—Este fic es una precuela de mi historia "El Sentir de un Uchiha" centrada en Sasuke, Sakura & Sarada. Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoría de Masashi Kishimoto, mas la narración, trama vinculante y pasado de los personajes (Fugaku, Mikoto, Itachi & Sasuke, entre otros) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronología de la historia :3 Les sugiero oír "Royalty" de Egzod, Maestro chives & Neoni para Mikoto, "Climb Together" de Audiomachine para Fugaku, "Moon" de Sleeping At Last para Hazuki, "Lost Without You" de Delta Goodrem para Eshima y "Future King" de Rupert Gregson Williams para el contexto del capitulo.


Luego de ese primer beso como un hombre y una mujer que se amaban, Mikoto había creído inocentemente que su relación con Fugaku seria larga, duradera y llena de momentos que pudiera atesorar antes de que tuviera lugar la boda y que—como era ya costumbre en el clan Uchiha—sucedería tras medio o un año de compromiso...pero nada de eso estaba destinado a ocurrir. Como consecuencia del intento de Kirigakure de atacar Konoha secretamente y secuestrar tanto a la Jinchuriki del Kyubi como arrebatarle el Sharingan a Mikoto, el clan Uchiha había tomado la decisión de prepararse para una guerra que ya a todas luces era inminente, aunque la aldea tuviera que planteárselo primero, por lo que la inmediata conclusión de los consejeros del líder clan, tras ser informados de su ahora compromiso oficial con Mikoto, fue determinar que la boda debía celebrarse como mínimo dentro de un mes, con la esperanza que, de partir a la guerra, el líder del clan dejase tras de sí una esposa o matriarca para dirigir el clan o incluso un heredero que mantuviera el linaje de los Uchiha. Ahora en casa de su querida amiga Hazuki, Mikoto terminó de darle la buena nueva personalmente, siendo la primera persona en saber de su pronto matrimonio luego de que Fugaku la hubiera informado de ello hace unas horas y ya había tenido que reunirse con los consejeros de su futuro esposo para orientarse de los preparativos y requerimientos a los que debería someterse antes de la boda.

—No sabes lo feliz que estoy por ti, perdón por no felicitarte antes— celebró Hazuki, siempre sumergida en su propio mundo por estar tan enamorada de su novio.

—No te disculpes, Hazuki, de hecho, aprovechare para descongelar mi sonrisa— sosegó Mikoto gesticulando con la boca para desvanecer por fin su expresión sonriente, —todos no paran de felicitarme— obvió, pues había sido así desde que se había esparcido la noticia de que se casarían.

—Y con razón, no cualquiera se convierte en la Matriarca del Clan— asintió la pelicastaña, siendo este el mayor honor que una mujer del clan podía recibir.

—Aún no sucede— recordó la azabache, mas agradeciendo sus felicitaciones, —y solo pensar en todo lo que tendré que aprender me abruma— agregó con un suspiro entre nervioso y apesadumbrado a partes iguales, pues no había pedido nada de eso.

—Tranquila, todos estamos para ayudarte— obvió Hazuki, hablando por ella misma.

—Presiento que quieres decirme algo— notó Mikoto finalmente, tomando asiento frente a su amiga. —Ya desembucha, soy la prometida de Fugaku, pero aún somos amigas— determinó con su característica risa cantarina.

—Mikoto, no quiero presionarte más de lo que ya estás, pero...— la pelicastaña pensó muy bien las palabras antes de pronunciarlas. —Ryuu y yo lo hemos pensado mucho y...ya sabes— no pudo completar las palabras, nerviosa y ansiosa en extremo.

—¿Quieren casarse?— preguntó la azabache anonadada, no habiendo esperado que ello sucediera tan pronto.

—¡Si!— respondió Hazuki, sonriente de la emoción. —Por supuesto que ambos entendemos las complicaciones y lo que hay en juego— últimamente su clan no veía con muy buenos ojos el emparejarse fuera de su mismo clan. —Mikoto, hace tiempo que sabes de nuestra relación, no puede ser una sorpresa para ti— mencionó ante la expresión en el semblante de su amiga.

—Claro que no— negó Mikoto con una inmediata sonrisa, —de hecho, estoy muy feliz por ti, de todo corazón— aseguró observándola con mucho afecto.

—¿Entonces?, ¿Intercederías por mí...para que Ryuu sea aceptado por nuestro clan?— pidió la pelicastaña directamente. —Sé que es mucho, pero es la Matriarca quien se encarga de los matrimonios del Clan y...— explicó lamentando tener que pedírselo.

—No, haré lo que pueda— tranquilizó la azache, interrumpiéndola. —Pero tendré que pedir consejo sobre cómo manejar el asunto. Y si esto es lo que te hace feliz— puntualizó, aun teniendo que aclimatarse a los requerimientos y compromisos previos.

—Más que nada en el mundo— asintió Hazuki, no dudándolo ni por un segundo.

—Tienes mi apoyo incondicional— se comprometió Mikoto verbalmente.

—¡Gracias!, ¡Muchísimas gracias!— chilló emocionada la pelicastaña, levantándose de su lugar y corriendo a abrazar a Mikoto.

Igual que Mikoto, Hazuki había perdido a uno de sus padres siendo muy joven; a su madre a los dos años, por una enfermedad degenerativa, y su padre—que la había criado—había muerto durante la guerra anterior hacía ya un par de años, por lo que había tenido que aprender a sobrevivir sola y sí que sentía el afecto y compañerismo de su clan a cada paso y como parte de una misma familia, pero nadie había estado ahí más para ella que Ryuu, con quien había entablado amistad desde niña y sido luego compañeros de equipo, por lo que ahora el siguiente paso era unir sus vidas mediante un matrimonio, mas, nada dio mayor alegría a Hazuki que gozar de la aprobación de su amiga y futura matriarca. Correspondiendo inmediatamente al abrazo de Hazuki, no pudiendo negarle nada como amiga, Mikoto disfrutó lo más posible de las espontaneas muestras de afecto de Hazuki y trató de no pensar en los adustos consejeros de su esposo y que ahora también comenzaban a ser suyos, trató de no pensar en cómo verían esta unión entre Hazuki y Ryuu Sekiya, mas instintivamente una voz en el subconsciente de Mikoto le dijo que se opondrían, como también la mayoría de los miembros de su clan y ella los entendía; desde la guerra anterior era como si los civiles y otros clanes menores dentro de Konoha, su hogar desde siempre, los vieran como marginales, y tener que ver como ahora estos mismos civiles o individuos emparentados con ellos reclamaban a sus mujeres para casarse, borrando su apellido para las siguientes generaciones, no debía ser nada agradable...


Como de costumbre y cada determinadas semanas, el Tercer Hokage convocó a los líderes de los clanes a una reunión para que estos le brindaran un reporte de la situación de la aldea y cualquier observación que mereciera considerarse, iniciando con comentarios sencillos y luego in crescendo hacia asuntos cada vez más importantes; Fugaku, quien ya había informado de su inminente matrimonio, había sido quien había buscado a lord Danzo e informado en lo ocurrido días atrás por parte de los ninja de Kirigakure, reportando por fin los resultados del interrogatorio al sobreviviente ninja de Kirigakure. El desgraciado había cantado como un canario, Fugaku no se había encargado personalmente de su interrogatorio, pero sus subordinados sí que se habían tomado personalmente el intento de Kirigakure de robarle el Sharingan a Mikoto y ello lo complacía interiormente, mas no lo admitiría...sin embargo, lord Danzo le había ordenado que mantuviera silencio al respecto—alegando que luego se informaría de ello a los demás líderes de los clanes—y que solo mencionara lo ocurrido a Kushina. Si Fugaku estaba de acuerdo o no, nada de ello importaba mientras se encontraba sentado a la mesa de reuniones junto a los otros líderes, todos teniendo una reducida escolta de personas de su entera confianza como testigos. Al frente de la mesa de reuniones se encontraba el Tercer Hokage, y sus consejeros Danzo Shimura, Koharu Utatane y Homura Mitokado.

—Según nuestros informantes en el sistema de aldeas de otras naciones, Sunagakure estaría asociándose con todos los enemigos actuales con tal de obtener parte del territorio que nos corresponde— informó Danzo, dirigiendo el nuevo eje de la reunión. —El mayor ataque viene directamente de Kirigakure, que en semanas previas secuestró a la Jinchuriki del Kyubi— informó, mencionando lo que Fugaku le había dicho.

—¿Qué?— decirse sorprendido era quedarse corto para Inoichi, quien asistía a la reunión en representación de su padre.

—¿Por qué no se nos informó de esto?— cuestionó Shikaku también presente en representación de su padre.

—No queríamos alarmar a nadie, pero ahora más que nunca está clara la amenaza— simplificó el Shimura, detestando dar explicaciones.

—Uno de los Shinobi que participó en el rescate, además de Mikoto y de mí, fue Minato Namikaze, el alumno del Sanín Jiraiya— mencionó Fugaku, haciendo la menor intervención posible.

—Necesitamos de Shinobis así de capacitados— consideró Homura inevitablemente.

—No tenemos tiempo para entrenarlos— recordó Koharu, siempre pragmática.

—Ya se lo dejamos claro a Tsunade, el tiempo con que contamos es escaso y eso solo dificulta la idea de responder a lo que son incuestionables acciones de guerra— determinó Danzo, pues ello implicaba un gasto y esfuerzo que no podían permitirse.

—Ni podemos hacerlo, debemos conformar un tratado, y preparar a nuestras fuerzas militares daría una idea errónea de las cosas— difirió completamente el Tercer Hokage. —Nadie hará nada sin nuestro consentimiento, ¿Entendido?— ordenó a los líderes presentes.

Konoha, liderada por el Tercer Hokage Hiruzen Sarutobi, no quería iniciar otra guerra como la Segunda Guerra Shinobi, la más reciente y en que tanta gente había muerto, Konoha aún lloraba a los caídos en la guerra anterior y cobrar esta afrenta por parte de Kirigakure solo llevaría a un nuevo conflicto, lo que Konoha no quería para nada, ¿Qué tenían para defenderse en cualquier caso? La última guerra había diezmado muchísimo a los Shinobi de la aldea y quienes habían sobrevivido no se habían dedicado precisamente a reponer las bajas en la guerra, así que lo que había para pelear en la guerra eran niños, mera carne de cañón por muy terrible que sonara. Por ello y más el mayor defensor de la paz y tratados era sin duda el Tercer Hokage, además pensando en su antes alumna Tsunade, quien había abandonado Konoha desde hace meses, pero que de estar en la aldea haría todo con tal de proteger vidas inocentes, él había decidido dedicarse a la paz lo más posible, y naturalmente que todos los líderes Shinobi no dudaron en inclinar la cabeza, prometiendo no avalar conflicto alguno, procediendo a levantarse e inclinar respetuosamente la cabeza ante el Tercer Hokage, quien se levantó de su lugar y se retiró de la sala, siendo prontamente seguido por sus consejeros en completo silencio. Ya que la reunión había terminado, cada líder de los clanes Shinobi se retiró con sus respectivas escoltas, no teniendo otro asunto por el que permanecer allí, tomando caminos separados.

—No puedo creer que los Consejeros no comentasen nada sobre el ataque a lady Mikoto— mencionó Yashiro, como consejero en jefe del líder del clan, y al ver que no había nadie cerca.

—Es su prometida, y como futura Matriarca del clan es impensable que la posible pérdida de su Sharingan pasase desapercibida— secundó Daiki, segundo al mando en la Policía Militar. —¿Qué hace que esa chica Uzumaki esté por encima de ella?— preguntó al aire, notoriamente frustrado.

—Nada, fuera del Nueve Colas en su interior, y todos saben que el Sharingan puede ser vital para controlar a esa cosa— suspiró el peligris con su misma visión.

—Sí, es indignante, pero no protestaremos ante eso— dejo en claro Fugaku, deteniendo sus pasos y volteando a verlos. —Los Uchiha sabemos la verdad que es lo importante, mas incitar a la sedición sería el primer clavo en un ataúd que no podemos cerrar. Es el de Kirigakure el que debe cerrarse, no el nuestro— ellos no llevarían a Konoha a otra guerra, no en su mandato. —Supriman cualquier idea subversiva de los nuestros; si hay guerra, no será por causa nuestra— ordenó a sus subordinados.

El Tercer Hokage no era el único que deseaba mantener la paz, ciertamente el clan Uchiha era conocido como el Clan de la Guerra y su eficiencia en batalla era legendaria por lo mismo—grandes habían sido sus líderes guerreros en el pasado—, pero en el momento presente y habiendo perdido a su padre hace solo unos años debido a la Segunda Guerra Shinobi, Fugaku no quería que el clan se involucrara en otra guerra, sin importar que los Uchiha apenas y hubieran perdido unos pocos miembros en la guerra anterior en comparación con otros clanes, mucho menos ahora que el futuro estaba tan en entredicho. Su propia boda con Mikoto debía adelantarse debido a toda esta sensación de guerra en el aire, y sabiendo que debería participar en cualquier conflicto como el resto de los Shinobi, lo mínimo que Fugaku quería era tener tiempo que pasar con su futura esposa y que este fuera feliz durante su luna de miel, algo que nadie pudiera quitarles. Escuchando las palabras de su joven líder, cuya voluntad de hierro y solido carácter era lo único que mantenía al clan en orden y como una entidad civilizada, Yashiro y Daiki inclinaron respetuosamente la cabeza en silente promesa de que nunca osarían contradecirlo, tras lo que Fugaku intercaló la mirada entre ambos y finalmente regresó su mirada al frente para continuar con su camino, teniendo las manos cruzadas tras su espalda y sondeando su entorno, comprobando que no hubiera nadie cerca que hubiera podido oír su conversación, después de todo nunca se podía bajar la guardia y no se sabía quién estaba escuchando.

No se podía confiar en nadie.


Había hecho falta otra reunión al día siguiente con los consejeros de Fugaku y que pronto serían los suyos, encargados de prepararla para asumir el rol de Matriarca del clan, para que Mikoto planteara la solicitud de matrimonio de Hazuki con Ryuu Sekiya; naturalmente el clan y sus altos mandos no eran dictadores o emperadores sobre sus miembros, es decir, que no podían ordenar a Hazuki que no se casara con Ryuu si ese era su deseo, lo haría de todas formas y sin importar que ellos estuvieran de acuerdo o no...pero no, los consejeros de su futuro esposo no estaban de acuerdo con que Hazuki se casara con Ryuu Sekiya, por lo que no lo recibirían como parte del clan. La razón era simple; los Uchiha aceptaban que mujeres de otros clanes se unieran a su clan, pues perdían su apellido anterior tras casarse, pero esto no se aplicaba si eran los hombres quienes se casaban con una mujer Uchiha, y de hecho el apellido Uchiha tenía tanto prestigio que naturalmente seria el que recibiría cualquier hijo que naciera de Hazuki y Ryuu, pero el clan no lo admitiría como parte de ellos, era una decisión inamovible según habían informado a Mikoto, quien se había sentido decepcionada y entre la espada y la pared en partes iguales, como amiga. De regreso en casa para la hora de la cena, Mikoto se encontró con que su madre quien ya había preparado la cena para ambas tras salir del trabajo, logrando sacarle una sonrisa y ayudándola a abrirse para contarle su problemática, la decisión de los consejeros del clan y sus inquietudes:

—No puedo creer que Hazuki te pidiera eso— admitió Eshima tras levantar la mesa, volviendo a sentarse y dejando dos tazas de té sobre la mesa.

—Y lo peor es que consulte si su matrimonio es factible, pero el Consejo de Asesores dice que no, ya que el Sharingan se está perdiendo entre los de nuestro clan, y que Hazuki se case con un hombre sin clan ni rango la degradara frente a la aldea, lo que sea que signifique— repitió Mikoto, agradeciendo la taza de té y masajeándose las sienes con frustración. —¿Qué hago? Le dije que abogaría por ella— preguntó a su madre, no sabiendo que hacer o decir a Hazuki.

—Y lo hiciste— obvió su progenitora en su defensa, —pero hay cosas que ni la Matriarca del clan puede transar, que son las tradiciones— de ello vivía el clan Uchiha.

—Tengo miedo, mamá— suspiró la azabache, quebrándosele la voz inevitablemente.

—¿De qué?— preguntó Eshima directamente, sorprendida por escucharla decir eso.

—De todo; de la guerra, que los Asesores creen se desatara en cualquier momento, temó no poder adaptarme al protocolo, temó que Fugaku se vaya lejos y no lo vuelva a ver…y temó fallar— enumeró Mikoto cerrando los ojos un momento ante aquel arrebato de sensibilidad. —Fugaku es el amor de mi vida, y sé que parezco fuerte, pero no lo soy— enamorarse de Fugaku la hacía feliz, pero le aterraba horriblemente perderlo. —Fugaku es el único que sabe cómo calmarme, protegerme y darme seguridad...estoy trastornada y sé que fracasaré por completo si no lo tengo a mi lado, solo él me mantiene centrada. Sin él estoy perdida— no quería que otra guerra los separara, mas ello no estaba en su poder y la desesperaba la idea.

—Sentí lo mismo cuando tu padre murió, y a diferencia de ti, nunca pude llorar ni expresar lo que sentía, nunca le dije a nadie como me sentía y terminé callando. Así he vivido hasta hoy— comparó su progenitora, entendiendo su sentir, pero instándola a ser fuerte. —Tú debes hacer lo mismo, porque te han elegido para ese deber y tienes que aprender a ejecutarlo— no estaría sola si es que ello la asustaba. —Debes tener presente que nuestro clan es el ideal por el que todos en el mundo pagarían, una misión sagrada que debemos cumplir, por el que esforzarse y darles sentido a las miserables vidas de otros. Por eso naces y eres líder del clan, no te designan, y por ende respondes solo a Kami— los Uchiha eran soterradamente tradicionalistas en ese aspecto.

—No estoy segura de que todos en Konoha piensen así, los otros clanes me refiero— difirió la azabache, no sabiendo cómo interpretar sus palabras. —Ellos dirían que, en cualquier sociedad igualitaria, los líderes del clan deben rendir cuentas a sus subordinados, pues, de encarnar ideas irracionales e indefendibles, no deben liderar— o eso sabia de las administraciones de otros clanes por sus amigas.

—Sí, pero los otros clanes representan legados de políticos oportunistas de…¿Décadas?— comparó Eshima sin inmutarse. —¿Qué saben los otros clanes de Indra Otsutsuki, de lord Daisuke, de lady Naori o lord Naka? El clan Uchiha es lo que es, no es como otros clanes— no eran orgullo ni arrogancia sino certeza.

No era un secreto que el clan Uchiha siempre se había sentido diferente de cualquier otro clan Shinobi, si, habían pactado alianzas duraderas a día de hoy con esos otros clanes, pero no era realmente que se sintieran diferentes o que su arrogancia y orgullo los llevase a comportarse como si fueran diferentes, el hecho era que realmente eran diferentes del resto, sus raíces lo evidenciaban y ellos vivían bajo esa creencia, se negaban a olvidarlo. Eran descendientes directos del Sabio de los Seis Caminos a través de su primogénito y heredero Indra Otsutsuki, el creador del ninjutsu, puede que lord Indra hubiera sido desplazado de su posición privilegiada por decisión de su padre, pero legítimamente había sido su sucesor y como sus descendientes correspondía a los Uchiha estar destinados a la grandeza en una ininterrumpida línea sucesoria desde que su hija Seina había dado origen al clan Uchiha. El resto de los clanes Shinobi no eran tan antiguos, no tenían su prestigio, talento, ni manejo de las habilidades propias de un Shinobi, los únicos otros clanes remotamente similares en prestigio y antigüedad eran los Senju, ahora desvanecidos; los Uzumaki, caídos en desgracia; y los Hyuga, cuya incestuosa sucesión era tan inestable como polémica. Conociendo la historia de su clan, Mikoto no podía cuestionar ni rebatir a su madre, mas parte del problema con el resto de los habitantes de Konoha recaía en que el resto de los clanes Shinobi no los veían de la misma manera que los Uchiha se veían a sí mismos.

—Debes poner a un lado esos sentimientos e inseguridades para cumplir con tu deber; el clan necesitara de tu fuerza y liderazgo— aconsejó Eshima, alargando su mano para entrelazarla con la de su hija. —He vivido durante las eras de tres líderes de este clan; lord Naka, su hijo el fallecido lord Fujitama y ahora Fugaku, y en ese tiempo he visto a muchos miembros de nuestro clan caer en desgracia por no saber separar sus problemas personales de sus deberes, y tú no puedes hacer eso— ello detonaba el Sharingan y también traía oscuras consecuencias. —Desde ahora debes llorar a la inocente Mikoto Uchiha, ya que será reemplazada por otra persona; Mikoto, la esposa de Fugaku y Matriarca del clan. Ambas mujeres estarán en constante conflicto en tu interior, pero el bien del clan siempre debe ganar, siempre— eso era algo que su hija debía comenzar a tener claro cuanto antes o la transición le seria en extremo difícil.

—¿Y qué se supone que haga? Nada, eso dicen los Asesores— preguntó Mikoto, no acabando de entender en qué consistiría su rol como Matriarca.

—El no hacer nada es el trabajo más difícil de todos y te quitara todas las energías que tengas— sonrió su progenitora, divertida con su ingenuidad juvenil. —El ser imparcial no es natural, la gente siempre querrá que sonrías o frunzas el ceño, pero en el minuto en que lo hagas habrás declarado tu posición o emitido un punto de vista, y eso es lo único que jamás puedes permitirte— por eso Fugaku era tan estoico, mediante su indiferencia permitía que todo siguiera su curso natural. —Mientras menos hagas, menos digas, o asientas o sonrías…— nombró con el fin de hacerla entender.

—O piense, o sienta, o respire, o exista…— continuó la azabache, absteniéndose de entornar los ojos.

—Es mejor— asintió ella seriamente, instándola a tomarse en serio las cosas.

Para una persona tan joven y relajada como Mikoto, para quien era muy difícil tomarse las cosas con seriedad y seguir un reglamento o el protocolo, aquello que los Consejeros o Asesores del clan querían enseñarle sonaba tonto, fútil e innecesario, pero sí que era algo útil y era más importante que nunca que su hija lo entendiera; a su edad, Hazuki había sido tan joven e inocente como su hija y había sido preciso que su amado esposo Itachi—siempre consciente de sus obligaciones como hijo de lady Naori y sobrino nieto de Madara Uchiha—entrara en su vida y que luego muriera para enseñarle que era importante cumplir con todas sus obligaciones y que no se podía escapar de ellas, y aunque había tratado de inculcarle eso a su hija, Mikoto aparentemente debería de experimentarlo por su cuenta junto a Fugaku para entender. Escuchar aquellas palabras de su madre y la idea de tener que anteponer el deber a sus emociones sosegó un poco a Mikoto, le dejo un poco en claro en qué consistiría su deber, pero también la asustó de nueva cuenta, le aterró perderse en su rol de Matriarca y convertirse en una persona completamente diferente, perder sus orígenes y no poder reconocer su reflejo en el espejo algún día…pero en medio de todo ese miedo y como una constante en su vida se elevó Fugaku, su sola presencia en su vida le brindó una enorme seguridad a Mikoto y le dijo que él siempre la anclaría a la realidad y que juntos podrían enfrentarse a lo que fuera, y aunque seguía asustada, esta sensación le hizo entender en qué consistiría su nuevo rol…


Tres Semanas Después

Celebrar la unión el líder del clan no era algo menor y menos tratándose del clan Uchiha; durante siglos, todo clan considerado importante o de prestigio había tenido matrimonios arreglados, enlaces planeados para mayor gloria de su orden social y Mikoto lo sabía mejor que nadie. Su unión con Fugaku actualmente obedecía a la fuerza de sus sentimientos, pero en su día había sido orquestada por lord Fujitama Uchiha pensando únicamente solidificar a su familia en el poder al emparejar su línea de sangre con aquella derechamente vinculada con Madara Uchiha, el último y legitimo líder del clan, a ello obedecía que ahora, una semana antes de su boda, se encontrase reunida a solas con los Consejeros o Asesores de su esposo en el Templo Nakano, prestando juramento de lealtad a su clan, a lo que representaba y a los ideales bajo los que se había fundado. Una cosa que se esperaba que Mikoto hiciera—en tanto Fugaku se encontraba fuera, puede que fuera el líder del clan, mas no tenía el derecho de participar en un rito de juramento que solo se exigía a las mujeres, y de estar presente disuadiría a Mikoto—era prestar juramento a un documento dictado por Daisuke Uchiha, el primer líder del clan en su historia, nieto de Indra Otsutsuki e hijo de Seina Uchiha, quien había estipulado que las mujeres no podían contraer matrimonio sin antes renunciar a sus carreras Shinobi, todo con el fin de evitar que ascendieran políticamente y tuvieran la posibilidad de liderar al clan por su influencia, como había sucedido en los días de su madre lady Seina, que sentía él había sentido le había quitado el poder, y el clan seguía exigiendo ese juramento.

—Siguiendo lo decretado por lord Daisuke, gran patriarca del clan, hijo de Seina Uchiha, primogénita y heredera de Indra Otsutsuki; se ha exigido a las mujeres de nuestro clan, sin importar su rango y primacía, que renuncien a sus carreras Shinobi en pro de un ideal más grande y que es el de preparar a la próxima generación— citó Yashiro Uchiha, consejero principal de su futuro esposo, leyendo el documento correspondiente. —Las madres son la base del clan Uchiha, pues de la primogénita de Indra surgieron nuestros antepasados, y por ende lo que exigimos es que sean el máximo ideal, aquello a lo que se debe aspirar— recordó en voz alta y observando a la futura esposa del líder del clan y que se mantuvo impávida. —Mikoto Uchiha, hija de Itachi y Eshima, nieta de Naori; voluntariamente y sin cohesión, ¿Acepta firmar el documento que autorizará su unión y la convertirá en Matriarca del clan?— preguntó formalmente y siguiendo el protocolo correspondiente.

—Lo acepto— declaró Mikoto en voz alta antes de firmar al pie del documento frente a ella, no teniendo ocasión de objetar ante el rol que debía asumir.

—El Clan tiene a su nueva Matriarca— declaró el peligris con una ligera sonrisa de conformidad.

Quizás otras féminas de su clan pudieran pensar en rebelarse ante ese requerimiento tan injusto para con ellas y no con el sexo masculino...pero Mikoto no podía, era su obligación someterse a ese y todos los requerimientos, estuviera de acuerdo o no, le fueran significativos o humillantes, su opinión no importaba, pues se esperaba que ella encarnara de ahora en más todo lo que el clan representaba y anhelaba, todo ello implicaba casarse con Fugaku, y amándolo como lo amaba no iba retractarse. Observando en silencio al grupo de Consejeros en jefe del clan y entre quienes destacaba Yoshiro Uchiha—varios años mayor que Fugaku, habiendo sido el consejero más joven de lord Fujitama Uchiha y su mano derecha en sus últimos años—, Mikoto eligió no decir nada, como su madre había dicho, no permitiéndose demostrar lo que sentía, pues de hacerlo emitiría una opinión y como ahora esposa de nombre del líder del clan, ella eligió retirarse del templo Nakano sin decir nada junto al grupo de consejeros. Fuera y de brazos cruzados, siempre serio, aunque para ocultar su nerviosismo, Fugaku inclinó ligeramente la cabeza al paso de sus Consejeros, pero se quedó aguardando por Mikoto, quien abandonó el templo Nakano tras ellos: el Uchiha esperaba ansiosamente por abrazarla, mas lo sorprendió la expresión de hastió de ella y que se llevó distraídamente una mano a las sienes en un gesto de conocido disgusto que tenía desde niña, pero ahora él no supo cómo interpretarlo.

—Lo soportaron; yo lo soporte— resumió Mikoto, no teniendo deseos de hablar del juramento que había tenido que realizar.

—Tienes una semana para cambiar de opinión— recordó Fugaku, no pudiendo ni queriendo arrastrarla a nada si ella no estaba segura.

—¿Crees que puedo cambiar mi opinión después de todo eso? No, sería muy tarde, y ya firme la cedula de nuestro matrimonio— eso implicaba renunciar a su carrera —La aldea cree que gane el mejor premio del mundo…y eso creo yo también— le resultó divertida la expresión de preocupación de Fugaku a quien se acercó coquetamente. —¿Qué es eso de ahí?— preguntó con fingida sorpresa.

—¿Qué…?— inquirió el pelicastaño, volviéndose extrañado al no haber percibido nada.

Habiendo generado aquella falsa distracción a propósito, Mikoto se apresuró en acunar el rostro de Fugaku entre sus manos y halarlo hacia sí, estampando sus labios en un beso espontaneo y cargado de deseó, apenas contemplando que Fugaku respondiera y que tardó en hacerlo unos segundos, mas cuando lo hizo fue con igual vorágine, deseo y pasión, siguiendo sus labios que entreabrió con su lengua, recorriendo el interior de su boca hasta sentir que a ambos les faltaba el aliento, forzándolos a separarse. Completamente seducido por su prometida, Fugaku intentó acercar a Mikoto y reclamar sus labios otra vez, pero para su sorpresa esta vez Mikoto retrocedió para alejarse de él y negó en silencio con fingido reproche y una respuesta muy tajante; para obtener más, debían esperar a la noche de bodas, lo que lo hizo sonreír ladinamente para sí mientras la veía retirarse en silencio, observándolo por sobre su hombro. Aunque hubiera deseado quedarse con Fugaku durante todo el día, él tenía obligaciones que atender y ella misma aún lecciones que tomar para estar a la altura de lo que se esperaba de ella, entre todo eso nuevas pruebas de vestuario para que el kimono de boda le quedase perfecto; esperando por ella al final de las escaleras del templo Nakano se encontraban sus dos amigas, Hazuki quien se apretaba ansiosamente las manos y sonreía de emoción, y por otro—esposa de Kiyoshi desde hace dos semanas—Ena, quien responsable como era no dudo en ser la primera en seguir el protocolo, inclinando la cabeza respetuosamente al verla.

—Lady Mikoto— pronunció Ena, siendo prontamente imitada por Hazuki, quien también reverencio a su amiga. —Se siente raro decirlo, el clan no había tenido una Matriarca desde lady Ayame— obvió con una sonrisa, feliz al mismo tiempo.

—Espero estar a la altura— suspiró Mikoto, no sabiendo si podría con la labor que se esperaba ejecutara.

—Siempre— aseguró Hazuki, teniéndole toda la fe del mundo. —Mi lady— mencionó antes de intentar seguirla en su camino a su prueba de vestuario.

—Espera— frenó la pelinegra alargando su brazo para bloquearle el paso, lo que no pasó inadvertido para Mikoto.

—¿Por qué?— cuestiono la pelicastaña, extrañada por la actitud de su amiga.

—Debemos caminar dos pasos tras Mikoto, ese es el protocolo— respondió Ena, ya que Hazuki siempre tendía a olvidar el protocolo. —Solo el líder del clan o sus hijos pueden caminar a su lado, o su nuera…y esos dos casos no son posibles ahora— explicó también a Mikoto que la escuchó atentamente.

Estar ceñida al protocolo por palabra era una cosa, pero que ello hiciera que sus amistades se distanciasen de ella tomó a Mikoto por sorpresa y la hirió en el corazón, por un lado le hizo entender aquello con lo que Fugaku había tenido que lidiar desde su infancia, pero también la hirió, le provocó dolor tener que imaginar a su propia madre reverenciándola y llamándola "lady Mikoto" en lugar de hija, y nuevamente hizo que se dijera a si misma que todo esto era colateral, pues ella no había pedido nada y que no era su culpa, mas también hizo que comprendiera que su matrimonio con Fugaku no sería un camino de rosas como había creído, o de serlo sí que habría espinas. Parte del clan Uchiha por nacimiento, pero siendo más bien espontanea, Hazuki observó seriamente a Ena, como si le dijera que el protocolo le daba igual, mas recibiendo a cambio una dura mirada de la pelinegra y que la forzó a plegarse a las reglas y mantener los dos malditos pasos de distancia de Mikoto para su propia frustración e intentando adaptarse a todos estos cambios, y como también debía de hacer Mikoto. No queriendo tener que mirar sobre su hombro a cada momento y detestando el protocolo tanto como Hazuki, a quien podía escuchar maldecir entre dientes, Mikoto eligió seguir serenamente con su camino y no meditar en los pasos de distancia que la separaban de sus dos amigas, diciéndose a sí misma una y otra vez que todo estaba bien y queriendo que todo fuera normal o tanto como fuera posible.

Estaba desesperada porque todo fuera como el final feliz con que ella soñaba.


Viendo a las personas inclinarse a su paso como de costumbre, o al menos siendo los miembros de su clan, ya el resto de los civiles de la aldea eran otra historia, aunque increíblemente muchos igualmente inclinaban la cabeza en señal de respeto y por solo ser el capitán de la Policía Militar, Fugaku apenas y reparó en ello, mucho más concentrado en recorrer las calles del distrito o barrio Uchiha hacia el hogar de su hermano Teyaki, necesitando hablar con él de forma imperativa. El paso de los días y semanas, estando hasta el cuello de preparativos de la boda no le había impedido darse cuenta de muchas cosas que no le agradaban; había sentido curiosidad e investigado en qué consistía el juramento que Mikoto había tenido que hacer previo a su matrimonio y enterarse de lo que implicaba le hizo hervir la sangre, confrontando a sus Consejeros, mas recibiendo la respuesta de que era una de las tradiciones más antiguas del clan y que ni como líder que era podía oponerse. Solo dejaba pasar eso porque Mikoto ya había jurado, pero lo que no dejaba de hacerle ruido a Fugaku, deteniéndose frente a la puerta del hogar de su hermano, al cual llamó—era todos lo ceremoniales y enseñanzas que se estaban brindando a su futura esposa, todos y cada uno de ellos centrados en prepararla no para ser Matriarca del clan realmente sino que únicamente preparándola como esposa, y no en el sentido de ser su compañera o asesora, sino que enseñándole las labores del hogar y futura maternidad…en medio de esos pensamientos, su hermano finalmente abrió la puerta:

—Que linda sorpresa, no te esperaba— recibió Teyaki, invitándolo a pasar y cerrando la puerta tras él.

—¿Y Uruchi?— preguntó Fugaku dirigiendo sus pasos hacia la sala y siendo seguido por su hermano.

—Dormida, el embarazo la tiene exhausta— contestó el mayor, sintiendo compasión por su esposa embarazada de ya siete meses.

—Bien, no quiero que nos interrumpa— asintió el menor deteniéndose al llegar a la sala, donde se hallaba la luz encendida.

—¿Qué sucede?— inquirió Teyaki, acercándose a la mesita para servirse un trago de sake. —Pareces molesto— notó, tomando asiento en el sillón.

—He observado de lejos la preparación a Mikoto desde que se anunció nuestro compromiso, y no pude evitar notar ciertas cosas que me hicieron mucho ruido— expuso Fugaku finalmente, aunque sin ser explicito por ello.

—¿De qué se trata?— volvió a preguntar el mayor, no sabiendo que la educación que se diera a una futura Matriarca no fuese apropiada.

—De mi educación, de la educación que brinda este clan, y que es nula— condenó el menor, sorprendido por la indiferencia de su hermano. —Protocolo, historia del mundo Shinobi, la estructura del clan, ninjutsu, genjutsu, lectura de poesía…eso no es una educación, no una real— se necesitaba de más para liderar un clan.

—También pasaste todos tus años en la academia tomando lecciones de oratoria y liderazgo con Senichi Sensei— le recordó Teyaki, bebiendo su copa de sake.

—Hablando de la estructura del clan— resumió Fugaku, para nada conforme con ello.

—Que es más de lo que yo tuve— contraatacó el mayor, resignado y sin inmutarse.

En tiempos de la guerra entre clanes, estas entidades Shinobi solo habían enseñado y legado el arte de la guerra, finezas o trivialidades como la danza y la poesía eran escasas, solo se les enseñaba a escribir, sanar heridas de hermanos o amigos y más que nada como infringir heridas contundentes y letales rápido; en tiempos del Primer Hokage y como consecuencia de la paz firmada entre los Senju y los Uchiha, las cosas se habían suavizado, se había enseñado poesía nuevamente, así como danza y diplomacia, solo que esta vez como un arte más sofisticado, también el protocolo milenario, transmitido por generaciones, la estructura e historia de sus clanes, y también la historia del mundo Shinobi al que pertenecían. En tiempos del Segundo Hokage se había dado responsabilidades a todos los habitantes de Konoha, un trabajo, una razón para existir, con ello los Uchiha habían recibido el rol de encargados del orden mediante la creación de la Policía Militar, también se había enseñado con más agudeza que nunca el ninjutsu, taijutsu, fuinjutsu y fortalecimiento del genjutsu como consecuencia de la Primera Gran Guerra Shinobi, y antes de la Segunda había sido igualmente importante aprender oratoria, manejo emocional y poder hablar en público, desenvolverse en círculos sociales…Fugaku se recriminaba no saber nada de eso, ignoraba si otros clanes enseñaban lo que él sabía o lo que no sabía, mas él no podía considerarse un líder competente sin ello y se negaba a que Mikoto no pudiera aprenderlo solo por ser su esposa, no, ella merecía mucho más.

—Teyaki, hablo de una educación normal— suspiró el menor, tratando de hacer entender a su hermano.

—Recibiste una educación adecuada para alguien de nuestra condición, de nuestro clan— contestó el mayor sin tener razones para cuestionar aquello.

—Lo que es un fracaso para la maldita vida que llevo— insistió Fugaku, conteniéndose para no gritarle.

—¿Y qué quieres?, ¿Un título?— cuestionó Teyaki comenzando a irritarse. —Nadie quiere a un intelectual o un académico como líder— nunca antes había sido así.

—En su lugar tienen a un líder ignorante de entender a la gente que se espera que lidere— comparó el menor, disgustado con la vida a la que se veía relegado.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo?— preguntó el mayor, frunciendo el ceño e intentando entender lo que había detrás de aquella conversación.

—Estoy decepcionado de ti, y la educación que consentiste que tuviéramos— declaró Fugaku, verbalizando su opinión.

—¿Estás criticando la paternidad de nuestro padre?— decirse sorprendido sería un eufemismo para Teyaki. —Pues es un poco temprano para que lo hagas, ni siquiera te has casado con Mikoto, ni se diga tener hijos— obvió elevando la voz, furioso con su osadía. —Creí que ya habíamos pasado la edad de decir tonterías a nuestros padres— suspiró revolviéndose el cabello, irritado. —Nuestro padre nos educó como creyó apropiado, ¿Por qué no exigió más? Nadie le dijo que lo hiciera, y nosotros tendremos que aprender de nuestros propios errores, y aceptar nuestras limitaciones— simplificó, instándolo a guardar respeto por la memoria de su progenitor.

Quizás el resto de los clanes Shinobi se tomara las cosas de manera diferente, pero para bien o para mal los Uchiha no eran como ningun otro clan Shinobi, tenían reglas y una estructura que definían todo lo que eran, se habían adaptado a los cambios en los siglos transcurridos desde los tiempos de Indra Otsutsuki, pero seguían manteniendo reglas y tradiciones provenientes de sus antepasados, y todo ello precisamente les daba un prestigio que ningun otro clan tenía en toda Konoha ni en todo el sistema Shinobi, aparentemente. De un padre a otro—tomándose muy en serio su futura paternidad y siendo muy apegado a Uruchi—, Teyaki sí que tenía muchas cosas que criticar a su fallecido padre lord Fujitama, partiendo por su forma de cargar a un muchacho de cinco años de obligaciones demasiado grandes, ello lo había llevado a renunciar a sus derechos de suceder a su padre y no se arrepentía de ello, pero podía entender sus razones para hacerlo y quizás el obraría igual de estar en su lugar, por lo que no podía condenarlo; cuando se era joven, un hijo cuestionaba y crucificaba a sus padres sin dudarlo, se decía a si mismo que nunca cometería sus errores; pero cuando se era mayor se comprendían sus decisiones y él no insultaría el nombre de sus progenitores ni sus decisiones como Fugaku estaba haciendo ahora, por lo que tuvo que ponerle un alto. No queriendo iniciar una pelea, Fugaku retrocedió para sentarse junto a su hermano y bajando la cabeza, queriendo hacer tanto, pero no pudiendo.

—Te casas en una semana— recordó Teyaki alargando una de sus manos y posándola sobre la espalda de su hermano, —yo que tu pensaría en eso y complacer a tu esposa, no en un futuro que aún se vislumbra demasiado lejano, hermano— sugirió, no siendo digno de un Uchiha fallarle a su esposa, mucho menos en la primera noche.

El mejor consejo que Teyaki podía darle a Fugaku era no forzar las cosas e intentar cambiar el sistema solo porque no estuviera de acuerdo con él, eso no era natural y aunque no estuvieran de acuerdo, ese sistema beneficiaba a muchos, así había sido desde los días del patriarca Daisuke, el primer líder del clan y ello beneficiaba a todos, así estaban bien las cosas, siempre lo habían estado e indudablemente siempre lo estarían…mas Fugaku en su inconsciente no pudo conformarse con ello. ¿Así que no podía cambiar las cosas? Fugaku se negó a hacerlo, puede que a día de hoy no hubiera tenido muchas ocasiones de implementar cambios al ser aún un líder joven y cuyo liderazgo no había sido puesto a prueba, pero todos estos preparativos de guerra le darían la experiencia que necesitaba y se comprometió a hacer lo mejor posible, no solo por su futuro, sino por el futuro del clan, el futuro de Mikoto y—aunque tuvo que apartar la mirada con un deje de vergüenza por pensar en lo que era preciso para engendrar hijos, conociendo toda la mecánica de la biología reproductiva, pero avergonzándole hablar del tema con su hermano—el futuro de sus hijos, prometiéndose que cualquier hijo suyo tendría a su disposición todo el conocimiento y oportunidades que él no había tenido en su día. Era idealista lo sabía, porque en la práctica no sería nada fácil, mas él lo haría posible, cambiaria todo y podría sentirse orgulloso cuando en un futuro su hijo lograse todo lo que él no había podido por el absurdo sistema en que estaba forzado a vivir, era una promesa…


Una Semana Después

Había llegado el día, el día que Mikoto había temido y ahora ansiaba desde hace tanto, pero nada pudo haberla preparado para la emoción que sentía, terminando de ser arreglada por su madre y que le acomodó el velo para que cayera sobre su rostro a la usanza tradicional. Su atuendo se compañía de un elegante kimono de seda y gasa blanca, de cuello alto y en V que no daba lugar a la imaginación, de falda amplia, mangas acampanadas, y detalles de flores de cerezo hechas de encaje en todo el margen de las mangas y que llegaba a cubrirle las manos, en el dobladillo interior del kimono, en el cuello y el dobladillo inferior, con un largo velo traslucido que caía hacia el frente para cubrirle parcialmente el rostro, sostenido por un cintillo de diamantes que formaban flores de cerezo y con largos pendientes a juego. Mikoto no podía decir si estaba si estaba más feliz, emocionada o nerviosa, gruñendo por lo bajo a su madre que le alisó el kimono ominosamente, suspirando frustrada por la impaciencia de su hija antes de dirigir sus pasos hacia el interior del templo Nakano, donde tendría lugar la ceremonia, diciéndose que todo estaría bien en el día más importante de la vida de su hija. La única persona que se quedó con Mikoto fue su amiga Hazuki, elegida por ella como su dama de honor y que la instó a mantenerse serena mientras ambas veían a Teyaki acercarse; él tendría la labor de entregarla en el altar ya que ella no tenía padre o hermanos que lo hicieran, y dándole así la bienvenida oficial a su familia.

—Te ves hermosa, no podrá dejar de verte— aseguró Hazuki con voz dulce y una mirada cómplice.

—Gracias— sonrió Mikoto, dando permiso a su amiga de volverse e ingresar en el templo Nakano como todos los demás. —Teyaki— reconoció al ver al hermano de su pronto esposo, casi temblando de emoción y nerviosismo entremezclados.

—¿Puedo entregarte, hermana?— preguntó el pelicastaño respetuosamente, ofreciéndole su brazo.

—Claro, hermano— correspondió la azabache, agradeciendo poder contar con él.

No era obligatorio que tuviera que caminar hacia el altar del brazo de un hombre de su familia, mas era una costumbre muy antigua, y ya que ahora la familia de Fugaku era también la suya, era también un símbolo de unidad entre los muchos que estaba aprendiendo a adquirir; sintiéndose segura al aferrar una de sus manos al brazo de Teyaki, Mikoto dejó que este la llevase al interior del templo, siguiendo el camino recto hacia el altar. Teniendo los ojos de todos los miembros del clan sobre su persona, Mikoto por fin comprendió realmente el drástico cambio que su vida estaba experimentando, si es que no lo había tenido claro antes, mas no dejo que ello arruinara el día de su boda, casi pudiendo escuchar como su corazón se aceleraba más y más mientras Teyaki la dejaba junto a Fugaku, quien solo entonces volvió la mirada hacia ella. Estaba prohibido que el novio volviera la mirada para contemplar a la novia, pues era visto como un signo de mala suerte y se esperaba que este aguardara hasta que ella llegara a su lado; de igual modo, Fugaku vestía un atuendo sumamente tradicional para la boda, un montsuki o kimono masculino, compuesto por un haori o chaqueta de cuello alto en V, cerrado alrededor de su cuerpo por un fajín de la misma tela y que continuaba en unos pantalones ligeramente anchos o hakama de un tono ligeramente más claro. Para oficiar la unión, el único individuo no perteneciente al clan presente era el sacerdote de Konoha, de pie ante el altar y que observó a la pareja antes de proceder con el Shinto o Shinzen, como se conocía a la ceremonia.

—Damas y caballeros, estamos reunidos hoy para unir las vidas de este hombre y de esta mujer— declaró el sacerdote intercalando su mirada entre la joven pareja. —Sus votos, por favor— solicitó, logrando que se hiciera un silencio total.

—Yo, Mikoto, aceptó ser la esposa de Fugaku conforme a la ley, para vivir unidos de ahora en adelante— inició Mikoto volviendo la mirada a su inminente esposo. —En lo bueno y en lo malo, en la riqueza y la pobreza; la salud y en la enfermedad, durante el tiempo que duren nuestras vidas y más allá, para amar, cuidar y obedecer— declaró, no siendo algo ensayado, sino que proveniente de su corazón.

—Yo, Fugaku, tomó a Mikoto como esposa conforme a la ley, para vivir unidos de ahora en adelante— pronunció Fugaku, secundando sus palabras. —En lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza; la salud y en la enfermedad, durante el tiempo que duren nuestras vidas y más allá— juró, siendo un deber y responsabilidad que aceptaba de buen grado. —Para amar, cuidar, obedecer y proteger— agregó, correspondiendo hasta la menor de sus palabras como prueba de su amor.

—¿Obedecer y proteger?— inquirió Kiyoshi desde su lugar junto a su esposa, extrañado por ese agregado y que no entraba en los planes…hasta donde sabia.

—Él insistió, lo discutimos, pero no cedió— masculló Teyaki con los dientes apretados; era una promesa femenina el obedecer, su hermano no tenía porque pronunciarla.

Las palabras añadidas por Fugaku eran innecesarias, los hombres debían comprometerse únicamente a amar y cuidar a sus esposas, mas no a obedecer y proteger, sobre todo eso primero, ¿Obedecer? Un marido no debía someterse a su esposa sino lo contrario, pero al pronunciar esas palabras Fugaku ya había sembrado un precedente como ningun otro, se había atrevido a emitir una opinión muy clara y directa, y lo peor es que en ese momento nadie pensó en reprochárselo. Siguiendo lo que se esperaba de una boda tradicional, el sacerdote se volvió hacia el altar brevemente, realizando una ofrenda de incienso a Kami y elevando una plegaria antes de volverse hacia la joven pareja, sirviendo un poco de sake en los vasos ya dispuestos y que estos procedieron a beber; Hazuki, como dama de Mikoto, se acercó sosteniendo un almohadón de terciopelo y sobre este se hallaban dos anillos que la pareja sostuvo respectivamente, intercambiando estos como correspondía. El anillo que Mikoto ofreció a Fugaku era la posesión más importante que tenía, había pertenecido a su padre y lo ciño gustosa al dedo anular de su ahora esposo, diciéndose que a partir de hoy lo vería todos los días al ver a Fugaku; paralelamente, el anillo que Fugaku ciñó cuidadosamente al dedo anular de la mano derecha de Mikoto había pertenecido a su madre, lady Ayame, y le había sido legado por su fallecido padre lord Fujitama, que siempre lo había llevado consigo. Contemplando el intercambio de anillos y habiendo terminado sus oraciones, el sacerdote finalizó con la ceremonia:

—De acuerdo con las tradiciones, queda autorizada esta boda— declaró gustoso el sacerdote, dando su beneplácito a aquella unión.

A diferencia de los demás clanes Shinobi, cuyos líderes quizás podían elegir libremente con quien desposarse y formar una familia, sin complicaciones emocionales de por medio, Mikoto y Fugaku no tomaron el beneplácito del sacerdote como una señal para acercarse el uno al otro y besarse en presencia de todos; eran Uchiha, creían en el amor como el sentimiento más hermoso y maravilloso que se podía compartir, mas no creían en demostrar sus sentimientos en presencia de terceros sino que en la intimidad y ninguno intentó romper con esta costumbre. ¿Para qué perder el tiempo con demostraciones de afecto? Estás no eran necesarias, ambos se amaban y lo sabían, estaban casados ahora y eran uno solo, el sello o alianza de su vínculo no eran los anillos que habían intercambiado sino que algo más, lo suyo era un vínculo que no necesitaba de pruebas visibles. Tras las palabras del sacerdote, de forma ceremonial, ensayada y planeada, Mikoto entrelazó su mano con la de Fugaku y ambos se volvieron hacia todos los miembros de su clan, que habían sido testigos de su unión y que no dudaron en estallar en aplausos, algunos más jubilosos que otros, pero todos llenos de buenos deseos y congratulaciones, lo que provocó que Mikoto y Fugaku se observaran distraídamente el uno al otro por el rabillo, sin que nadie pudiera quitarles eso. Si, de haber podido imponer su voluntad su boda habría sido más privada, íntima y pequeña, sin otros testigos que sus seres queridos, pero sin importar que tuvieran que conformarse con lo que las circunstancias les permitieran, eran felices.

Y siempre encontrarían como serlo.


Luego de la ceremonia oficial de matrimonio y tras participar de la fiesta posterior por el tiempo que se consideraba oportuno, la pareja finalmente tuvo ocasión de retirarse a su nuevo hogar, nuevo en el caso de Mikoto por supuesto, y que si bien conocía el hogar de Fugaku, no podía evitar temblar de los nervios y la ansiedad hasta que llegaron a la habitación que habrían de compartir a partir de hoy, lo que la emocionaba y ponía nerviosa a partes iguales, pues esa sería la primera vez que compartirían la misma cama y lo recordaron al llegar a su ahora conjunta habitación. Conociendo los temores de su ahora esposa y teniendo los propios, Fugaku sostuvo las manos de su esposa entre las suyas y lentamente se inclinó para besar sus labios, recibiendo—igual que en tantas oportunidades—la completa aceptación de Mikoto, ocasión que él no desaprovechó para cuidadosamente apartar el delicado cintillo de su cabeza y enviarlo al suelo con ligero replique, junto con el velo. En la mente de ambos persistía la forma casi animal en que por poco y habían tenido su primera vez debido a un genjutsu, y en el fondo desearían poder tener el valor de actuar de igual modo esa noche…mas no era así ni tenía porque serlo, por lo que esta vez Fugaku fue quien dio el primer paso, rompiendo el beso que lo unía a Mikoto y bajando la mirada del escote al corte de la tela del kimono, palpando la misma hasta dar con un broche que mantenía la tela cerrada a su cuerpo y que el desabrochó, deslizando la costosa prenda por los hombros de la Uchiha y dejándola caer al suelo en desordenaos pliegues.

Sintiéndose torpe, nerviosa y ansiosa a niveles que apenas y podía entender, Mikoto no quiso quedarse atrás por ello, desanudando con cuidado y creciente nerviosismo el fajín que cerraba el traje de Fugaku, temblando, ni siquiera pudiendo verlo a los ojos mientras abría la tela y lentamente la dejaba caer al suelo, mordiéndose el labio inferior y buscando cerrar la distancia entre ambos tan pronto como sintió sus músculos bajo su tacto. Valiéndose de lo embelesada que se veía Mikoto, Fugaku volvió a inclinarse para reclamar un nuevo beso, solo que esta vez más intenso y profundo que el anterior, recorriendo el interior de la boca de su nueva esposa con su lengua, buscando la suya y envolviéndose, repitiendo la acción una y otra vez hasta sentir que le quitaba el aliento lo suficiente para distraerla, rompiendo el beso y sintiendo su agitada respiración, zafándose de su agarre y rodeándola lentamente para situarse a su espalda, inclinándose para besar la piel de su nuca mientras apartaba sus largos cabellos azabaches. Bajo el elaborado kimono, Mikoto portaba un sencillo vestido blanco de hombros caídos, mangas ceñidas hasta las muñecas y que se envolvía favorecedoramente a su figura, cerrado en la espalda, por lo que Fugaku desabrochó cuidadosamente los botones a su paso, inspirando el dulce perfume de su esposa ante cada movimiento hasta que la tela también cayó al suelo, despertando con ello de su ensueño a Mikoto, quien tuvo la tentación de abrazarse a sí misma ante la ausencia de brasier y sintiéndose demasiado expuesta con las bragas de encaje

Saliendo automáticamente de sus propios zapatos, y de espaldas a Fugaku, Mikoto no quería estar nerviosa, aunque no fuera un mal nerviosa sino que del tipo en que deseaba que hicieran aquello que desconocían y pronto, por lo que cerró los ojos un momento y se alentó a sí misma a ser valiente, volviendo entonces la mirada por sobre su hombro y susurrándole a Fugaku que se desvistiera y tumbara sobre la cama, regresando ella su mirada a la pared frente a ella y diciéndose a sí misma que solo le dolería una vez y que ya luego solo sería un recuerdo, mientras que lo que iban a compartir perduraría para siempre, en ello creía ella. Aunque sorprendido por la petición de su esposa y que, pese a ser pronunciada en voz baja, parecía una orden y que casi lo hizo arquear una ceja, Fugaku no pudo contradecirla; no es que hubiera estudiado la situación al detalle, pero era consciente de que la…biología reproductiva implicaba que sería mucho más fácil para el disfrutar del acto la primera vez, mientras que para Mikoto resultaría un poco doloroso y eso lo ponía muy nervioso, mas si ella elegía llevar el ritmo de las cosas, él no tenía ningún problema, acatando los deseos de ella, terminando de desvestirse y observándola por última vez de pie, de espaldas a él antes de tumbarse sobre la cama como ella habia dicho. Escuchando el roce de la tela caer al suelo y viendo mínimos detalles por el rabillo del ojo, Mikoto inspiró aire, se mentalizó a sí misma a mantenerse serena y se despojó de sus restantes bragas antes de volverse hacia la cama, dejando que su ahora esposo la contemplase.

Aunque no tenía elemento de comparación alguno y agradeciéndolo como nunca, Fugaku realmente sintió que estaba contemplando a una diosa en ese momento, y no era para menos, Mikoto realmente debía de ser la mujer más hermosa del mundo, su figura grácil, delicada y menuda era absolutamente perfecta, con su largo cabello azabache azulado cayendo tras su espalda, sin nada que obstaculizase su vista, y ya sin que alguien lo dijera, Fugaku supo que había activado su Sharingan, porque quería atesorar ese recuerdo de ella para siempre; sonriendo de forma inevitable al ver el Sharingan de su esposo, Mikoto se acercó lentamente a la cama y sin apartar su mirada de la suya, temblando no de nerviosismo—ello iba en declive—sino de ansiedad mientras se sentaba sobre el colchón y alargaba una de sus manos, trazando el contorno de los músculos de su esposo, encontrando su mirada con la suya, y diciéndose que no había vuelta atrás en lo que iba a pasar, y ella misma no iba a salir corriendo de los nervios. Era la primera vez que hacía aquello y no tenía experiencia, pero Mikoto osadamente se montó sobre el regazo de su ahora esposo, sin apartar sus ojos de él mientras lentamente se dejaba caer sobre su miembro, cerrando los ojos con un ápice de dolor y que paulatinamente se convirtió en placer mientras se quedaba quieta para sentirlo plenamente en su interior y solo entonces elevándose para que este se retirara y volviera embestir, echando la cabeza hacia atrás y mordiéndose el labio inferior al sentir que iba a gemir escandalosamente.

Era extraño, incómodo, pero muy placentero, diferente y mejor de todo lo que Mikoto hubiera sentido antes y la sola sensación la hizo mecer sus caderas hacia las de Fugaku, rogándole entre suspiros que tomara el control, apenas y pudiendo pensar en moverse a un ritmo apropiado, y afortunadamente Fugaku decidió cumplir con sus suplicas; hasta entonces había dejado que Mikoto tomara el control, que aprendiera lo que le gustaba y lo que no, él estaba ansioso de cumplir con sus fantasías y hacerlas realidad, necesitaba y quería aprender de ella, sentándose sobre la cama, envolviendo su brazo alrededor de su estrecha cintura e invirtiendo las posiciones para tenerla debajo suyo, sin dejar de penetrar en el estrecho interior de su esposa, recibiendo a cambio un melodioso gemido de Mikoto entrelazado con su nombre, gruñendo él su nombre al besar sus labios, sintiendo que podía llegar más profundamente en esa posición, sintiendo cada parte de ella pertenecerle por completo y sintiéndose él mismo parte de ella. La posición era drásticamente diferente, ya no estaba en control como antes, lo estaba Fugaku, Mikoto lo sentía ante el roce de sus músculos de su torso chocando contra sus pechos…sus brazos impidiendo que su peso se desplomara sobre ella, la tensión en los músculos de su espalda y que palpaba mientras se aferraba a él, el firme agarre de sus manos sobre sus caderas mientras la hacía implacablemente suya, aumentando el ritmo, yendo más rápido, más duro y profundo.

Gimiendo debajo de su esposo, alargando sus brazos para tratar de envolverlos a su ancha espalda, Mikoto rasguño inevitablemente la piel de él a su paso a causa del placer, arqueándose contra él y susurrando su nombre al pegar sus labios al costado de su mejilla, casi contra su oído, sintiéndose como la mujer más afortunada del mundo y sonriendo al recordar de forma distraída en lo que las chicas de su generación creían eran los chicos más guapos de Konoha, los causantes de sueños eróticos...ninguno de esos chicos le llegaba a los talones a Fugaku, y solo pensarlo la hizo mecer sus caderas contra las suyas y desear más de él; esos chicos eran eso, chicos, niños, Fugaku era un hombre en todo el sentido de la frase, su esposo, era solo suyo y la realidad de ello le provocó un placer aun mayor que el que ya estaba experimentando. Sintiendo a Mikoto temblar contra él y mecer más vehemente sus caderas contra las suyas, escuchando sus gemidos subir de tono ante cada nueva embestida de su parte, Fugaku deslizó sus labios por el cuello de su esposa hacia el valle entre sus pechos, sintiendo el orgasmo cada vez más cerca y sí que estaba tratando de ignorarlo, aprisionando uno de los pezones de su esposa con sus labios, delineando la piel que no alcanzaba con su tacto y su lengua, reteniendo sus caderas entre sus manos, deseando poder ir más lento y haciendo justo lo contrario, embistiendo profundamente, tratando de durar, mas sintiendo el clímax como algo inminente y deseando alcanzarlo junto a su hermosa esposa.

Todo estaba a punto de terminar, ambos podían sentirlo y ello se concretó tras unas cuantas embestidas después, ambos quedándose quietos uno contra el otro, con sus cuerpos encajando perfectamente; Fugaku enterrando su rostro contra el costado del cuello de Mikoto, reteniendo sus caderas contra las suyas y recargando su peso en sus brazos a cada lado del rostro de ella para no aplastarla; y Mikoto apretando fuertemente las sábanas entre sus manos tras la última estocada, meciendo por inercia sus caderas contra las de su esposo tras el orgasmo, disfrutando de la nueva sensación de sentir su semilla derramarse en su interior y sintiéndose satisfactoriamente llena por lo mismo. Esta nueva sensación los llevo a ambos—como si se leyeran el pensamiento—a romper lentamente el abrazo y encontrar sus miradas, fundiéndose en un beso tanto dulce como apasionado, rodando por las sábanas de la cama en medio de ese abrazo y sin romper la unión que los había consolidado como esposo y esposa. Fugaku Uchiha era conocido por su seriedad, los Uchiha ya de por si eran serios y él lo llevaba a un nuevo nivel, pero Mikoto realmente se sintió afortunada en ese momento por verlo sonreír en medio de su abrazo, pegando su frente contra la suya, lo que la hizo sonreír plena de alegría, envolviendo sus brazos alrededor de la espalda de él y Fugaku envolviendo sus brazos alrededor de su estrecha cintura, sintiéndose plenos en la primera noche del resto de sus vidas…


La luz entraba por la ventana tras el cabezal de la cama, reflejando la luz del amanecer e inundándolo todo esa primera mañana, y siendo un obseso del trabajo así como no pudiendo descuidar sus obligaciones ahora que había peligro de una nueva guerra en ciernes—y en lo que nadie quería pensar—, Fugaku fue el primero en levantarse esa mañana, desapareciendo en el baño contiguo para tomar una ducha luego de buscar su uniforme y dejarlo fuera del armario para vestirse al salir del baño dentro de unos minutos. Removiéndose sobre el colchón e inevitablemente aletargada por los eventos de la noche anterior, Mikoto mantuvo los ojos cerrados con deleite y alargó uno de sus brazos al otro lado del colchón, esperando sentir la espalda o los brazos de Fugaku, mas no encontrándolo y abriendo los ojos, buscándolo con la mirada, pero no habiendo señal de él…o casi; no pasó desapercibido para Mikoto su uniforme de la Policía Militar tendido en el borde de la cama, sintiendo pronto el ruido del agua de la ducha corriendo y anunciándole donde estaba Fugaku. No queriendo que su noche de bodas—siendo ahora de día—terminase aún, Mikoto se sentó rápidamente sobre el colchón, peinando sus cabellos azabache con sus manos y ubicando estratégicamente las sabanas sobre su regazo a la par que descubriendo sus pechos, pero no sabiendo bien como se veía ni teniendo idea de si lo que hacía funcionaria; unos segundos después Fugaku emergió del umbral del baño completamente desnudo salvo por una toalla envuelta alrededor de su cintura, paralizándose al ver a su esposa.

—Vuelve a la cama— pidió Mikoto intentando sonar lo más seductora posible.

—No puedo, debo reportarme en el cuartel y entrenar— se excusó Fugaku acercándose a la cama para tomar su uniforme.

—Pues entrena, pero conmigo y aquí— sugirió la azabache, alargando su mano e invitándolo a unirse a ella en la cama.

La única ocasión en que…habían hecho el amor la noche anterior había sido en su primera vez, ambos estaban extenuados de semanas de preparativos que habrían de continuar en los próximos días, pero de manera diferente, y por todos los requerimientos que se les habían impuesto y los nervios que habían sentido debido a las obligaciones aledañas al matrimonio, ni siquiera se les había ocurrido volver a intentar tener intimidad durante la noche, o no a Mikoto quien había dormido profundamente y que ahora despertaba un apetito especial que anhelaba satisfacer. Para nada decepcionado con su noche de bodas, y no habiendo manifestado su deseo por tener más de su esposa por temor a que ella no desease lo mismo, Fugaku disimuló su sonrisa ladina al descartar despreocupadamente su uniforme y acercarse a la cama, tomando asiento sobre el colchón e inclinándose sobre Mikoto quien a propósito se recostó sobre la cama, arqueándose contra él y envolviendo sus brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo en un beso al que Fugaku no pudo ni trato de negarse. El primer roce de sus labios fue lento, igual que la noche anterior, hasta delicado, pero Fugaku no tardó en profundizarlo, presionando sus labios contra los de su esposa hasta sentir que Mikoto cedía a su paso, invadiendo el interior de su boca con su lengua y deslizando sus manos por sus piernas expuestas, apartando la sabana que la cubría parcialmente y ascendiendo hacia sus pechos que amasó con deleite, recibiendo a cambio un gemido entrelazado con su nombre en medio del beso.

Todo era demasiado maravilloso como para que ella pudiera permanecer más tiempo sin tenerlo, arqueándose contra el tacto de su esposo y deseando más de él, gimiendo contra sus labios al sentir como reconocía sus curvas con sus manos, delineando el sendero de su cintura hasta llegar a sus muslos, haciendo el amague de separarle las piernas, mas ella lo hizo por su cuenta sin que él tuviera que intentarlo realmente, deslizando sus manos por sus hombros y su espalda, palpando sus músculos a su paso antes de descender para quitarle la toalla que arrojó al suelo despreocupadamente, solo entonces envolviendo sus piernas alrededor de sus caderas y ya estando ambos completamente desnudos. No teniendo que dilatar más las cosas ni queriendo hacer, Fugaku se acomodó entre las piernas de Mikoto y, rompiendo el beso, encontró su mirada con la de ella como buscando su consentimiento, y solo entonces penetrando en su interior, sintiéndola arquearse inmediatamente contra él en respuesta y meciendo sus caderas contra las suyas, rogándole que se moviera y lo que él no dudo en hacer, ante lo que ella gimió su nombre; echando la cabeza hacia atrás contra la almohada y gimiendo entregada, Mikoto arañó los músculos de la espalda de Fugaku tan pronto como lo sintió retirarse para volver a embestir, se sentía mejor que la noche anterior, no había dolor o incomodidad esta vez, y de alguna podía sentir como si él fuera más grande en su interior, provocándole una sensación maravillosamente obscena, ambos guiándose el uno al otro a nuevas cumbres de placer…

Eran marido y mujer, y el tiempo era solo suyo ahora.


PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las próximas actualizaciones serán "Dragon Ball: Guerreros Saiyayin" luego "Caballeros del Zodiaco" y por último "Avatar: Guerra de Bandos" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (por apoyarme y ser mi editora personal, no sé que seria de mi sin ella y por lo que le dedico esta historia como todas aquellas desde que somos amigas), a princesse Sarah 94 (agradeciendo que brindara su aprobación a esta historia y dedicándole esta historia por lo mismo), a Yashahime-uchiha32 (apreciando enormemente su aprobación, dedicándole esta historia y esperando poder estar a la altura), a Yi-Jie-san (dedicándole esta historia por su apreciación de mi trabajo) a mi querida amiga DULCECITO311 (agradeciendo sus maravillosos comentarios sobre mi trabajo, dedicándole esta historia y deseándole siempre lo mejor) así como a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.

Nobleza, Transición & Diferencias: Durante todo el capitulo hablo del prestigió del clan Uchiha y que como el clan Senju deben ser la realeza dentro del mundo de Naruto tanto por el poder que exhiben junto con esa dignidad y orgullo que no transan sin importar lo que pase, algo que ya he representado en mi fic El Sentir de un Uchiha con Sakura y Sarada, y no tanto con Sasuke ya que se la natural al nacer dentro del clan y crecer con esas expectativas. Dentro de ello se encuentra la transición que Mikoto debe atravesar, no solo renunciando a su carrera Shinobi, sino también cumpliendo todo requerimiento tradicional del clan y estudiando como ser una matriarca, lo que Sakura no, ya que tras casarse con Sasuke ambos se ven como iguales y ella sigue siendo una Kunoichi activa, es madre y Matriarca o figura de autoridad del resurgente clan Uchiha, pero su rol es muy diferente. Por último tenemos la boda de Fugaku y Mikoto, muy ceremonial y tradicional en contraste con la unión de Sasuke y Sakura, y que decir de su noche de bodas, pues si Sasuke y Sakura se volvieron adictos a expresar sus sentimientos en la intimidad, Fugaku y Mikoto necesitaran un poco más de tiempo, pero no porque sus sentimientos sean menores, sino porque el ambiente en que viven es drásticamente diferente.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), y una posible adaptación alternativa de "Crepúsculo" que he comenzado a desarrollar :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3