tal de poner a salvo el Elemento y volver con Linus.
No fue nada de eso. En su lugar, lo único que vieron fue a Drago, con un aura de fuego rojizo brotando de su interior mientras hacía gala de una nueva apariencia que ninguno podía reconocer en su totalidad.
–¿Qué… qué fue lo que…? –. Comenzó Brown con confusión al ver al nuevo Drago en las pantallas.
–¿Acaso él… él…? –. Cuestionó Jesse sin poder soltar la última palabra de su frase.
–Evolucionó –. Concluyó Isis por sus compañeros.
Las grandes alas que Drago siempre llevaba en su espalda se habían dividido para formar cuatro grandes apéndices que se encontraban erguidos incluso mientras colgaban de su espalda, los cuernos en su cuello y su cabeza se hicieron más altos y el más grande en la punta de su cabeza ahora mostraba una parte trasera que apuntaba hacia el cielo, muy similar a la que había tenido cuando era Cross Dragonoid; al mismo tiempo que un par de cuernos de doble punta se formaron arriba y atrás de sus ojos apuntando al mismo sitio que su espalda. Por otro lado, su pecho mostraba una placa dorada en forma de V por encima de un patrón vertical de marcas doradas que descendían hasta llegar a sus caderas. Finalmente, su cola terminaba en una estrella de cuatro puntas que se columpiaba de un lado al otro con el movimiento del apéndice más bajo.
–¡Lumino Dragonid! ¡Es tu nueva evolución, amigo! –. Indicó Dan en la arena mirando sus nuevas cartas.
–¿¡Lumino Dragonid!? ¿¡Cómo es posible!? ¡No debería haber evolucionado de la nada! –. Exclamó Arcale con furia.
–Neo lo hizo evolucionar, parece que sí poseía el Elemento después de todo –. Explicó Krawler a un lado de su compañero.
–No importa si evolucionó, ¿eso qué? Aún no he terminado con él –. Dijo Rubanoid en respuesta antes de abalanzarse sobre su oponente.
A pesar del ataque del dragón hecho de rubíes, Drago no retrocedió ni un poco. En su lugar, se mantuvo firme mientras tensaba sus músculos y alas en posición de defensa, listo para probar sus nuevos poderes contra su contrincante, al igual que su compañero.
–Poder activado: Fuego Cruzado.
Liberando una intensa llamarada de fuego serpenteante de sus alas, Drago lanzó el primer ataque de su forma Lumino sin moverse un centímetro de su posición.
Las llamas lograron interceptar a Rubanoid en pleno vuelo, aunque hizo su mejor intento por esquivar tal ataque, su gran tamaño y peso le impidieron lograr la movilidad requerida para conseguir su propósito, viéndose envuelto en el ataque de su contrincante mientras emitía un rugido de dolor y la energía de su atributo lo cubría, deformando su silueta hasta convertirlo en una esfera que cayó a los pies de su peleador.
Indicador de vida de Sid: 0%.
–¡No! ¡Esto no puede ser posible! –. Gruñó el gundaliano más grande con ira.
–Bien hecho, Sid, los ayudaste a recuperar el Elemento –. Dijo Ren en respuesta antes de correr hacia la salida.
Se había terminado, habían logrado su cometido, aunque no como habían querido. Drago ahora poseía el Elemento, aquello que tanto habían deseado recuperar ya no solo estaba al alcance de los Peleadores Bakugan, también era parte de ellos.
Saboreando la victoria, Nick se giró de su lugar para apuntar su ninjato hacia Glenn una vez más, el cual apenas comenzaba a salir de su estupor. Era obvio que pensaba lo mismo que él y le costaba creer que Neo Zigzand Pyrus, el Bakugan que él mismo había ganado en su batalla contra Linus de forma limpia, se hubiera perdido por culpa del idiota de Arcale y el estúpido de Krawler, que no pudo proteger el tesoro que tenía entre manos.
Tenían la teoría de que Ren y su séquito no podían ser soldados reales, por más entrenamiento que tuvieran en combate y en las batallas Bakugan, su comportamiento no era el de auténticos soldados. Los Peleadores Bakugan habían convivido activamente con soldados reales en Nueva Vestroia y sabían bien como debían comportarse. Esta era su confirmación, tal falta de disciplina era impropia de alguien en ese puesto.
–Se acabó, Jesse. Perdieron esta batalla –. Dijo Nick sin bajar a Colmillo de su lugar.
–No cantes victoria tan pronto, humano. Puede que hayamos perdido el Elemento, pero aún tenemos el interespacio –. Objetó Brown entre respiraciones agitadas.
–¿Y cuánto crees que va a durar eso exactamente? Drago tiene el Elemento y superó a Rubanoid con un solo movimiento, Leónidas derrotó a Linehalt, Ángel, Ingram y Wolf vencieron a Plitheon y tú perdiste contra Jake, Mason. ¿De verdad crees que controlarán el interespacio por más tiempo? –. Cuestionó Fabia con incredulidad.
–Los superamos en número y en poder, gundalianos. Sean prudentes y ríndanse –. Sugirió Aranaut saltando al hombro de su compañera.
–Incluso si ganan esta batalla, Drago puede vencerlos a todos sin problemas. Imaginen lo que pasaría si luchamos todos juntos –. Amenazó Leónidas con sus ojos brillando en un intenso tono rojizo.
Los ojos de los gundalianos se ensancharon notablemente al entender el significado de las palabras del dragón oscuro. Drago podía someter a sus Bakugan con un solo movimiento cada uno, Leónidas había demostrado ser capaz de soltar el infierno en la tierra con su ira del mismo modo que Ingram y Ángel tiraban el cielo sobre sus enemigos cuando deseaban hacerlo. Solo podrían imaginar la aterradora combinación que serían todos los Peleadores Bakugan juntos en un mismo campo de batalla.
Los gundalianos eran fuertes, pero no estaban listos para enfrentarse a un desafío de ese calibre y se notó en el momento en que los brazos de Glenn e Isis se soltaron notablemente, faltos de más energías para pelear.
De pronto, un débil pitido de escuchó en el BakuMetro azulado de Lena Isis, lo que obligó a la chica peliazul a levantar el dispositivo a la altura de su rostro para ver que estaba sucediendo.
Por suerte, la respuesta no se hizo esperar, en la forma de la voz desesperada y genuinamente furiosa de Ren Krawler.
–¡Lena, hora de irnos! ¡Los Peleadores tienen el Elemento! ¡Tenemos evacuar cuanto antes!
–¿Y que hay del interespacio? –. Preguntó la gundaliana con la mirada fija en Nick y Fabia.
–¡Ahora que tienen el Elemento, no tardaremos en perderlo! ¡Tenemos que irnos ahora! –. Respondió Isis sin perder su tono.
–¿Y que le diremos al emperador?
–Yo hablaré con él. Solo háganme caso y salgan de ahí antes de que los humanos los alcancen.
Aparentemente resignados, los tres gundalianos se mostraron descontentos ante el cambio de circunstancias que se mostraron en los últimos momentos. De algún modo, habían pasado de tener la absoluta ventaja a perder todo lo que habían conseguido en cuestión de minutos.
–Supongo que esto es un "hasta pronto" –. Suspiró Jesse realizando una pequeña reverencia.
Instintivamente, Nick se acercó a Glenn lo suficiente para posar el filo de su hoja a unos cuentos centímetros del peleador gundaliano para amenazarlo e impedir su escape.
–No irán a ninguna parte –. Declaró Nick con fuerza.
En lugar de mostrarse, aunque fuera un poco intimidados por sus amenazas, Jesse solo le dedicó una sonrisa triste a su oponente antes de suspirar con cansancio y un poco de pesar.
No se veía alterado en lo más mínimo y eso no le gustaba, indicaba que estos invasores tenían algo entre manos para lograr sus metas y mortificaba a Nick no saber que era.
Finalmente, tras unos segundos de silencio, Jesse habló nuevamente mientras tomaba la mano de Isis con cautela.
–Nick Takahashi, el Caballero Negro de los Peleadores Bakugan. Espero un día leer la odisea que aguarda esta guerra para ti y tus amigos.
Aprovechando el momento de confusión de parte del peleador, Glenn usó la palma de su mano alejar de un movimiento la hoja del ninjato y conectar una patada en el estómago del terrícola que lo alejó unos cuantos pasos mientras se reincorporaba junto a sus compañeros de equipo en un parpadeo.
–¡No!
Lo último que se vio en la sala de control, fue la imagen de un aura de luz perdiéndose en medio del espacio bajo la atenta mirada de Nick y Fabia, que veían con frustración como sus enemigos habían logrado escapar una vez más.
–Nick, Fabia, ¿pueden oírme? –. Dijo una voz de pronto desde uno de los bolsillos de la princesa neathiana.
–Aquí estamos, Marduk. ¿Qué ocurre? –. Respondió la peliazul mientras ayudaba a su compañero a levantarse.
–Lamentamos que no hayan podido atrapar a los gundalianos, pero les tenemos noticias que quizás los animen –. Respondió Izumi por su novio.
–¿De qué se trata? –. Preguntó Nick adolorido por la patada de Glenn.
–Enviamos el inicio del vídeo al padre de Marucho. Ahora mismo debe estar en el departamento de policía con la confesión de Brown, demostrando que no tuvimos nada que ver con la desaparición de los peleadores.
–Entonces, ¿nuestros nombres están limpios nuevamente? –. Cuestionó Leónidas por su compañero con ilusión.
–Muy pronto lo estarán, el padre de Marucho se está encargando de todo, también pudimos intervenir en el sistema de vídeo mientras estaban distraídos y sacamos las grabaciones de la batalla de Ren mostrando su verdadera forma. Tal vez no hayan podido atrapar a los invasores, pero al menos lograron sacarles su confesión y pronto se demostrará nuestra inocencia y la existencia de los gundalianos.
Casa de Marucho, Salón Principal
2 horas después
Después de tanto tiempo sufriendo por culpa de los invasores, lamentándose constantemente por cosas que no pudo evitar y temiendo todos los días por el sinnúmero de peleadores perdidos, se sentía bien no preocuparse por los medios nuevamente, ni la idea de ser acosado por periodistas y reporteros que lo veían como un criminal.
Por una vez en los últimos días, desde que había comenzado esta horrible pesadilla, Nick se sentía tranquilo mientras se reclinaba en el sillón más cómodo del salón principal con una pequeña sonrisa en sus labios.
Hasta nuevo aviso, el Interespacio Bakugan estaría completamente cerrado y bloqueado para cualquiera sin permiso de uso, nadie más podría entrar sin el nivel de autorización exigido por las Industrias Marukura y era obvio que no le darían tal obsequio a nadie.
Después de buscar en cada esquina del IB actividad gundaliana y no dar con nada en ningún sector, se sentía bien decir que habían purgado el programa de cualquier presencia indeseada y puesto a los peleadores que aún quedaban fuera de todo esto. No fue una medida muy popular, pero en cuanto se comenzaran a dar las noticias por internet y en televisión nacional, todos tendrían que comprender la verdad.
Aunque no lo hacía sentir muy cómodo la idea de que la vida extraterrestre más allá de los Bakugan fuera demostrada de esta forma. Klaus siempre había ambicionado convertir este suceso histórico en una reunión pacífica y amistosa entre los humanos y los vestals, pero los gundalianos se le habían adelantado por mucho.
Viéndolo desde una perspectiva optimista, tarde o temprano, los humanos descubrirían la verdad. Pero temía el cómo se lo tomara el público ser tan hostil el primer acercamiento entre las especies, especialmente considerando que una de ellas comenzó secuestrando a algunos de los especímenes más jóvenes de la otra.
Los nervios lo carcomían y sabía bien que una nueva ola de preguntas caería sobre los Peleadores y las Industrias Marukura. Ya podía imaginar la presencia de cuerpos gubernamentales tocando a sus puertas y sentía profundamente no poder estar ahí para Julie, Marduk e Izumi cuando tuvieran que convertirse en el rostro y la voz pública de los Peleadores Bakugan en la ausencia del resto del equipo.
Ahora, se encontraban todos en el salón principal de la casa de Marucho tras haber terminado de arreglar todos los detalles para que el IB se cerrara en su totalidad hasta nuevo aviso.
–Bueno, ¿qué hacemos ahora que el interespacio está seguro? –. Comenzó Jake con inseguridad, aunque en el fondo sabía la respuesta.
–Nosotros debemos volver a Neathia. Ahora que sus números son finitos, los gundalianos no tendrán más remedio que lanzar a sus mejores soldados para enfrentarnos –. Respondió Aranaut en el hombro de Fabia.
Viendo que su compañero tenía toda la razón, la princesa asintió antes de levantarse del sofá y dirigir su atención a los Peleadores en la sala al mismo tiempo que un apagado Linus la seguía.
Por lo que tenía entendido, Neo se había visto obligado a dar su vida para que Drago pudiera evolucionar al recibir el Elemento. Si su teoría era cierta, Neo debió recibir una herida mortal en algún momento de su carrera como guerrero, que lo dejó al borde de la muerte y que solo logró sanar a través del Elemento. Podía empatizar con eso, era lo mismo que le había pasado a Nick cuando perdió a Leónidas.
–Es cierto –. Afirmó la peliazul con pena –. Peleadores, sé que les estoy pidiendo mucho y están en todo su derecho de decir que no, pero… –. Comenzó la chica antes de ser cortada por Dan.
–Descuida, iremos contigo.
–¿Cómo? –. Expresó la princesa confundida por la rapidez del Peleador Pyrus.
–Iremos con ustedes a Neathia a pelear –. Declaró una vez más el castaño con determinación.
–Podría ser peligroso, ¿están seguros, chicos? –. Respondió la chica mirando a Shun a su lado.
En respuesta, el Peleador Ventus se levantó con la misma determinación que su amigo para posar una mano en el hombro de la princesa.
–Seguros, los gundalianos son una amenaza para todo el universo y hay que detenerlos.
–Aunque hemos hecho buenos contraataques, aún hay miles de chicos prisioneros en Gundalia y necesitan ayuda –. Complementó Marucho levantándose de su asiento.
–Pero dejarían muchas cosas pendientes aquí en la Tierra, se creará un gran problema cuando se sepa de la existencia de nuestros mundos –. Recordó Linus a los terrícolas.
–Nosotros nos haremos cargo de eso, no tienen de que preocuparse –. Respondió Izumi con seguridad.
–Es cierto, nosotros podemos encargarnos de eso con la ayuda del padre de Marucho. Además, si logran rescatar a los chicos prisioneros en Gundalia, la gente no dudará que somos realmente los buenos –. Respondió Julie abrazando por los hombros a la pelirroja.
–Tenemos todo bajo control, no tienen de que preocuparse –. Concluyó Marduk con un gesto a los Peleadores.
De pronto, toda la atención de la sala se fijó en Nick y en como su silencio le había impedido dar una respuesta a las preguntas de Fabia.
Seguro esperaban que rechazara la idea al ser el Peleador más comprometido con la protección de la Tierra. Sin embargo, para ser sincero consigo mismo, estaba de acuerdo con Julie, no tenía sentido quedarse en su mundo sabiendo que la oportunidad de detener todo este mal se encontraba en Neathia y Gundalia.
Si querían parar todo esto de forma definitiva, tenían que cortar el mal de raíz e impedir que los desaparecidos siguieran siendo las ratas de laboratorio de los gundalianos.
–Nick, ¿tú qué dices? –. Preguntó Fabia desviando la mirada con aparente temor al rechazo de su petición por parte del peleador.
No tenía nada de que temer, no después de lo que habían vivido juntos en los últimos días. De algún modo, Fabia Sheen se las había ingeniado para evitar su desagrado de una forma que Ren solo pudo haber soñado durante tantos meses de mentiras y decepciones, había logrado algo así en unos pocos días de convivencia.
Tomándose su tiempo, Nick se levantó de su silla con un suspiro de cansancio por la pelea librada con Glenn antes de acercarse a Fabia, haciendo gala de su altura superior a la de la princesa conforme más se acercaba con una pequeña sonrisa enmarcada en la comisura de sus labios.
Manteniendo su silencio, Nick extendió su mano abierta a la sorprendida princesa neathiana.
–¿Nick? –. Expresó Fabia con confusión al ver el actuar del peleador.
Todos los demás se vieron con una mezcla de orgullo y alegría por los chicos mientras observaban con atención el intercambio entre los peleadores.
Parecía que todos ellos ya podían entender por cual dirección iban las acciones del pelinegro menos la misma Fabia, cuya chispa de ilusión y alegría brillaba con intensidad en sus grandes ojos esmeralda mientras veía fijamente la mano del terrícola.
–¿Nick? ¿Tú…?
–Me protegiste cuando Krawler nos atacó, me ayudaste a enfrentar a los gundalianos aun cuando no tenías ninguna obligación conmigo. Temo que, de no ser por ti, no habríamos recuperado el interespacio –. Comenzó Nick sin bajar su mano –. Arriesgaste tu vida para ayudarnos a salvar a los chicos, no imagino lo que habría sucedido si no hubieras estado junto a mí en esos momentos. Te lo debo, Fabia.
–No, Nick, no me debes nada. Hice lo correcto, no fue nada que tú no… –. Respondió Fabia antes de ser interrumpida por el pelinegro.
–Déjame terminar, por favor –. Detuvo Nick antes de retomar tomando un poco de aire –. Mantengo lo que dije la última vez que estuvimos en la sala de control, Fabia, no puedo decir que confíe en tus superiores. Sin embargo, si son la mitad de lo que tú eres, no tengo dudas de que Neathia es un mundo por el que vale la pena luchar.
Sorprendida por las palabras de Nick, Fabia se permitió enseñar en su totalidad la enorme sonrisa que ocultaban sus delicadas facciones mientras sus ojos emitían un intenso brillo que se tradujo en un intento por contener las lágrimas de alegría que se asomaban en sus orbes.
Lo entendía, estaba claro que lo hacía y la felicidad la inundaba por eso. Finalmente, después de días de probarse ante sus ojos, el más renuente de los Peleadores Bakugan la aceptaba como una aliada y una amiga en la que valía la pena poner su fe.
Hacía tiempo que no veía una mirada llena de tanta alegría y eso hizo que Nick se sintiera pleno. Después de días viviendo en una sombra de sí mismo, comenzaba a sentirse como el hombre que siempre quiso ser nuevamente, uno capaz de hacer sonreír a la gente en medio de la oscuridad, una virtud que siempre había deseado tener de pequeño, pero que nunca tuvo idea de cómo adquirir.
Se sentía bien, se sentía como Nick Takahashi nuevamente, aquel joven que desafió las probabilidades y arriesgó su vida por los Bakugan en un mundo totalmente ajeno al suyo y no como aquel sombrío guerrero que dejaba ver una cara llena de cansancio y malestar en todo momento. Una vez más, se sentía como él mismo y solo podía esperar no volver a perderse.
Fabia no tomó su mano, en su lugar, desvió su mirada llorosa al resto del equipo en busca de una confirmación de sus pensamientos, una que le dijera que en verdad no estaba soñando y que podría mirar el mañana orgullosa al entender que había logrado el objetivo que la había traído a la Tierra en primer lugar.
Como no podía ser de otro modo, fue Dan quien tomó la palabra para dirigirle una mirada de orgullo a la princesa de cabello azulado.
–Es su forma de decirte que ya te ve como una amiga –. Dijo el castaño mirando a su antiguo protegido con orgullo.
Sintiendo la inmediata necesidad de corregir las palabras de su viejo amigo, Nick bajó su mano ligeramente para borrar cualquier rastro de duda que pudiera quedar en la mente de la joven princesa que tanto lo había ayudado y protegido.
–No, Dan, no es solo eso –. Declaró Nick devolviendo su mirada a Fabia –. Frente a mí, veo tanto a una amiga de confianza como a una Peleadora Bakugan.
Girándose para mirarlo anonadada una vez más, Nick se vio ampliamente sorprendido cuando Fabia descartó su apretón de manos para estrujarlo en un fuerte abrazo que alejó los pies del pelinegro del nivel del suelo mientras los brazos de la princesa se envolvían con fuerza alrededor de su cintura.
No negaba que el cálido cuerpo de la joven se sentía suave estando pegado al suyo y que sus gestos transmitían el agradecimiento y el afecto a su nuevo amigo mejor de lo que cualquier palabra podría hacerlo. Era una sensación que, en otras circunstancias, Nick se habría permitido abrazar con gentileza y aprecio ante tal afecto e inocencia puesta en un simple abrazo de oso.
Sin embargo, el hecho de que Fabia no estuviera midiendo bien sus fuerzas le impedía pensar en alguna forma de corresponder tal muestra de afecto.
–Fabia, lo estás lastimando –. Señaló Shun con una sonrisa divertida a su amiga mientras trataba de alejarla de su estudiante.
–No parece que pueda respirar –. Comentó Marduk aguantando la risa al ver a su antiguo rival en tal situación.
–Empezará a lucir como un arándano si no lo sueltas, Fabia –. Dijo Dan entre risas mientras los nuevos amigos se separaban.
Notándose genuinamente preocupada por la salud del pelinegro, Fabia se permitió acercarse a Nick para ayudarlo a reincorporarse en el suelo mientras evitaba que cayera de su posición.
–Oh, cielos, Nick. ¿Te encuentras bien? –. Preguntó Fabia preocupado por su nuevo amigo.
–Sí… sí… estoy bien. Solo… avísame la próxima vez… para ponerme una armadura o algo… –. Bromeó el pelinegro aún adolorido, pero tratando de ocultarlo para no preocupar a su nueva amiga.
Esta vez, todos en la sala se rieron con genuina diversión al escuchar a los nuevos amigos bromear entre ellos como si siempre hubieran sido cercanos. Viendo sus nuevas interacciones, costaba creer que en verdad hubiera existido un tiempo en el que Nick Takahashi dudó de la amistad de Fabia Sheen.
Ubicación desconocida
5 horas después
–El equipo de Ren falló su cometido, perdieron el Interespacio Bakugan y el Elemento en un mismo día.
–Lo sé, Kazarina nos puso al tanto de todo cuando llegamos. Aunque tengo entendido que prefieres que nos encarguemos del Leónidas Darkus y su compañero, ¿es cierto?
–Es cierto, parece que el difunto Señor de los Bakugan no está tan muerto como creímos. Puede convertirse en una amenaza más grande que el Bakugan que ahora posee el Elemento si no actuamos pronto. ¿Puedo contar con que te encargarás de esta situación?
–No te preocupes, llevó tiempo esperando el día en que finalmente me pueda enfrentar a uno de los "legendarios" Peleadores Bakugan.
–Bien, haz lo que tengas que hacer para asegurarte de que no se vuelva un peligro.
–Te traeré al humano encadenado, será un soldado leal y arrasará Neathia por nosotros.
–Soldados de ese calibre es una propuesta que me cuesta rechazar. Muy bien, chico, haz lo que consideres pertinente y asegúrate de neutralizar esta amenaza.
–Mi gente y yo partiremos en la mañana. Traeremos al terrícola para que se convierta en un soldado leal a tu causa.
–Confío en que no me fallarás como Ren y su grupo de idiotas.
–¿Fallar? Ya deberías saberlo, yo siempre tengo éxito.
–Más te vale, ahórrame la molestia de castigarme como a los idiotas que me fallaron hoy. Ya puedes irte.
–Enseguida, emperador.
–Le deseo mucha suerte.
–Yo no necesito suerte, Kazarina. Tengo algo mucho mejor a mi disposición.
–Como usted diga, mi príncipe.
En la penumbra de intensas sombras, en el corazón de un abismo maldito, una poderosa luz dorada se hizo presente, quemando la oscuridad que se cernía a su alrededor y anunciaba la llegada de tiempos bélicos que disputarían el destino de incontables vidas en un conflicto sangriento.
Bajo la intensa mirada felina de un tirano, una llama brotó de las sombras, quemando las tinieblas que osaban ponerse en su camino, mientras la promesa de una furiosa venganza ardía con más fuerza que aquella con la que los tiranos solo podían soñar.
–Emperador, aún no lo entiendo. Si el príncipe es tan fuerte como dicen, ¿por qué no enviarlo por el Elemento?
–No quiero que ponga sus manos sobre ese poder. ¿Sabes lo que dicen sobre él en las canteras y en las bases militares?
–Que es el peleador más poderoso del imperio, lo sé. Pero no son más que rumores, ¿cierto, emperador?
–Lo son, pero eso no quita que sea un peleador hábil y no voy a enviar a un león a traerme un pedazo de carne. Por ahora es obediente, pero prefiero ahorrarme una posible traición de su parte si llega a poner sus manos sobre el Elemento. Además, él y su compañero se ven mucho más interesados en Vladitor y su gente. Si podemos convertir al Señor de los Bakugan en nuestro sirviente, destruiremos todo rastro de oposición.
–¿No sería más fácil solo destruirlo a él y a lo que representa?
–Lo sería, pero no enviaría un mensaje tan poderoso como la imagen del mismo Vladitor arrodillándose ante nosotros. Si podemos convertirlo en un guerrero leal a nosotros, no quedará duda de nuestro poderío. Si solo matamos, nos arriesgamos a convertirlo en un emblema.
–Y no podemos permitir algo así.
–Exacto. Ahora, ustedes preocúpense por el Elemento y dejen que el príncipe se ocupe del Leónidas Darkus y su compañero.
–Como ordene, Emperador Barodius.
Antes de que digan algo, sí, estoy consciente de que Nick se estuvo comportando un poco como idiota en los últimos capítulos, pero eso es porque me lo estaba reservando para este. Para que nuestro querido peliparado volviera a ser el de antes, primero tenía que confiar en Fabia y por eso protagonizan dos batallas juntos, tenía que ver que nuestra princesa favorita era de fiar. Así que sí, oficialmente, Nick y Fabia son finalmente amigos después de lo que pasaron en sus batallas juntos. Dicen que nada fortalece más el vínculo entre las personas que casi morir juntos :D
Con esto, comenzamos a desligarnos de la primera parte de Invasores Gundalianos y podremos dar paso a la siguiente etapa. ¿Cómo creen que les vaya a Nick y Leónidas en Neathia? ¿Veremos viejos aliados? ¿Cómo seguirá la trama en la Tierra? Poco a poco comenzaremos a desligarnos de la serie original y daremos paso a sucesos distintos.
Por otra parte, declaro al grupo de Ren como mi patio de juegos en este fic, tal como lo fueron Mylene y los otros Vexos en la historia pasada. Por lo que sí, trataré de hacer que el trasfondo que le quiero dar a algunos de ellos les guste tanto o más que el que le di a los Vexos usados en el fic anterior. No sé si vaya a mover a Ren como lo hice con Keith antes, pero sí quiero probar nuevas ideas con su grupito. Tampoco sé si sea capaz de hacer algo similar a lo que parece que a muchos les gustó con los Vexos, pero daré mi mejor esfuerzo para que se encariñen con esos gundalianos tanto como en la serie original.
Hablando de eso, díganme cuál es su gundaliano favorito, después de 3 capítulos consecutivos trabajando con él, debo decir que me he encariñado mucho con Jesse; aunque Zenet fue mi favorita la primera vez que vi la tercera temporada y aún le guardo un cariño especial (no lo malpiensen xd).
Finalmente, no sé cuando pueda sacar el próximo capítulo, ya que no sé cuánto se pueda alargar, pero será importante para los eventos que vendrán más adelante en la historia. Eso sí, estoy pensando que esta vez no esté desde los ojos de Nick, sino de alguien muy cercano a él ;)
