YA ESTA, LLEGAMOS A LA META DE ALGO QUE REALMENTE NO QUERIA LLEGAR. NO LES MENTIRE; ESTE CAPITULO LO TERMINE EL 18 DE OCTUBRE DEL 2023; SI. YA LO TENIA HECHO ¿POR QUE NO QUERIA TERMINARLO? SENCILLO, Y OBVIO. ES EL FINAL DE TODO LO QUE HICE POR YA CASI 10 AÑOS. UNA DECADA DE MI VIDA (EMPECE EN AGOSTO DEL 2014) Y AUNQUE LO POSPUSE POR DEMASIADO TIEMPO, ES HORA DE DECIRLE ADIOS.
ME DUELE DEMASIADO HACER ESTO, REALMENTE NO QUERIA HACERLO PERO ME CARCOMIA EN LO MÁS PROFUNDO DE MI SER PENSAR QUE EN CUALQUIER MOMENTO PUEDO DEJAR ESTE MUNDO Y NO PODER ENTREGAR ESTE ULTIMO CAPITULO.
MI ESTABILIDAD MENTAL ESTA MUY MAL DESDE EL 07 DE SEPTIEMBRE DEL 2022. ME QUEDE CON MUCHAS COSAS MALAS EN LA CABEZA Y AUNQUE CONOCI A UNA EXCELENTE PERSONA Y UN GRAN SER HUMANO, NO PUEDO QUITARME DE LA CABEZA LAS COSAS MALAS QUE ME DIJERON Y SE ME QUEDARON GRABADAS.
MUCHAS GRACIAS POR SER PARTE DE ESTE LARGO CAMINO, DE ESTE CAMINO QUE EMPECE SOLO Y ESPERO NO TERMINARLO SOLO. ANGEL FIGUEROA SIGNIFICO MUCHO PARA MI DURANTE ESTOS AÑOS Y AUNQUE YA ESTOY EN LA LOGISTICA DE LO QUE VIENE DESPUES DEL FINAL. TENGO UN PLAN B EN CASO DE QUE TODO SALGA MAL CON MI MENTE Y YA NO QUIERA SEGUIR EXISTIENDO.
MUCHAS GRACIAS POR TODO, SE LOS AGRADEZCO BASTANTE. ESTE AÑO VIENE LO NUEVO, ESTOY BUSCANDO TANTO UNA EDITORIAL COMO UN COMPAÑERO ESCRITOR, QUE ENTIENDA LO QUE VA A PASAR Y LA MAGNITUD DE COSAS QUE QUIERO LOGRAR. ES MI META QUE AL MENOS SE PUBLIQUE ALGO DE LO QUE HE PLANEADO POR AÑOS.
SIN MÁS QUE DECIR, LO DIRE UNA ULTIMA VEZ.
ESPERO LES GUSTE ESTE CAPITULO TANTO COMO A MI. LOS VERE EN LA PROXIMA CREACION. AMIGOS MIOS.
—CAPITULO 59: ANGEL FIGUEROA—
Angel Figueroa
"Un hombre, un mundo, miles de vidas" "Aquel que no debe de ser recordado" "Un ser que sobrepaso la existencia" Esta arma, lo es todo. Y no es nada, es el principio y el fin. El bien y el mal, es el Alpha y Omega, luz y oscuridad, es bondad y odio, es vida y muerte. Es todo lo que no debe ser mencionado y también todo lo que se dice. ¿Qué camino escogerás?
Radiantshield, Reinhardt estaban de pie mirando el libro dorado delante de ellos, se estaba comportando de una manera extraña, temblaba y de vez en cuando se abría hojeándose para cerrarse nuevamente. Para ese punto el libro se había soltado del cuerpo de Radiantshield y había comenzado con ese comportamiento peculiar haciendo sonidos húmedos en el suelo conforme rebotaba sobre sus esquinas o el seco sonido de las hojas al moverse velozmente como si un torbellino las revolviera.
Ambos no podían confiar en el libro pues ya sabían de las intenciones del guardián del mundo, aunque Radiantshield quería quitar la cadena, quizás hablar con su padre al menos una ultima vez para tener una explicación de todo lo que está sucediendo y está a punto de suceder.
—Ni lo pienses—Respondería Reinhardt con seriedad—No podemos confiar ya en ese ser.
—Pero es nuestro. Padre—Reinhardt miraría a su hermano con frialdad, pero Radiant mostraba pesar en su mirada, quería tener aun algo de cariño hacia el guardián del mundo.
—¿Aun puedes llamarlo así? ¿Qué nos une a él hermano? —Radiant bajaría ligeramente la cabeza sin apartar su mirada del libro.
—Pues, todo. Pienso yo.
—Y, aun así, siendo sus hijos. Nos usó para su propio beneficio. A nuestra madre también.
—Pero fue para ayudarnos. Creo.
—¿Dudas aun? —Reinhardt miraría a su hermano y trataría de empatizar con él, tomaría su hombro acercándose a su hermano—Todos nos advirtieron, pero no creímos: El mundo está hecho trizas, nuestra madre casi se vuelve loca por no dejarnos salir, no hicimos caso, los guardianes como Llanas y Turime nos advirtieron de todos los peligros, pero no hicimos caso, un tiempo que la Reina Phoenix también nos hizo la advertencia, no hicimos caso.
—Entonces ¿Qué hicimos? ¿Qué hicimos de bueno en todo esto? —Y Reinhardt se mantendría en silencio, no sabía que responder a su hermano—Se suponía que íbamos a salvar a Equestria, pero apresuramos nuestra extinción. No hicimos nada bueno—Radiantshield comenzaría a llorar recordando todas les des vivencias.
Reinhardt, recordaría la muerte de Rarity, aquella versión distante que perdería todo, recordaría como perdió a sus amigos en aquellas visiones, a su madre, a todos. Recordaría las advertencias de Samael y como dentro de Samael tenía la misma esencia del padre de todo original que les había dicho que todo era inevitable, todos volverían a su estado primitivo hasta el día que tengan que nacer para repetir toda su vida.
No existía destino.
—Quizás, lo bueno de esto fue, no se. Que siempre vamos a hacer hermanos—Sonreiría Reinhardt abrazando a su hermano.
—Chicos—Interrumpiría Raphiel entrando a su habitación—Hay algo que tienen que ver—Y ella miraría el libro con enojo—Y traigan esa cosa con ustedes.
Los chicos cruzarían miradas y tomarían el libro, seguirían a Raphiel por el castillo hasta llegar a la habitación de la princesa Twilight, quien conversaba con Samael y Arkzrimiel del abismo. Ambos de pie mirando por la ventana de la princesa donde veían el cielo real de Equestria.
—Entonces, ¿Qué pasará?
—Nada. Simplemente nada—Responderían las dos voces provenientes de Samael.
—Aquí están sus hijos, alteza—Raphiel haría un saludo militar ante la princesa, por orgullo pues ella ya sabía y sentía en toda la fibra de su ser que el final de Equestria estaba muy cerca. Twilight sonreiría y la dejaría descansar. Raphiel se pondría a un lado de los chicos.
—¿Qué sucede madre? —Twilight se acercaría a sus hijos y los abrazaría profundamente con un gran beso en la mejilla a cada uno. Ambos abrazarían a su madre y dejarían salir un par de lágrimas, ya sabían lo que iban a hablar. Ella se reincorporaría a un lado de Samael y ambos mirarían al cielo nuevamente y los chicos harían lo mismo viendo la triste escena.
—Ahí estoy yo—Respondería Samael/Arkzrimiel— Estoy sentado donde debería de estar.
Y en el cielo estaba sentado Arkzrimiel mirando Equestria, atento. Esperando el final de los tiempos, el final de la última era de Equestria. Con una mirada llena de juicio e ira. Señal de que, aun con la magia del guardián del mundo, podía verlos ya con claridad.
—Ósea que, ya es el fin—Hablaría Raphiel. Tragando saliva con incertidumbre.
—Aun no—Interrumpiría Arkzrimiel del abismo—Pero ya es próximo.
—¿Qué haremos entonces?
—Esperar. Abrazar a sus seres queridos, decirles que los aman y que nunca los olvidaran. Aunque eso sea una mentira—Arkzrimiel miraría a los presentes, estaba decidido—Siento mucho haberles provocado tanto daño, hice lo que todos los anteriores de mi hicimos, pero esta es la primera vez en el gran ciclo de las cosas que puedo ver con claridad; No merecen este destino. No merecían cargar con mi condena
—¿Por qué? —Preguntaría Twilight Sparkle—¿Por qué te disculpas?
—Porque, aun cuando yo soy participe de todo esto, y sé que todo ha sido para evitar su extinción. He visto que no han perdido la esperanza, no han dejado de confiar en su fuerza, el guardián del mundo es muy fuerte, quizás más fuerte que yo y el propio Arkzrimiel que yace en más allá, pero admiro y respeto su esperanza. Siento mucho que tengan que vivir este desesperanzador final.
Todos mirarían a Samael, sintiendo a Arkzrimiel del abismo entristecido. Finalmente habrían visto algo de humanidad en ese Dios consumido.
Todos regresarían su atención al cielo, mirando como los astros estaban a nada de colisionar, era la señal de que Equestria estaba terminando.
Los presentes, se reunirían ahora en la sala del trono, las siete academias se pusieron de acuerdo para estar presentes en cada uno de sus asientos y Twilight Sparkle mirando a sus hijos y amigos.
—Está de más que lo diga—Hablaría Twilight con desdén—Nuestro tiempo se ha terminado, no hay nada que podamos hacer. El guardián vendrá, para bien o para mal. Hay que recibirlo.
—Twilight, querida—Interrumpiría Rarity desde su lugar, ella escucharía—¿Por qué lo debemos recibir? El provocó esto.
—Así es Rarity, pero eso no quita mérito. Él fue un héroe de antaño y dio su vida por Equestria, nos dio más tiempo.
—Pero nos lo va a quitar todo—Refutaría molesta Applejack—Habrá sido lo que sea, pero ahora es un villano. Y el peor de todos.
—Fue mi esposo, Applejack—Twilight miraría de costado a su amiga y ella se ajustaría el sombrero en silencio—Sea como sea, debo de confiar en él, sé qué hará lo mejor para todos y nos dará lo mejor. No creo que sea cierto que borrará de la existencia a Equestria, sé que nos preparará un mejor lugar. Donde no habrá un peligro cósmico, habrá una paz eterna.
—¿Y si no la hay? —Preguntaría Starlight con curiosidad—Digo, el guardián nos prometió muchas cosas, pero no cumplió con la mitad de ella, además, solo revivieron algunos al azar. No podemos estar seguras de que nos salvará a todas. ¿Qué tal si solo salva a la mitad? ¿Y si no nos salva a nosotras?
—Quiero tener fe Starlight, lo hice contigo en su momento. Nadie creyó en ti aun cuando hiciste mucho daño, yo lo hice. Y así lo haré con mi esposo, aun cuando nadie le crea. Yo tendré esa confianza en él.
—Pero también tu temes su regreso—Interferiría Arkzrimiel del abismo acercándose al trono—Por mucho que lo defiendas, en el fondo también temes que regrese y se cumpla lo que todos advertimos, ¿Acaso no lo ves pequeña oveja? Él es el lobo y ha venido a cazarlos.
—¿Y qué hay de ti Arkzrimiel? ¿Tú le temes? —Inquiriría Raphiel de brazos cruzados—¿No temes lo que hará tu valioso hijo? ¿Aquel que tú mismo creaste y le infundiste con tanto poder?
—Para nada—Respondería en seco, sin ningún titubeo—Yo simplemente soy un eco aparte, mi presencia aquí no forma parte de sus planes, ni de los míos o de alguno que antes de mi lo hiciera.
—¿Entonces? ¿Por qué decidiste venir? Pudiste pudrirte en tu cárcel.
—Quiero vivir—Respondería y se tomaría del pecho—No temo su regreso, quiero que regrese. Que arrase el mundo y borre todo lo que yo cree con amor, pero si lo hace como debe de ser y mantener el ciclo, yo también pereceré, así que, para evitar eso. Me ofrecí a Samael y el aceptó para que, en un futuro muy lejano, pueda tener una vida. Pueda tener la vida de un mortal, uno que podrá morir de vejez y desvanecerse en la nada.
Raphiel ya no diría nada, miraría a Arkzrimiel y apartaría su mirada.
—El mundo ya está listo—Hablaría Samael por primera vez.
—¿Tan pronto? —Sonreiría de los nervios Twilight—Todavía quería hacer algunas cosas, quería pasear, ver el anochecer, ver a mis hijos crecer y tener familia—Comenzaría a llorar.
—Yo tenía que ir a preparar el campo esta tarde—Applejack comenzaría a llorar quitándose el sombrero—La abuela dijo que si terminaba antes me prepararía una deliciosa tarta de manzana.
—Ja, ¿Tan pronto? —Rainbow Dash se cruzaría de patas molesta—Todavía tenía que ir con Scoot a volar, la muy imprudente cree ganarme una carrera—Lloraría mirando hacia la nada.
—Yo le prometí a Angel que le daría su masaje de orejas después de esta reunión—Fluttershy comenzaría a llorar bajando la mirada, sollozando más fuerte que sus amigas.
—…—Pinkie Pie no diría nada, aceptando el inminente final.
—¿Así que tan pronto? Le dije a Sunburst que comenzaríamos nuestra lectura de magia primigenia al anochecer, nuestra constelación favorita estaría sobre nosotros a la media noche—Starlight se limpiaría las lágrimas con ayuda de una de sus clones quien, obviamente, lloraba.
—¿Así que nos vamos a rendir sin pelear? —Rarity lloraría de la frustración, era la que se rehusaba a seguir con el guion del guardián del mundo.
—¿Y ustedes, amados hijos míos? ¿Qué planeaban hacer hoy? —Twilight sonreiría llorando, su rostro estaba desfigurado de la enorme tristeza.
—Yo…—Radiant estaba enfurecido ante la resignación de su madre, pero no podía resistirse, no podía luchar contra el sistema—Quería ir a Canterlot a conversar con Shanalotte—Esto sorprendería a su familia, que entre lágrimas se intrigarían por ello—Nunca tuve una plática con ella, pero parecía ser una fuente de gran conocimiento. ¡Quería aprender de ella! —Todos sonreirían enternecidos.
—¿Y tu hijo? ¿Qué querías hacer Reinhardt?
—Yo quería luchar contra la Reina Phoenix. Quería medir su fuerza y admirar su talento en el combate—Reinhardt tenía el mismo sentimiento encontrado que su hermano. No podía hacer nada—Quería saber porque decían que era una leyenda esa mujer con la espada. Aquella que derribo cientos de enemigos con un blandir.
—¿Tu Raphiel?
—Pelear—Raphiel lloraba de la impotencia, del coraje. Todos miraban atentos—No pienso dejar atrás mis convicciones, no pienso dejar atrás todo lo que me esforcé tener, quiero vivir y quiero vivir por mi familia…—Cedería cayéndose de hombros derramando lagrimas—¡Hice lo mejor que pude Princesa Twilight Sparkle! ¡Intente dar lo mejor de mí!
—Y lo hiciste bien Raphiel. Muy bien que lo hiciste—Twilight miraría a Pherica. Quien se mantuvo como una sombra, en silencio. Se mostraba decepcionada pues no encontraba palabras para expresar, solamente se aferraría a Raphiel tomándola de la mano.
—Quería tener voluntad. Dar el primer paso en todo, quiero ser protagonista por primera vez, quiero perder el miedo y quiero ver a mi padre como un héroe—Respondería Pherica con gran dificultad, Twilight miraría a Samael, pero antes de hacer una palabra, en un pestañeo, todos estaban en la antigua sala del castillo, aquel pequeño salón con la mesa de piedra que mostraba el antiguo mapa de Equestria.
—…Pero claro que me verás como un héroe.
Y la sala se congelo del pavor. Todos estaban en la parte trasera de la mesa como su sangre se congelaba ante la voz de aquel que no debía ser nombrado, con una voz que alcanzaba a consumir todo tipo de esperanza y anhelo, aquella voz que hizo temblar de miedo a Samael, pues no era una voz amable. Era una voz llena de codicia, soberbia, orgullo y poder.
Todos miraban sobre la mesa como un haz de luz caía gentilmente del cielo, y unas plumas blanquecinas emergían de aquella luz desapareciendo en el aire, y la habitación comenzaba a inundarse de una fragancia divina y podían ver como la realidad se distorsionaba alrededor de aquel haz. El nuevo padre de todos estaba llegando a Equestria, Arkzrimiel del abismo se ocultaría en lo más profundo del alma de Samael para evitar ser eliminado de la creación.
De lo más profundo de la creación, un cruel susurro se abriría camino, la realidad se partiría en dos como un telón se tratase, las puertas de otra dimensión se mostrarían ante los presentes con una magna luz rompiendo toda tristeza, de ella saldrían un millar de almas divinas, vidas eternas, vidas santas. Almas de un solo ser.
Hoy es el juicio final de Equestria.
Mientras dentro del castillo se desgarraba la tela de la creación con crueldad, en el corazón del santuario Everfree, Dos hermanas estaban de pie ante una armadura putrefacta, llena de oxido, ambas estaban enfurecidas pues su regreso a Equestria había sido en vano.
Ultra, la hermana más violenta, lloraba en silencio sosteniendo el último libro sobre el guardián del mundo con una suma ira, mientras Violeta. Aferrada a su hermana, lloraba por igual.
—No todo está perdido—Hablaría Turime con una voz apagada—Todos tenemos un propósito.
—¿Y cuál fue el tuyo? ¿Quedarte aquí y pudrirte? —Respondería Ultra enfurecida envuelta en ira y lágrimas.
—Era guiar a los hijos de mi padre, tenía que mandarlos al exterior para traerlo de vuelta.
—¿Y nosotros? ¿Cuál fue el nuestro?
—Darme Equilibrio—Respondería la última ilusión del guardián del mundo. Portando una armadura de batalla irreconocible. Su mirada mostraba cansancio y pesar por sus amadas amigas—Voy a darle final a Equestria, todo lo que se construyó gracias a mi presencia, va a terminar. Todo lo que ame, todo lo que odie, todo lo que extrañé y añoré. Todo terminara hoy.
—¿Y por eso nos arrebataron nuestro final feliz? —Respondería Ultra molesta salpicando sus lágrimas en el pasto virgen.
—Lo que hizo Twilight no tiene perdón, ustedes, no tienen cabida en este mundo. Sophitia tuvo razón. Su existencia fue un error, pero yo les había dicho lo contrario—Ultra se paralizaría ante la frialdad de su antiguo amigo—Pero les vengo a proponer algo, algo más grande que su final feliz.
—¿Y qué es mejor que una vida llena de paz?
—Ser la propia paz—Respondería el guardián, Ultra le miraría intrigada—En mi nuevo mundo, no existirán como seres conscientes, serán conceptos. Paz y Guerra. Mi nueva existencia debe de dar equilibrio. Ambas serán rivales, pero convivirán en armonía. La guerra necesitará de la paz y viceversa, necesito que ambas sacrifiquen sus cuerpos y consciencias para hacer esto posible, y les prometo que lo que quede de ustedes tendrá ese merecido final feliz que tanto desean.
Ultra miraría a Violeta y ella vería en los ojos de su hermana silenciosa ese anhelado deseo, influyendo en su decisión.
—De acuerdo, daremos todo lo que somos para que cumplas con tu ultimo capricho—Y ambas se arrodillarían alabando al padre de todo, Angel Figueroa. Él intentaría sonreír, pero no podría, aún quedaba algo de humanidad en sus acciones y sentía pesar por todo lo que hacía.
—Gracias, amigas. De ahora en adelante, cuando haya guerra en Ahcamoth, en Transterra, en Caridea, en Londinaes, en Garidial, en Andromedios, Suma Terra, y en mi hogar divino. Tu hermana, Paz. Vendrá a dar orden al desorden y así será su labor. Para toda la eternidad.
Y extendería su diestra y borraría los cuerpos físicos dejando las almas y extirparía de las almas la esencia más pura sin destilar, los sentimientos que daban cuerpo al alma, y borraría los sentimientos dejando el plasma esencial para convertir a Ultra en Guerra, y a Violeta en paz. Dos llamas puras, una carmesí y una purpura. Y las absorbería para poder tener así, el Equilibrio de Paz y Guerra.
—¿Qué será de mi, padre? —Turime miraría estático al guardián del mundo, pero este no lo voltearía a ver, aunque no tenia un rostro. Turime tenia las ansias de un infante que recién veía a su padre y apenas podía percibirse una tenue sonrisa imaginaria.
—Hiciste bien tu labor. Mi hijo, pero…—El guardián del mundo miraría a Turime y detrás al resto de sus hijos, todos mirando en silencio. Unos emocionados, otro no tanto—Irán a un lugar donde no podrán nunca escapar
Y extendería su diestra y todos los hijos serian consumidos por una magia negra y carmesí y desaparecerían de la creación siendo mandados a lugares inhóspitos y malditos, a excepción de Turime. Quien tenía un propósito especial. Crear una paradoja. Una nueva paradoja.
En un momento, en un instante. Cuando el silencio murió ante su presencia. Él miraba emocionado lo que se construía por delante. Pues ahora tenia mas de una consciencia, y podía ver a aquellos que se interponían en la conclusión de su plan maestro, aquel que comenzó con un amor que nunca muere.
Todos miraban con miedo lo que tenían delante de ellos, la luz se abriría mostrando a una figura. Con dos llamas en su pecho, una purpura y una carmesí. Miraba con ansias a todos los presentes mientras su cabello ondeaba por el inmenso poder que poseía, aquel poder que no hallaba como acomodarse en tan pequeño cuerpo. Un poder de una deidad que no debería tener forma, pero, aun así, la tiene y está de pie.
Sus ojos emanaban una luz dorada que quemaba todo color y apenas podían distinguir su rostro por su gran belleza, no eran dignos de ver a un Dios.
Este ser terminaría de cruzar las puertas de su prisión invisible y voltearía dándoles la espalda, a sus ojos, podía observar todo, tenía a toda la creación a sus pies, todo listo para ser consumido hasta no dejar nada mas que un lienzo en blanco.
Justo al momento de que este ser se acomodaba con delicadeza descansando sus pies sobre la mesa, las puertas de la sala se abrieron abruptamente por la mano de la reina Phoenix junto con su hermana Krysta y a su izquierda estaba el Rey Arturo quien sostenía un enorme frasco de cristal con cadenas de bronce y detrás a la Reina de Equestria. Detrás de ambos se mostraba CloudChaser con Angela, todos haciendo expresiones de temor ante su presencia. Habían llegado tarde.
El Guardian del mundo, el supremo guardián del amor y de la amistad…
—Ha vuelto—Hablaría el guardián del mundo con una sonrisa, extendería sus brazos en un ensordecedor estallido cubriendo la sala a la par que un portal en forma de una enorme puerta de piedra se abría a un lado del guardián del mundo mostrando seis figuras al otro extremo.
—Angel Figueroa ha vuelto.
Y al recitar su nombre, sin ningún tipo de penalización, sin ningún tipo de consecuencia, de sus palmas expulsaría energía blanca que envolvería a la sala entera borrando a todos los presentes, cubriría el castillo como una gran explosión borrando todo Ponyville, luego todo Canterlot, borraría la ilusión que él mismo había creado siglos atrás cayendo sobre los poblados enormes fragmentos de cristal mágico que se desvanecería en polvo, y aquellos que se encontraban fuera de la ilusión verían con gran temor como aquella esfera blanca devoraba sin piedad todo ser viviente y no viviente, algunos intentaban huir en vano de aquella energía pues sabían que era a causa del ahora, Angel Figueroa. Y estaba consumiéndolos para acabar con todo de una vez por todas.
Y no tuvo piedad, todo fue consumido a la vez que el sol y la luna chocaban finalmente en un aplastante estruendo y ambos se convertirían en un agujero negro que sería finalmente devorado por la presencia de Angel Figueroa, era señal de que el tiempo se había terminado, el momento de Equestria había terminado, no importaba la época, no importaba el universo, todo fue consumido hasta no quedar nada. El planeta entero, las estrellas, la galaxia entera.
Todo fue borrado sin dejar rastro.
Y así, sin más. Equestria fue devorada en la divinidad de ahora candidato a creador del siguiente mundo, y nunca más se volverá a ver a aquellos de los cuales tuvieron vidas, amaron, procrearon, y estuvieron a punto de morir. Ya nada importará. Porque todos, pero todos dejaron de existir por el porvenir del nuevo padre de todo.
—Dime FeatherHope, ¿Cuáles son tus anhelos? —Angel Figueroa miraba a la capitana de los Nightmare Wolves, aquellos seres milenarios que fungieron como asesinos para el beneficio y expansión de Equestria en los primeros años de fundación.
—Queremos vivir—Respondería ella enfurecida, miraba con odio a Angel Figueroa quien estaba sentado en lo que fue el trono de su padre—Queremos vivir en paz.
—Ese deseo se cumplirá—Respondería Angel Figueroa con una sonrisa mirando a todos los asesinos sobrevivientes—Pronto todo esto dejará de existir y todo ser vivo será reconstruido con una nueva imagen y una nueva alma.
—¡Mentiras! —Respondería enfurecida, odiaba con todo su ser a Angel Figueroa, tanto que su rostro se deformo al gritarle—¡Sabemos muy bien que todo es una mentira! ¡Lo hemos visto! ¡Hemos visto todo!
—Lo sé, vienen de más allá de la verdad—Se miraba sereno Angel Figueroa—He visto también lo que sucederá, o bueno. Ya se lo que pasara porque tengo años planeando todo lo que ustedes vieron.
—¡Maldito! —La mandíbula de Featherhope se descolocaba del coraje ante el cinismo de Angel—Sabes entonces lo que nos pasará a nosotros.
—Exacto—Sonreiría malévolo—Ustedes se volverán parte de mis sueños, y nunca llegarán a ver lo que haré. Y nunca podrán romper su ciclo—Angel Figueroa se inclinaría hacia ellos, mirando a cada Equestre sombrío delante de él y su mirada mostraba enojo—Porque ese es y será su castigo, vivirán eternamente la maldición que los carcome hasta el día de hoy.
—No puedo creer que juré lealtad hacia ti. Eres un demonio.
—Corrección; Soy un salvador. Pero solo de mi pueblo, Equestria ya no tiene cabida en mi nueva creación. No son de mi propiedad y por eso deben de extinguirse en lo más profundo de mi ser. Pero ustedes son una excepción—Featherhope no comprendía.
—¿De qué hablas?
—Ustedes, tienen apariencia Equestre, pero no lo son. El anterior padre de todos los creó para que la historia de Equestria surgiera como lo conocemos todos, pero en otra línea del tiempo, ustedes no existieron. Es como Arturo, si Arturo no hubiera llegado a Equestria, todo esto hubiera sucedido de la misma forma y en la otra línea del tiempo Equestria hubiera seguido con una sola gobernante, y digamos que esa línea del tiempo todo avanzó a tal grado que toda la magia de Equestria fue concentrada en tres cristales primigenios y la magia de la amistad estaba en todo el aire. No había necesidad de intervención externa como mía y de Arturo.
—Entonces. ¿Nos merecemos esto? —La mirada de Featherhope se marchitaba—¿Nos crearon para nada?
—No, los crearon para cumplir una función, y lo hicieron. Mataron a muchos que merecían la muerte en nombre del progreso, aunque oficialmente no existieran ustedes ni los que mataron. Por eso aquí me tienen, les propongo un trato.
—¿Y de que se trata? —Preguntaría Bravethunder. Interesado.
—Vivan en mis sueños, vivan su paradoja mientras yo reescribo toda la creación, una vez que termine. Iré por ustedes y les ofreceré vivir en mi realidad. Necesito seres que trabajen en las sombras, necesito que busquen y eliminen prófugos de mis reinos oscuros. Porque no seré perfecto y habrá filtraciones hacia mis mundos y los necesitaré, como ustedes no estarán escritos en las nuevas leyes de la existencia, son idóneos para este trabajo.
—¿Y si lo rechazamos? —Preguntaría Noblesoul.
—Seguirán en la miseria y nunca saldrán de su tortura eterna. Morirán y vivirán de nuevo toda su miserable vida hasta morir en manos del padre de Featherhope junto con él, obviamente.
—Antes de responder—Interferiría nuevamente Noblesoul—Te quiero ofrecer algo—Angel Figueroa miraría intrigado—Independiente lo que responda nuestra princesa, quiero preguntarte algo.
—Dime, Noblesoul.
—¿Qué pasara con mi hija?
—Con Raphiel; Ella desaparecerá de la creación, no ha dejado de ser una molestia desde el principio de esta historia, mal inculco a mis hijos y me obligo a cambiar muchas cosas para poder llegar a esta conclusión—Respondería con crueldad, Noblesoul se vería agobiado por tal frialdad.
—Pero, ¿Tiene salvación? Es solo una chiquilla inocente.
—Proviene de un reino tirano, con las creencias de ese lugar. Si la dejo vivir podría poner a mi pueblo en mi contra, merece la extinción total. Nadie se acordará de ella. Ni tu que la amaste más que nadie.
—Entonces, esa será nuestra condición—Interferiría Featherhope con serenidad—Si quieres obligarnos a ser tus asesinos por segunda ocasión, entonces ofreceremos nuestros servicios si perdonas la existencia de Raphiel.
—¿Tanto amor le tienen? —Angel Figueroa se miraba asqueado ante tal noble sacrificio.
—Noblesoul al igual que nosotros no hemos tenido una vida plena como lo tuvo el resto de Equestria, solo sabemos asesinar. Y aunque quise romper el molde para dar buenas lecciones, tú nos obligas a regresar a nuestras raíces. Así que sí, daremos nuestra libertad a cambio de la vida de Raphiel.
—Muy bien—Respondería con nauseas—Si así lo desean. Pero les diré una ultima cosa. Antes de mandarlos a su longevo letargo antes de empezar con su ciclo tortuoso; Ustedes no sabrán de mi hasta que lo ordene, hasta que no decida que sea necesaria su existencia en mi nuevo reino, ustedes vivirán en su paradoja y morirán una y otra vez.
—Con tal de que Raphiel este bien—Respondería Noblesoul con una sonrisa mientras toda la manada de lobos Equestres desaparecían de la creación entrando a la mente de Angel Figueroa, miraba hacia el futuro, era hora de regresar al presente donde todos temían su regreso en el castillo de Twilight Sparkle.
Todos los seres vivos de Equestria aparecerían en un infinito campo blanquecino, todos de pie desconociéndose, no sabían dónde estaban, los Equestres se miraban confusos. No sabían quiénes eran.
Celestia, miraba a sus hijas sin reconocerlas y ellas no reconocerían a su madre, Twilight Sparkle miraba a sus hijos y ellos a su madre sin saber que ella les dio vida.
CloudChaser miraba a su hija con temor pues su aspecto demacrado le daba pavor pues ni ella ni Angela sabían que eran familia. Angela veía confundida a quien hasta hace poco era su madre, veía el terror en su mirada, pero la inocencia en su rostro la hacía ignorar el desprecio.
Toda Equestria estaba sumida en la confusión. No podían reconocerse entre ellos ni el amor que les unía era tan fuerte como el poder del nuevo Dios.
Por un lado, estaban los humanos divinos, todos congregados en un solo grupo, aquellos que no fueron afectados por el arrebatamiento gracias a la traición cometida hacia Equestria, aquella traición escondida por siglos liderada por la Reina Phoenix, quien, misma estaba delante de su pueblo mirando a la distancia el millar de almas que se mostraban delante del padre de todo, indiferentes en su mayoría. Pues sabían que no tendrían ningún castigo por alabar en secreto al padre de todo.
Por el otro lado, enmudecidos y paralizados por el bien del padre de todo, se encontraban los dragones inmortales, aquellos que podrían amenazar la sucesión a la nueva era de la creación. Spike, aquel que fue hermano espiritual de Twilight Sparkle estaba atado de patas mirando con colera al padre de todo, pero había un dragón en particular que estaba hirviendo en ira, un dragón que miraba con un desprecio absoluto al heredero de la nueva era, tanta era su ira que lanzaba fuego al aire por sus fosas nasales pues tenía el hocico atado por la magia divina junto con sus patas, cola y las alas inmovilizándola. Aquel dragón era Freya. Deseosa de luchar y hacer sangrar a aquel ser cruel que se atrevió a amordazarla como una bestia sin consciencia.
Pero de entre todos los individuos, ya sean humanos o divinos y la marea escamosa de los dragones. Había uno parado hasta el frente con un enorme frasco en su mano mirando con gran odio hacia lo que había delante de él. Con un odio familiar pero también nuevo. Un ser que miraba con repudio al susodicho salvador de Equestria.
—¡Angel Figueroa! —Gritaría su nombre haciendo eco, el Rey de Equestria resistió aquel sometimiento divino y su voz llamaría la atención del millón de almas que tenía detrás de él —¡Muéstrate ante mí!
Y como hubiese sido un deseo, delante del Rey de Equestria aparecería un hombre de su estatura. Caminando desnudo con el cabello oscuro y ojos avellana, no mostraba ningún tipo de divinidad. Solo su enclenque figura. Lo miraba con indiferencia, El Rey no se inmutaba.
—¿Por qué te rehúsas, Artoria? —El Rey Arturo reconocía ese nombre, era su nuevo nombre, detrás de Angel Figueroa aparecerían sus siete guardianes; Kane, Layla, Kaila, Keila, Tapio, Raziel, Samael. Este último lloraba en silencio.
—Ese no es mi nombre. Angel Figueroa —Este último haría una mueca de asco.
—Ese ya no es mi nombre, me llamo Arkzrimiel.
—Él no ha muerto —Respondería Arturo, y Angel Figueroa sonreiría ante tal inocencia y detrás de él se mostraría el gigantesco trono vacío de Arkzrimiel, y en el respaldo habría sangre divina mezclada con sangre humana. Señal de su imperfección. Arturo retrocedería intimidado —Te atreviste a romper el ciclo. Con que así serán las cosas.
—Así es —respondería Angel Figueroa con esa macabra sonrisa—Es hora de acabar con esto de una vez por todas.
Arturo sabía que era el momento, ahora o nunca más. Miraría a su esposa, quien ella no podía reconocer esa imponente figura, pero podía ver dentro del cuerpo del Rey una enorme magia profana. Una magia que le incomodaba. ¿Era bueno o malo?
Arturo desenvainaría su espada oscura de la palma de su mano materializándola en esa hoja de obsidiana sin mango. Al sostenerla con firmeza su mano se cortaría por el filo y se abalanzaría hacia Angel Figueroa.
El Rey lanzaría múltiples ataques con intenciones de matar a Angel Figueroa, pero él ya sabría hacia donde iban dirigidos los ataques y los esquivaría con muchísima antelación y tranquilidad y comenzarían a danzar entre el campo blanquecino, con más de un millar de seres vivos observando y los últimos guardianes viendo en silencio. Todos sabiendo que no podría vencer nunca a un Dios.
—¡Te derroté antes Angel Figueroa! —Arturo cambiaria su estilo de ataque a uno oriental, convirtiendo su hoja en una katana gracias a su sangre, sus ataques se hacían menos potentes, pero más finos — ¡Te derrotare otra vez!
—Eso fue ya en otrora, ahora estamos en una nueva era—Angel Figueroa en un delicado movimiento daría media vuelta esquivando un tajo vertical y se inclinaría como si fuera un bailarín y con la palma de su mano golpearía gentilmente su estómago, pero para el Rey Arturo era como si un tren lo hubiera aplastado.
Escupiría sangre y saldría volando miles de metros golpeándose contra el suelo invisible mientras su sangre se esparcía por el suelo y esta se desvanecía, no se puede derramar sangre en tierra divina. Todos los presentes miraban aquel hombre gritando del dolor, aun con todo ese poder, no era rival contra Dios.
El Rey Arturo trataría de reincorporarse mirando el suelo blanquecino cubriéndose de su sangre y esta secarse, se levantaría apoyándose en el frasco de cristal y cambiaria nuevamente su estilo de combate; ahora a un hechicero. Movería su brazo derecho con brutalidad y este se deformaría lanzando ascuas al aire convirtiéndose ahora en un báculo del cual en la parte inferior aun poseía filo, su mano igualmente sangraba al sostenerlo con firmeza.
Haría varios movimientos circulares creando cinco pares de orbes mágicos y correría hacia Angel Figueroa y con su báculo comenzaría a pelear nuevamente, tenía el rostro lleno de sangre, pero su voluntad estaba intacta. Sus movimientos eran más débiles pero letales, Angel Figueroa esquivaba sus ataques ahora con dificultad y el Rey usaría su magia para liberar los orbes hacia su enemigo y el esquivaría varios pero el ultimo impactaría, no lo haría retroceder, pero al romperse en su pecho lo cortaría, su sangre era dorada. Totalmente dorada.
Angel se inclinaría ante el dolor con una sonrisa, finalmente era una pelea digna para cerrar con broche de oro la última era de Equestria.
El Rey retrocedería dando varias vueltas sobre sus manos y nuevamente cambiaria su estilo de combate, su báculo lo retorcería en un brusco movimiento convirtiéndolo en una llama de obsidiana que quemaría toda su mano y al no tener mango, no sangraría, pero quemaría y cauterizaría su brazo.
El Rey miraría la llama con convicción, y temor. Susurraría un hechizo y se cubriría en un polvo carmesí y sentiría la adrenalina y el poder recorrer su cuerpo, pero también consumiría su vida lentamente. Correría llena de un colera indescriptible y comenzaría a golpear a Angel Figueroa quien se defendería con sus brazos, el Rey tenía un poder superior a Angel Figueroa gracias a ese conjuro profano.
Finalmente era una pelea pareja, los golpes resultantes creaban ondas de choque que hacían estremecer el lienzo blanco que les rodeaba, los presentes se tambaleaban ante las ondas generadas y un fuerte sonido de choque los ensordecería.
Cada golpe propiciado por el Rey de Equestria deformaba aquel campo mostrando diferentes escenarios, desde el castillo de Canterlot, el castillo de Twilight Sparkle y Ponyville, el reino de los dragones, una isla en medio del mar con una gran torre de cobre en el centro, una ciudad moribunda con una gran entidad divina muerta en el centro de una ciudad con enormes rascacielos, un campo con hermosas flores blanquecinas con siete troncos con siete esferas en su interior, una ciudad dorada con una torre de oro en el centro con una esfera blanca en la parte más alta.
Todo provocado por el choque de realidades entre cada individuo, todo ese poder provenía del cuerpo del Rey de Equestria, toda esa sangre que derramaba en cada ataque era por el amor que tenía hacia su pueblo, quería dar todo por Equestria.
El Rey estaba dispuesto a dar su vida por su pueblo.
—CAPITULO 60: EL FIN; ARKZRIMIEL FIGUEROA —
ARKZRIMIEL FIGUEROA
Los recuerdos de uno, son la maldición de otro. El guardián vivió una pesadilla mientras otro murió alegremente. Un arma de aspecto desconocido, de olor desconocido, de origen desconocido. Pero con el mismo sentimiento. Amor, un portador. Miles de armas. Un cuerpo con miles de almas. Menos una.
El Rey luchaba valientemente por un pueblo que no podía recordarlo y ese mismo reino estaba condenado a la inexistencia, un Rey que era consumido por su propia ira que carcomía la longevidad por el cual tanto había luchado obtener, un hombre que se convirtió en un Rey, un Rey, que se convirtió en un verdadero monarca. Un ser digno de portar el manto de responsabilidad, pero del cual sería arrebatado por Angel Figueroa al verlo morir de anciano.
Y esto molestó mucho a Angel Figueroa. Al darse cuenta de la verdad del destino, él nunca fue destinado a heredar el manto de responsabilidad de Equestria, era y siempre fue Arturo. Se llenaría de coraje al darse cuenta, nunca eliminó al destino, el destino se ocultó en el Rey Arturo y esperó paciente su regreso y el destino aclamaba su derrota y su ascenso como padre de todo. El destino quería ansioso que Arturo volviera a portar dicho manto y fuera aquel que liderará a Equestria a un futuro resplandeciente. Hervia en colera.
Enfurecido, lanzaría un brutal golpe, un golpe tan letal que atravesaría el estómago de Arturo. Un ataque que cortaría en seco su ritmo y sus huesos y carne saldrían volando en el aire y al caer al suelo desaparecerían, esto lo haría escupir una absurdes de sangre oscura. El Rey Arturo sintió como su alma salió de su cuerpo y regreso por el impacto. La mano de Angel Figueroa había atravesado finamente su cuerpo y la retiraría en un veloz movimiento y patearía al Rey Arturo haciéndolo retroceder varios pasos y caer arrodillado por tal ataque mortal.
—Ya estoy cansado de estos juegos —Hablaría Angel Figueroa jadeando del coraje —Estoy cansado que, en todo momento, en cada instante, entorpezcas mis esfuerzos. ¿Acaso no ves lo que hago? ¡Trato de salvarlos!
—Tratas de matarnos —El Rey Arturo se tomaría del estómago cubriendo su herida, pero todos detrás de él podían ver el enorme hueco en su espalda, su espina dorsal se mostraba al descubierto. Sostenido por la magia pagana del Rey.
—Trato de darles un final feliz—Angel Figueroa se acercaría al Rey Arturo. Tomándolo de la cabellera, y este. En un leve intento de escapar golpearía su mano, pero sería inútil. No tenía las fuerzas, y su encantamiento había terminado por el golpe mortal —Esto se acabó Arturo, tu vida en Equestria ha terminado. Otra vez.
Angel Figueroa levantaría su mano derecha, aquella dadora de vida, ahora acabara con una. Su enemigo natural yacía postrado ante él, el Rey Arturo no estaba listo para perder la vida, no podía morir. Su destino no estaba escrito de esa forma.
Angel Figueroa dejaría caer todo el peso de mil mundos sobre su cuello, pero justo antes de cortar su cabeza más de un millón de almas detendrían su mano con la fuerza del amor y de la amistad, este miraría con enorme sorpresa pues todos los seres vivientes de Equestria se habían despojado de sus cuerpos físicos en un noble deseo de defender al hombre que estaba arrodillado carente de fuerza y esos mismos espíritus murmurarían el nombre del Rey Arturo, todos llenos de convicción, llenos de amor. Toda Equestria estaba dispuesta en dar su vida por el hombre que les devolvió la paz hace ya muchos años.
Los humanos divinos miraban en silencio con cierta desesperación, querían acabar con todo cuanto antes para tener un mejor futuro lejos de las atrocidades del abismo, de la cruel historia que abandonaban por el porvenir de su especie por lo que simplemente se arrodillarían rezando, a excepción de Raphiel, Pherica, Phoenix y Krysta, quienes estas dos últimas tenían la incertidumbre, temían que el Rey de Equestria ganara y perdieran su boleto a la salvación.
—¡Deja en paz a mi esposo! —Gritaría Celestia acompañada de sus hijas, quienes lloraban de la impotencia mientras las almas de Equestria luchaban para soltar de las manos a su más amado Rey.
—¿Cómo? —Angel Figueroa cedería ante la presión y seria empujado hacia atrás por las almas de Equestria mientras la familia real rodeaba a su padre y sanarían sus heridas. Los espíritus de Equestria lo retendrían en el suelo encadenándolo, los últimos guardianes de Angel Figueroa comenzaron a conversar entre ellos, admirados por el increíble valor de ese pueblo moribundo.
—Equestria siempre se distinguirá por amarse mutuamente, ni el poder de un héroe corrompido podrá derrotar ese amor —Celestia se encendería por las llamas del sol mientras que aparecería detrás de ella la princesa Luna encendida por la bendición de luz de luna —Nosotras amamos a mi esposo, Equestria ama a mi esposo. Y daremos nuestra existencia por él.
Y ambas hermanas astrales se abalanzarían hacia aquel ser que antes dio todo por el futuro de Equestria y ahora se los quería arrebatar para cumplir un capricho divino. Celestia usaría su gran magia para quemar la piel de Angel Figueroa y Luna la frialdad de la noche para congelar su alma, con las intenciones de apaciguar su codicia y acabar con su tiranía de una vez por todas.
Aunque no querían matarlo, les estaba quitando opciones, o paraba todo deseo de extinción, o ellas mismas acabarían con él.
Shanalotte, Theresa y Celeste usaban toda su magia para sanar la herida de su padre, era la primera vez que él veía a sus hijas juntas. En silencio, lloraba pues podría ser la última vez que las vea reunidas.
—Padre —Shanalotte rompería el silencio, llorando —Nosotras estaremos bien.
—Hija… —El Rey trataría de pararse, pero sería detenido por las manos de sus hijas.
—No hables —Interrumpiría Celeste, quien usaba toda su voluntad para no llorar, pero por dentro agonizaba de tristeza —Sabemos lo que nos pasara. Y estamos dispuestas a aceptarlo…
—Pero prométenos que ganarás. Padre —Theresa miraría a su padre con una sonrisa, el Rey Arturo rompería en llanto y abrazaría a sus hijas con gran fuerza. Con una gran tristeza.
—Las amo, hijas mías. Son mi orgullo, me han hecho el padre más feliz de toda Equestria. No, ¡De la creación! —Y el Rey Arturo miraría como Celestia y Luna sometían a Angel Figueroa.
Se reincorporaría con ayuda de sus hijas con un valor increíble, con una fuerza super humana, con una voluntad tan grande que no cabría en su cuerpo, pero todo esfuerzo fue en vano.
A los pocos pasos en dirección a Angel Figueroa, este se envolvería en una llama dorada y explotaría destruyendo toda oposición, los millones de seres que lo encadenaban se desvanecían hacia la nada regresando a sus cuerpos y las gobernantes de Equestria saldrían volando con algunas quemaduras. Ambas protegidas gracias a sus poderes mágicos.
—¡Esto se acaba, ahora! —Gritaría Angel Figueroa colérico —¡Mi creación! ¡Mis reglas!
Y comenzaría a emanar un aura dorado tan grande que haría retroceder al Rey y a su familia, pero no evitaría ir a socorrer a Celestia y Luna. Ambas estaban heridas por las quemaduras, pero aun podían levantarse a pesar de que tal daño divino no podría sanar, ya no les importaba lo que sucediera con sus cuerpos.
Las hijas de Arturo corrieron hacia Luna y él correría hacia su esposa, quien se reincorporaría lentamente con el collar en su pecho a medio romper, vería la gema purpura con una gran cuarteadura. Se rompería dentro de poco.
—¿Crees que ganaremos? —Preguntaría Celestia jadeando, pues había usado gran poder para defenderse.
—Eso espero—Replicaría Arturo mirando el poder de Angel Figueroa. Esa llama dorada y oscura que le rodeaba por completo. Verían que estaba cansado de todo.
—¿Y si no? —Arturo vería a su esposa y vería el frasco, ambos cruzarían miradas, pero no dirían nada.
—¡Estoy cansado de todo! —Gritaría Angel Figueroa enfurecido—Cansado, cansado de que siempre trato de ayudar a la gente, pero niegan mi ayuda, cansado de verlos llorar, de verlos sufrir ¿acaso no lo ven? Trato de borrar esa tristeza de sus corazones. ¡Acabe con Arkzrimiel! ¡Rompí la paradoja! ¡Acabe con el mal de Equestria!
—¿Alguna vez pensaste en tus hijos? —Twilight Sparkle aparecería en escena, con gran dificultad al caminar, ayudada por sus amigas. Había luchado en espíritu en defender al Rey al igual que las demás—Te amamos Angel, te amamos más que a nada. Pero ¿en qué te convertiste?
—En un salvador, Twilight. Vine a salvarlos—Y vería a Twilight llorar, y su expresión cambiaria. Angel Figueroa estaba entristecido—Quiero lo mejor para ustedes.
—Lo mejor para nosotros es Equestria, nuestro hogar—Respondería Twilight conteniendo el llanto—Todos pertenecemos a Equestria, nuestros cuerpos, nuestras almas. No podemos vivir en otro lugar que sea Equestria.
—Pero Equestria debe desaparecer. Debe de irse, no puedo llevarme a Equestria como es. No es mi creación.
—¿Acaso lo olvidaste? ¡Tu prometiste amarnos para siempre! ¿Acaso olvidaste lo que me preguntaste al final de tu reencarnación? —Angel Figueroa entrecerraría los ojos, recordando fácilmente esa pregunta—Tu mismo acabaste con Siegfried porque tenia los mismos deseos que ahora tienes, ¿acaso lo olvidaste? ¿olvidaste como nos unimos a ti para defender nuestro hogar? ¡¿Nuestras vidas?!
—Sí, la recuerdo. "¿Ustedes me odian? ¿Odian que yo les haya hecho así? ¿Haberles quitado la elección de cómo vivir?"
—¡Y no te odiamos! ¡Te amamos! —Y Angel Figueroa miraría a su anterior esposa pasmado por la exactitud de sus palabras, idénticas a aquel entonces y podía verla llorando. Veía el dolor que sufría por su culpa, era el dolor de haber perdido a un ser amado.
—Lo único que he hecho durante toda mi vida, fue hacerte sufrir, hacerlas sufrir a todas por mi cobardía, por mis caprichos y recelos. Por no saber lo que ustedes deseaban, dejándome ser un egoísta por creer que hacía bien mi trabajo. Protegerlas.
—No Angel, no te odiamos. Ni en lo más mínimo, lo que pasó con nosotros en aquel entonces. Aun éramos jóvenes y no sabíamos lo que hacíamos. Éramos impulsivos y casi irracionales en los problemas, yo no sabía que había cosas que te aterraban y que no sabias como defenderte y nunca fui capaz de notarlo hasta que todo estallaba—Angel Figueroa recordaba las palabras a la perfección, eran las mismas que mencionó Twilight antes de desaparecer en la eternidad, fuera de la creación. Angel Figueroa derramaría una lagrima culpable. Cerraría los ojos, recordando como el roció de la mañana hacia brillar con belleza la melena de Twilight Sparkle, vería esa sonrisa esperanzadora de un mejor futuro, abriría los ojos. Y ahora vería una mirada destrozada, llena de tristeza y miedo mientras la brisa que su poder emanaba hacia ondear su melena con pesadez.
—¿Qué crees que deba de hacer ahora? —Preguntaría recobrando poco a poco su fuerza.
—¡Déjanos vivir! ¡Déjanos vivir sin ninguna ley divina! ¡Déjanos aparte de todo! —Twilight vería a sus hijos, Radiantshield y Reinhardt, apenas podían estar de pie. Podían ver a su padre enfurecido. Y Angel Figueroa los veía, los despreciaba—Mándanos a un punto lejano de la creación, donde ni tu ni otro Dios puedan vernos y molestarnos más. Angel, corazón mío. ¡Estamos cansados de todo este sufrimiento involuntario! ¡Queremos descansar en paz y armonía!
Angel Figueroa no diría nada, miraría con lagrimas en sus ojos a su esposa quien igualmente lloraba de la desesperación, ese instinto tan primitivo que la hacia reaccionar de forma impulsiva, Angel Figueroa lloraba pues no por su esposa ni por toda Equestria que miraba con gran temor su figura divina, lloraba por su respuesta. Él ya había tomado una decisión hace ya mucho tiempo.
—No puedo Twilight. Lo siento. Lo siento tanto…—Extendería sus brazos llorando con gran pesar y envolvería a todos en su magia divina—Pero tengo que hacer esto si es que tengo que asegurar el futuro de toda la creación. Mi creación.
Twilight lloraría desconsolada sin ninguna oposición, sus amigas también. Era el final de Equestria, era la última era de Equestria. Angel Figueroa derramaría varias lagrimas pues, en el fondo de todo, sentía arrepentimiento de lo que estaba haciendo, no quería darle un final a Equestria, pero debía de hacerlo si quería dar el siguiente paso en la creación. Si quería avanzar debía de cerrar este capítulo en su vida.
—No Angel, si puedes. Pero no quieres—Arturo se interpondría entre Angel Figueroa y Twilight, también envuelto en aquel poder mágico, poder mundano. Ambos se miraban con sentimientos encontrados; Odio y tristeza. Arturo y Angel. Ambos se mirarían por un largo rato—Sabes de dónde vengo, y sé muy bien que me mandaras ahí.
—No te atrevas.
—Vengo del Reino oscuro, aquel lugar donde mandaras a aquellos que no acepten tu palabra—Y miraría a Phoenix, quien sostenía su espadón dorado firme, esperando el juicio paciente—Y también a aquellos que acepten tu palabra. Traicionarás al pueblo que te ha sido fiel, los usarás para crear el equilibrio que tanto profesas como perfecto.
Arturo sacaría su espada de obsidiana nuevamente y la envolvería en una llama roja y en un movimiento suave la enterraría en el suelo provocando una fuerte llamarada a sus pies y la hoja se convertiría en un espadón de piedra, simple. Pero firme. Indestructible.
—¿Quieres terminar con esto de una vez por todas?
—Claro que sí—Arturo sostendría ese espadón con una mano, tenía la fuerza de Equestria y su humanidad. Listo para luchar.
Arturo se abalanzaría hacia Angel Figueroa en un tajo horizontal, Angel esquivaría el ataque y usaría sus puños para atacarlo, Arturo se defendía con la gruesa hoja del espadón. Su lucha comenzaría mientras el universo, inconscientemente daría forma a un nuevo mundo a espaldas de todos. Como un escenario, un mundo nacía, se daba forma y el sol nacía junto con la luna. Era Equestria.
No era una lucha épica, no era un combate legendario a ser admirado. Dos héroes de leyenda estaban luchando por sus propias creencias, dos héroes de leyenda que luchaban para salvar a sus pueblos, era una lucha entristecedora. El ganador daría final a la historia del otro. Era una historia deprimente. Un final deprimente. Un final que a nadie le alegrara presenciar ni alabar al ganador, pero era una pelea en el que solo uno debe de salir un vencedor.
—Sabes que esto es inevitable, tú mismo lo sabes Arturo—Chocaría su antebrazo Angel con la hoja del espadón.
—Lo sé, pero mientras haya esperanza. Todo es posible—Arturo respondería alejándose de Angel y este vería el frasco de cristal.
—Haciendo trampa—Respondería Angel Figueroa—¿Piensas capturarme?
—¿Tu qué crees? —Arturo sonreiría, no sabe para qué es el frasco.
Nuevamente cruzarían ataques, ambos en una pelea pareja. Donde impactaba uno, el otro hacia lo mismo, donde uno sangraba. El otro lo hacía por igual. Toda una creación miraba impaciente el desenlace. Querían ver un ganador y la mitad quería que ganara la humanidad, el otro quería que ganara la divinidad.
—Laila—Hablaría Kane a espaldas del padre de todo, estaba cruzado de brazos impaciente—¿Viste lo mismo que yo?
—Lo vimos todos—Respondería su hermana, la última hechicera suprema con una preocupación. Kane vería a sus hermanos y estos asentirían en silencio.
—Nuestro padre dudó, dudó con cumplir su deseo—Kane miraría la escena donde ambas bestias peleaban incansables.
—Demasiado—Interrumpiría Tapio—Nuestro padre aun es joven, errático, no tiene definidas sus ambiciones.
—Hay que hacer algo—Hablaría nuevamente Kane rompiendo su formación. Giraría hacia su hermana—Si nuestro padre duda ahora, lo hará en un futuro. Debemos de evitar que esto vuelva a suceder.
—No habrá una segunda vez—Laila se veía confiada—Una vez que termine el arrebatamiento, él se recluirá en su reino privado. Un lugar donde solo él podrá vivir a su voluntad. mirará sus creaciones, pero será incapaz de interferir directamente.
—¿Qué te hace creer eso? ¿Qué te hace creer que nuestro padre no se equivocará de nuevo?
—Porque he visto más allá de la verdad. Más allá de esta verdad, yo sé que no habrá una segunda vez.
—¿Tan confiada estas?
—Quizás. Pero, ¿Qué sugieres tú? —Laila miraría a su hermano y dibujaría una pequeña sonrisa en su rostro.
—Debemos de cuidar los siete reinos, ayudar a que nuestro padre siga manteniendo su deseo intacto, al final de cuentas. Somos siete—Y miraría a Samael, y él estaba llorando en silencio mirando todo el escenario, incapaz de hacer algo al respecto—Por desgracia. Él está de nuestro lado.
—Déjalo—Interferiría Laila—Si el padre de todos lo quiere, es por algo. Debemos aceptarlo y respetarlo como un hermano—Laila miraría a Samael, enmudecido. Lleno de dolor y tristeza, pero también vería algo más en su interior, algo muy oscuro, pero no lograría distinguir que era—Su labor será mucho más grande que la de nosotros.
—¿Ah sí? ¿Y cuál es?
—Cargara con todos los muertos de Equestria. Todos aquellos que absorba el padre de todo, el cargara con la mayor parte del pesar, hará honor a su rango como guardián de la muerte—Kane ya no haría mención hacia el tema, miraría por un largo rato a Samael y algo dentro de si le haría tener algo de empatía, la empatía de su madre Valquiria.
Todos miraban atentos la pelea, era la pelea de dos titanes, dos seres que podrían acabar con la vida de cualquier ser cósmico, la ventaja la tenía Arturo pues tenía el amor de Equestria de su lado con la determinación de la humanidad, pero nadie contaba que un tercero se uniría, una última traición.
Phoenix entraría a la escena, no. Su espadón lo haría. Lanzaría el espadón original de Phoenix a los pies de Angel Figueroa. El miraría la acción extrañado, vería en los ojos de su antigua familiar una confianza grande, quería que ganara a toda costa. Angel Figueroa, por un momento recobraría esa expresión inocente de niño, sonreiría y tomaría el espadón, al empuñarlo. El arma seria consumida por su divina esencia. Ganando más poder.
—Finalmente, todo terminará—Angel Figueroa se abalanzaría hacia Arturo, rompiendo fácilmente su guardia y golpearía su estómago con la palma de su mano, lo haría retroceder con una ferocidad haciéndolo sangrar, Angel Figueroa estaba agotado por igual. Quería terminar esto cuanto antes—Basta Arturo, solo has alargado lo inevitable.
—Terminará cuando yo lo ordene—Arturo se recompondría para lanzarse nuevamente hacia Angel Figueroa y este lo repelería con su magia, poniendo un muro entre ambos y Angel Figueroa lo atravesaría golpeándolo en el estómago nuevamente, Arturo retrocedería varios pasos escupiendo sangre, pero finalmente caería arrodillado a consecuencia de los golpes.
—Esto se acaba ahora, se acabará para toda la eternidad. Equestria, debe de acabarse. Necesito avanzar ahora, y aunque no lo entiendas Arturo. Esto es un camino, ha sido un largo camino que he recorrido solo por años y debo de cerrar este ciclo, más allá de la verdad, más allá de nuestro entendimiento existe un ser que debe dejar esto atrás, ha madurado, ha envejecido, no puede seguir con esto para siempre. Debe darle un final ahora y yo soy el instrumento. Adiós, viejo amigo. Viejo enemigo, mi aliado y mi némesis. Hasta nunca. Equestria.
Y extendería sus manos conjurando aquel hechizo final, ese conjuro que haría que todo ser divino se arrodillase ante él y sus palmas se abrirían en una luz blanca y todo el páramo blanco comenzaría a sentirse una fragancia angelical y comenzaría a consumir las almas de los Equestres. Las almas comenzarían a brotar de los cuerpos como un rio y él las recibiría abriendo su pecho, esa luz blanquecina. Recibiendo todo; Alegría, ira, confusión, miedo, melancolía, pero no contaba que todas esas almas tenían algo en particular. Todos estaban tristes.
—¡No! ¡No lo harás! —Y Arturo se lanzaría en ataque, pero sería detenido por Kane, el hijo de Valquiria. Quien sostendría su espadón con la mano, Arturo vería esto con gran asombro pues ni con todo su poder podía hacerle frente y este lo arrojaría a su familia quienes veían los rostros llorones de las almas de Equestria, no podían hacer nada. Mientras estuviera así, era débil pero sus guardianes estaban ahí para protegerlo por lo que es imposible acercársele.
Celestia comenzaría a llorar de la frustración, Luna bajaría la mirada llorando, Theresa, Celeste y Shanalotte mirarían a su padre deseosas de luchar. El Rey no sabía qué hacer pues la pelea ya ha terminado y todos saben quién es el ganador del futuro de Equestria.
—Está ocurriendo lo mismo que la última vez—Hablaría en voz alta.
—¿Ya viviste esto antes? —Hablaría CloudChaser abrazada a su hija, Angela lloraba en silencio escondida dentro de las alas de su madre.
—Sí. Viví todo esto—El Rey miraría a su esposa derrotado, comenzaría a llorar resignado de lo que estaba a punto de suceder pues haría algo imperdonable.
—Perdimos, entonces—Afirmaría Celestia mirando a su esposo. Arturo asentiría con pesar.
—Ya no hay nada que hacer—Diría Twilight, abrazando a sus hijos—Él ya no es mi esposo, ya nada lo hará cambiar de parecer—Twilight abrazaría a Radiantshield y Reinhardt—Lo siento mucho mis hermosos niños, les he fallado. Fui una tonta por confiar en él, creí que era lo mejor para ustedes. Lo siento hijos, no les enseñé bien.
—No madre—Respondería Radiant con tristeza, llorando—Nos educaste bien. Tuvimos grandes aventuras, aunque, no fuera nuestro propósito. Nos diste una gran vida, nos diste el amor que tanto queríamos.
—Sí madre, gracias por esta vida—Reinhardt lloraría abrazando a su madre con firmeza. Los tres llorarían. Las siete amigas de Twilight cruzarían miradas, recordando en silencio todas sus aventuras, todas esas risas y discusiones y comenzarían a llorar. Deseando que todo fuera una pesadilla. Pero no. Ya todo iba a terminar pronto.
Rarity, resignada. Buscaría entre los cuerpos a su hermana Swettie Belle, y la encontraría entre un mar de cadáveres y se recostaría con ella esperando paciente su destino, pues ya no había nada más por que luchar, ya no había nada porque lamentarse.
—Hijas, ya no luchen—Arturo abrazaría a sus tres hijas con fuerza con una gran derrota sobre sus hombros, un gran pesar al saber que no logró su objetivo—Dejen que las consuma, les prometo. ¡Les prometo que las encontrare! —Arturo comenzaría a llorar con gran fuerza, sus lágrimas manchaban fácilmente la ropa de sus hijas por el alquitrán en sus lágrimas y ellas lo abrazarían con gran amor— Esten donde estén, en el momento que se encuentren, les juro, ¡Se los prometo! iré a encontrarlas y nos reuniremos todos de nuevo como una familia, y nosotros. Volveremos a ser felices otra vez—Arturo se aferraría fuerte a sus hijas deseando en lo más profundo de su ser que todo fuera un mal sueño, quería que todo fuera un mal recuerdo, que todo terminaría y él despertaría con su amada Celeste, antes de que todo esto se fuera al carajo. Como diría él.
—Padre…—Shanalotte lloraría, lloraría del enorme pesar, del cruel final que les esperaba—Claro que te esperaremos.
—¡Si! —Theresa respondería quitándose los lentes tirándolos al suelo—¡Y cuando nos encuentres derrotaremos a Angel Figueroa!
—¡Y nos volveremos a reunir como familia! Y al final del día, padre, cenaremos juntos y reiremos—Terminaría Celeste y cerrarían los ojos a la vez que sus almas salían de su cuerpo, rendidas ante el poder de Angel Figueroa. Arturo se arrodillaría para dejarlas en el suelo gentilmente y las acomodaría para que entre las tres se tomaran de la mano, entre lágrimas. Miraría a CloudChaser resignado ante el cruel e inminente final.
—Angela, hija mía—CloudChaser besaría a su hija en la frente, y Angela vería a su madre—Es hora de ir a dormir. Tenemos que descansar, mañana será un largo día.
—¿Qué haremos mañana mamá? —Angela entendía la perfección lo que sucedería con ambas, pero quería tener esa pizca de inocencia de infante, quería sentirse una niña indefensa por última vez a pesar de que nunca fue reconocida por su padre, aquel que ahora le quitaba la vida.
—Viajaremos, viajaremos por el mundo. Iremos a conocer a nuevas personas, tienes muchos amigos por hacer, así que debes de estar lista para este nuevo viaje. Cierra tus ojos, mi hija hermosa—Y Angela sonreiría cerrando los ojos con una pequeña lagrima dorada recorriendo su mejilla y su alma saldría por su cuerpo hacia Angel Figueroa siendo devorada. CloudChaser miraría como el alma de su hija se perdía dentro del infame ser que se haría llamar Dios, con una sed de venganza.
—Prométeme que nos encontraras, Arturo—Él asentiría a la vez que ella se acostaba con su hija para entregar su alma llena de pesar.
Vería a las amigas de Twilight abrazarse una última vez para ceder sus almas a Angel Figueroa. A diferencia del resto, cada alma tenía un color en particular, respectivo a su elemento de la armonía.
Twilight vería a sus hijos una última vez. Con una amorosa sonrisa.
—Hijos, espero poder encontrarlos en la otra vida. Son mi mayor orgullo, y quiero que lo sigan siendo, den lo mejor de ustedes cada día y el día que se sientan derrotados. Sonrían, no dejen de sonreír y los problemas se derretirán. Miren al futuro hijos, y si me olvidan…—Twilight lloraría con más fuerza—…Y si me olvidan, quiero que sepan y se lo graben en su alma. Los amo y los amaré siempre. Descansen, hijos míos. Su historia ya terminó, merecen descansar pues mañana les espera un gran día.
Y Radiantshield y Reinhardt llorarían cerrando los ojos, aferrándose a su madre, al final se dieron cuenta que nunca fueron protagonistas, nunca fueron relevantes en esta historia y nunca fueron salvadores, solo el medio de comunicación. Llevaron el mensaje del guardián a toda Equestria y terminaron con su labor, ahora debían dormir. Para siempre. Y aunque por un momento tuvieron rencor hacia aquel que fue su padre, aquel que les dio la vida y se las arrebataba en el presente. Seguían amándolo.
Ambos se irían del mundo, con un solo resentimiento; querían pasar un día completo como familia, salir a dar un paseo, a ver el mundo como una familia funcional, pasar la tarde viendo el paisaje con risas y amor sin condiciones, y en la noche, cenar juntos y mirar las estrellas hasta quedar dormidos, pero eso nunca pasó y nunca pasará.
Del cuerpo de ambos, o de uno solo. Saldría un alma, Reinhardt era el único que la poseía. Twilight vería esto con sorpresa y tristeza, pues sabía que Radiantshield heredo esa carencia de alma, pero sucedería algo increíble, algo hermoso. A los pocos segundos, del cuerpo de Radiant saldría una diminuta chispa dorada que se perdería entre el torrente de almas perdiéndose en el torrente espiritual.
Radiantshield tenia en su esencia algo más, aprendió muchas cosas en Equestria, aprendió demasiadas cosas que dentro de su vacío cuerpo se formaba algo más puro que un alma, una esencia, la parte primordial de un alma, en Equestria no la tuvo, pero gracias a sus vivencias y aprendizaje podrá tener una en un futuro lejano. Tenia una hermosa recompensa, tendría vida tras su muerte.
Algo estaba destinado a hacer, algo pequeño. Pero algo hará en un futuro.
Twilight miraría a Arkzrimiel susurrando "Te amo, Angel Figueroa" y liberaría su alma dejando su cuerpo inerte junto con el de sus hijos para así terminar su historia de una vez por todas, pues el reino con nombre Equestria estaba viviendo su última era, sus últimos minutos de existencia. Y esa frase llegaría a oídos de Angel Figueroa y derramaría una lagrima mientras sentía el alma de Twilight Sparkle entrar a su cuerpo y sentir todo su amor esparcirse hasta no sentir ya nada, había sido consumida junto con sus amigas.
Celestia miraría a su hermana, ambas entendían la situación. Estaban listas para descansar también. Para bien o para mal, debían aceptar la derrota. Dieron todo por un reino que ahora se extinguía ante sus ojos y en vez de sentirse tristes, estaban orgullosas. Dieron lo máximo para proteger a sus súbditos y aunque perdieran contra un ser supremo. Saben que pronto ya no sentirán dolor así que sonrieron con gran calma, sonrieron satisfechas por todo lo que hicieron.
Celestia reiría con Luna recordando todos los momentos felices, todos los momentos tristes, recordarían con melancolía como nació Nightmare Moon y tras un milenio regresaría y gracias a Twilight y sus amigas recuperaría a su hermana, ambas estaban satisfechas de la vida que tuvieron. Ambas se abrazarían y el alma de ambas saldría de sus cuerpos. Como era de esperar, el alma de Luna era de color azulado como la noche con cientos de estrellas y el de Celestia llameante como el sol…
—Tú no—La mano oscura de Arturo detendría el alma de Celestia estrujándola con fuerza dejando ir el alma de Luna para siempre sabiendo que al ser consumida por Arkzrimiel esta seria quien daría forma las estrellas en lo profundo de sus ojos. Regresaría el alma de Celestia su cuerpo de golpe.
—¿Qué? ¿Qué hiciste? —Celestia miraría a su esposo y él estaba decaído, derrotado.
—Evite que te perdieras para siempre. Lo siento—Mirarían ambos como el alma de Luna era devorada por el cuerpo de Angel Figueroa. Esperaba que intervinieran los últimos guardianes o los humanos divinos, pero nadie se entrometió en su gran pecado—Sabes lo que pasará. ¿Verdad?
—Dormiremos para siempre, no sabremos que pasara de ahora en adelante, pero espero que sea para bien.
—No—Respondería Arturo, mirando a Angel Figueroa saciarse de tristeza, de dolor y agonía. Su mirada comenzaba a mostrarse deprimido—Él va a retener sus almas dentro de él, vivirá con los sollozos de Equestria, vivirá con el dolor de haber devorado toda una creación que quería vivir, prevalecerá como un Dios que vivirá en tristeza pues Equestria llorará su injusta condena y creará sus siete mundos bajo esa tristeza. Y al acabar, creara su prisión para llorar para toda la eternidad hasta el infinito.
—¿Y me pasará lo mismo?
—Si hubieras entrado a su cuerpo, sí—Arturo voltearía a ver a su esposa. A su amada esposa—Hace poco me preguntaste para que era este frasco—Expondría el frasco mirando a su esposa. Ella miraría el enorme frasco con el líquido transparente en su interior.
—Dijiste que era para contener un ser muy poderoso, algo para acabar con el guardián del mundo. Nunca encontramos a un ser así de poderoso.
—Ese ser siempre estuvo aquí—Miraría fijamente a su esposa, ella entendería—Tú eres ese ser poderoso. Tu magia es la clave para la creación de los reinos oscuros y mantenerlos sellados. Al tener tu magia de Diosa solar. De Daybreaker. Eres inmune a su poder, eres inmune a su gran voluntad. por eso quería consumirlas, porque ustedes eran el equilibrio para el día y la noche, tiene la noche. Pero no el día, tendrá que crear sus reinos con una alternativa al sol.
—Pero, ¿Cómo lo haremos? ¿Cómo usare mi magia para hacer lo que dices?
—Yo lo hare—Y Arturo atravesaría el pecho de su esposa con un fuerte golpe rompiendo el collar dorado, tal magnitud haría que la gema purpura del collar terminase incrustado en el lateral del corazón, ella miraría atónita la escena mientras sentía en su pecho el puño de su esposo retorciendo la carne, ella lo vería llorar mientras sentía como agarraba su corazón con los dedos y lo estrujaría con firmeza arrancándolo con gran fuerza de su pecho desgarrando cada musculo en el movimiento hasta arrebatarlo de su pecho en un gran hilo de sangre y musculo que se esparciría en el suelo divino hasta evaporarse.
Celestia miraba su corazón aun latir en la mano de su esposo mientras él lloraba en silencio a la vez que su vida se escapaba rápidamente. Tal corazón era más grande que la mano de su esposo y veía como usaba su magia para que el corazón siguiera latiendo en su mano. Celestia trataría de respirar, pero el dolor era tan grande, y era en vano, no sentía que sus pulmones trabajaran, se arrodillaría y caería de costado mirando como el Rey Arturo abría el frasco de bronce y metería en su interior su enorme corazón y en su interior el corazón palpitaría lentamente, por voluntad propia, con propia consciencia, vería su rostro en el reflejo del frasco, veía su propia alma dentro, con calma. Ella sonreiría. Arturo sacaría la mano y cerraría el frasco con firmeza y ambos verían el alma de Celestia encerrado en el frasco junto con su corazón y su gema purpura como soporte vital.
—…Arturo…—Hablaría Celestia con una aplastante dificultad. Arturo tomaría de su pata entre lágrimas. Ensuciando su pelaje con su propia sangre.
—Lo siento mucho Celestia, esto es por el bien de Equestria. No, de Equelis. Tu poder, será la clave para nuestra Rebelión, tienes que entender, Ceresi. Es por el bien de todos los que dieron sus almas.
—…Te amo, esposo mío—Y Celestia lloraría mirando una última vez a su esposo aceptando las condiciones por las que él mismo le quito la vida. Arturo lloraría mirando a su esposa perder la vida poco a poco convirtiéndose en un concepto, en una esencia sin nombre. Pero fundamental para la creación del reino oscuro. La fuente de toda su rebelión, el origen a la santa orden de los mata dragones. Celestia cerraría los ojos lentamente para sentirse ahora en otro punto, en el interior del frasco donde ella vería todo de ahora en adelante, como un faro de esperanza, un faro de rebelión hacia Angel Figueroa.
Arturo lloraría desconsolado, mirando en los ojos de su esposa, que ella aun recordaba los momentos felices, los momentos de emoción, los días que él pasaba con ella con gran amor, que recordaba todas las veces que vio el amanecer con ella, que vio todos los días pasar con emoción, el día que nacieron sus hijas, el día que llego a Equestria, el día que ascendió como un verdadero Rey y ahora como un verdadero monarca, Arturo lloraría del sufrimiento que ahora cargaba, cargaba con una condena igual al de Angel Figueroa. Cargaría con el alma inmortal de su esposa para toda la eternidad mientras el manto de responsabilidad le fue arrancado de sus hombros por un ser que no merecía el perdón.
Su condena era recordar para toda su existencia los momentos felices con su esposa e hijas, estaba condenado a vivir una y otra vez esos días siendo consciente de que por su propia mano mató a Celestia. Estaba condenado a ser feliz y miserable a la vez. Estaba condenado así hasta el final del tiempo.
Era la misma condena por la que pasaría Angel Figueroa de ahora en adelante, ambos estarían conectados de esa forma, lamentarse eternamente por los pecados que cometieron. Esa seria su condena y su conexión como humanidad y divinidad.
Arturo lloraría por un largo rato mientras que Angel Figueroa terminaba de consumir toda Equestria, Ambos estaban derrotados emocionalmente. Ambos estaban cargando ya con sus propias condenas y estaban listos para dar el siguiente paso.
—Hermana—Hablaría Krysta desde su lugar mirando la triste escena—¿Hicimos lo correcto?
—Claro que sí—Respondería firme Phoenix fríamente—Nosotras, todos aquí somos salvos por ley de todo esto. Debemos observar pacientes.
—Pero. Eran nuestros amigos, eran nuestra familia—Krysta. Miraría a su hermana, su expresión mostraba tristeza, arrepentimiento—Ellos nos aceptaron como parte de su familia cuando llegamos a Equestria.
—No te atrevas a dudar, si lo haces. Te condenaras y serás arrebatada—Phoenix voltearía molesta ante la preocupación de su hermana.
—Pero…—Krysta bajaría la mirada. Enfurecida—Somos peores de lo que fueron nuestros padres—Phoenix entrecerraría los ojos, sintiendo la punzada en su corazón. Lloraría regresando la mirada al frente. Sus piernas temblaban de la tristeza que le inundaba voraz, quería arrodillarse y llorar por la cruel maldad que cometieron y más por las palabras de su hermana que rebosaban verdad.
—Claro que somos peores que Siegfried y Sophitia—Phoenix miraría los sollozos de Arturo ignorando que todo su pueblo miraba la escena con pesar, Arturo tuvo que matar a su propia esposa para salvarla—Y merecemos lo peor. Pero no es el momento y no es ahora.
—¿Entonces? ¿Acaso todo esto valió la pena?
—Sí—Phoenix se secaría las lágrimas discreta, voltearía a su hermana con la misma emoción—No llores, hermana. Que todo está terminando, deja que todo fluya como es—Y miraría a Laila detrás de todo mirando en silencio, no las juzgaba, las entendía. Entendía ese sentimiento de culpa—Nosotras, a partir de ahora, cuidaremos de Arkzrimiel, no dejaremos que su culpa lo corrompa, necesitará muchos cuidados y nosotras seremos sus protectoras más cercanas. Lo reconfortaremos a toda costa. Y evitaremos que toda esta historia se repita, que exista un nuevo abismo, que exista una nueva rebelión, que exista una nueva Equestria y un nuevo ciclo.
Krysta no diría nada, sabia a que se refería. No era un reconforte sexual, era uno mental. Al mencionar eso, comenzaría a recordar todas sus vivencias con Twilight y sus amigas desde que llegó a Equestria mirando al frente nuevamente. Sonreiría con melancolía, pero lloraría su culpa. También ambas tenían su condena a partir de ahora.
Angel Figueroa caminaría hacia Arturo con gran dificultad, ignorando el cuerpo de Celestia. Ignorando el corazón en el frasco. Angel Figueroa estaba devastado también, quería salvar a Celestia, contenerla y que no sufriera, pero dentro del frasco, no tenía jurisdicción. Era un artefacto que venía de un mundo muy pero muy distante, en un futuro donde él solamente miraría, en un lugar donde terminaría uno de sus falsos guardianes, un lobo blanco.
—Sabes que esta será la condena de todos ¿verdad? Que tu nuevo mundo será creado a partir de los lamentos de millones de seres nacidos y no nacidos por tu egoísmo—Angel Figueroa tomaría del hombro a Arturo quien se limpiaba las lágrimas reincorporándose hasta pararse delante del otro.
—Sí, y como odio tener que vivir esto una y otra vez pero ese el precio a pagar para que al menos unos cuantos puedan tener un futuro sin cadenas—Arturo se limpiaría las lágrimas tranquilizándose—Esto es lo que odio de las paradojas. Al menos no vivo todo desde que nazco. Así como tú lo hiciste.
—Je, esa nadie me la va a ganar.
—Dime algo, Angel.
—¿Qué sucede? —Angel miraría curiosidad en la mirada de Arturo.
—¿Cómo te sientes? ¿Acaso no te sientes mal por lo que acabas de hacer?
—Sí. Claro que sí—Angel bajaría la mirada y a los pies de ambos verían imágenes de Twilight y de sus amigas teniendo aventuras, aventuras que ambos no presenciaron por diferentes circunstancias en sus vidas—Ellas fueron mi familia por muchos años, viví muchas cosas con ellas y obvio que quería lo mejor para ellas, pero. No podía dejarlas seguir existiendo en mi nueva creación. No me pertenecen, no le pertenecen a nadie. ¿Por qué preguntas?
—Porque de ahora en adelante solo serán un recuerdo. ¿eres consciente de eso? No volverás a verlas nunca, no volverás a verlas reír o incluso llorar, se han ido. Así como mi esposa—Arturo miraría el frasco y como sentía la mirada de Celestia y comenzaría a extrañar esos cálidos abrazos—Y a mis hijas.
—Como dije, esa es nuestra condena, la condena de todos los que seguiremos en la nueva creación—Angel Figueroa miraría sus tersas manos listas para construir, miraría a la gente de Terranova paciente de lo que harán esas manos—Todos aquí cargaremos con esa condena de haber extinguido todo un mundo con tal de existir sin ninguna cadena.
—¿Equestria era esa cadena?
—Sí, no podía hacer nada con Equestria existiendo, no podía crear historias como las que tengo planeadas ahora, Equestria debía quedarse en el pasado, pero si seguía dependiendo de ella no podre tener la libertad que tanto anhelo. Amo Equestria, pero debe quedarse ahí, en el pasado. ¿Algo más?
—¿Cómo terminara todo esto? ¿Volveremos a luchar nuevamente por el destino de la creación? —Angel Figueroa sonreiría mirando al horizonte, imaginando una hermosa cuesta de sol que se haría realidad tiñendo el suelo blanquecino en un tenue naranja.
—Quien sabe—Miraría con esa sonrisa sabiendo el desenlace de una nueva historia que esta por escribirse—Apenas estoy escribiendo la historia de un mundo. Pasaran eones para saber cómo terminara todo esto. Arturo. ¿Estas listo de lo que pasará ahora en adelante? —Angel Figueroa miraría a Arturo nuevamente.
—Más que listo—Arturo miraría a Angel Figueroa con resentimiento y con calma, ambos estrecharían manos como si todo hubiera sido planeado por ambas partes, un acuerdo perpetuo que costaría la vida de una civilización entera—Espero poder acabar con tu vida dentro de poco—Arturo se mostraba resentido, deseoso de acabar de una vez tal conflicto, aceptaba los términos y condiciones. Era una tregua temporal.
—Y esperare ansioso tu regreso. Pues mi creación necesita de un demonio.
—Y mi reino necesita de un héroe. Pagaras por el dolor que me volviste a provocar. Arkzrimiel.
—Adiós. Artoria Radagon. Ten una larga vida.
Y arrojaría ahora, al nuevo protagonista de un mundo oscuro, un héroe para ese mundo lleno de sufrimiento. Perdería su antiguo nombre, siendo bautizado en el transcurso. Caería desterrado, a un lugar donde habría lugar solo para él, pero no dentro de la creación pues su mera existencia generaba una entropía, una que no podía ser controlada.
Un humano primigenio, un villano para unos, un héroe para otros por defender a los más débiles con una ferocidad implacable con tal de prevalecer.
Por la gran velocidad a la que caía se envolvería fuego con destino a su aparente prisión, en su corazón solo había maldad y oscuridad pura pues era un genuino humano, de una humanidad ya extinta. Un humano genuino que vio un mundo antes de presenciar el amanecer de un nuevo Dios.
Este ser era el Rey de un reino que lo aceptó siendo un forastero, un miserable que tendría la bendición de tener familia con la líder de aquel reino y seria testigo de su mortalidad, pero sería vuelto a la vida antes del arrebatamiento ¿Qué habrá sucedido para que mereciera eso? Y vería a sus hijos y esposa ser polvo, pero antes, habría hecho algo para sobrevivirla rompiendo todas las leyes impuestas por el padre de todo.
A diferencia de aquellos que vivían en el reino primigenio, la capital de oro, la capital divina. Su nombre no sería deformado al igual que su naturaleza.
Su nombre.
Su nombre era Artoria, Artoria Radagon.
El Rey Artoria del Reino de Equelisia,
esposo de la Reina Ceresi.
Padre de Naydelin, Cereste y Taritza.
Artoria caería en el reino oscuro ardiendo mientras lloraba la muerte de su familia, con las manos ensangrentadas pues con él tenía el artefacto más poderoso de todos los reinos sabiendo que con eso podría romper con el balance del padre de todo.
El corazón de la Reina Ceresi.
Angel Figueroa vería como lo que fue de Arturo era reescrito y transformado a su nuevo nombre, sentiría pesar pues consideraba aquel hombre como un hermano, no, como un padre.
—Ahora. ¿Qué hare con ustedes? —Miraría a los dragones, quienes vieron todo el espectáculo con enorme ira, con un profundo resentimiento, aunque no estaban de acuerdo con los Equestres, lo veían como un genocidio. Un enemigo a vencer y devorar su carne por tal cruel crimen. Arkzrimiel vería a los dragones, desde los más grandes e imponentes como el tamaño de una montaña, hasta los más diminutos del tamaño de un perro. Todos miraban enfurecidos al padre de todo, y el miraba el arcoíris de escamas delante de él—Supongo que los mandaré al lugar donde fue Artoria, necesita algún tipo de entretenimiento y nada mejor que unos dragones enfurecidos para mantenerlo distraído y matar a aquellos que siempre estuvieron en mi contra.
Chasquearía los dedos y los haría desaparecer delante de él dejando unas partículas de luz en la escena, estaba tranquilo a pesar de todo. Mover a toda una especie ya no era una labor titánica para él después de todo.
Daria media vuelta mirando a los presentes con vanidad y orgullo, sus últimos guardianes se acercarían cubriendo su cuerpo en una túnica blanca y sobre de él aparecía una corona blanca con una perla dorada.
El pueblo de Terranova se acercaba hacia el nuevo padre de todos, liderados por Phoenix y Krysta. Al ser un pueblo digno no perderían sus nombres ni sus esencias, pero a algunos les dejaría los recuerdos de lo que hizo para no olvidar nunca su atroz acto con tal de salvar a todos por igual.
Phoenix miraría ahora, al nuevo padre de todos y se arrodillaría siguiéndole Krysta y todo Terranova por igual y comenzarían a cantar alabanzas al padre de todos mientras lloraba satisfecho y entristecido. Los coros comenzaban a inundar el páramo blanquecino mientras sus guardianes se retiraban en silencio para alabar su grandeza arrodillándose a su espalda como sus protectores, aquellos que vigilarían la capital dorada sin descanso con el objetivo de defenderla de cualquier amenaza, aunque, de momento no habrá nada que perturbe la macabra paz.
Ahora.
Seria Arkzrimiel, se mostraba delante de su nuevo pueblo como el Rey de Reyes, el Alpha y Omega, el principio y el fin, luz y oscuridad, vida y muerte. Parado ante aquellos que son dignos. Con sentimientos entre alegría y tristeza. Miraría a todos mientras que su cuerpo se adaptaba a la gran cantidad de almas y por dentro, usaba la magia de la amistad para ayudarse, sus ojos cambiarían finalmente, perdería ese color humano y ahora tendría en sus pupilas las siete estrellas blancas que lo caracterizarían como todo, un ser perfecto.
Miraría a todos por igual; miraría a Zenbiel, a Phoenix, a Krysta, y entre la multitud. Llorando desconsolada, a Raphiel y Pherica. Ambas derrotadas aceptándolo con gran pesar sujetadas de la mano, traicionando a Equestria con tal de permanecer juntas. Arkzrimiel vería eso, y perdonaría sus transgresiones, pero a un costo, no las permitiría vivir en la capital de oro. Las enviaría a un punto alejado de la creación, a uno de los tantos reinos donde servirán como guías a uno de los tantos candidatos a nuevos guardianes. A una la mandaría a un lugar donde existirían siete torres y a la otra a un lugar donde serviría de puerta a la capital dorada, un reino donde uno de los nuevos hijos de Arkzrimiel lo traicionaría por una mujer.
Alzaría las manos y consumiría a todos convirtiéndolo en oscuridad, todos los presentes serian guardados en la presencia del padre de todo, serian reservados para cuando el momento sea idóneo, les anticiparía que una nueva era de luz estaba por llegar. Una nueva era sin condenas, una nueva era sin temores, una nueva era sin muerte y sin dolor.
Vaticinaría una era en la que la prosperidad abundaría por creces, donde el amor sería primordial para ser dignos de su presencia, donde él cargaría con el yugo del crimen y el pecado, un lugar donde nada y nadie moriría y lloraría, una era en la que todos nunca verían hambre, nunca verían muerte, ni tristeza, un lugar digno para dioses, y ellos, eran dioses. Menores, pero eran dignos para ser dioses.
Pero deberían de esperar pacientes pues, tomará tiempo crear sus siete reinos, tomará tiempo recrear todas las almas que consumió y decidir quienes merecerán vivir y quienes merecerán quedarse en el olvido. Y los cargaría dentro de una pequeña esfera de cristal, como si un bebe se tratase, miraría a sus nuevos hijos con un enorme amor y los guardaría en su pecho, para cuando el momento lo permita. Pero ahora, deben de descansar pues su castigo ha terminado y deben dormir.
Y entre las que se quedaran en el olvido será Applejack, Pinkie Pie, Rainbow Dash, Rarity, Starlight Glimmer, Fluttershy, Luna, CloudChaser y finalmente, aquella que siempre amo al guardián supremo del amor y de la amistad, aquel que fue destinado a ser un héroe, ahora un Dios. Twilight Sparkle. Todas serán olvidadas para toda la eternidad, vagarán en la nada sin saber lo que fueron y lo que son, pues no son creación del padre de todo al igual que Equestria. Un mundo sin magia de la amistad nacerá, pero gracias a su concepto se dará forma. Sus existencias han terminado ahora y siempre.
Nacerán mundos originales y únicos a raíz de las enseñanzas de las ya olvidadas, habrá amor, bondad, amabilidad, generosidad, lealtad, honestidad, magia y la más grande de todas las emociones. Amor. Todo de un mundo moribundo, todo de un mundo que se bañó en sangre con tal de dar prosperidad, ese mundo que fue corrompido por un humano que en primer lugar nunca debió existir, pero aun así logró hacerlo, logró prevalecer y luchar, se convertiría en campeón y acabaría con seres que daban vida y daban muerte a voluntad. Ahora, era un concepto, una deidad, capaz de hacer todo, de establecer los límites que antes lo aprisionaban, podía hacer lo que quisiera.
Y ahora, estoy listo para seguir adelante.
Estoy listo para crear a mis siete reinos, de crear a mi capital dorada, pero tomará su tiempo, tomará gran cantidad de esfuerzo en crear a cada uno de mis amados seres quienes lucharán por sus vidas, por sus amigos, por su familia, tomará tiempo en crear convicciones y anhelos, tomará tiempo darles valentía y valor, tomará tiempo crear las enseñanzas que nos dejó Equestria a todos. Tomará tiempo para crear a todos los que amamos y llegamos a amar.
Pero lo haré, porque así soy yo.
Soy el principio y el final.
Soy aquel que nunca debió haber sido recordado, pero aun así fue amado, soy aquel que dio forma a todo.
Yo soy Arkzrimiel.
Y mi nueva era está empezando, va a empezar y lo haré con todo el amor que poseo en mi ser, aunque eso me cueste cargar con toda la tristeza que tuve que devorar. Mi amor, mi vida en Equestria. Ha terminado con broche de oro, ya no hay nada que contar.
Yo soy Arkzrimiel.
Mi vida como protagonista ha terminado como es, ahora daré el estandarte a los nuevos herederos de la luz y los guiare hasta ser los nuevos guardianes, los guiaré para que sean dignos de mi bendición y hereden el manto de responsabilidad que yo arranque de las moribundas manos de dos seres poderosos y luego de un corrompido Rey.
Yo soy Arkzrimiel.
Crearé los medios para que aprendan de sus errores, que aprendan de sus bondades y de sus maldades. Crearé todo lo posible para que ustedes, lectores, puedan admirar, odiar, amar o despreciar a mis creaciones. Porque habrá unos que amarán, habrá otros que ustedes odiaran por como los cree, pero así debe ser. Así debe ser una historia. ¿No? Llena de seres amados y otros aborrecidos.
Yo soy Arkzrimiel.
El padre de todo, el ser imperfecto. Consciente de que mi poder está limitado, pero daré todo para que sea inagotable, con tal de que mi pueblo digno, viva en armonía, aquellos que yo creé puedan prevalecer en paz mientras que aquellos que no son dignos, pero tienen la capacidad, luchen hasta llegar a mis aposentos.
Yo soy Arkzrimiel.
Puedo finalmente cerrar los ojos y dormir por un largo rato pues, finalmente todo ha terminado. Ya no hay nada más que narrar, solo pensamientos, solo ideas. No existe nada. No existe nada más que explicar pues todo se acabó, como debió empezar así termino.
Pues en la nada hay todo, pero en el todo hay nada.
Y ahora. Cerrare los ojos, dormiré. Por un largo rato.
Adiós. Amados lectores, volveré. Con nuevas historias a contar.
Adiós, amados lectores, volveré. Con nuevos personajes a querer.
Adiós, amados lectores, volveré. Con nuevos mundos para descubrir.
Adiós, amados lectores, volveré.
Como un Dios. Como un Dios que no merece ser amado, pero lo es.
Como un Dios que quiere morir, pero no puede hacerlo por su propia mano.
Adiós. Por ahora, y para siempre.
LOS ULTIMOS GUARDIANES; LA ULTIMA ERA DE EQUESTRIA
HA TERMINADO.
FIN.
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En un mundo distante, en un futuro muy pero muy distante, en un reino lejano, pero cerca de la mirada del padre de todo. Caía del cielo un bebe de hermosos ojos avellana, de cabellera castaña, caía envuelto en una tela blanquecina hacia el extenso y basto mar. Caía durmiendo en paz pues, en su cuerpo poseía la esperanza de su difunta madre y de su extinto padre. En lo más profundo de su ser una pequeña chispa dorada, retazo de una vida pasada en la cual fue un despropósito. Y ahora tenía una segunda oportunidad de tener uno. Con la bendición de su madre que en esta nueva oportunidad hará grandes cosas.
Caía en paz a pesar de haber presenciado algo desgarrador, de haber visto dos seres luchando con gran ambición por el destino de un mundo que ahora ya no existe y nunca existirá.
Caería al mar creando una gran ola que llamaría la atención de un sucio barco de exploración. Al acercarse con cautela, verían al pequeño bebe dormir con una sonrisa envuelto en una esfera de magia color lila ¿Evidencia de un ser de otrora?, aquel que se dignaría a recogerlo sería un ser mágico de largas orejas y corta estatura con un aspecto horrible, pero de gran corazón, quien vería extrañado al cielo pues no había forma que algo así cayera en el basto mar. Lo recogería con sus redes de pesca y lo llevaría a una distante isla con una enorme torre hecha de cobre donde lo entregaría a un Rey y una Reina como un trofeo pues poseía en su interior una gigantesca magia desconocida, digna de una reliquia de valor divino.
Donde crecería bajo el amor de la reina, pero con el desprecio del Rey, crecería aprendiendo de las virtudes y des virtudes de aquella isla en medio de la nada, con un propósito en particular, uno que parecería insignificante, pero tendría un gran impacto en su futuro. Con un maestro que lo querría como un hijo propio y le inculcaría las bondades de ese mundo imperfecto protegido por 7 deidades, con un objetivo en particular, un objetivo, que, a simple vista es algo mundano, pero a futuro tendrá un gigantesco propósito.
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PROXIMAMENTE:
REINO 1; LAS RELIQUIAS DE OTRO MUNDO; PARTE I
REINO 2: ¿? ¿? ¿?
REINO 3: ¿? ¿? ¿?
REINO 4: ¿? ¿? ¿?
REINO 5: ¿? ¿? ¿?
REINO 6: ¿? ¿? ¿?
REINO 7: ¿? ¿? ¿?;
REINOS OSCUROS 1: ¿? ¿? ¿?
REINOS OSCUROS 2: ¿? ¿? ¿?
REINOS OSCUROS 3: ¿? ¿? ¿?
CRONICAS DORADAS PARTE I: ¿? ¿? ¿?
CRONICAS DORADAS PARTE II: ¿? ¿? ¿?
AKZRIMIEL: ¿? ¿? ¿?; ¿PARTE?
