Después del incidente en la sala de reuniones, Francis no había vuelto a hablar con Antonio directamente. Primero se encargaba de esquivarlo en las pocas ocasiones que se pudieran cruzar y, después, lo había perdido de vista por completo. Según le informó Eliza, de recursos humanos, Antonio estaba de baja. Le mandó mensajes e incluso lo llamó, pero todos sus intentos de contacto cayeron en saco roto.
El estrés del escándalo se estaba viendo opacado por el sentimiento de desapego. Después de un nuevo fracaso, desesperado, Francis había decidido llamar a Arthur Kirkland. Iba a decir que era algo así como un amigo, pero a veces lo dudaba.
Se encontraron en el bar de un hotel carísimo y se sentaron en la barra para pedir unos cócteles. Los ojos verdes aturquesados de Arthur lo enfocaron, sagaces.
— ¿Qué tripa se te ha roto y por qué no se lo estás contando a tu españolito? Ah, ah —negó, alzando un dedo—, ni se te ocurra mentirme. Tú y yo sabemos que no me invitas a beber si no tienes problemas que no puedes contarle a él. La prueba es que hacía meses de la última vez que nos vimos.
Francis dejó ir el aire de su pecho, aceptando la derrota. Removió el contenido de su copa y contó la historia con la vista gacha.
— No sé por qué se lo ha tomado tan a pecho.
— ¿Que no sabes por qué…? Bromeas, ¿verdad?
La cara de confusión de Francis le enfureció. Hizo rodar la mirada y se apretó el puente de la nariz con el índice y el pulgar.
— Por dios bendito, Francis, piensa por una vez en tu vida. Con ese cerebro de guisante que te han dado. ¿En serio no te das cuenta de que no sólo le gritaste, también te impusiste como un magnate que pisa sobre el pescuezo de los pobres?
— Pero yo no…
— "No es tu nombre el que está en juego", "no te metas donde no te llama". Fernández es orgulloso, más o menos lo mismo que tú y yo. Si yo fuese él, sentimientos o no, te hubiera pegado con una chincheta en la frente mi puta carta de dimisión.
— Antonio está de baja… —murmuró, asustado de veras. La idea de Arthur sonaba plausible. Demasiado.
Arthur sonrió de lado y se llevó el vaso a los labios.
— Le doy dos telediarios.
Prompt fictober 2022, día 11: ¡Piensa por una vez en tu vida!
