ESCRIBIENDO UN NUEVO FUTURO

Capítulo final: Baile de máscaras:

Un rayo de sol empezó a colarse por la ventana del dormitorio de Misa. La chica lo miró con pereza, había dormido fatal y no tenía ganas de levantarse, pero ya iba siendo hora de empezar a prepararse para el trabajo.

Salió de la cama y pasó al baño, donde se miró al espejo. Tenía ojeras, así que al verlas empezó a llorar más aún, ya que le recordaron a L.

En ese momento, llamaron al timbre.

-¡Misa-Misa! – escuchó la voz de Mogi.

La chica caminó despacio hacia la puerta, pero en cuanto abrió se lanzó a abrazar al hombre.

-¡Mochi! – chilló entre llantos.

-Pero, bueno… ¿qué ha pasado? – preguntó él preocupado empujándola suavemente hacia dentro del apartamento.

-Ryuzaki… Ryuzaki… tiene a otra.

-Oh, de veras lo siento…

-Ayer fui a buscarlo y… me lo encontré besándose con Sakura – explicó Misa.

-¿Quieres decir con mi compañera Sakura Koizumi? – preguntó Mogi y ella asintió – Misa-Misa, no siempre se gana en la vida. Pero… si realmente lo quieres, yo creo que deberías decírselo de todas formas. Antes de que se marche para siempre.

-¿Tú crees…? – preguntó la rubia secándose las lágrimas y él asintió.

La chica fue a buscar su bolso y empezó a registrar el interior.

-¿Eh? ¿Dónde está mi teléfono? – preguntó Misa confusa.

-¿Lo has perdido? Voy a llamar – se le ocurrió a Mogi.

El hombre se sacó su móvil y pulsó para llamar a su representada.

-¿Diga? – contestó la voz de Ichiro.

-¿Ichiro, eres tú? – preguntó Mogi.

-Así es, y según el teléfono tú eres "Mochi manager", ¿verdad?

-Eh, sí, supongo que sí… – asintió el hombre con algo de vergüenza.

-Ayer Misa-Misa salió corriendo y se le cayó el teléfono al suelo, así que me lo llevé – explicó Ichiro – Pensaba dárselo cuando nos viéramos.

-Vaya, gracias. Es un alivio saber que al menos lo tienes tú – respondió Mogi.

-De nada.

Ambos se despidieron y colgaron la llamada.

-Asunto resuelto – dijo el hombre guardándose de nuevo el móvil en el bolsillo – Bueno, en cuanto estés lista nos pondremos en marcha hacia el trabajo.

Misa volvió al baño para terminar de arreglarse y después ambos se dirigieron al coche de Mogi.

-Mochi, ¿podemos ir a ver a Ryuzaki ahora mismo? – pidió ella.

-¿Quieres ir al cuartel? – repitió él – Vamos un poco justos de tiempo…

-Da igual.

El hombre la miró y vio decisión en sus ojos.

-Está bien – accedió.

Un poco después, Misa y Mogi se presentaron en la puerta del cuartel de L.

-¿No puedes abrir como siempre? – preguntó la chica y el hombre negó.

-Ya no tengo acceso.

La rubia llamó a un timbre en la puerta principal, pero nadie contestó.

-¿Ryuzaki? ¿Yuko? – preguntó Misa mirando hacia una cámara de seguridad – ¿Hay alguien en casa?

-Posiblemente estén ocupados. Será mejor que vayamos al trabajo.

-Pero…

-Dijo que iría al baile, ¿no es así? – respondió Mogi en tono tranquilizador.

La chica lo miró no del todo convencida, pero también era cierto que de momento no podía hacer otra cosa.

-Te… amo – susurró ella antes de darse la vuelta para volver al coche.

OoOoO

Un rato más tarde en el aeropuerto, L esperaba con impaciencia sentado a su manera en una de esas incómodas sillas de plástico. Miró hacia el lado y vio que Yuko se dirigía hacia él. Haciendo uso de la burocracia, la morena había hecho todo lo posible por retrasar la salida.

-¿Tenemos que rellenar algún papel más o podemos irnos ya? – preguntó L con aburrimiento, sabiendo de sobra a lo que estaba jugando su hermana.

-El jet privado está listo. Podríamos salir en media hora… – le comunicó Yuko mirándose el reloj – ¿Estás… seguro de esto?

-Yo ya no pinto nada en este lugar – contestó el detective de mala gana.

-Le prometiste a Misa que irías al baile – le recordó con seriedad.

-¿Para qué molestarme? Ni siquiera notará mi ausencia – dijo el moreno dolido mientras se levantaba del asiento y empezaba a caminar hacia la puerta de embarque.

-No estás siendo el mismo de siempre… – opinó ella – ¿Dónde está ese detective al que tanto le gusta averiguar la verdad?

En ese momento, L se detuvo.

-¿La verdad…? – murmuró el chico pensativo – ¿Y si…?

-¿Eh?

-¿Y si escuché mal? – siguió diciendo L – No oí que ese "te quiero" fuera dirigido a él… Quizás estaban ensayando alguna escena o algo así – razonó – Y el móvil… podría habérsele caído y lo recogió Ichiro, pero ella no se fue con él.

La morena lo miró con interés. Parecían algunas de sus locas, pero acertadas deducciones.

-Yuko, tienes razón. Tenemos que darnos la vuelta y averiguar la verdad – dijo L mucho más animado.

-¡Por supuesto, hermano! – exclamó contenta.

"¡Contigo, hasta el final!" pensó siguiéndolo.

OoOoO

Tras unir fuerzas para investigar juntos a Kira, Near y Yuko se pasaron los siguientes días tratando de acceder a los archivos confidenciales del ordenador de L, ya que era el sitio donde más información podrían encontrar. Sin embargo, el moreno siempre había sido muy precavido y había puesto muchísima seguridad para que nadie indeseado pudiera acceder a sus documentos fácilmente.

-Como haya una sola contraseña más, te juro que lanzo el ordenador por la ventana – dijo Yuko bastante harta.

En ese momento, apareció un nuevo cuadro para escribir contraseñas.

-¿Vas a lanzarlo? – le preguntó Near con tranquilidad.

-Mejor no… – negó ella dejando salir un suspiro – Yuko, solo tú podrías saber la última contraseña – descifró la pista – ¿La última? Date la vuelta, por favor, Near.

-Está bien – accedió el chico.

Yuko escribió "Lawliet", pero dio error.

-¿No? – se sorprendió.

"Algo que solo yo pueda saber" repitió la morena mentalmente. "¿Solo yo? ¿Podría ser…?".

Tecleó "Elizabeth". La costumbre en ese sitio era utilizar pseudónimos que empezaran por la misma letra que su nombre real, pero ese no era su caso, ya que la chica prefirió utilizar "Yuko", el nombre real de su madre como homenaje a esta.

"Vamos a ver si hay suerte" pensó ella mientras pulsaba la tecla y en esta ocasión el ordenador sí se desbloqueó.

-¡Bien! – exclamó Yuko triunfalmente.

-¿Puedo darme la vuelta ya? – preguntó Near.

-Sí.

"Oh, hermano. Gracias por dejarme ser tu última contraseña" pensó la chica sintiendo ganas de llorar.

Sabía de sobra que el moreno siempre había sido muy tímido y que esa era su forma de demostrarle afecto. Ella era exactamente igual, así que posiblemente jamás se dijeron algo tan simple como "te quiero" o "te amo".

"Ojalá te lo hubiera podido decir en persona…" pensó arrepentida.

Near inspeccionó por encima el contenido de varias carpetas.

-Hay un montón de archivos – observó el de pelo blanco.

-De momento parece que tenemos entretenimiento – opinó Yuko.

-Desde luego – asintió él – Pero por ahora será mejor que nos arreglemos. El funeral del señor Wammy empezará dentro de poco.

-Sí, ahora nos vemos.

OoOoO

Dentro del propio orfanato había una capilla. No era muy grande, así que, en cuanto empezaron a acudir niños y antiguos alumnos, no tardó en llenarse. Estaba claro que el señor Wammy era realmente querido.

Yuko entró a la capilla y vio que Near le hacía un gesto desde delante. Le había guardado un hueco en uno de los bancos.

-Gracias – dijo ella al llegar.

-De nada – le restó importancia – Vi que estaba viniendo mucha gente, así que pensé que en unos minutos sería difícil encontrar sitio.

-Eh, ¿a nosotros no nos lo has guardado? – preguntó la voz de Mello a sus espaldas.

Se giraron y vieron al rubio acompañado por Matt.

-Parece que hemos llegado a tiempo al funeral – comentó el pelirrojo – Aunque tendremos que quedarnos de pie.

-Matt, Mello… ¡Habéis vuelto! – exclamó Yuko.

-Sí, aunque no sabes lo que me ha costado convencer a este cabezota – respondió Matt.

-Os escucharé – dijo Mello con los brazos cruzados – Pero si no me parece bien el plan, actuaré por mi cuenta.

-Es un progreso – respondió Near retorciéndose un mechón de pelo.

Poco después el reverendo salió al altar y empezó la misa de funeral.

OoOoO

-Amén – dijo el reverendo.

-¡Amén! – contestaron todos los presentes.

Tras finalizar la misa, los asistentes fueron saliendo de la capilla. En ese momento, Near les hizo un gesto a Mello, Matt y Yuko para hablar en un rincón.

-¿Os parece bien tener una reunión después de comer? – propuso Near

-De acuerdo – asintieron conformes los demás.

-Nos veremos en el antiguo despacho de Wammy – indicó el del pelo blanco.

Entonces se despidieron y cada uno se fue para un sitio. Yuko caminó hacia la calle, ya que quería pasar por un lugar antes de volver a su cuarto.

Una espesa niebla había descendido y lo cubría todo. Al salir del recinto del orfanato llegó a un paseo lleno de árboles.

-Aquí es donde mi hermano y yo nos hicimos la promesa – dijo la morena poniendo su palma sobre el tronco de uno de ellos – Dijimos que trabajaríamos juntos…

La chica recordaba aquel árbol lleno de flores, pero ahora había perdido prácticamente todas las hojas. Era como si aquella promesa también se hubiera marchitado. Las lágrimas rodaron por su rostro.

-Mentiroso… ¡Eres un mentiroso! – gritó Yuko mirando hacia el cielo.

-Sí, aquí fue donde nos hicimos esa promesa – escuchó la voz de L a su lado – Yo tampoco la he olvidado.

Yuko prácticamente dio un salto de la impresión. No podía ser… Ahí, justo al lado de ella, estaba su hermano.

La morena se restregó los ojos pensando que estaba soñando. Pero el chico no desapareció.

-¿Her… mano? – preguntó Yuko como pudo y él acarició su cabeza.

Podía notar el contacto. La chica se lanzó a abrazarlo y entonces sintió el calor de un ser humano. Definitivamente no estaba ante un fantasma.

-¿Estás… vivo? – quiso asegurarse.

-Sí – le confirmó L.

-¡No me vuelvas a dejar! – le pidió Yuko entre llantos.

-Tranquila. Lamento haberte asustado, pero para escapar de Kira tuve que fingir mi propia muerte – le explicó – Y como él puede controlar a sus víctimas durante un tiempo, tampoco podía avisaros por si estaba siendo controlado.

-Bueno, eso ahora da igual – le restó importancia la morena – Bienvenido de vuelta.

-Gracias.

Yuko lo observó, aún sin poderse creer demasiado que tuviera una segunda oportunidad. Una segunda oportunidad en la que podría decirle todo lo que no le dijo en la primera.

-Te amo – le dijo ella con una gran sonrisa.

-¿Eh? – preguntó sorprendido, pero al momento también sonrió – Yo también te amo.

OoOoO

En otra parte de Tokio, Ichiro acababa de descubrir ante el público la portada de su nuevo disco y en ese momento estaba compartiendo algunas anécdotas con ellos.

-Mi creatividad estaba atascada y entonces Misa-Misa me dio un gran consejo – explicó el cantante – Por eso no dudé en pedirle que fuera mi compañera en el videoclip.

-¿Sois pareja? – preguntó alguien desde el público.

-Qué más quisiera – respondió Ichiro riéndose – Pero no, no lo somos.

-Oh, qué pena…

-A ella fue también a la que se le ocurrió celebrar el lanzamiento del disco con un baile de máscaras. Démosle un aplauso – pidió el cantante señalando a Misa, la cual saludó.

-En un baile de máscaras cualquiera puede ser tu pareja – habló la rubia – Ichiro y yo misma nos disfrazaremos también, así que tal vez tengáis la suerte de bailar con alguno de nosotros – añadió guiñando un ojo.

Se empezaron a escuchar murmullos emocionados entre el público.

-Y bien, ahora que ya hemos hablado un montón de mi disco… ¡que empiece la música! – pidió Ichiro.

Antes de retirarse, Misa escaneó el público una vez más. Había gente que ya estaba disfrazada, pero no le pareció que alguno de ellos fuera L. Salió por una puerta lateral y vio a Mogi por el pasillo.

-¿Has visto a Ryuzaki? – le preguntó la chica a su manager.

-No – negó él – Pero aún hay tiempo.

-Eso espero…

Misa entró en su camerino y miró el traje que tenía preparado para el baile. Tenía muchas ganas de ponerse ese vestido rosado de época, inspirado en lo que se llevaba en las fiestas de las monarquías europeas de siglos pasados, pero tal vez no era el momento.

"Ahora tengo que buscar a Ryuzaki. No puedo permitir que se vaya para siempre" pensó la chica dándose la vuelta para salir de nuevo de su camerino.

Siguió por el pasillo hasta encontrar una salida de emergencia y se escapó por ahí. No sabía dónde ir, pero tenía que encontrar a L antes de que fuera demasiado tarde.

OoOoO

-¿Estás lista, Misa-Misa? – preguntó Mogi dando un par de golpes en la puerta de su camerino – ¿Misa-Misa? Voy a entrar.

Abrió y vio que la artista no estaba. Sin embargo, el traje sí seguía en su lugar, por lo que dedujo que Misa no estaba entre los asistentes al baile.

-Oh, no… ¿Dónde se ha metido ahora? – se preguntó con preocupación.

El hombre salió corriendo desesperado. Miró por todas partes dentro del recinto, pero no había ni rastro de la chica. Finalmente, decidió salir a la calle y en ese momento vio que L y Yuko subían las escaleras que daban acceso al edificio.

-¡Ryuzaki! – llamó al moreno.

-Hola, Mogi – le saludó L – ¿Algún problema?

-¡Misa-Misa se ha escapado! – explicó el hombre desesperado.

-¿Qué? – preguntaron los dos morenos a la vez.

-Veréis, su traje para el baile está en el camerino, pero ella no – les contó – Y no puedo llamarle porque yo tengo su teléfono. No os lo vais a creer, pero anoche lo perdió y me lo ha tenido que devolver hace un rato Ichiro.

Los hermanos se miraron entre sí sintiéndose aliviados.

-Como sea, vamos a dividirnos para buscarla – propuso L entonces.

-Esto es un déjà vu, ¿verdad? – preguntó Yuko recordando lo que ocurrió unos meses atrás.

-Tienes razón, esa chica siempre está dando problemas – contestó su hermano – Mogi, entra de nuevo a la fiesta. Puede que siga ahí dentro.

-¡Entendido! – exclamó el hombre obedientemente.

-Yuko, tú ve hacia la derecha de la calle, yo iré por la izquierda.

-De acuerdo – respondió ella y entonces cada uno siguió la dirección indicada.

OoOoO

Misa siguió corriendo. Acababa de ocurrírsele que si L quería marcharse debía pasar por el aeropuerto sí o sí, con lo que se dirigía hacia la estación de trenes más cercana. En ese momento, llegó al mismo parque del día anterior.

"Otra vez este sitio…" pensó la rubia frustrada al recordar la escena del beso entre L y Sakura, pero al momento negó con la cabeza. "Da igual. Tengo que decirle mis sentimientos de todas formas".

-¡Misa! – escuchó cómo la llamaba L entonces.

-¿Eh? – se sorprendió sintiendo su corazón a mil por hora.

Se giró y lo vio aproximarse a todo correr.

-¿Qué… qué haces tú aquí? – le preguntó ella.

-¿Qué dices? Eres tú la que deberías estar en ese baile, ¿no? – contestó el chico.

-Eso es cierto… – admitió – Pero… pero… no te he visto antes en la presentación y… me preocupaba que se te hubiera ocurrido marcharte.

-¿Estabas buscándome…? – preguntó él con el corazón acelerado, y no solo por la carrera que acababa de darse – Bueno, tenía… algo que hacer, por eso acabo de llegar. Pero la verdad es que no podía marcharme de aquí sin averiguar una cosa – añadió mirándola con intensidad.

-Y yo no podía soportar que te fueras sin decirte algo – respondió Misa de la misma forma.

Ambos tomaron aire mientras reunían valor.

-¡Te amo! – exclamaron los dos a la vez.

Entonces se miraron sorprendidos al no esperarse ninguno la declaración del otro.

-¿Eh? Pero… si te vi ayer aquí mismo besándote con Sakura… – dijo Misa confusa.

-¿Qué? ¡No! – negó L inmediatamente – Bueno, es cierto que ella me besó, pero le dije que no sentía lo mismo. Y en cuanto a ti… te escuché tras los ensayos diciéndole a Ichiro que estabas enamorada…

-¿Cómo? ¿Me estabas espiando? – preguntó un poco molesta.

-Fue sin querer – trató de defenderse el chico – Anoche quería cenar contigo y pasé a buscarte. Simplemente escuché eso…

La rubia suspiró.

-Lo entendiste mal. Solo le estaba explicando a Ichiro que me había enamorado de ti y que por eso no podía salir con él.

-¿Y qué hay de lo de amar a Light para siempre? – preguntó L.

-Me despedí de él – explicó Misa – Siempre formará parte de mi pasado, pero ahora… debo pensar en el futuro – añadió tomándolo de una mano.

Él sintió muchos nervios ante el contacto. Miró de reojo la mano de ella, era mucho más pequeñita y delicada que la suya.

-¿En serio crees que esto tiene algún futuro? – preguntó el moreno no del todo seguro – Yo soy un detective que vive en las sombras y tú una artista conocida por todos. Somos todo lo contrario…

-Tal vez pueda parecer así, pero yo diría que ambos vivimos una vida falsa de cara a los demás, y que apenas nadie nos conoce realmente – opinó Misa – Quizás si estamos juntos podamos tener un pedacito de espacio donde podamos ser nosotros mismos…

-Quizás… – murmuró L pensativo – Aunque… solo lo sabremos si lo intentamos.

-Eso es cierto – asintió ella – Entonces… ¿te apetece intentarlo?

-Sí.

-¡Estupendo! – exclamó contenta – Bueno, será mejor que volvamos al baile. Al lado de la puerta de salida, hay un extintor. Nos reuniremos ahí disfrazados, ¿vale?

-Vale.

OoOoO

Tras volver a su camerino sin ser vista, Misa se puso su traje rosado, al que añadió una peluca blanca tipo María Antonieta y una máscara con purpurina. Una vez estuvo lista, fue al lugar que le había indicado a L. Allí vio a un chico vestido con un traje completamente blanco, con una máscara del mismo color, todo ello contrastando con su cabello negro, el cual parecía haberse peinado un poco para variar.

"También le queda bien" reconoció Misa mirándolo de arriba abajo.

-¿Estás solo, guapo? – le preguntó ella con una sonrisa.

-Ya no porque has venido – respondió L.

-¿Bailas? – preguntó tendiéndole una mano.

-Puedo intentarlo.

El detective la tomó de la mano y volvió a sentirse nervioso.

-Tranquilo – susurró la rubia al notarlo – Lo estás haciendo bien.

Los dos empezaron a bailar al ritmo de la música, pero a L no se le daba del todo bien.

-Un vals tiene tres tiempos – le explicó Misa – Un, dos, tres, un, dos, tres, ¿lo ves?

-¿Así?

-¡No! – exclamó ella riéndose un poco por su torpeza – Vaya, he encontrado algo que no se le da bien a L – susurró divertida.

-¿No te habrás creído que soy experto en todo? – preguntó él avergonzado – Si vamos en serio deberías saber que tampoco se me da bien el amor. Hasta hace poco ni siquiera era capaz de reconocer mis propios sentimientos…

-¿Sabes? Creo que si en algo me equivoqué en mi relación con Light fue en que me parece que a veces ambos llevábamos ritmos distintos. Yo era mucho más entusiasta que él – le contó ella – Pero esta vez quiero hacerlo bien desde el principio, así que me fijaré mejor en los sentimientos del otro. Caminaremos los dos juntos a un ritmo que a ambos nos venga bien, ¿qué te parece?

-Está bien, aunque yo tampoco quiero decepcionarte – admitió el detective.

El moreno entonces dejó de intentar bailar, soltó una de sus manos de la de la chica y la pasó por la mejilla de ella, sujetándola suavemente. Después cerró los ojos y acercó su cara despacio hasta que los labios de ambos hicieron contacto. Los movimientos del chico eran muy torpes, pero ese cosquilleo tan agradable estaba ahí para ambos.

-No ha estado mal – reconoció Misa tras separarse – Pero debes seguir practicando – añadió divertida.

-Eso está hecho – respondió L con decisión y entonces se besaron otra vez.