DE REGRESO A LA CUEVA

Los caballeros oscuros salieron de Fortune tres días después de que Nimrod fuera obliterada, las fuerzas de pacificación de la guardia imperial se hicieron cargo de la consolidación de la restauración imperial. La flota del capítulo lograría regresar a su mundo natal "Gótica" en tres semanas de viaje disforme, cada crucero permaneció aislado durante el viaje, cada uno con una compañía, cada una con sus dudas y sospechas que se retroalimentaron internamente, se corroyeron en bilis e incertiumbre.

Gótica era un mundo colmena, poseía veinte mega ciudades del tamaño de continentes y un océano de aguas someras que rodeaba a una sola de las ciudades colmenas, Miller Harbor, hace más eones de los que hay registro en el imperio solía ser un próspera ciudad con una importante industria naviera, ahora la mitad de la población de la ciudad dedicada catorce horas al cultivo hidropónico en innumerables granjas verticales que agotaban la poca agua que le restaba al planeta, y la otra mitad ocupaba sus días miserables remachando las carrocerías de los transportes Valquiria para la guardia imperial, oficio que la ciudad ejercía desde antes que el Capítulo de Astartes llegase a liberar al mundo de una invasión de Hruds hace doscientos años. El mundo estaba cubierto por el humo de las fábricas, la lluvia ácida era constante por todo el mundo, excepto en los polos donde la sublimación inversa los convertía en granizo. Las enfermedades respiratorias campaban a sus anchas por las ciudades colmenas, neumonías, bronquitis y carcinomas al pulmón; lo único que causaba más muertes en ese mundo era la violencia callejera, tanto por grescas entre individuos como batallas entre bandas armadas y crímenes varios que van del robo a las masacres. El mundo sin ley idóneo para hallar neófitos, niños curtidos en las calles, formados entre la violencia, la precariedad y las carencias.

Bruce con la segunda compañía bajaron hasta la ciudad de Ace Chemicals, la colmena más hacia el sur, un vertedero de humos tóxicos y mal formaciones congénitas, y bajo toda esa miseria los incluso más miserables se arrastraban por el pozo infecto de criminalidad y mutaciones de la subcolmena, olvidados y marginados lograron subsistir entre los desechos y la escoria que les cae de los residuos industriales de la colmena. Tribus recicladoras se enfrentan unas con otras por las miserias que pueden volver a fundir y usarse, siendo para ellos el metal tan preciado como el oro se aporrean con palos, lanzas de piedra, y cuchillos hechos con los dientes de deprepadores subterráneos que son a la vez competidores por los recursos y alimento. Toda esta economía sumergida es caldo de cultivo para el crimen organizado, comandado por oligarcas y nobles que residen en las agujas de la colmena; mafias rivales luchan en la frontera de la colmena y subcolmena por apropiarse de esos materiales reciclados y suministrarlos a las fábricas donde este metal excedente se usaba para fabricar armamento que termina por fuera del registro productivo he iba directo al mercado negro donde una parte se iba fuera de Gótica como contrabando y otra parte se negociaba entre las mismas mafias, en un ciclo interminable de criminalidad y derramamiento de sangre. La propia gótica tenía sus peligros naturales, bestias aladas, descendientes de las antiguas razas de mamíferos voladores de la vieja terra, criaturas del tamaño de un hombre y de una envergadura del triple de largo que atacan a los pobres diablos que hallan su sustento trabajando fuera de los muros de la ciudad de la colmena, y las bestias enfermas que se alimentan de los pocos recursos naturales que aún quedan en los desiertos de arena fría y las estepas contaminadas con residuos químicos.

En las cavernas aledañas se hallaban los cuarteles de la compañía, la red de cuevas y túneles que tenían origen ahí les otorgaba un acceso inigualable a las zonas más críticas de la ciudad colmena, siendo estas las factorías, fundiciones y los laboratorios químicos. En el complejo subterráneo se hallaban dispersos todo lo necesario para mantener la guarnición completa de una compañía de marines espaciales, una capilla tallada en las rocas con ídolos imperiales fabricados con la caliza de las cuevas y candelabros colgando de las estalactitas para los capellanes, forjas profundas que se alimentan de los flujos magmáticos del interior de la tierra, el librarium y el santuario de reliquias escondidos en laberintos naturales, barracones, armerías, fosos de combate y circuitos de entrenamiento idóneo para las tácticas de combate del capítulo.

Jason vestido tan solo con un traje rojo de sintepiel, en la penumbra absoluta de las cavernas podría haber estado usando todo el espectro del arcoiris que nadie podría verlo así se parase justo frente a él, y el traje disimulaba su firma de calor, así que tampoco sería visible para las miras térmicas, y a menos que se moviese un equipo de visión nocturna tampoco podría detectarlo. Su ego había sido herido al haber fallado en la prueba de ascensión a la primera compañía, culpaba a lo que para él eran instrucción ineficiente por parte de su capitán, sus competidores fueron más agresivos, más despiadados y menos precavidos, fueron cazadores implacables. Eso era lo que se necesitaba para formar parte de la primera compañía, y Jason sabía que tenía ese perfil, pero era Bruce y sus tácticas las que lo limitaban e hicieron que fallase.

En aquella oscuridad Jason escuchaba, sus sentidos mejorados le hacían percibir el chillido de las ratas que pululaban en las cavernas y el latido de los corazones de pequeños quirópteros colgados de las cuevas, el fluir de los arroyos subterráneos y el nado de los peces ciegos. Conscientemente ignoró esos ruidos para centrarse en otro sonido, la respiración de un sobrehumano, el palpitar de dos corazones, empuñó su cuchillo de combate, ya no tendría piedad, sería el monstruo que el Emperador necesitaba que sea, contrajo los músculos de sus piernas, dejó de respirar y sus corazones se detuvieron, si el podía oírlo, su oponente también podría. Se abalanzó sobre el origen del sonido solo para ser detenido en el aire por un golpe en el pecho, Jason cayó golpeándose contra una saliente, rompiéndose una costilla blindada, intentó aferrarse de la roca solo para que se le cortara la mano al rasgarse contra una piedra afilada, su caída no pudo ser detenida, cayó hasta el fondo golpeando las rocas al fondo del arroyo, rompiéndole más costillas y abriendo su carne, la sangre derramada atrajo a los peces de las aguas que comenzaron a alimentarse de su carne expuesta, Jason tardó un par de minutos en levantarse, apartar a los peces y agarrar uno al cual procedió a devorar de dos mordiscos, salió del agua y descansó sobre las rocas húmedas, respiraba con dificultad mientras sus heridas se curaban rápidamente. Sintió una daga en su cuello.

―Había esperado algo más de ti― dijo una voz pedante y condescendiente.

Los lúmenes del circuito se encienden y desde lo alto se escucha la voz de Bruce ―Suficiente, regresen, déjenle espacio para los siguientes.

Jason vio a su oponente a contra luz, por un instante creyó ver a su capitán, pero con un angulo apenas diferente lo identificó, era él sin duda, era Damián.

―No te perdonaré esto― profirió Jason al lograr incorporarse.

Damián sonríe socarronamente ― ¿Y qué harás al respecto, pichón?

Cuando lograron salir del foso, se presentó un servocráneo con un mensaje, los mutantes habían iniciado una lucha contra las pandillas de la colmena cerca de una factoría, y se habían fortificado en el sitio y tomado a los trabajadores como rehenes. Se dio la orden de armarse y enviar un grupo de vanguardia para reconocimiento antes de que toda la compañía estuviese preparada para recuperar la fábrica con el mínimo de daños a la infraestructura.

Bruce en sus aposentos privados se vio sorprendido por la presencia de Thalia, sentada con las piernas cruzadas sobre su cama.

― ¿Qué haces aquí?

―Quiero conocer lo que sabes― le respondió.

―Los asuntos de esta ciudad no te incumben.

―No pregunto por esta ciudad, y lo sabes.

―No sé nada― respondió secamente, su mandíbula casi se trabó al decirlo, le era duro admitir su completa ignorancia sobre el asunto. ―¿Y tú?

―Apenas lo suficiente.

Thalia parecía distante, lo miraba con duda, su postura era falsamente relajada.

― ¿Compartirás algo de lo que sabes?

―Ustedes ya han estado ahí antes, no es la primera vez que han pacificado Fortune.

Bruce frunció el entrecejo ― ¿Qué compañía fue?

―Todos ustedes.

Bruce se sintió perdido ― ¿Cómo?

―Debieron haberles borrado la memoria, deberías hablar con alguien de confianza del Librarium, quizás los capellanes también hayan escapado de esta sanción. Aunque claro, también podrías hablar con un inquisidor del Ordo Malleus, sé que tienes amistad con uno.

―Ra's también sabe lo que ocurrió, ¿verdad?

―Si, pero no lo dirá, nadie en la primera compañía lo hará, su lealtad a mi padre es inviolable.

Thalia se levantó de la cama para retirarse.

― ¿En quién puedo confiar? ― expresó Bruce.

―Sé claro, pregúntame directamente si puedes confiar en mí.

Bruce desvió la mirada.

―Confía en tu instinto, confía en lo que puedas comprobar verazmente.

― ¿Por qué me dices esto?

―Porque a diferencia de ti, yo hago lo mejor para mi padre, no lo que el me pide. No mires las sombras que te muestran, busca la luz fuera de tu cueva.

Bruce desde la cornisa mira a toda esa ignominia, miraba a esos desarrapados caminar atemorizados por el que tienen a lado, islas en un océano infinito de estiércol. No existía confianza en el prójimo, ni siquiera con aquellos que se estrechan lazos de mayor intimidad, en un mundo de lucha constantes por la supervivencia y personas desesperadas cualquier opción de mejora era aceptada, inclusive si esto significaba cometer las mayores atrocidades contra quienes debían ser los más queridos. Bruce nunca vivió, ni sintió tales emociones, o quizás simplemente no lo recordaba, desde su ascensión a Astartes muchos de sus recuerdos de infancia le son borrosas, sin embargo los recuerda a ellos, el motivo del camino que decidió tomar. Sus padres, siempre se sintió seguro con ellos, lo amaban, le cuidaban y lo educaban. Luego los disparos a quemarropa, la soledad, el dolor, la recuperación, la preparación, las pruebas del capítulo, el miedo, el dolor, el trauma y la ascensión, el poder de los dioses corriendo por sus venas y... el miedo en los ojos de la gente. Eran sus protectores, pero les temían, y estaban en su derecho, eran muy similares ellos y los Astartes, más era obvio que un ángel de la muerte ya no podía ser considerado un humano, tan solo un monstruo parodiando a la naturaleza, un monstruo para enfrentar los monstruos de allá afuera. Por fin los entendía, por fin sentía ese sentimiento de desconfianza, ya no eran un capítulo cohesionado en el cumplimiento de sus deberes, eran islas, eran monstruos escondiéndose de otros monstruos.

El sonido de munición sólida siendo disparada y los gritos de la muchedumbre lo arrancaron de su ensimismamiento, una escaramuza entre las partes rivales; Bruce cayó sobre ellos, de inmediato los disparos cesaron, para inmediatamente volver, esta vez siendo él el objetivo de ambas bandas, las balas se destrozaron contra la ceramita, sus garras relámpago se desplegaron de sus guanteletes. Las garras se cubrieron de centelleante energía y después de sangre. Si, era un monstruo y debía aceptarlo.