Viaje para estrechar lazos, lo habían llamado. Cuando llegaron al hotel, Antonio tuvo la sensación de que lo habían llevado de colonias. El hotel estaba bien, era un cuatro estrellas bastante nuevo que rezumaba modernidad, pero sus mánagers habían decidido crear unas actividades que habían despertado el fuego de la competitividad en más de uno.

Algo que debería haber sido amistoso pronto se convirtió en una especie de Juegos del Hambre. Antonio, Arthur Kirkland, Gilbert Beilschmidt y Francis Bonnefoy peleaban por el trofeo como si la vida les fuera en ello mientras el resto de sus compañeros les dejaba paso para no verse arrollados por su ímpetu.

En la prueba final les había tocado trabajar en equipos. Antonio se había unido a Gilbert y Francis y Arthur discutían acerca de cuál de los dos era el líder de su ridículo dúo. Le hizo un gesto con la mano al albino para que se acercara y le susurró a la oreja.

— Cuando se acerque Arthur, quiero que lo plaques y le robes su pañuelo. Aunque tengas que cortarle una extremidad.

— Antonio, coño, no seas tan intenso… Soy el primero que quiere ganar, pero no quiero acabar en prisión.

— Te encargas de Arthur. Yo me ocuparé de Francis.

Gilbert se apartó un paso, tenso. Cuando Antonio se comportaba de esa manera le daba miedo. Había un vacío y una frialdad en sus ojos que le ponía los pelos de punta. En cuanto sonó el silbato, Antonio corrió tras Francis, que parecía dar saltitos por el campo de juego en dirección a su objetivo. En cuanto se tuvieron a poca distancia, el rubio saltó a un lado, giró sobre sí mismo y esquivó a Antonio mientras reía. Lo que no esperaba era que Antonio lo placara como si aquel juego del pañuelo fuese un partido de fútbol americano. Rodaron por el suelo y Antonio terminó sobre Francis.

Ajeno a la estupefacción del rubio, le arrebató el pañuelo del cuello y lo alzó victorioso.

— ¡He ganado!

Y entonces bajó la mirada y vio a Francis sobre la hierba. Pequeños brotes verdes se enredaban en su pelo y, sin el pañuelo, se veía parte de su clavícula gracias a los botones superiores que llevaba desabrochados. Su expresión le informó que él le estaba mirando de la misma forma. No había juego. No había competición. Sólo dos cuerpos cercanos y una tensión sexual que ardía con la intención de arrasar con todo.


Prompt fictober 2022, día 7: Viaje