Capítulo 27
Narrador Pov
Cuando Renesmee finalmente se durmió, Harry comenzó a hablar con sus suegros, era un hombre aunque la familia de su esposa lo dudara e iba a dar la cara cómo tal.
—Que bueno que llegaron a tiempo— dijo cómo cortesía— lamento no poder recibirlos en el aeropuerto o en casa, pero estos días estoy bastante liado con el trabajo y aprendiendo a ser padre soltero.
—No te preocupes Harry comprendemos perfectamente la situación— dijo Sue conciliadora, ya que Charlie ni siquiera se molestó en mirarlo.
—Quiero saber la logística de … todo esto— dijo después de un rato de silencio sepulcral
—Voy por el doctor— dijo Emmett en la después llegó acompañado por el doctor John un hombre de aspecto serio pero compasivo, se acercó para hablar con ellos. La preocupación se reflejaba en los rostros de los familiares mientras se ponían de pie al ver al médico.
—Buenas noches, Antes que nada, quiero agradecerles por su paciencia. Entiendo que este ha sido un periodo difícil para todos ustedes— Los padres de Isabella asintieron con expresiones tensas, esperando escuchar las noticias que el médico tenía para compartir me presento soy el doctor que ha atendido a la señora Rogers desde que se le indujo al coma, dada la familiaridad que tengo con el caso simplemente llamenme John.
—John gracias por venir, mis suegros quieren saber la logística que seguiremos para despertar a Isabella— a Charlie ni a nadie en la habitación, pasó desapercibida como se refirió a su esposa.
—Hemos evaluado cuidadosamente la condición de Isabella, y hemos decidido comenzar el proceso de despertarla del coma inducido. Es un paso delicado, pero estamos siguiendo un protocolo cuidadosamente planificado— comenzó a explicar el procedimiento de manera detallada, asegurándose de que la familia comprendiera cada paso —En primer lugar, vamos a reducir gradualmente los sedantes que se le están administrando a Isabel. Esto permitirá que su cuerpo se ajuste al cambio de manera progresiva. La monitorización constante nos permitirá observar cómo responde su sistema nervioso y sus funciones vitales— Señaló a un gráfico en la carpeta que llevaba consigo, ayudando a visualizar el proceso para la familia—Una vez que comencemos a ver signos de actividad cerebral más consciente y estabilidad en sus funciones vitales, comenzaremos el proceso de retirada completa de los sedantes. Esto podría llevar algunas horas, o incluso días, dependiendo de cómo responda Isabella.
El Dr. John miró a los ojos de los familiares, reconociendo la gravedad de la situación.
—Es importante que comprendan que este proceso no garantiza un despertar inmediato ni el retorno instantáneo a la normalidad. El coma ha sido profundo, y el despertar de Isabella será gradual. Podría experimentar confusión, desorientación e incluso cambios emocionales en las primeras etapas—
Charlie y Sue asintieron, aunque sus rostros reflejaban la mezcla de esperanza y aprehensión. Harry les había explicado a grandes rasgos el procedimiento pero ni siquiera él con su maestría en contabilidad pública lo había entendido lo suficiente como para darles claridad,
—Estaremos monitoreando de cerca su progreso y ajustando nuestro enfoque según sea necesario. Mi objetivo es asegurar que este proceso sea lo más suave y seguro posible para Isabella y para todos ustedes.
El Dr. ofreció sus condolencias y apoyo, antes de despedirse con la promesa de mantener a la familia informada sobre cualquier desarrollo significativo. La familia de Isabella, aunque nerviosa, encontró cierto consuelo en la explicación detallada y en la esperanza que el médico les brindaba.
Pero a Harry eso le desagrado, ella no viviría aunque el mismo infierno se abriera y la escupiera de vuelta a la faz de la tierra, despertarla era su sentencia de muerte.
—Eso no quiere decir que ella va a vivir— dijo amargamente— no tiene un hígado, la junta de trasplantes se lo ha negado porque es alcohólica y fumadora crónica, ninguno de ustedes es compatible, solo Nessie y no pienso arriesgarme.
—Mi hija no es una alcohólica— dijo con los dientes apretados Charlie
—Eso mismo pensaba yo, pero lo es, el día que llegó aquí fue por un coma etílico, los doctores decidieron mantenerla así porque su hígado está deshecho. Ella no solo destruyó su propia vida con el alcohol, sino que nos arrastró a todos en el proceso.
—Beber a largo plazo es mucho peor que la heroína. El alcohol es el peor veneno— susurro Leah a lo que todos asintieron
—El amor la destruyó— susurro con acidez Harry— el amor por Edward la destruyo poco a poco hasta que no quedó nada de ella.
Bella POV 27 años
Mierda las palabras de Harry atravesaron cómo balas una detrás de otra mi corazon, sabia que iba a morir y pronto, pero jamás imaginé que mi tiempo era tan limitado.
—Quizás si tuviera otra oportunidad no volvería a cometer los mismos errores— susurre para mi misma— quizás hubiera hecho las cosas bien
—Cariño el hacer lo que tu padre decía no era ni de cerca hacer las cosas bien— susurro mi difunto esposo a mi lado, estaba un poco arta de el, si era honesta— ademas jamas nos habriamos conocido, jamas habrias conocido la felicidad, Remy no existiría…
—Quizás— continúe— así ella no podría sufrir, viendo cómo su madre muere poco a poco en una cama de hospital, cómo poco a poco se convierte en huérfana— el silencio nos invadió hasta que lo rompi con una pregunta que jamás me habría atrevido a hacer en voz alta mucho menos a Edward, pero ahora estaba bien hacerla, estaba en la intimidad de mi mente, en medio de la inconsciencia, del coma— ¿crees que me equivoque cuando te elegí a ti sobre toda mi familia? ¿cuando me aferre a Renesmee aun sabiendo que yo no era mentalmente estable para cuidarla? Sue, abria cuidado bien de ella, cómo lo hizo conmigo… Habría tenido tiempo para sanar cómo era correcto, no me habría vuelto a casar tan precipitadamente, no habría lastimado a más personas, a Harry, en especial a Harry— pronuncie su nombre con devoción— él es un gran hombre, ojala hubiera lo hubiera amado con suficiente vehemencia y pasión cómo para borrar tu recuerdo para siempre, todo hubiera sido perfecto
Bella pov 21 años
La cabaña se llenaba con la suave luz de la tarde, filtrándose a través de las cortinas mientras yo me encontraba sentada en el rincón favorito de nuestra pequeña sala. Mis dedos repiqueteaban en el teclado de la computadora dando vida a las palabras que fluían de mi mente. Estábamos inmersos en la tranquilidad de nuestro refugio, solo Edward y yo, compartiendo el espacio no solo como compañeros de vida sino también como cómplices en la creación de nuestro propio universo, nuestra vida se había convertido en un cuento de hadas donde cada día era más maravilloso que el anterior.
Mi mano se posaba con ternura sobre mi vientre, donde crecía el milagro de una nueva vida. Cada patada suave que sentía desde adentro, era un recordatorio de la maravilla de la maternidad, pero también un susurro constante de la fragilidad que llevaba consigo este embarazo. Después de la pérdida de nuestro primer bebé E.J, cada latido era motivo de alegría, pero también de una cautelosa esperanza. En este embarazo había pasado más de la mitad de mi tiempo descansando, cuidando de cada mínimo detalle que pudiera afectar a mi bebe, quizás era un poco muy paranoica pero no podía permitirme perder a este bebe, no estaba segura de poder sobreponerme a eso nuevamente.
Edward con su paciencia y amor inquebrantable, se ocupaba de cada detalle de nuestra vida cotidiana. Desde preparar comidas reconfortantes hasta dejar que mis pies descansaran mientras yo me sumergía en las palabras, él estaba allí en cada paso del camino. La cabaña se llenaba de risas, susurros y el crujir de la madera mientras compartimos la anticipación de la llegada de nuestra pequeña. Había hecho un poco de trampa, habiamos acordado que el sexo fuera revelado hasta el dia que naciera, pero no podía esperar tanto para saber y un dia no me pude contener más y le pregunte a la doctora, que confirmo mis sospechas, esperaba una hermosa niña.
Sin embargo, el temor persistente se escondía en las sombras de mi mente. Cada visita al médico era una mezcla de emoción y ansiedad, y aunque tratábamos de mantenernos optimistas, el recuerdo de la pérdida de E.J estaba siempre presente. La cabaña, que se convertía en nuestro refugio, también albergaba una preocupación silenciosa que flotaba en el aire.
A medida que el embarazo avanzaba, los cuidados médicos se intensificaban. La cabaña se transformaba en un santuario donde las páginas de mi libro y los monitores médicos de presión, oxigenación, etc, se entrelazan. Cada movimiento, cada instante de quietud se volvía un recordatorio constante de la fragilidad de la vida, pero también de la fuerza que podía surgir incluso en los momentos más vulnerables. En esos momentos, me sumergía en la paz de nuestro refugio, agradecida por la oportunidad de crear no solo palabras en un papel, sino una nueva vida que sería la continuación de nuestra historia.
…
El reloj marcaba las 3 de la madrugada, la habitación estaba inmersa en un silencio interrumpido solo por mis suspiros y el suave ronquido de Edward en el suelo. Intenté acomodarme entre las almohadas, pero mi abultada panza de embarazada parecía tener vida propia, resistiéndose a encontrar una posición cómoda. Mis pensamientos danzaban entre las palabras que había dejado en las páginas de mi libro y la inminente necesidad de descanso que mi cuerpo anhelaba.
Edward, consciente de mi lucha constante con el sueño, había optado por dormir en el suelo para asegurarse de que tuviera suficiente espacio en nuestra cama . Agradece su sacrificio, pero incluso con él apartado, la comodidad se deslizaba entre mis dedos, estaba enorme, parecía que en lugar de dar a luz a un bebe, daría a luz a una adolecente, mis pies estaban hinchados, mi espalda estaba deshecha y me picaba la piel de mi vientre.
En la penumbra, me revolví una vez más, tratando de hallar esa posición mágica que permitiera conciliar el sueño. Sin embargo, mi preciosa niña tenía otras ideas, estaba muy inquieta, se revolvía cada dos segundos, pateandome en el proceso, no era doloroso en absoluto, solo quizás un poco incómodo, podía sobrellevarlo durante el día pero en la noche, no.
De repente, una urgencia indomable me sacudió. Las ganas de ir al baño me estaban matando, pero no quería despertar a Edward, el pobre había caído en un sueño profundo muy merecido después de pasar horas sobando mis hinchados pies. Suspiré y me moví con cuidado, tratando de no hacer ruido, pero la fuerza de la naturaleza tenía sus propios planes.
El chirrido del resorte de la cama y el sonido del líquido que se escapaba rompieron la quietud de la noche. Oh no, era el momento. Un escalofrío de nerviosismo me recorrió mientras intentaba controlar la situación. Despertar a Edward en medio de la noche no era mi deseo, pero la realidad tenía otros planes.
El murmullo de mi voz, ahora lleno de urgencia, rompió el silencio. "Edward", lo llamé, sintiendo cómo la preocupación se apoderaba de mí. Él despertó sobresaltado, rápidamente alerta a la ansiedad en mi tono de voz.
Entre sus ojos adormilados y mi expresión preocupada, la realidad se develó. Era el momento.
—Mierda— fue lo primero que dijo— la maleta!
—Está en el auto, ayúdame a levantarme por favor— le dije extendiendo mi brazo, él con sumo cuidado lo hizo, me llevó en brazos por las escaleras hasta el auto.
Nada en el mundo nos pudo haber preparado para esto, estábamos tan nerviosos, éramos tan inexpertos. Cada bache y curva del camino transmitía la urgencia de la situación mientras Edward conducía con determinación, su rostro reflejando una mezcla de ansiedad y felicidad. Mi respiración entrecortada resonaba en el interior del auto, el dolor, agudo e incesante, envolvía mi cuerpo mientras trataba de mantener la calma en medio de la incertidumbre.
—Solo un poco más, cariño, ya estamos llegando— murmuró Edward, dándome aliento
El reloj parpadeaba en el tablero del automóvil, indicando las horas que parecían eternas desde que comenzamos este viaje. El bosque quedaba atrás, y las luces del hospital parpadeaban en la distancia, podíamos lograrlo, teníamos que hacerlo.
Al llegar a la entrada de emergencia, Edward intentó cargarme, pero mi grito de dolor hizo que retrocediera, corrió hacia la puerta, buscando ayuda mientras yo luchaba por salir del auto. Las contracciones parecían intensificarse, con cada respiración que daba. El aire fresco de la noche me envolvía mientras me apoyaba en el automóvil, buscando fuerzas para enfrentar lo que vendría.
El personal del hospital, alertado por mis gritos, se apresuró a ayudarnos. Una silla de ruedas apareció, y con la asistencia de Edward y las enfermeras, fui llevada a toda prisa hacia la sala de partos.
En la sala de partos, el dolor se intensificó, y los médicos trabajaron rápidamente para evaluar la situación. Las palabras se mezclaban en un murmullo distante mientras mi cerebro solo podía pensar en mi bebe, Edward estaba a mi lado, su mano sosteniendo la mía con firmeza, mientras me dedicaba palabras de aliento y besos fugaces en la frente.
El tiempo parecía perder su significado en medio de la lucha, las contracciones, y los esfuerzos desesperados. Finalmente, en medio del silencio roto por el llanto de un recién nacido, la sala de partos se llenó de una mezcla de alivio y asombro. El tiempo, que se había detenido en el dolor y la incertidumbre.
—Es una niña— dijo el doctor, Edward y yo nos miramos, agotados pero llenos de un amor renovado
—Oh dios mío, Bella no sabes cuanto te amo— me beso
—¿Esta bien?— pregunte con mi último aliento
—Es hermosa y está sana— dijo Edward cargándola en sus brazos por primera vez
— Es un milagro— dije cada vez más cansada
Estamos cada vez más cerca de el final.
Gracias a todes por su apoyo y por su espera.
Espero que les guste, nos leemos pronto :)
