8. Llorando (por lo bueno que se siente).

Habían pasado meses desde que el idiota de su ex le había confesado todo lo que había hecho tras su espalda cada vez que ella estaba lejos de Suna. Mujer tras mujer.

Había dolido, por supuesto. Había sido humillante.

Pero ahora, con la repentina compañía de Shikamaru Nara en una nueva misión diplomática, compañía que no se sentía en absoluto extraña como si no hubiese pasado el tiempo desde el momento en que ella había desistido de su cargo como embajadora un año atrás y ahora lo retomaba, Temari pudo sentir qué tan asustada estaba de él. No porque pensase que Shikamaru podría hacerle real daño (ella sabía que nunca lo haría), sino por lo mucho que deseaba de él. No le resultaba difícil imaginarse lo que ella dejaría pasar si una de esas noches él entrase a su habitación de hotel; qué tan rápido sus manos buscarían la forma de desnudarlo y tenerlo bajo ella.

A pesar de que la atracción hacia cualquier otra persona no era algo insólito, a muchos otros les pasaba incluso luego de años de matrimonio, Temari siempre había sentido algo de culpa en aquellas ocasiones en que había estado junto a su ahora expareja y la imagen de Shikamaru sin permiso se había hecho espacio en su mente, a veces comparándolos en insignificantes cosas, otras veces vagamente imaginando qué tipo de palabras Shikamaru podría susurrar a una mujer luego de un beso.

Pero esa culpa era inexistente ahora, especialmente considerando que con cada último beso de su ex, éste probablemente había querido esta en otra parte.

Así, con la culpa completamente esfumada ahora, Temari también se preguntaba cuán furioso había estado Shikamaru o cuál expresión había él puesto cuando había escuchado sobre el engaño y fiasco amoroso de la hermana del Kazekage, ya fuese por parte de alguno de sus compañeros o como un rumor traído por curiosos civiles. Entre Temari y él no se escribían ese tipo de cosas, era más interesante y necesario saber cuándo un nuevo lote de medicina Nara estaría disponible para Suna.

Y durante los últimos días lo único que él se había permitido hasta ahora mencionar sobre eso había sido si de verdad ella ya no tenía una pareja de regreso en Suna, tan serio que Temari tuvo ganas de preguntarle como respuesta si acaso él estaba interesado en serlo. No obstante Temari sólo se limitó a decir un 'No' como única réplica antes de volver a fijar sus ojos en más documentos.

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Una noche había sido inevitable, ahí en la misma habitación de ella en la que Temari había estado fantaseando por días.

Él mordió debajo de su clavícula con notable fuerza, y luego envolvió sus labios alrededor de su pezón izquierdo. Contrario a sus previas ideas, no fue Temari quien primero desnudó al otro, siendo Shikamaru quien con casi desespero quitó de ella hasta su última prenda, su obvio interés en ella haciéndola temblar, sus amplias manos nunca satisfechas de tocarla hasta que ella le permitiera ubicarse en medio de sus piernas.

Temari nunca se había sentido tan deseada. Era embriagador, cada beso de él en su bronceada piel era adictivo, la hacía sentir poderosa rodeada de cada aliento que él daba.

—¿Lo quieres? —él prácticamente exigió, algo bestial borbotando bajo la piel de él tan llena de cicatrices como la de Temari, un fuerte anhelo que ella perfectamente podía sentir.

Ella sólo asintió con la cabeza porque cuando trató de murmurar una afirmación sólo salió una respiración ahogada, un leve lloriqueo que Shikamaru calló con sus labios.

Así, cuando él entró en ella, Temari continuó diciendo el nombre de él en repetidos sofocos y ojos húmedos.

No recordaba cuándo había sido la última vez que lloraba frente a alguien, pero a medida que él soltaba largos jadeos mientras el calor de ella continuaba envolviéndolo, un estremecimiento corriendo a través de ambos, Temari perfectamente entendió que verse tan vulnerable frente a Shikamaru no era algo humillante.

Realmente amaba cada pequeña cosa que estaba sintiendo. Nunca nada se había sentido tan bien.


Gracias por pasar!