Notes:

Cómo podrán ver, utilizó ciertos separadores de texto, les explicaré:

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(Indican cambio de escenario o bien, para indicar que paso tiempo, según la narrativa que le siga)

(Separa e indica el inicio y el final de los flashbacks)

Por cierto, una disculpa si hay errores de dedo, luego corrijo este show


Capítulo 1

Año 1999, otoño, esa era otra tarde después de clases, nada especial, todo era similar a otras tardes... bueno, quizás no tan similar.

—Seishu. — Llamó una rubia de unos 14 años, próxima a sus 15.

—¿Qué pasa, Akane? — Respondió el niño a quien habían llamado antes.

—¿Por qué Hajime no está contigo? — Preguntó alcanzando a su hermanito, por lo general el pelinegro, Hajime Kokonoi, siempre iba con su hermano, pues eran amigos desde el preescolar y siempre andaban juntos para todos lados.

Seishu torció los ojos. —No sé. — Respondió de mala manera.

Akane parpadeó un par de veces. —¿Acaso se pelearon de nuevo? — Ya tenían algunos días los chicos discutiendo por quien sabe que cosas, Akane no preguntaba mucho, y no porque no le preocupase que su hermanito se peleará con su amigo, sino que no quería que Seishu sintiera que ella estaba siendo invasiva. —Sei, ¿qué les está pasando? — Preguntó caminando hasta ponerse frente a su hermano, evitando así que esté le evadiera la mirada y por ende bloquearle el paso.

Seishu por su lado agachó el rostro, de un momento a otro comenzó a sentir la cara caliente y los ojos arderle. —No es nada, son tonterías nuestras. — Dijo tratando de deshacerse de ese escozor en los ojos.

Akane no le creyó, siempre era la misma respuesta pedorra y ciertamente a ella ya le parecía extraño, si bien era cosa de poco tiempo, algo le decía que era algo un poco más serio. —Sei... — No pudo seguir, pues su frase se quedó a medias por una voz que ambos hermanos Inui conocían.

—¡Inupi! — Gritó un chiquillo de cabellos negros. —¡¿Por qué te saliste tan rápido del aula?! — Reclamó el abandono del rubio. —Ah... Akane... — Llamó a la mayor una vez que la notó. —B-buenas tardes. — Saludó a la chica con un torpe tartamudeo, mismo que provocó una ligera risa en Akane y en Seishu una ligera molestia, misma que pasaría desapercibida por el azabache, más no por la chica.

—Entonces fue Seishu el que te dejó. — Dijo ladeando la cabeza y mirando a su hermano con una sonrisa burlona. —Eso fue muy grosero de tu parte. — Reprendió a su hermano, aunque más que reprender parecía que se burlaba de él. Seishu por su parte sólo soltó un "hmp" de forma indignada.

Kokonoi por su lado no entendió el actuar de su amigo, quizás fue porque en la mañana, cuando iniciaron las clases él había comentado que Akane era muy bonita, todo parecía apuntar a qué desde ese momento Seishu había estado de mal humor. Aunque no entendía del todo, quizás era normal que el rubio no quisiera que alguien posase los ojos en su hermana, aunque el rubio no lo dijese en voz alta, no era un secreto para Kokonoi que él quería muchísimo a su hermana y viceversa. —Bueno, ya lo hizo, lo importante es que lo alcance y que además nos acompañas también. — Dijo esperando no haber quedado "expuesto" con la chica.

Akane le sonrió a Hajime y se quitó del camino para que su hermanito pudiese caminar. —Eres muy bondadoso, cualquier otra persona se enojaría con Seishu por hacer eso.

—Cállate. — Refunfuñó el mencionado.

El camino fue igual que otros días, Hajime iba platicando con Akane como todas las tardes mientras Seishu poco a poco iba caminando atrás de ellos, oyéndolos, observándolos, sintiendo la misma inquietud que le corroía desde hace tiempo y que en últimas fechas estaba devorándolo por dentro, pero como otros días, no dijo nada.

—Ten cuidado al regresar a casa, Hajime. — Se despidió Akane del menor.

El pelinegro asintió. —Nos vemos mañana, Akane... ¡Nos vemos, Inupi! — Le gritó a su amigo, mismo que ya estaba por entrar a su casa. —¿En serio está tan celoso? — Le sonrió a Akane y continúo su camino a casa.

Dentro de la casa de los Inui, Akane alcanzó a su hermano. —¡Sei! — Llamó al menor. —En serio, ¿qué pasa contigo? — Dijo parándose frente a su hermano, cortándole camino hacia las escaleras. —Haz estado muy grosero con Hajime, y él ha sido muy amable contigo, ¿no crees que deberías disculparte con él? — Colocó sus manos en su cintura. Mientras que su hermano sólo fruncía más el ceño. —¿Por una vez podrías dejar de ser tan...?

—¡SI TANTO TE AGRADA KOKO, ¿POR QUÉ NO SÓLO SE VAN JUNTOS Y ME DEJAN EN PAZ?! — Era muy inusual que Seishu alzará la voz, y más que interrumpiera a otros cuando le hablaban. —¡NO HACE OTRA COSA QUE NO SEA HABLAR DE TI Y TÚ HACES LO MISMO! — Afirmó sintiendo aquel escozor regresar con más fuerza. —¡TODOS LOS DÍAS EN LA ESCUELA ES: "AKANE ESTO, AKANE EL OTRO" Y TÚ TODAS LAS TARDES SALES CON: "HAJIME ES AMABLE", "HAJIME ES UN NIÑO LINDO", SON EL UNO PARA EL OTRO, ¿BIEN?! — Akane abrió sus ojos con sorpresa, no tanto por lo que estaba diciendo su hermano, sino por lo que aquello podría significar. —¡SÓLO DEJEN DE HACERME SENTIR ASÍ! — Finalizó el chico, llevando su mano derecha a la altura de su corazón y sujetando la ropa de ese lugar con fuerza, pues de un momento a otro comenzó a sentir una fuerte presión. —¡Hablé de más!

Akane trató de tomar la mano de su hermano, por primera vez lo había visto alterado, era una mezcla de miedo, dolor, frustración y... —Sei... — Antes de que pudiese decir algo, Seishu la apartó de enfrente y subió rápidamente a su habitación. Mientras Akane se quedaba estática en su lugar. —A Sei... ¿Podrá ser que a él...? — Miró escaleras arriba, como si pudiese ver a su hermano por ellas, aunque en realidad él ya se había ocultado.

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Por otro lado, el niño de cabellos negros llegaba a su casa. —¿Será que Inupi está teniendo problemas para dormír? — Por conversaciones anteriores con su amigo, sabía que este a veces tenía dificultades para dormir por la noche... pero era buenísimo para dormirse a media clase, aunque también sabía que esa era una habilidad de Akane también poseía. —Quizás sólo esté temiendo que le quiten la atención de su hermana. — Comentó en un tenue murmullo que únicamente él pudo oír. —Como sea, si mañana sigue así de payaso, le haré hablar a como dé lugar. — Dijo entrando a su casa.

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La tarde paso sin más dilación, salvó en la casa de los Inui, ya que el menor de los hermanos se había encerrado en su cuarto y no parecía tener intenciones de salir, Akane por su parte hizo sus deberes y preparó la cena, sus padres llegarían tarde del trabajo, así que se aseguró de preparar el almuerzo de mañana para ella y su hermano, al final del día, sabía que ambos eran un par de ositos perezosos en las mañanas, y no quería que su madre se levantase tan temprano sólo por hacerles el almuerzo para la escuela.

Bien, trataré de hacer toda mi tarea y así... quizás... mañana pueda ir a la biblioteca a investigar un poco... — Pensó, una vez que dejó todo listo, tomó la bandeja con la cena de su hermano y subió por las escaleras. —¿Sei, estás despierto? — Llamó a la puerta del menor, pero este no respondió. —Oye..., te traje la cena, anda, no sigas molesto, prometo dejar de compararte con él. — Dijo con una amable sonrisa, tenía sus dudas, pero por ese momento, parecía que ir por la idea de las comparaciones sería lo más seguro, además, conocía bien a su hermano, sabía que no estaba dormido y que muy probablemente estaba sentado recargado sobre la puerta para evitar que ella entrase.

Justo como lo había pensado, escuchó algo removerse de la puerta, así como la misma ser abierta poco a poco. Seishu sólo se asomó por una pequeña rendija para ver a su hermana, en momentos como ese odiaba tener la piel tan clara, se evidenciaba mucho si lloraba, e incluso tardaba bastante en quitársele los tonos rojizos alrededor de sus ojos. —Perdón. — Habló muy bajito, ocultándose detrás de la puerta y abriéndola más para que su hermana pudiese entrar.

Akane le escuchó pero decidió no indagar mucho en ese momento, dejó la bandeja en el pequeño librero que estaba junto a la puerta. —En cuanto acabes de comer, haces tus tareas, mamá y papá llegarán tarde, así que no te desveles, ¿de acuerdo? — Seishu sólo asintió. —Bien. — Dijo mirando a su hermano y colocando su mano izquierda sobre la cabellera de este. —Si necesitas ayuda con algo de tu tarea, no dudes en ir a mi cuarto.

Seishu alzó la vista, el tono de su hermana era el mismo de siempre, lleno de cariño y amabilidad. —Ah... hm. — La mayor revolvió un poco el cabello de su hermano y salió de la habitación de este. —Lo siento tanto... Akane... — Pensó sintiéndose la peor persona del mundo.

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El día iniciaba, los rayos del sol se filtraban por las cortinas de la habitación de un pequeño de cabellos negros. —¡Hajime, el desayuno está listo! — La voz de su madre le hizo soltar un quejido, se sentó en su cama y comenzó a estirarse, antes de tallarse los ojos, y posteriormente mirar su reloj. —Son las 7:00 a.m — Murmuró al ver la hora. —¡Mamá, es muy temprano! — Chilló, para después recordar que no se había duchado... así que... debía aprovechar, claro, primero a desayunar.

Mientras en la planta baja de la casa, los padres del menor se preparaban. —Qué niño. — Soltó el padre al oír los piecitos de su hijo correr escaleras abajo.

La madre del menor río. —¡Sí, si, las 7 de la mañana, pero te recuerdo que tú fuiste quien me pidió que lo levantase a esa hora siempre! — Anunció asomándose por el pasillo, justamente para ver a su retoño bajar de un brinco. —¡Ya te hemos dicho que no bajes así! — Reprendió a Hajime, reprenda que le valió al crío. —Anda, date prisa para que tomes una ducha. — Alentó despeinando la ya despeinada cabellera del menor.

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Por otro lado, en la casa de los Inui, todo estaba tranquilo... demasiado tranquilo... tanto así que parecía sospechoso. Pero pasó media hora... y empezó el caos. —¡Niños, van a llegar tarde! — Anunció la madre, una mujer bella, de cabello rubio, ojos verdes, era claro que era extranjera. —¡Ay, Dios! — Exclamó saliendo de su cuarto, directo a la cocina para preparar el desayuno antes de que sus pequeños y obviamente ella y su marido partieran.

—¿Mamá? — Llamó Akane al ver a su madre entrar apresurada a la cocina.

—¿Akane? — Dijo viendo a su hija, la chica tenía puesto un mandil salmón sobre su uniforme. —Hija, ¿Qué estás haciendo? — Preguntó pese a ver lo obvio.

—Ayer que Sei y yo llegamos hice algo para el desayuno, claro excepto algunas cosas que es mejor comerlas recién hechas. — Dijo mirando la mesa que había acomodado. —Mi comida no es tan buena como la tuya, pero... — Regresó la mirada a su madre. —Quería ayudarte con esto, por muy poco que sea. — Dijo con una gran sonrisa. La madre de esta se acercó y la abrazó , aunque ella y su marido evitaban mencionar sobre lo apretados que estaban de dinero frente a sus hijos, era obvio para Akane que esas horas extras que hacían ambos era para que a ella y a su hermanito no les faltase nada, siendo consciente de que aún no podía tener un trabajo de medio tiempo, decidió ayudar a su madre con las labores domésticas en la medida de lo posible, y aunque no le había comentado nada a Seishu, había logrado convencer a este de ayudarle también, cosa que tampoco era problema, ya que el pequeño aunque perezoso a veces, también era acomedido. —Sei debe seguir dormido, creo que se le hizo tarde haciendo su tarea.

La mujer se separó de su hija. —¿Ya te has duchado? — Sabía la respuesta, pero aún así quiso preguntar, recibiendo una afirmativa por parte de su niña. —Bien, prepararé el baño para tu hermanito. — Dijo dándole un beso en la frente a su hija y saliendo de la cocina. Yendo al baño para prepararlo.

El padre de los niños, quien se había levantado apenas oyó a su mujer se dispuso a tomar una ducha, con la idea de ganar el baño antes que su hija o demoraría la chica en salir, para su sorpresa, el baño acababa de ser usado para una ducha y por las fragancias del mismo sabía que había sido su primogénita. —¿Y este milagro? — Preguntó asombrado, sabía que el espíritu animal de sus hijos era un oso perezoso, por ello le sorprendió bastante saber que la chica se había levantado temprano.

—¿Cariño? — La voz de su mujer le sacó de sus pensamientos. —¿Vas a ducharte? — Cuestionó sin dar oportunidad a qué su esposo le respondiera. —Aprovecha en lo que voy a despertar a Sei. — Dijo con un tono cariñoso, dirigiéndose escaleras arriba para despertar a su segundo perezocito. ¡Toc! ¡Toc! —¿Sei? — Llamó suavemente. —¿Cariño~? — Llamó abriendo la puerta. —Hora de levantarse. — Dijo entrando, caminando a la cama del chiquito. —Sei~, la escuela es a las 8:30 y no vivimos a la vuelta de la misma~ — Dijo removiendo un poco a su hijo, logrando que este soltará algunos quejidos y se descubriera la cara. —¿Um? — Algo en el rostro de su pequeño había llamado su atención, la nariz del pequeño, así como las partes inferiores de sus párpados, estaban de un tono rojizo. —¿Lloró hasta quedarse dormido? — Aquello le preocupó, más porque cada que él y Akane llegaban a tener diferencias, su hija solía platicarle, por lo que sí Akane no le había dicho algo, significaba que algo le había pasado a su hijo. —Sei...

Antes de que ella pudiera decir más, la voz adormilada de su pequeño se escuchó. —Ya oí... — Abriendo con pesadez sus ojitos, denotando así que la suposición de la mujer no era errada, esos ojitos rojos e hinchados le decían que su pequeño había llorado hasta dormirse.

—¿Pasó algo anoche? — Preguntó sentándose en la cama de su pequeño, mientras que esté se sentaba con la misma o más pereza con la que había respondido.

—Yo... fui grosero con Koko... y... le grite a Akane... — Dijo bajando la mirada.

—¿Se puede saber por qué sucedió eso? — Indagó amablemente la mujer, pero Inui no dijo nada. —Sei, sabes qué puedes decirnos todo, ¿verdad? — Comentó acariciando una de las mejillas de su pequeño. —¿Tan grave es que no puedes decirlo? — Preguntó, pero el menor negó con la cabeza.

El silencio se posó por unos segundos. —Mamá... no quiero hablar de eso... ahora. — Contestó pidiéndole a Dios que su mamá no siguiera.

La mujer soltó un suspiro. —Bien, pero... — Se levantó de la cama, para después ponerse en cuclillas, quedando a la altura de su pequeño. —Cuando quieras hablar... ¿Me prometes que me lo dirás? — Pidió mirando con cariño a su hijo, este lo pensó un poco para después a sentir con su cabeza. —Muy bien, entonces ve buscando tu ropa en lo que te preparo el baño, ¿Oki doki? — Miró a su hijo, mismo que respondió otra vez con un movimiento de cabeza. —De acuerdo. — Se puso de pie y salió de la habitación del menor. —Últimamente se ha estado peleando mucho con Hajime... — Eran niños, las discusiones por cualquier cosa eran normales, así como el que se reconciliarán a los minutos, pero por alguna razón, habían discusiones entre esos dos que hacían que su hijo se entristeciera bastante, y esas discusiones a últimas fechas eran más frecuentes. —Creo que empezó a ser desde hace un año o poco más... — Pensó mientras bajaba las escaleras.

Lo que había parecido una conversación de pocos minutos, en realidad fue más larga, lo suficiente como para que su marido terminará de ducharse y arreglarse. Comenzó a preparar el baño para su hijo mientras su marido comía el desayuno y mantenía una entretenida conversación con su hija.

Ya eran las 7:55 a.m., si todo seguía a ese ritmo, los niños podrían llegar a sus escuelas sin problemas.

¡Ding! ¡Dong!

Se oyó el timbre de la puerta, Akane salió a ver de quién se trataba. —Ah... Hajime. ¡Buenos días! — Saludó saliendo al patio delantero para abrirle al menor.

—¡Buenos días, Akane! — Saludó el niño. —B-bueno, sé que aún es temprano, pero... — Su plan era aprovechar tener tiempo de más para poder hablar con Seishu, después de todo, a él tampoco le gustaba la sensación de estar peleado con el rubio.

Akane sonrió, realmente Kokonoi era un chico muy amable. —Anda pasa. — Invitó al chico, no sólo a entrar al patio sino a la casa. —Mamá fue a despertar a Seishu, así que no debería tardar, por cierto. ¿Gustas desayunar con nosotros? — Añadió una vez que ambos entraron al pequeño recibidor de la casa.

—Ah, no, muchas gracias, desayuné antes de venir. — Declinó apenado.

Una vez dentro de la casa, el chico fue saludado por los adultos, a quienes también devolvió el saludo. Akane por su lado creyó que su hermano estaba en el baño, por lo que fue a este y llamó a la puerta. —Sei, Hajime está aquí, date prisa. — Dijo esperando un rato, sin embargo no escuchó ruido alguno. —¿Sei? — Pegó su oído a la puerta, si bien su hermano no era alguien ruidoso, tampoco es que fuese así de sigiloso. Tragó saliva y se decidió abrir la puerta, con la esperanza de que apenas se oyese el picaporte girar el menor gritase, pero nada. —¡¿SIGUE DORMIDO?! — Gritó al entrar al baño y verlo preparado pero sin ocupante. —¡Mamá! — Llegó alterada al comedor donde están sus padres, y claro Kokonoi, que parecía estar siendo interrogado por el padre de familia.

—¿Qué pasa hija? — Preguntó la mujer.

—¡Seishu no está en el baño! — Dijo señalando el pasillo que llevaba a dicho lugar.

—¡¿Qué?! — La mujer salió del comedor seguida de Kokonoi y su marido. —¡No puede ser! — Dijo al ver lo mismo que su hija.

Kokonoi por su parte soltó un suspiro. —A este paso se va a convertir en un Koala. — Dijo el menor.

—Debió volver a dormiste apenas le dejé sólo. — Comentó la mayor llevando una mano a su frente, estaba dispuesta a ir por su hijo hasta que Kokonoi le interrumpió.

—¿Puedo ir por él? — Preguntó, su plan en un inicio era ir platicando tranquilamente con su amigo, pero ahora con esto, su nueva idea era ser él quien le despertara, quizás pudiese aprovechar para jugarle una broma o algo.

—¿Harías eso? — Preguntó la madre de los Inui. —Quizás eso le mejore el ánimo, o lo haga darse prisa, ¡si sucedieran ambas sería genial! — Pensó mirando a su mini salvador.

—¡Por supuesto! — Dijo con una sonrisa en labios. —Con su permiso. — Caminó escaleras arriba mientras poco a poco su amable sonrisa pasaba a ser una maquiavélica. —A ver... ¿Qué puedo hacer? Su mamá le había despertado antes, en teoría debería estar semi-alerta, entrar de golpe quitaría toda la gracia, pero... — De todas las bromas que Kokonoi le había gastado a Inui y viceversa, sólo había una que sin importar qué, a los dos les daba el sobresalto de sus vidas. —Soplarle en el oído... — ¡Eso era! Claro que, no sería lo primero en hacer, le trataría de llamar para que despertara, y si no funcionaba, le soplaría el oído. Llegó a la puerta del rubio y llamó a esta tres veces. —¡Inupi, arriba! — Dijo sin obtener respuesta. —Ah... no sé porqué me sigue sorprendiendo lo pesado que tiene el sueño. — Abrió la puerta y entró a la habitación, la cama de Inui quedaba frente a la puerta, con la cabeza hacia la pared de enfrente que tenía una ventana, y los pies hacia la puerta. —¡Oye, Inupi, ya son las 8:05, arriba! — Dijo caminando hasta quedar de lado de la cama. —Inupi... — Llamó una vez más, pero el rubio realmente estaba perdido en el quinto sueño. Respiraba con un ritmo tan calmado, que realmente hacia que Kokonoi quisiera tomarse una siesta con él, pero no había ido para eso. —¡Inupi, déjate de juegos, anda! — Llamó en voz alta, acercándose más a la cama, inclinándose un poco para encarar a su amigo. —¡Seishu Inui, será mejor que...! — Su frase quedó a medias al poder contemplar el rostro de Inui, realmente estaba profundamente dormido, y eso no era lo único que notó en ese momento. —El rostro de Inupi es bastante... lindo... ahora entiendo porque muchos niños a primera instancia le confunden con una niña... sus pestañas... no había notado lo largas que son, y también están ligeramente rizadas, eso es bastante raro... — Al ser las pestañas de Inui rubias como su cabello, era difícil percibirlas a simple vista, por ello ahora que Inui estaba dormido Kokonoi podía notar esos detalles, no sólo eso también estaba el hecho de que el rostro de Inui no parecía haber cambiado mucho de cuando se conocieron en el preescolar, su rostro seguía siendo el mismo. —Creo que podré molestarlo llamándole "pestañas de Bambi". — Aquel pensamiento le hizo soltar una pequeña risa. —Oye... Inupi~. — Posó sus manos sobre el colchón para poder inclinarse más sin correr el riesgo de caer sobre el otro. —Despierta~. — Decía eso, pero en realidad estaba hablando en un susurro, lejos de despertarlo, era obvio que le terminaría arrullando más. —Cambio de planes~.

Kokonoi se acercó tanto al otro y estaba tan centrado en hacerle la maldad de soplarle al oído a Inui, que no notó que este había apretado suavemente los ojos, una clara señal de estar empezando a despertar. Inui apretó dos veces más los ojos cuando... —¡BOOO! ¡AAAAHHHH! — Los gritos de ambos infantes sonaron, así como algo caerse.

—¡¿Y ahora?! — Preguntó el padre de familia desde la planta baja.

Akane río. —Seguro se gastaron una broma. — Afirmó, restándole importancia, si eso hacía que ambos se arreglaran, entonces, estaba todo bien.

En la habitación del rubio ambos tenían sus manos en la frente. Lo primero que empezó a oírse en el lugar fue la risa de Inui.

—¡¿De qué te ríes?! — Preguntó Kokonoi sobándose la frente, a la par que se ponía de pie.

Inui también estaba sobándose, pero su risa seguía oyéndose. —Tienes la cabeza dura. — Dijo entre risas.

Kokonoi entrecerró los ojos. —Ay, si, mira quién habla, y tú tienes el sueño pesado. — Dijo haciendo un leve puchero. —¿Sabes la hora qué es? — Dijo señalando el reloj que estaba en la cómoda pegada a la cama de Inui. —Tenemos 23 minutos para ir a la escuela, y de esos mismos tienes que ducharte y desayunar. — Dijo alzando una ceja.

Inui parpadeó un par de veces, para después mirar el reloj y confirmar la hora. —¡¿Por qué nadie me despertó antes?! — Dijo saliendo de la cama.

—¡Estás jugando, ¿verdad?! — Preguntó cruzando sus manos sobre su pecho. —Tu mamá vino a despertarte antes, ¿no? — Aquel comentario hizo que Inui se detuviera por un instante, recordado que efectivamente había hablado con su mamá antes, y sobre todo... que el día anterior había pasado el disgusto con su hermana y él. —¿Inupi? — Llamó a su amigo. —¿Pasa algo? — Caminó hasta llegar a su lado. —¿Se ha vuelto a enojar por lo de ayer?

Levantó lentamente su mano, con la intención de ponerla sobre el hombro del rubio, pero este volteó el rostro hacia Kokonoi, dejando ver a este el leve sonrojo que tenía en las mejillas. —¿Podrías... esperarme en la sala? — Preguntó con un tono tan suave, que por un momento Kokonoi dudo de que responder.

Kokonoi bajó las escaleras, volviendo a sobarse la frente. —Me saldrá un chichón. — Pensó sintiendo dolor, llegando a la sala, dónde Akane le esperaba.

—¿Hajime? — Llamó la chica al ver al niño entrar con la frente roja. —¿Qué pasó? — Esperaba que esos dos no se hubiesen peleado, como rara vez acostumbraban, y que su suposición de haberse gastado una broma no fuese errada.

Kokonoi por su parte, recordó lo anterior y soltó una leve risa. —Ambos quisimos asustar al otro y terminamos chocando nuestras frentes. — Explicó comenzando a reír, era en ese momento donde le encontraba lo gracioso.

La rubia sonrió con ternura. —Eso quiere decir que ya no están molestos... ¡que bueno! — Antes de poder decir algo, escuchó unos pasos acelerados bajar por las escaleras para después ver una siluetita, que sabía era de su hermano, pasar por el pasillo. —Ahora tocará ver si no nos toca correr para llegar en 5 minutos. — Pensó riendo levemente. —Hajime. — Llamó al menor. —¿Te agrada Seishu? — Cuestionó de forma ligeramente inusual.

—¿Eh? — Por alguna razón, al oír esa pregunta, en la mente de Kokonoi se posaron varias imágenes, todas eran del rubio, de cuando se conocieron en el preescolar, de la primera vez que le vio reír, de la primera vez que le vio pelear y por su puesto, de la primera vez que entró él a una pelea para ayudar al rubio, así como las veces, porque fueron más de una, que vio el rostro de Inui dormir plácidamente, todo aquello pasó por su mente en cuestión de milisegundos, y extrañamente le generó un leve sonrojo. —Yo... ¿qué? — Preguntó sintiéndose torpe por un momento.

Akane repitió. —¿Te agrada Seishu? — Para ser honestos, la chica no tenía pruebas de lo que estaba sospechando, y tampoco estaba segura de si era correcto preguntarle eso a Kokonoi.

—¡Por supuesto! — Respondió el menor. —No entiendo la pregunta, pero... claro que me agrada Inupi.

Akane volvió a reír. —Es verdad, fuiste tú el que le empezó a llamar "Inupi".

Ante aquel comentario, Kokonoi tuvo un ligero recuerdo, fue de cuando conoció a Inui.

Cabe destacar que no se puede entrar al preescolar si no se tienen cumplidos los 3 años, Inui había nacido el 18 de Octubre de 1989, mientras que Kokonoi el 1 de Abril de 1990, tenían sólo 5 meses y 14 días de diferencia, las inscripciones son en Abril, pero sólo pueden entrar los niños que ya hubiesen cumplido sus tres años, para Octubre de 1992, Inui cumpliría sus 3 años, sin embargo y por lo mencionado anteriormente, tuvo que esperar a cumplir sus 3 años como tal, lo que le obligaría a entrar en Abril de 1993, siendo en Octubre de ese año que el pequeño cumpliría sus 4 añitos, en el caso de Kokonoi fue todo lo contrario, al nacer el primero de Abril, para Abril de 1993 cumplía sus 3 años justos, lo que ocasionó que él e Inui se conocieran en su primer año de preescolar.

Era una mañana fresca, una hermosa mujer rubia llevaba de la manita a su hija. —Akane. — Llamó a la mayor, una nena de casi 9 años. —Hiciste todas las tareas, ¿verdad? — La pequeña, que llevaba de la manita a su hermanito, asintió. —Muy bien. — Sonrió la mujer. —Saldré temprano del trabajo, así que primero pasaré por Sei, y después iremos por ti. — Aviso, el preescolar iniciaba a las 9, mientras que la primaria a las 8:30 a.m. —Sei. — Llamó a su hijo, el pequeño miró hacia su madre, acelerando un poco el paso para poder quedar un poco delante de su hermana, claro, sin soltar la mano de ella. —Vamos a dejar a tu hermana a la primaria, y después pasaremos a tu preescolar, ¿si? — Repitió, esta vez para que el pequeño entendiese y no se quisiera justificar con "a mi no me dijiste nada", porque pequeño y todo ya se las gastaba, Seishu asintió, aunque ya habían tenido la junta de padres para que se hicieran una idea de cómo iba a ser la dinámica del preescolar, Seishu había entendido que su mamá estaba ahí, pero este día sería distinto, mamá no estaría en todo el día, en realidad sólo serían 4 horas, pero para un pequeño es mucho tiempo. —Pasaré por ti primero e iremos a casa.

Aquel comentario hizo a Seishu tropezar un poco. —¿Y Akane? — Preguntó, lo lógico para él era que si primero dejaban a su hermana y luego a él, entonces primero lo recogerían a él y luego a su hermana.

Akane rió bajito. —Yo salgo más tarde, Sei. — Habló con cariño, haciendo que su hermanito la mirase. —La primaria tiene más clases que el preescolar, cuando crezcas lo verás. — Dijo con un pequeño gesto de superioridad.

—Mamá. — Habló Seishu. —¿Iremos por Akane cuando salga?

—¿Eh? — Akane miró sorprendida a su hermano. —Pero si yo puedo llegar sola a casa. — Mentira no era, a la escuela solía llevarla su mamá de vez en cuando, por lo general, la niña regresaba sola a casa, y eso lo había visto Seishu varias veces, que ahora saliera que quería ir por ella le era nuevo, claro que también hubieron ocasiones en las que su madre iba por ella y claro que llevaba a Seishu.

La mujer por otra parte estaba enternecida de que su hijo menor se preocupara por su hermana. —¿Quieres que vayamos por Akane cuando salga? — Seishu asintió. —¿Y tú Akane, quieres que vayamos por ti?

Akane sonrió. —¡Sí!

—¡Pues ya está decidido! — Dijo la mujer.

Tal como había dicho, llegaron a la primaria de Akane, la puerta estaba abierta de par en par y habían dos profesores en la misma recibiendo a los alumnos.

—¡Nos vemos más tarde! — Anunció Akane, corriendo hasta la puerta, pero deteniéndose de golpe, aquello hizo que su madre y hermano parpadearan con sorpresa, la niña volteó y corrió hasta ellos, agachándose un poco para quedar a la altura de Seishu. —¿Me prometes que no vas a llorar cuando mamá te deje en el preescolar?

Ante aquel comentario las mejillas de Seishu se tornaron rosas. —¡No soy un bebé, y menos un llorón! — Se "defendió".

Akane por su parte rió. —Es que si te quedas llorando, mamá también va a llorar. — Dijo recordando que cuando fue su primer día de preescolar lloró y su madre también.

—No lo haré. — Afirmó el menor. —No haré nada que preocupe a mamá, a papá o a ti. — Dijo con seguridad, mirando a su hermana.

Akane no se esperaba esa respuesta, pero de igual forma le dió gusto oírla. —¡Muy bien!, nos vemos luego, cuídate y te portas muy bien, ¿si? — Seishu asintió con fuerza, para después recibir un beso en la frente por parte de su hermana, misma que se levantó y caminó hasta su mamá para despedirse de ella con un beso en la mejilla. —¡Ahora sí, me voy! — Dió media vuelta y esta vez entró a la escuela.

—Vamos, Sei. — Llamó su madre, tomándolo de la mano. Así pues, caminaron una vez que Akane se perdió entre el montón de alumnos que entraba al edificio principal. —Tu preescolar no está muy lejos, ¿recuerdas? — El menor asintió, recordaba el lugar, de hecho había un pequeño parque antes de llegar al preescolar, mismo en el que sus padres solían llevarlo a él y a Akane en las tardes.

El tiempo se fue rápido, aquella media hora de diferencia se había esfumado y ahora era turno de Seishu para quedarse en su preescolar. Tal como Akane dijo, su madre parecía estar haciendo un gran esfuerzo para no llorar y terminar acobardando a su hijo, Seishu por su parte se veía tranquilo, pero por su cabecita pasaban mil cosas, como que aquella institución sería difícil o que quizás su mamá se olvidaría de él, en fin, temores propios de un infante.

La mujer se puso de cuclillas para quedar a la altura de su pequeño. —Bien, es hora de empezar tus clases. — Dijo tratando de sonar lo más tranquila posible. —Vendré por ti e iremos a casa, después pasaremos por Akane, ¿si? — Repitió la indicación de antes. El pequeño Seishu asintió, tratando de mantener la promesa que le hizo a su hermana.

—¡Por aquí, amiguito! — Llamó una de las educadoras infantiles del lugar. —Soy Mimiko Tadano, y seré tu profesora en tu aventura por este preescolar. — Se presentó ante Seishu, imitando la acción de la madre de este de ponerse de cuclillas. —Tiene mi palabra de que su pequeño estará seguro y a la vez se divertirá mucho, señora Inui. — Le dijo a la madre de Seishu. El pequeño por su parte miró a su ahora profesora, era una mujer joven, de cabello negro azulado, sonrisa cálida y ojos dorados, por alguna razón a Seishu se le afiguro a un gato. —Anda. — Llamó Mimiko al pequeño, ofreciéndole su mano. —Vamos a reunirnos con los demás para ir a nuestra aula, ¿si? — Seishu miró a su madre, está le alentó a qué fuese con la educadora.

Tan pronto como Mimiko y Seishu se perdieron de su vista, la madre de Seishu soltó el llanto, bajito, justo como dijo su hija, sabía que su pequeño estaría bien, en ese preescolar dejó a Akane en su momento, era un lugar de fiar, pero aún así no podía evitar sentir que un pedacito de su corazón se quedaba ahí, junto a sus hijos. El temor de Akane era que Seishu llorará y eso le hiciera llorar a ella, pero la cosa había sido al revés.

En el patio se estaban organizando "pequeños" grupos, estos eran dirigidos por diferentes educadores infantiles, uno de ellos tenía ausente a su educadora, hasta que ésta apareció tomando de la mano al rubio. —Quédate aquí, Seishu. — Le dijo soltandolo y dejando al pequeño junto a otros, entre ellos un chiquillo de cabello negro, mismo que no apartó la mirada del rubio.

Para Hajime, no era raro que varios niños llorarán, de hecho, no muchos niños aparte de él ya estaban acostumbrados, los padres de Hajime trabajaban, por lo que a diferencia de otros niños él no lloró, a él le tocó quedarse en guardería, desde sus seis meses de vida había quedado al cuidado de otros, para él, el primer día de preescolar no era motivo para llorar, y tampoco era que juzgará a sus compañeritos, de hecho les tenía algo de envidia, porque había notado que varias mamis también lloraban por dejarles. —Me pregunto... ¿mamá lloró cuando me dejó en la guardería? — Él no lo sabía, pero la respuesta era, sí, de hecho la mujer estuvo llorando todo el día en el trabajo. Pero dejando eso de lado, de todos los chiquillos ahí, el rubio que llegó con la educadora llamó su atención, tenía los ojos esmeraldas y se miraban cristalinos, clara señal de querer llorar, por mero impulso, camino hasta él. —Está bien si quieres llorar. — Dijo tratando, según él, de hacer sentir al rubio en confianza.

—¡No lo haré! — Dijo sorbiendo por la nariz, tratando de aguantarse. —¡Además, ¿tú quién eres?! — Preguntó frunciendo el ceño, cosa que Hajime no se podía tomar en serio viendo esos ojitos al borde de las lágrimas.

—¿Eh? — Se sorprendió al ver la oposición de llorar del rubio, así como los pantaloncitos que mostró al preguntarle de forma "ruda". —Soy Hajime, Hajime Kokonoi. — Se presentó para después reír. —Hacerte el fuerte no servirá de nada. Además, tú tampoco te has presentado. — Dijo haciendo que el rubio hiciera un puchero. —Hablo en serio. — Dijo limpiando una de las lágrimas que escapó de los ojos esmeraldas del contrario. —Si quieres llorar, házlo, está bien.

Seishu por su parte volvió a negar. —¡Le prometí a mi hermana que no iba a llorar, porque entonces haría llorar a mamá, si lloro le dirás a mi hermana o a mi mamá, y no quiero que ninguna de ellas lloré! — Comentó 100% convencido de ello.

Kokonoi se quedó unos segundos analizando la respuesta del rubio. —Pero... ¿Cómo les voy a decir?... si no conozco a tu mamá... mucho menos a tu hermana. — Y mentira no era, si vio a muchas mamis ahí, pero no era adivino como para saber quién era la mamá de quién.

Ante esa respuesta Seishu parpadeó un par de veces. —Ay, si cierto... — Miró fijamente a Kokonoi para después empezar a reír, haciendo que las lágrimas que aún quedaban atrapadas entre sus pestañas resbalaran al cerrar sus ojos y reír genuinamente, haciendo que Kokonoi también se riera, Seishu se limpió las lágrimas con las mangas de su sudadera gris, para después mirar a Kokonoi. —¡Soy Seishu! — Dijo con una enorme sonrisa, misma que le provocó un sonrojo al contrario. —Seishu Inui.

Kokonoi sonrió al recordar aquello, una sensación de calidez le vino al pecho, definitivamente le agradaba Inui. Ver a Kokonoi sonreír así hizo que Akane también sonriera.

—¡Ya estoy listo! — La voz de Inui llamó la atención de los otros dos.

—Sécate bien el cabello, vas a enfermarte. — Comentó Kokonoi, pues las finas hebras rubias de Inui estaban aún mojadas.

Akane rió y se levantó del sofá dónde estaba. —¡Ay, Sei! — Dijo caminando hasta su hermano, tomando la toalla que llevaba el menor en la mano y que claramente era para secarse el cabello. —Anda, desayuna algo en lo que te secó el cabello. — Añadió mientras llevaba a su hermano a la cocina.

—¡Espera, Akane! — Protestó. —¡¿Koko, ya desayunaste?! — Preguntó mirando a su amigo, mismo que parecía divertido al ver que era arreado por la mayor.

—¡Si, no te preocupes, date prisa para que no tengamos que salir corriendo! — Comentó con burla.

Definitivamente las cosas se habían arreglado entre ellos o eso parecía, ese día, definitivamente tenía algo especial.


Notes:

Haber, en el universo de Tokyo Revengers está claro que los japoneses tienen el cabello de distintos colores de forma natural, un ejemplo es Yuzuha que tiene el cabello en un tono naranja/durazno. O Izana que es albino.

Así que técnicamente no habría que alterar eso, pero una parte de mi quiso hacer a Inupi mitad islandés, por efectos de trama, más tarde se entenderá.

Ustedes disculpen las idas de dedo u otros errores, tiene tiempo que no escribo y mucho menos en el celular.