Hola, chicas y chicos. Mil gracias por sus saludos y felicitaciones en el capítulo anterior, se los agradezco infinitamente.

Aquí les traigo un nuevo capítulo de esta historia que se convirtió en una de las más especiales que he escrito. Espero que lo disfruten mucho, sobretodo el final.


Capítulo 25: Por siempre mía…

La tensión en aquella sala era bastante opresiva.

Se sentía un poco nerviosa e incómoda, y es que estar en Azkaban no podía generar ningún sentimiento positivo. Todo era frío, lúgubre, helado y el lugar estaba custodiado por cientos de dementores a las afueras del torreón. Hermione jamás pensó que, en algún momento de su vida, pondría un pie en aquella infame prisión y, sin embargo, ahí estaba, en el lugar que el Ministerio había escogido para realizar el último juicio contra Lucius Malfoy, y determinar si su condena como mortífago podía acortarse o alargarse.

Hacía varios minutos atrás, Draco se había acercado al estrado para dar su testimonio sobre la mañana antes de que acabara la guerra, situándose hacía exactamente dos años atrás, cuando su padre había desertado con ellos. Draco había dicho lo mismo que le había comentado a Hermione en algún momento, lo dijo todo y no se guardó ningún detalle, lo recordaba a la perfección y con ello el testimonio de su madre, Narcissa Malfoy, tendría más validez y sería más creíble ante la audiencia.

Hermione se llevó un mechón castaño detrás de la oreja, y sintió que el tiempo se hizo eterno hasta que finalmente, Draco pudo volver a su lado y le prometió que pronto se irían de ahí. El rubio no quería quedarse a oír el veredicto, pero Hermione había insistido en que así lo hicieran.

Casi una hora después, luego de deliberar entre los jueces y los otros testigos reunidos en la sala, todos parecieron llegar a un acuerdo, y el veredicto fue sencillo.

Hermione le echó una mirada al padre de Draco, el hombre llevaba el típico uniforme que usaban los presos en Azkaban y tenía ambas manos esposadas, su rostro lucía marchito y su mirada estaba perdida, parecía como si en todo el tiempo que había estado recluido en aquella prisión, había servido para que envejeciera prematuramente, definitivamente su aspecto no era el mismo de antes, y por el contrario, ahora lucía miserable. La única vez en la que Lucius había levantado el rostro, fue cuando Draco había subido a declarar en calidad de testigo a su favor.

Kingsley se puso de pie con un largo pergamino entre sus manos.

-Lucius Malfoy, prisionero número cuatro mil doscientos seis, póngase de pie.-le ordenó el ministro mientras todo los presentes miraban atentos y ansiando conocer el resultado, a excepción de Draco. Hermione notó que su novio sólo miraba hacia abajo.-Por sus delitos cometidos como mortífago, inicialmente se le dictó una sentencia de veinte años en prisión, pero al comprobarse que el acusado tiene testigos a su favor que han dado pruebas de que en efecto, usted desertó antes de que la guerra terminara, su sentencia ha sido rectificada. A partir de ahora, cumplirá seis de condena en Azkaban, y pasado ese tiempo, saldrá en libertad condicional y será monitoreado constantemente por los siguientes cinco años.

Todas las personas en la sala parecieron sorprendidas, y una de ellas, era la madre de Draco, quien desde su asiento, empezó a derramar lágrimas de felicidad. Hermione entendió lo mucho que la mujer debería de amar a su esposo y lo aliviada que debía de sentirse al saber que Lucius no pasaría el resto de su vida en prisión.

De pronto, Draco tomó la mano de Hermione y sin darle tiempo de decirle algo más, juntos empezaron a caminar en dirección a la salida. Lo cierto es que el rubio quería salir de ahí lo antes posible, ya había cumplido con sus padres y era momento de dar por cerrado un capítulo más en su vida.

Pero antes de que pudieran salir de la corte de Azkaban, ambos fueron interceptados por Narcissa Malfoy, quien para sorpresa de ambos, esbozó una enorme sonrisa cuando los vio frente a ella.

-No puedo creer que estés aquí, Draco.-exclamó la mujer dándole un fuerte abrazo a su hijo, mientras unas cuantas lágrimas resbalaban por sus mejillas.-No sabes lo feliz que estoy de verte. Ha pasado casi un año desde la última vez que te vi. Te escribí tantas veces que pensé que jamás me responderías, ni que volvería a verte.

Draco le dedicó una mirada neutral a su madre.

-Prometí que vendría.-respondió recordándole lo que le había prometido en la única carta que le había enviado.

-Lo que has hecho por tu padre es algo que nunca olvidaré. -se apresuró a decir Narcissa sin que la sonrisa se borrara de sus labios. La mujer en verdad estaba feliz de poder estar reunida nuevamente con su único hijo.- Significa mucho para mí y para tu padre que hayas testificado a su favor.

-No me des las gracias a mí, madre.-sentenció Draco echándole una mirada a su novia.-Fue Hermione quien me convenció de asistir al juicio y contar mi verdad.

La mujer tragó espeso, y de inmediato se acercó a abrazar sorpresivamente a la castaña.

-Muchas gracias, Hermione.-le empezó a decir Narcissa al mismo tiempo que se separaba de ella para verla con cariño.-Nunca olvidaré esto. En verdad, te lo agradezco.

-No tiene por qué hacerlo, señora Malfoy. Draco sólo contó la verdad de los eventos que sucedieron durante la guerra.

Narcissa asintió.

-Sin ti, esto no hubiera sido posible. Y ahora, lo entiendo. -dijo la mujer mirando a Draco con determinación y se dirigió a él.-Quiero que me perdones por todo lo que sucedió el año pasado, Draco. Tu padre y yo sólo estábamos arraigados a esas viejas tradiciones, pero ahora entiendo que lo único que importaba era que seas feliz con la persona que tu escogieras, y no estar atado a una persona que sólo te iba a hacer infeliz. Ese estúpido contrato que jamás debimos haber firmado. Espero que puedas perdonarme, hijo.

Draco no supo que decir, ciertamente no se lo esperaba. Las palabras de su madre habían sido muy asertivas, y por primera vez podía ver que hablaba con sinceridad. Ya no tenía esa actitud altiva y despectiva, ahora hablaba desde lo más profundo de su corazón.

Hermione tomó la mano del rubio entre la suya.

-Cometí muchos errores, Draco. Pero quiero que sepas que siempre seré tu madre y jamás dejé de amarte. Perdóname por lo que tú padre y yo te hicimos. Fuimos egoístas y sólo estábamos pensando en nuestro propio beneficio. Sin embargo, te veo ahora, y veo que has madurado. Y te admiro, porque nunca te diste por vencido y luchaste por lo que más querías. -le dijo en referencia a Hermione. -En verdad, te veo feliz, los veo feliz juntos, y como madre eso es más que suficiente.

Draco aún seguía sin poder creer que aquello en verdad estaba pasando. Parecía que estaban en otra realidad en la que su madre finalmente aceptaba sus errores frente a él.

-Nunca pensé que dirías esto en algún momento.-le respondió Draco sin saber muy bien como continuar, pero lo cierto era que comenzaba a sentir una gran satisfacción en su interior.

-Pero lo he dicho, y quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti y Hermione. Gracias a ambos por venir y ser parte de esto. Siempre estaré completamente agradecida.-sentenció la mujer mirando a la castaña.-Gracias, querida, gracias por hacerlo tan feliz.

-No tiene que agradecérmelo, señora Malfoy. Es Draco quien en verdad me hace muy feliz.-contestó Hermione esbozando una sonrisa.

-Me alegra que ambos se hayan encontrado.-sentenció Narcissa.

Finalmente, la mujer le dio un último abrazo a Hermione, y le susurró un "gracias" en el oído, y luego abrazó a Draco.

-Por favor, no duden en visitarme.-les dijo amigablemente.-Las puertas de la mansión Malfoy siempre estarán abiertas para ustedes.

La mujer estaba por irse, pero Draco nuevamente se acercó a ella y le dio un abrazo más largo.

-Gracias, madre. No sabes lo mucho que significa para mí lo que acabas de hacer.-le confesó.-En verdad, esto ha sido una de las cosas más hermosas que has hecho por mí.

Narcissa esbozó una última sonrisa, y se despidió de ambos antes de volver a Wiltshire.


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El cielo había empezado a nublarse, probablemente, anunciando una tormenta.

Esa tarde Hermione estaba cansada y agotada. Por la mañana había asistido al ministerio como parte de sus prácticas profesionales ayudando a Kingsley en su despacho. Disfrutaba lo que hacía, pero ese día en particular sentía como si necesitara un descanso extra.

Aún faltaba casi una hora para que la última clase del día terminara, y mientras hacía tiempo con Pansy en los jardines del campus, le comentaba los hechos que habían sucedido en el juicio de Lucius días atrás.

-Oh, eso es tan lindo, en serio. Me alegro que Draco haya testificado a favor de su padre.-decía la chica sonriendo.

-Lo sé, jamás pensé que Narcissa se acercaría a nosotros e hiciera las paces con Draco ese mismo día.-comentaba Hermione mientras cerraba uno de los libros que había estado leyendo minutos atrás.

-Y contigo.-agregó la azabache.-Eso sólo significa que ya eres parte de la familia.

Ambas rieron, mientras tomaban un poco de café para mantenerse despiertas durante la última clase del día.

De pronto, la mirada de Pansy se tornó un poco nostálgica y Hermione se dio cuenta de ello.

-Quisiera poder decir lo mismo de mi padre, pero lamentablemente no tenemos una coartada que lo pueda ayudar. Al menos, no por ahora.-empezó a decir un tanto desanimada.-En un par de años volveremos a apelar a la corte y probablemente reabran el caso. Espero.

-Lo siento tanto, Pansy.-se apresuró a decir Hermione comprensivamente.- Sé que encontrarás una buena defensa que pueda ayudar a tu padre.

-Gracias, Hermione.

-Sé que con tu ayuda y todas las pruebas que reúnas, él saldrá en libertad.

-Así será.-sentenció Pansy y prefirió cambiar de tema o se echaría a llorar.-¿Te comenté que Thomas Jones me invitó a salir?-le comentó de pronto.

Hermione esbozó una sonrisa. Aquel chico estudiaba leyes con ellas, y en varias ocasiones Pansy lo había descubierto observándola y mirándola de una forma que ella conocía bastante bien. Él no era británico. De las pocas veces que Hermione había hablado con él, Thomas le había comentado que venía de la academia Ilvermorny en Estados Unidos. Y aunque en un principio, Pansy había dicho que no le interesaba aquel muchacho en lo absoluto, la castaña sabía que era todo lo contrario.

-Debes estar bromeando.-exclamó Hermione riendo.

-¡Que mala eres! Créelo o no, es en serio.-empezó a decir Pansy al mismo tiempo que también reía.-Vamos, él en verdad es tierno, pero no lo sé...

-¿Qué es lo que no sabes? Se nota que a ti también te gusta desde hace tiempo.-le respondió divertida.

Pansy intentó no ruborizarse, pero le fue imposible y eso sólo hizo que la teoría de Hermione se confirmara.

-Eres muy buena leyendo rostros, Hermione.-protestó poniendo los ojos en blanco.-Es sólo que no tenía planeado iniciar algo con alguien, no cuando mi contrato matrimonial con Blaise fue anulado hace poco. Suena extraño.

Hermione entendía a lo que se refería. La situación de Pansy no había sido diferente a la de Draco, sus padres también la habían comprometido con un chico al que nunca había amado, por lo que para ella fue un gran alivio saber que todo eso se había acabado.

-Vamos, Pansy, tampoco es como si te fueras a casar con Thomas de inmediato. Apenas te ha invitado a salir. Pienso que deberías darle una oportunidad. No suena extraño y me parece que está perfectamente bien. -le aconsejó.

Ella se quedó en silencio por un momento, y luego alzó su vista hacía Hermione con cierta esperanza.

-¿Eso crees?-le preguntó un tanto indecisa.

Hermione asintió.

-Sí, por supuesto. Sé que el destino no está escrito, pero ¿quién sabe?, no dudes en darle una oportunidad. -la animó.

Pansy sonrió.

-Sí, también había pensado en eso. Tal vez sea una buena idea después de todo.-se respondió a sí misma, mientras Hermione asentía.

-Por supuesto, que lo es.-la apoyó al mismo tiempo que se daba cuenta que su café se había terminado.

En ese momento, supo que ambas podían charlar de todos sus problemas y nunca se aburrirían. La situación habría parecido descabellada hacía un año atrás, cuando jamás pensó que podría haber alguna clase de amistad entre ambas. Hermione siempre había visto a Pansy como su alter ego, sin embargo, eran tan parecidas, y aquí estaban charlando de cosas triviales como buenas amigas.

-¿Quieres saber algo?-empezó a decir Pansy esbozando una sonrisa.-Tú y Draco, definitivamente hacen una linda pareja...-le aseguró sabiendo que a pesar de todo, ellos habían demostrado que su amor era real y no una simple aventura.- Se complementan él uno con el otro, hay una complicidad, un apoyo que nunca antes había visto en otra pareja. Y eso es hermoso. En verdad, lo es. No muchas personas corren la suerte de tener algo así en sus vidas. Espero poder encontrar esa clase de amor algún día. Ya sea en Thomas, o en otro chico.

Hermione la observó por unos breves segundos. Jamás había imaginado que alguien le haría un cumplido por lo hermosa que era su relación con Draco, y tardó unos segundos en procesarlo. Para ella el amor que ambos se tenían era una de las cosas más valiosas que poseía en su vida, era hermoso y precioso, a pesar de que no hubieran iniciado de la mejor manera. Pero nunca imaginó que alguien ajeno a ello, pudiera admirar e inclusive desear esa relación.

-Gracias, Pansy. Sé que en verdad lo harás y encontrarás a esa persona ideal. No es nada fácil.-le confesó.- Pero debes darte a ti misma una oportunidad y confiar en lo que sientas.

-Sé que será increíble. -exclamó Pansy entusiasmada por su cita y esbozando una sonrisa mientras abría su libro de leyes, dirigiéndose a la lección que tendrían al final del día.

-Iré por más café.-sentenció Hermione poniéndose de pie al cabo de unos minutos.-¿Deseas otro?

La azabache negó con la cabeza volviendo la vista a su libro, pero luego volvió a verla.

-¿Quieres que te acompañe?

-No, esto no me tomará más de cinco minutos. Ahora vuelvo. -le respondió Hermione despreocupadamente, al mismo tiempo que cogía sus libros y salía de ahí.

Caminó en dirección a la cafetería, y no tardó en abrocharse su chaqueta cuando sintió que un ventarrón de aire helado invadía los jardines. Sin prestar atención a su alrededor, continuó caminando hasta llegar a la pequeña cafetería de la universidad, y ordenó un frappe de vainilla.

Esperó por unos minutos, hasta que finalmente le entregaron el café, y volvió por la misma ruta que había utilizado antes. Estaba pensando en la última clase que tendrían mientras le daba un sorbo a su bebida. Continuaba sintiéndose cansada, y deseaba que el día terminara pronto.

La vida podía darle muchas sorpresas, buenas y malas, pero ciertamente, Hermione no esperaba que algo fuera a ocurrir ese día. Eso era lo último que podía pasar por su cabeza en esos momentos. Sin embargo, fue en ese preciso instante cuando volvió a sentir lo mismo que había sentido la otra mañana, durante su reencuentro con Ginny en Hogsmeade.

Hermione prefirió no seguir pensado en eso, y no hacer caso a esas estúpidas corazonadas. Sin embargo, cuando estaba a pocos metros de llegar hacía donde Pansy la esperaba, alzó la vista, y lo que sucedió a continuación la dejó desconcertada.

A pesar de que los pasillos estaban llenos de alumnos en ese momento, la castaña no pudo evitar notar que de entre esa gran multitud de estudiantes, emergería Astoria Greengrass en persona. La chica iba del brazo con su hermana Daphne, quien parecía señalarle o explicarle las aulas en las que estudiaba.

Hermione sintió que su corazón se detuvo por unos segundos, y le fue imposible evitar cruzar su mirada con la de ella. Fue un breve encuentro, apenas un segundo, pero fue suficiente para que Astoria notara su presencia casi de inmediato. La soberbia mujer esbozó la misma sonrisa altanera que siempre había llevado en su rostro, y le restó importancia a Hermione, siguiéndose de largo con su hermana, o eso aparentó hacer.

Maldita sea, pensó Hermione sintiendo un nudo en el pecho. Aun recordaba la última vez que la había visto en los pasillos de Hogwarts y la forma en que la había atacado afuera de la biblioteca. Lo sádica y cruel que había sido con ella.

¿Qué demonios hacía esa demente aquí?, se preguntó confundida y aún sin poder creer que la había visto en verdad, ¿Acaso esa loca no recordaba la orden de alejamiento que tenía contra ella y Draco?

Hermione tragó espeso, y sintió que quería salir de ahí. Debía admitir que no había sucedido nada malo, sólo había sido un breve intercambio de miradas, pero no pudo evitar sentir un extraño escalofrió por todo su cuerpo.

La demente podía estar paseando simplemente con su hermana, pero todo no dejaba de resultarle un tanto sospechoso.

Sabía que tampoco podía ir de paranoica toda la vida pensando que aquella mujer cometería una locura cada vez que la vería. Tenía que tranquilizarse y pensar que esto sólo había sido un horrible y desafortunado encuentro, sólo eso y nada más.

-Olvídalo. -se dijo a sí misma mientras volvía con Pansy y agradecía que Draco no estuviera en la universidad en esos momentos. Debía de olvidarse de todo ello y volver su atención a sus clases, no llegaría a nada si seguía pensando en eso durante todo el día. Además, esa noche Draco y ella tendrían una velada romántica, y Hermione no planeaba perdérselo ni arruinar sus planes. Por muy difícil que le resultara, logró controlar sus pensamientos y se dijo a sí misma que esa sería la última vez que dejaría que algo relacionado con Astoria Greengrass le afectara.


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Aun pensaba en la breve conversación que había tenido con su madre el otro día, luego del juicio contra Lucius.

Ciertamente, no había esperado que ella tuviera esa reacción de su parte. Para Draco no había sido nada fácil pararse en ese estrado y dar su testimonio frente a una multitud de personas que lo habían juzgado y que aún deseaban verlo tras las rejas como su padre. Sin embargo, sentía que había tenido el mejor apoyo a su lado durante esos momentos, el de Hermione, y eventualmente, el de su madre.

Después de eso, él no había podido evitar sentirse mucho mejor consigo mismo, era como si la dañada relación con su familia hubiera empezado a sanar en cierta forma, y le agradaba que su madre finalmente hubiera aceptado su relación con Hermione. Eso era lo más importante y lo que nunca pensó que sucedería aquel día.

De pronto, hizo sus pensamientos a un lado. Estaba decidido a que esa noche se convirtiera en la más importante e inolvidable de sus vidas. Tenía en mente que esto iba a ir mucho más allá que cualquier otra propuesta que le hubiera hecho a Hermione en el pasado. Sabía que habían pasado por mucho, y sentía que este era el momento indicado. Además, lo deseaba desde hacía varios meses.

Hermione había llegado a casa antes de lo esperado aquel día, y a pesar de notar lo entusiasmada que su novia estaba por su salida esa noche, también pudo percibir cierta tensión en ella. Draco no decidió seguir indagando, porque pensó que podía tratarse de los exámenes parciales en la universidad o algo que involucraba sus prácticas en el ministerio. De todas formas, cuando él le había preguntado si algo había sucedido, Hermione no había tardado en responderle que todo estaba bien.

Salieron del apartamento a tiempo, y se aparecieron frente al restaurante en el que Draco había hecho la reservación. Ella había insistido en que no fuera algo extremadamente lujoso, pero en esta ocasión, él no le había hecho caso.

Nada más entrar al restaurante, un mayordomo se acercó para tomar sus abrigos. Draco se separó de ella brevemente, y se dirigió a la recepción, dónde no tardó en darle su apellido a la anfitriona.

Hermione se separó de él brevemente, mientras admiraba la elegancia del enorme lugar. En verdad, el restaurante era muy hermoso, y había una enorme cascada en medio del salón. El techo estaba adornado con finos candelabros de cristal y cada mesa tenía en su centro una vela, dándole un toque más íntimo y cálido.

La vista daba hacía los rascacielos de la ciudad, y se tomó unos segundos para apreciarla.

Hermione estaba a punto de volver con Draco, pero sin poder evitarlo y en el momento más inesperado, su mirada se encontró con la de alguien más. De inmediato, y a cierta distancia vio a Ronald Weasley, quien estaba en compañía de una chica, y al parecer, ya se iban.

El pelirrojo la había estado observando durante todo ese rato sin que ella lo notara, pero en cuanto cruzaron miradas, Ron esbozó una sonrisa a modo de saludo.

La castaña también esbozó una sonrisa, y lo hizo aún más, cuando notó que la chica que la que estaba no podía dejar de reír, probablemente por algún chiste o algo gracioso que el pelirrojo le había dicho. Aquella chica debía ser la misma que Ginny le había mencionado durante su reencuentro.

Ron volvió su cabeza hacía su nueva novia, y Hermione se sintió inmensamente feliz por él, al mismo tiempo que empezó a sentir cierta calma en su interior.

Nunca pensó que se volverían a encontrar tan pronto, y mucho menos de esa forma, pero si estaba segura de algo, era que en aquel breve intercambio de miradas, ambos ya habían hecho las paces.

Draco tomó la mano de su novia, mientras se dirigían a la mesa que les habían asignado, y a Hermione le pareció un gesto demasiado tierno.

Aquella noche, ella había decidido llevar su cabello suelto notando lo mucho que este había crecido en los últimos meses, y se había puesto un vestido negro casual, pero elegante. Además, llevaba consigo el collar con la enorme esmeralda que Draco le había regalado en la última navidad.

-Este lugar es muy hermoso.-susurró Hermione sonriendo dulcemente hacía su novio.

-Lo sé, por eso quise traerte aquí. -le insistió el rubio.

-¿A cuántas chicas haz traído a aquí, Draco Malfoy?-le preguntó ella en broma al mismo tiempo que reía.

Draco no pudo evitar sonreír, y negó con la cabeza de inmediato.

-A ninguna. Sabes que sólo a una. A ti.-respondió mirándola detenidamente, mientras les servían un poco de vino y empezaban a ordenar la comida.

Hermione sintió que su corazón se aceleró ligeramente, Draco siempre encontraba la manera de hacerla sentir especial.

-¿Y me dirás cuál es la sorpresa?-le preguntó ella entusiasmada al cabo de varios minutos, y recordando la conversación que habían tenido el otro día.

-Eh, aún debes esperar.-le advirtió decidido a no decir nada hasta que él encontrara el mejor momento.

La castaña protestó de inmediato.

-Oh, vamos, Draco, sabes que odio las sorpresas.-admitió.

-Pero esta te encantará.-le aseguró.

Hermione sonrió sabiendo que no había nada más que pudiera hacer al respecto.

-Debo admitir que eres demasiado bueno para las sorpresas. Hasta ahora, no hay ninguna que no me haya gustado. He amado todas y cada una de ellas.-le confesó ella notando un peculiar brillo en los ojos grises de Draco. Hermione creía que ya lo había visto todo, pero ese brillo tenía algo de especial en él. Un brillo que podía transmitirle cientos de emociones sin necesidad de que dijera una sola palabra, y fue en ese preciso momento que ella supo que algo grande estaba por suceder, pero aún no podía descubrir de que se trataba.

Los minutos continuaron pasando. Se dedicaron a charlar y a disfrutar de la singular velada. Sólo hablando de ellos, de sus deseos, de sus metas, de lo mucho que les había costado llegar a donde estaban, de cosas graciosas y otras anécdotas divertidas.

Ambos disfrutaban de esos momentos en los que sólo eran los dos, adorando la compañía el uno del otro.

Luego de beber algo de vino y probar la deliciosa comida, Draco sintió que era el momento más prudente para poder continuar con su plan.

-Recuerdo esa vez que te vi durante la primera clase con Slughorn.-empezó a decirle mientras ella recordaba aquel episodio como uno de los más significativos en su vida.

Había pasado más de un año desde entonces y nunca olvidaría la forma en que él la había visto durante toda esa clase. Lo nerviosa que había estado por su penetrante mirada gris. En aquel entonces, ni Hermione ni Draco sabían lo mucho que sus vidas cambiarían y lo que ese primer encuentro desataría.

-Sí, lo recuerdo perfectamente. -sonrió Hermione pensando en esos primeros días.

-Recuerdo que estaba molesto porque creía que no querías hacer el proyecto conmigo.-le dijo Draco con cierta diversión.

Hermione no pudo evitar reír.

-Nunca entenderé por qué pensaste eso.-le respondió con ironía.

Draco se tardó unos segundos en continuar.

-De hecho, más que sentirme molesto por ello, en verdad me sentía molesto conmigo mismo porque no había podido dejar de observarte durante toda esa clase.-le confesó sin más.

Ella guardó silencio.

-Y eso fue extraordinario.-continuó Draco.

-Lo sé. Iba en contra de tu propio ego.-respondió Hermione riendo.

Él simplemente se encogió de hombros, y también rió.

-Por supuesto. Apenas había llegado a Hogwarts otra vez, y tú estabas ahí, luciendo tan perfecta y hermosa. Fue imposible no sentir una gran satisfacción cuando supe que serías mi pareja para ese proyecto... Y luego, lo de ser prefectos y patrullar juntos casi todas las noches, sólo empeoró la situación.

Hermione no pudo evitar volver a sonreír y sentir que sus ojos brillaban al haber escuchado aquellas palabras. Recordaba esos días con tanta ilusión, y aunque no hubiera sido perfecto, la castaña amaba todos y cada uno de los momentos que había vivido a su lado.

Su historia de amor siempre sería su favorita.

-Sé que fueron momentos en los que ambos estábamos corriendo demasiado riesgo. -empezó a decir ella pensativa. -Pero en verdad, adoró todos y cada uno de esos recuerdos. Los atesoró en mi corazón, y es que en verdad es demasiado divertido crear memorias contigo. Me encanta hacer mi vida junto a ti, Draco.-admitió.

Él guardó silencio sin haber esperado aquella hermosa confesión, y sintió que el momento perfecto estaba por llegar.

-¿En serio, eres feliz?-le preguntó sin dejar de ver sus ojos miel.

La castaña no entendía por qué él siempre le preguntaba eso.

-Por supuesto, que lo soy.-le respondió ella inmediatamente.-¿Por qué siempre me preguntas eso?

Draco inhaló profundamente, y dejó salir el aire en un suspiro.

-Es que temo que algún día me digas que no lo eres, y ese es uno de mis peores miedos.-le confesó sabiendo que no sabría qué hacer con su vida si eso llegaba a pasar. Por mucho tiempo había estado sin rumbo, sin esperanzas, sumergido en un mundo cruel y horrible, y finalmente, todo había cambiado cuando Hermione entró en su vida.

Ella no pudo decir nada por unos segundos, no había esperado esa respuesta, y ahora entendía porque tantas veces se lo había preguntado.

Él temía perderla. No importara cuantas veces se lo dijera, ese siempre sería su mayor miedo y continuaría preguntando.

-...Jamás debes sentir miedo por eso, Draco. Porque en verdad soy feliz, soy feliz a tu lado, y no puedo esperar a ver qué cosas nos tiene preparado el futuro.-le aseguró Hermione tomando su mano entre la suya.- Soy muy feliz contigo, y no me arrepiento de nada. No me cansaré de decírtelo.

Draco esbozó una sonrisa sintiéndose increíblemente feliz. Aquella respuesta fue más que suficiente para calmar a su desesperado corazón.

-Gracias, Hermione. En verdad, gracias por permitirme amarte, por ser feliz conmigo y por desear crear memorias a mi lado.

-¿Y cómo no lo haría, si esta es la mejor aventura de mi vida?-le contestó ella al mismo tiempo que notaba que el rubio se soltaba de su mano, y la dirigía a su bolsillo.

Draco tomó una larga bocanada de aire, mientras imaginaba todos y cada uno de los momentos vividos al lado de Hermione, desde la primera vez que habían compartido juntos hasta la última, y sintió una explosión de emociones difíciles de describir, sabiendo que esta propuesta sólo podía hacérsela a ella, siempre fue ella, siempre lo fue, y estaba decidido a que sea para siempre.

-No sé si creas que es demasiado pronto.-empezó a decirle al mismo tiempo que Hermione alzaba una ceja con curiosidad. No iba a negarlo, Draco se sentía algo nervioso e inclusive algo tonto, pero hizo los miedos a un lado, y dejó que las palabras fluyeran.- No soy la mejor persona del mundo, he cometido cientos de errores, hice cosas de las que me arrepiento, he sido juzgado por toda una sociedad, y aun así, he estado deseando y esperando por este momento desde que aceptaste ser mi novia. No tengo dudas de que una vida juntos, es lo mejor que ha podido pasarme y quiero que sea oficialmente para siempre.-sentenció armándose de valor para continuar.

De inmediato, Draco se puso de pie, y luego se acercó a su novia con determinación.

Antes de que eso sucediera, Hermione jamás habría imaginado cual sería la verdadera sorpresa de aquella noche, pero ahora lo entendía, finalmente lo hacía y no pudo evitar que su corazón empezara a acelerarse de manera descontrolada.

Él no tardo en arrodillarse frente a ella.

-¿Hermione Granger, me harías el honor de casarte conmigo?-le preguntó Draco sin titubear y mirándola fijamente a los ojos al mismo tiempo que sacaba un anillo dorado con una enorme piedra en el medio.

La castaña contuvo el aliento, e inmediatamente, una sensación de nervios y alegría invadió todas y cada una de las células de su cuerpo.

No pudo decir nada por unos segundos, pero cuando al fin supo que esto en verdad estaba sucediendo, esbozó una enorme sonrisa, probablemente la sonrisa que más satisfacción le había causado en toda su vida, y extendió su mano hacía Draco.

-Sí.-dijo completamente entusiasmada y lista para iniciar esta nueva etapa a su lado.-Sabes que sí, Draco.

El rubio sonrió de lado, mientras colocaba el anillo en su dedo anular, y luego se puso de pie para tomarla por la cintura, y plasmar un largo beso en sus labios.

Un beso cargado de emociones.

Draco se sentía inmensamente feliz por su respuesta. Cualquier miedo de antes, había desaparecido tan pronto como Hermione le había dicho que SÍ.

-Esta es la mejor sorpresa que has podido darme.-susurró Hermione contra sus labios.

Él sonrió sintiéndose afortunado. La vida que ambos habían soñado juntos era maravillosa y cada vez era mejor.

-Me alegra escuchar eso, preciosa.-contestó volviéndola a besar.

Hermione jamás habría imaginado que Draco le pediría matrimonio esa noche, de hecho lo había considerado como una posibilidad en el futuro, pero nunca pensó que sería ese día, y se sentía verdaderamente feliz de que el rubio lo hubiera hecho.

-Soy tan feliz.-repitió la castaña haciendo que el momento se volviera único y formara parte de una de las memorias más hermosas de toda su vida.

-Yo también, Hermione.-le susurró.- Nunca olvidaré esta día.

Ambos se miraron por unos largos segundos, agradecidos de haberse encontrado en esta vida, y eso fue suficiente para saber que habían tomado la mejor decisión de todas.

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Cuando llegaron a casa, y sin previo aviso, Draco no tardó en cargar a Hermione entre sus brazos mientras cruzaban el umbral de la puerta.

La castaña empezó a reír melodiosamente por la forma en la que él la había cargado, y se imaginó si así sería el día de su boda.

Pero no pudo seguir pensando en eso, puesto que tan pronto como llegaron a su habitación, el rubio acercó sus labios a los suyos, saboreando ese dulce sabor que caracterizaba a Hermione y ella se olvidó de todo lo demás.

Con impaciencia él comenzó a desvestirla, deleitándose con su maravilloso cuerpo, y haciendo que la situación se tornara muchísimo más candente.

Draco se sentó en el sillón al lado de su cama, y de inmediato, ella se sentó sobre sus piernas, dejando que el rubio la explorara como le diera la gana. En ese momento, ambos estaban completamente perdidos el uno en el otro, y la pasión no hacía más que incrementarse ante tal encuentro.

-Me haz hecho muy feliz...-decía Draco entre besos y caricias que cada vez se volvían más profundas y desenfrenadas. Masajeaba ambos pechos de su novia con frenesí, tocaba sus pezones completamente endurecidos por el deseo, sintiendo que tendría que probarlos en cualquier momento para poder saciar esa sed de lujuria que amenazaba por salir.

-Y tú a mí.-le respondió Hermione colocando ambos brazos alrededor de su cuello y mirando fijamente aquellos ojos grises que siempre buscaban la manera de hacerle sentir mariposas en su interior.

Luego de que continuara acariciándola durante varios minutos, Hermione besó sus labios apasionadamente una última vez antes de separarse de él. El rubio no quería estar lejos de ella, pero cuando entendió lo que la castaña quería hacer, no la detuvo.

Ella comenzó a descender sensualmente frente a él.

Hermione se puso de rodillas, y observó la erección de su novio completamente dura y firme esperando por ella. Esbozó una sonrisa sugestiva, y Draco echó la cabeza hacía atrás tan pronto como sintió sus cálidos y suaves labios sobre su miembro.

-Mira cómo me tienes, preciosa.-admitió él completamente fascinado con todo el placer que Hermione era capaz de ofrecerle. Un placer infinito y del que nunca se cansaría.

Volvió su mirada a ella, observando directamente a ese cándido y hermoso rostro frente a sus ojos. Pensaba en lo perfecta que era, en lo jodidamente excitado que estaba por ella, pero no pudo seguir pensando en ello. No, cuando sentía la dulce humedad de su boca cubriendo su erección.

Oh, demonios, eres increíble, pensó Draco cerrando los ojos y dejándose llevar ante tal maravilla. Ella, ciertamente, siempre lograba satisfacer todos y cada uno de sus deseos.

Un gemido se escapó de los labios del rubio, mientras sentía que su novia chupaba e introducía su erección en su boca una y otra vez.

Hermione podía sentir lo mucho que lo estaba complaciendo, no era necesario que se lo dijera. Podía verlo en su mirada inundada de placer, y en los gemidos que salían de sus labios con fuerza. Se aseguró de que su lengua y su boca continuaran saboreando su miembro por varios minutos más.

Draco se relamió los labios, incapaz de poder resistirse.

-Necesito hacerte el amor, Hermione.-le anunció tan pronto como supo que necesitaba estar dentro de ella. Adoraba su boca, pero deseaba su cuerpo desesperadamente en esos momentos.-Necesito venirme dentro de ti.-sentenció sin más.

Hermione se separó de él, dispuesta a hacer realidad aquella sugerencia.

-Es exactamente en lo que estaba pensando. -respondió sonriendo y mordiendo su labio inferior de forma provocativa.

Tan pronto como pudo, Draco tomó de su mano y la acercó hacía él con posesión. Necesitaba acortar la distancia que les separaba, deseaba tocarla y acariciarla desenfrenadamente.

Ella era completamente suya, sólo de él. Adoraba cada parte de su cuerpo con fervor, y no podía evitar pensar en lo increíblemente hermosa que ella era.

-Eres preciosa.-susurró tan pronto como la sentó en su regazo, e introdujo su erección dentro de Hermione. De inmediato, Draco fue invadido por una oleada de placer por la estrechez y la humedad del interior de la castaña.

Hermione entreabrió los labios sintiendo que una descarga de erotismo se expandía por todo su cuerpo. Draco siempre buscaba la manera de que el sexo fuera placentero para ambos, y no sólo para uno de los dos.

Ella dejó salir un gemido, tan pronto como sintió su erección dentro de los pliegues de su vagina. Acercó su boca a la de su novio, y comenzó a besarlo con un deseo desesperado, saboreando sus suaves y perfectos labios detenidamente, asegurándose de explorarlo por completo, sintiendo su lengua fundiéndose contra la suya. Él era todo lo que ella siempre había deseado.

-Soy adicta a ti...-susurró Hermione contra él, haciendo que Draco perdiera el control de todo. En ese momento, el movimiento de sus caderas se hizo más rápido, embistiendo el adorable cuerpo de su novia con frenesí e intentando prolongar ese maravilloso momento.-Mmmh, sí, dragón.

-Adoro tus gemidos.-jadeó Draco con la respiración entrecortada, mientras se aferraba a ella antes de terminar.

Hermione observó los ojos grises del rubio tan pronto como sintió que llegaría al clímax, y se deleitó con su expresión.

-Hazlo, Draco... Vente dentro de mí.-le ordenó ella con esa perfecta voz que él adoraba.

No fue necesario que dijera algo más. Los músculos de Draco se tensaron de inmediato, liberando todo su deseo acumulado, y logrando llegar a la cúspide del placer con un orgasmo que lo envolvió en una sensación intensa por varios segundos, derramándose dentro de ella.

Ambos jadeaban y respiraban a toda prisa. Hermione podía sentir el acelerado corazón de su futuro esposo, y no dudó en unir sus labios a los suyos en un profundo beso por última vez aquella noche.

-No puedo esperar a ser tu esposa.-le confesó ella entusiasmada. En verdad, su corazón latía igual de rápido que el Draco, rebozando de felicidad e ilusión por el futuro que les esperaba a ambos.

-Lo sé, preciosa. Lo sé.-le respondió él con una sonrisa y recuperándose de aquel íntimo momento. Un momento tan único y espléndido, que seguía sin poder creer como había podido tener tanta suerte de que ella hubiera aceptado ser suya para siempre.

Dejó salir una larga exhalación, mientras observaba a Hermione encandilado.

-Por siempre mía...-susurró Draco suavemente en el oído de su futura esposa, al mismo tiempo que ella esbozaba una última sonrisa, antes de que ambos cayeran exhaustos en la cama.

Unirían sus vidas en una sola oficialmente, y sentían que no podían ser más felices.

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Próximo Capítulo: "Vendetta (Parte 1)"

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Espero que les haya gustado este capítulo tan especial para nuestra pareja favorita, y de ser así, ¡se los agradecería mucho con un review 😊!

Gracias por tanto apoyo y por ayudar a que esta historia siga creciendo y llegue a mas personas adictas al dramione. Muchas gracias por seguir leyendo. Sólo 4 capítulos más para el gran final!

¿Qué fue lo que más les gustó de este capítulo?

Y si se preguntan cómo rayos es posible que Ronald este llevando a una chica a un restaurante tan exclusivo y caro como al que Draco lleva a Hermione, digamos que en la escuela de aurores les dan cupón de descuento a todos sus alumnos, jajajaja.