Francis era débil. Una llamada, eso era todo lo que Antonio había tenido que hacer para que saliera corriendo hacia su lado, igual que una mascota. Y mira que se lo había advertido Matthew: Si entre ellos las cosas no cambiaban, todo lo que tenía que hacer para recuperar la cordura era pensar en la banda dorada que Antonio llevaba en el dedo anular.
¡Qué iluso! ¡Como si esas cosas importaran cuando Antonio le decía que le necesitaba a su lado!
El mapa de los deseos de Francis había estado lleno de cosas y todas habían quedado en segundo plano desde que conoció a Antonio en una reunión de empresa. Pertenecía a otro departamento, acababa de llegar. De ese día recordaba su ardiente sonrisa y el culo respingón que se le veía con el traje italiano entallado.
A partir de entonces, parecía que sus hilos del destino se habían enlazado y habían empezado a formar una trenza irrompible. Los caminos del mapa los llevaban a lugares más allá de la oficina. Antonio en el trabajo era increíble, pero fuera de él parecía una fuerza de la naturaleza. Le encantaba bromear, hablaba hasta el agotamiento y bailaba como si el mundo se estuviera acabando. Era un volcán en plena erupción y Francis no podía dejar de verlo.
Luego llegaron los roces, las miradas y las veladas insinuaciones. Después una caricia, un beso y, finalmente, el sexo. Ese último había ocurrido cuando ya tenía conciencia de que Antonio era un hombre casado. A pesar de la advertencia, Francis había hecho lo que cualquier hombre cuerdo hubiera hecho: pisar el acelerador hacia el fondo del precipicio.
—¡Mierda! ¡Es que está mal! ¡Es imposible! ¡No puedo arreglar este entuerto! —exclamó Antonio frustrado. Se derrumbó sobre su silla detrás del escritorio.
Francis arqueó una ceja y le puso la mano en un hombro. Los ojos verdes le encontraron y tuvo que retener el deseo de besarle.
—Claro que puedes: eres la persona más inteligente que conozco. Deja que te eche una mano en todo lo que pueda.
—¿No te están esperando en algún otro sitio? —preguntó Antonio en un hilo de voz.
—Estoy justo donde quiero y tengo que estar, cheri. No te preocupes.
5. Mapa / Eres la persona más inteligente que conozco
