La TARDIS se movía lentamente por el espacio. El sonido de la nave le resultaba relajante a la rusa, que estaba apoyada en la puerta, observando el inmenso espacio, lanzando la mirada al infinito y captando una visión que desde la Tierra habría sido completamente imposible. Anzu se colocó a su lado, observándola durante un instante.

_ Una nunca se cansa de mirar, ¿Verdad? _ Dijo la pelirroja, dirigiendo la mirada hacia una estrella. _ Pensé que te gustaría salir de la Tierra de una vez.

_ Pensaste bien… ¿Dónde vamos? _ Sonrió la muchacha.

_ Allí. _ Dijo, señalando a la misma estrella. Afinó la puntería. _ Fíjate bien… hay una mancha oscura justo allí, es una estación espacial. Están tomando energía de la estrella. ¿Quieres pasarte?

_ A ver astronautas… obvio. _ Sonrió la mujer. _ ¡Vamos!

Anzu sonrió y cerró la puerta delante de ellas, acercándose hacia los mandos, moviendo palancas sobre la consola de aparente madera que la muchacha seguía sin entender. ¿Sabría explicárselo ella algún día? Lo dudaba, pero de ilusiones también se vivía.

La nave aterrizó con su habitual sonido, en lo que parecía un almacén. Había adoptado el aspecto de una cápsula, muy en la línea de lo que el resto del menaje representaba. Encajaba muy bien.

Anzu, de hecho, apenas había sacado la cabeza cuando Selennaya ya estaba ya observando el resto de lo útiles de la nave… cuando ocurrió. Hubo un temblor y Selennaya notó un escalofrío que la recorrió. Anzu tropezó y cayó dentro de la TARDIS, que se cerró tras ella. Y Selennaya tuvo que ver, atónita, cómo la nave empezaba a desvanecerse.

Fue entonces cuando empezó a sentirse terriblemente asustada por dónde se encontraba. Trató de serenarse, pensando que Anzu iría a buscarla, tarde o temprano. Sólo tendría que esperar un poco y aparecería.

Al menos eso se dijo hasta que una de las puertas se abrió y pudo ver cómo una cuadrilla formada por siete personas la rodeaban y lo que parecían seis armas de fuego la rodearon.

_ Esperad… _ Levantó las manos. _ No soy hostil… vengo en son de paz. Mi cápsula estaba aquí hace un momento, con mi compañera… se ha desvanecido.

_ Encaja. _ Repuso una mujer rubia de facciones duras, con aspecto de líder. _ Pero no basta.

Le extendió un cuchillo.

_ Córtate la palma de la mano.

_ ¿Qué? _ Preguntó Selennaya.

_ Córtate la palma de la mano o te disparo ahora mismo. _ Le gritó, alterada. _ No lo pienso repetir.

_ Está bien, está bien. _ Masculló, recorriendo su palma con el frío acero, emitiendo un quejido cuando notó el ferroso sabor en la boca y el líquido carmesí corriendo por su mano.

Unos segundos después de que se cortara, y de que las seis personas mirasen fijamente la herida… bajaron las armas.

_ Es humana. _ Suspiró la misma persona. _ Descansad, soldados. Tiff, todo está bien… Puedes acercarte.

Tiff era una niña. No debía tener más de siete u ocho años. A Selennaya le pareció muy dulce, con su pequeño traje de astronauta, sin casco, con su melena de rizados cabellos dorados libres. Tenía los ojos de un vivo color azul. La única persona que no la había apuntado con el arma.

Se parecía mucho a la mujer que lideraba al escuadrón, que si bien tenía el rostro duro, tenía los ojos ojos azules, la misma piel pálida y el mismo cabello dorado.

_ Identifícate. _ Le preguntó la mujer. _ Nombre, Rango e intenciones.

_ Selennaya Ivanovna… Civil… No tengo claro para qué vine… yo soy una viajera… Es mi compañera la que suele decidir a dónde vamos.

_ ¿No os llegó el aviso de cuarentena? _ La rubia parecía contrariada. _ No estamos en nuestro mejor momento para hacer turismo.

_ Temo que no._ reconoció Selennaya. _ Mi compañera… ¿Está bien?

_ No lo sabemos… podría estar muerta como podría estar mucho más a salvo que todos nosotros. Han sido varios los que han desaparecido, movidos de plano… _ Suspiró la mujer. _ Aún no sabemos nada. Pero antes de explicarte más, es mejor que sepas quienes somos nosotros.

_ Claro… _ Susurró Selennaya.

_ Yo soy Sharon. Soy la capitana de esta estación espacial. _ Se presentó la rubia. _ Ellos son Rose y Tyler, se encargan de mantenimiento.

Rose era una muchacha baja, de aspecto escuálido… Selennaya no tenía problemas en imaginársela metiéndose bajo la maquinaria. Su pelo era de un vivo color violeta. Selennaya habría pensado en que quizá estaba teñida… pero lo descartó por la sencilla razón de que su piel era azul. Sus ojos, además, eran un brillante color amarillo.

Tyler era bastante robusto… debía medir más de dos metros. La piel de un tono amarillento, fuertes brazos y pectorales que Selennaya intuía marcados aún a pesar de la camiseta. Su rostro, por contra, era casi infantil, los ojos de un vivo color rosa.

_ Jacky y Bill se ocupan de la cocina._ Dijo, señalando a dos mujeres que saludaron con la mano.

Jacky era una mujer pelirroja, de piel morena, algo rellenita y de rostro afable. Bill era una mujer mayor, demasiado delgada, quizá, pero con una mirada dura que indicaba que no era una persona con la cual conviniera meterse. Quedaba además de ambas mujeres un hombre de cabello corto, con el pelo cortado a tazón, piel blanca y ojos oscuros.

_ ¿Matt? _ Le llamó Sharon.

No hubo respuesta por parte del hombre, que había estado mirando por la ventana. Sharon elevó la pistola y le apuntó directamente a la nuca.

_ Matt.. enséñame la mano. _ Le dijo, con tono autoritario.

El hombre agitó lentamente la mano, que estaba completamente ilesa. Sharon apretó el arma con sus dedos.

_ El resto, salid de aquí. _ Exclamó, mientras disparaba a Matt.

Lo que a Selennaya en principio le parecía un asesinato indiscriminado no tardó en demostrar ser otra cosa. En cuanto los disparos impactaron en la piel de Matt… el hombre cambió rápidamente.

Su cuerpo empezó a mutar de forma repugnante, despidiendo un hedor nauseabundo. Sus brazos se convirtieron en dos moles de tentáculos, escamas y garras. Un rostro lleno de ojos y dientes… si tenía nariz… sería imposible verla. Debía medir al menos tres metros, apretado dentro de la habitación.

Selennaya, instintivamente, tomó a la niña pequeña y, seguida del resto, salió al pasillo siguiente. Sharon disparaba, pero no parecía hacer nada en contra de aquella cosa. Hizo lo que ya había practicado antes. Salió al pasillo y selló la habitación que, tras bajar una palanca… fue expulsada directamente contra la estrella.

Selennaya pudo ver cómo se quemaba. Por un momento pensó en Anzu. Pero se serenó. Algo en su interior le decía que estaba bien. Confiaba en ella. Así que se centró en la gente que tenía con ella. La niña, aferrada a su pierna, temblando, la mantenía anclada a lo que estaba pasando.

_ ¿Qué diablos era eso? _ Atinó a preguntar, sintiendo que le temblaba la voz.

_ Eso nos gustaría saber. _ Dijo Jacky, poniendo los ojos en blanco. _ Te sorprenderá saber que hace una semana era una albóndiga.

_ Pero desde entonces no ha hecho más que crecer… _ Suspiró Rose.

_ Con cada persona que se come. _ Tyler se estremeció.

_ Yo no habría usado esas palabras. _ Sharon sonaba tétrica. _ Pero no se equivocan. No sabemos qué es esa criatura… y lo peor es que acaba de comerse al piloto.

Sharon parecía muy cansada en aquel momento, pero cuando la pequeña Tiff se apartó de Selennaya y la abrazó, pareció volver a recomponerse mientras la abrazaba.

_ Tenías que haberte quedado con tu padre, Tiff. _ Susurró. _ Vaya semana para traerte al trabajo…

La niña le dio un beso en la mejilla y se acurrucó contra ella, entrecerrando los ojos. Estaba cansada.

_ Deberíamos dormir. Organizaremos los turnos. Tú. _ Señaló a Selennaya. _ Harás el primer turno conmigo.

_ De acuerdo. _ Susurró Selennaya. _ No estoy demasiado cansada.

_ Lo estarás… _ Susurró Bill, de camino a la habitación.

Todos estaban durmiendo en la sala de juntas, lugar al que parecían haber colocado todos los colchones, apretujados. Había muchas más camas que se encontraban vacías, algo que hizo estremecer a Selennaya cuando se sentó frente a Sharon a tomar un café.

_ ¿Cuántos erais cuando empezó todo esto? _ Preguntó la rusa.

_ Unos cuarenta. _ Dijo, con un hilo de voz. _ Y esa cosa no ha parado de matar… uno tras otro se los ha llevado… es capaz de fingir ser cualqueira a la perfección.

_ ¿Y por qué los cortes?

_ Esa cosa se regenera muy deprisa. Los cortes nos aseguran que somos nosotros mismos… que somos vulnerables…

_ Que sois humanos… bueno, perdona… No sois todos humanos. _ Se disculpó. _ No estoy acostumbrada a eso.

_ ¿No serás de esa gente que sólo se relaciona con humanos? _ Alzó una ceja. _ Que sepas que en esta estación no discriminamos a nadie.

_ No, no… yo no discrimino a nadie… es sólo que en el sitio del que vengo no acostumbro a ver a gente de fuera del planeta.

_ Eres de la periferia, entonces. _ Sonrió. _ No trabajarás en Satélite 5, ¿No? Odio a los periodistas.

_ No… para nada. A mí tampoco me gustan. _ Se apartó el pelo de la cara.

_ Te voy a ser sincera, Selennaya… _ suspiró. _ No creo que salgamos vivas de aquí.

_ Yo confío en mi compañera… sé que vendrá… nos sacará de aquí y te llevará a casa.

_ Yo sólo quiero que Tiff esté a salvo… todo esto es culpa mía. Le dije a mi ex que pasaba de los protocolos, que me la llevaba…

_ Y lo hiciste.

_ No, no lo hice… pero la pequeña me escuchó… se escabulló en mi coche y… _ Suspiró largamente. _ La encontré cuando ya habíamos despegado. De haber sabido que tres días después iba a aparecer aquella cosa… la habría mandado a casa sin pensarlo.

_ ¿Qué fue lo que ocurrió?

_ Un pequeño meteorito golpeó el casco… al principio pensamos que no era nada… pero justo después apareció la criatura. Efectivamente, al principio era una albóndiga… se deslizó en el menú de aquel día… y alguien se la comió. Apenas notó que el sabor era raro.

Se frotó el puente de la nariz con los dedos.

_ Para cuando fue a la enfermería… ya no quedaba nada de su consciencia. Atacó a la enfermera, la violó… y acto seguido se la comió a mordiscos.

_ ¿La violó?

_ Oh sí… esa criatura parece ser lo más bajo que existe… y cuando te agarra te asegura de darte la peor experiencia de tu vida antes de aniquilarte.

_ Es asqueroso.

Selennaya sintió cierto miedo. La verdad es que aquello le parecía más terrible que el Dalek. Extrañó a Anzu más que nunca. Ella sabría lo que era aquella cosa, sabría cómo combatirla… podría sacarla de allí.

_ Bueno, se acaba nuestro turno, Selennaya. Intenta descansar un poco. Mañana será un día largo.

_ Buenas noches, Sharon.

Selennaya se acurrucó en uno de los colchones… le costó sorprendemente poco dormirse. Despertó, sin embargo, en plena noche. Había alguien sobre ella. Rose la estaba mirando a los ojos. Sus ojos amarillos mostraban una emoción muy intensa. Selennaya iba a preguntarle si era su turno cuando la muchacha se inclinó y empezó a besarla.

Primero sintió sorpresa. Después trató de rechazarla, pero se percató de que su cuerpo no le respondía. Rose sabía besar. Su piel azul estaba caliente. Notó cómo su propio cuerpo se acomodaba y respondía.

Había algo extrañamente antinatural en la forma en la que estaba cooperando, pero nunca se había sentido tan bien simplemente besando a otra persona. Recorrió con los dedos la piel ajena. Selennaya siempre se había sentido atraída por las personas de su mismo sexo… era la principal razón por la que había abandonado Rusia.

El encanto de la novedad, el estar intimando con un extraterrestre, sin embargo, no duró demasiado. Se esfumó en cuanto notó la mano derecha de Rose, completamente sana, deslizarse por sus hombros, tratando de desnudarla. Fue entonces cuando logró apartar la vista de aquellos atractivos ojos amarillos y vio lo que ella no quería que viera.

Tirado en el suelo había un montón de huesos machados y restos que, a juzgar por el color, y que la sangre era de un vivo color rosa… dedujo que pertenecían a Tyler. En cuanto se dio cuenta de que se había percatado, Rose le tapó la boca.

_ Silencio angelito… no querrás despertar al resto antes de tiempo… ahora mismo… te quiero sólo para mí.