MUGEN

Sensaciones

.

Entro en casa de Sango con la ayuda del suave empujón que me das desde los hombros.

—InuYasha —utilizo tu nombre para mostrar una queja ligera que casi es presa de la sonrisa que se me quiere escapar.

—Tú, sólo… quédate aquí. Sango te necesita —te apresuras a decir.

—Bienvenida, Kagome —el tono que ella usa me deja en claro que tramas algo.

—No hagas locuras, ni incendies nada —la advertencia lleva consigo el recuerdo de un incidente con velas hace algún tiempo.

Te veo arrugar el ceño y temo estar censurando cualquier sorpresa que quieras darme, así que me pongo en puntas de pies y te atraigo lo suficiente para dejar el toque de un beso en tus labios.

—Prometo que me quedaré aquí hasta que comience el atardecer.

Repito tu petición, la que has hecho al inicio del camino que nos trajo aquí. Te veo asentir con convencimiento para luego marcharte del lugar.

A continuación miro a Sango, me encojo de hombros y sonrío.

.

El atardecer comenzó hace poco, sin embargo, esta época del año consigue que el sol deje de alumbrar muy pronto. Camino por el mismo sendero que dejamos a la ida hasta casa de Sango. La nieve caída de forma constante los últimos días, crea una capa que bien me llegaría a las rodillas en las partes más profundas, de no ser por el sendero. Temo que el sol me abandone antes de conseguir vislumbrar nuestra cabaña y me reprendo por no haber previsto la situación. No obstante, mi preocupación se acaba cuando te veo aparecer con rapidez.

—Hace frío —saludo con el pensamiento recurrente que me ha ocupado el último tramo.

—Sí —me ofreces tu espalda y me acomodo en ella con facilidad—. Pronto estarás mejor.

—¿Qué has hecho? —pregunto, y mi voz se desperdiga en el aire cuando das un primer salto.

—¿No eras tú la que decía que había que tener paciencia para las sorpresas? —replicas y das un nuevo salto.

—¡Eso quiere decir que sí hay una sorpresa! —mi entusiasmo delata el modo en que mi mente ha estado trabajando todo el día.

—¡Impaciente! —parece que te quejas, aunque te escucho sonreír.

Te abrazo un poco más y cierro los ojos durante los pocos saltos que nos quedan hasta llegar a metros de nuestra cabaña. No tardo en descubrir un delicioso aroma cítrico que viene del interior el que me llena de una intensa sensación de bienestar.

—¿Qué has hecho? —no puedo ocultar el tono alegre de mi voz.

—Entra —tú tampoco puedes enmascarar el tuyo.

Te tomo la mano, está casi tan fría como la mía. El aroma cítrico se acentúa con cada paso y se hace maravillosamente grato al entrar en la cabaña. Para mi sorpresa el interior no parece mostrar ningún cambio importante. Sin embargo, sí que hay algo nuevo.

—Una puerta —digo, entusiasmada, pensando en el ofuro y el aseo que tenemos tras la cabaña y al que debemos acceder por el exterior.

—¿Quieres mirar que hay más allá? —estimulas mi curiosidad.

Sonrío y me descalzo con la mayor rapidez posible, dejando a un lado el abrigo de paja que suelo llevar para la nieve. Noto la hermosa emoción que precede a la alegría, la que se acentúa a sólo dos pasos de la puerta. Me inunda el aroma cítrico que viene del otro lado, y al abrir me encuentro con un espacio cuidado y agradable. La luz de un par de lámparas de aceite se mueve con suavidad e iluminan el lugar. El agua dentro del ofuro libera vapor mientras en ella flotan naranjas frescas y cáscaras secas que se han remojado, inundando el aire de una gloriosa sensación de bienestar.

—Gracias, InuYasha —me giro, te miro y enlazo los brazos a tu cuello para alcanzar un beso que me das con la libertad que nos entrega este espacio íntimo.

—¿Quieres probar el agua? —murmuras a continuación, y noto que comienzas a buscar el nudo de mi hakama.

Asiento con un gesto suave y mi sonrisa que se une a tu sonrisa, componiendo el augurio de una cálida noche invernal.

.

N/A

Esta historia partió con una idea, luego dio paso a otra y finalmente pude retomar la idea inicial, dejando la otra para otro drabble. Sinceramente, la creación a veces es agotadora.

Espero que disfrutaran de la lectura y que me cuenten en los comentarios.

Besos

Anyara