Estaba leyendo otro manhua y tuve otra idea loca para una nueva historia, luego me recordé a mí misma que apenas puedo manejar mi propia alma, así que terminé decidiendo mezclar esa nueva idea para esta historia, y todo fue cuesta abajo desde ahí LOL
kokoronagomu Thank you for the advise, at this point I'll try ANYTHING to get better.
Disclaimer: Algunas ideas se inspiraron de varios mangas, pero son tantos que no recuerdo del todo de cuáles, deal with me! xD
"Experiencias"
Estaban a semanas de distancia de llegar por fin al territorio norteño. Kaoru estaba por demás emocionada al igual que Shura, las dos se habían prometido cumplir una lista de deseos tan pronto llegasen; tal comportamiento enternecía y divertía por igual a la compañía. Especialmente a Kenshin, quien tenía su propia lista de actividades que deseaba realizar con Kaoru, decidido a convertir su hogar en el hogar de su compañera.
-Es bueno verte decidido -le dijo Sanosuke, cabalgando a su lado. -Ya me tenía hastiado el Kenshin sufridor.
-¿Sufridor? -Gruñó el pelirrojo.
-Es el apodo que te pusimos -dijo el castaño señalando al resto de la compañía con una demán de su mano.
-¿Pusimos? -Gruñó el General con más fuerza.
Por detras de Sano todos negaban mientras temblaban de miedo al mismo tiempo.
-Disculpa a tu primer teniente -dijo Aoshi de pronto, al otro lado de Kenshin -No funciona bien después de horas bajo el sol.
-¡Oye! -Se quejó el aludido.
Kenshin suspiró y luego sonrió.
Sentía alivio de volver a casa. Le había tomado más tiempo del que había contemplado, pero al final había conseguido reestablecer el honor de su familia. Pero por encima de todo, había encontrado a su compañera en lo que parecía haber sido un milagro de la misma diosa. Tras tres largos meses finalmente volvería a dormir en su cama.
Este último pensamiento le trajo un recuerdo indeseado.
La habitación de su padre seguía sin usarse.
Había ciertos fantasmas que Kenshin seguía sin enfrentar. Pero quizá, con un poco de ayuda, se dijo mientras miraba en dirección de Kaoru, podría finalmente dar un paso al frente.
...
Debido a ciertos deberes con respecto a su regreso, por esta ocasión Kenshin no pudo acompañar a Kaoru y Shura en su improvisado picnic. Pero estaba bien, se dijo la morena; de vez en cuando, se dijo, se necesitaba tener momentos de "chicas"... o al menos éso había oído comentar alguna vez a su hermana Megumi. Por otro lado, no quería convertirse en alguien que siempre necesitase la atención de su compañero; ella siempre había sido alguien independiente y prefería seguir siéndolo.
Luego Shura soltó una risilla, un tanto diferente de su risa de siempre. El aire se sintió húmedo. Tras varios momentos en donde la peliverde se soltaba en pequeñas risas y mirada soñadora, Kaoru tuvo suficiente.
-¿Qué ocurre? -Le preguntó.
Shura la miró sobresaltada, sacada a la fuerza de su burbuja; mas luego volvió a reír con ensoñación. Las mejillas de Kaoru se inflaron en molestia.
-Me estás preocupando. ¿Qué ocurre? -Presionó.
Shura sonrió hasta con los dientes.
-Es sólo que me enteré de algo muy interesante. -Confesó.
-¿Sí, y qué es? -Cuestionó la morena.
Shura miró hacia ambos lados, como si tratase de asegurarse que nadie más escuchaba; luego, satisfecha, se recorrió hasta quedar lado a lado de su compañera y le susurró al oído.
-El lugar al que nos dirigimos no es una aldea sino una ciudad en toda norma.
Kaoru parpadeó, sin entender realmente por qué tanto alboroto.
-¿De verdad? -Dijo sin mucha sorpresa. -Bueno, considerando el avance del país es normal que se haya logrado formar una ciudad fuera del castillo principal, ¿no? Es una muestra de la destreza de mi señor y esposo. -Completó orgullosa, mejillas coloradas.
-Sí, éso también. Pero no es lo importante aquí. -Refutó Shura.
-¿Entonces?
Los ojos de Shura se iluminaron de la más pura emoción.
-Kaoru, ¡veremos el mar! -Soltó al fin, colgándose de su compañera al abrazarla de repente.
-¿Eh?
Tras el pertinente descanso y dos horas de camino, la comitiva llegó a la siguiente ciudad de Schatten. Era extraño, pensó Kaoru. Caminar por tierra para de pronto divisar un puerto, una especie de bahía que se extendía a ambos lados.
La ciudad estaba llena. Montones de comerciantes acaparaban las calles en ambos lados. El bullicio de la gente que comerciaba dominaba por encima del resto de los sonidos. La comitiva se estacionó cerca del puerto, en un área aparentemente diseñada para ellos. Tras haber admirado de lejos el paisaje del mar, Kaoru y Shura bajaron con prisa del carruaje tan pronto éste se hubo detenido.
Los ojos de Kaoru miraban con asombro y deleite el paisaje frente a sí. El aire soplaba con aroma y sabor a sal.
-Ya veo por qué estabas emocionada. -Le dijo a Shura, quien había corrido por delante de Kaoru y se recargaba en el barandal como queriendo estar más cerca del agua. -Es hermoso.
Kenshin entonces se acercó a ellas.
-¿Será la primera vez que viajas en barco? -Preguntó con interés.
Kaoru le miró, aceptando la mano que él le ofrecía y dejándose guiar por su compañero.
-No, en nuestro territorio también contamos con dos mares que atraviesan el país. Ambos tienen salida al océano por un mismo estrecho.
Kenshin sonrio con cierto alivio, deteniéndose en su avance Kaoru se detuvo con él.
-Me alegro, me preocupaba que pudieses tener nauseas como cierto teniente mío. -Se quejó.
Justo entonces el sonido de Sanosuke al vomitar en una cubeta llamó la atención de ambos. Sano estaba cerca de las escaleras que llevaban al puerto donde los barcos arribaban; su rostro se veía enfermo.
Kaoru frunció el cejo en disgusto.
-Ni siquiera ha subido y ya está mal del estómago, sin duda es puro drama. -Declaró.
Kenshin rio por lo bajo.
-Me da gusto que opinemos lo mismo. -Soltó.
Kaoru se sonrojó al escucharlo, pues se dio cuenta de que había dicho lo anterior en voz alta. Kenshin, notando su vergüenza, la distrajo al tomar una de las flores de un puesto cercano; una flor de cinco pétalos curveos que daban la impresión de ser una estrella, y cuyos colores oscilaban entre el blanco, el amarillo, el naranja y el rojo; una clásica plumeria.
Su prometido colocó la flor en el cabello de Kaoru, asegurándose de que ésta se sostuviera del broche con el que sostenía su intrincado peinado. Su compañera, temblando al sentir deliciosas corrientes frías por su cuerpo, se sonrojó aún más cuando el la miró a detalle tras terminar y asintió para sí mismo.
-Te queda bien. Te ves adorable -Le dijo él sonriendo.
-...Gracias -Murmuró con la mirada gacha y el rostro sonrosado.
Por suerte, el secretario de Kenshin le llamó entonces, robando su atención. Un pequeño instante en el que Kaoru aprovechó para respirar hondo y calmar a su danzante corazón. Luego Kenshin volvió a dirigirse a ella, esta vez con una disculpa en sus ojos.
-Kaoru... Todavía tengo que resolver algunas trasacciones, ¿estarás bien por tu cuenta? -Preguntó sonando contrito.
Ella asintió comprensiva.
-Hai. Shura y Katsu me acompañarán.
Durante la semana anterior, se había dispuesto un nuevo caballero personal para Kaoru. Kenshin había dispuesto un total de seis miembros de su guardia personal para que ella eligiera. Al final, la niña había optado por elegir en base a su don, para asegurar afinidad entre ambos, y el elegido había terminado siendo Katsu, uno de los mejores amigos de Sanosuke, según se le dijo.
Kenshin asintió complacido.
-De acuerdo. Lleva a Sanosuke contigo también, nos harías un favor a todos si lo alejas del agua.
Kaoru suspiró.
-¿Tengo opción? -Dijo tentanto su suerte.
Kenshin negó sin dejar de sonreir.
-Me temo que no.
La menor volvió a suspirar.
-De acuerdo. -Aceptó.
Habían estado caminando por la calle principal del mercado del puerto, una avenida grande llena de puestos de todo tipo, cuando decidieron tomar un descanso. Shura había sido quien más había comprado de cada puesto, especialmente de los marineros; Kaoru se recordó que la familia de Shura pertenecía al grupo naval y se sintió un poco mal de no haberlo tenido en cuenta desde antes; por fortuna, Shura no parecía tener problema con tal descuido.
Decidieron descansar entonces en lo que parecía ser un patio con una fuente central, tomaron asiento en una de las bancas y quedaron de frente hacia la avenida. Viendo tanto bullicio a detalle, Kaoru al fin entendió lo que Shura le había dicho previamente durante el picnic.
-¿Siempre ha sido así de viva la ciudad? -Le preguntó a Katsu.
El moreno lo consideró un instante antes de responder, después de todo, tenía que recordarse el origen de su pequeña duquesa.
-Movida tal vez, pero no estaba tan poblada. -Le dijo. -Tan cerca del territorio Norte que antaño estuvo maldito muy pocos pasaban por aquí independientemente de los beneficios del mar.
-Es una fortuna entonces el que la diosa diera su bendición. -Aportó Shura extasiada, sus ojos seguían llenos de brillo.
Kaoru lo pensó un momento. Y luego se animó a preguntar sobre lo que realmente le había quitado el sueño durante los últimos días.
-Sanosuke, ¿cómo es el Norte? -Le preguntó al castaño.
Éste, siguió comiendo su aperitivo sin despegar la mirada del frente y contestó con una sola palabra.
-Frío.
Kaoru frunció el cejo y gruñó por lo bajo.
-¿Sólo éso? -Presionó.
Sanosuke sacudió los hombros restándole importancia.
-No soy bueno describiendo. Sólo puedo decirte que es un lugar interesante y místico.
Shura saltó de su lugar al escuchar aquello.
-¿Místico? ¿Veremos creaturas fantásticas? -Inquirió con ojos llenos de estrellas, el agua de la fuente bailó.
-Tal vez. -Sonrió Sano. Luego miró a Kaoru como queriendo tranquilizarla. -Descuida. Sé que te gustará. Kenshin está incluso ansioso de enseñártelo él mismo.
Kaoru parpadeó y sus mejillas se colorearon de rojo.
-¿Lo está? -Inquirió
La sonrisa de Sano creció.
-¡Claro! ¿No has visto la cara de bobo soñador de los últimos días? -Cuestionó. -Te lo digo yo que tengo que cabalgar con él. Es demasiado obvio.
-Ya... ya veo. -Contestó Kaoru, manos de repente en sus mejillas y su mirada abochornada.
Shura sonrió con suficiencia mientras codeaba a Kaoru en un intento por provocarla. Sanosuke sonría con satisfacción, mientras Katsu lo miraba con cierto reproche mientras negaba con la cabeza.
Entonces un grupo de jovencitas vestidas en vestidos ajustados de brillantes colores caminaron por la avenida justo frente a ellos. Éstas captaron la atención de todos, pero principalmente de Sano, quien se levantó de pronto.
-Enseguida vuelvo. -Les dijo y avanzó hacia el grupo.
...
Tal intercambio llamó principalmente la atención de Kaoru, quien no perdió detalle de la interacción del castaño con éstas incluso cuando el muchacho se retiró a otra parte guiado por una de ellas hacia otro grupo de gente, tras lo cual se perdió entre la multitud. Su atención quedó entonces presa de observar aquellas damas, si se les podía llamar de esa forma, pues la morena no sabía con exactitud el oficio de éstas. Finalmente, su curiosidad acabó ganando.
-Katsu, ¿qué son ellas? -Preguntó a su guardaespaldas.
El moreno contestó al instante.
-Son cortesanas, mi dama.
-¿Cortesanas? ¿Como nobles quieres decir? -Inquirió con inocencia su duquesa.
Katsu tuvo que recordarse que no debía reír.
-No ese tipo de cortesanas. -Refutó.
Kaoru parpadeó y Shura sonrió consuficiencia entonces.
-Ah, se refiere del tipo que entretienen a hombres, principalmente en la cama, ¿no? -Señaló la peliverde para agravio del caballero.
-Algo así. -Aceptó a regañadientes.
-¿Es ése su oficio? -Cuestionó Kaoru y luego añadió con fuerza. -No me mientas, tengo doce no soy estúpida.
Katsu, al no tener salida, suspiró antes de contestar.
-Aunque tanto en la capital como en cada uno de los países del imperio, existen zonas destinadas al placer, las cortesanas del Norte son ligeramente diferentes. Igual que en vuestro país hay honor en el servicio que ofrecen.
-¿Contrario al resto? -Cuestionó Kaoru, refiriéndose al imperio.
Katsu asintió.
-En otros lugares se les ve como menos que meramente esclavos sexuales. Pero al igual que en Nihon, en Akai cada oficio debe tener honor.
-Entonces, ¿es igual que en mi país?
-Casi. Hay una ligera diferencia verá. En nihon las personas del barrio rojo no pueden escapar sino hasta haber cubierto una cierta cuota y algunos ni siquiera así. La esclavitud por deudas también es legal. En Akai no lo es. La esclavitud está prohibida. -Dijo con orgullo. -Y hay métodos distintos para asegurar que un deudor cubra sus deudas sin terminar amarrados a éstas.
-Suena muy utópico -criticó Shura por lo bajo, por suerte, Katsu no la escuchó.
-Entonces, ellas pueden elegir ese oficio. -Concluyó Kaoru.
-Así es. Y también pueden dejarlo cuando quieran.
Esto último abrumó un tanto a la niña, quien - aunque había estado estudiante sobre el clan Himura y su territorio - se estaba dando cuenta de que sus conocimientos sobre la cultura de su ahora esposo eran muy limitados.
-Aunque pertenecemos al mismo imperio, nuestras costumbres son tan diferentes. -Se lamentó.
Shura le tomó la mano y le sonrió.
-Anímate. Tienes el resto de tu vida para aprender de la mano de tu marido. -Le recordó.
Kaoru volvió a sonreír.
-Tienes razón. Y quizá deba empezar ahora. -Sugirió.
Shura brincó emocionada.
-¿Irás a conocerlas? -Cuestionó.
-¡Claro! -Respondió Kaoru poniéndose de pie también.
Katsu sintió que el suelo se abría bajo sus pies.
-¡¿Cómo!? Mi dama, no creo que sea prudente.
-Tonterías. -Le cortó Kaoru. -Acabas de decir que aquí todo oficio es honorable, así que no debe haber verguenza en relacionarme con ellas, ne? -Señaló contenta y luego miró a Shura con intención. -Además, tenemos que investigar éso.
Su amiga dio pequeños saltitos aún más emocionada.
-Oooh, cierto. Cuanto antes lo hagamos mejor.
-¿A qué se refiere, mi dama? -Cuestionó Katsu con evidente preocupación.
Su señora por su parte le miró con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Pues a qué más? ¡A lo que se hace en la noche de bodas! -Soltó antes de echar a correr de la mano con Shura en dirección de las cortesanas.
El pobre caballero no tuvo más remedio que seguirlas.
Para cuando Kenshin hubo terminado con sus asuntos ya era de noche y toda la comitiva se encontraba ya en la posada en la que descansarían. Se había dispuesto navegar en dos días más, para asegurar el descanso de todos antes del último recorrido en barco. Fue una sorpresa para él, sin embargo, el ver a su prometida rehuirle la mirada tan pronto lo vio, cortando las palabras de su boca tan pronto ésta se había echado a correr al instante siguiente en compañía de Shura, pasando de largo de él directo hacia sus habitaciones.
El General parpadeó confuso y luego miró a Katsu que había quedado atrás.
-¿Todo bien? -Le cuestionó.
El moreno sudó frío sin saber que contestar.
-Eh... Sí, no encontramos problemas -terminó diciendo con una sonrisa nerviosa.
-Asumo entonces que se divirtieron. -Inquirió Kenshin.
Katsu asintió con fuerza, mucho más tenso que al inicio.
-Sin duda -dijo-, la dama investigó hasta hartarse.
Kenshin suspiró con cierto alivio y satisfacción.
-Bien. Me da gusto. -Dijo sonriendo. -Estaba preocupado porque se hubiese aburrido.
-No, para nada. -Negó Katsu al instante casi interrumpiéndolo. -Estuvo bastante ocupada.
-¿Qué sucedió con Sano? -Cuestionó Kenshin, notanto al fin la ausencia de su teniente.
-Lo perdimos en una casa de apuestas. -Informó Katsu pasando después a explicar lo sucedido con él y dónde exactamente había quedado.
-Debí suponerlo. -Suspiró Kenshin con una media sonrisa. -Bueno, iré a ver a Kaoru. -Declaró.
Katsu saltó al instante y se aferró sin realmente quererlo de la chaqueta de su general.
-¡Mi señor! -Gritó en alarma.
Kenshin lo miró entre curioso e irritado.
-¿Sí? -Presionó.
Katsu lo soltó al instante como si el contacto lo quemara y sudó con más fuerza. Aoshi entonces, siendo más despierto - decidió intervenir.
-Tal vez sea mejor que la dejes descansar. -Le dijo a su general. -Por como suena, parece que no tuvieron descanso.
Siendo Aoshi quien se lo decía, Kenshin no lo cuestionó más y acabó por asentir.
-Supongo que tienes razón. -Luego miró a Katsu. -Bien. Buen trabajo. -Le dijo, y luego se dirigió a sus aposentos. -Nos veremos mañana.
Tan pronto el General desapareció de la vista de ambos soldados, Katsu se desinfló por fin.
-Gracias Teniente Aoshi. -Le dijo con lágrimas en los ojos.
-No lo hice por ti. -Refutó el teniente. -Y será mejor que me des el reporte ahora.
Katsu pasó saliva con dificulta.
-Sí... está bien. -Se rindió, lamentando el tener que volver a revivir lo que sus oídos habían tenido que escuchar de la boca de las cortesanas y las constantes preguntas de las dos damas a su cargo que al parecer no tenían vergüenza...
Shura había asistido a Kaoru en su baño, guiando a las otras doncellas, mas ambas apenas y podían poner atención en el presente. Sus mentes estaba completamente perdidas en lo que aquellas hermosas, gentiles y nobles cortezanas les habían instruido. Resultó que antes de la noche de bodas, había primero que entender el cuerpo de tu marido para no recibir ningún tipo de penosa sorpesa; pero antes de conocer el cuerpo de tu marido debías conocer el tuyo. Y al conocer el tuyo, debías conocer sobre lo que te permite concebir una vida y cómo funciona el temible periodo.
Era demasiada información para una noche, por lo que Kaoru sentía que definitivamente acabaría por evitar a Kenshin el día siguiente. Ya no tenía 8 años, tenía 12 y su periodo no tardaría en llegar. Tenía 12 y estaba a tan solo un año de alcanzar la edad permitida en el imperio para las jovencitas de alta cuna de tener relaciones sexuales. Pronto tendría 13, y si las cosas entre ella y Kenshin seguían avanzando como lo habían hecho durante los últimos meses.
El rostro de Kaoru se coloreó de rojo.
No era tonta. Lo sabía. Sabía perfectamente lo que era el sentimiento que había comenzado a florecer en su corazón.
Kenshin le gustaba.
Le gustaba mucho.
-Hey, Kaoru. ¿Estás bien? -Le preguntó Shura, envuelta en su cobija, recostada y lista para ir a dormir en la cama al lado de la suya.
La aludida ni siquiera la miró. Su mirada estaba perdida en el algún punto distante del techo. Sus ojos abiertos como platos, llenos de emociones.
-Estoy... abrumada. -Confesó.
Shura asintió.
-Ya lo sé. -Le dijo igualmente distraída. -¿Harás lo que te dijieron? -Inquirió.
Y entonces Kaoru sí que la miró.
-¿Debería? -Cuestionó con intención.
-Sonaba como que sí. -Señaló Shura como si fuese tan sencillo y hasta cierto punto una obligación el reconocer cómo reacciona a las caricias el cuerpo de uno.
-¿Lo harás tú? -Presionó Kaoru en un susurró, porque de pronto sentía la necesidad de hablar en voz baja.
-No lo sé... -Confesó Shura, su voz cada vez más débil. -Pero sin duda, si lo hacemos, deberá ser en secreto y la otra no tendrá por qué saberlo.
-Estoy de acuerdo. -Asintió Kaoru, porque ¡qué penoso sería aquello! Y luego ocultó su cara en la almohada. "Mis pobres ojos virginales. Megumi sin duda me mataría por esto."
...
Tal como lo predijo, Kaoru ignoró a Kenshin durante todo el día siguiente, llegando incluso a encerrarse en su habitación cuando ya no hubo encontrado excusas para alejarse de él cada que cruzaban camino.
Para su fortuna, su ahora esposo era más denso que el agua.
Para el tercer día, sin embargo, Kaoru se dedicó a acechar a Kenshin. Aunque no ocultaba realmente el que lo estuviese siguiendo a la distancia, sí fingía demencia cuando éste volteaba a verla. El pelirrojo más paciente que necio, se dedicó a esperar a que fuese su compañera quien decidiese el momento de confesar lo que evidentemente la preocupaba.
Fue así que el asechó llegó hasta el solar de la posada en el que trabajaba de momento el pelirrojo; un amplio espacio con asientos dispuestos para acompañantes. Entonces era Sanosuke quien lo acompañaba y quien no pudo aguantar más de las miradas que la pequeña dama le lanzaba a su General, desde detrás de uno de los pilares.
-Oye, ¿le hiciste algo a la pequeña dama? -Le preguntó el teniente en un murmullo, mirando de reojó a la morena.
-No que yo sepa -contestó Kenshin sin dejar de escribir en el documento que redactaba, se notaba algo irritado.
-No ha parado de mirarte -Señaló Sano.
-Ya lo sé -Kenshin gruñó por lo bajo.
-¿No piensas enfrentarla?
-Prefiero ser paciente.
-¡Ja! Cobarde es lo que eres -Se burló elevando la voz, y luego brincó asustado al notar los listones oscuros salir de su señor. -Me callo, me callo! Geez, qué carácter. -Se quejó; Kenshin apagó su poder y se dedicó a seguir trabajando. Mas Kaoru seguía espiando. Y entonces, Sanosuke tuvo una idea. -¡Oye pequeña dama! -Le llamó disfrutando la forma tan tierna en que la pequeña duquesa saltó al sentirse descubierta, e ignorando el pánico y molestia de su General. -¡Podemos verte, por qué no vienes mejor de una vez y dejas de matarnos en angustia!
-Sanosuke -Gruñó Kenshin con fuerza, su poder activo otra vez.
Mas esta vez Sano rió mientras ponía distancia en ambos, a sabiendas de que Kaoru avanzaba hacia ellos.
-¿No me matarías delante de ella, o sí? -Le picó.
-Estoy tentado a... -Volvió a gruñir Kenshin y quizá lo hubiera hecho, sino fuera porque justo Kaoru llegó hasta él, quedando frente a su escritorio.
-No era mi intención importunar. -Dijo ella, mejillas adorablemente sonrojadas y manos apretando la falda de su encantador vestido azul, un tono que hacía resaltar sus ojos notó Kenshin y su irritación se evaporó.
-No lo haces, te lo aseguro. -Le dijo sonriendo. -¿Y bien? ¿Qué ocurre? ¿Hay algo que quieras preguntarme?
Para sorpresa de ambos muchachos, la niña mejor conocida por ser directa y de voz firme pareció retraerse en sí misma, casi como si siempre hubiese sido una persona extremadamente tímida; y ambos temieron que hubiese algo verdaderamente malo.
-Bueno, nos prometimos ser amigos, ¿cierto? -Soltó al fin, parpadeando constantemente en un gesto claro de nerviosismo y pena.
-Cierto. -Admitió Kenshin.
-Y... los amigos son honestos, ¿no es así?
-Así es.
-Bien, pues... Bien... -Su voz se fue apagando, mientras parecía bailar en su lugar. Tras unos segundos en los que pareció debatir consigo misma, la morena cerró los ojos antes de tomar valor y volver a abrirlos con un brillo de determinación en éstos, para finalmente preguntar. -¿Con cuántas mujeres has tenido relaciones sexuales? -Exigió saber, casi gritando aquello, completamente abochornada.
Silencio... y luego...
La pluma que sostenía Kenshin se rompió con un claro clack.
El segundo ruido pertenecía a Sanosuke. Primero un tick en el ojo, luego un ruido de su boca el cual intentó cubrir en vano y luego se deshizo en carcajadas.
-Ppfffff... ajajajajaja
El tercer sonido fue el de Sanosuke al estrellarse contra la pared que tenía al lado - cortesía de Kenshin -, por suerte Kaoru estaba tan ensimismada en su bochorno que apenas y fue consciente de que el castaño había sido atacado por su compañero.
La sonrisa de Kenshin era forzada e incómodo, y parecía bailar en su lucha por permanecer en su rostro.
-¿A qué viene esta pregunta? -Cuestionó evidentemente incómodo.
Kaoru parpadeo y se volvió a abochornar, de nuevo ajeno a lo que su compañero sentía.
-Verás... Hace dos días...
...
Y entonces le contó.
Desde el nombre del lugar hasta el de cada una de las cortesanas a las que había pagado por su tiempo, el cual lo habían dispuesto en un curso intensivo de múltiples lecciones sobre el periodo, el cuerpo feminino y el masculino, la masturbación y las relaciones sexuales, además de un par de técnicas sobre cómo el sexo podía ser más placentero para la mujer y menos doloroso durante la primera vez.
Y aunque Kenshin se mantuvo relativamente firme en la imagen que ponía frente a ella, el revoltijo de emociones que sentía entonces - las cuales iban desde vergüenza hasta la más pura irritación y molestia - se evidenciaba en los objetos en la habitación que de a poco habían comenzado a fracturarse - algunos incluso hasta romperse - de la nada. Un conjunto de pequeñas explosiones que, para molestia aun más grande del pelirrojo, hacían reír a su teniente quien seguía en el suelo sosteniéndose al parecer el estómago que seguramente le dolía de tanto reír.
Alguien iba sin duda a pagar muy caro lo sucedido dos días atrás, se dijo el General.
...
Para cuando el relato terminó, la morena se veía - y sentía - mucho más segura, por lo que no tardó en volver a hacer la pregunta inicial.
-Así que entonces, ¿con cuántas mujeres has tenido relaciones?
Y es que tras tanta lección y relatos de las cortesanas, Kaoru dudaba que su esposo al ser casi once años más grande que ella no tuviese experiencia alguna. Y aquello, aunque le costara admitirlo, le causaba cierta molestia.
Kenshin, que apenas y podía mantener a raya sus emociones - ya no digamos procesar toda la información dada - simplemente no tenía palabras.
-Joven princesa, no creo que sea prudente.
-¡Lo sabía! -Le interrumpió ella con evidente enojo que rápidamente pasó a una dramática tristeza. -¡Son tantas que has perdido la cuenta! ¿no es así? -Dijo con lágrimas asomándose a sus ojos y evidentes ganas de huir.
-¡ORO! ¡N-no! -Refutó Kenshin poniéndose de pie de golpe, listo a perseguirla.
Entonces, para su buena o mal suerte, Sanosuke se recompuso.
-Pequeña dama, no tienes nada de qué preocuparte. -Le aseguró sonriendo bloqueando el paso a la salida, y señalando después al pelirrojo. -Nuestro querido general no ha cerrado el trato con ninguna dama, al menos en lo que cuenta -Aseguró haciendo una seña obsena con ambas manos (el dedo índice de su derecha entrando en círculo hecho por el pulgar y el índice de su izquierda), -por lo que es 98% virgen.
-¡Qué alivio! -Exclamó Kaoru, juntando ambas manos al frente. -¡Éso significa que sermos la primera vez del otro!
Kenshin estaba que hervía en una especie de densa lava negra, la cual lo envolvía y se elevaba como una flama intensa que amenzaba con consumirlo todo. Y apunto estuvo de calcinar a su teniente cuando Kaoru giró hacia él y su poder acabó apagándose en menos de un segundo.
-¡Kenshin! Debemos prometernos ahora. -Le dijo corriendo de vuelta hacia él, quien le miraba estupefacto. Kaoru tomó las manos de él y luego las unió con las suyas por los meñiques. -Esta es la promesa del dedo meñique, que aquel que mienta que le caigan mil agujas encima y se le caiga el dedo. -Canturreó. -Nos prometimos al otro, ne?
Y luego salió de la habitación tan soñada que Kenshin apenas y tenía noción de lo que había ocurrido.
Sin embargo, tan pronto la puerta se cerró comenzó el juicio de su teniente.
...
La situación escaló a tal punto, que el General tuvo que pagar por daños a la posada.
Sanosuke estuvo de descanso obligado durante los siguientes cinco días que viajaron en barco.
Durante los siguientes días Kaoru permaneció con una sonrisa diferente en su rostro, sus ojos brillaban con un brillo aperlado que no había estado ahí antes. Sus interacciones en presencia de Kenshin también cambiaron un tanto.
La niña de pronto actuaba más como una adolescente, y el General sintió escalofríos.
Por su parte, la pequeña duquesa pasaba gran parte de la noche soñando con el primer beso, porque de momento hasta ahí llegaban sus imaginaciones. Y esta vez ya no tuvo duda.
Ella estaba sin duda enamorada.
Dejó salir una risilla antes de quedarse dormida.
...
Mientras, en su habitación, Kenshin sentado al escritorio volvía a recordar la conversación en aquella posada. Si bien resultaba normal el suponer una vida en base a su edad, la realidad era que su vida debido a su don y la tragedia de su familia lo había orillado a la seclución. Habían tantas cosas que no había considerado sucederían para él que ahora todo le resultaba nuevo y peligroso.
-La primera vez, uh... -dijo para nadie, recordando después las palabras de Kaoru.
"Nos prometimos al otro, ne?" Le había dicho ella, y en su expresión había visto a una jovencita que estaba creciendo más rápido de lo que había previsto.
-¡Himura! -Se reprendió casi tirando la bebida, rostro sonrojado. -Muestra algo de decencia. -Se reprendió.
Sería una larga noche otra vez.
A/N: Tengo cinco capítulos planeados ya, aunque no desarrollados. Se suponía que debían ser cortos para poder escribir y actualizar de manera más fácil y rápida; pero, como ya es bien sabido con mi escritura, de nuevo parece ser un deseo vano... sigh... xD
