Historia alternativa de en el universo de One Piece, con nuevos personajes, drama, lenguaje obsceno, escenas sexuales fuertes , tortura y de alto contenido violento.
Acto 1: Infancia
Escena 1: El humano
Ler pensó que moriría y aceptó su destino con una simpleza tal que parecía haber pasado por aquello una docena de veces -lo cual era cierto, pero eso ella aún no lo sabia- por lo que no fue capaz de sentir como el viento cortó cada parte de su cuerpo durante su caída, hasta que su cuerpo golpeó el mar con tal fuerza que se rompieron todos sus huesos y ella, sorprendente, siguió con vida porque algo sobrenatural asi lo quiso.
Pero la cadena de sucesos que la llevó hasta aquel momento aún no era lo suficientemente fuerte para atarla, no hasta que la empatia le ganó a la incertidumbre de un hombre de cabello rojo, que saltó desde su barco para nadar hacia ella cuando la vió caer.
Y cuando el hombre se sumergió en el mar para buscar aquello que había visto caer desde el cielo y lo encontró como un cuerpo pequeño e inconsciente que abrazó con fuerza antes de nadar hacia la superficie, la cadena le alcanzó a él y selló su destino también.
Unas décadas más tarde, ambos se pedirían perdón. El por haberle salvado la vida a sabiendas de cuan cruel fue la vida con ella, ella por haberle jodido la suya desde que la conoció.
Ler recuperó la conciencia poco a poco, escuchando voces a su alrededor pero sin poder entender lo que decían. Su cuerpo entero pesaba y su cabeza se sentía como una nube blanca infinita en donde no habían pensamientos racionales ni el conocimiento de quien era, donde estaba, si estaba muerta o viva. A lo lejos, muy a lo lejos, fue capaz de escuchar una voz sobre las demás, que sonaba más bien sorprendida y no preocupada y fue lo primero que ella pudo entender cuando recuperó la conciencia.
-¿Crees que está vivo? - ella se dió cuenta que para su mala suerte aún lo estaba , pero no pudo si quiera moverse para demostrarlo porque no sentía nada. Su cuerpo no reaccionaba.
-Lo dudo mucho. Esa caída debió matarlo- respondió otra voz suspirando cansinamente.
Debió, pero no lo hizo. Y Ler quiso llorar porque no quería seguir con vida, no quería salir de la nube blanca en que estaba perdida porque volverían sus pensamientos, volvería el dolor.
Cuando todos guardaron silencio otra vez, Ler pudo escuchar por primera vez -además de en su primer recuerdo - el sonido del mar. Las olas golpeaban levemente el barco, meciéndolo de forma casi imperceptible. Escuchó también gaviotas y sintió el sol pegarle con fuerza en el rostro porque una sensación calida la envolvió cuando poco a poco fue recuperando la sensibilidad.
Los susurros de los hombres a su alrededor volvieron como suposiciones y ella quiso callarlas para escuchar un poco más y porque el dolor estaba volviendo, pero no podía moverse -y tampoco ese que fuese un prodigio en la comunicación-.
- ¡Pero cayó del cielo! - habló nuevamente la primera voz, esta vez convirtiéndose en un grito- Tu lo viste, tu, tu y tu también...¡Todos lo vimos!
- Si, Capitán, pero...
-Oye niño, no quiero molestarte...- esta vez el hombre habló de manera más tranquila y ella se dejó envolver en la suavidad de la voz ajena, casi como un arullo mientras lo sentia inclinarse sobre su cuerpo, logrando que algunas gotas de agua cayeran sobre su rostro- pero realmente quiero saber que pasó...
Ella también quería saberlo y estuvo a punto de abrir los ojos cuando escuchó un fuerte golpe y un regaño al hombre por su imprudencia. Entonces Ler, que aún no era capaz de ver nada, sintió en su estómago el cosquilleo que se forma al querer reír pero que nunca antes había experimentado.
-¡Creo que está convulsionado!- gritaron diversas voces mientras ella trataba de procesar su primera risa y a la vez, expulsar todo el agua que había tragado.
El hombre pelirrojo se apresuró a poner sus manos sobre ella para ayudarle a expusar el agua en sus pulmones con una maniobra que todo marinero sabía, aunque las retiró por instinto al sentir lo helada que estaba, sin embargo, se concentró en ignorar aquello y presionar hasta que Ler escupió todo el agua sobre la cara de él, que hizo una mueca desagradable pero aliviada mientras volteaba a ver hacia su segundo al mando con un extraño brillo en los ojos que sólo podía significar una- de las tantas - estupideces que se le podían ocurrir.
-¿Y si lo golpeamos, Benn? Siempre funciona conmigo, tal vez de esa manera reaccione, aunque no quisiera golpear a un ni...
Otro golpe en la cabeza del capitán le hizo cerrar la boca y preocuparse nuevamente por el pequeño niño -que en realidad era una niña pero todos habían asumido lo contrario- que había caído al mar cerca de su barco y que ahora, siendo asistido por los médicos de su tripulación, se encontraba más tranquilo, con los ojos abiertos y balbuceando cosas sin sentido.
No solo era que no sabía hablar muy bien por sus restricciones pasadas, si no tambien, que el peso de la caída la había golpeado derepente y el dolor le estaba calando hasta el alma y no podia decir nada coherente porque dolía, mucho.
Pero Ler siempre sería la prueba viviente de la resistencia.
- Eh, mocoso, tomalo con calma...habló el artillero del barco , acercándose a la niña que sintió los bellos de su piel erizase al verse rodeada de tantos hombres e ignorando el dolor y malestar de su cuerpo trato de arrastrarse lejos- no...no vamos a hacerte daño...Capitán...
Ella no sabia si ellos eran buenos o malos, por lo que no podía evitar estar a la defensiva al verse rodeada, vulnerable y sin posibilidades de defenderse si fuese necesario. Y tenía miedo porque estaba sola, tenia miedo porque estaba viva y no sabía lo que le esperaba. Era una niña después de todo, un dragón pequeño que se cayó del nido y no conocía el mundo a su alrededor, no sabía que el sol pegaba así de fuerte, que el aire sabía tan salado, que hubiese alguien que no era como ella en libertad, porque en su tierra natal sólo habían esclavos.
No quería hacerlo, pero no pudo evitar gritar como loca mientras se topaba a la pared del barco y se hacia bolita sin dejar de ver a su alrededor. Una bandera pirata ondeaba en lo alto y ella, con el conocimiento que tenía de ellos supuso que no iban a matarla, pero la someterian a cualquier cosa que como hombres sin ley quisieran hacer porque eso sabía de ellos.
-Ya cállate, vas a lograr dejarnos sordos, mocoso mal agrade...- uno de los hombres se habia acercado a intentar calmarla, pero su postura agresiva y tono de voz la hizo reaccionar y defenderse-...¿¡Porque me muerdes!?
El capitán estalló en carcajadas al ver el gracioso sistema de defensa de la niña, que se habia prendido de una mordida a la mano de uno de sus tripulantes, notando la falta de unos cuantos dientes en esa boca agresiva. La pequeña daba guerra aunque no tenía que hacerlo, pues ellos no tenían malas intenciones pero entendía su postura frente a desconocidos como ellos aunque la hubiesen salvado.
El la observó con mayor detenimiento. Tenia la cabeza rapada, el cuerpo mallugado y herido y sin unos cuantos dientes. Parecía una salvaje pero aun asi la atrapó en el aire cuando su tripulante la empujó para deshacerse del ataque de ella, mandandola a volar. Él miró al hombre molesto por su brusquedad mientras atrapaba a la pequeña.
Ler estaba heladisima, llorando, temblando de rabia y miedo, de dolor y angustia, pero dejó de hacerlo cuando el pelirrojo la atrapó en sus brazos. Él tenia algo que la hizo cerrar la boca y quedarse quieta mientras levantaba su mano para tocarlo como si no fuese real.
Oh.
Cabello rojo y cicatrices, pensó tocandole el rostro con su pequeña mano helada y herida. Shanks la observó también sin moverse y permitiendole que le tocara mientras su cuerpo se estremecía por la frialdad del tacto ajeno.
Jodida mierda.
Ler insistió siempre en que aquel fue el momento en que se enamoró de Akagami No Shanks aún sin saber que lo amaba porque no conocía el amor, pero sus ojos nunca dejaron de verlo desde esa vez. Ni siquiera cuando conoció a su destino, a su verdadero destino, dejó de pensar en el -cosa que no debía pasar-. Pero su historia tendría que esperar a cuando ella no tuviese la apariencia y consiencia de un niño frente al hombre que le salvó la vida y le condenó por la misma razón.
Ler mantuvo sus ojitos grandes y oscuros clavados en él mientras analizaba cada uno de sus rasgos en silencio, ignorando los murmullos de los hombres a su alrededor y la expresión curiosa del pelirrojo ante su examen visual. El no sabía porque ella lo miraba tanto, pero le tocó la nariz y los labios, las cejas y los pomulos con unas manos tan pequeñas, heridas y temblorosas que le enterneció y doblegó el espíritu, que le hizo ignorar el toque maldito en su mirada pues estaba idiotizado con sus acciones. Ella era a sus ojos un animalito asustado pero curioso, atontado pero valiente, y en algún lugar en el interior de Shanks, un pequeño sentimiento comenzó a florecer.
Ojalá no lo hubiese hecho, ojalá hubiese mirado la nube tóxica alrededor de aquel dragón que terminaría reduciéndolo a cenizas un día.
- Capitán, creo que quedó tonto a causa de la caída - comentó uno de los hombre próximos a el, acercandose ambos para examinarla pero retrocediendo un poco al ver la expresión de molestia que esta tenía en el rostro.
Shanks suspiró y acomodandola en sus brazos, habló: - Van a asustarlo mas si actuan de esa manera- dijo y luego devolvió su vista a Ler, que ya lo estaba mirando- ¿Como te llamas?
Ella dudo un momento, pero finalmente enrollo sus brazos en el cuello del hombre y agarrada a su cuello, le susurró en el oído su nombre. El casi se lo pierde por el tono tan bajo y el acento tan raro que utilizó, pero logró entenderla.
- Ler- pronunció el en voz alta con una sonrisa tan cálida que Ler se sintió arullada y somnolienta. Los hombres en la tripulación se miraron curiosos ante la escena. La niña parecía sentirse segura con el idiota de su capitán, pero nadie podía culparla, el hombre era así de encantador por naturaleza- ¿Puedes decirnos que te sucedió?
Ella elevó su rostro al cielo, ignorando la pregunta del hombre, y se dio cuenta maravillada de lo lejano que parecía el cielo, su infierno personal. Y sonrió.
Entonces se desmayó.
El rostro de Shanks fue un poema. Levantó la cabeza y observó a su tripulación algo asustado sin entender que había pasado de repente, pero todos alzaron las manos con inocencia sin entender tampoco nada acerca de la situación y la misteriosa niña -que creían niño- en los brazos del pelirrojo, quien miró a su segundo al mando sin saber que hacer. El otro hombre le devolvió la mirada con una mueca mientras se acercaba con el médico.
- Probablemente la adrenalina se le bajó y por eso se desmayó. Lo mejor será revisarlo para ver qué tan grave es el daño en su cuerpo- dijo el médico luego de tomarle el pulso, fruciendo el ceño al notar cuan helada estaba e indicándole al capitán el llevarla a la enfermería.
Shanks se movió con rapidez hacia la enfermería, dejando a la niña en una camilla justo cuando está despertaba otra vez y escupía más agua, esta vez en la cara del médico.
- ¿Recuerdas quien eres?- preguntó tomando sus instrumentos y trayéndolos consigo, mientras hablaba. La niña le miró recelosa, pero al notar que el pelirrojo estaba allí también suspiró y asintió con la cabeza - ¿Y recuerdas que te pasó?
- Me...Ca..ca..ii...- balbuceo con esfuerzo despues de pensar en la forma mas sencilla de explicar la situación. Benn y Shanks se miraron entre ellos con el ceño fruncido mientras el médico revisaba el cuerpo de Ler de forma superficial, esquivando algunos manotazos de la niña y notando que parecía cómoda y sin señales de hipotermia aunque su tacto casi quemase de lo fría que estaba.
- ¿De donde? Apareciste de la nada- habló Benn, con el cuerpo tenso porque pese a la tartamudez y el mal estado de la chiquilla, esta gritaba a todas luces que no era alguien común, no con ese acento y esos ojos que eran similares a los de...Negó con la cabeza y esperó.
- Casssa...Cie..lo...- fue lo que ellos entendieron antes de que Ler intentase morder al médico, siendo detenida por Shanks que le tomó la cabeza con preocupación para observarla mejor.
¿ Era posible? ¿En realidad esa niña se cayó de la Tierra Santa y sobrevivió? Todos los adultos tenían esa incognita en su cabeza junto con banderas y luces rojas porque ella había dicho "Casa", de una forma en la que ningun esclavo llamaría nunca a ese lugar. Y si no era esclavo significaba que solo podía ser otra cosa y aquello no era una buena señal.
- ¿Dices que te caíste de la Tierra Santa, 10 mil metros y sobreviviste?- ella asintió con la cabeza como pudo al ser aún sostenida por Shanks- ¿y que era tu casa? - una mueca abarco su rostro infantil pero terminó asintiendo.
- No tienes los golpes y heridas que deberías de tener para una caída como esa de salir vivo - dijo el médico después de revisarla- esta bien...estas mejor que cuando el Capitán te sacó del agua- concluyó algo confundido mientras se rascaba la cabeza. Ciertamente Ler se sentía mejor aunque no entendía nada tampoco- y su temperatura...No hay señales de hipotermia, pero tampoco es normal lo fría que está.
El silencio invadió la habitación un momento mientras todos procesaban la situación hasta que la niña se removió incomoda y observando a Shanks murmuró algo parecido a "Baño" por lo que el entendió que ella necesitaba uno para hacer sus necesidades. La levantó en sus brazos una vez más y la llevó al baño de la enfermería mientras el médico y Benn salían de lugar discutiendo en voz baja las posibilidades que el mismo Shanks ya había pensando. Cuando llegó al baño dejó a la niña de pie, sosteniendola por los hombros para que no se cayese y se quedó quieto, esperando.
Ler le clavó los ojos en silencio con tanta intensidad que el no pudo evitar voltear a verla. No decía nada pero lo miraba como si quisiera decirle algo.
- ¿Quieres que te ayude con la ropa también?- preguntó refiriéndose a los pantaloncillos blancos algo destrozados que llevaba, pero ella guardo silencio mientras aún lo observaba- ¿ O es que acaso te da pena?...- preguntó rodando los ojos y agachadose para ayudarle con la ropa mientras hablaba- vamos, ambos somos hombres no tienes que sentir pena...
Un grito agudo y uno masculino junto a un golpe se escuchó desde el baño de la enfermería, por lo que el médico y el vice capitán se apresuraron a ver lo ocurrido. Sin embargo, Shanks se deslizó fuera con rapidez y cerró la puerta con fuerza mientras se apoyaba en ella y se tapaba el rostro.
- ¿¡Que mierda fue eso!?- cuestiono el segundo al mando observando la palidez del pelirrojo cuando se destapó el rostro.
El capitan tragó saliva e hizo una mueca perturbada. - Es niña. - explicó con voz temblorosa, mirándolos a ambos- el es...ella es una niña.
La expresión de los otros hombres quedó en blanco también mientras escuchaban a la niña -que ahora reconocían como tal- tocar la puerta después de levantarse del suelo en donde el Capitán la había tirado luego de bajarle los pantalones y darse cuenta que no era hombre como el.
Ler ni siquiera recordaba que tenía la cabeza rapada o que debía tener la peor apariencia del mundo así que no entendía porque el hombre seguía con ella en el baño hasta que le ayudó con su ropa mientras la categórizaba como hombre. Bien, sabía que no era un pervertido por su reacción, pero el golpe que le dio cuando la tiró la dejó medio atontada por lo que solo alcanzó a levantarse y ponerse los pantalones antes de desmayarse otra vez.
Cuando los hombres entraron encontraron a la niña sobre el váter, pero habiéndose orinado en sus pantalones, por lo que Shanks y Benn retrocedieron perturbados mientras el médico rodaba los ojos y tomaba a la niña para llevarla otra vez a la enfermería y cambiarla también pues era más fácil para el debido a su profesión.
Ler estuvo en un continuo ciclo de desmayos y despertares durante toda la noche, así como una fiebre que la tenía medio delirando, pero el médico de la tripulación hizo lo mejor para cuidar de ella, asegurándole a su capitán cada vez que pasaba, que ella estaba fuera de peligro.
- ¿ Estas seguro?- cuestión Benn, viendo al médico recoger sus cosas y prepararse para salir.
- No entiendo como, pero si lo que ha dicho cada vez que despierta es cierto y no sólo delirios por la fiebre, la niña es un monstruo. Es imposible sobrevivir a esa caida- concluyó observando a la menor por última vez antes de salir de la enfermería con una sensación extraña en el cuerpo, como si fuese un deja vu o un presagio, pues años más tarde dejaría el mismo lugar y a los mismos presentes adentro, con la diferencia de que habría uno más.
- Debemos matarla- la voz de su segundo al mando resonó un momento después de la salida del doctor. No era cruel o indiferente, sonaba más bien preocupada y Shanks lo entendía y sabía que era la mejor solución- viste su espalda cuando la cambiaba. No es una esclava y pese a que parezca imposible, no creo que este mintiendo con que se cayó de la Tierra Santa.
- Lo sé- contesto el capitán frunciendo el ceño- sus ojos tenían algo, eran similares a los de ellos pero a la vez muy diferentes, no creo que merezca la muerte. Es una inocente.
- Aunque lo sea ahora no sabemos que tipo de monstruo será después- declaró el otro mientras encendía un cigarillo- y si de verdad es un dragón, enviaran a por ella. Sea cual sea su razón para haberse ido, no quiere volver pero esos imbéciles no dejarían a uno de los suyos así como asi. Van a perseguirla y si esta con nosotros nos veremos involucrados.
- Benn...- Shanks suspiró cansado mientras se acercaba a la niña y acariciaba su rostro de facciones exóticas y bastante distintivas que ahora parecían obviar su naturaleza- yo le salvé la vida. ¿Como puedes pretender que se la quite?
Ninguno era tan cruel para querer matar a un niños. Ambos eran piratas pero no se consideraban asesinos y no se metían con los inocentes pero...No había solución, no cuando tener a aquella niña abordo suponía tremendo riesgo.
Y si no hubiesen cedido, y si hubiesen sido crueles como se suponía debían ser, el resto de la historia no habría pasado.
Pero fueron débiles. Fueron humanos.
- La dejaremos en la siguiente isla- sentenció Benn apretando los labios.
- No va a sobrevivir sola- repuso Shanks.
- No somos niñeras, hombre. ¿Pretendes llevarla con nosotros de forma permanente?
El pelirrojo frunció el ceño y respiró hondo antes de contestar mientras se sobaba las cienes, pensando. Era gracioso como todo se había alineado para ese momento, como si el ir a ver a Rayleigh fuese obra del destino, como si el que su anterior vice capitán le hubiese recomendado un sitio tan lejano y tranquilo para anclarse un tiempo fuese algo planeado, todo en razón de aquel instante, de aquella persona que yacía inconsciente en una camilla.
-Mira, se que no somos niñeras y que estamos excediendonos al no matarla, pero no creo que sea necesario el abandonarla tampoco. Vivir con piratas no es el mejor ambiente para una niña, pero siento el deber de llevarla lejos de lo que sea que este huyendo- dijo al cabo de un rato sentándose al lado de ella, hundiendo la camilla con el peso de su cuerpo-...Creo que todos tienen el derecho a tener un nuevo comienzo y no nos va a matar el ayudarla. Después de todo, no creo que nadie la encuentre hacia donde vamos...Después de todo...¿Qué habría sido de mi si el Capitán Roger no me hubiese llevado con el cuando me encontró en God Valley?
El pelinegro alzó las cejas mientras soltaba el humo de la última calada de su cigarro y tras un momento, sonrió.
- ¿Entonces esta decidido, Capitán?- ambos observaron la camilla por última vez.
Shanks se arrepentiría. Dios sabe que lo haría toda la vida, pero en aquel momento se sintió como si el mar soplase la respuesta a su oído.
- Si. La llevaremos con nosotros al East Blue.
Tal vez Ler podría haber crecido en una Isla distinta y conocido personas distintas, tal vez pasaría desapercibida con una vida normal y sin mayor pena o gloria, tal vez, tal vez, tal vez...
Quiza habría muerto de ese resfriado tan horrible que tendria 2 años después, o la habría capturado el Cipher Pol. Quizá la habrían linchado en un pueblo al darse cuenta de su naturaleza de dragón, o quizá se habría suicidado, quizá, quiza, quiza...
Nunca lo sabría porque la decisión que Shanks tomó aquel día resultó en la Ler que conoció a las otras piezas claves en aquella historia, en la que amó, odió, vivió y sufrió como ninguna. En esa que regresaría a él muchos años después de abandonarla, con cicatrices y traumas que nunca la dejarían en paz, en aquella que le besaría la boca y le apuñaria la espalda.
