Capítulo 11. El jardín del Olimpo.
El Departamento de Cooperación Mágica Internacional era una de las oficinas de mayor importancia dentro del Ministerio de Magia, que dirigido por Percy Weasley, había logrado grandes éxitos en la política internacional de Hermione Granger- Weasley desde que su cuñada fue elegida ministra de magia hace ya casi cuatro años, cuando Kingsley Shacklebolt decidió no volverse a presentar a las elecciones, pasándole el testigo a Hermione. Así que, cuando ella tomó posesión del cargo y tuvo que elegir su nuevo gobierno no dudó en elegir a su cuñado para ese puesto.
Cuando terminó sus estudios en Hogwarts, gracias a sus excelentes calificaciones y el haber sido Prefecto de Gryffindor y Premio Anual de Hogwarts, las puertas del Departamento de Cooperación Mágica Internacional se le abrieron de par en par, ocupando puestos de responsabilidad. Poco a poco fue inmiscuyéndose en la política del ministerio, haciendo que su ambición creciera a pasos agigantados. Sabía a quienes debía arrimarse y a quienes evitar, así como sabía moverse en los círculos de poder en el Ministerio, entablando una buena relación con Cornelius Fudge, ministro de magia de entonces. En los últimos años de Cornelius Fudge, marcados por la negativa de este a reconocer la vuelta del Señor Tenebroso y su enfrentamiento público con Dumbledore y Harry, ocupó la cartera del Asistente junior del Ministro de Magia, separándose y enfrentándose a su familia. Después vino Rufus Scrimgeour, antiguo Jefe del departamento de Seguridad Mágica, que fue elegido para suceder a Fudge, y decidió mantenerle en su puesto, aconsejándole y ordenando los asuntos internos del ministerio ayudando a dar una apariencia de seguridad y confianza, que a duras penas se mantenía. El ministerio se había llenado de espías e infiltrados de Voldemort, alcanzando puestos de responsabilidad de la administración y en la propia Asamblea del Wizengamot. Entre ellos, Pius Thicknesse, de ideas radicales, había sido puesto al frente del departamento de Aplicación de la Ley Mágica, anteriormente dirigido por Susan Bones hasta que fue asesinada por el propio Voldemort en 1996 al negarse unirse a su causa.
Percy desconfiaba de su compañero de gobierno, pero no tuvo otra manera que aguantarse a pesar de las advertencias que le había hecho a Scrimgeour. La política de reforzamiento del Estatuto del Secreto y control de la situación mediante decretos bastante restrictivos de derechos de Thicknesse le había dado gran popularidad en el Wizengamot, viéndole muchos como el sucesor de Scrimgeour, al que empezaban a considerarle demasiado blando y poco adecuado para su cargo. Thicknesse, controlado por Yaxley por la maldición Imperius, fue escalando posiciones y ganándose la confianza del resto de jefes de departamento lo que le permitió dar el golpe definitivo para hacerse con el poder.
El primer día del mes de agosto de 1997, El Profeta comunicó a todos los magos que Rufus Scrimgeour había presentado su dimisión, retirándose en la más absoluta intimidad, y dejando como su sucesor a Pius Thicknesse, hasta que el Wizengamor eligiera un nuevo ministro. Rufus Scrimgeour, traicionado por una parte de su gobierno durante una reunión en su casa, fue torturado y asesinado en su casa por el propio Voldemort, que intentó sacarle la ubicación de Harry Potter en vano, pues se negó a hacerlo pagándolo con su vida. El Wizengamot, asustado por la repentina "huida" del Ministro Scrimgeour, rápidamente le confirmó como Ministro de Magia, iniciándose una de las etapas más oscuras del Ministerio, controlado por Voldemort y su séquito.
Thicknesse nombró a Yaxley Jefe del Departamento de Seguridad, a Travers en Transportes Mágicos y Runcorn en Aplicación de la Ley Mágica. Selwyn fue puesto al frente de Cooperación Mágica Internacional y Umbridge al frente de la Comisión de nacidos de Muggle. Por primera vez, Percy temió por su vida durante las purgas efectuadas entre los funcionarios del ministerio. El nuevo ministro, sin embargo, decidió mantenerle en su puesto, pero no se le otorgó ninguna otra función que trabajar con Selwyn en Cooperación Mágica, como representante personal de ministro. Thcknesse necesitaba el apellido Weasley para dar una apariencia de neutralidad ante la sociedad. Durante esta etapa, mantuvo un perfil bajo, y junto con otros compañeros del ministerio, trabajó recopilando información e informando a los gobiernos extranjeros de la verdadera situación del ministerio británico. Dado que Selwyn estaba más interesado en lo que sucedía dentro de las fronteras británicas y en sus actividades como mortífago, no le fue difícil actuar a sus espaldas. Sus contactos en Francia, España y Alemania permitieron salvar a muchos nacidos de muggle, acusados por la Comisión de Registro de Nacidos de Muggle de haber robado la magia a un mago, dándoles documentos y genealogías falsas que salvaron de la muerte a numerosas personas.
Acabada la guerra, Kingsley Shackelbolt fue nombrado Ministro de Magia y Percy, una vez más, fue nombrado Asistente del Ministro, colaborando en la reforma y restauración de Ministerio de Magia, trabajando codo con codo con el ministro durante los últimos diecinueve años, por lo que se veía a sí mismo como su sucesor. No podía negar que, en el fondo de su corazón, ambicionaba ocupar el puesto de máxima responsabilidad en su país. Cuando en junio de 2018, Kingsley tomó la decisión de no presentarse al siguiente mandato, pensó en que oficializaría su posición como candidato a ocupar la cartera de Ministro de Magia. Sin embargo, Shacklebolt propuso a Hermione Granger-Weasley para sucederle, chafando todas las ambiciones del que había sido su mano derecha durante tantos años. No se lo tomó bien al principio, pero no tuvo otra opción que aceptar la situación y apoyar a su cuñada.
Hermione, que no era ajena a su trayectoria, sabía de su gran habilidad para los asuntos internacionales. Era un negociador bastante hábil, sabía manejarse entre embajadores y representantes de otras naciones, y su popularidad entre los gobiernos extranjeros le convencieron para contar con él en un puesto en el que creía que necesitaba a alguien de confianza. Es por eso por lo que le nombró Jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, un puesto de gran prestigio y responsabilidad que aceptó sin dudarlo, después de tener que admitir que su oportunidad para ser Ministro de Magia había desaparecido para siempre.
Esa mañana de finales de agosto, Percy se encontraba trabajando desde muy temprano en su despacho del quinto piso del Ministerio de Magia. Su despacho era de forma cuadrada, bastante amplio, de color gris perla con cortinajes rojos y dorados que enmarcaban antiguos Jefes del departamento. El suelo estaba cubierto por unas alfombras de origen marroquí con un diseño de estrellas, que fue un regalo a Percy por parte del embajador de aquel país. A un lado, se podía ver la chimenea de piedra blanca cincelada conectada a la Red Flu y, frente a ella, un sofá y unos sillones de cuero color burdeos a los que acompañaba una mesita de caoba con una losa de mármol blanco encima. En el lado contrario, se encontraba una mesa de madera oscura bastante sencilla para ocho personas, utilizada para reuniones. Enfrente de la puerta de acceso, al fondo, se encontraba una gran librería que enmarcaba un cuadro de la actual Ministra de magia y, frente a la estantería, un gran escritorio de roble oscuro con una cómoda silla donde Percy trabajaba cada día.
Su despacho había parecido el atrio del Ministerio durante todo el mes debido a la preparación de un importante acuerdo con el gobierno español, un tratado que favorecería el comercio, la seguridad y el trasporte, entre otros asuntos. Todos sus compañeros de gobierno habían intentado meter tajada en el acuerdo, causándole más estrés que preparar el recibimiento del nuevo enviado español, el cual no sabía quién era. Percy se había pasado el último mes estudiando no solo la estructura gubernamental española, sino también el linaje de sus principales familias mágicas, quienes detentaban el verdadero poder en España.
Estaba leyendo un largo informe preparado por el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica acerca de la afectación del tratado al ordenamiento jurídico británico en materia civil y mercantil que se le estaba haciendo bastante pesado cuando alguien llamó a la puerta.
- Adelante – indicó Percy aliviado por poder descansar de tan aburrida lectura.
- Percy, espero no molestarte – dijo la Ministra de Magia, Hermione Granger, mientras que su anfitrión se levantaba a saludarla.
- La Ministra de Magia nunca molesta – dijo Percy mientras se alisaba la túnica – ¿a qué debo tu visita, Hermione?
- Quería saber cómo va la preparación del Tratado – dijo Hermione
- Sentémonos frente a la chimenea y te explico todo – indicó Percy a su cuñada – podría haber ido yo a tu despacho a informarte.
- Prefería venir e interrumpir lo menos posible en tu trabajo - dijo Hermione – sé que esta semana has llevado mucho estrés.
- Es un asunto de gran importancia y todos los Jefes han querido meter algo en el tratado, cosas inadmisibles en muchos casos y otras que quizás podamos llegar a acuerdos.
- ¿Qué cosas inadmisibles? – se interesó Hermione – Espero que no te hayan puesto demasiados problemas, porque si es así tendremos una charla en la próxima reunión.
- Ernie McMillan ha presentado una propuesta sobre restricciones y aranceles al comercio de pociones que afecta de forma flagrante a negocios de españoles. Potter quiere que negociemos que los aurores británicos puedan actuar en España con las mínimas restricciones, y Wilde pretende que las sentencias del Wizengamot sean vinculantes de forma directa en España sin procesos de convalidación y eso son solo algunas – comentó Percy – ni siquiera se han parado a preguntarse cómo funcionan las cosas allí, que tienen un sistema muy diferente al nuestro.
- Se poco del gobierno español, pero lo poco que sé es que estas propuestas serían consideradas un insulto a su soberanía – comentó Hermione.
- Eso sin tener en cuenta quien sea el que venga a sentarse a la mesa – expuso Percy preocupado.
- ¿No conocemos todavía al enviado español? - preguntó Hermione
- Espero recibir noticias hoy, la verdad es que se están demorando bastante – dijo Percy y explicó– es una estrategia para ponernos nerviosos, para que tengamos el menor tiempo posible para prepararnos sobre el enviado.
- Un poco a mala fe – dijo la ministra resignada.
- Lo tengo todo preparado, por eso me he preparado un dosier de todos los candidatos posibles – tranquilizó Percy con optimismo – te he mandado la agenda a tu oficina con un informe completo
- ¿Podrías hacerme un resumen de los preparativos? – rogó Hermione a su cuñado, para ahorrar tiempo luego cuando leyera el informe.
- En primer lugar, el viernes tendrá lugar la recepción y entrega de credenciales en el salón de tapices, un breve encuentro contigo en privado la salita de recepciones y seguido un almuerzo en el Gran Salón – explicaba Weasley hasta que fue interrumpido por unos golpes en la puerta.
- Adelante – indicó Percy molesto por verse interrumpido.
La puerta se abrió y dejando ver a su secretario junto a un joven castaño que trabajaba para él que entraron y se pusieron enfrente de suya. Parecía haber corrido bastante porque su cara estaba enrojecida y del pelo le caían gotas sudor, además intentaba ocultar el jadeo de la falta de aire.
- Señor Weasley, el señor Dumbar tiene una carta muy importante para usted – dijo la secretaria.
- Acaba de llegar esta carta, señor – dijo entregándosela.
- Parece que has venido corriendo desde mensajería – dijo la Ministra mientras que el joven solo asintió.
Percy tomó la carta y comprobó que el sello fuera autentico, cosa que así era y leyó el remitente. Provenía del Secretario de Estado y del Despacho de exteriores, Francisco de Miranda, su equivalente en el gobierno español. Abrió la carta y se dispuso a conocer su contenido.
"Estimado Sr. Weasley,
Le escribo para comunicar a vuecencia que la Junta de Estado, ha tomado la decisión de enviar como embajador ministro plenipotenciario, con poderes para negociar y comprometer la voluntad del Estado, hasta los limites que las Cortes han establecido en su persona, a su Excmo. Sr. Alfonso Álvarez de Toledo y Carrillo de Albornoz, XVIII Duque de Montemar, Teniente General de la Real Armada Española del Mediterráneo.
Deseo de todo corazón de que las negociaciones lleguen a buen término y que beneficie a todas las partes.
Un cordial saludo,
Francisco de Miranda Téllez-Girón.
Secretario de Estado y del Despacho Exteriores".
Terminó de leer la carta y se dirigió a su escritorio corriendo sin decir nada a rebuscar entre sus papeles los informes de los candidatos a embajador. Si la negociación se presentaba ya de por si complicada, el nuevo enviado español suponía un nuevo reto.
- Por tu reacción Percy, supongo que lo conoces – afirmó Hermione
- Así es – dijo Percy – y no lo vamos a tener fácil.
- Hay más señor Weasley – dijo el joven Dumbar – él ya está aquí.
- ¿Cómo? – preguntó Hermione preocupada.
- Ha venido de incognito, lo vieron de madrugada desembarcando en Southampton.
- ¿Dónde está? – preguntó preocupado el jefe de Cooperación Mágica – Hay que encontrarle de inmediato.
Ninguno de los presentes en aquella habitación podía imaginar que, no muy lejos de Londres, en el condado de Wiltshire, ajenos a las preocupaciones que se tenían en el Ministerio, el enviado español visitaba a sus buenos amigos, los Malfoy, en su casa solariega. Había desembarcado de incognito en el puerto de Southampton y había llegado temprano a la mansión, donde Draco y Astoria le esperaban con ganas de reencontrarse después de más de un año sin verse.
Estaban paseando por uno de los jardines, el llamado "del Olimpo", uno de los más bellos y antiguos de la mansión que había sido mantenido intacto desde los tiempos de Augustus Malfoy quien, durante uno de sus múltiples viajes a Europa, compró en Roma para su jardín, una colección de estatuas renacentistas de dioses grecorromanos a un cardenal que estaba en bancarrota. El jardín fue diseñado por uno de sus mejores amigos, el arquitecto y paisajista Thomas Archer junior, que, inspirándose en jardines de la época renacentista y barroca, diseñó el jardín de forma ovalada teniendo por centro una pequeña y antigua fuente de alabastro de forma hexagonal del que emanan doce radios enmarcados por setos forman senderos por los cuales llegar al centro del jardín. En los espacios que forman los radios, se alzan doce pedestales donde descansan las estatuas de Júpiter, Juno, Marte, Minerva, Vulcano, Baco, Apolo, Venus, Diana, Plutón, Vesta y Neptuno, con todos sus atributos. Draco y Astoria junto al duque caminaban junto a la estatua de Neptuno. Draco vestía elegantemente como era costumbre un pantalón negro con una camisa de lino verde oscuro y un chaleco negro, Astoria llevaba un vestido veraniego blanco con algunos detalles azules en la cintura y Alfonso, llevaba un traje azul oscuro con una levita larga que le caía hasta las rodillas. De su cintura pendía una espada corta, símbolo de nobleza, y en su mano un bastón con una empuñadura dorada en forma de pomo. Cuando tuvieron la escultura a su altura, Alfonso se detuvo a observarla. Mostraba a un Neptuno erguido y sobre su cabeza lucía una corona de picos. Su cuerpo, desnudo en su mayoría, era cubierto por una toga que caía con gracia al suelo, tapándole las partes íntimas. Su mano izquierda señalaba al horizonte y en su derecha portaba un majestuoso tridente.
- ¿Sabéis que en Valsaín tengo una estatua muy parecida a esta? – dijo Alfonso como curiosidad – pero la mía el tridente lo porta en la izquierda.
- Recuerdo haberla visto la última vez que estuvimos allí – recordó Astoria – a todo esto, ¿cómo está Teresa?
- Está bien, algo ocupada estos días con la organización de caridad que han fundado ella y otras damas para ayudar a los niños huérfanos – dijo Alfonso mientras retomaban la marcha en dirección a la fuente central del jardín – le hubiera gustado venir conmigo, pero dado la imprevisibilidad de mi nombramiento le ha impedido cambiar los compromisos
- Fue una sorpresa recibir tu carta anunciando tu inminente llegada – dijo Draco
- Para mí también – bromeó el duque
- ¿Cómo ha sido? – preguntó Astoria
- Pues estábamos tranquilamente hace dos días terminando de pasar el verano en nuestro palacio de Valsaín cuando un mensajero de don Luis Fernández de Bobadilla, Secretario de Estado y del Despacho Universal para que acudiera de inmediato a Buenavista – relató Alfonso – cuando llegué me sorprendió con mi nombramiento de embajador y ministro plenipotenciario para firmar este tratado con el Ministerio Británico y la obligación de presentar mis credenciales en Londres el viernes ante la Ministra Granger-Weasley.
- Todo muy precipitado – comentó Draco.
- Al parecer no se decidían a quien enviar – explicó Alfonso – es un asunto delicado, en el que están en juego muchas cuestiones, no podían dejárselo a cualquiera al parecer.
- Aun así, es curioso que te envíen a ti a una misión aparentemente pacifica siendo tú un almirante de la flota española – señaló Astoria.
- Tú lo has dicho, aparentemente pacifica – dijo el duque con orgullo y suficiencia – pero en el fondo es una lucha de apariencias e intereses, más peligrosa que una batalla real, puesto que no sabes por dónde puede venirte el golpe o qué sabe el otro que tu no.
- Por como lo dices parece incluso que lo disfrutas – dijo Draco con una media sonrisa
- Es una partida de ajedrez que la vence el más astuto – explicó Alfonso – a veces tienes que sacrificar algunas piezas para obtener la victoria.
- Desde luego, no quisiera tenerte en frente en esta ocasión – dijo Astoria bromeando - ¿Quién es tu contrincante en esta partida?
- Un tal Percival Weasley – dijo Alfonso – ¿lo conocéis vosotros?
- Es el cuñado de la ministra Granger – dijo Draco – lleva en el ministerio muchos años como Asistente del Ministro, de hecho, muchos pensábamos que sería el sucesor de Shacklebolt.
- Es un político bastante hábil y ambicioso por lo que he oído – dijo Astoria –y a diferencia de su cuñada, sabe moverse en los círculos sociales.
- A pesar de ser un Weasley, es bastante competente – alabó Draco.
- Por lo que me habéis contado, tengo ganas de conocerle – dijo Alfonso – espero que las noticias de mi llegada no le hayan causado un excesivo dolor de cabeza a todo el gobierno.
Caminando por el jardín a paso ligero iba Scorpius, al encuentro de sus padres y de su ilustre acompañante. Vestía a la manera muggle un vaquero corto y una camisa de manga larga verde remangada y calzaba unas zapatillas. Su pelo seguía largo, de no habérselo cortado desde hacía tiempo. Su padre le miró severamente por su indumentaria, no muy adecuada para recibir a una visita tan importante.
- ¡Pero qué mayor estás, Hyperión! – exclamó contento Alfonso al ver al joven que venía a saludarle - ¿Cómo está mi sobrino?
- ¡Me alegra mucho verte tío Alfonso! – dijo Scorpius mientras le daba un abrazo.
- Llegas tarde Hyperión – regañó su padre.
- Disculpadme, padre, estaba escribiendo una carta y se me pasó la hora – dijo mientras saludaba con un beso a su madre y después se dirigió a abrazar a su padre.
- Yo también me retrasaba cuando escribía a Teresa, es normal en los jóvenes – dijo el duque mientras le daba una palmadita en su espalda mientras las mejillas de Scorpius se tornaban rojas– madre mía, has crecido bastante desde la última vez que nos vimos, te encuentro más mayor.
- Hace más de un año que no nos veíamos, tío – dijo Scorpius sonriendo – desde que estuvimos en Valsaín de vacaciones en tu mansión.
- Tus padres me han contado que sigues en el equipo de Quidditch de Gryffindor – dijo Alfonso - ¿tengo ante mí al futuro buscador de la selección inglesa?
- No, tío – dijo Scorpius riéndose por el comentario – me gusta el quidditch, pero no me veo dedicándome profesionalmente.
- Todavía tienes mucho tiempo para decidir qué quieres ser – dijo el duque.
- De momento, espero que se centre en sus estudios y saque buenas notas este curso – dijo Draco – el lunes vuelven ya a la escuela
- Entonces debemos aprovechar los pocos días que nos quedan antes de que tu tengas que ir a Hogwarts– dijo Alfonso – y que yo tenga que humillar a Weasley y su tropa en las negociaciones del tratado – todos rieron por el comentario del duque.
Empezaron de nuevo a caminar rumbo a la mansión mientras Scorpius le contaba cosas de Hogwarts, de las clases que tendría ese año y de los profesores que le instruirían.
- ¿Filius Flitwick sigue dando clases? – preguntó interesado Alfonso
- Si – respondió Scorpius
- Si no me equivoco es el subdirector de Hogwarts, un buen hombre – completó Astoria.
- Es uno de los mejores duelistas de los últimos años – dijo Alfonso – tuve la suerte de batirme con él cuando competía en mi juventud.
- No es una de las personas con quien me gustaría batirme en duelo – dijo Draco – todavía recuerdo como despachó a Dolohov sin apenas esfuerzo y Yaxley se salvó de morir por la tregua.
- Es uno de los mejores profesores que tenemos – dijo Scorpius – al menos no me odia por cosas que no hice.
- No le dediques a Longbottom más de lo que se merece – recordó Draco
- Lo conocí hace un par de años en una cena de la embajada en la que coincidimos, iba con su abuela, Augusta creo – comentó el duque – no dudo de su capacidad para enseñar, pero no parece muy "espabilado" que digamos.
- Cariño, ahora que me acuerdo – comenzó Astoria – acuérdate de llevarte un par de cuerdas extra para el violín cuando lo guardes en el baúl.
- Así lo haré.
- ¿Sigues tocando tan maravillosamente bien como tu madre? – preguntó interesado el duque.
- Bueno, eso dicen – dijo Scorpius modesto.
- Quizás Astoria y tú podríais tocar algo esta tarde – dijo Draco
- Eso sería una idea excelente – dijo Astoria contenta –os enseñaré también uno de mis últimos trabajos.
Siguieron hablando de muchos temas más durante toda la mañana hasta la hora del almuerzo, donde se les unió Narcisa que, después de haber recibido temprano al duque, se había retirado a sus estancias para dejarle conversar a gusto. Draco obsequió a su ilustre invitado con un gran festín inspirado en la gastronomía española, regado todo ellos con un buen vino de la ribera del Duero y sidra asturiana. Disfrutaron el resto de la tarde en los salones de la mansión, escuchando las bellas composiciones de Astoria que Scorpius y ella tocaban magistralmente. Hablaron y charlaron poniéndose al día sin que nadie les molestase, ajenos a las preocupaciones y el revuelo que se había formado aquella mañana en el Ministerio.
