Sumario: Levi y Hanji son abogados penalistas y están a cargo del divorcio de Mikasa y Eren. Tienen experiencia en ello, después de todo, así comenzó el final de su propia historia.

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Portada: Esme Rosas


Capítulo 04: Lo que ellas creyeron


Erwin sonrió para sí mismo. Si lo hubiera planeado, seguramente no le hubiera salido tan perfecto.

Aún recordaba cuando Marie le dijo que estaba embarazada y lo aturdido que estuvo por algunos minutos. Eso considerando que él estaba bien en su matrimonio. Ahora, a las puertas de un divorcio, definitivamente Eren tiene por quiénes pelear.

—Por ahora lo dejaremos hasta aquí. — dijo Erwin, levantándose de la cabecera de la mesa de sesiones. —Tienen que replantearse sus objetivos y estrategias, buscar lo que ambos realmente desean y llegar a su común acuerdo.

Mikasa se levantó acelerada y Levi detrás de ella, sin saber cómo va a reaccionar la (ahora comprensible) hormonal mujer y su voluble carácter.

¡Demonios! Levi estaba a nada tentado de ofrecer a disolver la petición de divorcio y devolvérsela a su marido con un moño de regalo.

Salieron de la sala tres, Levi tenso observando a Kenny y su imponente figura, haciendo que el juzgado de Erwin se vea pequeño.

—¿Qué estás haciendo aquí?— le reclamó Levi, buscando no llamar la atención.

—Te llamé al celular y me salta al buzón de voz. Lo tienes apagado.— refutó Kenny.

—Siempre lo hago cuando entro a las audiencias.— objetó Levi. Sintió que Hanji se acercaba y aquello le punzaba el pecho.

Kenny creyó entender la preocupación de Levi por lo que usó su sombrero para ocultar más su rostro.

—Ya está. Tienes que llamar a Petra— dijo Kenny, lo más bajo posible.

Pero no fue lo suficientemente bajo pues Hanji alcanzó a escuchar ese nombre.

—¿Puedo acercarme a Mikasa?— preguntó Eren a su lado. —Prometo no incomodarla... Por favor.

—Te acompañaré— dijo Hanji, aún sin poder creerse que existiera una vena masoquista dentro de ella.

Hanji y Eren se acercaron con cautela hacia Mikasa, quien pareció querer retroceder.

—Por favor— le pidió Eren, levantando las manos. Con nervios palpables, Eren acercó sus manos hacia las de ella, que estaban sobre su vientre. Las de él, frías y temblorosas, las de ella, cálidas y tensas.

Eren sonrió sinceramente y todo el tiempo desde ese instante hacia atrás se le hizo irreal, la adrenalina inundando su sistema.

—Mikasa...— dijo, con la voz temblorosa que al mismo tiempo delataba orgullo. —Estoy tan feliz...

Por la cercanía hacia la pareja, Hanji lograba escuchar lo que Levi y aquel hombre alto estaban hablando. Levi sacó su celular y lo encendió, de inmediato hizo una llamada.

—No digas una sola palabra, Petra. — dijo Levi, con voz tensa. — Voy para allá...

Cerró la llamada y sacó de su bolsillo las llaves de su auto, lanzándoselas al hombre alto.

—Lleva a Mikasa al departamento. Tiene mucho que pensar.— soltó Levi, con voz irritada, como si fuera un padre que ha pillado a su hija en una mala travesura. Eren estuvo reacio a apartar las manos de ella. Levi soltó un chasquido de irritación. —No tengo tiempo, ahora. Deja que esta mocosa piense bien y ponga todo en orden en su estúpida cabeza. Te prometo que será lo mejor, para ambos.

Levi salió sin mirar atrás.

El hombre alto miró a Eren, quien tampoco le quitó la mirada. El menor trató de recordar unos instantes quién podía ser, puesto que no lo vio en su boda.

Mikasa aprisionó las manos de Eren.

—Es él.— murmuró ella.

—Tienes las bolas bien puestas para seguir mirándome. — expresó Kenny al mismo tiempo que Mikasa.

Eren conectó la historia que Mikasa le había dicho meses atrás, por una investigación privada que estaba haciendo Levi. Aquel asunto espinoso que Levi se negaba a tratar a mayor detalle.

—Tío.— dijo Eren, con una leve reverencia en señal de respeto. —Hubiera deseado conocerlo en otras circunstancias.

Hanji frunció el entrecejo. No sabía que existieran más Ackerman que Mikasa y Levi. ¿Más secretos existieron? ¿O todo fue una mentira?

No. Reflexionó Hanji para sí misma. Ella ya estaba divorciada de Levi y aquello ya no era de su incumbencia.

—Tch— soltó el hombre alto entre dientes, delatando más su familiaridad con Levi. Colocó una mano en el hombro de Mikasa para guiarla hacia la salida, pero no pudo llevarla porque Eren aún la tenía tomada de las manos. —Me llevo a la mocosa. Ya mañana podrás verla.

Eren asintió. No le importó la presencia de las personas y se agachó hasta el vientre cubierto de Mikasa, depositando un beso y murmurándole algo, solo para su bebé.

Kenny se extrañó de aquello pero no quiso alargar más su tiempo innecesariamente. En especial con ese pasar de policías llevando a personas esposadas a otras salas.

Pronto. Pensó Kenny. Con las acciones de Levi, pronto no tendrá que estar escondido del mundo.

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Ral Petra se encontraba en su puesto de trabajo, con los nervios a flor de piel.

Primera y única vez que Levi la llama y es para eso.

Pero no era su culpa, se repetía Petra en su mente por centésima vez. Sus manos nerviosamente se movían a través del teclado, pensando en ingresar su usuario y contraseña. Maldijo no estar saturada de trabajo, ante el avance tecnológico que tiene la clínica, para tener el pretexto y evitar a Levi.

Sonrió irónicamente contra sí misma.

Hace años atrás, ella ya no sabe cuánto tiempo, hubiera estado deseosa que él dejara todos sus asuntos y fuera a verla a su oficina. Le hubiera dado todo lo que él le hubiera pedido, siempre que no transgrediera la ley o hiciera peligrar su trabajo.

Pero esto de aquí y ahora.

No sabe si debe hacerlo.

Levi llegó demasiado pronto para sus nervios, entrando sin siquiera anunciarse. Obviamente su asistente no iba a retenerlo, cuando ha sido confidente de cuánto Petra lo desea. Seguramente después querrá chismes para saber a qué vino.

—Ral— dijo Levi, en señal de saludo. Frío, distante. Hasta ayer ella se hubiera conformado con eso con tal que hubiera ido a buscarla.

—Ackerman— respondió ella, queriendo entrar a ese absurdo juego.

Levi miró su reloj de su mano izquierda mientras en su mano derecha mostraba un pendrive.

—No tengo más tiempo para perder y tú tampoco. —Levi extendió el dispositivo hacia Petra y lo dejó en el escritorio. Ella suspiró tensa. Maldita sea la hora en que él también accedió a tutearla porque lo hacía en un tono tenso y nada amigable, totalmente diferente a lo que ella hubiera deseado. —Quiero el maldito expediente clínico.

—Sabe bien que de acuerdo a la ley del paciente, en este caso solo la paciente puede requerir...

—Te diré algo que desconocías de mí.— cortó Levi, aprisionando los dientes. —Soy abogado penalista y también soy su familiar. La ley me permite requerir el expediente clínico a través de una orden judicial. Y conseguir esa maldita orden me tomará menos tiempo de lo que a ti te llevará copiar el jodido expediente clínico. De paso, ya que quieres hacerme perder MÁS tiempo, puedo tramitar un proceso por ocultamiento de información contra esta área, cada uno de los médicos involucrados y hasta contra el hospital completo si se me da la maldita gana.

Petra tomó bruscamente el pendrive y lo conectó en su computadora. Lo que había evitado hacer desde que ella lo llamó hace tres años, lo hizo en menos de cinco minutos. Buscó la sección de expedientes, se dirigió a la sección de mujeres y tecleó Ackerman en el sistema, teniendo un solo expediente como resultado.

—Demorará aproximadamente quince minutos— dijo ella. —Incluye todos los exámenes, reportes, registros, imágenes...

Levi no dejó su actitud tensa.

Para Petra fueron los quince minutos más amargos de su existencia. Un mal final para lo que ni siquiera tuvo un buen inicio.

Una vez que toda la información fue respaldada, sacó el pendrive y lo volvió a colocar en su escritorio.

—Hasta nunca, señor Ackerman— dijo ella, en clara señal de despedida.

—Esperemos que así sea— respondió él, tomando el pendrive y marchándose.

Ni cinco segundos y entró su asistente ansiosa y en modo chismoso.

—Es la primera vez que viene— dijo exhaltada y emocionada, como viviendo una historia de amor de novela a través de su jefa. —¿Al fin se te hizo?

Para Petra lo acontecido era más como una película de terror y suspenso.

—No. — dijo ella, temblando de miedo. —Por favor, nunca más lo dejes entrar.

—¿Ah?— soltó ella extrañada. —¿Al final sí está con Traute? Porque en la información del sistema me salió que ella está soltera.

—No— volvió a decir Petra. —De hecho no sé si están juntos y ya no me interesa.

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Hanji entró al departamento de Eren esperando sentada en un amplio sillón mientras que Eren llamaba a Armin por celular.

—¡Mikasa está embarazada!— fue lo primero que un eufórico Eren expresó apenas el rubio le contestó. —¡Voy a ser papá!

Eren estuvo explicando cómo fue la primera conciliación, recalcando que no puede creer que su mala suerte haya cambiado así abruptamente. Luego Eren se lo atribuyó a Mikasa, él insistía en que ella era el milagro de su existencia.

—Me alegro que esto haya salido bien para ti y cambie todo.— dijo Armin, verdaderamente feliz por su amigo. —¿Aún sigue en pie el trámite de divorcio?

—Me niego a ello— replicó Eren, luego admitió que necesitaba conversar la parte legal respecto a eso. —Bueno, todavía tengo que hablar con Hanji-san.

—Estás en proceso de conciliación. El objetivo es llegar a un punto en común y que sea beneficioso para ambos. No precisamente debe terminar en un divorcio.

—Moveré cielo y tierra— respondió Eren. —Me importa un comino si arde el mundo, pero no puedo perder a Mikasa. Ahora menos que nunca.

Armin rió ante aquello.

—Este es el Eren que conozco— dijo en respuesta. —Y me siento más feliz con eso.

—Uh... Por cierto... Le aclaré a Mikasa lo de Annie— comentó Eren, aún tenso porque Armin no ha localizado a la rubia desde ayer al suceder toda esta terrible confusión. —Y te lo juro por lo más sagrado, Armin. Annie y yo jamás hemos tenido una relación de amantes. Lo único que tenemos en común es que ambos queremos tu felicidad.

—Lo sé— respondió Armin. —No te preocupes por Annie. Estoy tras la pista de ella y ya sé dónde se está escondiendo. Está donde Hitch. Y Marlo me está ayudando. Le dijo a Annie que quería salir con su novia y Annie convenció a Hitch para aceptarle una salida al cine. Él también me confirmó que Annie está bien y aparte de la hinchazón del pómulo derecho, no hay más daños. Annie y yo estaremos bien.

Eren volvió a disculparse porque su problema con Mikasa lo haya afectado.

—No tienes la completa responsabilidad de ello— dijo Armin. —La situación que has pasado con Mikasa me hizo entender que yo tampoco he actuado de manera correcta. Me dejé llevar por otra persona e hice sentir insegura a Annie. Es por ello que ella... bueno, estaba así esperándome en mi departamento. Tengo que resarcirme con Annie.

Después de cerrar la llamada con Armin, Eren tomó una botella de vino y sirvió un par de copas.

—Dígame que sí puedo pelear por Mikasa y mi bebé— casi pareció suplicar Eren mientras le pasaba una copa a Hanji.

Ella bebió el vino.

—¿Cómo es que un bebé ha cambiado todo para ti?— preguntó Hanji —Siempre he pensado que los hijos no atan a nadie en una relación.

Eren se sentó frente a Hanji.

—Pensé que Mikasa iba a morir pronto si no la hacía tratar a tiempo— admitió Eren. La idea le ardía en su mente y no era algo que fuera demasiado simple de olvidar cuando estuvo semanas creyendo aquello. —Y creí que era lo más justo que ella viviera de la forma en que así lo deseara. Si yo no hubiera pensado que Mikasa estaba enferma, jamás hubiera accedido al divorcio. Dejaría que pasara con Levi-san el tiempo que ella creyera necesario y luego hubiera hecho todo lo posible para que hablemos. Aunque al final hubiera hecho lo que ella quisiera, pero no me hubiera dado por vencido tan fácilmente.

Hanji asintió, sus manos entrelazadas en la copa que estaba a la altura de su vientre.

—¿Es cierto lo que dijo Levi?— preguntó Hanji, deseando no ser demasiado obvia. —Cuando una está embarazada... ¿Quieren saberlo?

Eren asintió sin siquiera pensarlo un segundo.

—Bueno, nos casamos... Y los hijos son la posible consecuencia de... ya sabe— sonrojado, Eren no sabía hacia dónde mirar. —No sé que hubiera pasado si Mikasa no me lo hubiera dicho a tiempo.— reflexionó unos instantes en silencio y luego negó con la cabeza. —No sé para qué me torturo con eso si sé perfectamente la respuesta. Hubiera mentido diciendo que la odiaba y después le hubiera rogado de rodillas que me perdonara por mentirle y le hubiera pedido volver a intentarlo. — Eren sabía que estaba tocando un tema bastante personal hacia Hanji. —Lo sabe. ¿verdad? Cuando te enamoras de un Ackerman, ya no hay vuelta atrás.

Hanji soltó una risa triste.

—Así como también ahora lo sabes... Te pueden llevar del cielo al infierno.— respondió Hanji, bebiendo otro poco más de vino. —Si crees que Mikasa aún te ama, no dejes de pelear por ella.

Eren no indagó más por aquel último consejo. Sabía que Hanji hablaba también por su propia experiencia, pero Eren no conocía lo suficientemente a Levi para aconsejar a Hanji al respecto.

Volvieron al tema de la audiencia de divorcio. Eren dijo que se retractaba y no aceptaría cada uno de los pedidos de Mikasa, así que ya no estaba dispuesto a divorciarse. No antes de pelear hasta lo humanamente posible.

Solo aceptará el divorcio si Mikasa realmente, REALMENTE no lo quiere más.

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Ya en su departamento Hanji hacía las nuevas anotaciones de los requerimientos de Eren. Se habían planteado los dos escenarios pero se enfocarían por el no divorcio. Aún así, si Mikasa se cegaba, Eren había dicho, siempre podía volver a casarse con ella en un futuro, así tengan cien años.

Duchada, con su cabello empapando su bata, gotas de agua cayendo en su tablet, Hanji no pudo evitar rememorar su propia situación.

A diferencia de Mikasa amando a Eren, Levi ya no la amaba. Es más, en retrospectiva, Hanji dudó que alguna vez Levi la amara.

Todo irreal y falso.

Una mentira, había dicho él.

Hanji se posó las manos en el vientre vacío, siempre sintiendo esa ausencia.

Al menos Levi fue sincero con sus sentimientos y continuó su relación con Petra.

Ojalá nunca más vuelva a escuchar su nombre.

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Levi no se sentía en su mejor etapa emocional. Se moría de ganas por ir a su estudio y revisar el pendrive con la información que obligó a Petra darle pero tenía otro asunto igual de urgente.

Hubiera agarrado un cigarrillo para fumar y calmar sus nervios que estaban a nada de explotar pero con una embarazada en el departamento no podía hacerlo.

—¿Cuándo pensabas revelar el detalle de tu embarazo?— preguntó Levi.

Kenny maldijo entre dientes porque, con el embarazo de Mikasa, él también tendría que abstenerse de su tabaco.

—No estaba pensando— dijo Mikasa.

—Definitivamente no lo estabas— respondió ácidamente Levi.

Kenny se sentó, tomando un poco de whisky y pasándoselo a Levi.

—Como sea... esto es un acontecimiento feliz— dijo el mayor. —Un quinto Ackerman.

—Sería Yēgā— dijo Mikasa en respuesta automática. Luego analizó lo dicho por Kenny. —¿La encontraron?

—No desvíes el tema— dijo Levi, moviendo la cabeza de un lado a otro liberando las tensiones de sus articulaciones. —Al menos sabes lo importante que es terminar tu asunto.

Mikasa asintió.

—Hubiera deseado que mis padres...— dijo Mikasa, colocando las manos en su vientre, sin poder evitar temblar de miedo. —No volverá a pasar, ¿verdad? — La respiración de ella se volvió tensa, su boca con una expresión de tristeza —¿Podré estar con mi bebé?

—Tenlo por seguro, esa amenaza está muerta y enterrada.— respondió Kenny con una sombría risa, colocando una mano en el lacio cabello negro y alborotando la melena. —Joder, vas a ser mamá y sigues comportándote como una asustadiza niña de dos años.

Mikasa lo miró dudativa.

—¿A esa edad fue que me viste?

Kenny asintió.

—A esa edad me quitaron lo último de mi familia.— recordó con pesar Kenny. —Pero no era factible que metieran en la cárcel conmigo a un adolescente y una bebé de dos años.

Mikasa asintió.

Levi se levantó, tranquilo que Mikasa fuera consciente que tiene que tomar una decisión adecuada. Después le preguntará qué decidió y conforme a lo que ella quiera, podrá replantear o no la demanda de divorcio.

Fue a su estudio y conectó el pendrive a la portátil. El celular sonó y vio el nombre de Kirstein Jean en la pantalla. Activó el altavoz mientras ingresaba al expediente clínico.

—Kirstein... Excelente trabajo— dijo Levi mientras observaba la información. —Kenny me avisó en la mañana. Estaba por remitirte tu pago, pero se me presentaron algunos asuntos.

Los ojos grises leyeron los archivos, que eran carpetas que contenían registros ordenados por especialidades y dentro de los mismos más información, todo ordenado por fechas.

Levi veía poca información considerando que eran aproximadamente veinte años de datos que esperaba obtener. Si Petra se la estaba jugando, iba a salir perdiendo. No será bueno que lo tiente a tomar medidas legales y sepa lo implacable que puede ser como abogado.

—No fue sencillo, como lo sabes— replicó Jean del otro lado de la línea. —Termino de confirmar unos últimos detalles y podré apostar mi cabeza que nadie reclamará por ese bastardo.

Levi abrió un registro ginecológico de hace un poco más de tres años, las primeras líneas le quemaron las entrañas.

Ackerman Hanji, profesión abogada penalista, ausencia de ciclo menstrual, náuseas, vómitos. Viene a consulta por presentar síntomas de embarazo...

Levi dejó de leer y bajó abruptamente la tapa de la laptop.

—Además en la tarde logré actualizar los datos en el Registro Familiar de Japón y me complace informarte que oficial y legalmente existen tres Ackerman en el país.— continuó diciendo Jean. —Genéticamente serían cuatro con Mikasa... Por cierto, hay rumores que se está separando del imbécil de su esposo, porque solo un imbecil la dejaría ir. Si luego de su divorcio decide cambiar de apellido, el mío está a su total disposición.— Jean rió, totalmente aislado de los miles de pensamientos por los cuales estaba pasando Levi. —Pero volviendo a nuestro asunto, puedes ir mañana a primera hora a pedir en el área de Admisiones del Hospital Kusavā todo lo concerniente a Ackerman Kuchel. Solo necesitarías presentar tu documento de identificación. La Jefe del Área es Ral Petra.

Lev sacó abruptamente el pendrive de la portátil y en un arrebato de furia estuvo a nada de lanzarlo contra la pared. Con las manos temblorosas, dejó el dispositivo en la mesa y se pasó las manos por los oscuros cabellos.

Como si no tuviera problemas encima, esto venía a desconcentrarlo más aún.

¡Maldita sea!

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Hanji y Eren llegaron en esta ocasión juntos a la segunda conciliación a la misma hora que ayer y fueron donde Marie quien estaba terminando de ordenar los documentos del caso.

—Sala cinco el día de hoy— respondió Marie. —Los Ackerman ya están presentes.— le sonrió a Eren, como si estuviera dándole un pequeño tip de la vida. —Hoy Mikasa amaneció bastante acalorada, así que está encendido el aire acondicionado. Y mira, qué casualidad que tenga sandía picada para comer a media mañana. Pero con tanto trabajo que hay, no creo que tenga tiempo para comerla y se estropeará. No sé si la desees, Eren.

Le pasó un envase el cual Eren no rechazó y agradeció. Al instante, junto a Hanji, ingresó a la sala cinco.

A pesar de estar divorciada de Levi, Hanji lo conocía demasiado bien y hoy lo notaba sombrío, inaccesible y taciturno, dándole la espalda, mirando por medio del enorme ventanal la ciudad.

Como hace tres años atrás.

Ella se sentó de frente hacia la puerta y sacó su tablet, revisando los puntos del día. Esperaba no tener que enfrentarse a Levi, porque conocía cuán hiriente podía ser él en ese estado. Y Hanji no tenía fuerzas para ello. No quería volver a pasar por ello nunca más.

Eren se acercó a Mikasa y le ofreció la sandía troceada. Ella miró instintivamente a Levi pero él seguía dándoles la espalda. No sabía si era legal o no lo que Eren hacía pero terminó aceptando y empezó a comerse la sandía.

Erwin llegó al poco tiempo, casi diez minutos antes de la hora citada.

—Me aterra cuando son muy puntuales en estos casos— dijo Erwin después de un breve saludo a los presentes. —No sé si estarán dándose suficiente tiempo para pensarlo bien, por si quieren continuar con este proceso.

—Esperemos que...— Hanji empezó, eligiendo cuidadosamente las palabras. —Eren y Mikasa sean conscientes de lo que significan el uno para la otra. Muy aparte del bebé. Un hijo no ata a nadie.

—Difiero en ese punto— replicó Levi, aún viendo el exterior por medio del ventanal. Su voz era baja, tensa pero comprensible en cada una de sus palabras. —Un hijo une a las personas genéticamente de por vida.

—No se puede obligar a nadie a estar con alguien solo por compromisos.— refutó Hanji.

—Para vivir en armonía, en eso tienes razón. —Levi se volvió hacia ella, sus ojos grises pareciendo querer leer lo profundo de su alma. —Pero moral y legalmente, padre y madre tienen obligaciones con esa vida que concibieron. Y deben tomar las decisiones, JUNTOS.

Hanji sintió un escalofío recorrerle la columna vertebral. Casi podía jurar que no estaban hablando de Eren y Mikasa.

—Bueno, excelente preámbulo— cortó Erwin en claro tono irónico al sentir esa atmósfera pesada entre los abogados. Tenía algo que decirles pero lo haría después del caso de Eren y Mikasa. —Ahora, vamos para lo que estamos aquí, Doy por inicio la segunda conciliación.

Erwin se sentó en la cabecera.

—Señora Yēgā— dijo el rubio. —Con lo expuesto a la presente fecha ¿Tiene más clara sus pretenciones?

Mikasa se pasó una servilleta por los labios, asintiendo silenciosamente.

—He cometido errores, por creer lo que incluso mis ojos vieron— dijo ella, lo cual era el único punto de dolor que tenía presente. —Los hechos se han vuelto en mi contra... Y he sido yo quien falló. Desconfié de mi esposo... Atenté físicamente contra la novia de mi mejor amigo... Y no tengo justificación para ello, solo que... me equivoqué.

A Erwin no le supo bien aquello. Conociendo a los Ackerman como los conoce, ellos seguirán asumiendo todos los problemas, como si estuvieran aceptando los pecados del mundo en sus hombros y tuvieran esa absurda misión de purgarlos.

—Así que... asumo las consecuencias de mis errores— dijo Mikasa, con esa mortal serenidad que caracteriza su ascendencia Ackerman. —Si Eren desea continuar con el proceso de divorcio, lo aceptaré. Después del parto, si Eren quiere visitas más allá de fines de semanas, también lo aceptaré. Soy consciente que fui la causante de todo. Y me haré responsable de mis actos.

Hanji miró a Mikasa que claramente no iba a retractarse en lo dicho, luego a Levi quien se mantenía al margen aún con su expresión sombría y después hacia Eren quien verdaderamente estaba sorprendido porque esa opción jamás la había contemplado.

Así que esa era la respuesta de los Ackerman.

Aceptación.

Eren se levantó abruptamente sin despegar la mirada de su esposa. No sabía qué decir ante aquello. ¿Decía que no quería divorciarse? ¿Todo se anularía? ¿O Mikasa sigue pensando que deben seguir separados porque no se perdonará a sí misma?

Hanji colocó una mano en el brazo de Eren, instándolo a volver a sentarse.

—Bien...—dijo Hanji, también desconcertada por las palabras de Mikasa. —Has dejado a mi cliente sin palabras, por favor permite que procese todo lo que has dicho.

—Lo sé— respondió Mikasa.

—¿Necesitas un receso?— preguntó Erwin.

Hanji miró a Eren y aceptó.

—Por ahora propongo más bien pasar a la tercera reunión...— dijo Levi. —Darle unos minutos a Eren cuando Mikasa tuvo todo el día y la noche para pensarlo, no me parece justo.

—Yo no... —empezó a decir Eren, tenso.

—Por favor— interrumpió Levi. —Mikasa no es solo mi cliente, también es mi prima. Independientemente de cómo decidan seguir sus vidas, eres el padre de su hijo. Así que... también eres de la familia.

Hanji aprisionó la tablet entre sus dedos. Levi parecía ansioso por irse y terminar cuanto antes ese proceso. No pudo hacer nada cuando Erwin aceptó la propuesta de Levi.

—Analiza bien tus opciones— le sugirió Erwin, levantándose y dada por terminada la sesión. Mikasa también se paró y detrás de ella Levi. —Hanji, Levi... necesito conversar con ustedes dos.

Eren salió detrás de Mikasa.

—Ahora no, Erwin. Tengo otro asunto— replicó esquivamente Levi.

—La sesión mínimo duraba media hora, así que aún estás dentro del tiempo para tus otros asuntos.—respondió Erwin. —Además, ¿qué es más importante que el caso de tu cliente y prima?

Levi soltó una risa cargada de ironía.

—Después de todos estos años, aún no aprendiste nada de nosotros.— observó sombríamente Levi. —Si Eren así lo quiere, Mikasa estará junto a él por el resto de sus vidas. Y esa decisión no está en mis manos. Tampoco conseguiré nada quedándome aquí.

Levi continuó su camino.

—¿Acaso nada está en tus manos?— lo retuvo Erwin.

Levi volvió brevemente su mirada hacia Hanji.

—Bien lo dijo ella— murmuró, despacio. —No se puede obligar a nadie a estar con alguien solo por compromisos.

Se marchó, escoltando a Mikasa hacia la salida. Eren los seguía de cerca.

—Tengo que pasar por el Hospital Kusavā.— comentó Levi.

—¿Algo referente a Mikasa?— se atrevió a preguntar Eren.

Levi lo analizó, siendo consciente que tenía todo el derecho a saber, pero al mismo tiempo no podía saber. Quizá después, cuando termine de arreglar esa mierda y le aclare todo a Mikasa entonces Eren podrá enterarse.

—No es sobre ella. Está bien de salud.— respondió Levi. Pensar que Eren estaba tan pendiente del embarazo de Mikasa con tan solo un día de enterarse le provocaba una punzada de dolor en el pecho. La vida es una maldita perra. —Nos vemos, mañana.

Levi ingresó al ascensor con Mikasa y se marcharon.

Eren quedó pensativo ante aquella acelerada partida.

—¿Todo bien?— preguntó Hanji.

—Umm— asintió Eren. —Solo que van a ir al Hospital de Zeke.

Hanji bufó de fastidio ante la mención del hermano sanguíneo de Eren. Por la incomodidad de volver a verlo, ella prefirió cambiar de lugar para atenderse. Fue bastante indeseable en la única vez que se encontraron y Hanji sabía que no había nada en el mundo que haría que deseara volver a verlo, así sea en una desagradable casualidad.

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Levi sentía que no tenía demasiado tiempo y cada segundo se le volvía una eterna agonía. La secretaria de Petra parecía un ratón asustadizo y él no estaba de ánimos para la cacería.

—Se lo juro— insistía la muchacha, temblando visiblemente. —Mi jefe tuvo una reunión urgente y no sé cuándo regrese.

—El perjurio es un delito que se castiga en nuestra legislación con una pena de seis a diez años.

—¿Pe..perjurio?

—Delito de falso testimonio— agregó Levi en ese tono sombrío.— Mentir.

La notó más pálida y temblorosa.

—Estamos en un hospital así que la atención es 24-7— analizó Levi, observando las luces apagadas en la oficina de Petra. —No sabes a qué hora llegará tu jefe. Pero si puedes dejarle un mensaje debido a que no quiere contestar mis llamadas. —La muchacha tomó un bolígrafo y empezó a anotar, sus dedos temblorosos tomaban la información con dificultad. —Ackerman Kuchel. Todo. Máximo al finalizar la tarde.

Dejó en el escritorio un nuevo pendrive. Ella no dio señal alguna de entender a qué se estaba refiriendo, sin embargo Levi no fue condescendiente a los temores de la mujer.

—Estaré mañana aquí, a primera hora. Ya sea para recordarte el mensaje, o a retirar este pendrive.

Ella se aseguró que Ackerman Levi partió del hospital, viendo cómo salía por las cámaras de seguridad de la entrada principal. Fue así como había notado su presencia y le dijo a su jefe que apagara las luces y se escondiera en el baño.

Ya más recompuesta ella fue hacia donde su jefe, encendiendo las luces y llamándola.

Visiblemente tensa Petra no sabía si debía preguntar el por qué de la presencia de Levi.

—Dijo que quería todo de Ackerman Kuchel y que lo debe tener antes de terminar la tarde— dijo su secretaria, visiblemente afectada. Le dejó el pendrive y salió de la oficina, no queriendo saber nada más de ese asunto. Iba a orar para que Levi jamás se entere que ella le mintió.

—¡Es un imbécil!— Petra soltó un bufido de indignación, sentándose en su puesto e ingresando al sistema y volviendo a ir a la sección de pacientes mujeres. Tecleó con rabia Ackerman y esperó los resultados, dispuesta a tomarle una captura de pantalla y enviársela a Levi junto una orden de restricción.

Resultado: Dos coincidencias.

Petra tembló de miedo.

No era posible.

Esa información no estaba el día anterior.

Revisó los dos expedientes, notando que existía registros de Ackerman Hanji y el otro, con información voluminosa de Ackerman Kuchel. Había más de quince años de datos.

—¿Qué demonios ha pasado?— se preguntó Petra, tomando el intercomunicador y haciendo una llamada al área de sistemas del hospital. —Marco... Tengo una pregunta. El sistema de datos de los pacientes... ¿Cómo es que se actualiza?

—¿Nuestra base de datos? Se enlaza a My Number, del Registro Familiar de Japón.

Petra cerró la llamada sin siquiera agradecer al técnico de sistemas. Hizo memoria de todo lo que había hablado con Levi, desde que lo conoció hace años. Ingresó a la base de datos y buscó Caven Traute. Solo constaba un registro de hace un poco más de tres años

Cuerpo lleno de cicatrices, Herida cortopunzante. Riesgo de infección evitado satisfactoriamente.

Petra se mordió el labio. Conoció a Levi cuando Petra autorizó el registro manual de aquella hermosa rubia de cabello corto y mirada que prometía una muerte dolorosa si te metías en su camino. Levi había indicado que Traute era su tía y Petra le creyó. Le gustó en ese entonces, taciturno y de pocas palabras. Pareció interesarse en ella cuando supo de su trabajo en la clínica.

—Y el acceso a la base de datos de Japón— Petra murmuró para sí, ingresando a otro sistema, digitando los doce digitos que aparecían en el registro médico de Ackerman Kuchel.

Necesito localizar a una persona. Kuchel. No es un nombre muy común en Japón. La dieron por muerta hace veinte años y sé que no está muerta. — le había dicho en esa ocasión Levi, después que atendieran a Traute. Petra se negó a ayudarlo puesto que no le parecía ético estar buscando informaciones de personas usando los sistemas institucionales y Levi no la presionó más. —Le dejo mi número personal. Si usted está dispuesta a escuchar mis razones...

Buscó en los registros de pacientes, en la sección de hombres, el apellido Ackerman.

No obtuvo resultados.

Petra se pasó las manos temblorosas por el rostro, tratando de serenarse para pensar bien. No quería a Levi Ackerman en su oficina al día siguiente, así que volvió a buscar en la sección de mujeres a Ackerman Hanji y obtuvo el número de registro, el cual buscó en la base de datos de Japón. Con nervios anotó el número de celular de contacto que Hanji había registrado como personal.

Luego, puso el pendrive y envió a grabar el expediente clínico de Ackerman Kuchel, verificando cada instante que estaba copiando la información correcta.

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Hanji llegó demasiado pronto a su departamento.

A pesar de ello pensó en darse su ducha, comer algo rápido y meterse a dormir.

Empezó a quitarse los zapatos de tacón cuando de pronto entró una llamada de un número desconocido.

Con pereza Hanji activó el altavoz.

—Diga.

—Uh... Ackerman-san— respondió una voz suave y sutil.

Hanji frunció el entrecejo. Si era una jodida broma...

—¿Quién habla?

—Por favor, no cuelgue... Hablo con Ackerman Hanji-san ¿Verdad? — la respiración profunda y pesada delataba nerviosismo. Hanji recordó lo que aprendió en la última conferencia de criminología a la cual asistió con Armin, por lo que se mantuvo en silencio, esperando que la persona siguiera hablando.— Por favor, necesito saber si es usted, Hanji-san... He cometido un error...

Hanji se sentó en su sofá y descansó la espalda en el respaldar.

—Sí, soy Hanji— le confirmó al notar que la mujer no hablaría más.

—Estoy llamando del Hospital Kusavā, mi nombre es Ral Petra y soy la Jefe del Área de Admisión.— dijo ella, aún nerviosa.—No sé si su esposo alguna vez me mencionó.

Hanji rodó los ojos en señal de indignación.

—Sí, Levi la mencionó en alguna ocasión— respondió Hanji intentando sonar indiferente y no delatar la amargura ante sus recuerdos. No entendía por qué la amante de Levi estaba llamándola ni cómo demonios consiguió su número. Si Petra creía que su relación con Levi era un error, tenía que tratarlo con él.

—Por favor— suplicó Petra. —No puedo hablar mucho por celular, es muy difícil para mí explicarlo. Se lo suplico. Venga a mi oficina para...

—No tengo tiempo.— interrumpió Hanji, con voz más tensa. —Es más, ni siquiera deberíamos tener esta plática.

—Se lo suplico, por favor— siguió insistiendo Petra. Al notar la negativa de Hanji, tuvo que confesar su error. —Su esposo me pidió el historial clínico de su madre. Y por error involuntario le di el suyo.

—¿Qué carajos hizo?— Hanji se exhaltó.

—Usted sabe cómo es él...—Petra volvió a suplicar. —Necesitamos hablar personalmente. Prometo no quitarle mucho tiempo...

Hanji miró la hora en el reloj de la sala de estar.

—Estaré allá a la brevedad posible.

—La esperaré todo el tiempo que sea necesario.— dijo Petra, en claro tono de agradecimiento.

Hanji se colocó los zapatos y tomó sus llaves. Antes de partir se sirvió un poco de agua y la bebió a grandes tragos.

Soltó otro bufido, notando que eso no la calmaba, pero no había puesto a helar ninguna bebida alcohólica y ahora no tenía nada de tiempo.

Levi se había enterado lo que ella jamás quiso confesarle.

Hanji tenía ganas de matar a Petra.

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Petra dejó que su secretaria se marchara pronto, mientras revisaba por las cámaras de seguridad que Hanji no llegara con Levi. No quiere imaginar siquiera qué haría si llegaban los dos.

Ella era consciente que Hanji estaba enfadada (y con justa razón) pero entre Levi cabreado por lo que ha sucedido con Kuchel y el error entregando otro expediente clínico, Petra solo tenía responsabilidad por esto último. Cuando sucedió lo de Kuchel ella ni siquiera entraba a trabajar al Hospital.

Vio cuando llegó Hanji, notando que revisaba la guía principal y se dirigió a los ascensores.

Para el bienestar psicológico de Petra, Hanji estaba sola.

Petra la recibió en la recepción de su secretaria.

—Ackerman-san— dijo la rubia, haciendo una profunda reverencia. —Lamento las molestias por haberla hecho venir. Y estoy profundamente avergonzada por mi error.

Hanji no contestó el saludo.

—¿Qué fue lo que le entregó a Levi?

Petra suspiró nerviosamente.

—Cuando conocí a Ackerman-san... Me refiero a Levi-san, él vino con su tía herida. —dijo Petra, tomando el pendrive y colocándolo encima de la mesa. —Y cuando preguntó por Ackerman-san... O sea Kuchel-san... Entienda que yo no debía utilizar mi trabajo para una investigación sobre los pacientes... Es más, al momento del ingreso ni siquiera tenía ese apellido registrado. Sólo sé que eso cambió entre ayer y hoy. —Petra tembló. —Yo no sabía que él estaba casado, así que cuando él exigió el expediente de Ackerman-san... Pensé que le entregué el que él llevaba buscando y por error le entregué el suyo...— respiró profundamente intentando recuperar la compostura, pero no podía con aquello que había encontrado.—Al detectar el error Levi-san volvió hecho un huracán de enojo a reclamar por el expediente correcto y recién hoy lo encontré... Pero al revisarlo... Nunca pensé que aquí... Lo siento mucho. Voy a renunciar. No puedo seguir trabajando aquí después de esto.— Petra señaló el pendrive.—Ahí está lo que él buscaba desde hace tanto tiempo... Por favor, pido perdón por mi error al entregar su expediente pero lo mío fue solamente un error administrativo... Yo no sabía...

Hanji tomó el pendrive, intentando encajar todas las cosas que Petra le dijo.

—Me tengo que ir. Apenas usted se marche le informaré al Gerente General de mi renuncia irrevocable e inmediata.— siguió hablando Petra, tomando su bolso y una caja con sus pertenencias. —De corazón deseo que lo de su suegra calme a su esposo.

Hanji asintió, guardando el pendrive en su propio bolso.

—Le deseo mucha suerte.— respondió Hanji. Salió del departamento de Petra y se quedó en los asientos ubicados fuera de la clínica, pensando en todo lo que se había enterado.

Sacudió la cabeza ante lo que estaba descubriendo.

¿Levi la engañó todo este tiempo?

Cuando lo conoció y la relación se volvió más seria, le dijo que su madre y tíos habían muerto cuando él era un adolescente. El padre de Erwin lo acogió y consiguió que Mikasa también fuera acogida con una tía de Erwin, puesto que, al ser viudo, no sabía cómo cuidar apropiadamente a una niña.

Levi y Mikasa crecieron sabiendo que eran primos y, al sentirse los últimos Ackerman de Japón, crearon un vínculo familiar que trataban de mantener sobre todo.

Pero ahora... ¿La madre de Levi estaba viva? ¿Lo estarán los padres de Mikasa? Petra mencionó a una tía viva de Levi. ¿Será la madre de Mikasa?

Hanji aprisionó su cartera, se puso de pie y llamó a un taxi para ir a su departamento.

Va a tener que reunirse con Levi, y no será por Mikasa y Eren.

Una vez que llegó a su departamento no se sacó los zapatos y se sentó en el piso, sus manos automáticamente digitaron los once dígitos del número de celular de Levi. Casi creyó que él no respondería y la mandaría a buzón de voz, pero él contestó al tercer tono.

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Levi estaba en el balcón del departamento de Kenny. Se apartó de Mikasa porque sus nervios no soportaban más la tensión y encendió un cigarrillo, el cual estaba lentamente quemándose en el ambiente.

Estaba tan cerca y a la vez tan lejos.

Esperaba que Petra se dejara de juegos y tenga la información de Kuchel o es capaz de matarla con sus propias manos.

Soltó un chasquido de amargura, pues su instinto le había dicho que Ral Petra podia ayudarlo desde siempre y todo este asunto ya hubiera estado resuelto desde hace tres años.

No pudo evitar preguntarse si hubiera continuado casado con Hanji de haberse enterado ella de todo.

Le dio otra calada al cigarrillo mientras dejaba que la nicotina infectara su sistema.

No.

Lo de Hanji hubiera terminado tarde o temprano. En especial porque ella le dijo que no podía vivir en un matrimonio sin amor.

Botó el humo con mayor lentitud, el aroma a cigarrillo impregnándose en su ropa.

Una llamada entró a su celular y él estuvo a nada de ignorarlo pero creyó que podía ser Petra para enviarle el pendrive, así que se preparó para salir en ese mismo instante.

Cuando sus ojos vieron en la pantalla el nombre de Hanji, contestó lo más pronto que pudo.

—Hola— dijo, con la voz tensa.

—Tenemos que hablar— respondió Hanji, sin contestar el saludo.

Levi dio otra calada al cigarrillo.

—Mikasa aceptará lo que decida Eren.— respondió Levi, siendo nuevamente esquivo con ella. A Hanji le dolía en lo profundo de su alma, recordándole lo que jamás tuvo. —No creo que tengamos más que decir.

—¡Sí que tenemos que hacerlo! ¡Maldita sea!— se exasperó Hanji. —Tienes mi historial clínico y yo tengo el historial clínico que estás buscando.

Levi sintió que la respiración se le cortaba. ¿Cómo demonios Hanji lo había...? ¡Ah! ¡Maldita Petra! dedujo de inmediato. Agarró el cigarrillo y lo aplastó contra el cenicero.

—¿Dónde nos vemos?— preguntó Levi.

—Te enviaré la ubicación de mi departamento— respondió ella, cerrando la llamada.

Al poco le llegó un mensaje con la ubicación del edificio. Estaba algo lejos y le tomaría alrededor de media hora. Haría todo para que sea la mitad del tiempo.

Entró al departamento, Kenny tenía los pies encima de la mesa, bebiendo nuevamente.

—Saldré.— dijo Levi tomando las llaves de su auto. —No sé cuánto demore. Pero, pase lo que pase, traeré información.

Kenny alzó una copa hacia su sobrino.

—Porque tengas éxito y se acabe esta puta pesadilla.— respondió Kenny, dando un largo trago a su bebida.


Continuará...