En una luna de miel debía existir pasión, amor y por, sobre todo, mucha, mucha felicidad. Eso era lo que pasaba entre Anya y Damian. Vivían su luna de miel como dos parejas enamoradas eternas. Se habían ido a unas islas paradisíacas del dominio de los Desmond. De esta manera, la pareja podía disfrutar de una linda velada por un par de días. Habían buceado por las diáfanas aguas de la isla, habían visto toda clase de paisajes, habían hecho largas caminatas que contaban como plenas aventuras. Y así. Se podía decir que la vida les brillaba, les iluminaba y les maravillaba. La vida pasaba como miel sobre hojuelas bañadas en dulce de leche. Sí, aquel dulzor digno de ser saboreado, así misma sentían la vida ahora Damian y Anya.

Estaban viendo, para ese momento, el atardecer en una cabaña sobre la orilla del mar, calmo, claro y prístino. Anya estaba sentada en el borde del puente que conectaba la orilla de la playa con las cabañas, eran de madera maciza. De esta forma, Damian se le acercó con un bebestible. Que era un agua de frutas fresca perfecta para estos días soleados. Anya lo aceptó sin más. Y Damian se sentó junto a su esposa.

Miraron el perfecto atardecer, sintiendo la suave y duradera brisa de la isla.

一Damian 一dijo Anya.

一Dime, amor 一respondió Damian mientras bebía su bebida.

一¿Por qué te enamoraste de mí? 一dijo Anya observándolo con las mejillas sonrosadas.

一¿No es obvio? 一dijo Damian con una semisonrisa.

一No, no lo es 一dijo ella a modo de respuesta, desviando su mirada hacia el agua como muestra clara de timidez.

一A ver, Anya. Por dónde empiezo… 一dijo Damian一. Me enamoré de ti, porque eres dulce, hermosa, tienes una personalidad atrayente y desde que te vi, cuando éramos niños supe que serías especial para mí.

一¿A ti te pagan por ser encantador? 一dijo Anya con una sonrisa bebiendo luego un sorbo de su bebida.

一No, pero por ti sería Batman 一dijo Damian a modo de broma一. Sólo respondía a tu pregunta.

Anya se rió.

一Yo me enamoré de ti por tu dinero 一dijo Anya seria, tan seria que cualquiera podría pensar que era verdad aquella premisa.

一¿Qué? 一dijo Damian desconcertado, ¿acaso, acaso no había sido porque ella gustaba tanto de él como él de ella?

一Ja, ja, ja 一se rio Anya一. Lo lamento, lo lamento amor. Sólo quería ver tu reacción.

一Anya, quiero que sepas que me vengaré 一dijo Damian con una sonrisa vengativa fingida.

Anya se asustó.

一Entraré, hace frío 一dijo Anya huyendo, con esa excusa, de su novio.

Entonces, Damian tenía sólo un objetivo en mente. Sí, someter a su esposa y cómo lo iba a hacer. Era sencillo, él, la conocía tan bien, que sabía cuál era su punto débil. Y no era nada más ni nada menos que algo muy simple, infantil y muy hilarante.

一Amor 一dijo Damian siguiéndola.

一D-dime 一dijo Anya sin darse vuelta.

En un abrir y cerrar de ojos, el chico estuvo tras ella y realizó aquel cometido que muchos odiaban pero que quizás daba risa. Sí. Cosquillas. Damian le hacía cosquillas más que nada en su vientre. Ése era el punto débil de su esposa. Así, se escucharon en el aire y en la brisa sólo risas, risas y más risas de Anya.

一Y-ya ja,ja,ja basta, Damian 一dijo Anya como podía.

一No pararé hasta que me digas que aprendiste la lección.

一L-la aprendí ja,ja,ja 一dijo entre risas la chica.

一Bien 一dijo Damian alejándose de ella con las manos en alto.

Anya lo miró con una mirada traviesa y juguetona.

一Ahora me toca a mí vengarme, cariño 一dijo Anya con las manos tras de ella fingiendo inocencia, al igual que su expresión de su rostro.

Así, Anya se acercó a su esposo con total confianza y amor, le tomó su rostro con sus manos y lo besó, besó y besó. Sí, fueron varios besos seguidos, en donde la dulce y tierna Anya no dejó casi ni respirar al pobre de Damian, pero bueno quién lo mandaba a hacer rabiar a la chica en cosquillas ¿no? Al fin y al cabo, uno cosechaba lo que sembraba ¿verdad?

Así, cuando a la misma Anya se le acabó el aire supo de inmediato que su querido amor había tenido suficiente. Sin embargo, ¿por qué entonces se veía tan, pero tan feliz?

一Oye, ¿por qué no estás sufriendo? Te dejé sin aire, ¡cielos! 一dijo Anya avergonzada y de cierta forma, molesta. Su venganza había fallado.

Damian se rio a carcajadas.

一Amor, si esa es tu forma de vengarte de mí, te haré más maldades 一dijo Damian sonriéndole.

Anya lo abrazó.

一Eres un masoquista, amor 一dijo Anya.

一Pero soy tu masoquista 一dijo Damian mirándola a los ojos.

Anya le sonrió y lo besó de una forma casta.

Así, los muchachos se fueron a dormir. Al ser ya esposos, tenían el privilegio de pernoctar juntos. Dormían siempre juntos, nunca separados.

Al otro día, ya debían de irse de la isla, sin embargo, siempre recordarían todo lo que vivieron allí. En su luna de miel, y de nadie más. Estaban felices de haberse emparejado. Sus anillos en sus dedos les hacían recordar que ambos tenían dueño y eso era, a pesar de sonar posesivo, maravillosamente increíble. Ya que, encontrar al amor de la vida era toda una tarea difícil para algunos y para otros no tanto, sin embargo, nadie podía negar que el sólo hecho de hallarlo traía muchas, pero muchas alegrías, pocas penas y muchas sonrisas. Así era el amor, después de todo.

Anya y Damian estaban en el muelle de la isla esperando el jet privado de los Desmond. Así, cuando éste llegó se subieron, los llevarían a la mansión de los Desmond, que Damian había heredado luego de la muerte de su padre. Su hermano se había independizado y su madre vivía en otra ciudad. De este modo, tenían la mansión para ellos solos.

一Damian 一dijo Anya.

一¿Qué pasa, amor? 一dijo Damian tomándole su mano.

一Te amo.

一Yo también te amo, Anya 一dijo Damian.

Vieron las nubes, ya que, el clima estaba espléndido. Se veían las casas como puntos lejanos y las montañas eran lo que más predominaba. Al llegar, se bajaron del jet y se fueron en el auto de Damian hasta el lujoso domicilio.

Todo iba bien entre ellos, Damian había heredado la compañía, Anya decidió quedarse como dueña de casa, ya que, quería convertirse en una gran dama, porque el día de mañana le gustaría tener hijos con Damián y de esa forma si se quedaba en casa, iba a poder hacerse cargo de la casa, de los hijos y de la familia. Damian le insistió que debía hacer algo más. Pero se negó una y mil veces. Ella iba a proteger lo que tenía con Damian y el futuro de ellos, porque era su familia a futuro y no iba a permitir ningún fallo ni cambio de planes con respecto a ello. Así mismo, Damian lo entendió y no siguió siendo persistente con el tema, era su decisión después de todo.

Tanto Lloyd como Yor se encontraban viviendo en el mismo apartamento de siempre, ahora ya mucho más relajados que antes. Ambos ganaban un sueldo mensual por haber servido tantos años en sus diferentes oficios y con ello vivían cómodamente. Así que nada les faltaba, y como en el lapso de los hechos ocurridos en el pasado, ambos se enamoraron el uno del otro sin poder evitarlo.

Fue de esta forma que todo estaba calmo y tranquilo por la ciudad. Sin embargo, pronto comenzó una tempestad, la cual, se asemejaba a un diluvio cualquiera y eso, eso no podía significar nada bueno.

To be continued…