Félix estaba nervioso, habían quedado en verse en casa de la azabache, él conducía su auto, una parte de él estaba feliz de que ella viviera lejos porque podía usar ese tiempo para relajarse y otra parte de él preguntándose por qué demonios se había mudado a una parte olvidada por Dios, realmente era muy lejos.
Por su lado, Marinette estaba caminando en círculos es su habitación, sentía la necesidad de escribirle que mejor mañana o pasado o luego de eso, no podía hablar con él ahora, no podía, su teléfono sonó y abrió el chat con Alya dónde la periodista, como si leyera su mente, había mandado un "Sí puedes", Marinette fue a la cocina, tenía el tiempo suficiente como para hornear cuatro cajas de galletas, inconsciente empezó a preparar de avena y avellanas.
El tiempo pasó rápidamente y ella no se dio cuenta hasta que la puerta sonó, sabía que era él, se alejó del mesón y se limpió las manos, respiró hondo y se dirigió a la puerta.
Abrió la puerta y él estaba allí, se veía más o menos como ella, muy nervioso.—H-hola,—ella saludó y él devolvió el saludo—adelante...?
Marinette retrocedió para dejarlo entrar y al hacerlo él olió a masa de galletas, ella olía a azúcar y masa de galletas.
—¿Quieres galletas?—ambos estaban parados sin saber qué hacer—Hice muchas...
—Sí,—él jugaba con una cajita en sus manos y se la entregó—es...ah, café...
—Gracias.—ambos caminaron hasta la cocina y él se sentó en una silla frente al mesón, estaba sucio por la masa, habían cortadores de galletas y restos de avellanas y avena por todos lados.—Perdón... me deje llevar y no limpié...—ella rió nerviosamente y buscó un trapo para limpiar.
—No importa, es... Algo que siempre me gustó.
Ella se detuvo y él pensó que había dicho algo que la molestó.
—Ah, perdón, no quería...
—No, está bien...—ella terminó de limpiar y cuando sonó la alarma saco las galletas del horno y lo apagó, prendió una hornilla para poner la tetera a hervir y tomó un plato donde puso las galletas y lo acercó al medio del mesón.
Félix tomó una galleta y la mordió, esperó a que ella hablara y si no lo hacía él lo haría, ella lo hizo luego de unos minutos.
—No quiero hablar con tu madre.—dijo él se atragantó con la galleta tomándolo por sorpresa y comenzó a toser, ella le pasó un vaso de agua.
Él tomó el vaso y dio un sorbo.—Gracias...—él dejó el vaso en el mesón—¿Por qué no quieres hablar con mi mamá? Pensé que... Bueno, ya...—él hizo un gesto entre ellos con sus manos.
—Yo... No sé,—ella pasó una mano por su rostro y se mancho con harina—ugh, pensé que ya no tenía harina...
—Siempre tienes harina.—él se rió y ella le lanzó una mirada que hizo que dejara de reír—Perdón.
Ella suspiró y miró sus manos.—Félix yo...—él estaba mirándola serio, quería oírlo de ella, no quería un mensaje o que otros lo dijeran, necesitaba oírla de ella—¿Por qué te vas?—preguntó en cambio y él sintió su pecho doler.
—Ya dije que tengo asuntos que atender allá.
—Es una mentira,—ella lo miró—sabemos que es una mentira,—él no dijo nada—¿me odias tanto para irte tan lejos?
Él rio sin gracias.—No sé, tú dime, ¿no huiste igual?
Ella volvió a bajar su mirada.—No podía poder verte sin sentirme mal...—fue apenas audible para él.
—¿Y cómo creés que me sentía yo?—él suspiró y pasó una mano por su cabello y lo despeinó—¿Creíste que no me dolía? ¿Que no tengo emociones?
—¡No es lo que dije!—ella alzó la voz y se inclinó a él—No pongas palabras que no dije en mi boca.
—Entonces dime, porque realmente no sé.—él igual se inclinó a ella.
—Yo, no... no sabía que clase de relación era.
—No sabías, ya,—él tomó el puente de su nariz—creo que fui muy claro.
—Sólo eras amable cuando no había nadie...—ella susurró—nunca lo comentaste en el trabajo...
—¿Y por qué tendría que hacerlo? El trabajo es el trabajo, Marinette, no un lugar donde coquetear, tampoco es que sus opiniones me importen.
—Ni siquiera almorzabas conmigo...
—Muchas veces mi almuerzo es una junta con directivos, inversionistas o accionistas y tú sabes eso.—Félix habló como una madre le habla a su hijo algo que ya sabe pero tiene paciencia con él—O a veces tenía demasiado trabajo como para almorzar a mi hora, cosa que también ya sabes...
—A veces parecía que sólo querías acostarte conmigo...
—No voy a hacer obvio que tú también me mirabas de esa manera,—ella lo miró sorprendida, sin saber de qué hablaba y él entrecerró los ojos—¿No te dabas cuenta de eso?—ella negó lentamente—Dios...—rió y negó con la cabeza.
—¿Los demás se dieron cuenta?
—¿Qué importa si se dieron o no cuenta?
Ella olvidaba rápidamente que él era esa clase de persona.—Cierto, a ti no te importan esas cosas...
—Posiblemente.—suspiró.
—¿Posiblemente qué?
—Posiblemente sí se hayan dado cuenta, pero no dijeron nada o no les importaba, algunos tienen cosas más importantes que cuchichear si su jefe sale con una empleada.—puso los ojos en blanco.
—Sí, bueno, supongo que sí.
Cayó sobre ellos un silencio incómodo.
Félix creyó escuchar a Adrien en lo profundo de su mente diciendo "sé sincero y dile lo que sientes", pensaba seriamente en cobrarle la renta por estar allí siempre, él respiró hondo para darse valor y hablar.
—Marinette, yo... Yo...—ella lo observó en silencio con la ansiedad creciendo en la boca de su estómago—Tú... ¿Por qué es tan difícil?—con los codos en el mesón enterró su cara en sus palmas.
—Para mí también es difícil...—dijo suavemente ella—Hay mucho que quiero decir, pero tengo miedo,—Marinette decidió usar ese pequeño momento de valentía para decir todo lo que quería—tengo miedo de que tú ya no sientas igual que yo, en verdad lo siento,—allí, lo dijo por fin y empezó a llorar y hablar rápidamente—tenía miedos estúpidos que nunca pude decirte y ahora que lo dije y me has respondido me hizo ver qué yo era la única que se ahogaba en un vaso de agua y que no pensé en ti, creí que como nadie más lo sabía tú no me querías como lo decías y-
Félix se levantó y se acercó a ella y la abrazo por el costado.—Marinette, Mari, respira...—la abrazo contra él fuertemente y ella escondió su rostro en su pecho—respira... Tranquila...—él acarició su brazo mientras susurraba palabras tranquilizadoras hasta que ella se calmó y su respiración fue normal.
—Perdón...—susurró sin apartarse de él.
—Yo también tengo que pedir perdón.—ambos hablaban suave, como si al alzar la voz se arruinaran las cosas—Pequé de ignorante, creí que no necesitabas de esas cosas y cuando quise arreglarlo el problema ya había superado el punto de regreso.
Ella se acomodó más a él y la abrazo más fuerte.—Aún te amo, no he dejado de pensar en ti y me duele.—su voz sonó amortiguada.
Él la apretó más y puso su nariz en su cabello respirando profundamente.—Te amo y te extraño... Mucho, Adrien ha tenido que soportar mi mal humor...
Marinette rió.—Alya a tenido que aguantarme igual.
Ambos rieron.—Adrien tenía razón...—chasqueó la lengua—ahora tendré que respetarle más.—dijo como queja.
Ella rió más fuerte alejándose para verle el rostro y él se inclinó para verla.—Supongo que tendremos que darle algún regalo.
—Que sea el padrino, seguro que se alegra por eso.
Ante sus palabras Marinette se sonrojó.—Aún no... No hemos vuelto...
—Oh... Sí, verdad.—él lamió sus labios y volvió a sentir nervios—Marinette... Tú, eh... ¿Quieres... Volver conmigo?—luego agregó para molestarla—Aunque fuiste tú quien terminó conmigo, igual te lo pido.—ella lo golpeó en las costillas—Auch.
Ella mordió su labio inferior.—Bien, sí,—miró los botones de la camisa de él y no pudo evitar jugar con ellos—Pero quiero que todos lo sepan,—él arqueó una ceja—sí, es estúpido lo sé, pero no dormiré en paz hasta que mis padres y tu madre y mis amigos sepan que estamos saliendo...—hizo un puchero.
—Bien, lo que quieras, mientras no me dejes nunca, lo acepto.—ella lo abrazó y él le dió un beso en la coronilla.
La tetera silbo y los asustó, haciendo que se separaran.
—Olvidé que había puesto la tetera...—Marinette salió del círculo de sus brazos a regañadientes y apagó la hornilla—¿Aún quieres café?
—Sí, aún quiero el café, no he comido nada...
—Debemos hablar también sobre tu problema con no comer...
—¿De quién es la culpa?—él mordió otra galleta que había estado abandonada desde hace rato.
—Ya tenías esa maña de antes de que saliéramos, no quieras culparme a mí.
—Bien...—suspiró—Trataré de comer cuando deba comer.
—Más te vale.—ella sirvió dos tazas de café con una de ellas sin azúcar.
—Volverás a París, ¿verdad?—él acepto la taza y la miró.
—Supongo que sí, primero debo renunciar al trabajo que tengo aquí, aunque... Ya no tengo departamento allá y tengo que dejar este... Ugh, cuanto problema.—ella puso dos cucharas de azúcar y bebió su café.
—Puedes quedarte en mi departamento...—ella lo miró—Aún hay ropa tuya allí...
—Me encantaría quedarme contigo...—ella se sonrojo—Aunque no creó volver esta semana, como dije, hay mucho que tengo que arreglar.
—Lo sé, aunque es una molestia conducir hasta acá, lo haré.
—Gracias.—ella recordó algo—Ya no te irás a Londres, ¿verdad?
—Aún debo ir, te dije que tenía asuntos de la empresa de mi padre, quiera o no, debo ir.
—Entiendo...—ella hizo un puchero.
—Todavía faltan días para que me vaya, tendremos tiempo de estar juntos.
—Está bien.—ella sonrió, su teléfono sonó y vio el identificador, era Alya, contesto.—Aló-
—¿Cómo te fue? ¿Ya hablaron?
Ella miró a Félix que puso los ojos en blanco.—Sí, está conmigo aún y puede oír tus gritos.
—Oh... Ya, te llamó mañana, adiós.—y cortó sin esperar respuesta.
Marinette rió.—Tan entrometida como siempre.—dijo Félix.
—Supongo que cenaras aquí...
—Supones bien.
—Entonces, haré algo para los dos.
—Te ayudo.—Félix se levantó y remango las mangas de su camisa y se acercó a ella para ayudar.
*—*
Se acabó, que bonito c:
Recuerden que hablar con sus parejas es importante uvu
Cambié el rango, pensé que escribiría obscenidades pero al final no._. jajajaja
Bais~
