Secretos y mentiras

Capítulo 8

Bella

Han pasado casi dos semanas desde que los detectives nos interrogaron y no hemos sabido nada de ellos. Edward y yo quedamos muy agitados pues después de nuestros interrogatorios comenzaron las especulaciones de los medios.

¿Todavía sospechaban de él? ¿O yo? ¿Pensaban que estábamos juntos en esto? ¿Tenían una pista diferente?

Debido a esto, Edward y yo hemos estado en contacto constante. No sé qué es, pero hablar con él me brinda un consuelo que rara vez había sentido en los últimos años, especialmente en las últimas semanas. A veces, cuando yo no puedo dormir y él tampoco, y nuestras mentes dan vueltas sobre lo que está pasando en nuestras vidas, nos llamamos y no necesitamos tener una conversación. Podríamos quedarnos en silencio, simplemente escuchando la respiración del otro hasta que finalmente el sueño nos sucumbiera. Pensé que estaba mal desarrollar una relación cercana con otro hombre, buscar consuelo en otra persona, pero luego, cuando pienso en lo que hacían nuestros cónyuges, me di cuenta de que una amistad no tenía nada que ver con una aventura.

También hemos empezado a cenar juntos con nuestros hijos de vez en cuando. Los niños se llevaban tan bien que apenas se dieron cuenta de todo lo que sucedía a su alrededor, y fue un agradable descanso de nuestra caótica realidad. A veces pedíamos pizza o comida china y mirábamos a los niños jugar y nos reíamos como si todo estuviera bien en el mundo. Rara vez tuve esos momentos mientras crecía. No recuerdo mucho sobre cómo era nuestra vida antes de que mi papá muriera, y lo que sí recordé después de su muerte fue cómo mamá trabajaba horas sin fin, por lo que casi no podíamos pasar tiempo juntas. Entonces esos momentos que pasamos con nuestros hijos, dándoles la oportunidad de ser niños y disfrutar de sus días, sin importar lo que estuviera pasando, me hicieron apreciar aún más tener a Edward a mi lado. Incluso comencé a preguntarme cómo diablos podría superar esto sin él. Pero no tendré que averiguarlo. Por ahora…

Un golpe en la puerta principal me saca de mis pensamientos. Le doy a Rita un ligero asiento antes de levantarme de la encimera de la cocina y caminar hacia la puerta principal. Para mi sorpresa, Jessica Stanley está parada en mi puerta. No he hablado con ella desde antes del accidente de Emmett.

"Jessica," la saludo con una sonrisa. "Hola. ¿Qué estás haciendo aquí?"

Siempre le he tenido mucho cariño. Solía ser la asistente de Emmett durante un par de años antes de ser ascendida a agente. Emmett me la presentó por primera vez en la fiesta de Navidad de la oficina hace casi ocho años y fue muy dulce. Nos hicimos cercanas e incluso diría que la consideraba una amiga de la familia, los niños incluso la llamaban tía. Era agradable tener a alguien además de Emmett y los chicos. Íbamos de compras juntas y almorzamos juntas ocasionalmente durante la semana. Pero desde el accidente y todo lo que ha estado pasando, no me he acercado a ella. ¡Rayos! ni tan siquiera la he llamado.

Jess me da una sonrisa tensa. "Bella, lamento mucho molestarte, solo quería ver cómo has estado con todo lo que está pasando."

"Lo sé, lamento no haberme comunicado. Ha sido…" Me detengo, tratando de encontrar las palabras correctas. Suspiro y me encojo de hombros. "¿Te gustaría entrar?"

"¿Has hablado con el detective Black?" Ella preguntó de la nada.

Su pregunta me tomó por sorpresa. Noto su postura, rígida, una de sus manos apretando con fuerza su bolso. Parecía asustada, nerviosa, diría yo.

"¿C-cómo sabes sobre el detective Black?"

Jessica traga saliva y sus dedos juguetean con los extremos de su camisa.

"Me interrogaron la semana pasada", dijo. "Pensé que ya habían hablado contigo."

"No," dije, cruzando los brazos sobre el pecho. Un escalofrío recorre mi espalda. Esto no es bueno. "No he hablado con ellos en semanas. ¿Por qué? ¿Te interrogaron? ¿Qué pasó?"

Jessica se mira las manos y se toca el pulgar. "Me preguntaron sobre mi historia con Emmett."

¿Y eso? Bueno, obviamente, ha estado trabajando con Emmett durante tanto tiempo que asumirían que ella sabría algo. Quiero relajarme, pero su lenguaje corporal no ayuda.

"¿Sabías de su aventura?" preguntó en voz baja.

Jessica asiente lentamente. Se me cae el estómago.

"Si lo sabía. Y no sólo eso, Bella." Finalmente me mira, con sus ojos color avellana empañados por lágrimas no derramadas. "Emmett y yo, nosotros... Dormimos juntos. En más de una ocasión."

El aire me abandona, como si alguien me hubiera dado un puñetazo en el estómago.

"¿Q-qué?" Mis ojos se llenaron de lágrimas.

"Jaimie tenía un año y Emmett siempre estaba hablando de cómo siempre estabas cansada cuando llegaba a casa y casi no lo dejabas... Lo nuestro fue algo casual, sin sentimientos, sin apegos. Estuve bien cuando terminó porque yo te veo como una amiga y odié lo que estábamos haciendo a tus espaldas. Pero solo porque terminó conmigo, no significa que se detuviera. Emmett se acostaba con mujeres al azar en sus viajes de negocios, fiestas de oficina, literalmente cualquiera que le dijera que hasta que conoció a Rosalie hace cinco años."

"Emmett no conocía a Rosalie hace cinco años," espeté, apretando los puños con fuerza. "Hace cinco años estaba embarazada de Noah."

Jessica me mira con ojos llorosos. "Bella, lo sé. Emmett conoció a Rosalie aquí en Poppy's Café dos meses antes de que dieras a luz." Suspira y se pasa las manos por el pelo. "Lo sé porque estaba con él cuando se acercó a ella. Ella estaba con una mujer con el pelo corto de duendecillo. La vio al otro lado de la habitación y se acercó a ella, hablaron cuando la otra mujer se fue al baño y luego nos fuimos. Después no la volví a ver hasta meses después. Iba camino de regreso a mi oficina cuando la vi salir de su oficina mientras se arreglaba la falda. No fue difícil adivinar lo que habían estado haciendo.

"Emmett era un don Juan muy conocido en nuestra oficina y no tuvimos el valor de decírtelo."

Me toma un momento registrar lo que está diciendo. Emmett la conocía más de lo que cualquiera de nosotros había imaginado. Él me estaba engañando incluso antes de que yo diera a luz a mi hijo, ¿y Jessica lo sabía? Y todo este tiempo pensé que éramos amigas y que podía confiar en ella... y ella me apuñaló por la espalda. ¡Sabía lo que estaba haciendo Emmett!

"Bella, estoy tan-"

¡Bofetada!

Su cara se vuelve hacia un lado con la fuerza que use para abofetearla. La empujo hacia atrás, lejos de la puerta de entrada y hacia los escalones del porche. Ella tropieza hacia atrás, pero se sujeta a la barandilla antes de caer por las escaleras. Mi corazón late a cien por hora, golpeando con fuerza contra mi pecho. Tan fuerte, tan fuerte, y mi mente se nubla de rabia.

"¿Cómo te atreves?" grité. "¡Te traje a mi casa, alrededor de mis hijos! ¡Y todo mientras te follabas a mi marido!"

"Bella-"

"¡Confié en ti! ¡Pensé que eras mi amiga!"

"Eres mi amiga, por favor-"

"¡No vuelvas a llamarme nunca más! Mantente alejada de mí y aléjate de mis hijos. ¡Si alguna vez vuelvo a ver tu patética cara, te mataré!"

El rostro de Jessica palidece.

"¡No sé qué querías conseguir con esto! ¡VETE!"

Ella no se mueve, su mano todavía presionando su mejilla.

"¡FUERA DE AQUÍ!"

Jessica baja las escaleras a trompicones y corre hacia su coche. Vuelvo furiosa al interior de la casa, agarrando mis llaves de la mesa de café donde las dejé antes. Todo lo que puedo oír es el fuerte latido de mi corazón, todo lo que puedo sentir es mi sangre caliente corriendo por mis venas. No puedo pensar con claridad. Me subo a mi auto y arranco, ignorando que Rita sale, gritándome que regrese y los neumáticos chirrían contra el pavimento.

Todo fue mentira. Todo era una maldita mentira. ¡Toda nuestra vida juntos fue una maldita mentira!

Conocía a esta mujer desde mucho más tiempo de lo que había imaginado. Me hizo quedar en ridículo delante de todos y no sólo con ella, sino también con otras mujeres. ¡Y toda su oficina lo sabía! Cada vez que nos veían a mí y a mis hijos, sabían lo que Emmett hacía a mis espaldas y se quedaban callados. ¿Cuántas veces me he puesto en ridículo diciendo que fue un esposo y padre increíble? ¿Cuántas veces no he agradecido tener a un hombre como él a mi lado? Todo mientras planeaba dejarnos.

No puedo ver las calles por las que estoy transitando. Todo lo que puedo ver es a todas las mujeres con las que ha estado en contacto frente a mí. ¿A cuántas mujeres no besó cariñosamente delante de mí? ¿Abrazado? ¿Le sonrió? ¿Se rió con? ¿Cuántas de las mujeres que presentó como amigas, colegas o clientes eran las mismas mujeres con las que se acosto? Todos sus rostros, todas sus sonrisas falsas y patéticas pasan por mi mente.

Llego al hospital y paso junto a un par de enfermeras en mi camino a la habitación de Emmett. Reconozco una voz que grita mi nombre, pero la ignoro porque tan pronto como estoy en su habitación, comienzo a golpearlo, tirando de su bata, golpeando su pecho tan fuerte como puedo mientras las lágrimas brotan.

"¡Maldito bastardo! ¡Bastardo!" Grito. "¡¿Cómo pudiste hacer esto?!"

"¡Bella, detente!" Alguien me agarra por la cintura y me aleja de él. "¡Para para!"

"¡Voy a matarte!" Grito. "¡Déjame ir!" Lucho contra la persona que me retiene y cuando finalmente me giro, veo que es Edward quien me está sacando de la habitación mientras las enfermeras entran corriendo. "¡Basta, déjame ir!"

"¡Estoy llamando a seguridad!"

"¡No! No, déjame encargarme de esta Claire."

"¡Suéltame!"

"¡Basta, Bella! ¡No te dejaré ir!

Me lleva a una sala de conferencias, donde me inmoviliza contra la pared cuando intento pasar a su lado. Agarra mis muñecas con su mano y con la otra me agarra la barbilla, haciéndome mirarlo.

"¡Bella, tienes que parar!"

"¡Suéltame!"

"Bella, respira. Tienes que respirar, amor."

"N-no puedo-"

"Bella-"

"¡No!" Finalmente lo empujo lejos.

Él se para frente a la puerta, protegiéndola y encerrándome. Mi respiración sale entre jadeos. Me duele todo el pecho y mi cara… oh Dios, puedo sentir las lágrimas resbalando por mi cara y empapando mi cuello. No puedo controlarlo. No puedo controlarme.

"Él es la basura más grande que he conocido. Es el peor tipo de ser humano," sollozo.

"No entiendo cómo pudo hacerme esto. ¡Cómo pudo engañarme cuando siempre fui perfecta! La casa siempre estaba perfecta. Su ropa siempre estaba impecable. Cuidé su ego, abandoné mi carrera para que él pudiera concentrarse en la suya, nunca estuve de mal humor, ¡siempre fui cariñosa! ¡Nunca dije que no cuando quería que hiciéramos el amor!

¡Le di dos hijos! ¿Cómo pudo hacerme esto?"

Camino de un lado a otro, sintiendo como si mi propia piel estuviera demasiado tensa. No podía respirar. No podía pensar más allá del dolor y la rabia que me abrumaban una y otra vez.

"¿Qué carajo hice mal?"

Edward me mira sorprendido e incapaz de hacer o decir nada. "No entiendo. No puedo entenderlo… giro mi cabeza hacia donde está Edward ¿No entiendo cómo nunca notaste nada? ¿En serio nunca te diste cuenta de qué carajo estaba pasando? ¿Estábamos los dos realmente tan jodidamente ciegos? ¡Soy una estúpida! ¡Una maldita ingenua!" Grito.

Edward se acerca a mí rápidamente, tratando de detenerme, pero le aparto las manos.

"¡No me toques!"

"Lo siento", dijo por encima de mi jadeo.

"Lo siento mucho, Bella. Te entiendo, créeme, lo entiendo y lamento no haber hecho nada antes. Lamento que esto haya sucedido, pero ya estoy aquí. Estoy aquí para ti, por favor no te castigues así. Esto no es culpa tuya, no te lo mereces."

"No lo entiendes," sollozo, agarrando su camisa. "¡Quiero despertarlo, quiero lastimarlo, hacerle sentir una pizca del dolor que me causó y quiero que me diga qué carajo le hice! ¡Qué hice para que me lastimara así!

Empujo a Edward lejos de mí y corro hacia la puerta, pero él me atrapa por detrás.

"¡Bella, no!"

"¡Déjame ir!"

"¡No!"

Me rodea con sus brazos con fuerza. Yo peleo con él. Me giro, pateo y grito hasta que sus pies ceden y caemos al suelo. Su cuerpo amortigua nuestra caída, pero su agarre sobre mí nunca se afloja mientras sigo luchando.

"Lo lamento. Lo lamento. Lo siento mucho." susurra contra mi oído, su mano agarra la mía sobre mi pecho mientras sube y baja rápidamente. "Lo siento mucho. Lo siento mucho."

Grito, lloro y lucho contra él hasta que no me queda nada para dar. Todo a mi alrededor se vuelve borroso y poco después todo lo que pude escuchar fueron las mismas palabras una y otra vez mientras me deslizaba nuevamente hacia la oscuridad:

Lo lamento. Lo lamento. Lo lamento.

Me despierto en una habitación extraña y en la comodidad de una cama que no es la mía. La luz del sol se cuela por las rendijas de las persianas, mostrándome que en realidad no estoy en mi habitación. Las colchas son diferentes, un tono azul marino y una pared color crema. La ventana daba a la calle, una calle que no era en la que yo vivía. Miro la mesa de noche a mi lado y el reloj rojo brillante marcaba las 2:30 p.m. Hay una foto de Edward sentado en una silla de hospital con un bebé en brazos al lado.

Estoy en la casa de Edward.

Estoy en su habitación.

Miro al otro lado de la habitación, que supongo sería su lado a juzgar por el maquillaje en el tocador y los vestidos que veo colgados del armario medio abierto. Y su foto en la mesita de noche al otro lado de la cama.

Empiezo a levantarme lentamente de la cama cuando escucho que se abre la puerta principal, corro hacia atrás, con la cabeza dando vueltas de dolor. Edward entra segundos después con una botella de refresco en la mano.

Sus ojos se abren cuando me ve sentada contra su cabecera.

"Estás despierta," dijo mientras tomaba asiento frente a mí en la cama. "Toma, bebe esto. Te ayudará con tu presión arterial."

Le quito la coca y doblo las piernas contra el pecho. "¿Qué pasó?" Me aclaro la garganta, mi voz es ronca. Sentí mi cara hinchada y seca.

Edward se inclina hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas. "Estabas muy molesta y cuando traté de calmarte, te quedaste medio dormida. Mi padre te tomó la presión arterial y estaba muy baja. Quería mantenerte en el hospital, pero insististe en irte. Te quedaste dormida de camino hasta aquí."

Hago lo mejor que puedo para ocultarle mi sorpresa. No recuerdo haber visto a Carlisle o haberle pedido a Edward que me llevara a casa, pero esa es información que él no necesita saber. Tomo un sorbo del refresco y al instante agradezco el azúcar.

"Esta es la segunda vez que te hago pasar por esto. Lo siento."

"No tienes nada por qué disculparte. Me alegro de haber estado allí para ayudarte y traerte de regreso sana y salva. Pensé que sería mejor si te trajera aquí en lugar de a tu casa. No quería volver a asustar a tu sirvienta. Su coche todavía está en el hospital."

"¿Qué estabas haciendo allí en primer lugar?"

El rojo sube a sus mejillas y deja escapar una risita nerviosa.

"Yo... fui a ver a Emmett," dijo, mirándose las manos. Él siempre sintió que era una especie de personaje ficticio del que hablábamos. Verlo lo hizo real. "Quería ver al hombre por el que mi esposa me dejó. No puedo decir que la culpo." Él traga, con dificultad. "Entraste furiosa cuando yo me fui. No creo que te hayas dado cuenta de que era yo, estabas tan enfurecida."

Miro la coca que tengo en las manos.

"Una vieja amiga mía que trabajó con Emmett vino a mi casa hoy para decirme que Rosalie no era la única mujer con la que me había estado engañando. Ha habido varias mujeres a lo largo de los años, incluida ella..."

La nariz de Edward se ensanchó y sus puños se apretaron.

"Ese bastardo-"

"También dijo que Emmett y Rosalie se conocían desde antes de lo que pensábamos. Se conocieron meses antes de que yo diera a luz a Noah."

Edward se sienta.

"¿Entonces su relación duró más de un par de años?"

"Sí. Cinco, pero no podemos ser exactos."

Intenté con todas mis fuerzas contener las lágrimas. Realmente lo intenté, pero no pude. Ahora que he tenido tiempo de procesar silenciosamente las últimas horas, realmente puedo sentir la puñalada en mi pecho. No más ira, solo puro dolor al darme cuenta de que la última década de mi vida no ha sido más que mentiras del hombre que pensé que realmente me amaba.

Incliné la cabeza y mi cuerpo comenzó a temblar mientras los sollozos se me escapaban. Al principio fue un pequeño gemido, pero poco a poco los sollozos me atravesaron. Edward me tomó por sorpresa cuando me rodeó con sus brazos y me acercó a su pecho, metiendo mi cabeza justo debajo de su barbilla. Me dejó llorar, frotándome la espalda y tranquilizándome. Odiaba lo mucho que me consolaba su abrazo. Su calidez me envolvió por completo. Su olor, fresco y mentolado, invadió mis sentidos y me calmó.

El hecho de que su contacto hiciera que mi cuerpo temblara fue suficiente para hacerme alejarme, pero cuando lo hago, me mira desde arriba. Todavía con sus brazos alrededor de mí, no me pude resistir ante esos hermosos ojos verdes, mirándome o a esos labios rosados y carnosos ligeramente entreabiertos. Mi corazón comenzó a galopar mi pecho con tanta fuerza que temí que él pudiera oírlo. Me asustó cuánto quería que él se inclinara, que bajara la cabeza y me besara...

Parecía como si él estuviera librando la misma batalla interior. Quería decir mucho, pero cada vez que sus labios se abrían, no salía más que un suspiro. Su pulgar secó con cuidado las lágrimas de mi mejilla. Poco a poco, parecía que finalmente había llegado a una conclusión.

Mi respiración se detuvo cuando él lentamente comenzó a inclinarse...


¿Sera que hay algo mas entre ellos?